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La quinta de Rosas en Palermo

Enviado por alberto pereira rios


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    Origen y formación de la quinta de Juan Manuel de Rosas, subsistente origen del Parque 3 de febrero – Monografias.com

    Origen y formación de la quinta de Juan Manuel de Rosas, subsistente origen del Parque 3 de febrero

    Palermo de San Benito

    1580/1852

    edu.red.

    Residencia de Rosas en Palermo. Óleo de Amelia Leverato, 1991

    Estaba ubicada en la intersección de las actuales Av. del Libertador y Sarmiento.

    A su frente el estanque en el cual desembocaba el canal central que seguía la traza de la actual Av. del Libertador a partir del arroyo Manso (actual calle Austria) El cual puede apreciarse en los grabados que se reproducen en la páginas 25 y 34 de este estudio.

    Alberto Pereira Ríos

    2012

    Suele decirse que la lejanía es el estímulo más poderoso para rencontrarse con imágenes del pasado. Momentos en los cuales, afluyen espontáneas y nítidas. En especial aquellas en que se evocan tiempos protagónicos.

    Las de Manuela Rosas, habrán reflejado aquel mundo tan peculiar, en el cual era reconocida como su indiscutida reina.

    Caseros señaló el fin de aquella época tan controvertida, y con ella, su expresión más mundana: Los ineludibles años del mundo palermitano.

    Londres, 7 de septiembre de 1897

    En su ya largo exilio, Manuela Rosas (80) y su esposo Máximo (82) evocaban ante su hijos Manuel Máximo (44 y Rodrigo Tomás, (42) algunos intensos aunque fugaces momentos de su pasado en la quinta de Palermo de San Benito.

    Nunca olvidarían ese lugar de ambiente alegre y palaciego que fue, cual Versalles pampeano, el sitio de encantadoras fiestas organizadas por ella y disfrutadas por la juventud dorada de la época.

    Manuel Máximo: Hasta hoy solo les hemos escuchado algunas referencias generales de su ponderada quinta.

    Rodrigo Tomas: Conocer su historia significa para nosotros mucho más que un interés corriente, ya que nos permite difundirla a todos los que podrían interesarse, entre los cuales, privilegiaremos con tal conocimiento a nuestros propios hijos.

    Manuel Máximo: Si madre. Nos importa y mucho no perder la memoria del pasado familiar, más cuando, nuestros propios padres, fueron coprotagonistas de sucesos, de relevancia histórica.

    Manuelita: Yo diría que el verdadero y único protagonista, que tuvo como marco la quinta de Palermo de San Benito, fue tatita, nosotros solo fuimos personajes secundarios en aquel tiempo en que nuestras vidas transitaban horas tan amables como intensas.

    Máximo: Entendemos lo que significa para ustedes conocer esos sucesos a través de nuestro relato. Para lo cual creo que es relevante aplicar en lo posible, un orden cronológico, y asumirlo con objetividad.

    No tengo dudas que, su punto de partida fue un remoto suceso que tuvo lugar en la aldea recién fundada por Garay y que es considerado por los historiadores uno de los eventos trascendentes en los anales de la ciudad de Buenos Aires. Me refiero a aquel que fuera registrado en el acta del 24 de octubre de 1580.

    Allí Juan de Garay, su fundador anunciaba:

    "He empezado a repartir a los pobladores y conquistadores, tierras, caballerías, solares y cuadras … las cuales las doy y hago merced … para que como cosa propia suya, puedan en ellas edificar … casa como corrales y poner ganados … y hacer labranzas … y poner plantas y árboles … como si los hubieran heredado de su propio patrimonio, y como tal, lo pueden vender y enajenar … con tal de que sean obligados a sustentar dicha población por cinco años …"

    Garay las llamará "Suertes" (2) ó Chácaras, sin embargo, con el correr del tiempo, ese nombre derivará impropiamente en chacra. (3)

    Tenían su frente en el filo de las barrancas del Río de la Plata. Eran 65, de las cuales 31 estaban dentro de los actuales límites de la ciudad. Tiempo después y de manera progresiva, se fueron acreditando otras, con frente al Riachuelo (4) Ambas topaban en sus fondos, dando forma al actual contorno de la ciudad, (la cual semeja una mano abierta). Las primeras tenían entre 300; 350; 400; 450 y 500 varas de frente por una legua de fondo, entre las cuales estaba la que interesa a nuestra historia.

    Dicha heredad (limitada por las actuales calles Godoy Cruz y Fitz Roy tenía 350 varas de frente) fue acreditada a Miguel Gómez de la Puerta Saravia.

    Así pues, esta chácara, habría de convertirse en el punto de partida del que no dudo será el parque más famoso de la ciudad de Buenos Aires.

    El principal protagonista de aquel tiempo, será un señor llamado Juan Domínguez Palermo, al cual se supone de origen siciliano. (5) y que desembarcó en la aldea en 1583.

