1. Introducción 2. La Agresión Según Sigmund Freud 3. Agresión En Los Niños 4. La Agresión En El Hombre 5. Agresión En La Mujer 6. Diferentes tipos de violencia 7. Conclusiones y recomendaciones 8. Bibliografía
Las frustraciones externas, son impuestas por el medio circundante. Por ejemplo: El niño puede desear intensamente un determinado juguete, pero las condiciones económicas de su hogar no le permiten adquirirlo.
Las frustraciones internas proceden del interior del individuo, o sea de su incapacidad física, mental o emocional para alcanzar un objetivo. Este tipo de frustración representa. para la personalidad del individuo, una amenaza más seria que las externas, pues suele producir una considerable tensión emocional con los consiguientes trastornos de la conducta.
La frustración produce agresión. Este tipo de respuesta puede dirigirse hacia la persona o personas que han causado la frustración, o bien contra un sustituto. También puede tornarse contra el propio individuo. La agresión directa es un procedimiento al que se recurre con mucha frecuencia para sostener el amor propio frustrado. Si un niño es puesto en ridículo por un compañero, lo más natural es que trate de mantener su status atacando el otro a golpes. Pero si no se atreve a contestar directamente, puede encontrar su escape en una conducta agresiva en su casa, ya sea hostilizando a su hermano menor o desobedeciendo a sus padres.
Cuando la agresión se vuelve hacia dentro es más peligrosa para la salud, mental del individuo que cuando se exterioriza. En vez de culpar a los demás, el individuo se culpa así mismo. La autocrítica es necesaria y conveniente. Todos debemos conocer y aceptar nuestras limitaciones, pero cuando la agresión contra el propio yo se lleva a extremos injustificables, el yo se destruye psicológicamente, como ocurre, por ejemplo, en la esquizofrenia.
Los datos sistemáticos más confiables acerca de las influencias de los iguales en la socialización pertenecen a la agresión, La tipificación sexual, el miedo, la conducta moral y el ajuste emocional, que son esencialmente las mismas variables que han estudiado en profundidad los investigadores sobre la socialización a través de la familia.
La presente investigación contempla el análisis de la agresión y la violencia, tanto a nivel general, como las manifestaciones en los niños, el hombre y la mujer, además de como influye la televisión en generar violencia en los niños y adolescentes.
2. La Agresión Según Sigmund Freud
Dentro de los muchos estudiosos que se preocuparon por la conducta humana, y fundamentalmente por el comportamiento agresivo de los seres humanos está Freud padre del psicoanálisis, quien escudriñó las profundidades de la psiqui, ese mundo misterioso y controvertido de los seres humanos, donde percató que existen fenómenos que se producen como resultado de las múltiples manifestaciones, acciones y reacciones del hombre, que se originaban de los instintos humanos. Ver anexo 1.
Después de haber vivido los horrores de la primera guerra mundial, y de haber analizado un centenar de pacientes neuróticos, llegó a la indiscutible conclusión que el hombre tiene dos fuerzas contrapuestas o instintos que llevan al individuo a la conservación de la vida uno, y a la destrucción y muerte el otro. Igualmente señalaba en torno al comportamiento humano, que el hombre es un campo de batalla en la que se enfrentan esta dos fuerzas biológicas poderosas, que él denominó impulsos de la vida contra el impulso de la muerte.
La primera guerra mundial fue el punto de partida, el motivo fundamental y la línea divisoria en la formación de su teoría de la agresividad.
Tal como expresa Erich Fromm en su obra Anatomía de la Destructividad Humana, haciendo alusión a la teoría de Freud, dice que el mismo consideraba la agresividad como uno de los instintos componentes del instituto sexual. Por otro lado decía: (Fromm, 1979), "El sadismo correspondería así a un componente agresivo del instinto sexual independizado y exagerado, y por desplazamiento usurpador de la posición principal".
En un principio Freud pensó y así lo expresó que el instinto sexual es el componente primario de la agresividad, posteriormente en sus investigaciones se percató de que la agresividad no sólo provenía del instinto sexual, sino también de los instintos del ego.
La explicación que hace Freud de esta nueva concepción teórica de la agresividad y que no es una tesis absoluta como veremos más adelante se expresa por sí sola cuando en sus posteriores concepciones: nos decía:
La relación de odio con los objetos es más antigua que la del amor, procede del repudio primordial narcisista por parte del ego del mundo externo con su efusión de estímulos. En su calidad de manifestación de la reacción de disgusto provocado por los objetos que da siempre una relación íntima con los instintos conservadores del individuo; de modo que los instintos sexuales y del ego pueden fácilmente formar una síntesis en que se repite la de amor y odio.
Freud, se percata posteriormente y después de haber tenido algunas evidencias clínicas sobre el hecho de que el niño no necesariamente repudia al estímulo y odia al mundo por su intrusión sino que "puede afirmarse que los verdaderos prototipos de la relación de odio se derivan no de la vida sexual, sino de la lucha del ego por conservarse y mantenerse.
En su obra más allá del principio del placer escrita en 1920, Freud hace una nueva revisión e interpretación de sus teoría de los instintos en recapitulación, por primera vez hace una dicotomía para diferenciar lo que él consideraba y denominaba EROS o instinto de conservación de la vida en donde la sustancia viva u orgánica es el fundamento y el objeto de conservación mientras el otro instinto que él denomina tanato o instinto de la destrucción y muerte en la eliminación de la materia orgánica por materia inorgánica partiendo de las especulaciones acerca del principio de la vida y de paralelos biológicos saqué la conclusión de que aparte del instinto de conservar la sustancia viva y de unirla en unidades cada vez mayores, debe haber otro instinto contrario que trata de disolver esas unidades y de hacerla regresar a su estado primigenio inorgánico.
Por otra parte, Freud en su concepto dualista sobre el instinto de la vida y el instinto de la muerte, se percata profundizando en sus estudios psicoanalíticos que existe cierta tendencia del individuo a autodestruirse, a lo que él denomina masoquismo o la internalización de la energía de la líbido, derivado de narcicismo o de la autodestrucción primaria, de igual forma sostiene que existe la tendencia del individuo de destruir a sus semejantes o al mundo exterior, como consecuencia de la líbido objetiva; es decir, cuando la líbido se dirige hacia el objeto externo constituyendo así el denominado narcicismo secundario o lo que Freud denomina sadismo.
Esta relación de conceptos explicada en su obra El malestar en la cultura. Cuando Freud habla del instinto de muerte desviado hacia el mundo exterior y que sale a la luz en forma de instinto de agresividad y destructividad. En las nuevas aportaciones el psicoanálisis habla de la autodestructividad, manifestación de un instinto de muerte que no puede faltar en ningún proceso vital. En la misma obra expone Freud su pensamiento de modo más explícito.
Nos vemos conducido a opinar que el masoquismo es más antiguo que el sadismo y que el sadismo es el instinto destructivo dirigido hacia el exterior, adquiriendo así la característica de la agresividad.
Sobre su concepción teórica respecto a las relaciones sociales de los individuos Freud plantea la tesis de que en el proceso de socialización un individuo buscará salida a sus deseos instintivos. Este proceso se llama desplazamiento. El desplazamiento es el mecanismo de defensa por la cual un individuo desplaza su hostilidad hacia otro, implica la búsqueda de una víctima propiciatoria. La psiqui se fija en los individuos sobre los cuales se puede desahogar el odio porque no cumplen con lo que se requiere en alguna esfera de la vida social; el individuo o los individuos sobre los cuales puede desahogar el odio porque no cumplen con lo que se requiere en alguna esfera de la vida social; el individuo o los individuos pueden no tener nada que ver con el destinatario básico de hostilidad.
Freud manifiesta que este mecanismo puede llevar a una batalla contra la injusticia, la pobreza de la discriminación practicada con los grupos minoritarios. Pero si la experiencia traumática ha sido excesiva, la sublimación puede no ser lo suficientemente efectiva como para permitir al individuo alcanzar objetivos aceptados socialmente por otros y emocionalmente por él.
Según el padre del psicoanálisis existen otros mecanismos en el individuo, que impiden que salga a flote la agresión. Estos mecanismos denomina: identificación, sustitución y compensación. El primero se reúne al odio inconsciente que tiene un individuo contra otro y que mediante este mecanismo se puede sublimar esta situación y evitar que el hijo odie a su padre o la madre odie a su madre. Mediante el mecanismo de la sustitución, los individuos pueden revelar su odio contra una figura distinta al prototipo, sin embargo, este será siempre más débil y de menos intensidad que el odio dirigido al objeto original. Por otro lado, la compensación tiene un alto valor social, ya que los individuo tienen ocupaciones exitosas o realizan actividades creativas con el fin de superar sus desventajas reales o imaginarias. Ver anexo 2
Según Freud, citado por Mussen y otros, "entre los monos, las interacciones de los iguales en la infancia y la niñez proporcionan al animal un repertorio de reacciones agresivas afectivas, así como de técnicas para hacer frente a los choques agresivos con otros". Algo semejante ocurre entre los humanos. La mayor parte de la agresión patente del niño tiene lugar durante el juego libre en la escuela o en los patios, unas veces más que durante las interacciones en el seno de la familia y los padres de todas las sociedades confían en los coetános de los niños par que los ayuden en la tarea de socializar la expresión de la agresión. Ver anexo 3
De acuerdo con una autoridad en materia de relaciones entre iguales, los niños especialmente los varones, aprenden muchas cosas a través de actividades desordenadas o irrestrictas con sus compañeros de edad que no podrían darse en la relación adulto-niño.
a. Técnicas efectivas de agresión: cómo golpear para defenderse y cómo hacer enojar a otra persona; b. controles de la agresión: cómo apagar la ira que uno siente y hacer resistencia a la tentación de atacar a otro… los niños pueden aprender reacciones agresivas adecuadas sólo en contactos con individuos que son sus coetáneos en tamaño y grado de desarrollo.
Desde el período de asistencia a la guardería, los iguales recompensan frecuentemente la conducta agresiva de un niño, así como ceden también a la agresión. Las observaciones naturalistas de niños de las guarderías muestran que las acciones agresivas, ataques corporales, ataques con objetos, invasión de territorio, son reforzadas frecuentemente por otros niños de la guardería, incluyendo entre éstos a las víctimas de la agresión.
Estas últimas refuerzan la conducta del agresor al ceder a sus deseos, de huir del conflicto, llorar o dar al agresor la prenda codiciada (un juguete, o un lugar en la fila). En interacciones posteriores, el agresor propende a producir las mismas respuestas (golpear o patear, por ejemplo) ante la víctima de nuevo. De esta manera, opina Morris y Bigge que "los iguales proporcionan un apoyo considerable al mantenimiento de conductas agresivas ya existentes". Y por consiguiente.
"…es poco probable que el ambiente de la guardería proporcione una base para la extinción de conductas agresivas en niños que ingresan a la escuela con dichas conductas ya bien establecidas y vigorosas".
De hecho, la guardería puede ofrecer un programa eficiente para aumentar la conducta agresiva de algunos niños. Muchos niños que eran pasivos o tan solo medianamente agresivos cuando ingresaron a la guardería se hicieron más agresivos durante el período de su asistencia a la misma.
Al principio, estos niños fueron blancos frecuentes de la agresión, pero llegó el momento en que contrataron y a veces sus contrataques tuvieron éxito (fueron reforzados); es decir, los agresores fueron derrotados o alejados y el niño se convirtió en víctima menos frecuente de las agresiones de los demás.
Subsecuentemente, comenzaron a iniciar acciones agresivas y su producción de tales respuestas aumentó significativamente. De tal modo, es verdad, como se quejan muchos padres, que sus hijos manifiestan mucha más agresión después de haber asistido a la guardería que antes del ingreso a la misma.
Sin embargo, niños que originalmente fueron pasivos y, además, no interctuaban con otros no mostraban aumentos significativos en las iniciaciones de agresión; tampoco lo hicieron los niños que no tuvieron éxito al contratacar las agresiones de sus coetáneos.
Quizás más potente que su reforzamiento de actos agresivos sea el papel de modelamiento de la agresión desempeñado por los iguales, ya que sus respuestas son observadas atentamente y fácilmente imitadas. El poder del igual modelo quedó claramente demostrado en un experimento en que se mostró a un grupo de niños de guardería una película de un niño modelo que producía muchas respuestas agresivas, como las de golpear con un bate a una muñeca inflada de plástico, lanzar contra la muñeca pelotas de plástico, pegarle con un mazo o golpearle la nariz.
La agresividad humana es el producto de un instinto alimentado por una energía biológica e inagotable que en muchas ocasiones no necesitaba de un estímulo externo para que se produjera una reacción violenta, sino que esta reacción podría producirse en la medida que hubiere suficiente acumulación de esa energía biológica, sin la necesidad de la presencia de un estímulo externo.
El hombre dice Freud, citado por Morris y Bigge (1989), crea los partidos políticos para hallar estímulos que le hagan soltar la energía acumulada, y no son los partidos políticos para hallar estímulos que le hagan soltar la energía acumulada, y no son los partidos políticos la causa de la agresión, pero en los casos en que no puede hallarse ni producir el estímulo externo, la energía del impulso agresivo acumulado es tan grande que reventará y se aplicará in vacuo, o sea sin estimulación externa demostrable.
La actividad en el vacío, realizada sin objeto, manifiesta una semejanza verdaderamente fotográfica con el funcionamiento normal de las acciones motoras de que se trate. Esto demuestra que las pautas de coordinación motora de la norma de comportamiento instintivo son determinadas por herencia hasta en los menores detalles.
Considera Freud que la agresión en el hombre adulto es el producto de un impulso interno que podía desencadenarse independientemente de que existiera o no un estímulo externo, capaz de provocar dicha conducta. En otras palabras nos dice que ese impulso o excitación interna es consustancial, es decir, independiente del estímulo.
La otra tesis que plantea el mencionado autor sobre la conducta agresiva, está relacionada con la conservación de la especie, la supervivencia del individuo y la preservación de la vida. Esta tesis sustentada en base a un mal que hemos heredado de nuestros antepasados, a través del tiempo y que se remonta al primer período de la edad de piedra, o a la aparición del Homo-Sapiens sobre la tierra hace más de 40 a 50 mil años A.C. por encima de todo nos dice, es más que probable el que la intensidad destructora del impulso agresivo, todavía un mal hereditario de la humanidad, sea la consecuencia de un proceso de selección intraespecífica que operó en nuestros antepasados durante unos cuarenta mil años aproximadamente, o sea el primer período de la edad de piedra.
Sobre lo expuesto encontramos un punto de coincidencia en los que Fromm denomina el modelo hidráulico; es decir, en que la agresión humana se origina igualmente que la presión del agua o del vapor cuando están dentro de un recipiente herméticamente cerrado y sometido a un intenso calor.
El conductivismo y el concepto de agresividad
Después de haber expuesto las teorías de los instintivistas, sobre el comportamiento agresivo en el ser humano, vamos a pasar a otros enfoques y tesis sobre el estudio de la conducta agresiva y que tiene base la experimentación, el razonamiento objetivo y mecanicista; es decir, un estudio hecho sobre la base de la ciencia, y al ingeniería del comportamiento.
Los conductistas tienen un concepto diferente de la conducta agresiva que los instintivistas Freud y Lorenz. Ellos manifiestan que la agresión, como cualquier tipo de comportamiento se aprende simplemente sobre la base de buscar la ventaja óptima posible para uno.
A Buss, (1961) señala, que los más importantes comportamientos agresivos es, ante todo la naturaleza de las consecuencias reforzadoras que afectan al acaecimiento y la fuerza de las reacciones agresivas, es decir, lo que importa es saber qué clase de reforzadores afecta al comportamiento agresivo.
Por otro lado B. Skinner (1961), como los demás partidarios del conductismo, afirman que su método de estudio es científico porque no tratan de lo visible, o sea el comportamiento declarado, para los conductistas, la conducta agresiva es producto de un aprendizaje previo que ocurre a través del condicionamiento operante y mediante el reforzamiento positivo.
Skinner, por ejemplo manifiesta que la respuesta de una conducta se debe al control de dicha conducta por medio de un condicionamiento operante, del mismo modo la respuesta agresiva se logra a través de un reforzador o de un estímulo que lo refuerza para Skinner un reforzador no es nada más que un estímulo que se refuerza; es decir, fortalece una respuesta a un estímulo reforzador es la conducta agresiva, y si queremos mantener esa respuesta simplemente reforzamos positivamente dicha conducta y tendremos un individuo agresivo u hostil frente a su ambiente, hasta que eliminemos el reforzador positivo.
Según Skinner, la conducta humana en general incluyendo la violenta está condicionada a otros reforzadores que él denomina reforzadores secundarios y generalizados. Estos reforzadores desarrollan su poder reforzante, cuando se presentan o se aplican junto al reforzador original; sin embargo, para que esto suceda, el estímulo discriminativo es para algunas respuestas.
Para comprender mejor la relación entre el aprendizaje previo y la conducta agresiva tendríamos que preguntarnos: ¿porque la gente se comporta agresivamente? según el condicionamiento operante, un individuo se comporta agresivamente, porque ha tenido un aprendizaje previo en algún momento de su vida o cuando se era pequeño que es cuando se empieza a moldear la personalidad del niño.
Encontramos en muchas ocasiones a niños que son estimulados conscientes o inconscientemente por adultos proyectándole a los mismos conductas violentas. Esta situación la encontramos con mucha frecuencia en el medio familiar y social; en los medios de comunicación fundamentalmente la televisión se observan con mucha frecuencia programas de mucha violencia que los niños perciben y repiten en su medio social.
En muchas ocasiones el medio familiar es hostil, se le castiga y se trata al niño con violencia, produciéndose un condicionamiento operante, mediante un esfuerzo que a su vez fortalece la conducta violenta, según los conductistas, la respuesta a un estímulo reforzador es la conducta agresiva; u sí deseamos mantener esa respuesta, simplemente reforzamos positivamente dicha conducta y tendremos un individuo violento hasta eliminar el reforzador positivo.
La Neurofisiología y el comportamiento agresivo
Los estudiosos de la neurofisiología manifiestan que el comportamiento agresivo es el producto de las estimulaciones que se producen en los diferentes sistemas y zonas subcorticales del cerebro humano.
Ellos han demostrado que las reacciones afectivas de la rabia y su correspondiente formas de conductas violenta se ha debido a la activación por estimulación eléctrica directa de diversas regiones como las amígdalas, la parte lateral del hipotálamo o alguna parte del mesoencéfalo y la materia gris central; y puede enhibirse estimulando otras estructuras como el tabique, la circunvolución del cígulo y el núcleo caudal. Por otro lado, la implementación de electrodos de bajo voltaje en alguna parte del cerebro humano permitió cambios significativos en el comportamiento.
W. Hess J. y J. Delgado, consiguieron demostrar que el comportamiento violento se origina de la estimulación eléctrica directa cierta parte del cerebro, y la inhibición de la agresión al estimular otras zonas.
Ello pudieron medir la actividad eléctrica de diversas partes del cerebro cuando los estímulos ambientales suscitaban emociones como la rabia, el miedo, el placer, etc. También pudieron observar los efectos permanente producidos por la destrucción de ciertas partes del cerebro, llevado a cabo por experimentos realizados tanto a animales como a humanos.
J. Delgado (1969), señala que:
…el aumento relativamente pequeño en la carga eléctrica de un electrodo implantado en no de los subestratos neurales de la agresión puede producir un súbito acceso de rabia incontrolada y asesina, a igual que como la reducción de la estimulación eléctrica o la estimulación de un centro inhibidor de la agresión puede detener esa agresión de un modo menos súbito.
Aunque Erich Homm tiene un enfoque diferente de lo que es la conducta agresiva; no deja de mencionar a los investigadores de la neurofisiología J.P. Scott y a Leonar Berkowitz, uno de ellos Scott que según Fromm hace alusión a que si una persona no está expuesta a la estimulación para el combate no sufrirá daños fisiológicos o nerviosos, porque nunca pelea. Por otra parte Brkowitz (1967) habla de un esquema de conexiones eléctricas de un estar siempre preparado para reaccionar agresivamente a ciertos estímulos, y no de energía agresiva que pueda transmitirse genéticamente.
A este respecto nos dice Erich Fromm (1980) que los datos que nos proporcionan los neurocientíficos, contribuyen a aclarar el concepto de un tipo de agresión conservadora de la vida, biológicamente adaptativa y defensiva, más adelante manifiesta que dichas teorías nos han sido útiles porque han podido demostrar que el hombre está dotado de una agresión potencial que se moviliza ante las amenazas a su interés vital.
Pero sin embargo, alude que ninguno de estos datos proporcionado por los neurofisiólogos está relacionado con la forma de agresión que caracteriza al hombre y que no comparte con otros mamíferos; su propensión a matar y torturar a otros sin ninguna razón, como un fin en sí un objetivo que se persigue no para defender la vida, sino deseable y placentero en si.
La mujeres son sensibles a las agresiones y la mayoría de las veces son ellas las agredidas, pues el sexo opuesto las somete a su voluntad.
Ante la agresión la mujer es capaz de emitir respuestas agresivas y se encuentran en una actitud defensiva constante, porque percibe el medio externo muy hostil y peligroso.
Sus agresiones generalmente son abiertas y de tipo verbal, aunque tampoco son menos frecuentes las agresiones físicas, pues siempre se siente en peligro y pierde el control.
En algunos casos, hay también dificultad para responder a las agresiones del exterior, esta incapacidad también favorece las respuestas explosivas, una vez que la carga de agresión hacia algo o alguien se ha acumulado.
Esta situación en la mujer se debe quizás a la forma en que es educada en el hogar.
6. Diferentes tipos de violencia
Evidentemente la violencia está presente en la vida real; es un hecho que no podemos soslayar. Se encuentra a nuestro lado; muchas veces en casa del vecino. Cada día hay seres humanos que son asesinados, torturados o maltratados. No podemos actuar delante de nuestros hijos como si la violencia no existiera, pues, en cualquier caso. Ellos siempre acaban descubriendo que la violencia existe realmente. Esto no significa, sin embargo, que tengamos que poner delante de sus ojos las más crudas imágenes de violencia, dejándolos solos frente a ellas.
La búsqueda de la violencia como diversión ha sido emprendida de manera especial en los Estados Unidos de Norteamérica. La cuestión que divide a los investigadores es la de saber si la violencia como diversión o distracción provoca o, por el contrario, disminuye la agresividad. Una escuela de psicología afirma que los individuos se vuelven menos agresivos después de haber visto, oído y leído relatos de violencia en los medios de comunicación (teoría de la catarsis). La escuela opuesta sostiene, en cambio, que los individuos se vuelven más agresivos después de tales relatos de violencia (teoría de la agresividad, de la estimulación o de la excitación). Actualmente, la mayor parte de los científicos, psicólogos, sociólogos, criminólogos, educadores aceptan como válida la segunda teoría.
La violencia puede ser presentada como justa y buena y también puede serlo como injusta y mala. Todo depende de las motivaciones que lleven a cometer actos de violencia.
La violencia, ¿ha sido practicada por los buenos o por los malos? Dicho de otro modo: ¿Qué se pretende? ¿que la violencia sea aprobada o rechazada por los espectadores o lectores? Un investigador se dedicó a contar el número de muertes producidas por los buenos y los malos, en las películas autorizadas para su exhibición durante un período de tiempo determinado y pudo constatar que los buenos habían matado a más personas que sus malvados adversarios.
Es necesario preguntarse qué criterios se aplican para definir el bien y el mal ¿Quién es el bueno, y quien el malo? Es el indio o el vaquero.
Los niños desfavorecidos: blanco principal
Se puede dividir al público en tres categorías, según el nivel de madurez real de los individuos.
Los niños y adolescentes con problemas aprecian más las películas de violencia y sobre todos las de una violencia más cruel y brutal, que los muchachos y muchachas estables y equilibrados.
Podemos ir todavía más lejos. Son precisamente los chicos que tienen poco contacto con su padre u otro hombre adulto, los que muy a menudo encuentran en los héroes de los telefilmes la imagen del padre, y un ídolo a quien admirar y a quien parecerse. Se ha comprobado también que, los jovencitos más inclinados a contemplar espectáculos violentos en la televisión, son aquellos que de algún modo se ven menos favorecidos desde el punto de vista social y que ya tienen tendencia a ser más agresivos que el promedio.
Para estos pequeños que inician la vida de modo poco favorable, la televisión es la escuela de la vida. La pequeña pantalla es su principal fuente de información sobre la manera de comportarse con los demás y de enfrentar sus propias dificultades. Ver anexo 4
Con frecuencia la televisión sugiere a los menores que la violencia es un medio para resolver los problemas. Además, en los medios de comunicación, la violencia da buenos resultados.
Ver Anexo 5
Los niños y adolescentes inestables y desfavorecidos son los que más aprecian la violencia, y los que también se dejan
influenciar en mayor grado por la que contemplan.
Desde luego que, los niños que se sienten solos, que están convencidos de que nadie se interesa por lo que ellos dicen y que carecen de confianza, están más marcados por la violencia que los que mantienen unas relaciones afectuosas y armónicas con sus padres con quienes pueden hablar prácticamente de todo, y con el resto de la gente.
Los efectos de la violencia
Desde que se llevan a cabo investigaciones sobre las cuestión, la opinión mayoritaria viene oscilando entre el hecho de que una confrontación permanente con violencia en la pantalla constituye un peligro y la constatación de que dicha confrontación puede suponer una descarga de las tendencias agresivas del espectador.
Este debate no es de hoy ni de ayer, pues refleja en muchos aspectos el conflicto entre Platón, que consideraba las piezas macabras como peligrosas para los espectadores y Aristóteles, apoyado mucho más tarde por la teoría de la ab-reacción de Freud, quien sostenía que tales experiencias podían constituir una catarsis, un medio de sembarazarse por poderes de los sentimientos inhibidos o que no conviene manifestar.
Sin embargo, después de numerosos estudios, investigadores de renombre han publicado sus conclusiones, según las cuales se confirma la teoría de la agresividad. Uno de los principales defensores de esta tesis es el doctor Suymour Fleshbach, quien se ha ido convenciendo progresivamente, a través de sus propias investigaciones, del carácter nefasto de la violencia en la televisión. Ver anexo 6
7. Conclusiones y recomendaciones
El estudio realizado permite formular las siguientes conclusiones:
1. La violencia existe y ha existido en la mayoría de las culturas, tanto en la realidad como reproducida o incorporada. 2. Suprimir la violencia de modo completo en los medios de comunicación ni es razonable ni deseable. 3. La agresión humana es el producto de un impulso interno que podía desencadenarse independientemente de que existiera o no un estímulo externo, capaz de provocar dicha conducta. 4. La personalidad puede variar de acuerdo al modelo cultural común a la sociedad a que se refiera; sin embargo, existe una unidad psíquica de la humanidad. 5. El sadismo corresponde a un componente agresivo del instinto sexual independizado y exagerado, y por desplazamiento usurpador de la posición principal
Después de haber emitido las conclusiones, presentamos las siguientes recomendaciones:
1. Es necesario que padres de familia y educadores comprendan la magnitud de la agresión, ya que un niño agredido, cuando sea adulto será agresor. 2. La agresión en el ser humano se debe a un impulso motivado por un estimulo externo, pero se debe enseñar a controlarlo. 3. Es necesario que los hogares controlen los programas que pueden ver sus hijos, ya que la mayoría de ellos están cargados de violencia y odio. 4. Se deben cultivar los valores, practicarlos, para que el niño de hoy que será el hombre del mañana no sea agresivo y no cultive la violencia dentro de su personalidad. 5. Es necesario que se deje comercializar la violencia y agresión a través de programas y videojuegos.
ARIAS, Manuel J. Diga no a la violencia en la televisión. Entrevista, El Centinela, 3, 1996.
BIGGE, Morris Bases psicológicas de la educación. Maurice P. Hun México Editorial Trillas, 1986.
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ENGELMEYER, Otto. Psicología evolutiva de la infancia y de la adolescencia. Buenos Aires, Editorial Kapelusz, 1982.
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