Yacimientos Petrolíferos Fiscales y la búsqueda de tecnología local en catálisis (1959-1986) Argentina
Enviado por César Agustín Flores
- Resumen
- Introducción
- La investigación en catálisis a nivel internacional
- Las investigaciones químicas en catálisis en YPF
- La interacción YPF-CONICET-Universidad: la creación del Comité Nacional del Catálisis (CONACA)
- La configuración social y cognitiva de la investigación en catálisis en el Conaca
- Reflexiones finales
- Referencias bibliográficas
Resumen
Este trabajo aborda la forma en que la empresa estatal argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) llevó a cabo investigaciones científico-tecnológicas para profundizar en el conocimiento de los catalizadores usados en sus destilerías. Estas investigaciones contaron con el apoyo de la universidad y del Estado y estuvieron asociadas a un proyecto de desarrollo de tecnología nacional. La iniciativa culminó en 1980 al firmarse un convenio con la Universidad Nacional del Litoral para la producción de un catalizador nacional. Mostramos en primer lugar que, para explicar esta búsqueda, hay que considerar elementos de carácter ideológico así como otros propios de la investigación en catálisis, íntimamente vinculada a la industria petrolera. En segundo lugar, que los desarrollos tecnológicos fueron muy limitados, no obstante lo cual presentaron una dinámica signada por la acumulación de conocimientos, el crecimiento de los grupos de investigación, la interacción de diversas instituciones y la creación de encuentros científicos.
Palabras clave: política científico-tecnológica; industria petrolera; investigación en catálisis; Yacimientos Petrolíferos Fiscales; relación Industria-Universidad
En épocas recientes, en Argentina, se ha producido una incipiente bibliografía desde los estudios sociales de la ciencia y la tecnología que aborda el estudio de diversos tipos de industrias que tienen o tuvieron actividades de investigación, desarrollo e innovación tecnológica en el país (Aguiar y Buschini, 2009; Castro, 2010; Thomas et al., 2013). Sin embargo, la industria petrolera argentina, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), no ha recibido mayor atención por parte de ellos. Motivados por este vacío en la producción historiográfica, con el presente artículo buscamos realizar una contribución al conocimiento de la historia de YPF como productora de conocimientos y, al mismo tiempo, constituir un insumo para futuros estudios comparados en la región sobre la historia de la investigación industrial en el sector petrolero.
Presentaremos resultados de un estudio sobre las actividades científico-tecnológicas en catálisis realizadas en el Laboratorio de Investigaciones (LI) de YPF entre 1959 y 1986. La relevancia de esas actividades radica en que permitieron el establecimiento de vínculos con el sector académico y la movilización de un proyecto de desarrollo de tecnología nacional y de creación de una fábrica nacional de catalizadores, una novedad en la Ar- gentina1.
Las preguntas que guiaron nuestras indagaciones fueron: ¿qué factores sociales y cognitivos son relevantes para explicar su dinámica?, ¿cómo se legitimaron?, ¿en qué espacios institucionales se llevaron a cabo?, ¿qué configuración social y cognitiva asumieron?, ¿cómo se establecieron los problemas?
Nuestro análisis comienza en 1959, cuando se publicó en el Boletín de Informaciones Petroleras (BIP)2 el primer trabajo sobre catálisis realizado en YPF, y finaliza en 1986 cuando, como resultado del primer convenio firmado con una universidad, la Universidad Nacional del Litoral (UNL), se fabricó, usó y comercializó el primer catalizador nacional. Para el análisis y la presentación de los datos adoptamos una perspectiva socio-histórica a partir de las siguientes dimensiones: a) las características de esta área de investigación a nivel internacional, b) las formaciones disciplinares y las motivaciones de los investigadores de YPF para encarar las investigaciones en catálisis y establecer vínculos con las universidades, c) las condiciones institucionales y el clima ideológico que legitimaban las investigaciones científicas-tecnológicas a la vez que orientaban la selección de los posibles temas de investigación, y e) las modalidades y dinámicas de interacción
YPF-Universidad y las consecuencias de las mismas en la configuración de la producción de conocimientos.
Dada la singularidad de esta área de investigación, que implica el diseño y producción de artefactos de distinta naturaleza como son el catalizador y el reactor catalítico, la interacción de instituciones como la universidad y la industria, la cooperación entre químicos e ingenieros, la movilización y la convergencia de conocimientos de diferentes disciplinas e instituciones, resultó útil la conceptualización que realiza Shinn (2000), quien propone la existencia de diferentes tipos de regímenes de producción de conocimientos científicos, a partir de la identificación de mecanismos sociales e intelectuales: disciplinarios, transitorios y transversales3.
El trabajo se basó en el cruce de fuentes primarias escritas, fuentes orales (entrevistas en profundidad) y en el relevamiento de bibliografía secundaria sobre la investigación en catálisis a nivel nacional e internacional y sobre la historia de la ciencia en la Argentina. Entre las primeras podemos nombrar el BIP, los Anales de la Sociedad Científica Argentina (ASCA), la Revista Industria y Química (RIyQ) de la Asociación Química Argentina (AQA) y la Revista Petrotecnia (RP) del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas. Además se consultaron las memorias del Centro de Investigación en Procesos Catalíticos (CINDECA)4 y del Instituto Nacional de Catálisis y Petroquímica (INCAPE). Los entrevistados fueron seleccionados por haber jugado un papel relevante en los procesos estudiados (Matharan, 2011).
Sobre esta base, elaboramos un relato organizado de la siguiente manera: en primer lugar, describimos de manera breve el estado de la investigación en catálisis a nivel internacional; en segundo lugar, analizamos las características de las investigaciones en catálisis llevadas a cabo en el LI, en el período 1959-1972, identificando a quiénes las llevaron a cabo, sus formaciones, los problemas que abordaron y las vinculaciones que mantenían con otras instituciones; en tercer lugar, indagamos en el establecimiento de vinculaciones de YPF con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en la problematización de la importación de cataliza- dores de YPF, y en la creación del Comité Nacional de Catálisis (CONACA); en cuarto lugar, nos centramos en cómo esta nueva creación institucional reconfiguró social y cognitivamente las investigaciones en catálisis; y, por último, estudiamos el primer convenio firmado por YPF con una universidad y la producción del primer catalizador nacional.
La investigación en catálisis a nivel internacional
La investigación en catálisis, a nivel internacional, se consolidó durante las décadas de 1950-1960 constituyéndose como uno de los campos centrales y más dinámicos de la química general y de la investigación química industrial (Auger, 1961)5. Esta centralidad se debió a la transformación de la práctica de investigación en catálisis estimulada por los desarrollos de nuevas teorías y la introducción de nuevos instrumentos provenientes de la física y la físico-química (Morris, 2002). Pero también guarda una estrecha relación con las exigencias de la química industrial, en particular con las investigaciones en petróleo (Auger, 1961).
Si bien el conocimiento del petróleo está relacionado con la importancia que los recursos petroleros adquirieron durante la Primera Guerra Mundial, fue durante el período entre 1920 y 1940 cuando tuvieron lugar el apogeo y la madurez de la industria y de la investigación industrial en el sector petrolero (Bowker, 1991). Y en este proceso mucho tuvieron que ver los químicos y sus investigaciones que condujeron a una "mejor comprensión de la química del petróleo y a la constatación de que, como fuente rica en oleofinas reactivas, el petróleo, igual que el carbón, era un punto de partida potencial para la síntesis de otros productos químicos" (Brock, 1992). En consecuencia, como señalan Arvanitis y Vessuri (2001:54): "estamos en presencia de un ámbito científico tributario de la industria en la medida que muchas de las investigaciones provienen del ámbito de la industria o de enfoques que tienen prolongaciones inmediatas en la industria."
De esta manera se fueron desarrollando diferentes tecnologías para pro- cesar el petróleo. Desde el craqueo térmico, que descompone el petróleo mediante calor y presión, hasta el craqueo catalítico, un proceso que, involucrando catalizadores, revolucionó la industria del petróleo6. En la actualidad, los procesos catalíticos y los catalizadores tienen un impacto económico y estratégico importante que se refleja en diversos bienes y servicios para la sociedad. Esto se debe a que aproximadamente el 80% de los procesos químicos y el 85% de los procesos de transformación del petróleo ocurren en la presencia de un catalizador. Estos porcentajes engloban a los productos químicos en general, petroquímicos, combustibles, polímeros, química fina y farmacéutica, así como a las tecnologías del sector ambiental. Las estimaciones para el año 2014 indican una cifra global de negocio de 17.200 millones de dólares anuales para el mercado mundial de catalizadores (López Nieto, 2011).
Las investigaciones químicas en catálisis en YPF
En 1942, se creó el LI de YPF como un espacio diferenciado para la realización de investigaciones científicas-tecnológicas relacionadas a los procesos de exploración, perforación, explotación e industrialización del petróleo. Si bien no fue un espacio creado para llevar a cabo exclusivamente investigaciones en catálisis, a partir de la década de 1950 comenzaron a realizarse de manera sistemática, buscando comprender el comportamiento y el control de los catalizadores y de las cargas en cracking catalítico fluidizado. Esto estaba estrechamente relacionado con la instalación de las primeras unidades de craking catalítico en la destilería que YPF tenía en La Plata en el año 1955, donde se pudieron obtener naftas de mayor octanaje (Barreiro, 2004).
De esta manera el primer trabajo en catálisis, denominado: Determinación de la distribución de las partículas en catalizadores para "cracking" fluidifizado, fue publicado en 1959 por Oscar Ángel Orio, que se desempeñaba como Jefe del LI, junto Adolfo C. D"Onofrio (BIP, 1959).
En este período, el LI estaba constituido por los laboratorios de Geofísica y Yacimientos y Refinación. Es importante señalar que en 1961, el LI junto al Centro de Tecnología en Recursos Minerales y Cerámica (CETMIC) y el Departamento de Tecnología Química de la Facultad de Química y Farmacia de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), organizaron las Primeras Jornadas sobre Operaciones y Procesos de la Ingeniería y Tecnología Química, aprovechando la visita que realizó a esta Facultad el especialista español en catálisis perteneciente al Instituto de Catálisis de Madrid, Juan Francisco García de la Banda7.
En 1963, el ingeniero Pablo Goffin y el químico Raúl Alonso publicaron Contribución a la determinación de las áreas superficiales y de la distribución de los tamaños porales en catalizadores adsorbentes (Goffin y Alonso, 1963)8. Con este trabajo buscaron dar a conocer las técnicas y los fundamentos científicos utilizados en las investigaciones realizadas sobre catalizadores en el LI.
Vinculados a las investigaciones en catálisis, se efectuaron ensayos en la planta piloto de la destilería de La Plata, con el objetivo de producir car- gas pesadas (extractos aromáticos) para su uso en la planta de cracking catalítico de la destilería de Luján de Cuyo. Esto dio lugar al trabajo Nafta pesada de cracking catalítico como fuente de hidrocarburos aromáticos de los químicos Juan Mange, N. Soulages y el técnico O. Fratebianchi, que fue presentado en 1966 en el Primer Congreso Nacional de Petroquímica. Además se estudió la separación de hidrocarburos polinucleares en los residuos de los productos del cracking catalítico, para su posterior recuperación y utilización en diferentes productos como los detergentes. También se indagó en la polimerización del propeno contenido en los gases de cracking9.
A comienzos de la década de 1970, el director del LI era Pablo Goffin y el laboratorio, luego de una reorganización quedó conformado por el Departamento de Refinación y Petroquímica y los laboratorios de Geofísica; Explotación, Análisis y Estudios de Materiales, y de Minería y Geología. Además contaba con una Sala de ensayos de aceites lubricantes y un Centro de Información Documental (Cincuentenario de YPF, 1972).
El Sector de Refinación y Petroquímica comprendía las secciones de Elaboración, Dinámica de procesos e Ingeniería de procesos10. En esta úl- tima división, que estaba a cargo de la dirección del ingeniero Abel Ojeda, encontramos la sección de catálisis cuyo jefe era el químico León Lew. Aquí comenzaron a investigar en los procesos catalíticos relacionados a problemas del reactor y el diseño de reactores de cracking catalítico. La sección estaba conformada por dos grupos. Uno integrado por el químico Eduardo Barreiro y los ingenieros Fernando Sarti y Jorge Ciasarelli, que trabajaba sobre un micro reactor diferencial continuo y otro, conformado por los químicos Juan Mange y León Lew, que trabajaba sobre un reactor de pulso. Todos ellos eran egresados de las carreras de licenciatura en química e ingeniería química de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de UNLP.
En 1970, YPF patrocinó la realización del II Simposio Iberoamericano de Catálisis que se realizó en la ciudad de Santa Fe. Estos Simposios se iniciaron en 1968 constituyéndose en un espacio privilegiado para la construcción cognitiva e institucional y de las colaboraciones a nivel regional de las investigaciones en catálisis (Vessuri y Canino 2002). León Lew y María
E.T. de Szewczuck participaron en representación del Departamento de Investigación y Desarrollo de YPF. El acto de clausura del Simposio se realizó en las instalaciones de este Departamento.
En entrevista personal, Eduardo Barreiro11 nos expresó que, por esos años, ingresaron licenciados en química e ingenieros de la UBA y la UNLP imbuidos de una concepción que valorizaba la tecnología como conocimiento útil, de uso para la empresa. Esta posición era tributaria de un contexto universitario marcado por el denominado proceso de modernización académica mediante el cual se buscó establecer las condiciones para el desarrollo de la investigación científica y producción de tecnología local, vinculándolas a las necesidades del Estado y de las industrias (Prego y Estebanez, 2002; Prego y Vallejos, 2010)12. De esta manera –continua en su relato Barreiro– pronto se dieron cuenta, al recorrer las refinerías para ver los problemas que había en los reactores de cracking catalítico, que los trabajos de investigación que estaban realizando sólo tenían un interés académico y el conocimiento producido no tenía ningún uso en las plantas de YPF13. Frente a esa situación, comenzaron a trabajar en los problemas que tenían los procesos catalíticos que ocurrían en las refinerías, estudiando la reacción catalítica y los reactores catalíticos.
Para ello elaboraron una estrategia de desarrollo de conocimientos sobre los catalizadores y lograron que la Dirección General de YPF sostuviera una política secuencial respecto a los catalizadores que fue dividida en dos etapas "por la imposibilidad de desarrollar catalizadores sin el previo cono- cimiento de la forma de evaluarlos" (RP, 1983: 21). La primera consistió en el desarrollo de conocimientos para la evaluación y selección técnico-eco- nómica de catalizadores comerciales; la segunda buscó el desarrollo y fabricación, en conjunto con el sistema científico nacional, de catalizadores propios (RP, 1983: 21). Esta segunda etapa era relevante ya que hasta ese momento YPF compraba los catalizadores según las recomendaciones y especificaciones de los comerciantes, y no siempre rendían como se esperaba y con grandes erogaciones de dinero (Barreiro, entrevista personal, 2010). Siguiendo la representación de los investigadores de YPF, podemos conjeturar que las investigaciones realizadas presentan algunas de las características de lo que Shinn denomina un régimen de producción de conocimiento disciplinar (Shinn, 2000). Centradas en un ethos más académico que industrial, las investigaciones se articulaban con preocupaciones disciplinarias, permitiendo la formación de nuevos investigadores. Además, sus resultados se publicaban en journals y eran presentados en congresos. Pero como veremos en el próximo apartado, a comienzos de la década de 1970, se conformó un espacio estatal que conllevó una reconfiguración social y cognitiva de las investigaciones que, sin suprimir el régimen disciplinar, nos permitió identificar la emergencia de un nuevo régimen de producción de conocimiento, de tipo transversal.
La interacción YPF-CONICET-Universidad: la creación del Comité Nacional del Catálisis (CONACA)
En el contexto de esta política, según el testimonio de Barreiro: "YPF fue a plantear el problema de la necesidad de catalizadores al CONICET solicitan- do que se crease en ese organismo una "comisión permanente sobre catalizadores". Al mismo tiempo, a fines de 1971, Jorge Ronco ofreció a las autoridades de YPF la colaboración del Departamento de Tecnología de la UNLP para los planes de desarrollo tecnológico que tenía14. En este Departamento, Ronco había formado un grupo de investigación en catálisis. Este ofrecimiento refería al desarrollo de tecnología en el campo de la catálisis e involucraba diferentes aspectos: investigación, docencia e intercambio profesionales15.
Esto abre la posibilidad de otra interpretación sobre los orígenes de la política de desarrollo de catalizadores YPF y la interacción con el Estado y el medio académico. Se podría afirmar que en realidad fueron los propios investigadores universitarios quienes lograron convencer a YPF de la potencial utilidad de generar tecnología local en el campo de los catalizadores. De esta forma, fueron ellos quienes crearon la demanda que luego se presentó como una política surgida en esta industria.
La solicitud de YPF fue remitida, entonces, a la Comisión Asesora en Ciencias Tecnológicas del CONICET en la cual se encontraba Jorge Ronco. Este promovió reuniones entre altos funcionarios de YPF y Petroquímica General Mosconi (PGM) y todos los grupos del país que realizaban investigaciones en Procesos Catalíticos que actuaban en La Plata, Bahía Blanca, Salta, Santa Fe y San Luis16.
Esta interacción no puede ser entendida como un resultado lineal de una demanda y/o oferta, a la que le siguió una respuesta positiva de parte de los sectores académicos, sino que es el resultado de un proceso de co-construcción en donde se negociaron, resignificaron y articularon actores, intereses y formaciones disciplinares diversas. El éxito del establecimiento de una interacción es aquello que necesita ser explicado y no puede funcionar como un explanans a partir de la simple relación de demanda de tecnología (Vessuri y Díaz, 1995; Thomas et al., 2013).
Un primer enfoque teórico para dar cuenta de los procesos de desarrollo tecnológico en la Argentina consistiría en centrar el análisis en cuestiones ideológicas (Adler, 1987). Con este enfoque, el accionar de los actores se puede explicar a partir de los compromisos ideológicos asumidos referidos a la dependencia tecnológica que tenía el país respecto a los países centrales17. Esta situación los impulsó a relacionarse con una industria estatal como YPF, para desarrollar tecnología nacional y achicar esta brecha. En un clima de ideas marcado por la problemática ciencia-tecnología-desarrollo-dependencia, el pensamiento de Jorge Sábato sobre la relación de la ciencia y la tecnología con la sociedad constituyó un marco de referencia para estos químicos e ingenieros químicos vinculados a la investigación en catálisis. Sábato y Natalio Botana afirmaron que la acción de insertar la ciencia y la tecnología en la trama misma del desarrollo fue el resultado de la acción múltiple y coordinada de tres elementos fundamentales: el gobierno, la estructura productiva y la infraestructura científico-tecnológica. Para conceptualizar el sistema de relaciones entre los tres elementos, propusieron la figura geométrica de un triángulo, en donde cada uno de esos elementos ocuparía los vértices respectivos (Sabato y Botana, 1970)18.
En efecto, Horacio Thomas (entrevista personal, 2008) nos señaló que "durante la década de 1970 había pegado muy fuerte la idea del triángulo de Jorge Sábato y el proyecto de la independencia tecnológica". En concordancia con esta posición, Miguel Laborde expresó:
"En la década de 1970, en esa época prevalecía la idea con la que uno se formaba, incluso en la universidad, que teníamos que acortar la brecha tecno- lógica; se tenía que conocer la tecnología aunque no se produjera sino para saber lo que uno compraba. Había una necesidad de dirigir todo lo que llegaba de afuera, entenderlo, perfeccionarlo. Conocer el catalizador era una cuestión estratégica. Eso fue el paraguas conceptual en ese momento (Laborde, 2009).
Si bien no desdeñamos el papel que juega la ideología en este proceso, aquí sostenemos que como explicación suficiente presenta limitaciones en la medida que deja de lado cuestiones cognitivas o técnicas propias del área de investigación que estamos tomando en consideración. Como señalan Vessuri y Díaz para el caso de Venezuela, en nuestro país los químicos e ingenieros químicos que se dedicaban a la catálisis habrían tomado conciencia que la investigación en catálisis, tal como ocurría a nivel internacional, no sólo era académica sino que estaba vinculada a la industria petrolera de la cual recibía su apoyo (Vessuri y Díaz, 1984:329). Esto los llevaría a tratar de estrechar vínculos con esta industria.
De esta forma, la interacción de YPF con el sector académico se cristalizó a partir de las reuniones promovidas por Ronco entre los investigadores académicos e industriales en catálisis. Allí construyeron a la importación de catalizadores como un problema de dependencia tecnológica con un significado directo para el sistema petrolero y el desarrollo del país. Hablamos de construcción ya que con Kreimer y Zabala consideramos que la relación entre los problemas sociales y la producción de conocimiento para solucionarlos no se corresponde con la imagen según la cual la investigación se orienta a la solución de problemas o demandas sociales establecidas de antemano, sino que ella participa en el surgimiento de los problemas y en las maneras de abordarlos (Kreimer y Zabala, 2006).
Para solucionar esta situación, propusieron la creación de un Programa Nacional de Tecnología de los Procesos Catalíticos (PNDPC) con el objetivo de formar nuevos investigadores entrenados en las técnicas de investigación que no eran utilizadas en el país y poder así sustituir las tecnologías que hasta ese momento se importaban (Proyecto de creación del PNDPC, 1972). Durante las reuniones también se gestó la idea de crear un Comité Nacional para Investigación y Desarrollo en Procesos Catalíticos, que sería el responsable de la ejecución del PNDPC, que había sido enviado al poder ejecutivo y que estaba en evaluación en el contexto de los denominados Programas Nacionales19 que empezaron a discutirse en 1971 en el Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (CONACYT)20.
Finalmente el PNDPC no fue creado, pero Jorge Ronco y José Parera gestionaron ante el CONICET la creación del CONACA21. Así, el 14 de Septiembre de 1972 se creó este Comité durante el gobierno de facto del General Alejando Lanusse (1971-1973), nombrándose como presidente a Jorge Ronco22.
En un borrador del proyecto de creación pueden identificarse los argumentos que justificaban su existencia:
"Los procesos catalíticos utilizados en las industrias químicas, petroquímicas y del petróleo, se encuentran en un explosivo desarrollo, tanto en el ámbito internacional como en el local. El Plan Nacional de Desarrollo y de Seguridad (1971-1975) provee una tasa media de crecimiento superior al 20% anual, en el período del plan, sólo para los productos petroquímicos.
La República Argentina carece de una tecnología de procesos catalíticos propia, por lo que debe utilizar una enorme cantidad de divisas en el pago de derechos para el uso de procesos y lo que es más grave, depende exclusivamente de fuentes extranjeras para la provisión de catalizadores fundamentales para mantener la producción de sus plantas. Cabe la posibilidad de que por eventuales razones políticas, se corte el suministro de dichos catalizadores, los que actual- mente no pueden sustituirse a ningún costo, por catalizadores nacionales. Por lo tanto, independientemente de razones económicas, por razones de seguridad nacional, es necesario contar con grupos de investigación capaces de generar la necesaria tecnología de dichos procesos catalíticos.
Por eso se propone apoyar la tarea que realizan los diversos grupos de investigación que actualmente trabajan en dicho espacio específico y coordinar sus planes de trabajo entre sí y fundamentalmente con las grandes empresas nacionales que actúan en el área de los procesos catalíticos, Yacimientos Petrolíferos Fiscales y Petroquímica General Mosconi S.A.I.C" (Comité para la Investigación y Desarrollo de procesos catalíticos, 1972:1).
Podemos plantear que la referencia al Plan Nacional de Desarrollo y de Seguridad (1971-1975), por parte de los investigadores, tenía que ver no sólo con una preocupación por satisfacer las necesidades del país, sino con un modo de asegurarse una forma relativamente indiscutible de legitimidad frente al gobierno. Creemos que este Plan trazó una dominante: todo proyecto de investigación debía pensarse como sirviendo al proyecto de desarrollo y seguridad. De esta manera la investigación tecnológica en catalizadores era presentada retóricamente como un insumo del desarrollo económico, de la seguridad nacional y de la soberanía nacional. Esto explicaría que, cuando los investigadores formularon el problema de los catalizadores en términos cognitivos, lo hicieron desde una matriz disciplinaria más que desde los problemas vinculados a las industrias. De esta forma, propusieron el estudio de los mecanismos a nivel estructural y físico químico, de los fenómenos de transportes, del sólido poroso, del reactor catalítico y su optimización, de la fabricación del catalizador (Proyecto de creación de un Programa Nacional de Tecnología de Procesos Catalíticos, 1971:1).
Este Comité no se creó como un organismo de ejecución, sino que se constituyó con la finalidad explícita de promover la cooperación y la coordinación de las actividades de investigación en el campo de los catalizadores y de los procesos catalíticos, y en la formación de nuevos investigadores en esta área. Como organismo estatal, centralizó y planificó las actividades de investigación en catálisis vinculada a la industria petrolera y petroquímica en el país, concentrando para ello a los diferentes grupos de investigación del país y coordinando sus actividades. Su sede oficial estaba en el CO- NICET, quien proveía las facilidades administrativas, técnicas y financieras necesarias para su funcionamiento.
El CONACA quedó conformado por instituciones académicas y por empresas estatales, pudiendo participar las empresas privadas siempre que dispongan de laboratorios en el país y no estén vinculadas a Empresas Matrices Extranjeras (CONACA, 1973a). De esta manera encontramos en los comienzos a las siguientes instituciones: Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Universidad Nacional de San Luis (UNSL), Universidad Nacional de Salta (UNSA), Universidad Nacional del Litoral (UNL), Universidad Nacional de Cuyo (UNCU), Universidad Nacional del Sur (UNS), Gas del Estado, Petroquímica General Mosconi (PGN), Petroquímica Bahía Blanca, Fabricaciones Militares, Atanor S.A.M y Carboclor23.
La configuración social y cognitiva de la investigación en catálisis en el Conaca
El proyecto del reformado de naftas
Las actividades del CONACA se iniciaron bajo del Gobierno de Cámpora (1973-1974)24. Para ello se establecieron ciertas reglas o mecanismos so- cio-cognitivos a través de los cuales se definieron qué problemas se iban a investigar y qué modalidades asumirían las actividades de investigación. La metodología de trabajo consistió en reuniones periódicas (cada 15 ó 30 días) en las cuales participaban investigadores académicos e investigadores representantes de las industrias. Los problemas de investigación se establecieron a partir de lo que las industrias planteaban como necesidades y de las posibilidades cognitivas, instrumentales y de recursos humanos disponibles en las distintas instituciones que formaban el Comité. Pero también se aprecia que los investigadores académicos planteaban problemas que no estaban vinculados a demandas de las industrias25.
La documentación muestra que, inicialmente, se establecieron dos posibles problemas: obtención de un catalizador para el reformado de naftas26 (planteado por YPF)27 y el estudio de un proceso catalítico para crackear gasolina y así obtener gas intercambiable con el natural. Este último es desechado por carecer de interés para la empresa de Gas del Estado dado que se justificaría si el país tuviera escasez de gas natural, cosa que no ocurría. De esta manera se decide investigar el catalizador del reformado de nafta, que contó con el aval del Departamento de Investigación y Desarrollo de YPF.
Es interesante notar que, si bien se hablaba de la "obtención de un catalizador", el interés de YPF no era éste. La finalidad que perseguía la empre- sa era obtener conocimiento tecnológico para poder evaluar y seleccionar mejor los catalizadores que compraba. Según Barreiro: "el catalizador del reformado de nafta se empieza a investigar no para su síntesis sino para ver cómo funcionaba, cómo operaba" (Barreiro, 2010). Recién YPF demandó su síntesis muchos años más tarde, en 1980, cuando firmó un convenio con la UNL.
Para llevar a cabo este proyecto de obtención del catalizador del reformado de nafta se conformó "la subcomisión de reforming" integrada por los químicos Pasquinelli (YPF) y Enrique Pereira (UNLP) y el ingeniero químico José Parera (UNL). Esta subcomisión presentó un informe de viabilidad del proyecto que fue aprobado y ejecutado con fondos propios. Además estableció un régimen socio-cognitivo para llevar a cabo las actividades de investigación y determinó una cierta modalidad o estrategia de investigación denominada "trabajo en equipo" justificándolo en la "importancia nacional" de la investigación llevada a cabo. Allí se sostuvo que:
" ahora, ante la posibilidad del estudio de un tema de gran importancia nacional como lo es la preparación del catalizador del reformado de naftas, los grupos pueden aunar sus esfuerzos en un trabajo en equipo en el que se aproveche la experiencia que cada uno adquirió en los trabajos anteriores. La magnitud del problema exige este trabajo en equipo y ello está justificado por la importancia de la generación de tecnología nacional" (CONACA, 1973a:2).
Este trabajo en equipo conllevó cambios en la conformación social y cognitiva de las investigaciones en el LI y en los grupos de catálisis universitarios que permitieron identificar algunos elementos de un nuevo régimen de producción de conocimiento, ahora de tipo transversal (Shinn, 2000): a) una concentración temática (el catalizador del reformado de nafta); b) la integración y coordinación de las actividades de investigación de los diferentes grupos de investigación; c) una división social y cognitiva del trabajo de investigación que implicó que cada grupo se haría cargo de un área del proyecto total, tendiendo así a una especialización; d) una temporalidad de las investigaciones en momentos o etapas; e) la interacción de actores con diferentes formaciones, encuadres profesionales, expectativas heterogéneas y pertenencias institucionales diversas (químicos e ingenieros químicos); f) la coexistencia de escenarios institucionales variables, desde la universidad (disciplina) pasando por la industria (ingeniería); g) movilización de conocimientos con un gradiente que iban desde el ámbito científico al tecnológico (ingeniería); h) la habilitación de movilidades de actores y artefactos de la universidad a la industria y viceversa; y por último, i) el uso de numerosos laboratorios, equipos e instrumentos.
Es importante señalar que el "interés nacional" afectó las decisiones cognitivas y tecnológicas en las investigaciones ya que se afirmó que:
"aunque es conocido que la tecnología de la fabricación de tales catalizadores es un proceso complicado, el estatuto de factibilidad para su producción debe- ría ser efectuado teniendo en cuenta dos factores principales: el estratégico y el económico. Podría darse el caso de que tecnológicamente no se llegara a desarrollar y que económicamente no sea competitivo pero que satisfaga las necesidades estratégicas" (CONACA, 1973a: 4).
Así, obtener este catalizador traería beneficios de distinta índole, tales como (CONACA, 1973b):
el desarrollo de tecnología nacional,
los beneficios económicos al no pagar derechos y posibilidades de exportar,
beneficios estratégicos al independizarse del exterior,
desarrollo de recursos humanos,
ocupación de mano de obra nacional y beneficios a procesos colaterales que utilizan catalizadores similares.
El catalizador que se decidió obtener era un catalizador bifuncional. Tenía un componente metálico (platino) soportado (depositado) en la superficie de la alúmina (cerámico), que promovía las reacciones de hidrogenación-deshidrogenación y un componente acídico para las reacciones de isomerización y ciclización. Este catalizador Pt/alúmina-halógeno, sulfurizado, estaba en uso en una planta petroquímica de PGM donde se obtenía benceno, tolueno y xilenos (BTX) y en tres plantas de YPF para obtener naftas de mayor octanaje (Ensenada y Luján de Cuyo). También estaba presente en destilerías de capital extranjero. Todas estas plantas importaban los catalizadores para su funcionamiento desde EEUU y Europa.
Las propiedades a ser investigadas en este catalizador fueron la actividad, selectividad y estabilidad catalítica. La actividad es la capacidad para acelerar la transformación de reactivos en producto. La selectividad es la relación entre productos deseables y los indeseables. La estabilidad es el mantenimiento de la actividad durante la operación, o sea de la propiedad del catalizador de mantener la producción constante cuando la temperatura, presión, composición de alimentación y demás parámetros se mantienen inalterados. Estas son las propiedades tecnológicas que eran consideradas como útiles para el uso industrial del catalizador.
Luego de aprobada su ejecución, se conformó otra comisión que elaboró un plan de investigación. Esta subcomisión quedó conformada por el ingeniero químico José Parera, el químico Enrique Pereira (UNLP), y por YPF, los químicos Juan Mange y Sergio Bercovich. Esta Subcomisión definió como primera etapa de investigación a aquellas realizaciones que permitirían alcanzar resultados en escala de laboratorio. A su vez, dividieron las actividades de investigación en cuatro áreas (cada una de las cuales tenía, a su vez, subdivisiones):
"1. agregado de metal sobre soporte del/os metal/es y promotor/es en el soporte (dos años de estudio);
preparación del soporte (dos años de estudio);
recuperación del/os metal/es del catalizador agotado (un año de estudio);
evaluación económica de alternativas" (CONACA, 1973b:1).
Las división de tareas se realizó de la siguiente manera: la preparación del soporte (alúmina) fue realizada en el CINDECA de la UNLP; la Facultad de Ingeniería Química de la UNL se hizo cargo del estudio del agregado del/ os metal/es sobre el soporte para la medición de la dispersión metálica y las propiedades fisicoquímicas; en la Planta Piloto de Ingeniería Química de la UNS se preparó el catalizador; la UNSL recuperó el platino del catalizador y realizó medidas de sus características físicas y la recuperación del platino. El 26 de Agosto de 1974 el representante de YPF, León Lew, planteó la necesidad de definir una segunda etapa del Proyecto de Reformado, la cual consistió en la obtención de las especificaciones de ingeniería básica que permitirían la construcción de una planta industrial de catalizadores para reformado. Esta segunda etapa fue aprobada por el CONACA (CONACA, 1974b). Con esto se lograría la transferencia al medio industrial. En esta segunda etapa, luego de obtenidos los posibles catalizadores en la Universidad, se harían ensayos comparativos en la planta piloto que iba a construir el Departamento de Investigación y Desarrollo de YPF, donde los grupos de investigación de esta empresa llevarían a cabo la selección final y el estudio de las variables del catalizador. Luego se procedería a la creación de una
fábrica nacional de catalizadores.
La idea de la construcción de esta fábrica fue propuesta por la Subcomisión del Reformado de Naftas el 29 de abril de 1974 cuando planteó:
"iniciar las tratativas en la Secretaría de Desarrollo Industrial de la Nación, para establecer las mejores vías tendientes a realizar los estudios conducentes a una eventual organización de una fábrica nacional de catalizadores, por parte del Estado, como forma de concretar la transferencia de tecnología, actualmente en desarrollo" (CONACA, 1974a:3).
Hacia 1979 se señaló en un informe del CONACA que para fines de ese año las primeras muestras de catalizador estarían en YPF para su evaluación en una planta piloto montada a esos efectos (CONACA, 1979).
Sin embargo, aunque se desarrollaron varios procesos tecnológicos que lograron cristalizarse en patentes de invención, las investigaciones quedaron a nivel de planta piloto y no se llegó a su producción industrial.
Tres factores, de orden institucional y cognitivo, nos fueron señalados por los diversos investigadores que participaron del proyecto para explicar esta situación. En primer lugar, la corrupción en YPF, ya que desarrollar capacidades de producción locales y crear tecnología propia, atentaba contra negocios establecidos28. En segundo lugar, el costo que tenían esos catalizadores para su producción pero también los "peligros" que implicaban sus usos. Si el catalizador no funcionaba bien en la planta se tenía que parar la producción y eso era un riesgo muy alto que la industria no estaba dispuesta a correr (Parera, 2007, Barreiro, 2004)29. En tercer lugar, la falta de confianza de la tecnología desarrollada por los grupos locales y por sus propios investigadores.
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