    Cuentan que el personaje logró acceder a cargos de importancia en la administración de aquella. "Tenía fama de culto ya que sabía leer, lo cual no era poca cosa en aquellos días".

    En 1590 lo hicieron alguacil, cargo que le fue adjudicado por el cabildo. Además de su cultura debió contar con algunas otras virtudes personales, que lo hacían un tipo simpático y sociable. Esta condición debió facilitarle alcanzar objetivos personales, entre otros, la de relacionarse con la señorita Isabel Gómez de la Puerta Saravia, hija del propietario de la mencionada chácara.

    Juan Domínguez Palermo prosperó en los negocios, compró las chácaras linderas a la que heredó de su suegro y fue de los primeros pobladores en sembrar trigo y plantar frutales en sus crecientes dominios.

    Nuestro hombre no solo dio su apellido a la hija del primitivo dueño de la chácara original, sino también al paraje, denominación que perdura en nuestros días" (6)

    Rodrigo Tomás: ¿Como surgió su segundo nombre?

    Manuelita: Tu abuelo no dejó de aplicar el santoral como era costumbre entre los católicos de la época. De manera que al formar la quinta lo tuvo muy en cuenta. Mantuvo el nombre de Palermo porque así se llamaba la zona y así figuraba en las escrituras de todas las fracciones que adquirió "en el bañado de Palermo" y el "San Benito", lo agregó en ocasión de tomar posesión de su primera fracción, o sea el 12 de enero de 1838, fecha en que se celebra San Benito Biscop. Así pues, de la conjunción, del nombre del lugar y del onomástico, surgió el tan famoso "Palermo de San Benito".

    Máximo: La historia de Palermo actual da comienzo con esa compra.

    Tengamos presente que el lugar si bien debe su nombre a la iniciativa y empuje de su primer propietario, su carácter fundamental lo recibió de don Juan Manuel, que supo imponerle su personalidad, la que hoy, ya en las puertas del siglo XX, sigue en cierta forma conservando". (7)

    Rodrigo: – Supongo, madre, que el abuelo habrá tenido alguna motivación especial que lo indujo a proyectar su quinta en ese lugar.

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    Acto inicial de la fundación de Buenos Aires 11 de junio de 1580

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    Máximo Terrero

    Manuelita: -Supones bien. Ustedes aunque muy jóvenes lo conocieron (Cuando Rosas falleció en 1877, Manuel tenía 21 y Rodrigo 23) por tanto deben saber que tatita era un hombre muy personal en sus gustos. O sea, que solía andar siempre a contramano del resto de la gente. Me consta que jamás fue una persona gregaria, o sea, de aquellas que experimentan satisfacción de ver semejantes a su alrededor. Muy por el contrario, sentía aversión hacia la ciudad y amaba profundamente el campo en el que se había criado, y donde se sentía plenamente a sus anchas.

    Manuel: ¿Pasó muchos años en el campo?

    Manuelita: Me consta que vivió muy intensa y provechosamente esa etapa de su vida.

    Ya a los 14 estaba familiarizado con las tareas rurales y allí permaneció, hasta el momento en se hizo cargo del gobierno de la provincia en 1829.

    Rodrigo: Si no me equivoco tendría por entonces 36 años.

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    Casa de la familia Ezcurra, sede del gobierno de Rosas durante su

    primer gobierno y parte del segundo.

    Manuelita: Si, sí, esa edad.

    Durante todo el tiempo que permaneció en esos lugares administró la estancia de mi abuelo paterno, las propias y las de terceros. Todas de vastedades inimaginables, tanto, mis queridos muchachos, que algunas eran más extensas que un condado de este país.

    Manuel Máximo y Rodrigo: ¡¡Ehhh…!!

    Máximo: Que nos les quepa la menor duda. Hacia la primera mitad de este siglo el campo en nuestro país, era un lugar tan extenso, como insondable e inhóspito. Gran parte de su superficie estaba bajo el control de tribus de indios hostiles.

    Las estancias ubicadas más allá de la línea de fortines eran avanzadas expuestas a los malones. Por tanto, era necesario contar con una peonada en constante alerta y regimentada militarmente. Todo lo cual, supongo, debe resultar difícil de imaginar por aquellos que, como ustedes, fueron criados en una gran ciudad como Londres.

    Lo cierto es que su abuelo había hecho buena parte de su vida en esa, inmensidad de la que hizo, sin siquiera sospecharlo, su aprendizaje político.

    Allí había sido el más hábil, el más trabajador, el más enérgico, el más duro e inflexible. Unió al espíritu autoritario del estanciero de la época, la destreza del gaucho y la desconfianza del indio.

