La voz de la persona tímida es a menudo titubeante y muy tenue. Niños muy jóvenes pueden chuparse el dedo, otros actúan sonriendo como si fueran a llorar, mientras que otros se cubren la cara.
La timidez se distingue fácilmente de dos patronos del comportamiento que se le asemejan; la cautela normal y el retiro social. La cautela natural del niño joven hacia los extraños, carece de la característica de ambivalencia que es típica de la timidez. Mientras que otros niños se sienten bien en la soledad, en la que juegan cómodamente, demostrando que necesitan muy poco contacto social. Lo que ninguno demuestran es la ansiedad y tensión del niño tímido.
Durante el desarrollo normal, existen etapas cuando la timidez emerge normal y temporalmente. La timidez cautelosa hacia los extraños, es común de los ocho meses hasta los 24 meses de edad. El desarrollo cognitivo del segundo año de la vida permite al niño el poder de evaluar el significado de la presencia de extraños. La inhibición social con la posibilidad de pasar vergüenzas es común entre los 4 y 5 años de edad. El comienzo de la adolescencia marca el principio al retorno del retraimiento.
Feliz y no tímido…
¿Cuáles son las situaciones que provocan timidez en los niños?
Situaciones sociales nuevas son las causas mas frecuentes de la timidez, especialmente, si la persona tímida cree que va a ser el foco de la atención. Las presiones de la escuela o la falta de sensibilidad de adultos hacia los niños pueden aumentar los miedos naturales que algunos niños puedan tener.
¿Por qué son algunos niños más tímidos que los otros?
Algunos niños son naturalmente tímidos. Estos son más predispuestos, que otros, a reaccionar a situaciones nuevas con comportamientos retraídos. Pero aún éstos puede que demuestren timidez, en algunas y no todas, las situaciones sociales. Los efectos de la "Natura" y "Crianza" se invocan para explicar esas diferencias.
Algunos aspectos de la timidez son aprendidos. Los entornos sociales y culturales de los niños son variados, ofreciendo modelos únicos de los comportamientos de grupo. En los Estados Unidos, los hijos de orientales son más sociales que los vástagos de caucásicos. Entre los caucásicos, los escandinavos parecen ser los más retraídos.
Algunos padres, caracterizando sus hijos como tímidos, parece que los encauzan hacia una profecía que acarrea su cumplimiento. Algunas veces, el mismo hecho de tratar de convencer al niño en no ser tímido logra el efecto opuesto.
La evidencia sigue creciendo para dar soporte a la hipótesis de que, en algunos casos, la timidez es o hereditaria o constitucional para ciertos grupos de niños. En efecto, la herencia puede que juegue una parte mayor que cualquier otro rasgo de la personalidad. Estudios de adoptados, predicen con mucha certeza la timidez en el niño basados en la personalidad de la madre. Niños que son extremadamente inhibidos exhiben cambios fisiológicos distintos de los niños que no lo son; incluyendo ritmos cardíacos más rápidos e inestables. Entre las edades de 2 y 5 años, los niños más inhibidos continúan mostrando comportamientos circunspectos con adultos y con otros niños. Los patronos de la pasividad e inhibición social son muy consistentes en estudios longitudinales del desarrollo de la personalidad.
¿Cuándo es la timidez un problema?
La timidez puede entenderse como una respuesta adaptante normal frente a una experiencia social que el individuo se considera incapaz de manejar con soltura. Siendo un poco tímido, el niño puede apartarse y ganar control de sí mismo. Generalmente, y a medida que el niño establece contacto con más personas que le son extrañas, la timidez tiende a desaparecer. La timidez común que exhiben la mayoría de los niños no presagia riesgos de problemas emocionales. Pero, la timidez excesiva y extrema son indicaciones de problemas serios en ciernes. Los niños que así se comportan, a menudo carecen de autoestimas adecuadas o de destreza social. Los niños tímidos tienden a no competir o a iniciar contacto con sus contemporáneos. Estos se inclinan a ser más aislados y pasivos que los otros niños y tienden asimismo a actuar deprimidos, desolados e infelices. Por sus actitudes, otros los definen como poco amistosos, evasivos y aún hostiles, evitando su proximidad y compañía. Si la timidez continúa sin abatir dentro de la adolescencia y la vida de adultos, estas personas demuestran la tendencia al aislamiento total, teniendo menos amigos, amigas y contactos fuera de sí mismos.
Estrategias de asistencia para el niño tímido
- Conozca y acepte el niño como es. Siendo sensitivo a los intereses y a los sentimientos del niño, indicándole soporte y comprensión, aumentará su autoestima. Lo que conducirá a que este sea menos inhibido.
- Edifique la autoestima. Los niños tímidos adolecen de buena autoestima, temiendo que no serán aceptados por otros. Refuerce sus talentos, y aliente su autonomía. Haláguelos con frecuencia, haciéndolos sentirse bien acerca de sí mismos. Los niños felices consigo mismos, generalmente no son tímidos ni temen a otros.
- Ayude en el desarrollo de las habilidades sociales. Refuerce los comportamientos sociales, ayudándolo y ofreciéndole a que traiga amigos a visitarlo para hacer actividades juntas. Use el juego de actuar, en el cual el niño pretende ser la persona sin timidez. Permita que sea asertivo y que exprese sentimientos negativos, sin criticarlo. Busque oportunidades de que comparta con otros niños de su edad.
- Permita que el niño tímido se introduzca paulatinamente a situaciones extrañas. Empujándolo y obligándolo, sólo aumenta la reserva y la resistencia del niño. Espere a que se sienta cómodo antes de que participe en algo nuevo para él.
- Recuerde que la timidez no es siempre mala. Todos no tienen que ser siempre el foco de toda la atención. La modestia, y la falta de agresividad flagrante son, a menudo, vistas como cualidades positivas, especialmente en la niña.
El caso de Catalina
Catalina fue hija única de padres de cierta edad. Su papá era ortodoncista y su mamá era higienista dental. Ambos estaban convencidos que, después de no haber tenido hijos, por infertilidad diagnosticada veinte años antes, que a los cuarenta y cinco años la mamá no saldría embarazada — lo que fortuitamente sucediera.
Cati, como todas la llamarían era una muñeca en su apariencia. Rubia, como sus padres, con ojos azules, y tímida… como decían que, también fuera el papá; cuyo hobby era la filatelia, al que devotaba todo el tiempo posible.
Cati, comenzó kindergarten en una escuela parroquial, donde a menudo, sufriera períodos de la Fobia Escolar. A la edad de dos años, la mamá la tuvo que llevar a un psicólogo cuando restringiera su dieta a palomitas de maíz exclusivamente; y cuando, por un par de años después, exhibiera el Mutismo Selectivo.
Cati, a pesar de presencia inmaculada y belleza natural persistió en ensuciar las pantaletas hasta los seis años, lo que le produjo rechazo por niños y maestros en la escuela.
Nunca hablaba en clase, y cuando lo hiciera, su voz era casi inaudible. Lloraba y enrojecía, si la maestra insistía en que hablara más alto.
Cati, no tenía amigos de ningún sexo; y aún sus primos preferían no ir a visitarla.
La primera comunión se pospuso indefinidamente, porque a Cati, le daba vergüenza asistir a las clases necesarias para la preparación requerida.
A los quince años sus períodos menstruales cesaron y la conocimos cuando sufriera de un caso florido de la anorexia nervosa.
Habiendo recuperado casi todo el peso que perdiera dietando, fue cuando se descubriera que había dado comienzo a comportamientos bulímicos.
Las harturas que se daba eran extremas, las que eran seguidas por el vómito auto-inducido y profuso.
Muy pronto se deshidrató y fue necesario admitirla en nuestro centro para tratamiento especializado de los trastornos del comer.
En las terapias de grupo, a menudo, la paciente se sentía acalorada y se ruborizaba en las mejillas, el cuello y las orejas. Entonces, reportaba zumbido de los oídos y vértigo, acompañado de dolores de cabeza y de la nuca. Síntomas compatibles con los ataques de pánico, de que asimismo sufriera.
Los terapeutas de grupo lo atribuían a ansiedad social, y olvidaban reportar estos episodios al director médico.
Cuando el vómito, en ocasión, ocurriera, se le atribuyó a la herencia de migrañas de las que la madre sufriera.
Exámenes físicos no pudieron explicar lo que a Cati la aquejaba.
Fue un día, durante la terapia individual, cuando en la descripción detallada de sus síntomas, se descubrió, que si bien, Cati se ruborizaba en situaciones sociales extrañas, que sus rubores poseían un aspecto de paroxismo en su aparición sorpresiva, y que seguían un patrón de dolor de cabeza intenso, a veces con sangrado nasal y zumbidos de los oídos.
El diagnóstico: Feocromocitoma. Comprobado por pruebas de laboratorio
El feocromocitoma (o tumor cromafínico) es un tumor de la glándula suprarrenal que provoca la liberación excesiva de las hormonas epinefrina y norepinefrina, las cuales regulan el ritmo cardíaco y la presión arterial.
El tumor puede ser único o múltiple y generalmente se desarrolla en la médula (centro o núcleo) de una o ambas glándulas suprarrenales, aunque algunas veces los tumores se presentan fuera de dichas glándulas, usualmente en el abdomen.
Menos del 10% de los tumores son malignos (cancerosos) y pueden aparecer a cualquier edad, siendo más comunes entre la juventud y la edad media adulta. Un aspecto clínico común es el paroxismo (aumento notable de los síntomas) que se puede presentar en forma esporádica, pero con crisis frecuentes y que se puede incrementar con relación a la frecuencia, duración y severidad.
El tratamiento quirúrgico, esencialmente libró a Cati de sus síntomas molestos.
Cati aún es tímida, pero no tanto. Patina con el Ballet de Hielo de Dallas.
Las heridas y los accidentes de Jacobo…
Todos los médicos y generaciones de enfermeras en el Hospital General de Washington, lo habían tratado por lo menos una vez en sus carreras. Los pacientes del hospital lo apodaban "El Buitre" porque siempre olía a carroña, — si emanaba esos efluvios odoríficos o no, Jacobo era una verdadera enciclopedia médica ambulante.
Su dossier creció desde que fuera admitido a la edad de quince años y operado por un caso de apendicitis aguda. Al patólogo, en su reporte, el apéndice le luciría saludable.
Luego fueron hernias. Fracturas sufridas por caídas en el hielo. Desmayos. Ataques coronarios. Colecistitis y colelitiasis. Úlceras pépticas sangrantes, ataques de pulmonía y muchas otras complicaciones médicas.
Jacobo no siempre aparecía en la consulta externa o en el salón de emergencias de nuestro hospital. A nosotros nos los enviaban los otros hospitales de Washington por ser nuestro paciente.
Jacobo conocía los paramédicos y sus ambulancias con precisión de profesional; insistiendo, en ocasión, que utilizaran otros servicios porque el que escogieran no era de su agrado — "Ramón maneja muy rápido y bebe…" "Manolo no se lleva bien con su esposa". Eran observaciones banales, pero para él justificadas.
El diagnóstico: El síndrome de Münchhausen
El Síndrome de Münchhausen es un trastorno emocional en el cual una persona engaña intencionalmente a profesionales médicos, llevándolos a concluir que él/ella está verdaderamente enfermo
Gente con este trastorno migra de hospital a hospital, haciendo esfuerzos para ser admitidos como pacientes internos. Sus deseos, a menudo los logran, por medio de la imitación fidedigna de los síntomas de las enfermedades que pretenden sufrir. Sus historias clínicas son embellecidas con sabor dramático, prestándose con satisfacción a que conduzcan en ellos pruebas dolorosas y aún intervenciones quirúrgicas para sus enfermedades fingidas.
