- Introducción
- Aspectos generales relacionados con la evaluación del aprendizaje
- Acerca de la relación entre la formación y desarrollo de valores y el proceso de evaluación del aprendizaje
- Conclusiones
- Bibliografía
- Anexos
Uno de los propósitos fundamentales de la educación cubana es la formación de un hombre con principios y valores que le permitan enfrentar las complejas situaciones, asimilar los cambios y buscar soluciones acertadas a los complejos problemas del mundo moderno. En Cuba, donde la actividad fundamental está encaminada a preservar las conquistas de la Revolución, el fortalecimiento de valores en el estudiante resulta ser una tarea esencial en la labor educativa. En el presente trabajo exponemos algunas consideraciones relacionadas con la evaluación y la formación de valores, a la vez que ofrecemos la manera en que, en nuestra opinión, se puede contribuir a la formación de valores mediante la evaluación.
Aspectos generales relacionados con la evaluación del aprendizaje
A través de la historia la evaluación del aprendizaje se ha ido conformando como un instrumento ideal de selección y control. Al mismo tiempo, es concebida como una actividad sistemática integrada dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, siendo su objetivo principal la optimización del mismo mediante el reajuste de los objetivos y la revisión crítica de los planes, los programas, los métodos y los recursos, facilitando la máxima ayuda y orientación a los estudiantes.
Por otra parte, la evaluación también permite elevar la calidad del aprendizaje y aumentar el rendimiento de los estudiantes; por tanto vista de esta manera, la evaluación considerada por muchos como un acto meramente sancionador o punitivo, adquiere otro valor y se transforma en un acto educativo. Por ejemplo, para Daniel Stuffebeam la evaluación "es el proceso de delinear, obtener y proveer información para juzgar alternativas de decisión". Pedro Lafourcade la considera como "una etapa del proceso educativo donde se ponderan los resultados previstos en los objetivos que se hubieran especificado con antelación".
Todos los docentes somos conscientes de que evaluar es una tarea compleja y delicada pues la evaluación es un proceso donde se ponen en juego un conjunto de actitudes, predisposiciones y prejuicios que deben equilibrarse de manera adecuada. Esta complejidad está dada por diferentes factores: personales, familiares y ambientales que inciden en el rendimiento escolar y en el conjunto de componentes personales y profesionales del profesorado, que contribuye a que su tarea evaluadora sea equilibrada. Asimismo, la evaluación ha de ser motivadora y debe generar actitudes de superación y aumento progresivo de autoestima, así como contribuir a que el educando conozca sus limitaciones y debe ofrecer pautas para superarlas.
La evaluación del aprendizaje tiene determinados fines y funciones. Los primeros establecen los propósitos que guían esa evaluación en tanto las funciones se refieren al papel que la misma tiene para la sociedad, para la institución, para el proceso de enseñanza-aprendizaje y para las personas implicadas en éste. Tanto los fines como las funciones guardan una relación muy estrecha con el papel de la educación en la sociedad y están vinculados con la concepción de la enseñanza y con el aprendizaje que se quiere promover y el que de hecho se promueve. Una vez que se tiene bien definido el sentido de la evaluación, o sea, el para qué evaluamos, entonces se puede pensar en qué métodos o técnicas usar, es decir, el qué o cómo evaluar.
Con relación a la tipología de la evaluación, varios son los autores que se han pronunciado al respecto y por tanto nos vamos a encontrar con una gama de tipologías muy diversa. No obstante podemos deducir tres enfoques generales que cumplen diferentes funciones que pueden ser complementarias:
Evaluación formativa y sumativa
Evaluación de los procesos y del producto
Evaluación cuantitativa y cualitativa
El primer grupo se basa en la finalidad con que se usan los datos obtenidos y las decisiones que se toman. La evaluación formativa puede ser procesual o contínua, ocurre durante el transcurso de los programas de enseñanza-aprendizaje y la información obtenida en su aplicación se emplea para tomar decisiones que contribuyan al mejoramiento de dichos procesos. Entre las actividades propias de este tipo de evaluación se encuentran la autoevaluación y la coevaluación, en dependencia del agente que intervenga en su ejecución. Por su parte, la evaluación sumativa es aquella que se aplica al final de un período de instrucción determinado (semestre, trimestre, año) y sirve para comprobar el grado del éxito obtenido al final, pero tiene en su contra que cuando se conocen los resultados ya no se pueden cambiar los procesos.