    Años después, cuando las circunstancias políticas lo llevaron a la gobernación de Buenos Aires, era previsible que, siendo como era un hombre de costumbres sencillas, desechara instalarse en el "fuerte", sin duda marco más apropiado para la pomposa formalidad de sus inmediatos predecesores. Ocupó entonces para el ejercicio de sus funciones, la casa de mis abuelos maternos, (Los Ezcurra) ubicada en el centro histórico de la ciudad. (8)

    Rodrigo: Tal vez conserves alguna reproducción de aquella casa a través de la cual, podamos apreciar la arquitectura de Buenos Aires de los primeros años de este siglo.

    Manuelita: Algo más que eso, les mostraré una fotografía que trajo vuestro padre de su último viaje, Allí podrán apreciar su fachada, de la que fuera en su época una de las residencias más importantes de la ciudad. Sin embargo, estoy en condiciones de afirmar que tampoco en ella se sentía a gusto; añoraba el campo al que ya solo iba ocasionalmente en razón de sus funciones. Tal vez esa nostalgia, lo haya impulsado a comprar una fracción de terreno, la primera, de las treinta y seis con las que, al cabo de ocho años formó su quinta.

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    Fracciones adquiridas por Rosas que conformaron la quinta de Palermo

    de San Benito

    Predio en el cual, logró tras duro y tesonero trajinar, establecer su residencia, en un lugar que en esa época, hubiera sido descartado por cualquier otra persona que no fuera él.

    En esos años, la ribera (del Río de La Plata) y sus adyacencias aún se las mencionaba por uso ó costumbre como tierras realengas, ya que tales heredades fueron desde el principio, propiedad, de la Corona.

    Abarcaban toda la superficie ubicada desde el filo de las barrancas hasta las márgenes del río.

    En ese lugar mis queridos muchachos, al que no pocas veces añoro experimenté inolvidables vivencias en el orden personal y social asumiendo las responsabilidades que me tocaron en suerte, y de las que hoy me enorgullezco y que forman parte de lo mejor de mis recuerdos. Tiempos de los que hoy me apena decirlo, son inexplicablemente bastardeados por algunos de los que en aquella época se decían nuestros amigos y los que en el presente, salvo excepciones, se empeñan en borrar todo vestigio de su pasado palermitano.

    Manuel: Son aquellos que siempre se arriman al sol que mas calienta. Por lo demás, no te preocupes madre, sé que duele, pero tengo la certeza de que otras generaciones evocarán esos años, sin prejuicios ni rencores.

    Rodrigo:: Retomando el tema madre, ¿Tuviste oportunidad de ver la zona tiempo antes de comenzar los trabajos?

    Manuelita: Solo una vez, aunque lo suficiente para recordar lo desolado de aquel paraje.

    Rodrigo: Supongo que estaría habitado solo por la fauna del lugar.

    Manuelita: Sí, auque pude visualizar a algunos pescadores que lo hacían a caballo y con red.

    Máximo: El lugar era inhóspito, lo cual hizo posible que en otros tiempos fuera utilizado como playa de maniobras del contrabando.

    Rodrigo y Manuel: ¡¡Contrabando!!

    Máximo: Tengan por cierto que el contrabando estaba profundamente arraigado en la sociedad de entonces. Se convirtió durante decenas de años en la actividad más lucrativa del Buenos Aires. Los delincuentes eran funcionarios de la corona, que contaban con la tácita complicidad de los gobernadores de turno y bendecidos sacramentalmente por el clero de la aldea. Todos involucrados en infringir la Ley, lo cual les permitía acrecentar notablemente su fortuna, en detrimento de la corona y el erario público.

    Las barcazas y falúas procedentes de la Colonia del Sacramento, eran portadoras de los productos que se introducían en la ciudad. Estas atracaban en la boca del arroyo Maldonado, protegida por entonces por densos pajonales, lugar ideal para ocultarse de la vista de la vigilancia nominal, impuesta por las autoridades, vista la necesidad, de guardar las formas ante los funcionarios de la Real Audiencia que aportaban los datos para los juicios de residencia a que eran sometidos los funcionarios coloniales. (9)

    (De lo expuesto, se infiere que la corrupción, inocultable tentación de funcionarios públicos, nació y pervivió floreciente hasta nuestros días en las márgenes del Plata.

    Rodrigo: ¿De que fuente obtuviste tal información?

    Máximo: De mi amigo don Pedro De Angelis (10) el mayor erudito de la época, en temas relacionados con nuestro pasado histórico. Asiduo visitante de la quinta, y redactor de la Gaceta. (Único medio oficial del período rosista)

    Manuelita: Antes de contarles algunos detalles de la formación de la quinta, importa que sepan que en esos años las que estaban de moda eran las del barrio sur. Bordeaban su vía principal que era llamada La Calle Larga (hoy Av. Montes de Oca) Era con mucho, el lugar elegido por lo mejor de la sociedad porteña.

