El teatro nuevo
El teatro nuevo estaba pensado como ejemplo de la arquitectura del liberalismo. La clase gobernante quería para los edificios oficiales destinados a las actividades sociales, una arquitectura europea de formas clásicas y espectaculares y de mayor confort, totalmente distintas a las formas coloniales más modestas.
Ya existían otros teatros en la ciudad. En 1877 se construyó el Teatro Progreso; además se inauguraron el Edén (1887, en San Vicente) y el Argentino (1889, frente a la plaza General Paz). La década del 80 trajo otras obras importantes para la ciudad, como el Banco de la Provincia, el Palacio Legislativo y el Dique San Roque.
La obra del Teatro Nuevo comenzó en 1887, sobre los planos del prestigioso arquitecto Francisco Tamburini, quien participó en la ampliación de la Casa Rosada, en la construcción del teatro "Colón" de Capital Federal, el Banco de la Provincia de Córdoba, el Hospital de Clínicas y la cárcel Penitenciaria, etc.
El arquitecto José Franceschi fue contratado (con un sueldo de 200 pesos mensuales) para dirigir la construcción.
Como los planos del teatro nuevo se basaba en los coliseos europeos (en un estilo del Manierismo Palladiano) se trató que las instalaciones fueran acordes.
Antonio Subirá construyó el piso de la platea y armó y colgó decoraciones. En 1889, por sus relaciones con el alto comercio de la ciudad, traería desde el extranjero las decoraciones necesarias para las óperas Mefistófeles, Aída y la Africana.
Arturo Piccinini proveyó de muebles y tapicería; importó de Europa suntuosos muebles distribuidos desde la planta baja hasta el paraíso.
El artista Arturo Nembrini Gonzaga (quien decoró también la antigua central del Banco de la Provincia) fue contratado en 1888 para realizar:
- Sobre el ático (la galería alta de la fachada), las estatuas y el alto relieve
- La decoración (en estilo pompeyano) de la bóveda central, de la galería en el paraíso y de las puertas de los palcos.
- Decorar el cielo raso y las paredes del vestíbulo exterior del piso bajo.
El tiempo y la desidia de algunos funcionarios contribuyeron a la pérdida de muchas de estas reliquias como las pinturas del vestíbulo, las de la galería de entrada, pasillos filigranados, cielo raso del salón izquierdo del Teatro, entre otros. En 1978, al refaccionar el edificio, se descubrió detrás de un radiador del sótano, filigranas al estilo de las del techo del foyer.
Víctor Consigli hizo colocar un dispositivo mecánico que con 2 personas levantaba la platea a distintos niveles hasta llegar a la altura del escenario, para nivelar la visual del espectador según la escenografía propuesta.
El dispositivo también se accionó para entretener en homenajes, bailes y banquetes ofrecidos a los presidentes Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Uriburu y A. P. Justo, además del príncipe Humberto Primero de Saboya. También se celebraron casamientos importantes e incluso el funeral cívico del socialista Deodoro Roca. El movimiento de la platea, el vestirse de etiqueta y de guantes largos, pasaron a la historia. Desde la reforma de 1978 el mecanismo nivelador quedó inutilizado por cañerías de calefacción que pasan debajo de la platea.
Teodoro Flandín se encargó de la instalación de la luz eléctrica, proporcionada por un motor propio. Los aparatos, pedidos a Francia y Alemania, tardaron varios meses en llegar.
Para 1890 Nembrini Gonzaga seguía pintando angelotes, mujeres recubiertas con tules vaporosos y frisos con flores exóticas. El teatro no abría sus puertas; estaba a la espera de una iniciativa empresarial para traer un elenco de prestigio.
- Fachada: está formada por dos niveles. Columnas y pilastras dóricas dividen el plano inferior y jónicas el superior. Tres figuras femeninas sostienen en sus manos la lámpara votiva, la lira, la trompeta y la corona de laureles, son alusivas a la música; querubines en sobrerrelieve acompañan y sostienen el escudo de Córdoba.
- Los pisos son de mosaico calcáreo en los sectores de mayor tránsito y en los de menos categoría. En la sala, foyer, bar y salones importantes los pisos son de listones de madera. Los escalones, umbrales, zócalos y balaustras son de mármol de carrara.
- El teatro consta de un subsuelo y 5 niveles. El sector delantero es de carácter público, en donde se encuentra las salas más ornamentadas. Dos circulaciones paralelas sirven para distribuir al público y para el aislamiento acústico entre la sala y los salones laterales. El sector posterior corresponde al escenario y dependencias técnicas.
El subsuelo concentra los servicios técnicos donde se encuentran el manejo de sistemas de seguridad contra incendios, el sistema elevador de platea y el comando del telón de seguridad y el túnel de calefacción.
- En el sector izquierdo está ubicado el bar y el Museo del Teatro de la Música de Córdoba Cristóbal de Aguilar. El museo está en la antigua sala de fumar donde solamente los hombres podían entrar. Luego fue el antebar o sala de exposiciones hasta que en 1987 se convierte en museo. Cristóbal Aguilar fue el primer dramaturgo argentino que pintó en sus obras el paisaje local.
- En el sector derecho estaba el patio de actores, que fue transformado en una sala menor (la Luis de Tejeda).
- Es notable la diferencia de la calidad de las terminaciones de cada nivel para el público, a medida que asciende a partir de la cazuela. Esto se desprende de la selección de jerarquías sociales del siglo XIX que la arquitectura expresa.
- Superficie total 3640 m2, superficie cubierta de 11700 m2. Entran 1077 personas, 383 en platea, 22 en palcos altos, 20 en palcos bajos, 174 en cazuela, 152 en tertulia y 200 en paraíso. Este tenía una entrada independiente que fue anulada para unificar el control de ingreso.
- El nivel de los palcos bajos tiene salas laterales de doble altura con hermosas pinturas artísticas en los cielorrasos. Varias de ellas están deterioradas y algunas definitivamente perdidas. El nivel siguiente corresponde al de palcos oficiales (Gobernación y Ministerios)
- El escenario es uno de los más grandes del país
Una velada de beneficencia (26 de abril de 1891) fue excusa para que el telón se alzara por primera vez; esto fue el puntapié inicial de festejos escolares, actos patrios y funciones "para la comunidad".
El 8 de julio de 1891, presentándose la compañía de zarzuela cómica que representaron "Los diamantes de la corona" y "El chaleco blanco". La función había empezado más tarde de lo previsto. Los boleteros no daban abasto y los acomodadores ubicaban mal a los dueños de palcos ya ocupados por otros compradores. A todo el revuelo, se le sumó la silbatina de los espectadores del paraíso, que desorientó a los policías que no sabían que hacer.
Para ingresar al nuevo teatro en su primera época se debía tener una buena presencia, ostentar varios apellidos y tener gusto (aunque sea fingido) por el "arte mayor". Para los intervalos, se rescataban las copas de cristal para agasajar a la alta sociedad cordobesa.
Todo este brillo y sofisticación contrastaba con algunos gestos de los mismos miembros de la aristocracia cordobesa. Más que un acto de criollismo, la actitud de Eleázar Garzón (gobernador de la provincia en el momento de apertura del teatro) fue interpretado como insolencia. A pocos meses de la apertura, ubicado en el regio palco oficial, el gobernador disfrutaba mejor el espectáculo de la noche con algunos mates amargos que él mismo se cebaba… Esta forma de "mostrar la hilacha" indignaba a los patricios cordobeses, ¡ y justo en el momento que habían conseguido el símbolo de status y modernismo europeo que tanto merecían!
El primer nombre del Teatro Nuevo fue elegido de una forma caprichosa y para nada formal.
El 9 de setiembre, en un baile para celebrar el centenario del nacimiento de José María Paz, se evocaron muchos nombres como el de Vélez Sarsfield, Deán Gregorio Funes, Juan Gregorio Las Heras (el 7 de setiembre sería inaugurado el Parque Las Heras) y el de José Ignacio Rivera Indarte (poeta, 1814-1845).
Un periodista del diario La Libertad rescató el nombre de Rivera Indarte bautizando al nuevo teatro, nombre que tendría hasta mediados del siglo XX. Paradójicamente, el poeta tuvo escasa vinculación con escena local.
Funcionarios del gobierno de 1950, tan caprichosamente como se bautizó la primera vez, cambiaron por decreto el nombre de Rivera Indarte por "Del Libertador General San Martín". En 1956 otro decreto provincial devuelve su primera denominación al teatro, hasta 1973 que un nuevo decreto designa al Teatro "Del Libertador General San Martín" definitivamente.
Las distintas funciones del Teatro
La ubicación del teatro siempre fue duramente criticada. Además de que estaba alejado del centro, se situaba en una zona de malvivientes, y más que nada, era muy marcado el contraste entre el luminoso y rico edificio nuevo y la cárcel que tenía al lado. Tan pegados estaban que en la época de la revolución del `90, se confundieron los roles.
Uno de los palcos fue utilizado para encerrar a un prisionero que no "merecía" estar en la penitenciaria del lado. Su carcelero fue nada menos que Leopoldo Lugones, que encabezaba un cuerpo de voluntarios que cuidó de la cárcel durante la revuelta política, ya que los policías no daban abasto.
Otro momento de conflicto fue en 1894, cuando la municipalidad (que había tomado bajo su administración al teatro) tuvo que investigar porqué el Rivera estaba en bancarrota. Se denunció la falta de muebles y deficiencias por el descuido en los sanitarios, lo que produjo taponamientos e inundaciones, además de que los sótanos y corredores estaban llenos de basura y escombros. Y todo esto sólo a tres años de su inauguración. La excesiva cantidad de entradas de favor en contraposición a los altos costos contribuyó también a la imposibilidad de mantener tal estructura.
Y ya que había servido de cárcel, porque no usar el teatro como hotel. Salvo las compañías más importantes que ocupaban los mejores hoteles, las otras compañías vivían en vagones de trenes o en los pasillos del teatro, dejando sin sanitarios a los pisos altos.
Solía sentirse, durante las representaciones, un fuerte olor a comida que el cocinero de la compañía preparaba en la tertulia para después de las funciones. También se podía apreciar sábanas y calzones flameando en las terrazas como parte de la ropa lavada y colgada en los techos del coliseo.
En 1897 el Rivera (de nuevo bajo el mando provincial) y su competidor, el Teatro Progreso (que acaparaba la mayor parte del público) se relacionaron por el empresario Antonio Subirá que producía los espectáculos de ambos sitios. A partir de 1902, el productor Luis "Ñato" Padilla trajo grandes estrellas como María Barrientos, Francisco Canaro, Narciso Ibáñez menta y otros muchos afamados artistas.
A partir de 1895 se marcó una etapa más floreciente para el Rivera a pesar de que la programación fue un cambalache. Actuaron violinistas de nivel internacional, esgrimistas, ilusionistas, artistas de renombre como Luiza Tetrazzini, además de los ya nombrados. La vida del teatro a lo largo de más de 110 años estuvo salpicada de actuaciones inolvidables, visitas de estrellas reconocidas y recuerdos imborrables. Aparte de Enrico Caruso (tenor italiano) y la cantante Luisa Tetrazzini, estuvieron la actriz Lola Membrives, el autor de obras teatrales Lugi Pirandello, Libertad Lamarque, etc. En 1940 dirigió la Orquesta Sinfónica de Córdoba Manuel de Falla, uno de los músicos más prestigiosos, quien vivió en Alta Gracia hasta su muerte. También pasó el aclamado bailarín Jorge Donn. Más recientemente Julio Bocca, Darío Volonté o Marcel Marceau.
El concierto de la Orquesta Sinfónica del 7 de agosto de 1932 marcó el inicio de la actividad de esa agrupación y también la oficialización de los cuerpos artísticos del Rivera Indarte:
- 1955: la Banda Sinfónica
- 1956: el Coro de Cámara y el Coro Polifónico
- 1957: el Coro de Niños Cantores (ya independiente)
- 1958: el Ballet Oficial
- 1959: el Coro Polifónico "Delfino Qurici" de Río Cuarto y la Comedia Cordobesa
- 1960: el Cuarteto de Cuerdas y el Teatro Estable de Títeres
- 1961: el Quinteto de Instrumentos de Viento
- 1973: el Seminario de Danza, el Seminario de Teatro y la Comedia Cordobesa para Niños
Desde 1925 a 1927 el Rivera Indarte cerró por reparaciones de tapicería, pintura, ebanistería, instalación eléctrica, calefacción. Se construyeron nuevos camarines en el trasfondo del escenario y un escotillón para las tramoyas. Luego se ubicaron oficinas de instituciones vinculadas al quehacer cultural que ocuparon diferentes sectores del edificio como las de la Academia Provincial de Bellas Artes "Dr. J. Figueroa Alcorta" y el Museo Provincial De Ciencias Naturales "Bartolomé Mitre". El Museo del Teatro y de la Música de Córdoba "Cristóbal de Aguilar" continua hasta hoy en las dependencias del Libertador.
Desde el 2000 se hicieron otras remodelaciones en el Libertador. Se construyó un edificio anexo con entrada por calle Duarte Quirós. Este edificio está compuesto por dos bloques, conectados con el cuerpo principal del Teatro. En uno de ellos se encuentra el ingreso, sala para iluminación, taller de costura, vestuario y sala de directores. En el otro bloque se instalaron 10 camarines, una sala de ensayo, un taller de maquinaria y montaje y un patio de artistas.
Al investigar sobre la Historia del Teatro del Libertador encontré muchos datos técnicos, fechas, nombres, etc. Me pareció que toda esta información cuantitativa escondía lo que el Teatro significó y significa para Córdoba.
El Libertador es una muestra viva de la historia de la ciudad, de su sociedad, de sus costumbres. Viva porque sigue evolucionando con el paso del tiempo, y sigue mostrando nuestra idiosincrasia como grupo humano.
El Teatro del Libertador Gral. San Martín es un producto cultural, no sólo porque está formado por y para la expresión artística sino porque es vidriera de los actos y emociones de nuestra pequeña – gran comunidad.
BISCHOFF, Efraín U. Memorias del "Rivera" : Teatro del Libertador General San Martín. Córdoba: Boletín Oficial, 1991.
BISCHOFF, Efraín U. Tres siglos de teatro en Córdoba : 1600-1900. Córdoba : UNC, 1961.
100 años : Rivera Indarte. 2da. ed. Córdoba : Mario Adolfo Noero, 1994.
Escenario del Libertador, año 2, nro. 5, (abril, 2001) Córdoba : Agencia Córdoba Cultura, 2001.
Autora:
García, Mariela del Carmen.
Estudiante de Bibliotecología y Documentación de la Escuela de Bibliotecología, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.
Estudiante de Encuadernación y Restauración de Libros de la Escuela de Artes Aplicadas Lino Enea Spilimbergo. Ciudad de Córdoba. Córdoba. Argentina.
Trabajo realizado en noviembre de 2005.
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