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De la huelga general al triunfo de la clase patronal


Partes: 1, 2, 3

    Introducción

    Un marco general para el Chile del 1900

    • Situación Económica
    • Situación Política
    • Configuración de la clase obrera
    • I. La lucha económica por las necesidades básicas
    • II. De la lucha económica a la Huelga General
    • A. La expansión de la huelga por el cantón de San Antonio

    • Las condiciones de vida de la clase obrera salitrera

    • B. Del cantón de San Antonio a la ciudad de Iquique

    • El Internacionalismo

    • La discusión con el Anarquismo

    • III. De la Huelga General al triunfo de la clase patronal
    • A. La Matanza

    CONCLUSIÓN

    BIBLIOGRAFÍA

    INTRODUCCIÓN

    DE LA HUELGA GENERAL AL TRIUNFO DE LA CLASE PATRONAL, POR DOLORES MUJICA

    Un marco general para el Chile del 1900

    • Situación Económica

    Hacia 1907, año en el que ocurrió la Matanza en la Escuela Santa María de Iquique, se vivía en el país una situación de inestabilidad económica y de crisis. La moneda sufría de una devaluación constante, sujeta a los vaivenes de la economía mundial que pasaba también por una de esas tantas crisis cíclicas del capitalismo.

    Los salarios bajaban y el precio de todos los productos de consumo básicos aumentaba.

    Por la baja de nuestra moneda, cuyo valor actual es de diez peniques y una pequeña fracción, ha subido el valor de todas las cosas. El dueño de casa ha aumentado el valor de los cánones de arriendo; el sastre ha aumentado el valor de su trabajo y el tendero el valor de las telas, el zapatero casi ha duplicado el valor de los zapatos[1]

    Además escaseaban ciertos productos básicos como la carne, lo que había ocasionado ya en 1905 una gran huelga en Santiago, a la que se llamó "la Semana Roja".

    Esta situación de inestabilidad y crisis económica es el motor que da el primer impulso a los obreros de Tarapacá hacia la lucha por mejores condiciones de vida y de trabajo, y siendo Chile una "gigantesca mina de salitre", ésto remecería aún más el escenario político y social. Pues hacia 1900 el 68% del total de las exportaciones del país eran de salitre o productos aledaños, haciendo de nuestro país una nación de un capitalismo dependiente, primario exportador, y una semi-colonia inglesa.

    La economía chilena estaba marcada por el paso de una economía capitalista donde persistían aún aspectos pre-capitalista, a una economía capitalista en la que se irían eliminando progresivamente esos elementos pre-capitalistas, y avanzando a la constitución de centros industriales, minas, puertos, que irían conformando una clase trabajadora que iniciaba un camino hacia conquistar su forma definitiva como clase.

    • Situación Política

    Pero no sólo una situación económica de inestabilidad y de crisis llevó a los obreros de la Pampa a luchar por sus justas demandas. Esta lucha fue también parte del proceso de una clase obrera que venía dando sus primeros pasos, haciendo sus primeras experiencias y levantando sus primeras organizaciones.

    Desde 1890 (año de la primer huelga general en nuestro país) –y hasta 1925 aproximadamente- el proletariado chileno vivió una etapa de actividad reivindicativa, caracterizada por profundos conflictos laborales y la puesta en práctica de sus propios métodos de clase y de sus propias organizaciones. Fue esta la etapa heroica de la clase trabajadora, marcada por el método de la acción directa de masas, con una fuerte tendencia al método de la lucha ilegal y a la coordinación de las luchas.

    Eran los tiempos en que los trabajadores no conocían otro medio de lucha que no fuera la acción directa de masas, en que no existía el legalismo con todas sus secuelas, ni habían surgido aún las directivas burocráticas, conciliadoras y reformistas de la actualidad. Era la época heroica del proletariado chileno, era la época que, al decir de Recabarren, el movimiento obrero tenía olor a pólvora[2]

    La clase obrera comienza a descubrirse a sí misma, se da cuenta de sus propias fuerzas, de su capacidad de organización y de lucha, y comienza a ponerlas a prueba. Para graficar mejor esta idea hagamos un pequeño pantallazo cronológico:

    1903: Huelga portuaria en Valparaíso

    1905: Huelga de la carne en Santiago

    1906: Huelga General de Antofagasta

    1907: "Huelga Grande" de Tarapacá

    1909: 29 Huelgas, con 200.000 trabajadores involucrados en ellas

    1910: La Gran Manifestación callejera encabezada por los Ferroviarios

    1911: 10 Huelgas: 8 de ellas salen triunfantes

    1916 a 1921: 13 Huelgas Generales en todo el país

    Como vemos, se vivía a principios del 1900 una situación de ascenso en la lucha de clases expresada en este gran ciclo huelguístico, que era una parte viva de lo que se llamó la cuestión social. Ante esta situación la clase patronal se ve amenazada.