    Cuando se enteraron que mi padre compraba tierras en el bañado, algunos comentaron socarronamente su decisión que consideraban tan extravagante como extemporánea, ya que la ribera era como ya les comenté, un perfecto baldío de tierras malas y bajas. Sin embargo, debo confesarles que, conociendo a tatita, no me llamó la atención. Sabía que si la tendencia era comprar en el sur, él lo haría en el norte.

    ¿Van comprendiendo ahora porque su abuelo prefirió ser propietario en ese lugar?

    Rodrigo: Además de testarudo, es evidente que tenía muy alta su auto estima, y dinero en cantidad suficiente para respaldar su proyecto. Por eso no me extraña que haya encarado con seguridad y frío calculo, la inmensa tarea, pese a las dificultades que esta entrañaba. Sabía el muy travieso, que todos, amigos y enemigos estarían pendientes de los resultados.

    Manuel: Es obvio que le encantaba estar en la mira de todos. (Tal como lo hacen y lo hicieron los políticos profesionales de hoy y de siempre)

    Máximo: Sus comentarios suenan un tanto irreverentes, aunque debo admitir que no son del todo desacertados. En lo personal yo nunca dudé que se saldría con la suya. El Rosas de aquellos años, no daba ningún paso sin calibrar con precisión sus proyectos. (Todos de largo aliento)

    Rodrigo: ¿Que tipo de vegetación y fauna era la original de la zona?

    Máximo: Sobre las barrancas se avistaba solo algún ombú. Y a su vera el infaltable rancho.

    (Ver pintura del siglo XIX de Carlos Enrique Pellegrini y Prilidiano Pueyrredón)

    En la ribera se podían apreciar: ceibos, talas, sauces, espinillos y cañaverales. A orillas del río solo algunos camalotes y tupidas masas de juncales.

    Tengo entendido que en la ribera merodeaban yaguaretés (también conocidos como jaguares) que se introducían en la zona en épocas de crecientes. Eran de verse también otras especies tales como nutrias; flamencos; loros y variedad de pájaros. ¡Un lugar sorprendentemente agreste! (11)

    En cuanto a su valor económico, no tenía ningún tipo de atractivo que pudiera otorgar a sus compradores eso que hoy llaman "status"

    Manuelita: Pero, para tatita, aquel era el ámbito ideal para el proyecto que seguramente elucubraba.

    Aquellos pantanos fueron solo un pantalla de los que se valió para demostrar a propios y extraños su inquebrantable tesón. Por lo demás, el lugar le daba sobradas garantías de disfrutarlo sin vecindades indiscretas.

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    Sector del plano de Adolfo Sordeax (1850) de la ciudad, donde se puede distinguir la quinta de Palermo de San Benito

    Publicado por revista Buenos Aires 20. El Parque 3 de Febrero, octubre de 1991.

    La propiedad de Rosas formaban una lonja sobre la ribera que iba desde la actual calle Ugarteche hasta donde hoy se levanta el Tiro Federal y unos lotes aislados frente a la sede central del Automóvil Club Argentino, limitaba por el sudoeste por la actual Av. Santa Fe. (12)

    Máximo: La comarca estaba surcada por arroyos, que en ciertas épocas del año se trasformaban en torrentes que inundaban sus valles. Entre los cuales el de mayor extensión era el Maldonado, (que señalaba el límite noroeste de la quinta propiamente dicha. Seguíale en importancia el Manso ubicado hacia el Sudeste. El cual, originariamente desembocaba en el río. Rosas dispuso desviar su curso con la intención de que su caudal pudiera formar parte de su proyecto.

    (Actualmente sigue el trazado actual de la calle Austria, naturalmente entubado)

    Había otro ubicado hacia el noreste que corría al lado del rancho de un tal Vega.

    Las tierras eran solo aprovechables a partir de unos trecientos metros de la ribera hacia el sur.

    (Cuyo límite aproximado era el actual emplazamiento de la Av. del Libertador).

    Sin embargo no pocas veces, las aguas del río impulsadas por las sudestadas, superaban su nivel ordinario y anegaban toda la ribera y en ocasiones hasta el mismo pié de las barrancas.

    Los terrenos ubicados en el área opuesta, es decir, los adyacentes al río, permanecían permanentemente empapados aún en tiempos de sequía.

    Manuel: De lo cual, no resulta difícil poder afirmar que el lugar, no era apto para realizar cultivos, ni para la cría de ganados y caballerías.

    Máximo: Sin duda, y como ya les comenté, era solo utilizado para el contrabando en el período hispánico.

    De manera que, la trasformación de los pantanos, era una obra de tal envergadura que sobrepasaba con mucho, los recursos materiales de la época.

    Manuelita: Por tal razón era lógico suponer que muchos vecinos más allá de distingos ideológicos, expresara sus dudas (claro que por lo bajo) tal como ya les habíamos adelantado, del éxito de la empresa y algunos otros, la calificaban como "un delirio del omnipotente gobernador".

    (Versiones provenientes del servicio doméstico de la ciudad, gente de color, fervientes partidarios de Rosas)

    Tatita no solo no prestó oídos a tales comentarios, muy por el contrario, estoy segura que los mismos, obraron como un poderoso aliciente para el logro de sus propósitos.

    Asumió con determinación el desafío de convertir aquella zona pantanosa en su lugar de residencia; lo cual tal como se verá, resultó bastante más difícil hacerlo que decirlo.

    Manuel: Fue sin duda una tarea que aún hoy en vísperas del siglo XX, no resultaría sencilla realizarla.

    (Ninguna construcción privada ejecutada en el siglo XIX puede asemejársele, solo dos obras públicas realizadas tiempo después, sobrepasaron su envergadura: La Aduana Taylor 1854/57 y Puerto Madero 1887/97

    Rodrigo: ¿Cuáles fueron los primeros pasos de la obra?

    Máximo: Se comenzó por rellenar el pantano, para lo cual sus capataces comenzaron a comprar miles y miles de metros cúbicos de tierra.

    Manuel: ¿De donde hizo extraer tamañas cantidades?

    Máximo: Fueron toneladas de tierra procedentes de una zona vecina (Actual barrio de Belgrano) a la cuales se sumaron los excedentes derivados de la apertura de un canal, que formó parte del proyecto. La tierra era transportada por medio de caravanas de carretas que llegaban también de otras direcciones en sucesión interminable. (Sarmiento se atreve a asegurar que fueron más de un millón las carretas empleadas)

    Ahora bien, las tareas no solo consistían en apilar sucesivas capas de tierra, fue necesario nivelar y habilitar una red de canales de desagües para desagotar el agua subyacente.

    Manuel: Entiendo que los mismos desaguarían en el río.

    Máximo: Indirectamente. En rigor lo hacían a través de los arroyos Maldonado y de Palermo. (Ver plano adjunto)

    Una tarea que parecía interminable, solo a su tiempo pudimos presenciar con alegría como el suelo se levantaba y el agua escurría por los canales.

    Tatita estaba obsesionado con su tarea. Pasaba sus días siguiendo de cerca sus progresos sin regresar a la ciudad. Para lo cual habitó temporariamente un rancho abandonado prexistente en el lugar.

    (Dicha vivienda de uso transitorio, estaba ubicada en lo que es hoy la Av. Figueroa Alcorta y Sarmiento. Aproximadamente donde décadas después se habría de instalar el famoso "Café de Hansen"; mítico punto de referencia en los albores del tango)

    Manuelita: Ya habrán asumido que la idea de tatita era convertir aquel desolado lugar, en el asiento de su gobierno. Para lo cual, decidió que la residencia debía lucir rodeada de jardines y bosques.

    A los sauces, ceibos talas y espinillos existentes hizo agregar grandes plantaciones de duraznos, naranjos, álamos ombúes, muchos de ellos traídos desde las islas del delta del Paraná en el vapor Manuelita.

    La tarea no fue sencilla, muy por el contrario; cuando las raíces de los árboles llegaban al subsuelo aún cenagoso, estos comenzaron a pudrirse salvo los álamos. Tal circunstancia planteó un grave problema.

    Sin embargo, el no se desanimó, para salvar el inconveniente hizo volcar nuevas carretadas de tierra negra sobre el suelo, afirmando su férrea voluntad de salirse con la suya y hacer de aquel páramo un jardín ejemplar.

    Continuo sin pausa, la plantación de árboles cuyo número se contaba por miles.

    Muy lentamente se fue logrando el objetivo a costos ingentes, en esfuerzos y dinero. Resulta justo señalar que Rosas no uso un centavo del erario público. Todo lo costeó de su bolsillo, era sabido que era uno de los mayores propietarios de tierras explotables de la provincia y posiblemente el más acaudalado.

    Máximo: Así pues, las tareas que él llamaba de desmonte, terraplenado y rellenado, demandaron ingentes sumas de dinero. Todas sus estancias debieron trabajar y producir a pleno para cubrir sus costos.

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    Manuela Rosas. y Ezcurra

    Óleo de Prilidiano Pueyrredón

    Manuelita: Coincidente con tales trabajos se iba levantando la residencia.

    Manuel: ¿De que estilo fue planificada? (13)

    Máximo: Yo diría que tu abuelo buscó deliberadamente la utilización del colonial como afirmación del propio ser y en repudio del estilismo europeo del momento; precisamente del enemigo que en ese tiempo estaba bloqueando sus puertos. (Se refiere a la escuadra francesa, 1840)

    Fue en definitiva un gesto, una afirmación de una arquitectura nacional, o sea, la búsqueda de un estilo propio basado en la tradición arquitectónica del país, o sea, el barroco colonial hispano americano. A propósito de lo cual, les leeré un párrafo de unos apuntes que conservo de aquella época en el cual el autor aporta una síntesis de la idea: "La robusta macicez del palacio se aligeraba en las arquerías abiertas hacia aquella riqueza exterior de jardines, parques, estanque, montes de árboles frutales y, más lejos, el río más ancho del mundo. De tal forma quedaba integrada la naturaleza con su arquitectura, a la vez importante y sobria. Así dejó el ingeniero Felipe Senillosa la memoria descriptiva de su estilo. Conviene aclarar que fue solo su diseñador. De tal manera su trabajo fue uno de los mejores testimonios de su sensibilidad de artista". (14)

    Rodrigo: Creo que fue un acierto buscar su estilo dentro del acervo arquitectónico del país. Hubiera quedado francamente decepcionado si se hubieran aplicado otros, ajenos a su verdadera naturaleza.

    Manuelita: Su aspecto lo pueden apreciar en esta foto, en la que, en general, luce en buen estado de conservación, aunque vuestro padre y yo extrañamos su entorno de jardines y bosques que le aportaban un singular encanto en su época de esplendor.

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    Daguerrotipo de la casona

    He aquí algunas opiniones de observadores idóneos, con respecto al estilo del caserón. Ramón Gutiérrez opina que el planteo de la misma es compacto, mostrando la intención del constructor de integrar el clasisismo italiano con la arquitectura de tradición hispana. Horacio J. Pando dice que hubo un brote de neocolonialismo en una coyuntura crítica para el país alrededor de 1850, señala ejemplos como el caserón de Palermo de Rosas ó la Aduana Nueva. En éstos se buscó mantener la pureza colonial adaptada a edificios modernos.

    Manuelita: Aún conservo en mis retinas el aspecto exterior de nuestra residencia la cual resplandecía siempre de blanco purísimo. Claro que los bosques y jardines tomaron su tiempo en aparecer. Recuerdo que todavía en 1842, los terrenos se mostraban vacíos, todo aparecía bastante desolado. Para alcanzar el nivel soñado por mi padre, hubo que trajinar algunos años más.

    Según recuerdo, el estado ideal se logró poco después de 1850. O sea que tuvimos poco tiempo para disfrutar de su máximo esplendor.

    Manuel: ¿Existe actualmente?

    Máximo: Tengo entendido que sí, y espero que siempre se conserve como patrimonio histórico.

    Rodrigo: Sus dimensiones la hacen muy a propósito para transformarla en museo.

    (Infortunadamente sus expectativas no eran coincidentes con las de los gobernantes de entonces, que resolvieron demolerla un 3 de febrero de 1899 en recuerdo del cuadragésimo séptimo aniversario de la batalla de Caseros. Tal tremendo desatino, se produjo durante la presidencia del general Roca (1898/1904) y la intendencia de Adolfo Bullrich, 1898/1902) Único caso en el mundo, de un país donde se destruyo gran parte de su el patrimonio histórico. Se llegó incluso a tener tanta fobia por la tradición, en ese tiempo, que se maquilló el mismísimo cabildo, convirtiéndolo en un adefesio. A tal punto que tuvieron que restituir con alguna aproximación su estilo de origen en el año 1940; tal como se puede apreciar en el presente. (Así pues, la torre actual es de menor altura que la original)

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    El cabildo en la época de la presidencia de Sarmiento (1869)"El maquillaje"

    lo convirtió en un adefesio, a causa de la manía extranjerizante de los prohombres de entonces.

    Máximo: Como pueden apreciar en el grabado, era un amplio caserón que adoptaba la figura un rectángulo; (Ver plano adjunto) medía 78 metros por 76, su eje mayor se orientada de NE. a S.O.

    (Avanzaba 10 metros hacia el sur sobre la actual Av. Del Libertador. Su correcta ubicación se advierte en un plano que Malavert en colaboración con Benoit que se publicó en 1867)

    En cada uno de los vértices había un torreón semejando el plano de una fortaleza. Todo era recto, como trazado con escuadra.

    Ocupaba una superficie de unos 6.000 m2. Se dice que para su construcción se utilizaron ladrillos cocidos montados en mortero de cal y argamasa. Esta última provenía de una antigua calera de la zona (Que habían ya utilizado los Padres Franciscanos) que, estaba ubicada hacia el norte de la casona; en las proximidades de un curso de agua, que corría más allá de unos alfalfares (Arroyo Vega) y sobre la barrancas del actual pueblo de Belgrano.

    (Toda la superficie de la residencia estaba cubierta por una azotea dispuesta con la idea de avizorar el río. (15) estaba enmarcada por rejas de hierro, sostenidas a intervalos regulares por elevadas pilastras de mampostería, algunas de las cuales, servían a la vez de chimeneas; ver opinión de Sarmiento) (16) Los pisos eran de baldosones rojos. Los cielorrasos estaban pintados a la cal; eran de excelente madera dura y resistente.)