Teniendo en cuenta que la evaluación es una actividad curricular más, su enfoque depende tanto del diseño curricular como del programa que se adopte. De ahí que los diseños curriculares centrados en el producto incluyan una evaluación centrada en el producto, o sea, una evaluación que es previamente planificada y programada de acuerdo con los objetivos del programa, va encaminada hacia la comprobación de esos objetivos finales de enseñanza y aprendizaje y está diseñada de acuerdo con esos criterios previamente establecidos. Estos son las típicas evaluaciones de los programas de corte gramatical y estructural de los años sesenta y setenta y del nocional-funcional de la década del ochenta del pasado siglo.
En los años noventa del mencionado siglo surgieron varias propuestas curriculares que se han centrado de manera especial en los procesos de aprendizaje y prestan gran atención al desarrollo de estrategias de aprendizaje, a los estilos de aprendizaje, a la negociación de las actividades curriculares con el profesor; también adquieren una atención especial los sentimientos, las emociones y las valoraciones del estudiantado y los estudiantes adquieren una mayor responsabilidad y control sobre sus propios procesos de aprendizaje. De acuerdo con esta perspectiva la evaluación se centra en los procesos de enseñanza-aprendizaje para conocer cómo transcurren y poder aplicar medidas correctoras que los mejore; también la evaluación va a incluir información acerca del modo de aprender de los estudiantes, las dificultades que surgen en el proceso, sobre los ritmos y estilos particulares de aprender. Con este enfoque de la evaluación, los docentes elaboran una descripción individual de los procesos de aprendizaje con los aportes de los estudiantes, que a través de la autoevaluación y la autorreflexión dan las claves fundamentales sobre sus aprendizajes.
En cuanto a las evaluaciones cuantitativa y cualitativa, como sus nombres lo indican, se basan en los datos que se emplean para evaluar. Si se cuantifican los datos, estamos en presencia de una evaluación cuantitativa, en tanto que si nos basamos en la observación y descripción de los fenómenos observados estaremos en presencia de una evaluación meramente cualitativa. Actualmente se potencia el paradigma de la evaluación cualitativa, de observación o etnográfica que han incorporado nuevos procedimientos para la obtención de datos como son los diarios de los estudiantes, el diario del profesor, las entrevistas semiestructuradas, las anotaciones basadas en la observación, entre otros. No obstante, ambos tipos de evaluación se complementan entre sí.
Es pertinente puntualizar que evaluar es juzgar la medida en que están siendo incorporados los valores y las actitudes que se han de promover en los estudiantes y que su objetivo no es precisamente cuantificar sino investigar el progreso de la acción educativa que se lleva a cabo y su influencia en el desarrollo y construcción moral de los estudiantes; de ahí que la evaluación puede también ser una vía importante que contribuya a la formación de valores en los estudiantes.
Entre las investigaciones relacionadas con la formación y desarrollo de los valores en Cuba se destacan las consideraciones y los aportes de Esther Baxter y Nancy Chacón. La primera puntualiza que la formación de valores es primordial para el desarrollo de la personalidad a la vez que debe servir de guía para el comportamiento general de los jóvenes. Por otra parte, la Dra. Chacón hace énfasis en el papel que le corresponde desempeñar al educador y al colectivo pedagógico en el trabajo educativo y formativo de las nuevas generaciones y se refiere a la necesidad del tratamiento individual y colectivo de esta formación.
Cuando se habla de valores es necesario precisar su contenido y por ello se pretende contribuir a la formación de un estudiante que sea capaz de realizar sus tareas con rigor profesional, que pueda oír de manera atenta y cuidadosa las opiniones de los demás, asegurando un comportamiento cortés, respetuoso, esmerado y ejemplar, procurando las mejores soluciones y con ella pueda contribuir al prestigio e imagen personal. Recordemos que los valores pueden ser considerados como normas, ideales y principios de acción que sirven como un medio de orientación y regulación de la actividad humana como una expresión del reflejo valorativo de la realidad.