    Aquí está pasando un fenómeno singular: nos estamos asustando con la cuestión obrera.[3]

    El conjunto del régimen, debilitado por la crisis económica y por su incapacidad de solucionar los conflictos laborales, tardaría en responder a esta situación. Y cuando por fin lo hace, emplea dos vías que a la vez se combinan. Una es la represiva (las huelgas de 1903, de 1905, de 1906 y de 1907 fueron brutalmente reprimidas) y la otra es la de la aplicación de tibias "medidas sociales", como la ley de habitaciones obreras y la creación de una Oficina del Trabajo.

    • Configuración de la clase obrera

    Pero esta clase obrera que emergía y comenzaba a dar sus primeras manifestaciones de organización y de lucha, con una fuerte tendencia a la acción directa de masas de masas y al empleo de sus propios métodos de clase, tenía ciertas particularidades propias.

    La transformación del peonaje colonial en proletariado aún no había terminado y la persistencia de relaciones laborales con fuertes resabios pre-capitalistas (pago en fichassalario, regalía, castigo físico) y la mentalidad que ello engendra, tanto en los patrones como en los trabajadores, son claros indicios de que la transformación del peonaje de origen colonial en proletariado no había concluido, esta ambigüedad caracterizaría durante todo un período a la vanguardia emergente.[4]

    Es esta característica de una clase trabajadora que se encontraba en el proceso de su configuración como tal, -más la influencia de partidos como el Partido Democrático que fomentaban la confianza en políticos patronales- lo que le dificulta terminar de valerse de una posición ideológica propia, de una política de independencia de clase, sin confianza en cualquier variante patronal, al mismo tiempo que desplegaba sus propios métodos de organización y de lucha.

    De este modo, todas estas luchas heroicas del proletariado como la Huelga General en Iquique de 1907, terminaron en la confianza de los trabajadores en que las autoridades de gobierno solucionarían los problemas. Había en este sentido un desarrollo desigual en el proletariado, por un lado estaba tremendamente desarrollada la conciencia de clase, con métodos combativos, con una marcada tendencia a la acción directa de masas y a la construcción de organizaciones clasistas, y por el otro lado estaba muy atrasado el desarrollo de una conciencia política de clase, lo que la hacía confiar en tal o cual partido o político patronal. Este desarrollo desigual comenzaría a empezar a ser resuelto con la formación del POS (Partido Obrero Socialista) en 1912.

    La Lucha Económica por las Necesidades Básicas

    • A. Huelgas de Carácter Gremial

    En 1907 la pampa estaba en llamas. La situación era candente, y las huelgas obreras se sucedían aquí y allá.

    En Abril los trabajadores de Caleta Buena declararon la Huelga General. Declararon la huelga los palanqueros. Y al mismo tiempo los trabajadores de la playa y la bahía pedían un alza de sueldos a 16 peniques.

    En Diciembre los panaderos entregaban su pliego de peticiones. Los trabajadores del ferrocarril urbano y los cocheros declararon la huelga, y también lo hicieron 300 trabajadores del ferrocarril salitrero.

    Las huelgas y los pliegos de peticiones eran pan de cada día y los periódicos patronales comenzaban a mostrar su preocupación por esta situación que comenzaba a agudizarse.

    Pero estas luchas terminaban por desgastarse, se alargaban y languidecían, se apagaban esperando a que otra se prendiera para volver a encenderse. No lograban articularse entre sí, no lograban la coordinación y la expansión de los conflictos, manteniéndose como luchas gremiales, con demandas económicas. Pero la huelga en la oficina San Lorenzo cambiaría esta tendencia.

    • B. Huelga en la Oficina San Lorenzo

    Los hermanos Ruiz en representación de los trabajadores salitreros de San Lorenzo, le entregaron al administrador, el inglés Turner, una carta exigiéndole un aumento de salarios. Pero el Jueves 12 de Diciembre, el avaro Turner se niega terminantemente a cualquier tipo de aumento. Se declara la huelga en San Lorenzo.

    Decenas de trabajadores con banderas y lienzos marchan juntos hacia la oficina más cercana, la Santa Lucía, ubicada a 8 kilómetros de San Lorenzo. El sol ya empezaba a calentar. En Santa Lucía se paran las faenas al instante, y los trabajadores de esta oficina se unen a sus compañeros de San Lorenzo en una peregrinación que no cesaría nunca. La columna se fue engrosando, y de oficina en oficina llegaron hasta La Perla.

    Los obreros salitreros continuaron recorriendo las oficinas durante los días posteriores… el 13 y el 14 de Diciembre los trabajadores agitaban y marchaban frente a cada oficina llamando a la Huelga. Los obreros de la Santa Lucía se unieron, los de la San Agustín, los de la Esmeralda, los trabajadores de la Santa Clara, los de la Santa Ana, todos le declararon la huelga a los ingleses, a los gringos, a los patrones.

    El clamoreo de la huelga copaba el aire de las calles de San Lorenzo y se colaba por las hendijas de las casas de calaminas, y su estruendo hacía abrir puertas y ventanas por donde se asomaban mujeres y niños maravillados haciendo señas de adiós a los hombres que marchaban con aire resuelto en la insurgente procesión proletaria[5]

    De la Lucha Económica a la Huelga General

    A. La Expansión de la Huelga por el Cantón de San Antonio

    Decidieron reunirse todos en el cantón de San Antonio, pues corría el rumor de que el mismísimo Intendente llegaría hasta allí a tratar de solucionar el conflicto de los trabajadores. Más de 5.000 obreros enarbolando banderas y marchando a gritos llegaron hasta el cantón. Venían desde todas las oficinas aledañas.

    San Lorenzo se quedó vacía. Las oficinas cercanas se quedaron vacías. Y un grupo de mujeres bien fornidas que se quedó en los campamentos, se encargó de bajarle los pantalones en público a todo aquel que no se uniera a la huelga. Los obreros descubiertos por ellas, eran puestos en tal vergüenza que rápidamente tomaban sus cosas y se encaminaban hacia el cantón.

    Los barreteros, los carreteros, los cateadores, los sacabotones, los particulares y todos los patizorros, o asoleados, como les decían a los que trabajaban en el cerro, enarbolando sus herramientas de trabajo y rugiendo enronquecidos que viva la huelga.[6]

    La huelga había prendido en la pampa como un reguero de pólvora. Todos los obreros estaban enterados. Todos querían ser parte de ella. Todos dejaron sus herramientas para marchar hacia el cantón de San Antonio.

    Pero ni el Intendente ni autoridad alguna se presentó en el cantón a dar una respuesta a los trabajadores, que habían elaborado un claro petitorio que exigía:

    • 1. El pago del jornal a 18 peniques

    • 2. La supresión del sistema de fichas

    • 3. El libre comercio al interior de las oficinas

    • 4. Cubrir los cachuchos para prevenir accidentes

    • 5. Una balanza y una vara para verificar los pesos y las medidas en las pulperías

    • 6. La prohibición de arrojar el caliche sin antes pagarlo

    • 7. La permanencia en sus puestos de trabajo a los que han participado en la huelga o indemnización de entre 300 y 500 pesos en caso de despido

    • 8. Indemnización de 10 a 15 días de sueldo en caso de despido

    ¿Y eran justas estas demandas, era justa esta lucha?

    • Las condiciones de vida de la clase obrera salitrera

    Sistema de pago. En vez de pagar con billetes, los patrones pagaban con fichas. Este era un sistema creado por ellos, que obligaba al obrero a comprar en la pulpería de su oficina solamente, aunque le pidieran un precio altísimo o aunque no le vendieran lo que él quisiera. Y a aquel que se atreviera a comprar en otra pulpería se le reprendía con un castigo, muchas veces físico, o directamente con el despido. Además, el empresario se enriquecía aún más gracias a la pulpería, pues compraba los productos a muy bajo costo y después se los vendía al obrero mucho más caros. El obrero nunca veía un billete real, y si por alguna razón necesitaba alguno, podía cambiar las fichas por éstos, pero con un descuento del 30% de su valor.

    Vivienda. Es la misma oficina la que le arrienda la vivienda a los trabajadores. Pero en cuanto es despedido el obrero, el contrato de arriendo se acaba, y el inquilino es arrojado a la pampa con su familia hasta poder conseguir un nuevo empleo. "Pero no es la miseria material de su vivienda lo más irritante, sino la carencia de hogar propio, de domicilio privado, aunque sea por un mes, por una semana, a que está sometido el obrero"[7]

    Cálculo de trabajo o trabajo a destajo. "Al jornalero que trabaja en la extracción de la materia prima se le paga según la cantidad que de ella extrae del fondo de la calichera, y es avaluada por carretadas. Uno de los procedimientos empleados por los dueños de las oficinas salitreras para impedir que un trabajador se procure de mayor jornal calculado, o para despedir al que no le agrade, es el de decirle que el caliche por él extraído no sirve, según declaración del químico de la oficina. Pero una vez alejado sin remuneración el supuesto incompetente operario, la oficina recoge y se beneficia del caliche que había declarado inservible".[8]

    Condiciones de seguridad en el trabajo. En los cachuchos, el caliche se hierve a más de 100 grados y no hay sin embargo una puerta o algún elemento que contenga al caliche hervido. Los obreros se caían vivos y se calcinaban, morían al instante, se cocían vivos.

    Extensión de la jornada. Con un promedio de 14 horas de trabajo, los obreros llegaban agotados a sus hogares, por lo que enfermaban y morían a muy corta edad. "El cantón en que principió la huelga es uno de los más agotados de esta provincia, y la oficina San Lorenzo, que inició el movimiento de protesta, es de las más agotadas de dicho cantón".[9]

    Las demandas de los trabajadores eran enormemente justas, y hartos de las pésimas condiciones de vida y de trabajo decidieron salir a luchar por ellas. Emplearon para ello sus propios métodos como la Huelga y la paralización de las faenas.

    • C. Del Cantón de San Antonio a la Ciudad de Iquique

    Ante la indiferencia de las autoridades locales y de los empresarios salitreros, los trabajadores decidieron dirigirse hacia Iquique, centro político de la región, a obtener una respuesta a sus demandas. Comenzaron a caminar, los miles de hombres, mujeres y niños de la pampa, y en sus pasos gigantes llevaban el olor a la grandeza de una clase obrera heroica.

    En el centro mismo de la columna destacábanse los colores de las banderas chilenas, peruanas y bolivianas, cuyos pliegues se batían al viendo orgullosos, ufanos, al ir a la cabeza de este ejército internacional, que marchaba escudado por el sol de justicia que les alumbraba y les llamaba, no desde Iquique, como la fantasía les hacía soñar, sino desde la misma eternidad… Iba, pues, ese ejército a reclamar el pan que se arrebataba del hogar de sus soldados.[10]

    DOMINGO 15

    Comienza a llegar a Iquique la columna de obreros que venía desde cada punto de la pampa.

    La erupción no cesaba. Oían descender los pasos en dirección a la playa. Se apretujaban por las puertas que se abren a la pampa y se escuchaban cada vez más de cerca las explosiones de los gritos, las amenazas; sentían su respiración y el brillo de los rostros asoleados. A cada rato una nueva bocanada de esas llamas, un nuevo torrente al rojo blanco brotaba por las grietas de las bocacalles y deteniéndose al llegar a los accesos de Iquique, comenzaba luego a penetrar más lentamente, empujando hacia el Club Hípico[11]

    A la entrada de la ciudad los esperaban el regimiento de Granaderos para llevarlos al Hipódromo (también llamado Club Hípico). Una vez allí los recibe el Intendente Julio Guzmán García (el señor Eastman era en realidad el Intendente titular, pero había renunciado poco tiempo antes de la Huelga) quien a través de un comunicado público propone solucionar el conflicto en solamente 8 días, pero con la condición previa de que todos los trabajadores volvieran a la pampa. Además, propone que Abdón Díaz, el dirigente de la Mancomunal, sea nombrado mediador entre los trabajadores y las autoridades y los salitreros.

    Los trabajadores se niegan rotundamente a volver a sus faenas, no habían caminado largos kilómetros desde el cantón de San Antonio para volverse derrotados. Un "NO" de gigante resuena en el Hipódromo.

    El señor Viera Gallo, abogado de los salitreros, un tanto nervioso, realiza un largo discurso apelando a la patria y a la defensa del bien común, y les exige a los obreros acatar el comunicado del Intendente argumentando que "el comité (de los trabajadores) ya lo aprobó y a vosotros os toca obedecer y callar".[12]

    Un miembro del comité sale rápidamente en su defensa y desmiente haber aprobado el comunicado. Minutos más tarde un obrero nos da una importante lección, que tiene valor hasta nuestros días, se interpone a los encantos del discurso de los patrones y sus oradores, que buscan tramposamente atrapar la atención y la simpatía del trabajador y dice:

    Compañeros, las grandes causas han tenido ardientes contradictores y muchas veces se han visto perdidas porque la elocuencia de los grandes hombres ha arrebatado a las masas. Yo modesto obrero de la pampa, átomo insignificante de la sociedad general, levanto mi voz para rebatir la elocuencia arrebatadora del señor Viera Gallo.[13]

    El joven obrero es ovacionado, y entre gritos de exclamación y aplausos, el Intendente Guzmán García toma la palabra y promete que se cumplirá el petitorio en 8 días si vuelven inmediatamente a sus faenas.

    Pese a las palabras del joven obrero, se decide finalmente volver a la pampa, y dejar en Iquique a una delegación.

    Los miles y miles de obreros comienzan a salir del Hipódromo para dirigirse a la estación de ferrocarriles.

    Se había anunciado un número de fuerza: a las cuatro de la tarde comenzarían a sacar a los obreros del Club Hípico (o Hipódromo), del regimiento y del velódromo. (…) Empiezan a salir entre dos filas de soldados, con banderas chilenas y precedidos por la banda de música del regimiento Carampague, en un gran desfile. A cada rato un altavoz les pedía que regresaran a la pampa, prometiéndoles un arreglo ventajoso.[14]

    Aquí hay una nueva lección de gran importancia: los patrones y sus políticos buscan siempre y por todos los medios engañar a la clase trabajadora. Buscan legitimar a sus instituciones como a los militares, para atacarnos con ellas en el momento menos pensado. Pero cuando los obreros y sus familias llegaron a la estación del ferrocarril, guiados por los soldados y sus platillos, se encontraron con que el Intendente había dispuesto para enviarlos de vuelta a la pampa, unos carros planos, de esos que se ocupan para cargar sacos de salitre, que no tienen ni barandas ni protecciones, entonces la indignación comenzó nuevamente a hacerse sentir. Los cientos de trabajadores residentes en Iquique que rodeaban a los soldados comenzaron a gritar "no se suban compañeros", "no se vayan", y en la euforia lograron romper el cerco de los soldados y bajar de los carros a aquellos obreros que ya se habían subido. Se generó una confusión y un caos. La banda militar dejó de tocar.

    "Los soldados, las víseras de sus kepies brillando al sol, de espalda al cerro, cerraban el paso a la gente apiñada, para impedir la unión de los obreros pampinos y la gente de Iquique, quienes quedaron en los costados y arriba, en la colina."[15]

    Pero no lograron impedir la unidad. Y los obreros se unieron en una gran marcha hacia la Intendencia.

    Los trabajadores de la pampa traían ya conformada su dirigencia. Ésta estaba compuesta por varios dirigentes anarquistas, entre ellos los más destacados fueron Luis Olea y José Briggs (hablaremos sobre el anarquismo más tarde). Los trabajadores de Iquique también tenían a su vez a su dirigencia. Así que antes de llegar a la Intendencia celebraron un mitin en Plaza Prat en donde decidieron hacer efectiva la unidad, y elegir a un Comité común para la lucha. Se consolidaba así la Huelga General.

    Una vez concluido el mitin, se dirigieron todos juntos hacia la Intendencia.

    "Tensado al máximo el arco del pecho, ágiles los pasos en la arena, era como si el cansancio y la fatiga nos volvieran sublimemente inmortales"[16]

    Aquí otra lección importante se destaca en el curso de estos días, se conforma un organismo de lucha unitaria para asegurar los objetivos de la lucha: el Comité de Huelga.

    El Comité de Huelga entró al edificio a hablar con las autoridades. Éstas dispusieron de un convento para que los huelguistas pudieran alojar, pero cuando Briggs por el balcón de la Intendencia comunicó de esta disposición a los obreros, éstos gritaron enfurecidos "¡no… no queremos nada con los curas! ¡no… con los curas no!". Entonces el Intendente dio una nueva posibilidad de alojamiento en un regimiento cercano, pero cuando Briggs nuevamente se asomó al balcón a entregarle esta opción a los obreros, éstos volvieron a gritar "¡no… con los milicos menos! ¡con los milicos no!" y desde las entrañas del movimiento obrero una voz masculina exclamó "¡A la Escuela Santa María!". Sin tiempo para pensarlo, y ante la risa burlesca de Briggs, el Intendente Guzmán García aceptó la última oferta de los huelguistas –dado que además, ante los rumores de la huelga y de que venían desde toda la pampa miles y miles de obreros se habían adelantado las vacaciones por lo que la Escuela se encontraba vacía-.

    Hacia la Escuela Santa María marcharon los trabajadores del salitre, orgullosos de sí mismos, seguros de su fuerza y como si estuvieran de fiesta.

    LUNES 16

    Temprano en la mañana se reúnen los salitreros con las autoridades y algunos "vecinos notables". Sus peores miedos golpeaban a la puerta. Los "rotos" de la pampa recorrían las calles. Eran una amenaza. Las oficinas estaban completamente paralizadas. La Huelga se había hecho General en toda la provincia. ¿Qué hacer? ¿Cómo parar el vendaval de obreros que amenazaba con arrebatarle sus intereses? La propiedad privada estaba siendo amenazada objetivamente por los trabajadores en lucha ¿Cómo defenderla?

    • Los métodos de la clase trabajadora

    La clase obrera tiene sus propios métodos, que utiliza para la defensa de sus derechos e intereses. Algunos de estos métodos son:

    • La huelga

    • La toma de fábrica o del lugar de trabajo

    • La paralización de las faenas

    • El paro

    • La autodefensa para repeler la represión patronal

    • El trabajo ilegal y el legal, para asegurar por ejemplo, poder construir su sindicato aún con las ya centenarias prácticas anti-sindicales

    • El mitin

    • La huelga en solidaridad

    La clase obrera tiene sus métodos, como los patrones tienen los suyos: la represión, la tortura, la cooptación, etc. Y son sus métodos propios los que la hacen fuerte. Los que le permiten sostener sus luchas y defender sus intereses. Pues los métodos de la clase obrera, puestos en práctica, tienden en último término a cuestionar el dominio del régimen capitalista y sus cimientos que descansan en la propiedad privada, y es por ello que es bestialmente protegida por los patrones con las fuerzas armadas, con sus leyes, etc.

    La huelga, el paro, la paralización, son métodos que cuestionan objetivamente la propiedad privada y "recuerdan a los capitalistas que los verdaderos dueños no son ellos, sino los obreros, que proclaman sus derechos con creciente fuerza".[17]

    La Huelga General en Iquique durante 1907, en donde la clase trabajadora puso a prueba sus métodos, cuestionó objetivamente la propiedad privada de los salitreros y el régimen autoritario al interior de sus minas, y puso de manifiesto una vez más la necesidad que tiene la clase obrera de dirigir su propio destino.

    Existen métodos que no son los de la clase obrera, y esos no sólo no le sirven, sino que en la mayoría de los casos tienden a despreciarla y a jugarles en contra. Estos son los métodos como el terrorismo individual que realiza acciones buscando un golpe de efecto, y que suelen ser utilizados por grupos que no responden a los intereses de la clase trabajadora.

    • D. La Paralización de la Pampa y la Toma de la Ciudad de Iquique

    Los empresarios decidieron crear una Comisión, encargada de discutir cómo terminar con la huelga. Pero Iquique se encontraba ya totalmente paralizada. Los trabajadores de la ribera, los carreteros, los cocheros del ferrocarril urbano, todos se habían adherido a la huelga. Todos los gremios enviaban sus pliegos de petitorios. Miles de trabajadores recorrían la ciudad. En cada rincón de Iquique había un grupo de obreros. La ciudad estaba en los hechos tomada. La clase obrera del salitre había paralizado el Norte entero. Y es aquí donde aparece una nueva lección que es importante sacar: la fuerza y la capacidad que tiene la clase trabajadora, en donde así como es capaz de hacer funcionar todas las cosas –fábricas, minas, faenas, todas las cosas- es al mismo tiempo capaz de paralizarlas. Y si es capaz de hacerlas funcionar, y si es capaz de paralizarlas, quiere decir que también es capaz de dirigirlas, y ser su legítimo dueño como clase. De decidir sobre ellas. Para poder hacer que todas las cosas sirvan para satisfacer las necesidades del conjunto de la sociedad y no de algunos pocos privilegiados.

    Pero no sólo los obreros sitiaban la ciudad de Iquique, también recorrían sus calles patrullas armadas de la tropa. Comienza a dibujarse, un embrión de doble poder, expresado como veremos más adelante, en comités de vigilancia, aseo, etc, que generaba un clima de tensión, aunque no se produjo ni un solo enfrentamiento.

    Con las casas de comercio clausuradas, y sus calles recorridas por patrullas de la tropa armada, presentaba el aspecto de aquellos días en que ocurren graves sucesos.[18]

    Al mismo tiempo, en otro lado de la pampa, en el cantón de Pozo Almonte, durante este mismo día Lunes, se realizó uno de los mítines más importantes, reuniendo alrededor de 1.500 obreros en Zapiga decididos a llegar hasta Iquique, para instalarse en la Escuela.

    MARTES 17

    Nuevos contingentes se suman a la lucha este día. Temprano desde los cerros, se ve descender una columna de hombres, mujeres y niños que enarbolaban banderas chilenas, peruanas, bolivianas y argentinas. Eran más de 1.000 huelguistas. 1.000 obreros que venían desde las oficinas Carmen Bajo, de Buen Retiro, de Cala-Cala, de La Palma, de Peña Chica, de Kerina y de San José. Todo el mundo quería acudir a la cita de los pampinos, que celebraban uno tras otro los mitines en la Plaza Prat. Más de 6.000 obreros se reunieron esa tarde en la plaza. Chilenos. Peruanos. Bolivianos. Argentinos. Todos unidos bajo la misma bandera: la de la clase obrera. Se hicieron discursos "encaminados todos a defender los derechos de los obreros y fueron escuchados en medio de atronadores aplausos"[19] Cada vez brillaban más fuertes las llamas de la lucha pampina.

    • El internacionalismo

    Durante la Huelga General las diferencias de nacionalidad no existían. Alojaban todos, peruanos, bolivianos, chilenos y argentinos en la misma Escuela. Y luchaban todos por la misma causa común: la defensa de sus derechos e intereses como trabajadores. ¿Y esto por qué? Porque la clase a la que pertenecemos pesa más que nuestros países de origen. Y es lo mismo para los patrones: los salitreros ingleses, los salitreros chilenos, todos se unieron para terminar con la huelga de los trabajadores. ¿Importaba aquí la nacionalidad? No, importaba más defender y proteger sus intereses como clase privilegiada y mantener intacta la propiedad privada capitalista.

    La clase trabajadora es una sola a nivel mundial. Las divisiones en su interior las imponen los patrones que son los que hoy gobiernan –dividir para reinar-. Y así quedó claramente demostrado durante la Huelga General de 1907. Y quedó también demostrado, que los trabajadores pueden romper esta barrera de nacionalidades impuesta por los patrones, y unirse todos bajo una misma bandera: la de la clase obrera.

    Una vez concluido el mitin se dirigieron todos juntos hacia la Intendencia. Allí el Intendente Guzmán García habló desde el balcón, pero ya nadie lo escuchaba, "los pampinos ahora hormigueaban, se escurrían, charlaban, confundidos con los mineros, los portuarios, los changadores y carrillanos"[20]. Y es que la Huelga se había convertido en algo más que la lucha por un pliego de peticiones. Se había transformado en un descubrimiento, la clase obrera se reconocía a sí misma. Y es aquí donde la lucha se transformaba en una lucha política: de toda la clase trabajadora en contra de toda la clase patronal.

    Más tarde un nuevo convoy con más de 1.200 trabajadores más llegó desde la zona de Lagunas. La pampa desbordaba en Iquique, y lo hacía con la más feroz de las fuerzas proletarias.

    MIÉRCOLES 18

    Más y más trabajadores se adhieren al movimiento huelguístico. Todas las oficinas de Huara estaban en huelga. Llegan más de 1.000 trabajadores más a la Plaza Prat desde Pozo Almonte, Huara y Lagunas. Todos vienen a instalarse a la Escuela, que alberga en su seno a todo Tarapacá. Se adhieren a la huelga los trabajadores de Calzados Fardella. Y los obreros de Negreiros celebran un mitin mientras esperan el tren para bajar hacia Iquique.

    El clima de tensión iba en ascenso. No paraban de llegar trabajadores de todas partes. Iquique se había convertido en el "gran cuartel general" de los trabajadores. Se celebraban allí mitines todos los días. Los trabajadores organizaban su vida en la ciudad. Habían constituido una serie de comités:

    • Comités de vigilancia

    • Comités de aseo

    • Comités de víveres

    • Comités de orden

    El Comité de Huelga elegido por los obreros para dirigir al movimiento se había instalado en la azotea del edificio, y tomaba desde allí todas las decisiones. Todos los negocios estaban cerrados. Iquique era una ciudad de obreros.

    La barbarie se entronizaba soberbia y amenazante. Quienes detentaban el poder en Iquique creían (o decían creer) estar viendo levantarse un poder alternativo al constituido legalmente: existen dos poderes, el uno nombrado por el Presidente de la República y el otro nombrado por los obreros en huelga; el uno reside en el edificio de la Intendencia y el otro en la escuela Domingo Santa María; el uno tiende al mantenimiento del orden y de la tranquilidad pública, el otro, irresponsable y anárquico, tiende a la paralización de todos los trabajos y a introducir la desorganización y la anarquía. Son dos mundos que se oponen: la polis civilizada y la pampa bárbara. Estos obreros pacíficos, productores de la riqueza, transformándose en individuos intransigentes que pretendían la inmediata y total satisfacción de sus pretensiones. De colaboradores en el progreso de la nación se transformaron en militantes de la barbarie destructora[21]

    Este desarrollo de los acontecimientos, no previamente planificados, había empujado la situación hasta el problema culminante e irreversible que plantea toda Huelga General: ¿Quién manda? La dificultad de una resolución favorable a la clase trabajadora, precisamente por la falta de un partido revolucionario que lo hubiera planificado o previsto, tenía en sus entrañas el sello de la derrota. Pues en toda circunstancia así, la voz de orden es avanzar o retroceder.

    El clima de tensión iba en ascenso. "Estamos sobre un volcán" -decía el periódico "El Trabajo" por esos días- "nosotros vemos venir el peligro y lo advertimos".

    JUEVES 19

    Continúan llegando trabajadores de todas las oficinas. Se celebra en la Plaza Prat un mitin para recibir a los trabajadores de Huara, al que asisten entre 10.000 y 12.000 obreros. Iquique ardía. En el Puerto de Pisagua un contingente de obreros bajaba desde Zapiga hasta el puerto de Iquique con un lienzo que decía: "Unión Pampina, cambio a 18 peniques". Horas más tarde se presentan ante la gobernación 2.000 trabajadores exigiendo los convoys necesarios para llegar a Iquique.

    Los salitreros, duros como piedra, se niegan a negociar y comienzan a buscar una salida represiva. Arrestan al dirigente obrero Pedro Regalado Núñez por "huelguista peligroso" en la zona de Huara, Negreiros y Zapiga.

    Una ola de descontento y frustración ataca a los huelguistas. Los trabajadores salen de la efervescencia provocada por los días pasados, de la fiesta obrera en la que se había convertido la Huelga, y los invade la preocupación, la incertidumbre se apodera de la Escuela.

    A las 16 hs. desembarcó el Intendente Eastman a bordo del Zenteno, venía a resolver. Guzmán García había intentado mantener congelado el conflicto hasta la llegada de Eastman, que traía las ordenes claras y drásticas.

    Los obreros en la angustia de la incertidumbre fueron de a cientos a recibirlo. Vieron en él la solución a sus problemas. El Intendente traería una respuesta.

    "Eastman caminó por entre las tropas que le abrían calle desde el muelle hasta la Intendencia, donde fue seguido por una muchedumbre de unas 800 personas que lo vivaban insistentemente con entusiasmo y ruidosas aclamaciones".[22]

    Los trabajadores vieron en él una esperanza, meses más tarde Malaquías Concha decía que quienes saludaban al Intendente en ese momento estaban muy lejos…

    de pensar que no hacían sino imitar a los esclavos romanos condenados a la muerte del circo que, cuando pasaban delante del emperador en camino del sacrificio exclamaba: Ave César, imperator, morituri te saludan. ¡Salve César, emperador, los que van a morir te saludan! El saludo de los esclavos romanos al César se repite una vez más: los obreros de Tarapacá cantaron ante el Intendente el Salve César de la muerte.[23]

    Pero cómo se explica que una clase trabajadora con métodos tan radicales para la lucha, que sostenía una inmensa Huelga General, que realizaba mitines, que tenía paralizada la ciudad entera de Iquique, que tenía un Comité de Huelga que organizaba sus asuntos, que asustaban a los patrones salitreros de todas las naciones, depositara al mismo tiempo su confianza en un político claramente patronal como era el Intendente Eastman, que se indigestaba en los banquetes con los salitreros, que recibía de éstos regalos y obsequios especiales, que los defendía y los defendería hasta la muerte.

    ¿Por qué los trabajadores confiaron en Eastman? La respuesta a este problema tiene tres niveles:

    • 1. Un nivel objetivo, en la clase obrera, en donde no coincidían los ritmos en el desarrollo de una conciencia de clase y una conciencia política de clase. Por un lado métodos combativos y clasistas, es decir una conciencia de clase tremendamente desarrollada; pero por el otro lado una confianza en las autoridades de gobierno y los políticos patronales, es decir una conciencia política de clase atrasada y colaboracionista.

    • 2. Un nivel subjetivo, en la dirección de la lucha, que sufría de la misma enfermedad, pero ella conciente de ello. El anarquismo empleaba métodos combativos, clasistas y de la acción directa de masas por un lado; pero por el otro lado confiaba en que el Intendente Eastman pudiera solucionar el conflicto, y llamaba a los obreros a depositar esperanzas en él.

    • 3. Un nivel de confluencia entre lo objetivo y lo subjetivo, que hizo que en la clase obrera se concentrara todo lo combativo, lo heroico y clasista del movimiento; y en sus dirigentes anarquistas la estrategia de la colaboración de clases, con dirigentes incapaces de advertir el peligro terminal de la confianza en Eastman.

    • La discusión con el Anarquismo

    Es indudable el papel progresivo que juega el anarquismo en esta época. Esta corriente ideológica le inyecta, a un sector del movimiento obrero, su huella combativa. Y junto con la influencia de otros partidos como el Partido Demócrata (PD) o posteriormente el Partido Obrero Socialista (POS), el movimiento obrero obtiene las influencias que le permiten desarrollar sus métodos de la acción directa de masas, el recurso de la Huelga General, la organización de las Mancomunales y de las Sociedades de Resistencia.

    En el Comité de la Huelga de Iquique, varios dirigentes eran anarquistas, como Luis Olea. ¿Qué significa la estrategia de esta corriente ideológica?

    Su errada concepción teórica política de desestimar una estrategia de poder, buscando tomarse el poder del Estado para así dar paso a su abolición definitiva, los alejaba voluntariamente de la lucha política, dejándola así en manos de quienes la ejercían férreamente en contra de los trabajadores, los burgueses. Y es que ni el Estado ni la política pueden abolirse a voluntad, ni por decreto[24]

    Los anarquistas desprecian al Estado. Lo niegan. No comprenden que el Estado tiene siempre un carácter de clase: o es burgués, es decir patronal; o es obrero y le sirve como herramienta a la clase trabajadora. El anarquismo al despreciar el papel del Estado en la lucha de clases, y al no comprender que éste es una herramienta importantísima de la que es necesario apoderarse, (porque si no la tiene la clase trabajadora, la tiene la clase patronal) se niegan a dar una lucha política por tomarse el poder del Estado, para emplearlo al servicio de la clase obrera y el pueblo pobre. Negarse a la lucha política es un crimen terminal. Porque significa regalarle este terreno a los patrones, que ocupan con habilidad y un talento natural. Negarse a la lucha política es entonces, negarse a enfrentarse a los patrones. ¿Y en qué se ve que el anarquismo se niega a la lucha política? En que no construye para darla una herramienta sólida, es decir un partido obrero revolucionario. Sólo un partido así –obrero y revolucionario- puede enfrentar a los partidos patronales y vencerlos. Sólo un partido así puede luchar por tomarse el poder del Estado para instaurar un gobierno obrero, basado en los organismos de la clase trabajadora.

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