    La casona se construyó incluyendo la totalidad del cubierto de una casa existente en la fracción que Rosas compro al señor Hornung. Constaba ésta de seis habitaciones. De tal forma, el bloque preexistente, pasó a formar parte con las adaptaciones del caso, del sector Este de la residencia.

    En sus primeras etapas, la construcción del edificio fue comenzada bajo la dirección de Santos Sartorio y terminada por el maestro Miguel Cabrera.

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    En primer plano los caminos, la cocina y al fondo parte de la casona y

    camino de entrada a la residencia de Rosas.

    Acuarela de Campaña, 1850

    Manuelita: Ocupamos la residencia de manera permanente en el año 1848. Su interior constaba de 16 habitaciones que estaban distribuidas y ocupadas de la siguiente manera:

    El comedor principal daba al frente Norte, es decir hacia la calle que nos conectaba con el Camino a Santa Fe. (Hoy Av. Sarmiento) En tal orientación estaba la entrada principal.

    Sobre ese lado se hallaban también ubicadas y contiguas la sala y oficinas de la secretaría de tatita, la habitación de Máximo, una salita y dependencias, que estaban separadas de los ambientes anteriores por un pasadizo.

    En el frente Este, o sea, el sector que daba al río, lo compartía con algunas amigas que voy a nombrar, aunque sus nombres ya les deben resultar familiares, me refiero a Dolores Marcet y Juana Sosa. Lindera a nuestro sector había un lugar que llamábamos patio de las piletas, en el cual florecían las plantas más delicadas y más raras que pudimos conseguir. Recuerdo que en las mañanas al abrir nuestras ventanas exhalábamos sus delicados perfumes que se mezclaban con el de dos seculares espinillos.

    Todo el frente Sur era el sector ocupada por tatita, el cual se componía de dormitorio, despacho, sala particular y habitaciones de servicio. (17)

    De ese lado del edificio y a partir del patio, había emplazada una escalera que comunicaba con la azotea.

    Del lado Oeste se hallaba el gran salón donde se recibía a los diplomáticos y personalidades relevantes. Cercano al torreón de lado sudeste se hallaba la capilla dedicada a la Purísima Concepción. En ella no había confesionarios y oficiaba misa el padre Fernando, también conocido como Padre Lozano, ó Padre Sevilla.

    Máximo: A diferencia de lo que ustedes están acostumbrados a ver aquí en Londres el mobiliario era sobrio aunque decoroso. Los muebles eran de caoba. Las camas de bronce; los divanes y las sillas estaban tapizados de rojo al igual que los cortinados. Sobre los pisos de baldosas, se colocaban esteras durante el invierno. Solo el gran salón principal estaba alfombrado de manera permanente. En la galerías, se habían instalado bancos de caoba y mecedoras.

    Rodrigo: ¿Con que tipo de iluminación se contaba en esos años?

    Máximo: El alumbrado se hacía con lámparas de aceite.

    Manuel: Por lo que ustedes describen las dependencias auxiliares no estaban integradas a la casona.

    Máximo: Efectivamente, había varias y estaban separadas de la casona haciendo cruz y enfiladas hacia el noroeste. Veamos su nómina si mal no lo recuerdo: En primer lugar aparecían las barracas de la escolta del gobernador, conocida como La Crujía, inmediatas a ésta, se alineaban la cocina y otras dependencias auxiliares destinados a la peonada, seguían las caballerizas; talleres de carpintería y herrería y dos galpones aplicados a depósitos inusuales para la época: Un departamento de jardinería que almacenaba cantidad de semillas de todo tipo, correctamente clasificadas y ordenadas y otra destinada a veterinaria.

    Don Juan Manuel había dispuesto la creación de un pequeño jardín zoológico, así como también de un parque botánico.

    (Todo lo cual prefiguraba al Palermo actual)

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    Soldado de Rosas, Monvoisin 1842

    Tomando en cuenta el elevado número de personal el área de dependencias auxiliares fue ampliada a su tiempo con una enfermería y farmacia destinada a la atención de los habitantes de la quinta

    Hacia el sudeste (en lo que es hoy Palermo Chico) estaba La Batería esto es, el cuartel del regimiento de artillería y adyacente a él, el arsenal más conocido como Casa de Pólvora.

    Rodrigo: No recuerdo que hayas mencionado los sanitarios.

    Máximo: No los había. Se utilizaba bacinillas individuales y pozos ciegos como en todas las casas de ese tiempo.

    Instrumentos de uso generalizado, y vigentes hasta la instalación del servicio de cloacas que se instaló inicialmente en el casco histórico de la ciudad, y a partir del siglo XX.

