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Corazón de Sur Infinito

Enviado por Mauricio Uribe


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13

  1. Prólogo
  2. Serenata Espiritual
  3. Atardecer del Espíritu Celestial
  4. "Gruta" de Amor
  5. Ámbar de Celestial Prontitud
  6. Ternura de Amanecer
  7. Esencia de Vida en la "Gruta"
  8. Vida de Dura Evidencia Espiritual
  9. Dulzura de "Ave de Cielo"
  10. Esclavitud de "Piel de Estrella y Muerte de "Fin de Dios"
  11. Aterrados en Ancud
  12. "Ave de Cielo" en la Tempestad
  13. Esclavitud y Vida

Prólogo

La liturgia de amar; es cognoscitiva. En todas las razas siempre hubo Santos; pero son, judíos y cristianos del martirio, los que han hallado ¡Edén!;

"Piel de Estrella" es un personaje simbólico; como "Ave de Cielo" es maternidad frustrada en plenitud de la ¡degradante! infancia. Yo deseo Paz, deseo Esperanza, deseo Amor

Con mis Escritos busco a ¡Dios!; Y Dios habrá de hallarme trabajando en Textos que reflejen: ¡Mundos Paralelos!; mundos abismales; pero, en sinceridad…

"Corazón de Sur Infinito" es una Fábula Épica; su realismo es crucial;

Pues bien: aquellas razas primigenias de América fueron casi exterminadas; por la inclemencia del Mar Pacífico; por la inutilidad del "patriotismo" y por el mestizaje entre castellanos y criollos del sur infinito.

"Realismos Religioso" no es una Comedia; Es un "Soneto" en prosa. La ritualidad del dinamismo escritural es dual; existen los ¡hombres!; existen las ¡hembras!;

Las niñas son capaces de parir en la prematura infancia por traumas de guerra y por cierta organicidad histórica; Hay muchísima información mundial al respecto; Las culturas; mal llamadas; "primitivas" son distintas. Pero, es ¡Dios!, quien decide: en dónde, el cómo, el cuándo; ¡iluminar…!

"Ave de Cielo" es una Iluminada; "Piel de Estrella" también;

¡Son huilliches santificados en… "Edén"!

Mauricio Uribe

Corazón de Sur Infinito

Libro Uno

Serenata Espiritual

Sinopsis de Amor

Génesis 3:14 Y Yahvé Dios dijo a la serpiente:

Por cuanto esto hiciste, maldita serás

Entre todas las bestias y entre todos los animales del campo;

Sobre tu pecho andarás, y polvo comerás

Todos los días de tu vida.

Qué viento tan cálido: las marcas de los látigos, la verdadera pasión de vivir, estoy en el año del "Cóndor", busco eternizarme pero, ¿habrá sinapsis para mi espíritu? Yo dudo, yo me prolongo por el tiempo. Yo comprendo que moriré. Un cortejo fúnebre para mí. Estoy crucificado en un bosque del poblado de Ancud. Me han golpeado duro pero he resistido. Me han querido mutilar; pero, el Altísimo, el Padre Sol, lo ha impedido. Soy un "guerrero de la paz": muero sin delatar a mis hermanos. Tengo treinta y tres años y estoy apunto de expirar: torrentes de lluvia me asimilan. Estoy de pie y de manos, amarrado; y me han clavado a un madero. Esta muerte no es simbólica, es muerte de ajusticiamiento: el ejército chileno me ha torturado hasta el exterminio. Yo recuerdo a mi madre: "Relámpago Azul". Ella coccionaba las hojas y las raíces del bosque, preparaba remedios: los huilliches le llamaban "Madre". Era ejemplo de valor. Murió a los cuarenta años. Le recuerdo cuando yo era un niño. Vivíamos de la recolección de mariscos. Recorríamos las costas de Ancud. Yo era tan feliz: la tibieza del espíritu ancestral me embargaba: yo acaecía, yo exploraba. Tenía tres años y ya era un guerrero de los ancestros. Me comunicaba con ellos: sus voces eran pasto de membresía. Yo amaba refugiarme entre las ropas de mi madre cuando un viento torcía mi arpón (también pescaba). La luz de la luna en este sur infinito era diáfana como mi arpón. Hubo guerras interminables en el norte, nosotros también guerreamos pero nos agradaba más la pesca y le esperanza en el Padre Sol. Vivíamos en un paraíso pero este paraíso fue trocado por maldad. A mí me apresaron. Aprendí el castellano de los chilenos. Era intérprete pero escapé y me refugié en el bosque durante años; hasta que me olvidaron. Unas piedras clamando a los "antepasados" y los rezos de "Estremecimiento de los Espíritus"; nuestro "brujo" (para que comprendas, ¡hombre!, de "blanca" piel). A mí los dolores no me han importado; pero… ¿Qué me crucifiquen? ¿Por qué?, es la pregunta. ¿Qué mal hice? ¿No delatar a mi gente? Estamos en 1893. En la era de la "muerte"; y llueve torrencialmente.

Escucho voces. Estoy en mi infancia.

-"Piel de Estrella" -dice mi madre. Ella es tan, bellamente, morena. Es carne de noches sin luna. Su tez es briosa, como caballo desbocado. Ella me intriga. No tengo padre. Le desconozco. Mi madre tiene una piedra tallada, que sirve para sacar la pulpa a los mariscos… -¡Ven!, "Piel de Estrella", ¡sígueme…!, busquemos más allá de los acantilados…

Ella no me tomaba de la mano, nunca lo hizo. Yo tenía pocos años. Le seguía con mi arpón y con mallas repletas de mariscos. El cansancio entonces era infinito pero me agradaba obedecer a mi madre; era el mandado del Espíritu Celeste: "Obedecer a tus padres"… Continuar caminado por horas, por días, por semanas: ¿de qué modo se prolonga el tiempo? ¡De manera abismante! Mi madre era testaruda: "Relámpago Azul" era su nombre. Con su caminar enérgico por los acantilados de la "Isla". De cuando en cuando, nos embarcábamos: las fuertes olas no aterraban pero mi madre necesitaba pescar. Eran días armoniosos, de increíble amor. Yo me llevaba la mejor parte: con un cuchillo de piedra extraía la pulpa de los mariscos mientras mi madre intentaba mantener el equilibro de la piragua. Oh, qué espanto, mi madre realmente era salvaje en cuestiones de arponear peces. Yo vivía feliz. Nunca imaginé que, al "santificarme", me crucificarían. ¿Por qué?, es la pregunta. ¿Qué malo hice? ¿Ser huilliche? Hay espantos que duran toda la vida. Nunca tuve miedo, tampoco ahora…

Mi madre está feliz, ha pescado.

-Volvamos a tierra, este invierno es duro, tenemos provisiones, hay que construir una buena ruca, como la gente del norte; encenderemos fuego y comeremos bien. Hay que ser fuertes. Quiero invitar a que viva con nosotros unas semanas a "Estremecimiento de los Espíritus". Quiero saber. Hay mucho "blanco" en Ancud. ¿Qué haremos si nos invaden? Yo no quiero morir sin orejas. Eso dicen de los "patagones". Les cortan los ingleses las orejas. ¿Te imaginas, "Pile de Estrella" sin orejas? Es una aberración de estos "blancos".

Yo no respondía. Callaba.

Mi madre continuaba su monólogo:

-Hay que tener fuerza de voluntad para resistir. Ahora se llaman "chilenos" pero la guerra fue en contra de los "españoles". Tribu bárbara pero guerrera. ¿Qué haremos sin ganan? ¿Aprender castellano e ir a misa…? ¿Sabes lo que es una misa?

Yo lo ignoraba.

-Pues bien: ellos creen en Yahvé. No en los "antepasados".

Me animaba y no pensaba. Bogar por las aguas de los acantilados, bogar con el alma pensando en los "antepasados", bogar y sentirnos tremendamente libres, bogar y no buscar más que un puñado de peces. Bogar; aquello fue hermoso…

"Relámpago Azul" tenía la expresión contrista. "A dormir". Yo intentaba conciliar el sueño pero el Altísimo me penetraba con todo su furor. Observaba seres espirituales de esplendor brillante. Yo enceguecía. Yo era un niño que bregaba duro por la existencia. Enmudecía. ¿Qué decir? ¿Qué pensar? Yo ignoraba el nombre y la procedencia de aquellas imágenes. Pero, eran seres reales, estaba completamente seguro. Eran ángeles (después de muchos años lo supe). Cómo conciliar estos "antepasados" con estos seres espirituales. ¿A quién contarle? Tuve que enmudecer. Decidí por el silencio. Mantener mi boca cerrada. Yo tenía tres años…

El cielo se ha nublado. Nadie hay, los "matadores" se han marchado a Ancud. Yo estoy en un bosque. Me late el corazón desaforadamente. Me han torturado. Me han mutilado las manos. Me han clavado a un madero. Sin dedos: sangro profusamente. ¿Tendré tiempo de contar esta historia?; sólo son instantes de minutos. ¿Por qué me habrán crucificado? Yo creía en el Altísimo; pero mis hermanos huilliches hablan su propio idioma. Son mis hermanos y yo un "guerrero de la paz". Los soldados chilenos no comprenden. Los soldados son unos brutos. Clavado estoy y pienso en "Relámpago Azul"; clavado estoy y pienso en la recolección de mariscos; clavado estoy y pienso en las piraguas; clavados estoy y pienso en mi padre (pero no le conocí. Por tanto: no posee mi corazón). ¿Qué será de mi cadáver? ¿Qué será de mis huesos? ¿Me quebrarán las piernas? Lo dudo. Moriré desangrado. Mis hermanos no me rescatarán. Seguramente: "Estremecimiento de los Espíritus, que es muy viejo, me quitará los clavos y me enterrará en tierra sagrada. Eso hará mi "brujo blanco", enterrarme. Es un bueno hombre. Yo no delaté a mis hermanos. ¿Hablar de qué? ¿De armamentos? Yo bendecía, no "mataba". Los hombres no comprenden. Son malos.

Hay muchos europeos en Ancud. De poblado a ciudad; pequeña pero cosmopolita.

¿Qué pensar? ¿Tengo pensamientos en la cruz? Oh… Qué vida… Recuerdo mi niñez…

"Relámpago Azul" me convirtió en un recolector pero yo me convertí en un guerrero: horas meditando entre el mar y el acantilado. Los chilenos poblaban Ancud y los europeos ganaban dinero. Ser "guerrero de la paz" es un misterio, una orden del Altísimo. Yo escuchaba el llamado en cada bosque, en cada árbol, en cada follaje: los espejismos son macabros: las fuerzas son omnipresentes. Había que vivir conforme a la verdad, vivir en esperanza, vivir en la fe. Yo tengo esperanza ya que amo. ¿A quién amar? ¿Al pez que matamos con un arpón? ¿Al marisco que mordemos hasta exterminarlo? Hay frutas también pero nos agrada más la pesca. "Relámpago Azul" se recostaba, tan joven era, que no recuerdo su edad. No tenía, su bella piel, arrugas pero murió joven. A los cuarenta fue ahorcada. ¿Qué hacer con mi vida? ¿Quedé huérfano? Pero aquella etapa de mi vida no la quiero recordar: sólo mis tres años.

Yo llevaba una vida esforzada: levantarme con el sol, acostarme con la luna. Nos congregábamos en el bosque, había parlamentos. Los hermanos del norte nos llamaban a la sublevación pero "Estremecimiento de los Espíritus" nos llamaba a la calma. "Hay que perder la cabeza pero no el alma". Las asambleas eran terribles, se hablaba de "matar", de degollar, de acaban con el chileno. "¡Matarlo! Qué la lucha era ancestral. Que los españoles, que los Incas. Pero los chilenos ahora eran aún más horrendos, hacían cosas terribles. Cortaban orejas, mutilaban". Yo espiaba las conversaciones, todos querían guerra. Yo imaginaba la sangre, imaginaba la inversión de la totalidad del ser, imaginaban el caos, las ¡viudas!, las muertes. ¿Pensar? ¿Se podía pensar en aquella época? Pues bien: yo creo que no.

Al morir; seré pasto de las aves o comido por gusanos…

Yo no quiero morir. Quiero vivir.

Escucho una voz. Realmente estoy segado. ¿Qué es vivir? Hay simbologías exactas sobre la vida. Yo tengo esperanza: fui puro, soy puro. El Padre me acunará. Yo vivo clamando amor (o vivía más bien). Ahora pido morir en paz. ¿De qué modo es una ola? Lo sé, perfectamente, ya que fui toda mi vida mariscador. Las rocas son tan bellas. Expones la vida y la vida te da una oportunidad. Mi madre me llevaba de excursión por los acantilados: yo no era tan feliz, yo tenía que tener mucho cuidado, se puede morir. El alimento escasea pero hay tanto océano que nos rodea. Es una "Isla", pero grande. Ancud es un poblado: las casas periclitan como periclita mi vida. Hay europeos simpáticos que cortan orejas para los ingleses. También hay chilenos que se embriagan. Hay españoles, africanos no hay, tampoco asiáticos. Yo sé de estas cosas ya que en la esclavitud aprendí castellano. Mi vida se compone de ignorancia y de arpones, mi vida es un marisco incrustado en una roca. Con un cuchillo de piedra se extrae y se lleva a la boca cuando el hambre atosiga al cuerpo. Todo el tiempo el hambre está "matando" huilliches (ahora que el hombre "blanco" ha llegado). Llevo una vida difícil, mi madre es poderosa, tiene manos duras y sabe perfectamente cuando hay que marchar o bogar por los canales de la "Isla" grande. La vista de los acantilados es bella. Me agrada Ancud pero ahora que sólo hay "blanco" no tanto. ¿Qué vida de los huilliches? ¿Qué espanto para el moreno? Tengo un hacha. Yo mismo me la construí. Con madera, con lianas, con una tremenda piedra. Descabezo los peces hasta convertirlos en pescados. Con esta hacha, me defenderé algún día de soldados comandados por demonios. ¿De qué modo se verifica la vida? ¡De manera simbólica!

-¡"Relámpago Azul"!, gritaba mi abuela. Me duele la espalda.

Mi abuela era joven. Todos éramos jóvenes.

Mi madre tocaba su espalda e, inclinándose en un vértice imposible de calcular e imposible de ejecutar, exclamaba con una sonoridad más cercana a lo irreal que a la cordura:

-¡Los "antepasados" te salvarán!

Rechinaban los dientes. "Relámpago Azul" me enviaba al bosque. Yo tenía una excelente memoria (ahora sólo recuerdo mi nombre). Caminaba durante noches y semanas hasta hallar con la medicina. Con el hacha cortaba y, exponiéndome a mil peligros, regresaba a la tribu. "Relámpago Azul" me relamía el rostro, me preparaba viandas. Y, preguntándome sobre las hierbas, murmuraba:

-¿Has comido?

Yo, semiinconsciente, no respondía. Caía a tierra de los "antepasados"; exhausto.

-Este niño es un "guerrero de la paz".

Mi abuela respiraba quejosamente. La espalda era una dolencia desconocida. Dolencia llamada "cáncer". Pero "Relámpago Azul logró curarla de cierta manera. Le costó, es verdad, durante cuarenta noches mi abuela no durmió. Pero al cabo de aquel tiempo: mi abuela mejoró considerablemente. Todos se reunieron para festejar. "Relámpago Azul" era una curandera de maravilla; y yo, un niño de tres años, y un gran guerrero. De este modo fui creciendo hasta convertirme en hombre.

Mi abuela murió al fin…

Vino a la tribu un español. Muy vivaz. Vino y se prendó de "Relámpago Azul" pero mi madre le abofeteó el rostro. Yo tuve miedo. Mi hacha en mi mano diestra a metros de Juez Aníbal. Pero este hombre nos respetaba, era cazador, era guerrero, buscaba su alimento con sus propias manos.

-Vos sois muy bella.

Nadie entendió lo que dijo. Juez Aníbal aprendió la lengua que hablan los huilliches. No le costó mucho ya que sabía algo. Aprender es de sabios…

¿Qué delirio es éste? ¿Un "blanco" entre morenos? ¡Aníbal!, ¡cómo te recuerdo! Nos mostró un tremendo cañón de escopeta. Nosotros ya conocíamos el efecto. Por tanto: nos burlamos de él.

Ya hablaba nuestra lengua. Había pasado el tiempo.

-Tú crees que no sabemos que es una escopeta de alta precisión -dijo "Relámpago Azul"; pues bien: ¡sábelo! Nosotros preferimos los mariscos y los peces, ya que, no son nocivos para la salud. La carne del animal es "cancerosa". El animal come vegetales o carroña pero su sistema interno lo convierte en porquería. Por esto tu semblante es pálido y desnutrido porque te han criado con carne de "ser vivo", de animal inteligente. Hasta los huesos se comen. Que desgraciados…

Juez Aníbal reía de las ocurrencias de mi madre.

-Soy "blanco" porque soy europeo.

-Pero morirás joven.

-¿Sabes lo que es el "cáncer"?

-No, no sé…

-Yo tampoco. El "cáncer" no existe.

-En fin: "cáncer" en nuestro idioma es veneno.

-¿Eres Vidente acaso?

-¿Qué significa ser Vidente?

-Que observas el porvenir…

-Soy curandera. Sé de enfermedades. Y he observado que los "blancos" mueren horrendamente. Lo atribuyo a su manera de vivir.

-¿De qué modo vivimos? -interrumpe Juez Aníbal.

-"Matando".

Juez Aníbal fue como mi padre. Su escopeta era gigantesca. No quise "matar". Mi madre me lo prohibió. Pero disparé a un árbol, cosa que me entristeció. Al disparo: salté siete metros al Este, estuve muy mal herido. Juez Aníbal corrió, riendo. Corrió gritando. Corrió como un loco.

-¿No eres huilliche?

Mi madre curó de mis heridas. Me dio mariscos y sopa de pescado. En dos días fui fuerte nuevamente. Me agrada recordar. Nada pueden quitarte los chilenos: menos el recuerdo. Te pueden torturar; puedes perder la conciencia, pueden acabar con tu vida; pero… ¡el recuerdo siempre persiste!

Me asombra el extraño cuerpo de Juez Aníbal: es macizo como un árbol sagrado y de baja estatura. Vive entre nosotros. Pero no le agrada el pescado. "Relámpago azul" intenta convencerlo pero, el extranjero, el español, el cazador, es tozudo. "Yo no como porquerías". El brillo de sus ojos es inusitado: azul del cielo. Es tan bello, que yo me inclino a observarlo como si fuera mi padre. ¡Cómo no quererlo!, ¡cómo no amarlo! Pretendo recordarlo al tiempo que me sangran los dedos que me han amputado; las muñecas, los pies, torturados. Estoy clavado a un madero. Ancud, a las afueras, en un bosque; los soldados me han martirizado; pero soy ¡huilliche! y no muero. Sobrevivo. Un ángel me visita. Le observo. Es tan bello. Le he reconocido por su esplendor: los "antepasados" sólo hablan pero éste camina. Me mira. Me desclava, me lleva a lo más profundo del bosque. Estoy desangrándome pero el ángel me salva. Me he quedado dormido. He tenido una visión. Grito con todas mis fuerzas:

-¡Salvadme, Padre, salvadme…!

La selva inextricable: los árboles sagrados. Vivíamos en la selva a orillas de los acantilados buscando "fuerza". Hubo muchas luchas pero finalmente los españoles ganaron pero… ¡Te aseguro!, ¡el Altísimo ganará…!

Me recorren el cuerpo las hormigas: estoy comiendo leche pero en pasta. Es una manera de cocinarla. Es tan dulce: las hormigas quieren asesinarme, las hormigas visten uniforme, las hormigas son carnívoras: ¡crucifican! ¿Qué será de mí? Yo estoy dispuesto a "matar" pero "matar" al viento. La dulce agonía de ser infante, la dulce tempestad de las noches sin estrellas: yo observaba la bóveda y la lluvia me empapaba. No hay mucha enfermedad entre los huilliches pero morimos jóvenes por causa del hombre "blanco". Yo no quiero hablar ya que estoy desangrándome. ¿De qué modo vivimos? "¡De la peor manera!"; Susurran las voces, susurran los espectros, susurra el viento: "¡Quién soy! ¡Qué soy!"; Mis gritos son estertóreos…

Me levantaba de madrugada: "Relámpago Azul" se mantenía "casta". Juez Aníbal dormitaba con su escopeta entre las piernas, no tenía miedo del huilliche, tenía miedo de la venganza de los animales. ¡Españoles!, tan tontos.

Mi abuela prepara infusiones. Había que alimentarse, el frío calaba los huesos, siempre el frío. ¿Cómo es que se resiste? ¡Con mucho coraje! Mi abuela camina hasta el fogón: un plato de piedra sobre las llamas, los mariscos se cuecen; el aroma es, indescriptiblemente, apetitoso: las llamaradas son transparentes, las llamaradas nos cobijan, las llamaradas nos sorprenden, las llamaradas nos aterran; ¿de que manea existe el fuego?, ¡de la manera más singular…!

"Relámpago Azul" me da de coscorrones: yo no comprendo su actitud. Yo sólo he intentado coger la escopeta de Juez Aníbal. Mi madre ha enloquecido. Con un palo me ha dado en la espalda. Maldice. Yo estoy atrozmente asustado. Juez Aníbal despierta. Hablan; pero la ventolera de Ancud no me permite escuchar. Nosotros vivimos en un rincón del bosque. Pero Ancud fue nuestro hogar. Vivir la vida, vivir en plenitud, vivir las Sagradas Escrituras de los "antepasados". Escritura oral de los huilliches.

Los "antepasados" nos enseñan a vivir. A comandar los ejércitos. Yo soy guerrero, vivo la paz de manera íntegra ¿por qué estoy muriendo entonces? Muero por amor. Yo deseo amar… ¡a todos!, sin distinción.

El caldillo lo comemos: mariscos asados a fuego lento, dentro de la ruca está la cocina: un fogón; y allá, afuera, la torrencial demencia de la lluvia prodigiosa. ¿Qué es llover? ¡Yo sí sé lo que es llover! "Relámpago Azul" está enojadísima. Le agrada estar con un hombre pero ella ha decidido mantenerse soltera. Yo no sé si viuda. Mi padre es un misterio. ¿Tendré padre? Pues bien: lo ignoro. Mi abuela es atlética, se trepa a los árboles y mastica las infusiones realizadas con los frutos. Mi abuela es sabia. Habla con claridad:

-Tú eres español. Ustedes han conquistado muchas tierras pero las perdieron. Nosotros siempre hemos vivido en Ancud pero ahora estamos en este bosque. ¿Qué haces con nosotros? ¿Te hemos dado cobijo? ¿Qué esperas de "Relámpago Azul"? ¿Esperas maridaje…? Yo imagino que eres casto porque un hombre que pretende a una mujer debe de ser casto. Si no eres casto… márchate. Ya que "Piel de Estrella" es hijo de Dios. Nació de un Padre, pero del Padre Celestial.

Juez Aníbal apenas comprendió.

-Yo estoy enamorado -respondió en nuestra lengua.

-Somos un pueblo antiguo. Tenemos supersticiones pero somos sabios. ¿Qué hacer con el enemigo? ¿Vivir? ¿Exterminarnos? Nuestros hermanos del norte son guerreros, nosotros recolectores.

La luna brilla intensamente. Se han despejado las nubes. ¿Cómo vivir? Yo quiero vivir amando. Habré de morir, es verdad, pero no sé cuándo. Por de pronto: habré de seguir a mi madre por los roqueríos. Habré de seguir a mi madre hasta el fin.

Me asombra ver tanta tristeza. Me asombra la lluvia con su poder de lagartijas que se esconden pero nada hay para comer. Escondidos estamos y sobreviviendo. De cuando en cuando, a mariscar. Comemos lo mínimo: el cuerpo se acostumbra. ¿De qué manera somos? Pus bien: somos huilliches. Me asombran las estrellas, me asombran los puntitos luminosos llamados "cometas", me asombran las sutiles redes del engaño, me asombran los ángeles: ¿qué es ser honesto? ¿Hablar de Dios o hablar de los "antepasados? Yo aprendí sobre Cristo. Juez Aníbal me enseñó. ¡Cristo!, el Unigénito del Altísimo. Yo he vivido su tortura. También su muerte. Nos hermanamos. ¿Qué hacer para vivir? Comer mariscos. La sombra de la luna embellece el caldero, ha dejado de llover. Se ha desnublado el cielo. Intensas estrellas nos alumbran y una luna de proporciones divinas nos protege. "Relámpago Azul" canta. Juez Aníbal está realmente enamorado. Escucha a mi madre como inusitada calma. Al acabar el canto: Juez Aníbal se prosterna. Mi madre se desconcentra.

-¿Te casarías conmigo?

Mi madre no responde ya que no comprende.

-Soy Virgen pero madre…

La virtud de amar: ¿cómo se consolida? Juez Aníbal no piensa. Ni siquiera cree: ¿Ésta será la Virgen María…? La soledad es abismante para el hombre "blanco". En Ancud hay europeos de todas las nacionalidades. En Ancud hubo huilliches pero ahora sólo hay esclavos. En los acantilados nos refugiamos, en las vísperas del invierno no sobrevivimos; ya que la tempestad nos ahoga, ya que el infortunio en las piraguas nos asesina. ¿Qué buscamos?: ¡Peces…!, para vivir. Buscamos paz. Yo estoy crucificado. Nadie hay. Ni "blancos" ni hermanos. Estoy en soledad…

Un ave cruza el cielo. Me persigno mentalmente.

El ave es azul; como azul fue mi madre.

¿Cómo me agradaría resucitar? Pero, ¿quién me desclavará? Estoy en un lugar apartado, estoy escondido de la mirada de los hombres. Fui íntegro, conocí hembra, tuve hijos, tuve esperanza en los huilliches… pero… aquí estoy expirando.

Alegría de Vivir

1893; Me torturan. "Estremecimiento de los Espíritus", que es muy viejo, me acompaña. Mi madre busca mariscos por los acantilados. Estafador Riquelme Desiderato, que es leguleyo, de baja estofa y enano, me ha injuriado. Ancud, que fue cuna de nuestra tribu, ahora es poblado de europeos. Yo no comprendo la maldad: durante treinta y tres años me he mantenido puro. Sólo como pescados y mariscos y frutos; y esclavo fui. Juez Aníbal continúa viviendo en los acantilados, adorando a "Relámpago Azul"; pero mi madre es Virgen; según ella. Todos comprenden; pero el hombre "blanco" anida sentimientos impíos. Yo intento serenarme, buscar explicación. Hablo perfectamente castellano pero estos recuerdos son en mi lengua natal pero escribo en chileno.

Con un punzón me clavan el costado. Pero no logran "matarme". Una turba de cien personan quiere decapitarme. Un viento trágico nos subleva. Es tiempo de morir sin estación, sin luna, sin sol, sin reloj. ¿Habrán de sembrar este año los hombres? Pues bien: yo lo ignoro. La catástrofe de amar, la catástrofe de incubar el bien, la catástrofe de postergar el tiempo, que ya no es tiempo, es un cálido ensoñamiento que nos lleva al Padre. La vorágine de la existencia, la vorágine de los vocablos: yo aspiro a la exterminación pero sin tortura; pero la turba me tortura. Me arrancan los dedos. Yo sé perfectamente lo que desean: que injurie el nombre de mi madre; pero mi madre es sagrada y muero por ella.

¿Qué luz es ésta que me ciega? ¡Qué manera de morir!

Estafador Riquelme Desiderato me quiere muerto. Es calvo y sus lentes son imposibles de describir. Viudo de una huilliche "esclava"; viuda de una hacendada chilena.

-Este hombre, en variadas oportunidades, se ha declarado así mismo "guerrero de la paz" pero… nos trae ¿paz? ¿O beligerancia? Dice no tener padre pero no es huérfano. Dice que su madre es Virgen… ¿Qué pensar de todo aquello? Una ¿Virgen?; entre los "indios". Yo me estremezco pensando en Dios; me estremezco pues: hay una sola Virgen y ésta es María; nuestra Virgen María… Yo pido muerte para este "bárbaro" que sólo ha comido pescado durante toda su vida. ¡Pescado…! ¿Qué otra manera conocen estas "gentes"? Ninguna… ¿Pescar? ¿Dormir? ¡Morir!; Si "Piel de Estrella" quiere deisificarse; habrá de morir cómo mueren los hijos de Dios: ¡morir crucificado!, no decapitado… Eso pido yo para este desgraciado.

Juez Aníbal me mira despavorido. Solamente debo negar pero, ¿cómo negar? No tengo dedos. Si no me curan, de todos modos, moriré desangrado.

El dolor es tremendo. Amarran mi garganta con un cordel. Como cordero me arrastran. Cortan un tronco. Lo entierran. Y; en un madero foráneo traído desde Europa; ensartan sus clavos en mis muñecas. Los pies también. No me ponen una corona de espina. Me gritan insultos y la lluvia entonces arremete con tempestad en pleno bosque. La muerte es tremenda, la muerte nos sofoca, la muerte nos denigra; la muerte, por tortura, es variopinta de espanto. ¿Qué mal he hecho? ¿Acaso he mentido? No tengo padre. Nací. Me dediqué a pescar. A buscar marisco. ¿Por qué me "matan"? Yo no soy Cristo. Yo soy "Piel de Estrella". Yo no comprendo. Yo estoy cegado.

Mi mente es un torbellino: recuerdo haber leído un libro bello; el libro de los "blancos". Me impresionó. ¿Un hombre Hijo de Dios?, nacido de Madre Virgen. Yo era hijo de madre también Virgen pero… nunca tuve capacidad de multiplicar el pan ni hablar a las multitudes; pero mi madre asegura que mi nacimiento fue un milagro. ¿Qué pensar de todo aquello? He tenido visiones: ¡ángeles! (ya se que se llaman ¡ángeles!); Les vi desde pequeño. ¿Qué soy entonces? ¿Un enviado? No logré multiplicar el pan. Sólo buscar mariscos entre los acantilados. Estoy pensando mientras me clavan a un madero de madera de árbol foráneo.

Juez Aníbal ha escapado. Tiene una barba espesa y sus azules ojos están nebulosos. Ya no puede apuntar su escopeta. Tiene que mariscar. Fuimos a Ancud pero era una trampa. Me habían olvidado mis esclavizadores. Estafador Riquelme Desiderato, casado con hacendada, escuchó la historia de "Relámpago Azul"; y el furor le cegó. Mató a su "india" de un hachazo pero como la justicia es "blanca "no le condenaron. Es más: Estafador Riquelme Desiderato es la justicia chilena en Ancud.

Los militares participaron. Desconozco sus nombres pero me clavaron.

-Morirá pronto…

-No le quiebren las piernas, no sean tontos -dijo Estafador Riquelme Desiderato-, no queremos comparación con el "Maestro".

Los soldados no comprendieron. Ellos decapitan o fusilan; no crucifican. Los soldados obedecen, los soldados son testigos del crimen pero también son criminales. Todos los soldados son criminales; ya que están dispuestos a "matar".

No sangro (ya no tengo sangre). Es agua de lluvia que lava mis heridas.

Hubo un tiempo en que yo fui un niño: tiempo de amar, tiempo de mariscar. Por los acantilados caminaba. Mi abuela me hablaba de los guerreros de antaño, guerreros muertos en batalla: "Ojo de Piedra", que murió degollado, apenas tenía trece años pero era alto, robusto y decidido, un gran huilliche. "Salpicadura de Insecto", de baja estatura, mató españoles hasta que murió en una emboscada. Quince soldados muertos. "Salpicadura de Insecto" murió decapitado. La lejanía procura al recuerdo cierta agonía. La abuela era hermética pero su memoria privilegiada. "Rostro de Sol", capitán de guerreros. Devastó poblados de españoles hasta que le dieron caza con arcabuces. La guerra fue cruenta pero los chilenos continuaron el exterminio. Los chilenos ganaron. Los chilenos son bárbaros. Asesinan por dinero. Los españoles, en cambio, "mataban" por su cruz. "Dilema de Amor", guerrero de diez años. Mató a tres capitanes castellanos con un hacha de piedra. Le partieron el cráneo con una bola de cañón. Era lato como un hombre de verdad, hombre de hierro. Nosotros éramos los dueños de la tierra pero ahora somos esclavos de los chilenos. El español respetaba nuestra valentía, el chileno nos da de beber alcohol. Los hermanos del norte perdieron la batalla que duró siglos. Nosotros fuimos exterminados mucho antes. Dedicarnos a la recolección de mariscos, dedicarnos a pescar, ya no más lanzas, no más muertos, hoy somos un pueblo de espejismos. ¿Qué daría yo por sobrevivir? Yo hablo la lengua del "blanco". Fui esclavo y la aprendí. Habló castellano. ¿Qué me espera para mí? ¿El Reino del Padre? Estoy agonizando pero no muero porque los "antepasados" taponan mis heridas. ¡No muero y no habré de morir! Estoy cierto: deliro…

Las vicisitudes son corpóreas: te mueres o vives…

Soy niño. Un ángel me ha visitado. Yo pensé que era un "Cóndor", pero me equivoqué. Estuvimos charlando. No comprendí su idioma, tuve que aprender. Las vocales eras extrañas, indoeuropeas. Hablaba; pero yo callaba. No me costó asimilar sus palabras. Fue sólo un instante. Ya que el ángel desapareció. En mi cabeza entonces su voz: "¿Ahora me comprendes?" Habló de cosas extravagantes, de Cristo, de la Virgen María. Yo nada comprendí hasta que aprendí el idioma del español. Este ángel era bellísimo. Se me aparecía en sueño y me enseñaba. "Llevarás una vida asceta. Vivirás entre los tuyos. Serás esclavizado y muerto como nuestro Mesías". Yo temblaba de miedo… ¿Morir? Yo no quiero morir… El ángel de pronto era un ave de dimensiones impresionantes. Yo especulaba: "¿Por qué no me habrá hablado?" El ave era variopinto pero muerto, muerto está por un cazador irlandés. Corrí desesperado. "Haz "matado" a un ángel". El cazador desplumó y degolló sin entender mi idioma. Ni castellano ni mi lengua ancestral. ¿Qué manera tan terrorífica de morir? Este irlandés vivió un año más. Yo le vi martirizado por los guerreros del norte en una ofensiva. Eran días de sangre. Los guerreros del continentes son bravíos, son duros de roer… ¿Qué hueso es éste?, me pregunto. Yo palidecía. "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Esta extraña paradoja escuchaba en sueños. Yo callaba (ya que los locos abundan entre los "blancos". De puro terror hice milagros. Pero mi madre era curandera y no me enseñó. Una niña paralítica, un cojo, un miope (todos huilliches). Yo extendí la mano y fueron ¡salvos! Mi abuela, que aún vivía, se preocupó por mí.

-Eres un prodigio. Deberás vivir con "Estremecimiento de los Espíritus". Aprenderás de él. Aprenderás a comunicarte con los "ancestros". Te expulsamos de la tribu… por Santo.

Mi abuela estaba realmente loca. Yo tenía tres años. Jamás volví con mi madre. Mi padre fue este "brujo blanco" y Juez Aníbal. Largas horas meditando, horas interminables orando para que, la calidez del fuego, se trocara en una voz inaudible para mí. "Los espíritus han hablado". Pero yo no escuchaba nada, sólo la quemazón de la madera. ¿Qué aspecto tan extraño de "Estremecimiento de los Espíritus"?, ¿qué manera tan insólita de danzar? Llovía entonces toda la noche. Y "Estremecimiento de los Espíritus" lloraba (pero su llorar era de felicidad).

-Los huilliches vivirán nuevamente en Ancud.

Qué teoría tan tonta…, pensaba yo.

Yo soñaba con aves que hablaban, soñaba con una Virgen. Yo era casto y sería casto ¿siempre?; ya que fui consagrado como tal. No me agradó la idea. A mí me agradaban las mujeres… pero, ¡qué va! Mi madre era enérgica. "Te vas… ¡Y no te quiero ver más!" Tuve que escapar. No era un hombre común (era un niño apenas).

¿Qué pensarán de mí los huilliches? ¿Tendré padre? Pues bien: yo sé…

Estafador Riquelme Desiderato violentó "sexualmente" a "Ave de Cielo". Ella era, tremendamente, cautivante. Fue un rapto. "Ave de Cielo" estaba enamorada del Hijo de "Relámpago Azul"; pero yo, "Piel de Estrella"; desde niño estuve destinado al celibato. "Ave de Cielo" estaba muy triste pero Estafador Riquelme Desiderato le "cazó" teniendo apenas quince años. Estafador Riquelme Desiderato era viejo ya. Con un hacha le destrozó el cráneo. No por amor sino por idólatra.

-Tú no entiendes -dijo "Ave de Cielo" en lengua ancestral-. "Piel de Estrella" es un Dios…

Su muerte fue instantánea. Fue esclava "concubina" de Estafador Riquelme Desiderato; durante cinco años. La enterró en el patio de su casa. No hubo investigación. A nadie le importó: Era una "india" nada más…

Yo supe de su muerte en sueños. Me vino a visitar. Era "blanca" como los habitantes de Ancud pero con el pelo castaño. Ella, en vida, era de piel "blanquecina" y bella como aquel ángel que en vida me visitó. "Ave de Cielo" tenía los ojos verdes pero en mis sueños, ámbar. No me confundí. Era su alma que vagaba. Intenté ayudarla con todas mis fuerzas. Me espanté; es verdad; pero… "Estremecimiento de los Espíritus" me contuvo.

-Háblale -me dijo.

Busqué el sueño con raíces que crecen entre los acantilados y en el bosque. Busqué el miasma del destino y dormí durante tres días. Hasta que cansado desistí. Llevaba un mes esperando. Un mes de torrenciales lluvias.

Al dormir, "Estremecimiento de los Espíritus", murmuró:

-Esta noche la encontrarás…

¿Me amas? Soy "Ave de Cielo". Yo siempre te amé… Pero me violentaron… ¿Por qué no fuiste capaz de salvarme? Yo te amaba. También sé que tú me amabas. Tus ojos, tu manera de caminar, ¡tus milagros!, siempre supe que eras especial. Tus manos, tu manera de tocarme los labios. Sé que me amabas. ¿Por qué no me salvaste? Siempre andabas con un hacha. El Padre Celestial no te habría condenado. ¿Acaso no era tu hembra? ¿Acaso no éramos felices? ¿Acaso no te acompañaba desde infante por los acantilados? "Piel de Estrella", yo estaba encomendada a ti; y el Padre Celestial me encomendó aquello. Estaba facultada a guiarte por el mundo espiritual de la "carne". Estaba encomendada a engendras hijos de tu progenie… ¿Por qué entonces no fuiste capas de comprender? ¿No era bella yo? ¿No era tu hembra? Tú me besaste cuando éramos niños y ese beso (inmaculado) me hizo tuya. De nadie más; fue… te lo te lo aseguro… Ahora voy dónde el "Señor" de la Tierra, voy dónde el Padre. Tú también pronto vendrás y nos amaremos celestialmente… el Padre te perdona el extravío… debiste salvarme; debiste salvar a "Fin de Dios".

-¡Ave de Cielo!, ¡Ave de Cielo…!

Mi grito despertó a los pájaros.

Dulce Agonía

Me contemplo a mí mismo y encuentro estrellas. Existo porque el Ser Celestial que habita los Cielos ha decidido que yo viva. Me contemplo en esta inmisericordia y no hallo razones ni explicaciones: una danza de meteoritos es mi pecho desgarrado por los látigos; una danza de estacas clavadas a tierra es mi pie derecho. ¿De dónde provengo? ¿De qué circunstancia? "Ave de Cielo" me ha decretado su amor. "Ave de Cielo" era extraordinariamente bella. "Ave de Cielo" fue, su cráneo, destrozado pero también espoleada. ¿Qué soy? ¿El universo? Estoy a punto de expirar y me veo a mí mismo como un planeta donde todos somos hermanos. Me veo a mí mismo, no desangrando ni desfalleciendo, me veo besando la frente de mi hembra; de "Ave de Cielo". ¿Qué soy entonces? ¿Un tonto? ¿Existen los milagros? Pues bien: yo sé que existen. Yo soy un milagro en vida.

Al crucificarme, los soldados chilenos, exclamaron:

-¡Este es el Mesías de los "indios"…!

Comprender, ahondar en el ser, abismarse y no amar. Tantas cosas hay en la vida: la miseria también. Yo he visto el norte, el sur, el este, el oeste de los acantilados. Con mi hacha he matado peces y los he comido; también con arpón. Con un cuchillo de piedra he extraído marisco y los he cocinado. Desde los tres años fui abandonado. Viví toda mi existencia con "Estremecimiento de los Espíritus". Por tanto: no tengo padre ni madre. Pero no soy huérfano. ¿Qué soy? ¡Un brujo blanco! De esta manera: el ciclo de la vida es: ¡bosque, penurias y océano Pacífico! La primavera no existe, siempre hay lluvia, la primavera no tiene calendario. El "blanco" posee números. Nosotros poseemos hachas.

Mi pueblo vive en la tormenta de las piraguas. ¿De qué modo vivía yo? Es una pregunta que me incomoda. Exhalo pero resucito. Hay que respirar lentamente para no morir.

Se acercan las barcazas de los "blancos". Yo prefiero acallar mi mente. El recuerdo es inexistente. Estoy reviviendo mi vida. Ya no soy hombre. Soy "espíritu".

"Ave de Cielo" fue muerta; "Ave de Cielo" fue mi amada pero yo estaba consagrado: ¿Qué hacer? La vida tiene un costo. "Ave de Cielo" es un espíritu y no vagabundea ya, es un espíritu divino. Yo le he visto en sueños con ángeles y viste de blanco, con túnica: es tan ¡bella…! "Ave de Cielo", acompáñame en esta hora mía final. Yo te amaba pero el amor era místico. Yo te adoraba pero mi ardor era espiritual: ¿Cómo convertir la carne en espíritu? ¿Se podrá…? ¡Nosotros pudimos! Estoy cierto: la luna brilla allá en lo alto a pesar de la tormenta. Yo me estoy desangrando, busco permitirme un descanso pero morir es intenso. Yo busco la liturgia del Altísimo pero estoy en cruz. ¿Qué designio es éste? ¿De qué modo muero? "Relámpago Azul" ha huido por los bosques, a refugiarse entre los acantilados. A ella también la quieren muerta. Juez Aníbal le acompaña. Seguramente: los "blancos" olvidarán como olvidan los mandamientos de Dios: "No matarás". "Ave de Cielo" prácticamente no vivió. Era una niña de quince años cuando fue raptada. Yo no pude evitarlo. Vivir la vida es tremendo: vives o mueres, no hay intermedio.

El Espíritu del Altísimo me visita, me lleno de alegría. Me habla:

-Soy el Espíritu Santo y he venido por vos…

Súbitamente mi corazón de precipita en el vacío pero no pierdo la conciencia.

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