Las formas de evaluar, es decir, los métodos y técnicas que se empleen, van a depender del objetivo de la evaluación, deben tener en cuenta el criterio del docente y de los estudiantes y, sobre todas las cosas, debe contribuir al mejoramiento de la práctica docente por ser ésta el verdadero contexto formativo en actitudes y valores. En nuestra opinión existen dos tipos de evaluación -la autoevaluación y la coevaluación- a través de las cuales los docentes podemos contribuir a la consolidación de valores tales como la honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, el colectivismo y la ayuda mutua pues en ambas formas de evaluación los estudiantes desempeñan un papel esencial y se convierten en responsables de su aprendizaje y de los avances que van alcanzando, pero siempre con la orientación del docente.
La autoevaluación está presente cuando una persona evalúa sus propias actuaciones; es una forma de evaluación que cada persona realiza a lo largo de toda su vida ya que con frecuencia se toman decisiones en dependencia de la valoración ya sea positiva o negativa de un trabajo realizado. Mediante este tipo de evaluación los estudiantes pueden reflexionar y tomar conciencia acerca de su propio aprendizaje así como de los factores que en ellos intervienen; asimismo es posible contrastar el nivel de aprendizaje con los logros esperados en los diferentes criterios señalados en el currículo, detectando los avances y dificultades y tomando acciones para corregirlas. Esta forma de evaluación hace que el estudiante aprenda a valorar su desempeño con responsabilidad.
Pero es necesario entrenar al estudiante en este proceso de autoevaluación de forma tal que sea capaz de valorar su propia labor y el grado de satisfacción que le produce; por tanto en este proceso de entrenamiento del estudiante para aprender a autovalorarse es pertinente que el docente oriente a sus estudiantes cómo realizar esta autoevaluación con seriedad y corrección al explicarles qué se espera de ellos y al ofrecerles una guía que les sirva de pauta con el fin de evitar la excesiva subjetividad en el proceso de evaluación. Así por ejemplo, cuando a un estudiante se le pide su autoevaluación de un texto que él ha escrito, el docente puede ofrecerle una guía para realizarla (Anexo 1); de forma similar puede proceder cuando se trata de una exposición oral (Anexo 2).
El uso de esta guía para la autoevaluación le permitirá a cada alumno obtener una valoración de su desempeño para cada uno de los criterios planteados y de esta manera identificar los aspectos que considera que puede mejorar, y los aspectos en los que ha realizado un buen trabajo. Para una siguiente oportunidad, el mismo alumno, sin necesidad de que sea dirigido por el profesor, podrá emplear esta guía para evaluar otro trabajo similar y observar de esta manera si ha logrado un progreso en los diferentes aspectos.
Cuando los estudiantes evalúan su trabajo en pareja o en grupos nos encontramos en presencia de la coevaluación. Este tipo de evaluación puede realizarse en diferentes momentos, por ejemplo, al finalizar una actividad en la clase o una unidad, al finalizar un trabajo de equipo o al evaluar el trabajo de un proyecto. También se puede emplear en la valoración de una presentación de una ponencia o una presentación oral de un tema determinado. De igual forma que con la autoevaluación, el estudiante debe estar entrenado para realizar este otro tipo de evaluación; por tanto es recomendable que se distribuyan diferentes guías para hacerla (Anexo 3). En dependencia de la actividad que se esté evaluando y el grado de madurez de los estudiantes, es conveniente distribuir cuestionarios anónimos de forma tal que los estudiantes puedan opinar con total independencia acerca de lo realizado y contrastarlo después con lo que haya percibido el docente. Además, como hay diferentes vías para realizar la coevaluación, el docente debe tener en cuenta que si los estudiantes no están familiarizados con este tipo de práctica, es recomendable comenzar por evaluar o resaltar los aspectos positivos pues tradicionalmente ha existido la creencia de que la evaluación se realiza para resaltar lo negativo o para sancionar.
En este trabajo hemos ofrecido algunas consideraciones con relación a la manera en que podemos contribuir a la formación y consolidación de valores mediante la evaluación del aprendizaje teniendo en cuenta que las tendencias que debe seguir la evaluación son aquellas que la lleve a constituir una verdadera evaluación educativa, entendida como aquella que entra en línea con la esencia y regularidades de la formación de los estudiantes acorde con los objetivos propuestos.
Por tanto, el proceso docente-educativo además de dotar al futuro profesional de los conocimientos, habilidades y destrezas que debe poseer, se propone actuar en la formación y desarrollo de valores, de modo que los docentes estamos en el deber de meditar sobre estos aspectos y diseñar acciones concretas que permitan el conocimiento de los atributos que caracterizan cada valor, trabajar en las esferas valorativa-motivacional y conductual y desarrollar capacidades para la autocrítica y el auto-perfeccionamiento. Estas acciones deben caracterizarse por promover la participación de todos, los juicios de valor, la creatividad, el trabajo en parejas y en grupos donde primen el diálogo y la reflexión, entre otros aspectos.
Independientemente de los logros alcanzados, el proceso de formación y desarrollo de valores es muy complejo, requiere del esfuerzo de todos y los resultados son a largo plazo, por lo que debe seguírsele dando la importancia que requiere dentro de la labor educativa integral, pues solo de esa manera podremos lograr el profesional que aspiramos formar.
Baxter Pérez, Esther (1985). La formación de valores: una tarea pedagógica. La Habana: Editorial Pueblo y Educación
Casanova, M. A. (1997).Manual de Evaluación Educativo. Madrid: Editorial La Muralla
Chacón Arteaga, Nancy (2003). Dimensión ética de la Educación Cubana. La Habana: Editorial Pueblo y Educación
Fabelo Corzo, José R (1989) Práctica, Conocimiento y Valoración. La Habana: Editorial Ciencias Sociales
González Pérez, Miriam (2000) "Evaluación del aprendizaje en la enseñanza universitaria" Revista Pedagogía Universitaria, Vol. 5, No. 2.
González Rey, Fernando (1979). Algunas cuestiones del desarrollo moral de la personalidad. La Habana: Editorial Pueblo y Educación
Lafourcade, P (1973) Evaluación de los aprendizajes. Buenos Aires: Editorial Kapelusz, S. A.
Pflanz, Melissa y Karen FLOYD (2004). Communicative Approaches to Evaluation in Foreign Languages. (Folleto del curso sobre metodología de la enseñanza del inglés, ISP ¨Felix Varela¨, Villa Clara, Cuba)
Stuffebeam, D y A. Shinkfield (1993). Evaluación Sistemática (guía teórica y práctica) Temas de Educación. Barcelona: Editorial Paidós.
ANEXO 1: GUÍA PARA LA AUTOEVALUACIÓN DE UN TEXTO ESCRITO
Aspecto para la autoevaluación | Puedo mejorar | Adecuado | Bueno | ||||
Contenido
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Organización de las ideas
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Vocabulario
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Uso del idioma
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Mecánica
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ANEXO 2 GUÍA DE AUTOEVALUACIÓN DE UNA EXPOSICIÓN ORAL
Aspecto para la autoevaluación | Bueno | Adecuado | Puedo mejorar | |
Contenido planteamiento claro del objetivo planteamiento de las ideas a desarrollar interés que se despierta en el público | ||||
Organización sequencia lógica de las ideas clara delimitación de las partes de la presentación (introducción, desarrollo y conclusiones) | ||||
Exposición uso del idioma volumen de la voz ajuste al tiempo de la exposición apoyo audio/visual contacto visual con el público |
ANEXO 3: GUÍA PARA LA EVALUACIÓN DE LA PRESENTACIÓN DE UNA PONENCIA
CONTENIDO (Organización/Ideas) | SI | NO | COMENTARIOS | |||||||||||||
Introducción
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Desarrollo
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Conclusiones
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Uso de medios
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Uso del idioma y exposición
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Lenguaje corporal
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Autor:
Mayra Rodríguez Ruiz,
Profesora Titular (Consultante), Departamento de Lengua Inglesa, Facultad de Humanidades, Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas