Las investigaciones de genealogía son el estudio de la filiación de los individuos y ubicarlos en el lugar que le corresponden dentro de su linaje, entendiendo por linajes una línea de hombres y sus hermanos que forman un grupo con relaciones duraderas. (López, 2002). Asimismo, Kottak (2007), sostiene que un linaje es un grupo de filiación unilineal que tiene una filiación demostrada de un antepasado común, los cuales pueden ser patrilineales (patrilinajes) y matrilineales (matrilinajes).
Sin duda, los estudios de genealogía han sido utilizados desde tiempos remotos por faraones, reyes, griegos y romanos; asimismo, en la antigüedad, estos estudios se convirtieron en un modo de realzar las personalidades importantes fallecidas y un modo de justificación de los ostentadores del poder para mantener el control sobre la sociedad. Durante el Medioevo europeo (siglos X al XV, concretamente) el acceso a la nobleza y, por consiguiente, al poder, era casi exclusivamente mediante el nacimiento en una familia noble, por lo que el reconocimiento del linaje o ascendencia era un aspecto muy importante en los círculos de poder o aquéllos que deseasen entrar en ellos.
En Europa Occidental, entre los siglos XVI y XVIII, se mantuvo el mismo interés por los estudios genealógicos tal como en la antigüedad, por lo que miembros de la nobleza se preocuparon por indagar sobre sus orígenes nobles; todo ello con el fin de mejorar y conservar sus memorias históricas, en algunos casos por vanidad y egos personales y por otro lado para reafirmar sus derechos al poder.
De igual manera, este interés utilitario de la genealogía se agudizó en el mundo colonial hispano concretamente entre los siglos XVII y XIX, por medio de documentos para ascender a dignidades o corporaciones de carácter militar, empleos o ingresar a la administración civil, con lo cual justificaban la ostentación de esos cargos públicos a través de un origen noble o alianzas con grupos de la elite; pues es pertinente recordar el rol de los nexos familiares y afectivos en las sociedades hispanas, en la cual las redes sociales: la familia –parentesco consanguíneo o político (suegros, cuñados, yernos)- los lazos afectivos (ahijados, padrinos, compadres…), la amistad, el clientelismo o el valimiento; la acción de gobierno se sustenta más en los individuos que en las propias instituciones, las relaciones o nexos entre ellos terminan dibujando inevitablemente "redes de poder"; su compleja dinámica, salpicada de dominaciones y dependencias estamentales, solidaridades y conflictos, es fiel reflejo de una realidad social polivalente y cambiante (Nava Rodríguez, 2001).
Lo anteriormente descrito denota uno de los elementos más destacables de la sociedad hispánica colonial –e incluso de la sociedad venezolana actual–, el cual habría sido difícil de identificar sin realizar un estudio genealógico y/o de parentesco, debido a que el estudio de las relaciones y de los grupos, examinados tradicionalmente bajo el aspecto del parentesco, resultan más fructuosos si los examinamos bajo el ángulo de la organización política (Balandier, 2001), o más extendidamente, de las redes de poder de la sociedad en cuestión.
En la actualidad, estos estudios han ido perfilándose a reconstruir procesos históricos que conservan la memoria de historias regionales y locales. Es importante señalar que se ha convertido para los historiadores en una metodología para fortalecer la historia social: "la ciencia genealógica conoce modernamente una profunda renovación…orientada funcionalmente al servicio de la historia social y de la historia general." (Morales, 2004:71).
La genealogía es una disciplina del conocimiento humano cuyo alcance hay veces son poco divulgados, quizás por intereses mezquinos. Se llega a la desinformación con respecto a los logros alcanzados, y por esto se dice en algunas ocasiones que la genealogía es un árbol donde se cuelgan los antepasados, en ciertos casos ilustres y que sirven solo para resaltar vanidades. En algunas sociedades, la situación es otra, en donde los estudios genealógicos tienen gran importancia, al extremo que un país como Australia ha establecido dicho estudio en todos los niveles de su sistema educativo (Primaria, Secundaria y Universitaria) como estudio de la familia.
En el caso venezolano, los aportes de la genealogía a otras ciencias que se han dado a conocer son de gran profundidad tales como en la medicina al comprobar el carácter hereditario de muchas enfermedades como la diabetes, presión arterial y la glaucoma entre otras.
En el caso de Derecho, es un herramienta para determinar quienes tienen derecho a una sucesión, como sucedió en el Estado Zulia con la muerte de Bernardo Morillo, quien dejó grandes extensiones de tierra por todo el norte de Maracaibo y el Municipio Mara y un numerosa cantidad de presuntos familiares, lo que dio paso a una investigación de sus familiares para determinar quienes tenían derecho a la herencia dejada.
El caso anteriormente mencionado es uno de los tantos ejemplos presentes en la región zuliana en donde se refleja la importancia de los nexos familiares, en la búsqueda de acceder a "redes de poder", en este caso económico. Donde se implican relaciones y estrategias familiares, amistad, compadrazgo, fidelidad, clientela y negocios dentro de un marco de la solidaridad, la asociación y la dependencia. A su vez, advierten de la importancia que este complejo entramado de relaciones y de recursos tiene en la organización de los negocios y el acceso del poder político (Berbesí, 2001).
En torno a los alcance, los expertos no se han puesto de acuerdo: para algunos es una ciencia auxiliar, para otros tiene personalidad epistémica propia. Sea cual fuere el caso, se puede afirmar que la genealogía no se agota en la filiación como se veía en el pasado, sino que se extiende a comprender noticias biográficas de miembros de la familia en estudio y su relación con la comunidad en la que se desenvuelve.
Contexto histórico (Siglo XIX-XX): La élite maracaibera después de 1830 y cambio de los ostentadores del poder
La élite local maracaibera de 1830 era básicamente la misma del período colonial, con muchos rasgos heredados de la organización del antiguo régimen y son descendientes de la aristocracia española, debido a que la estructura social local se mantuvo intacta durante el período de la independencia, y que la ciudad, así como su provincia, se mantuvieron prácticamente al margen de la contienda.
Títulos nobiliarios, distinciones militares y el prestigio colonial eran parte fundamental y eran símbolo de renombre en la vida de esta élite. Entre las familias más renombradas tenemos: los Acuña, González de Acuña, Andrade, Arocha, Baralt, Belloso, Celis, Días, Faría, García, Guruceaga, Jugo, Lossada, Luzardo, Muñoz, Ochoa, Ortega, Pirela, Pulgar, Saavedra, Urdaneta, entre otros (Nagel, 1969).
Durante la década de 1830, la élite tradicional se vio reforzada con la llegada contingentes de ingleses, franceses e italianos que vinieron en búsqueda de ampliar sus negocios y desarrollar actividades comerciales, aprovechando la apertura propiciada por la naciente república[4]
En un principio, los locales vieron con recelo a estos extranjeros, pero poco a poco estos últimos entrarían a formar parte de la sociedad marabina. Estos inmigrantes buscaban alcanzar cierto status social a través de enlaces matrimoniales con las hijas de notables maracaiberos. Con estos enlaces también buscaban acceder al poder político que detentaba la élite local. Apellidos como Harris, Cook, Mackay, D"Empaire, Berti, Hamilton, Penny, Wilson y Montovio (Nagel, 1969) formaban parte de este contingente.
Estos extranjeros logran, además establecer vínculos comerciales, de amistad y solidaridad con los notables maracaiberos con el fin de obtener mayor influencia sobre la región y así obtener mayor control sobre sus actividades mercantiles. Venezuela, a diferencia de otros países del continente como Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, no ofrecía unas condiciones favorables ni era atractivo para los inmigrantes europeos tras la precaria situación del país producto de la Guerra por la Independencia, conflictos frecuentes –caudillos–, poca organización de las instituciones públicas y un Estado nacional desarticulado; aunado la falta de una política coherente de atracción de inmigrantes[5]
A principios de la década de 1840, empieza a establecerse un nuevo elemento: los alemanes. Precedentes mayoritariamente de las zonas hanseáticas (sobre todo de Hamburgo) (Nagel, 1987), arriban a Venezuela, en un principio a Maracaibo, para desarrollar actividades comerciales y amasar fortuna. No es sin embargo, a partir de 1870 cuando el contingente de alemanes ya formaría un elemento influyente en la sociedad marabina, en donde tendrán una activa participación en el comercio de la zona de influencia de la ciudad (Lago y los actuales estados andinos).
La razón por la cual escogen la región marabina es porque, según se esgrimía en varios círculos sociales, vienen a recuperar lo que históricamente les pertenece por el tratado de los Welser; y el hecho de que fue Ambrosio Alfinger –un alemán– a quien es atribuida la fundación de Maracaibo en 1529[6]
Los germánicos rápidamente desplazarían a la élite tradicional de las actividades comerciales y, a raíz de esto entrarían en frecuentes roces; aún cuando ellos también buscaron establecer vínculos con los notables locales para así acceder al ansiado poder político; y les fue más difícil vincularse con la élite local ya que los ingleses y franceses los veían como una gran competencia por el control económico del circuito Agroexportador (Cardozo, 1991). No es de extrañar que, precisamente, los alemanes fueran los propulsores de la creación de la Cámara de Comercio de Maracaibo en 1890, en aras de unificar esfuerzos y organizarse como un grupo social con voz e influencia en la ciudad, demostrando la importancia de los germánicos en la vida comercial.
Poco a poco, los notables maracaiberos pierden terreno en lo económico frente a los extranjeros y se ven obligados a obtener cargos políticos para poder mantener el control sobre la Provincia, al menos político. Sin embargo, sobre todo a fines del siglo XIX, no era raro que notables establecieran alianzas con los comerciantes extranjeros, fundamentalmente para acceder a las riquezas y lujos, así como para poder tener un estilo de vida propio de la alta sociedad.
La élite maracaibera no era un grupo homogéneo, ni compartían intereses comunes, lo cual causó un conjunto de pleitos e intrigas entre ellos, en especial entre los dirigentes políticos y los comerciantes extranjeros; y difícilmente llegaban a acuerdos.
En esta élite se representaban redes de hombres unidos por vínculos muy variados, ya sea por parentesco, de compadrazgo, de clientela y de origen geográfico común. Se ha observado una alta incidencia de los matrimonios entre primos hermanos, sean éstos paralelos o cruzados en las distintas familias que conformaban la elite marabina del siglo XIX. Esto podría deberse a la búsqueda de mantener una "pureza" en la familia, en donde era preferible la endogamia entre los aristócratas que el matrimonio con personas de inferior condición social, con lo que garantizaban el linaje y preservaban el apellido. Normalmente, aunque no siempre, estas uniones endogámicas se realizaban entre primos cruzados.
Esta endogamia, visto desde la concepción actual de familia en occidente[7]también puede asumirse como una forma de resistencia de la aristocracia marabina a mezclarse con los inmigrantes ingleses, franceses y alemanes, en gran parte por miedo a perder prestigio que las familias locales habían ostentado durante años; sin embargo, poco a poco las familias marabinas irían aceptando a esos comerciantes extranjeros en miras de mejorar su situación económica y de acceder al comercio nacional e internacional
En el campo político, se presentaron dos partidos o bandos: los "Campesinos" y los "Tembleques". Los primeros, acostumbrados a la dirigencia local y a dominar los destinos de la provincia, eran de corte conservador; mientras los segundos, militares y caudillos apadrinados por Páez, favorecían una mayor centralización del poder y buscaban obtener una cuota de participación en los dominios de la provincia.
Cabe destacar que la polarización y distanciamiento de estas facciones regionales son análogos al proceso vivido por los conservadores y liberales, si tomamos en cuenta que en 1835 se produce una ruptura entre los partidos capitalinos, así como el inicio de hostilidades entre "Campesinos" y "Tembleques" en la lucha por el afianzamiento del poder.
A pesar de sus diferencias, estas facciones sentían una gran admiración hacia Páez, quien ejercería una sutil influencia sobre los dirigentes políticos maracaiberos y de otras regiones del país hasta la década de 1860. Esto hace suponer que ambos partidos apoyaban la república y no llegaron a manifestar deseos autonomistas por convicción, sino la mayoría de las veces por oportunismo.
a) Maracaibo durante los inicios del Siglo XX
Maracaibo, a principios del siglo XX, fue el centro de comercio de toda la región del Lago de Maracaibo, así como de la región andina venezolana y parte del departamento colombiano de Norte de Santander. Toda la producción proveniente de las mencionadas regiones llegaban al puerto de Maracaibo y de éste partía hacia Nueva York, Marsella, y –especialmente- a Curazao (Cardozo, 1998), constituyéndose una especie de Hinteland (Cardozo, 1991). Este Hinterland se dio principalmente por el aislamiento geográfico de la hoya del Lago de Maracaibo con respecto al resto del país y la inestabilidad política de Venezuela durante el siglo XIX.
Estas condiciones hicieron de Maracaibo, en especial a fines del siglo XIX, un puerto próspero y la consiguiente aparición de centros educativos, entre ellos La Universidad del Zulia (1891). Todo ello propició la aparición de un grupo activo de intelectuales en la región quienes dejaron una impronta en el modo de vida de la ciudad. Entre ellos podemos mencionar: Francisco Eugenio Bustamante, Manuel Dagnino, Rafael López Baralt, Francisco Ochoa, entre otros (Parra, 2002). Muchos de estos intelectuales provenían de las élites o se vinculaban a ellas a través de matrimonios y alianzas de compadrazgo.
En cuanto al comercio, Maracaibo se vio favorecida por el cobro de impuestos y venta de materias primas y mercancías provenientes de los Andes y Norte de Santander, en especial por el café, principal rubro de exportación nacional hasta 1936 cuando es superado por el petróleo.
Hasta bien entrado el siglo XX se encontraban instaladas en la ciudad compañías o casas comerciales que se encargaban de vender la producción y embarcarla a puertos en el exterior; entre las cuales se mencionan. Minlos Breuer & cía.., Blohm & cía., Van Dissel Thies & cía., Cabrera y Luciani, H.L. Boulton Jr. y cía., D"Empaire & cía., Henríquez & cía., entre otros (Parra, 2002:91). Todas estas compañías estaban coordinadas y agrupadas en la Cámara de Comercio de Maracaibo, fundada en 1878 pero activa desde 1894 (Cardozo, 1998).
El cierre de La Universidad del Zulia (1903), la cesión del corredor de Palmarito al Estado Mérida (1904) y otras políticas no aminoraron el paso del dinamismo de Maracaibo. La construcción de la carretera trasandina significó que la producción de la región andina se dirigiese directamente a Caracas, desmontando así el circuito agroexportador.
La actividad intelectual se vio reducida, mas no aminorada tras el cierre de la universidad y la falta de apoyo por parte de las fuerzas sociopolíticas zulianas las cuales no aceptaron del todo el programa transformador. Sin embargo, en la década de los "30 resurge el movimiento intelectual y se retoma el programa transformador de la universidad, lo que propiciaría, dieciséis años después, la reapertura de la Universidad del Zulia bajo la rectoría de Jesús Enrique Lossada (Ortín, 2004). En este sentido:
La Universidad del Zulia representó para los zulianos una institución que proyectó la energía y la sinergia de su pensamiento en toda la comunidad marabina. Este intercambio estaba concebido como una luz que de forma natural se ubicó en los escenarios económicos, políticos, literarios y científicos para demostrar el trabajo tesonero de la región (Ortín, 2004:179).
Sin embargo, el hecho que marcó para siempre el rumbo de la vida marabina fue la iniciación de la explotación petrolera en la década de los "20. Numerosas transnacionales se presentaron en la región para operar las concesiones petroleras. Los cambios sociales en la ciudad no se hicieron esperar: de 70.000hab. en 1920 a 140.000hab en 1926; la llegada masiva de inmigrantes procedentes de los Andes, Falcón y Margarita; el flujo de capitales que dinamizó la economía y el consiguiente aumento del nivel de vida de la población.
El rol de los comerciantes ya no era el de vender materia prima al exterior, sino comprar mercancía y revenderla en el mercado local marabino, transformándose así en casas de importación.
Genealogía del apellido Lossada
- a) Códigos y normas
Hay que considerar que los símbolos que se presentan abajo no han sido reconocidos de modo oficial por la comunidad científica, entre otras cosas, por la gran diversidad de sistemas de parentesco que demandan flexibilidad a los sistemas de notación. Sin embargo, son de uso más o menos común en todos los trabajos que abordan el parentesco.
Ilustración 1: Normas de representación de los sujetos
Ilustración 2: Normas de representación de los lazos de parentesco
- b) Teoría de la alianza
Ilustración 3: Representación gráfica del átomo de parentesco, según la propuesta de Claude Lévi-Strauss. El género masculino es simbolizado con un triángulo, y el femenino, por un círculo. La descendencia, de género indistinto, es representada con un cuadro.
La teoría de la alianza, también llamada teoría del intercambio generalizado, es el nombre dado en la antropología a un método estructuralista de análisis de las relaciones de parentesco. Tiene sus orígenes en el libro Las estructuras elementales del parentesco, escrito por el antropólogo y filósofo francés Claude Lévi-Strauss en 1949. La teoría de la alianza está opuesta a su par funcionalista propuesta por A. R. Radcliffe-Brown, conocida como teoría de los grupos de filiación. La teoría de la alianza ha orientado buena parte de los trabajos de la antropología social francesa sobre el parentesco, sobre todo hasta la década de 1980, y tuvo resonancia en otros campos del análisis social, incluidos el psicoanálisis —que comparte con la antropología estructuralista el interés en la universalidad del tabú del incesto—, la filosofía y la filosofía política.
Para los partidarios de la teoría de la alianza, el lazo elemental del parentesco es el de la alianza entre un hombre y otro al que ha cedido los derechos sobre el poder reproductor de su propia hermana.
En el caso concreto de la sociedad marabina de fines de siglo XIX y principios del XX, una de las maneras de fortalecer y ampliar el entramado clientelar es por la vía matrimonial. El matrimonio condicionaba la vida personal y la acción social de los individuos. Se asume como hecho económico, social, y político fundamental en la articulación de dichas sociedades. Por esta vía se pretendía sellar alianzas políticas, financieras y/o comerciales fundamentales en el ejercicio del poder.
c) Apellido Lossada[8]
Este apellido es considerado uno de los más antiguos y distinguidos en la genealogía hispanoamericana. De origen visigótico, este apellido, durante la edad media estuvo ligado al de Quiroga, e incluso se utilizaban indistintamente. En Venezuela, se establecen dos ramas de esta estirpe: una llega con Don Diego de Losada[9]La rama que se estableció en Maracaibo llega a dicha ciudad a fines del siglo XVIII directamente de España, siendo el primero don Fernando Lossada y Noboa, quien llegó viudo y se establece como Alcalde Ordinario de esta ciudad.
Fernando Lossada y Noboa contrae nupcias en Maracaibo con Josefa Nicolasa Antúnez Pacheco y Campos de Pineda[10]en 1770, fueron los padres de: Juana Francisca de Paula Simona, María Josefa Evangelista, Juan Antonio José Evangelista, María Tomasa, José Rafael, y Joaquina Josefa Ana María de la Ascensión del Carmen Lossada y Antúnez. (Ver ilustración 4)
Juan Antonio José Evangelista Lossada y Antúnez (1779-1855) se casa el 9-01-1797 con María Luisa Gutiérrez de Celis y Pirela[11]y fueron los padres de: José Demetrio, María Tomasa, Manuel José Celestino, Juan Antonio de la Encarnación, Fernando José, Francisco María Eugenio, José Joaquín Ricardo Miguel María, María del Pilar, Micaela, María Dolores, José de Jesús, y María del Rosario Lossada y Celis. (Ver ilustración 5)
Manuel José Celestino Lossada y Celis[12]contrae nupcias con Dámasa Rodríguez de Cárdenas y Lossada[13]primos hermanos, fueron padres de: Eudoxia, Miguel, Georgina, Carolina, Adelaida, Manuel, Victoria y María Luisa Lossada y Rodríguez. (Ver ilustración 6)
Fernando José Lossada y Celis[14]contrae nupcias con María Trinidad Guitiérrez de Piñeres y Narváez[15]fueron los padres de: Fernando Catón y Juan Antonio Lossada Piñeres. (Ver ilustración 7)
Fernando Catón Lossada y Piñeres se casa el 25-8-1858 con su prima hermana María Luisa Lossada y Rodríguez, fueron padres de María Luisa Lossada Lossada. (Ver ilustración 8)
Maria Luisa Lossada Lossada nació el 03-1-1860, hija de Fernando Catón Lossada Piñeres y María Luisa Lossada y Rodríguez, estos últimos fueron primos hermanos. Poco se sabe de esta dama, quien se dedicó a la docencia en distintas partes del Estado Zulia y tuvo el 15-7-1892 a Jesús Augusto Enrique del Carmen Lossada, quien sería el primer Rector de La Universidad del Zulia en su reapertura en 1946, abogado, filósofo y filólogo. Se asumió a Jesús Enrique como hijo natural, pues se decía que su padre fue un sacerdote, pero por la conservadora conciencia social de Maracaibo de fines de siglo XIX deja la paternidad de Lossada en un misterio.
Queda claro que la familia Lossada formó parte de la elite marabina de fines del siglo XVIII y gran parte del XIX. Se observa que los Lossada buscaban alianzas con las distintas familias del círculo de poder marabino a través de enlaces matrimoniales y compadrazgo. Estos enlaces matrimoniales se realizaban casi exclusivamente con personas de la elite; y en muchos casos, si era necesario se enlazaban entre parientes, probablemente en búsqueda de mantenerse dentro de los círculos sociales, aunque también quizá para mantener la integridad del apellido, para no desaparecer.
Hechos que marcaron a esta familia, de manera permanente fueron: el nombramiento de Fernando de Lossada Noboa y Boan como alcalde ordinario de Maracaibo, función que ejercería hasta su muerte. Otro hecho que marca es la unión matrimonial con comerciantes extranjeros. En un principio con franceses –Fourastié, por ejemplo–, y a fines del siglo XIX con alemanes –von Jess, Matthyas, Nagel, Strasser, entre otros–, tendencia común entre la elite maracaibera, en parte para acceder al poder económico y también para mantener el prestigio a escala local a través de los recursos económicos de estos comerciantes. También destaca la preferencia de profesiones y oficios de alto prestigio para la época: militares hasta mediados del siglo XIX, académicos y médicos posteriormente.
Dentro de esta familia, cuatro personajes se destacan especialmente, debido a su huella dejada tanto en la sociedad maracaibera como a escala nacional, dejando su marca en las páginas de la historia. Los personajes en cuestión son:
Fernando de Lossada Noboa y Boan: Alcalde ordinario de Maracaibo a fines del siglo XVIII, así como ser el primer Lossada en establecerse en dicha ciudad.
Juan Antonio José Evangelista Lossada y Antúnez: Prócer de la independencia, quien participaría en la Batalla de Carabobo.
Juan Antonio Lossada Piñeres: En principio militar, posteriormente se destacó en la faceta intelectual zuliana con la publicación de biografías de ilustres, entre ellas sobre Rafael María Baralt, y numerosos trabajos sobre la historia zuliana, así como de política y derecho. Muchos compararon la trascendencia de éste con la del mismísimo Baralt.
Jesús Augusto Enrique del Carmen Lossada: Primer rector de la Universidad del Zulia, cuya vida y obra se ahondará más adelante.
Biografía del Dr. Jesús Enrique Lossada
Nace en Maracaibo, un 15 de julio de 1892. Escritor, abogado, educador y político. Hijo de María Luisa Lossada Lossada, con quien tendría una relación especial durante el resto de su vida. Esta mujer nace el 3 de marzo de 1860, hija de Fernando Catón Lossada Piñeres y María Luisa Lossada y Rodríguez, estos últimos fueron primos hermanos[16]Si bien Lossada tiene ascendencia de la elite marabina del siglo XIX, pasó sus primeros años en condiciones económicas precarias, con sólo el sustento del magisterio que ejercía su madre (Borjas, 1966).
Inicia sus estudios de primaria en el colegio Federico Valbuena Ávila (1906) y los de secundaria en el Colegio Federal de Varones de Maracaibo (1909) donde recibe el grado de bachiller en filosofía (1912). En 1916, escribe el drama La ley, premiado en los Juegos Florales de Cumaná. Inicia estudios de derecho por correspondencia en la Universidad de Los Andes, mientras desempeña labores docentes en el Colegio Federal de Varones de Maracaibo (1917).
Fundador de las revistas Principios y Psiquis y redactor de la revista Orto (1919), publica en 1918 su poemario Madréporas. Graduado de doctor en ciencias políticas en la Universidad de Los Andes, es designado juez del distrito Maracaibo (1921-1923); juez de primera instancia en lo Mercantil y Civil y miembro accidental de la Corte Suprema de Justicia del estado Zulia (1923-1925), publica, en 1927, un segundo poemario El reloj de los girasoles. Nombrado director del Colegio Federal de Varones donde crea y dirige la Escuela de Ciencias Políticas (1930), es confirmado en el cargo al ser transformado el colegio federal en liceo (1936).
Es nombrado Presidente del Concejo Municipal del distrito Maracaibo durante el período 1936-1937, es elegido diputado por el estado Zulia al Congreso Nacional por los años 1937-1940 y publica, en 1938, su libro de cuentos La máquina de la felicidad. En 1945-1946, participó en la redacción de la Constitución y el Estatuto Electoral, después de lo cual fue electo presidente del Consejo Supremo Electoral (1946). Designado rector de la Universidad del Zulia, reabierta en 1946, después de haber sido clausurada durante más de 40 años. Senador por Acción Democrática por el estado Zulia en la Asamblea Constituyente (1947). Es considerado como uno de los más destacados valores literarios zulianos del siglo XX. Masón en grado 18. Muere en Maracaibo un 28 de junio de 1948, a los 55 años de edad.
El Intelectual y La Universidad del Zulia
Durante la década de 1920, existía un liderazgo con inquietudes políticas centrado en Maracaibo, entre los cuales se nombran: Valmore Rodríguez, Isidro Valles, Ely Saúl Rodríguez, Jesús Enrique Lossada, Manuel Noriega Trigo, Gabriel Bracho Montiel, entre otros (Urdaneta, 2000) quienes:
Formaban un grupo social con relativamente fácil acceso a las ideas y corrientes políticas de la época. Económicamente eran más independientes que los campesinos y obreros, en general vivían del sustento familiar o de realizar actividades intelectuales menores (Velásquez, citado por Urdaneta, 2000).
En sus funciones como director del Colegio Federal de Varones, Lossada ejerció una influencia determinante en la formación de futuros líderes en la vida intelectual y política en el Zulia, entre ellos: Olga Luzardo, Ángel Emiro Govea, Pedro Barboza de la Torre José Martínez Pozo, Gabriel Bracho Montiel, entre otros (Urdaneta, 2000). También tras su gestión, logra la elevación del Colegio a Liceo, fundándose así el "Liceo Baralt" bajo las características con las que actualmente se le conoce. Asume la dirección de esta institución hasta que fue nombrado rector de La Universidad del Zulia.
En la formación de la Escuela de Ciencias Políticas (1930), Lossada empieza a cimentar las bases de la reapertura de La Universidad del Zulia en 1946.
Entre 1937 y 1940 fue diputado del Congreso Nacional por el Estado Zulia, en donde luchó por la reapertura de la universidad, la cual logró en 1946; tras esto fue nombrado rector. En ella, además de ejercer sus funciones de rector, estuvo a cargo de la cátedra filosofía del derecho. Tras su gestión se crearon los laboratorios, la revista, el orfeón, la ampliación del edificio, pero más que todo, sirvió de un ejemplo de constancia para unos inicios tan duros.
El Dr. Jesús Enrique Lossada en su laberinto
Mucho se sabe sobre la vida y obra de Jesús Enrique Lossada, en cuanto a su vida pública y aportes a la reapertura de la Universidad del Zulia –de hecho, es una especie de héroe en la mencionada casa de estudios–; pero poco se sabe sobre su vida privada, y lo poco que se conoce ha sido gracias a exhaustas investigaciones.
Uno de esos aspectos hasta no hace mucho cubiertos era la paternidad de Lossada. Si bien desde un principio se asumió que era el hijo natural de María Luisa Lossada Lossada, la paternidad del intelectual se mantuvo en un misterio. En investigaciones de parentesco, el su mayoría, solo se alude a la ascendencia de su rama materna y casi siempre se omite la rama paterna. En una época donde las relaciones incestuosas eran condenadas y la maternidad soltera era mal vista, es de suponerse esa situación para Lossada. Mucho más aún si el padre fuese un sacerdote, que también se presume padre de cinco hijos más[17]
Las diversas fuentes hacen suponer una precaria situación económica en el hogar de María Luisa Lossada Lossada, a pesar de su ascendencia "aristocrática"[18] y una infancia relativamente acomodada que pudo haber tenido ésta. Posiblemente, el hecho de quedar como madre soltera haya sido objeto de condena por parte de su familia, y su núcleo familiar la haya rechazado por ello. Se presume que la familia Lossada Lossada (Fernando Catón y María Luisa madre) hayan perdido influencia económica en el transcurso del tiempo y María Luisa (hija) se dedicase a la docencia antes de que Jesús Enrique naciera. Sin embargo, María Luisa desaparece de la vida pública por un tiempo junto con su vástago, en gran medida por la vergüenza de ser madre soltera a fines del siglo XIX (Nagel, 2007).
El rechazo familiar no sería permanente; pues se observa, por ejemplo, que Jesús Enrique Lossada tuvo contacto con familiares, de hasta tercer y cuarto grado, tal como Eduardo Mathyas Lossada[19]primos terceros, quienes no solamente comparten una relación familiar, sino también una amistad y apoyo en la vida intelectual de ambos. De hecho, Emilia Lossada inscribe a Eduardo en el colegio Federico Valbuena Ávila por la cercanía a su hogar y porque ahí estudiaba Jesús Enrique, un "familiar", quienes de hecho se la llevaron bien e incluso ejercen sus labores de abogado juntos y compartieron gran parte de su vida intelectual (Olivares, 1981).
Esta estrecha relación duraría hasta el día de la muerte de Lossada, y donde la sociedad marabina los consideró como primos. Mathyas es nombrado Coordinador Social de Cultura de La Universidad del Zulia mientras Jesús Enrique fue rector e incluso sucedió a éste después de su muerte (ídem), en parte cumpliendo, ya sea con un acto de confianza o con un deber moral para con su familiar y su compañero de confianza, incluso más allá de sus capacidades para el ejercicio del cargo, situación frecuente en países en desarrollo (Fox, 1972).
Según Fox (1972) cualquiera que sea el grado de intensidad en que se utilicen los vínculos de parentesco para forjar la unidad social, hasta ahora ninguna sociedad ha podido basarse sin un mínimo irreductible de relaciones sociales basadas en el parentesco.
Consideraciones finales
El apellido Lossada se considera como uno de los más antiguos y distinguidos en la genealogía hispanoamericana. El primer Lossada que llegó a Maracaibo a fines del siglo XVIII no tardó en hacerse un lugar dentro de la elite marabina de la época y dejar vasta descendencia.
Títulos nobiliarios, distinciones militares y el prestigio colonial eran fundamentales y los símbolos y significados de las alianzas dentro de estos círculos sociales. Estos grupos buscaban, a través de los enlaces matrimoniales y alianzas de compadrazgo, acceder a las familias aristocráticas y expandir sus dominios comerciales y sociales. Era común el enlace de las familias de la alta sociedad de Caracas con aquéllas del interior del país, en donde ambos grupos salían beneficiados: los centrales ampliaban sus dominios a otras regiones, mientras que los del interior accedían al mercado caraqueño e internacional.
Otra tendencia observada fue el concepto de clase que esta elite tenía; pues era muy infrecuente el matrimonio entre éstos con personas de clase inferior, por lo que era preferible la endogamia entre los aristócratas, con lo que garantizaban el linaje y preservaban el apellido. Normalmente, aunque no siempre, estas uniones endogámicas se realizaban entre primos cruzados.
Maracaibo, a principios del siglo XX, fue el centro de comercio de toda la región del Lago de Maracaibo, así como de la región andina venezolana y parte del departamento colombiano de Norte de Santander. Esta situación propició la afluencia de casas comerciales inglesas, francesas y, posteriormente, alemanas, con el consiguiente contingente de extranjeros que buscaban dejar su impronta en la región.
Estos extranjeros buscaban establecer alianzas con la elite para obtener status y posiciones ventajosas para el comercio. Por su parte, la elite local buscaba consolidar una posición comercial favorable a través de los enlaces con estos extranjeros; pues es pertinente resaltar que muchos de la alta sociedad marabina gozaban de prestigio y de apellidos de renombre; no necesariamente buena posición económica.
La familia Lossada representaba la típica familia de las clases altas marabinas, matrimonios. Alianzas y tabúes propios de la región de fines del siglo XIX y principios del XX no eran ajenos a este grupo familiar. Muchos de ellos se dedicaban a las profesiones y oficios de "prestigio" de su época (militares, intelectuales se veían con frecuencia) y establecían alianzas de matrimonio y compadrazgo con comerciantes extranjeros establecidos en la ciudad, en un principio franceses y posteriormente, en mucha mayor medida, con alemanes.
Mucho se sabe sobre la vida y obra de Jesús Enrique Lossada, en cuanto a su vida pública y aportes a la reapertura de la Universidad del Zulia –de hecho, es una especie de héroe en la mencionada casa de estudios–; pero poco se sabe sobre su vida privada, y lo poco que se conoce ha sido gracias a exhaustas investigaciones.
Anexos: Árbol genealógico
Ilustración 4: Familia Lossada y Antúnez
Referencias
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Autor:
Adeyro Colina
Julio García Delgado
[1] Una versión preliminar de este trabajo y parte de sus resultados han sido presentados en: Esbozo de estudio genealógico: Alianzas, enlaces y formas de vida en Maracaibo del siglo XX, ponencia presentada en el IX CONGRESO DE HISTORIA REGIONAL Y LOCAL. ENCUENTROS Y DESENCUENTROS CON LA MEMORIA Maracay, del 23 al 25 de noviembre de 2006.
[2] Vínculo por consanguinidad, afinidad, adopción matrimonio u otra relación estable de afectividad análoga a ésta. Unión, vínculo o liga que tienen las cosas. (DRAE, 2001).
[3] El Nuevo Testamento inicia, precisamente, con la genealogía de Jesús desde Abraham, pasando por David, para dar a conocer que Jesús era hijo de David y, a su vez, hijo de Abraham. Numerosas referencias en el Antiguo Testamento sobre los orígenes de los personajes descritos denotan la importancia que los judíos le atribuían –y atribuyen- a la ascendencia familiar, siendo la más importante el reconocerse el pueblo judío como descendientes de Abraham. Jehová recompensó a Abraham con una gran descendencia (judíos, árabes) por la fidelidad del último hacia el primero.
[4] Un ejemplo de esta apertura sería la Ley de Libertad de Cultos, promulgada en 1834. Esta ley si bien permite la libertad de cultos, también se establece la religión católica como la oficial del Estado. Esta ley fue promulgada con la intención de convertir a Venezuela en un polo de atracción para los inmigrantes europeos, que en su mayoría profesaban religiones protestantes. También se debe destacar la presión ejercida por las factorías comerciales inglesas, francesas y, posteriormente, alemanas para la promulgación de dicha ley.
[5] Excepciones a esta situación podrían ser, precisamente, la de los comerciantes ingleses, franceses y alemanes –quienes sólo se relacionaban con las clases altas–; y los inmigrantes alemanes instalados en la Colonia Tovar; y estos últimos, sin embargo, se mantuvieron aislados de la vida sociopolítica del país hasta bien entrado el siglo XX.
[6] Esta idea cobra su punto máximo a partir de 1870, con la consolidación del Estado Alemán, bajo el mandato del Káiser Guillermo I, en busca de colonias para la obtención de la materia prima. Alemania tenía un aparato industrial mayor que el de Inglaterra, pero sin posesiones coloniales. Diferentes obras políticas y filosóficas de la Alemania del siglo XIX y principios del XX –Hegel, Nietzsche, Marx, entre otros– frecuentemente denotan un nacionalismo exacerbado que exige a los alemanes trabajar para ser un imperio colonialista; y otras obras que criticaban el papel de ese país en el reparto colonial en África. Entretanto, se decidió copiar la estrategia británica y francesa en lo que se refiere a la instalación de factorías comerciales en América Latina, con el fin de garantizar el abastecimiento de materias primas. Incluso, tras el bloqueo a las costas venezolanas por parte de las potencias europeas en 1902, el Estado Venezolano iba a pagar la deuda con Alemania con la cesión de la Isla de Margarita a este país europeo, lo que habría permitido la presencia alemana en América. Sin embargo, Estados Unidos, aplicando la “Doctrina Monroe”, intervino rotundamente para evitar a toda costa la cesión de dicha isla.
[7] La endogamia es la reproducción entre parientes de sangre, frecuente en grupos de pueblos que viven aislados (valles de montaña, islas). Con ellos se produce frecuentemente la reunión de factores hereditarios enfermizos, que reducen la vitalidad y provocan con frecuencia la aparición de enfermedades hereditarias latentes. La endogamia estrecha entre parientes próximos es incesto. Es además el casamiento dentro de un grupo social; entre los pueblos primitivos, dentro del pueblo o de la tribu. Especialmente difundida en órdenes sociales con una estructura similar a la de las castas ( A. Álvarez de L. y J. Álvarez de L., 1986)
[8] Para efectos de este trabajo, las fuentes de información para la elaboración del árbol genealógico se recurrió al texto “La familia Lossada en Maracaibo (personajes, lugares y anécdotas)”, de Kurt Nagel von Jess, estudio sobre la mencionada familia y su presencia en Maracaibo. En este caso, se hará referencia a la ascendencia directa de Jesús Enrique Lossada. Las ilustraciones se ubicaron al final del texto.
[9] Ríonegro del Puente (España) 1511 _ d. 1569 Conquistador. Fundador de Santiago de León de Caracas, luego de los primeros intentos de Francisco Fajardo. Hijo de Álvaro Pérez de Losada y de Catalina de Osorio. Como la mayoría de los jóvenes españoles de su época, a él lo movió el interés de conocer el Nuevo Mundo y es así como se le ve entre los que vienen a estas tierras en plan de conquista y de colonización. En 1533, se encuentra en Puerto Rico; con su compañero de viaje Pedro de Reinoso, se incorpora a las huestes de Antonio Sedeño quien se disponía a expedicionar por el río Meta en busca de riquezas. Losada y Reinoso llegan a Maracapana y recorren regiones vecinas hasta julio de 1536 cuando llega Sedeño con sus huestes y parten hacia los llanos, tierra adentro. Sedeño, arbitrario y cruel, se había granjeado la enemistad de los moradores de los lugares. En El Tocuyo fue regidor y también alcalde e hizo varias salidas para imponer la autoridad real, como en 1553 cuando va a Buría a someter al rey Miguel. Su esposa Catalina de Rojas le dio varios hijos de quienes descienden los Losada de El Tocuyo. En 1565, el gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, Alonso Bernáldez de Quirós (1561-1562; 1564-1566) lo designó para que realizara el sometimiento de los caracas, empresa en la cual habían ya fracasado Francisco Fajardo, Luis de Narváez, Juan Rodríguez Suárez, el propio gobernador Bernáldez de Quirós y Gutierre de la Peña. Pero otras versiones señalan que volvió a El Tocuyo y a sus tierras de Cubiro. No existe precisión del año de su muerte: unos indican el de 1569, otros 1570. (Fuente: Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar)
[10] Nacida el 24 de marzo de 1755, hija legítima del Capitán Nicolás José Antúnez Pacheco y de la Cruz y Velasco y de Ana María de Campos y Pineda.
[11] Muerta el 20-10-1843, hija legítima del Teniente Luis Manuel Gutiérrez de Celis y de la Colina Peredo y de Micaela Pirela y Sánchez de Agreda.
[12] Nació el 06-4-1801.
[13] Hija legítima de José María Rodríguez de Cárdenas y González de Acuña y de Juana Francisca de Paula Simona Lossada y Antúnez.
[14] Maracaibo, 08-10-1805, Honda (Colombia) enero de 1855. Prócer de la Independencia venezolana. A los 15 años su padre lo envió a juntarse con el Ejército Libertador y sirvió en el Batallón Granderos de la Guardia, en el Estado Mayor de Venezuela, en el Batallón Vargas, en el Batallón Pichincha, en el Estado Mayor del Magdalena, de Sargento mayor en la Plaza de Cartagena, de Jefe instructor el Batallón Guardia Nacional de Cartagena. Hizo las campañas de Venezuela en 1820, 1821,1822 y 1823; la de Azuay y Guayaquil en 1829. Se halló en los tres sitios de Puerto Cabello.
[15] Nacida en Cartagena (Colombia), hija legítima de José Germán Gutiérrez de Piñeres y Cárcamo, prócer de la Independencia neogranadina.
[16] Tras un estudio inicial, se ha observado la alta incidencia de los matrimonios entre primos hermanos, sean éstos paralelos o cruzados en la familia Lossada, al igual que en gran parte de la elite marabina del siglo XIX.
[17] Nagel comenta ampliamente sobre este hecho, en donde se vincula a Jesús Enrique Lossada con Rafael Rincón González. El padre de este último es hijo natural, presuntamente de José Francisco Tomás Urdaneta Urdaneta (1843-¿?), cura párroco de la Iglesia de la Inmaculada o Santa Bárbara. Nagel también menciona al Prbo. José Ramón Urdaneta, pariente de Rafael Rincón González. Por los tabúes de la época y el recelo en torno a la figura de Lossada, poco se ha avanzado en cuanto a la paternidad de este personaje.
[18] Recordemos que María Luisa Lossada Lossada es nieta de Fernando Lossada y Celis, prócer de la independencia y uno de los militares más influyentes en Venezuela durante la primera mitad del siglo XIX. Lossada y Celis es, a su vez, nieto de Fernando Lossada y Noboa, alcalde ordinario de Maracaibo en los últimos años del siglo XVIII.
[19] Maracaibo 4-10-1898_26-02-1969. Hijo de Emil Mathyas, comerciante de origen alemán, y de Emilia Lossada. Poeta, intelectual y persona influyente dentro de la cultura marabina. Tras su primer año de vida, su progenitor muere, por lo que madre e hijo llevan una vida precaria. Estudia en el colegio Federico Valbuena, junto a su primo Jesús Enrique Lossada. En 1921 se gradúa de Abogado. Entre 1931 y 1947 dicta la cátedra de Historia de Venezuela en el Liceo Baralt. De 1946 a 1948 ejerce el cargo de Coordinador Social de Cultura de La Universidad del Zulia y durante ese año es nombrado rector por cinco meses. Siguió ejerciendo su profesión de abogado hasta sus últimos días.
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