El término de Síndrome de Münchhausen fue acuñado en 1951 por el médico inglés Richard Asher, quien lo adaptara del apellido del Barón del mismo nombre, quien fuera un oficial de caballería alemán en el siglo XVIII. Este granadero adquirió una fama merecida como mentiroso patológico por su propensión a la exageración de sus peripecias, ambas, en el campo romántico y en el de batalla.
El Barón…
Personas que padecen de esta condición, intencionalmente engañan a otros mintiendo acerca de su salud, adoptando un rol de estar enfermos para que los mimen, los atiendan y los cuiden.
Existen diferencias entre los hipocondríacos y los sufridores de la enfermedad del Barón. Los pacientes con hipocondría se preocupan por su salud porque malinterpretan las sensaciones provenientes de su cuerpo asumiendo que están enfermos. Por su parte, en "la neurosis de compensación", los "enfermos" mienten de manera circunscrita acerca de su estado, para obtener beneficios inmediatos, como serían evadir el servicio militar, evitar confrontar las autoridades bancarias siguiendo el fraude, o para cobrar beneficios médicos.
El Síndrome de Münchhausen representa la variedad más extrema y crónica del grupo de trastornos mentales conocidos como los Trastornos Facticios. En todos los hospitales norteamericanos del 1 al 5% de todos los pacientes sufren de la enfermedad del Barón.
Las víctimas de este síndrome tienden a ser hombres solteros, desempleados y sin nexos de familia.
Los síntomas
La presentación sintomática varía con las diferentes categorías diagnósticas. Estas incluyen 1. Fabricación total, común en quienes alegan ser VIH positivos. 2. Simulación, como quienes imitan una convulsión. 3. La agravación de problemas existentes, como sería, empeorar heridas presentes. 4. Inducción de enfermedad, como sería inyectar bacterias para desarrollar una infección.
Las enfermedades fingidas, puede que sean comunes o que, por el contrario, sean tan exóticas que los mismos médicos las desconocen.
Los síntomas más frecuentemente fabricados son la anemia, las erupciones cutáneas, las fiebres y las hemorragias. Los trastornos psicológicos facticios, como la depresión fingida, son poco comunes.
En el Síndrome de Münchhausen por Asociación, escrita en otra lección, es una persona, generalmente una madre, quien produce los síntomas en otra persona, usualmente un niño, para de ese modo experimentar de modo vicario el placer de la enfermedad. Por ejemplo, una mamá puede inducir diarrea o vómito en su hijo por medio del uso de drogas compradas en la farmacia, entonces lleva al niño para que reciba tratamiento médico, mientras niega que ella conozca el origen del problema. Estos padres pueden asimismo reportar síntomas fingidos y falsificar datos de laboratorio.
Síntomas comunes en la enfermedad del Barón por Asociación incluyen convulsiones, apnea, vómitos, y fiebre.
Teorías de origen
Muchos psiquiatras creen que los pacientes con Münchhausen sufrieron, como niños, de abandono y descuido emocional y que sus enfermedades constituyen medios de atraer atención y cuidado.
Hay que tener cautela cuando se interpretan estas enfermedades basados en teorías infundadas.
El tratamiento
Los pacientes víctimas de la enfermedad del Barón rehúsan admitir que necesitan tratamiento psiquiátrico para sus problemas.
Pero, si la situación envuelve a un niño, los pasos necesarios deben de ser tomados para su protección.
Así son los casos cuando son difíciles…
Bibliografía
Larocca, F. E. F: Lección 23 de la UD
Crozier, W. R. and Alden, L. E: (2001) International Handbook of Social Anxiety: Concepts, Research, and Interventions: Relating to the Self and Shyness John Wiley & Sons UK
Kendler K, Karkowski L. and Prescott, C: Fears and Phobias: Reliability and Heritability Psychol Med 29 (3): 539-53 (1999)
Selective Mutism, Panic Attacks, Encopresis, Pheochromocytoma and Munchhausen Syndrome. Medline Plus Encyclopedia
Dr. Félix E. F. Larocca
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |