Según los resultados de la investigación, la noción de la función social que cumple el periodismo es bastante clara en el discurso de los profesionales, y aparece en general relacionada con dos conceptos: el poder y la influencia que tiene la actividad, de los cuales son muy conscientes, y los estrechos márgenes en los que el periodista se mueve para ejercer su trabajo.
Así, aunque en principio los periodistas definen su tarea como la de ser "intermediarios" entre los hechos y la gente, a quien se le hace llegar información y datos para que "tome decisiones", también aparecen visiones menos académicas, como cuando se describen a sí mismos como "testigos privilegiados", capaces de "manejar información que no maneja el resto".
Sin embargo, del discurso y del diálogo entre los periodistas se desprende claramente que el ejercicio profesional está encuadrado y limitado por muy diversas variables: la línea editorial, las características técnicas del medio, las decisiones de los editores. Incluso, aparecen con fuerza dos condicionamientos novedosos: la "necesidad de impactar" con el trabajo (como si los periodistas incorporarán en su tarea cotidiana las exigencias que impone el marketing del diario) y un lector que le pide al diario más que lo que el medio puede darle.
En ese sentido, la responsabilidad aparece, pero acotada al trabajo individual, a la nota como unidad de trabajo, al área que se cubre. Los límites están puestos por las condiciones técnicas y opciones ideológicas del medio, por los lectores, por las fuentes, por los editores, por la sección, por la necesidad de atraer a los lectores. El alcance de la responsabilidad es limitado e individual, porque esos factores que enmarcan el trabajo son vistos más como obstáculos, para cumplir con la tarea, que como parte de las condiciones corrientes de elaboración de un diario. Se trata, además, de limitaciones naturalizadas, internalizadas a fuerza de trabajar en ese medio determinado.
Ante estos recortes y obstáculos claramente percibidos, aparece la conciencia de un margen de maniobra posible, aunque acotado a la responsabilidad individual de una nota.
Responsabilidad de comprobar las noticias
La responsabilidad aparece emparentada con el rigor profesional: el chequeo de las fuentes, la consulta a voces distintas que equilibren el relato, la repregunta, el cuidado de no ser manipulado por los intereses de las fuentes, la necesidad de profundizar en los temas y no "quedarse en la superficie", conocer los temas antes de escribir sobre ellos. Sin embargo, estos principios profesionales quedan limitados por los condicionamientos descritos, además naturalizados como imposibles de cuestionar o cambiar. Aunque existe una conciencia de margen posible para actuar, la responsabilidad se parece más a un lugar donde refugiarse de esas limitaciones que un valor que se ejercita de manera positiva.
Con un sentimiento claro de impotencia ante las presiones y los condicionamientos circundantes, la responsabilidad social se transfiere al medio. Varias veces se habló en los grupos de discusión del derecho a no firmar, por ejemplo, cuando se considera que las decisiones editoriales están tergiversando la realidad que se quiere contar. Quitar el nombre sería una manera de "salvar" la conciencia del periodista, individualmente, pero no aparece al mismo tiempo la necesidad de defender lo que se considera un relato honesto que está siendo tergiversado y que así será publicado.
El concepto de información que manejan los periodistas espontáneamente coincide con el de noticia. Es inseparable de lo que se publica en un medio, siempre vinculada con la línea editorial, evaluada según los criterios canónicos de noticiabilidad (novedad, impacto, espectacularidad, singularidad) y relacionada también con las características técnicas del medio (no es lo mismo la información en televisión que en un medio gráfico, por los condicionamientos productivos que instala cada uno). Sin embargo, hay otros factores que también influyen en lo que se considera información-noticia, como el azar, otras noticias, ciertos "humores sociales" y modas, e incluso factores coyunturales que hacen que un acontecimiento tenga lugar en los medios y, entonces, pueda ser entendido como información. Sin embargo, en los discursos puede rastrearse la conciencia de que la información es un material sensible, un bien transable, una mercancía que "se paga".
Influencia restringida
La idea de la función social que cumple el periodismo no es difusa. Por el contrario, está presente, se hace explícita la necesidad de la responsabilidad, es clara la conciencia de la influencia social que tiene la tarea periodística. Sin embargo, las limitaciones, las presiones y los obstáculos que los periodistas dicen sentir al realizar su tarea recortan la posibilidad de desplegar esta tarea a un margen mínimo. Los editores, el medio -tanto en sus características técnicas como en su línea editorial-, la necesidad de impactar y atraer a los lectores y los propios lectores -más demandantes, más críticos- encapsulan el trabajo posible y hacen que la responsabilidad y el rigor profesional se conviertan en un refugio para protegerse, individualmente, de este hábitat hostil en el que hay que trabajar.
De ese lado negativo corresponde registrar, también, que los periodistas identifican información con noticia, es decir, la materia prima de su trabajo con las condiciones productivas del medio en que lo desempeñan. Esta idea es consistente con la preocupación por los límites de todo tipo que enmarcan su trabajo, la sensación de contar con un margen de maniobra muy estrecho para cumplir con su tarea, y la impotencia de satisfacer a los lectores.
Es cierto que los periodistas acotan la responsabilidad de su trabajo a las notas que escriben, sobre las que, incluso, sienten perder control ante las limitaciones que impone la lógica comercial, técnica e ideológica de los medios en los que trabajan. Pero no puede sostenerse de igual modo que tengan una noción difusa de la función social que cumplen. Más aún, tienen claro que se trata de una función social relevante, de intermediarios, de testigos, con acceso privilegiado a los acontecimientos de interés público, de instalación de temas en la agenda pública. Lo notable es que esa conciencia no puede luego plasmarse en la actividad cotidiana, acotada, como se dijo, por múltiples limitaciones, frente a las cuales solo queda buscar los márgenes para la negociación o quitar la firma para proteger la propia conciencia.
Conclusión
Como conclusión general, y según la idea principal que orientó esta investigación, en los periodistas no predomina la idea de la información como bien público, ni la apelación a los lectores como ciudadanos. Esta constatación enciende indudablemente una alarma, que, de todos modos, puede relativizarse con otro hallazgo: a pesar de que no es la noción predominante, sí hay conciencia clara de que la información está adquiriendo una creciente centralidad y transparencia como materia prima sensible, que desde el funcionamiento de los medios puede afectar el funcionamiento de las instituciones democráticas y asegurar u obstaculizar el ejercicio de los derechos ciudadanos.
Sin embargo, esta constatación no tiene todavía una expresión pública clara por parte de los periodistas, que expresan poco su malestar, naturalizan las presiones que dicen sentir como inmodificables y parecen satisfacerse con buscar el margen para trabajar.
Una posible línea de indagación está en una presión novedosa, según la plantean los periodistas: la necesidad de impactar en el lector, de llamar su atención. Se trata de una demanda más relacionada con el marketing y la necesidad de venta del medio que del trabajo periodístico. La información bien entendida debe atraer solo por ser tal, por su interés público, su implicación y su impacto en la vida cotidiana.
En el fondo de la investigación, y de estas propuestas, se encuentra una preocupación por acercar el ejercicio profesional a un periodismo de calidad y, por eso, fortalecer la democracia en el país. En el contexto argentino y latinoamericano, esto no solo significa asegurar la restauración y el funcionamiento de las instituciones según principios democráticos, sino también "demostrar que la democracia es una herramienta eficaz para asegurar la transformación social y la construcción de una buena sociedad" (Borón: 2003, 239), es decir, instalar la conciencia de la democracia como forma de vida que permite construir una sociedad mejor.
Panorama de la prensa argentina
El portal www.medioslatinos.com proporcionó en el primer trimestre de 2007 un reporte diario sobre los conflictos que afrontan la prensa y en general todos los medios de la región. Los informes referentes a la situación argentina fueron los siguientes:
– Diario Clarín resumió el 7 de marzo un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos que critica la relación del gobierno argentino con la prensa, configurando una "actitud generalmente agresiva y confrontativa hacia los medios críticos y los periodistas, que llevó a actos como la señalación pública, individual, por el nombre, de periodistas para su reproche".
– Diario Tiempo Sur informó el 6 de marzo que el programa radial La Ronda, que se emitía por la radio de la provincia argentina de Santa Cruz, de donde es originario el presidente Néstor Kirchner, fue retirado del aire luego que su conductora, la docente y periodista Marta Savorido, hiciera reclamos del sector docente.
– Diario la Gaceta de Tucuman informó el 5 de marzo que el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, León Arslanián, pidió a los medios que no publiquen los hechos criminales para no alarmar a la gente en materia de inseguridad.
– Diario La Nación informó el 2 de marzo que Kirchner criticó a los medios de comunicación, especialmente a la prensa gráfica. "A mí siempre me dicen que me calle la boca, que no diga esto o aquello, pero les digo que como no les tengo miedo a aquellos, tampoco les tengo miedo a los que escriben", dijo.
– La revista Noticias reseñó el 27 de febrero una declaración de Ariel Garbarz, colaborador de la inteligencia del gobierno de Buenos Aires, según el cual existen actualmente en Argentina 48.000 líneas telefónicas intervenidas de opositores, periodistas y funcionarios.
– Diario El Debate informó el 16 de febrero que el presidente Kirchner había criticado públicamente a los analistas y periodistas, sugiriéndoles "estudiar y prepararse" para escribir sobre el país. "Quienes quieren escribir de economía tienen que estudiar los movimientos del mercado y saber que hay empleados de consultoras internacionales que tratan de generar opiniones para encarecer las tasas", afirmó.
– Una nota editorial publicada el 14 de febrero por La Nación cuestionó la forma en que el gobierno argentino maneja la publicidad oficial. "El gobierno tiene el derecho de elegir dónde publicitar los actos oficiales, pero como responsable de la administración del Estado debe garantizar que los millonarios fondos fiscales destinados a ese fin, no sean utilizados como prebendas, herramientas de presión o un modo de censura", dijo.
– El diario Perfil informó el 12 de febrero sobre una declaración del sociólogo francés Alain Touraine, para quien en Argentina hay "una inquietante concentración de poder" y una tendencia a "eliminar a la oposición y asfixiar a la prensa".
– El 12 de febrero, la revista Fortuna y el diario Perfil informaron que el grupo sudafricano Naspers intentaba comprar el 18 por ciento del paquete accionario del Grupo Clarín, a la dueña de los títulos, la banca inversionista Goldman Sachs, por 500 millones de dólares.
– El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) destacó el 5 de febrero su preocupación por el trato del presidente Kirchner hacia la prensa, al "'continuar su práctica de distribuir publicidad oficial a medios que lo apoyan e impedir que la reciban quienes lo critican".
– Diario Perfil dijo el 23 de enero que la funcionaria Andrea Prodan, que trabajaba en la reglamentación de la Ley Defensa, fue despedida tras hablar con la revista Noticias, que mantiene una posición critica al gobierno.
– En la misma fecha, Jorge Fontevecchia, director de Editorial Perfil, denunció una campaña para desprestigiarlo, financiada con publicidad oficial, a través del semanario Siete Días y con la colocación de afiches en la vía pública en carteleras de la Secretaría de Medios de la Presidencia de la Nación.
– El 18 de enero, la organización internacional Freedom House, en un informe sobre la situación de la libertad de prensa en Latinoamérica, aludió a la Argentina puntualizando que "la tendencia al descenso de libertades se debe a la centralización del poder por el presidente Kirchner y a la limitación de la influencia de los gobiernos provinciales".
– El 15 de enero, diario Perfil informó que su colega El Territorio, el principal de la provincia de Misiones, sufría constantes persecuciones por parte del gobernador Carlos Rovira.
– La Nación reveló el 9 de enero que en 2007, año electoral, el gobierno aumentó a 80 millones de dólares el gasto destinado a publicidad oficial, lo que supone un incremento del 41 por ciento respecto a lo invertido en 2006 y un 91 por ciento en comparación con 2005.
– También el 9 de enero, El Cronista informó sobre un conflicto entre el Secretario de Medios del gobierno, Enrique Albistur, y el grupo de multimedios América, que se niega a aceptar publicidad oficial, "en defensa de la libertad de expresión" y "para expresar el repudio a las presiones que ejerce el funcionario".
Autor:
Raquel San Martín
Argentina, periodista, editora de la sección Cultura del diario La Nación de Buenos Aires y redactora a cargo de temas de educación. Estudios en las universidades del Salvador, Autónoma de Barcelona y en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), docente adjunta en la licenciatura en Comunicación Periodística de la UCA.
Revista Chasqui Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para
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