    Manuelita: A su tiempo y con mucho esfuerzo, tatita logró obtener tupidos bosques y sus soñados jardines. Únicos en Buenos Aires que estallaban en flores y en colores inigualados, conformado por plantas y flores de su tiempo aparecían iridiscentes canteros de reseda; heliotropo, plantas de camelias, y de jazmines del Paraguay; aromas; laureles; rosales de las especies más exóticas; malvones madreselvas y otras tantas.

    El capellán norteamericano C.S. Stewart, quedó asombrado en 1851 de la belleza de los jardines palermitanos. Notó el cuidado extremo con que eran tratadas las plantas, al punto que los frutales eran cubiertos en las noches de invierno para evitar las heladas. Les llamó la atención una serie de canteros aterrazados cubiertos de flores.

    Cuadrillas de peones recorrían de un lado al otro los jardines, recogiendo las hojas caídas y limpiando los senderos, todo lucía inmaculado.

    Rodrigo: Lo que aquí llamamos un obsesivo del orden y de la limpieza.

    Manuel: Algo maniático, el abuelo dicho con todo respeto.

    Manuelita: Y no sabes hasta que punto. Había peones que no tenían otro empleo que perseguir y eliminar a las hormigas, otros de limpiar los árboles de los insectos que se pegan a sus hojas, y algunos más, cuya especial ocupación consistía en recomponer y conservar las "casuchas" de los naranjos que eran una suerte de cubierta de paja ó totora atada con tientos (18) destinadas a cubrirlos durante la estación de los fríos. (Había en Palermo cerca de tres mil naranjos)

    Manuel: ¿Llego en verdad a ser tan exigente?

    Manuelita: Tenía para con él igual grado de exigencias y de manías. (19)

    Aunque, en honor a la verdad que la gente tenía sus compensaciones, pagaba sueldos que oscilaban entre los $100 y los $600 pesos, según las tareas. Te aseguro que eran los más altos de la época, apreciablemente por sobre los comunes. No solo corría por su cuenta la alimentación y su alojamiento, también los gastos de médico enfermería y medicamentos que dicho personal pudiera necesitar. Además seguía pagando el sueldo todo el tiempo que durara la enfermedad y finalmente me consta que los inválidos ó ancianos imposibilitados de trabajar, recibían en premio a su lealtad, el sueldo íntegro por el resto de sus días.

    Máximo: Poco más allá del colorido que aportaban los jardines en derredor de la casona, se apreciaban los tupidos bosques de frutales, álamos y ombúes que habían sido traídos de distintos puntos del país. Entre los cuales hacían galana presencia algunos bustos de mármol ubicados sobre pedestales.

    En la margen del río se conservó la vegetación existente, propia del lugar.

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    Grabado en el cual se puede apreciar el canal; la casona y a la derecha algunas de las dependencias auxiliares.

    Acuarela de Carlos Sívori de 1850

    Entre aquellos miles de árboles, uno de ellos llegó a ser leyenda, creada por el imaginario popular y hasta por enemigos políticos de tatita. Era un aromo y se alzaba junto a la casona.

    Rodrigo: Recuerdo vagamente haberles escuchado mencionar la razón de su nombre.

    Manuel: Si algo escuche, pero de momento no lo recuerdo.

    Manuelita: Les cuento entonces: Mi padre tenía por costumbre descansar a su vera.

    Algunas veces le hacía compañía para charlar de nuestras cosas, lo hacíamos también en épocas de levantamientos armados en tales circunstancias, cuando alguien de mi conocimiento ó relacionado con amigos ó familiares, había caído en desgracia por alguna razón; le pedía que le otorgara su perdón, y algunas veces lograba mi cometido. Tiempo después, me enteré que ese árbol se convirtió para mí sorpresa, en singular notoriedad. Creo que aún hoy, algún sobreviviente de esa época lo debe recordar como el aromo del perdón.

    Rodrigo: Hace algún tiempo te oí mencionar que el camino desde y hacia la ciudad estaba según tus dichos, sorprendentemente bien concebido y mejor cuidado, tomando en cuenta los parámetros de la época.

    Máximo: Y lo repito, muy bien concebido y mejor cuidado.

    Tu abuelo lo planificó lo hizo ejecutar, y resultó al cabo, un modelo en su género. Era llamado indistintamente como "de Palermo" ó Del bajo hacia el Maldonado"

    (Antecedente remoto de la actual Av. del Libertador).

    El cual se convirtió durante algunos años, en el más transitado del país. Estaba macanadizado (20) y profusamente iluminado en las noches con faroles de aceite.

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    Gráfica en escala del Camino de Palermo

    El trayecto a partir de la ciudad era el siguiente: Por la calle Florida se llagaba hasta el Retiro; se tomaba el Paseo de la Guardia (Hoy Leandro N. Alem) que en esa época corría adyacente al río, aunque bien protegida por un muro para contener sus desbordes.

    (Dicho muro partía desde el bajo del fuerte y llegaba hasta la actual calle Tucumán)

    Partes: 1, 2
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