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Tendencias históricas en el estudio de la personalidad y el fenómeno de la deserción

Enviado por Mabel González Arró


  1. La actividad afectiva de la personalidad
  2. La actividad volitiva de la Personalidad
  3. Diferentes concepciones teóricas en el estudio de la motivación y la autovaloración en la personalidad
  4. La autovaloración
  5. Bibliografía

Tendencias históricas y contemporáneas en la comprensión de la personalidad y su relación con el fenómeno del abandono de estudios

La búsqueda de las características psicológicas de los sujetos, en tanto son parte de un sistema de relaciones en su constante interrelación con el medio, requiere de un fundamento teórico acerca de la personalidad, lo que incluye entre otros aspectos su definición.

En el ámbito no científico, la personalidad comprende las características de singularidad, individualidad, emociones, sentimientos y sensibilidad que otorgan identidad e imagen particulares a los integrantes de los diversos grupos sociales, es decir, a cada sujeto.

Por otro lado la personalidad constituye una categoría de la Psicología, que designa la especificidad de la subjetividad humana y hace referencia al nivel integrador de la subjetividad individual y a las regularidades de la compleja organización subjetiva, que subyace en el proceso de regulación del comportamiento, dando explicación a los aspectos psicológicos esenciales del sujeto regulador de la actividad.

Esta entidad refiriéndonos a la personalidad, constituye una subjetivación de la realidad en forma de sentidos psicológicos. Estos sentidos psicológicos se organizan y se expresan de modo diferente. De esta forma se puede explicar, por qué nos comportamos de una y de otra forma pues la personalidad es el modo de regulación estable, integral, activo y más complejo del comportamiento humano.

A su vez los sentidos psicológicos que integran la personalidad se van construyendo a lo largo de todo el desarrollo, del individuo. En ellos, está presente la unidad de lo cognitivo y lo afectivo, por lo cual definen el momento personológico de la subjetividad particular, siendo éstos la célula funcional de la personalidad. Los sentidos psicológicos están formados por unidades psicológicas primarias (necesidades, motivos, rasgos del carácter, intereses, hábitos y actitudes), además de formaciones motivacionales complejas como son: la concepción del mundo, la concepción moral, los ideales, los proyectos de vida, el sentido de vida, los intereses profesionales y la autovaloración). Fernández Rius 2003). Algunos de ellos, forman parte de los indicadores de medición en la presente investigación, partiendo de hecho que la misma se propone construir un diseño de acciones que tenga en cuenta un enfoque dirigido desde una perspectiva personológica del sujeto.

En consecuencia con la reflexión anterior de la autora y de acuerdo con lo citado por la Dra. Fernández Rius, en conferencia registrada en el año 2001, en la Universidad de la Habana, los estudios relacionados con la personalidad no comienzan en el ámbito psicológico, sino en la práctica médica. Es precisamente la escuela dinámica, con la figura de Sigmud Freud, a través del psicoanálisis donde se aborda el término. Los modelos teóricos desde ésta escuela recogen la representación de la personalidad relacionando qué falló en el desarrollo de la misma y cuál entonces debería ser el funcionamiento ideal.

Argumenta la Dra. Fernández Rius, que el abordaje desde esta escuela se encontraba dirigido a trabajar con el componente afectivo de la personalidad, sobre el cual hasta ese momento no se había indagado lo suficiente, proponiendo ya una estructura y reconociendo a la vez, su carácter dinámico, conflictivo y contradictorio donde se destacan los conflictos que se suceden entre el sujeto y el entorno.

Todo lo anterior tiene relación con con las consideraciones epistemológicas que asumimos, teniendo en cuenta que el estudiante está insertado en un medio que de manera objetiva actúa sobre él mediatizando su conducta, aunque no la determine totalmente por el carácter activo del anterior. El psicoanálisis hace además énfasis en la motivación, como fundamento esencial en el comportamiento de los individuos.

Conforme con nuestro criterio e independientemente de que la escuela dinámica promovió la idea de que la cultura y la sociedad actúan como limitantes en el despliegue de la verdadera naturaleza de los sujetos, en su obra existe un reconocimiento del valor de ambas en el transcurso del desarrollo y socialización del hombre. Destaca también el papel de la familia en la transmisión de la cultura, así como la importancia de los ambientes en que se desarrolla el individuo en los primeros años, aspecto que es incluido en el estudio actual, como parte del proceso de socialización primaria en el que está inserto.

Otro enfoque que aborda el tema de la personalidad, lo constituye el supuesto teórico aportado por Allport el cual, aunque incluye aspectos físicos en su definición, con los que no se concuerda, utiliza ideas sobre integridad, sistema y dinamismo. Para el mismo la personalidad es: … " la organización dinámica en el interior del individuo de los sistemas psicofísicos que determinan su conducta y su pensamiento característico…" Allport, 1965, en:(Fernández Rius 2003).La organización dinámica, en este caso, es la estructura cambiante que va a mantener su formación y unidad, estableciéndose como un punto de convergencia con las definiciones más contemporáneas que se refieren al carácter estable del sistema. La escuela humanista de la cual formó parte Allport y otros, subraya además las potencialidades del ser humano y la unidad de los procesos cognitivos y afectivos como elementos de continuidad con las teorías actuales.

Por su parte, (Rogers, C 1982), también hace uso de la idea de sistema y de integridad, en la que ya se aprecia una concepción de la relación dinámica de independencia funcional, entre los diferentes contenidos y entre estos y el sistema personológico como totalidad. Este enfoque centra como elemento fundamental, el mundo interno de los sujetos y los comportamientos de los mismos se interpretan como productos determinados por la visión particular que tienen de la realidad. Resalta la capacidad de los individuos para realizar elecciones libres y responsables, prestando atención a los procesos de crecimiento y desarrollo personal, oponiéndose a cualquier tipo de intento de reducir a los humanos a fórmulas, estructuras o mecanismos, ofreciendo una visión holística del mismo.

A. Maslow en: (Fernández Rius, 2003) también de la corriente humanista, hace referencia a: "…un principio holístico que posibilita la unidad de las múltiples motivaciones humanas…" Ya se está hablando aquí de que las mismas, refiriéndonos a las motivaciones, no se van a encontrar aisladas en la personalidad, sino integradas en sistemas que en su expresión más compleja están mediatizadas por la conciencia del sujeto y su autorregulación, partiendo de una organización de la necesidad, actuando sobre ella y dándole un sentido que conformará sus motivos, el que será selectivo ante los elementos de la realidad que pueden adquirir o no significación para él.

Por otra parte, el enfoque histórico cultural y su más genuino representante L. Vygotsky, va a considerar que el problema fundamental de la Psicología es el de la personalidad y su desarrollo, vista como una imagen de la vida interna del hombre como un todo. (L. Vygotsky, 1987) decía que: "…la síntesis psíquica superior con toda significación debe ser denominada personalidad…" Más adelante añadía "… Las funciones psíquicas superiores se caracterizan por una particular relación con la personalidad, representan una forma activa en sus manifestaciones…" A pesar de que este autor, no llegó a elaborar un concepto acabado de la personalidad sí dejó registradas claramente las bases para advertir, que la visión compleja del sujeto a partir de la Psicología, no podía darse de forma imprecisa al margen de esta. Entre los supuestos más importantes se encuentran: la determinación histórico- social de la psiquis, el principio de la actividad, desde el cual lo social se convierte en psicológico en un tránsito que va de lo externo a lo interno y la categoría vivencia afectiva, como unidad psicológica de análisis de la vida psíquica.

Otra propuesta en el análisis de esta categoría, es la de Fernando González R., 1985-1989 en: (Fernández, R, L., 2003) que en definición acerca de la personalidad, recogiendo los presupuestos de la Psicología Humanista y el Enfoque Histórico-Cultural consideró a la misma como: "Configuración sistémica y estable de los principales contenidos y operaciones psicológicas que caracterizan la función reguladora y autorreguladora del sujeto en su expresión integral." Este concepto fue de mucha utilidad para la explicación del comportamiento humano y sirvió de base para múltiples investigaciones realizadas en Cuba sobre el tema. Entre estas, se destacan los estudios de la Dra. Lourdes Fernández Rius, quien sostiene que no se puede hablar aún de una definición acabada de la personalidad, pero sí es necesario en el abordaje que se haga de la misma, reconocer su carácter complejo y procesal, su dinámica y fundamentalmente su función reguladora.

Como resultado de sus estudios ofreció la siguiente definición: ¨ Personalidad es la organización, la integración más compleja y estable de contenidos y funciones psicológicas que intervienen en la regulación y autorregulación del comportamiento en las esferas más relevantes para la vida del sujeto.¨. (Ob cit p. 205).

Al hacer referencia a un fenómeno o proceso es difícil el abordaje sin tener en cuenta su conceptualización, para este trabajo se ha considerado asumir la definición de personalidad propuesta por la Dra. Fernández Rius, la cual se ajusta al tema y sirve de base para alcanzar parte de los objetivos del mismo.

El desarrollo de la personalidad por otra parte y hablando en términos de su configuración, atraviesa diversas etapas desde los primeros años de vida del sujeto hasta la adultez, tiempo durante el cual va adquiriendo particularidades específicas atendiendo a su carácter irrepetible, por lo que este proceso ocurre de manera particular en cada individuo. Lo social, no va a actuar de forma directa sobre el mismo, la realidad es mediatizada por sus condiciones internas, tanto biológicas como psicológicas y estas últimas cuya influencia es menos visible en los primeros momentos de la vida, alcanzan un papel determinante en etapas posteriores cuando convertido ya en sujeto de su comportamiento, dispone de su accionar con autonomía en relación con el medio exterior. (Fernández, R., 2003).

Lo anterior viene a ratificar entonces, que los contenidos sociales se mediatizan por el individuo refractándose en sus necesidades, motivos y aspiraciones; en una búsqueda de niveles superiores de autonomía, de acuerdo con sus recursos personológicos a lo largo de un pasado, formado desde lo externo, que va a ir alcanzando una progresiva y activa posición hacia lo social vigente.

En ese sentido plantea la Dra. (Fernández, R., 2005), el crecimiento de la capacidad de autodeterminación, permite que lo psicológico pase a un primer plano como determinante del proceso de desarrollo de la personalidad. Refiere, que una de las contradicciones que va a enfrentar el sujeto y que se convierte en causa de etapas críticas, es aquella donde existe una falta de correspondencia entre lo que desea y puede realizar y lo que se le plantea a nivel de la sociedad.

El desarrollo de la personalidad, en la opinión de la autora de este trabajo y de acuerdo con los planteamientos de la Dra. (Fernández, R., 2005), debe darse en constante intercambio con el medio externo como se citaba con anterioridad, en una permanente evolución, lo cual no entra en contradicción de asumir conceptualmente la misma como un sistema estable, pues el carácter dinámico le permite estar en continuo desarrollo sin afectarla en su concepción de estabilidad. A partir de ese intercambio, lo social en la personalidad, es una sucesión de formaciones entre los que se encuentran: valores, ideales, convicciones y no de productos cognoscitivos o de identidad entre el reflejo y lo reflejado. Lo social, contiene lo histórico y lo personal y las influencias del medio nunca serán las mismas para un individuo en momentos diferentes, incluso, ni para diferentes sujetos en un tiempo y contexto dado.

Todo lo expuesto con anterioridad ratifica que el sujeto en su carácter activo e insertado a un ambiente social determinado, va a mediatizarlo en función de sus necesidades, las cuales como cualidades estables de la personalidad actuarán regulando la conducta de acuerdo con el sentido que tengan para él; premisa importante en el abordaje que hacemos, ya que en función de esa adaptación al medio, trascenderá la utilización de sus potencialidades como formadoras del desarrollo psicológico en su intercambio con el mismo.

La actividad afectiva de la personalidad

Mediante su actividad cognoscente el sujeto refleja la realidad alcanzando así la comprensión indispensable de la misma, para situarse y desarrollar su potencial transformador y creador. A través de estos procesos interioriza entonces, los objetos, fenómenos, hechos, situaciones y todos los elementos con los que se relaciona tomando en cuenta sus necesidades lo que quiere decir, que además de conocerla va a ser afectado en ese intercambio.

Categóricamente y de acuerdo con González Rey, F., 1983 en: (Fernández Rius, L., 2003), el reflejo en el individuo de la relación que se va a formar entre la realidad y sus necesidades, se expresará en su subjetividad en forma de vivencias afectivas como los afectos, estados de ánimo, estados de tensión, sentimientos, emociones y el tono afectivo. De ese modo, el reflejo de las relaciones que establece con ambas lo va a impactar a través de los motivos, necesidades y vivencias afectivas. Toda esta actividad se constituye en la actividad afectiva de la personalidad y va a recoger los aspectos relativos a la esfera motivacional, como su forma de expresión subjetiva en las vivencias afectivas. Lo anterior, fue oportunamente tratado por (S. l. Rubinstein, 1982), y según este autor, los procesos afectivos, surgen cuando los fenómenos y objetos reflejados por el sujeto afectan las necesidades e intereses de este.

Las vivencias afectivas se constituyen entonces en la expresión de cómo esos objetos y fenómenos de la realidad, se relacionan con la satisfacción o insatisfacción de la esfera motivacional. Ellas, al referirnos a las vivencias, poseen un contenido objetivo dado por aquel objeto de la realidad al cual se refieren, por lo que están vinculadas a algo que puede existir fuera del sujeto y dentro del mismo. (S.L, Rubinstein, 1982).

Podemos afirmar entonces, de acuerdo a lo que plantea Rubinstein, que la dimensión subjetiva de la vivencia afectiva, se manifiesta en que no va a estar determinada por el contenido mismo, sino por la relación que este establece con las necesidades del individuo y la jerarquía que haya establecido para ellas.

Continuando con Rubinstein (Ob cit), los objetos y fenómenos de la realidad no poseen una connotación afectiva intrínseca, ésta la realidad, va a estar dada en los individuos teniendo en cuenta su reflejo a través la óptica de necesidades y motivos, lo que explica porque algunos sujetos, aunque tengan el mismo reflejo cognoscitivo de algo, no tienen las mismas vivencias afectivas al respecto, de ahí se desprende el hecho de que la población de estudiantes en este modelo, tengan diferentes respuestas ante las exigencias del entorno educacional en que se desenvuelven.

La actividad afectiva de los individuos, siguiendo estos supuestos teóricos va a tener un condicionamiento histórico social, que se evidencia en cómo se ha ido transformando la expresión de las manifestaciones afectivas con el desarrollo de la humanidad. Esta condicionalidad de la actividad afectiva del hombre se demuestra en la influencia que sobre el mismo ejerce la educación. La acción formadora y modeladora que va ejerciendo la enseñanza sobre los sujetos, les ofrece perspectivas de actividad a través de la cual surgen y se canalizan nuevas formas de orientación hacia la realidad, lo que es expresado en la formación y el desarrollo de las necesidades y motivos. (Cols, 2003).

De acuerdo al criterio de la autora, la educación y específicamente la educación vocacional en este caso, incide activamente en el contenido y manifestaciones de las vivencias afectivas. Los gustos elevados, los sentimientos estéticos, intelectuales, las formaciones motivacionales no se dan de forma espontánea en los sujetos, se construyen y desarrollan, en la medida de que esos individuos alcanzan un sistema de valores, aspiraciones y conocimientos que van conformando su educación vocacional. Por lo cual aquellos estudiantes que hayan desarrollado una formación motivacional mediatizada por la jerarquía de sus intereses cognoscitivos y de desarrollo personal, corren menos riesgos de incurrir en conductas que los lleven al abandono del proyecto de estudios

En este trabajo l, el área de la actividad afectiva de la personalidad se enfoca a partir de las vivencias afectivas del sujeto, desde el carácter eventual o temporal que pueden tener los indicadores evaluados, pero sin dejar de observar que también podrían estar condicionando su actividad, por la relación que guardan las manifestaciones afectivas con las funciones de autorregulación y regulación del comportamiento, aunque un análisis más profundo sería objeto de otra investigación.

Esta esfera de la actividad afectiva de la personalidad es un indicador que se debe tener en cuenta al abordar cualquier enfoque desde lo personológico pues se relaciona con las necesidades y motivos, en correspondencia o no, con la actitud de satisfacción o insatisfacción que los estudiantes sienten por la elección de la carrera y su permanencia en este tipo de modalidad educativa.

Los sujetos con una particular movilidad hacia una dirección de crecimiento personal, tienen la capacidad de estructurar conscientemente sus vivencias, elemento que les posibilita determinada flexibilidad para reconceptualizar, creando alternativas y estrategias de comportamientos a partir de los factores que puedan estar afectando su actuar, lo cual resulta de vital importancia para la investigación, pues parte del objetivo de realizar una propuesta de acciones desde un enfoque personológico.

La actividad volitiva de la Personalidad

La actividad del hombre está determinada, en parte, por sus condiciones y régimen de vida, instancia de las que va a depender la formación de su personalidad y de sus características individuales. Para conocer la particularidad y naturaleza de la actividad volitiva desde el punto de vista psicológico, se debe partir de la idea inicial de que todo fenómeno psíquico a la vez que constituye un reflejo de una situación dada, incide también en la regulación de la actividad del sujeto en esa misma realidad.

Entre las cualidades volitivas de la personalidad se destacan: la independencia, la decisión, la perseverancia y el autodominio, (Cols, 2001), algunas de las cuales son validas a la hora de definir los indicadores a medir para valorar la esfera volitiva de los estudiantes, tanto de aquellos que abandonaron la carrera como los que permanecen.

Se está de acuerdo en que la actividad volitiva, es una forma especial, superior y desarrollada de la actividad voluntaria del hombre, determinada por la realización de esfuerzos para enfrentar obstáculos, tantos externos como internos, sustentados por la reflexión y toma de decisión del sujeto. Un ejemplo que ilustra lo anterior, es la actividad de estudio, que obedece a un motivo sea o no consciente y posee su objetivo final general, que va a ser consciente, por lo que esta actividad es voluntaria y aunque, la actividad de estudio, como tal no es de naturaleza volitiva, para el alumno sí va a desplegar acciones volitivas por las tareas relacionadas.

En el caso de la Educación a Distancia, el desarrollo de las acciones volitivas va a estar dirigidas en función de sus aspiraciones y motivos, teniendo en cuenta determinadas particularidades, pues la mayoría de los estudiantes son trabajadores y algunos permanecieron mucho tiempo desvinculados de los estudios, por lo que el esfuerzo que deberán dirigir hacia la actividad docente será superior, otros no cuentan con las habilidades y destrezas que le permiten enfrentar el proyecto y un número considerable no tienen en cuenta una jerarquización objetiva de sus necesidades y motivos.

Diferentes concepciones teóricas en el estudio de la motivación y la autovaloración en la personalidad

El problema de la motivación, ocupa una perspectiva central en el estudio psicológico de la personalidad. Algunos de los autores consultados plantean que ambas categorías son idénticas. La Dra. Domínguez L., considera que, aunque esa posición resulta extrema, toda teoría sobre la personalidad ha partido siempre del análisis de la naturaleza de la motivación. (Domínguez L., 1992).

Las corrientes factorialistas hacen una descripción de los contenidos de la personalidad y la motivación, como los rasgos y factores que se dan mediante el procesamiento matemático de los datos tributados por las pruebas psicométricas, no logrando trascender como enfoque cuantitativo, pues invalida la posibilidad de caracterizar las potencialidades del sujeto en el proceso de autorregulación de su comportamiento.

El conductismo por otra parte, reduce el análisis al estudio de la conducta estableciendo semejanzas inaceptables entre el comportamiento de los animales y el hombre, por lo que este último se concibe como un ser por esencia adaptativo. Es por ello de acuerdo a este enfoque, que el contenido subjetivo de la personalidad y la motivación, no se constituyen en áreas de investigación para la ciencia psicológica porque no pueden ser cuantificadas En su vertiente más radical, niega el papel activo y transformador del ser humano.

Para el psicoanálisis y en contraposición con esta corriente, la vida psíquica interna tiene una importancia vital en el estudio de la motivación, con independencia de que la regulación personológica se explica teniendo en cuenta motivaciones instintivas e inconscientes. El doctor en ciencias psicológicas (González R. 1985), puntualiza que las categorías utilizadas en la interpretación de este enfoque, al derivarse de un sistema teórico cerrado, solo van a conducir de forma preestablecida a la descripción de un conjunto de motivos y necesidades que considera inalterables y por tanto, se alejan del potencial regulador de la personalidad, impidiendo que el sujeto adopte decisiones fundamentadas de manera consciente, elaborando estrategias encaminadas al logro de objetivos en el corto, mediano o largo plazo.

El desarrollo de la motivación, de acuerdo al criterio de la autora, va a ser un indicador del nivel de autonomía de la personalidad, por lo que se convierte en una vía para la comprensión de los móviles internos (psicológicos) de la conducta en función del logro.

Por su parte la Psicología de orientación marxista, en su estudio de la esfera motivacional como componente básico de la personalidad alega, que esta se va a constituir en una característica distintiva de las formaciones que la contienen, por lo que participa en la autorregulación del comportamiento del sujeto, en un proceso de formación constante de desarrollo y perfeccionamiento continuo.

Para este trabajo, la motivación por la carrera y el estudio son elementos imprescindibles en la identificación de las características psicológicas del estudiante, ya que las mismas no van a ser un producto accidental de la maduración del alumno, por el contrario, son la consecuencia de múltiples influencias educativas y la forma en que fueron procesadas por el individuo en su relación con los diferentes ámbitos. Por ejemplo, cuando analizamos la familia y las relaciones que a lo interno de ella se dan, va a suceder que de forma consciente o no se producirá una orientación de esa motivación, lo que sin lugar a dudas desplegará una influencia directa sobre la personalidad, aunque no siempre esta sea la más adecuada.

La motivación humana de acuerdo con nuestra opinión y apoyada en la revisión bibliográfica, no se puede reducir como lo intentó hacer el psicoanálisis, el conductismo y otras teorías, a un estado dinámico que estimula de alguna forma el comportamiento de los sujetos sobre la base de las necesidades; sino que debe vincularse a los contenidos relevantes que se dan en la actividad, la comunicación y la unidad de los procesos afectivos y cognitivos para el sujeto, contenidos que se han subjetivado en forma de reflexiones, valoraciones y conceptos y contienen una carga emocional sobre las que va a organizar sus motivos. La Dra. (Domínguez, L. 1992), argumenta que la motivación estaría configurada en operaciones cognitivas mediante las cuales estos motivos adquieren un carácter consciente.

La autovaloración

Al explorar en el tema de la autovaloración durante el proceso de revisión de la literatura, se ha considerado a la misma como formación de la personalidad que tiene una importancia decisiva en la regulación motivacional. Dentro de los teóricos que destacan el papel de los factores psicológicos internos, encontramos a K. Lewin. La escuela que él representó, le correspondió la primicia de introducir en el estudio de la autovaloración el concepto de nivel de aspiración. (Domínguez, L, 1992).

La autovaloración ha sido considerada como contenido de la personalidad que se determina en última instancia, por las condiciones de vida y educación del sujeto a través de las relaciones que establece mediante la comunicación y que en su intercambio con los demás va recibiendo e incorporando las evaluaciones o estimaciones hechas por los otros de su conducta, que luego se cristalizan y consolidan como fuentes de referencia en la formación de su autovaloración.

La autora considera oportuno destacar que el proceso de interiorización de esas evaluaciones o estimaciones, va a ocurrir con cierta autonomía, partiendo del carácter activo del sujeto y las referencias externas se van a ir incorporando mediatizadas de esa forma.

Con relación a los indicadores abordados, la autovaloración se analiza en la determinación de su nivel de adecuación en el desarrollo del componente auto- valorativo del estudiante. Se toma como referencia la Tesis de Doctorado de la Dra. (Domínguez, L., 1992), de la cual se utilizan, haciendo un ajuste de los mismos, los indicadores de desarrollo de la motivación profesional, en este caso hacia la carrera, a partir de sus principales componentes, el cognitivo, el afectivo, el autovalorativo y el de proyección futura.

A manera de conclusión las características y regularidades que distinguen al ser humano en cada período de la vida, están determinadas por las circunstancias socioculturales e históricas concretas en las que vive y que como se plantea desde la perspectiva histórico-cultural, el entorno social se destaca como fuente del desarrollo e interacción que condiciona y determina la evolución de la psiquis humana, en un tránsito desde lo externo a lo interno. Lo anterior demuestra que el ambiente social por sí solo, no da lugar a cambios en el desarrollo individual, es la relación única, particular e irrepetible que establece el sujeto con su medio, lo que promueve y potencia el desarrollo psíquico y de la personalidad.

La personalidad puede sintetizarse entonces desde nuestro punto de vista como el conjunto de características o patrón de sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento, es decir, los pensamientos, sentimientos, actitudes, hábitos y la conducta de cada individuo, que persiste a lo largo del tiempo, frente a diferentes situaciones y que no van a repetirse en otro sujeto.

Bibliografía

  • DOMÍNGUEZ, L., (1992): Caracterización de los niveles de desarrollo de la motivación profesional en jóvenes estudiantes, Tesis de Doctorado, La Habana.

  • FERNÁNDEZ RIUS, L, (2001): Conferencia. Algunas tendencias históricas y contemporáneas en el estudio de la personalidad, La Habana.

  • FERNÁNDEZ RIUS, L, (2005): Pensando en la personalidad, tomo II, Ed. Félix Varela, La Habana.

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  • GONZALES REY, F., (1985): Psicología de la Personalidad, Ed. Pueblo y Educación, La Habana.

  • GONZALES REY, F, MITJANS MARTÍNEZ, A., (1989): La Personalidad, Su Educación y Desarrollo, Ed. Pueblo y Educación, La Habana.

  • GONZÁLEZ ARRÓ y ARANDO V. Tesis en opción al título en Psicología. La Habana. Cuba.2009.

  • RUBISTEIN, S.L., (1982): Principios de Psicología General, Ed. Pueblo y Educación, La Habana.

  • VIGOSTKY, L.S. Los procesos psicológicos superiores. México. Ed. Grijalbo. 1988.

 

 

Autor:

Lic. Mabel González Arró.

Psicóloga.