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Sobre La decisión de Irina de José Covalschi

Enviado por Pablo Champy Strukelj


  1. Las cosas que pasan
  2. Te lo recomiendo
  3. La vida es así
  4. La felicidad no existe
  5. Esto no es grupo
  6. No me hagas el verso
  7. Yo te lo dije
  8. Resumiendo un poquito
  9. Algo habrá
  10. Los símbolos del psicólogo patagónico
  11. Charlas de la calle y del café
  12. Buscando motivos ocultos
  13. Hipótesis de Causas
  14. Qué me dirá tu nombre
  15. Conexiones improbables e imprecisas

Las cosas que pasan

Un libro, todavía hoy, puede ser imprevisible: los juegos iniciales del Lic. Covalschi con el lector son efectivos. El interés despierta al recibir el pequeño volumen en la mano, ya que en esta época de poca lectura no parece exigir demasiado tiempo ; truco que por otra parte se corresponde con las actitudes light, y que incluso genios como Borges, ya habían previsto. "La decisión de Irina" del psicólogo

patagónico me llega sorpresivamente en una tarde de primavera comodorense como una invitación renovada en mis incansables búsquedas de la vida cotidiana y las lecturas. La tapa sugiere un contexto simbólico – quizá de preferencia real en las viscicitudes del mismo autor – como un llamado ecológico vivencial – no de ola verde, tan gastada – donde hay un primer plano atípico, grave, que no busca simpatía fácil, sino que invita presumiblemente a una nueva reflexión. Detrás del gesto contemplativo del psicólogo, que parece observar nuevos paisajes en el universo, las montañas más altas, que siempre sugieren cumbres del espíritu humano y los caminos de ascensión posibles. El sello editorial – Grupo Pro-Cultura – es un mensaje desde la historia previa de otros libros regionales, científicos y literarios, dirigidos al espíritu de la conciencia austral. Algunos árboles cordilleranos y un cielo índigo que mezcla alguna nube con el título en celestes caracteres, completan la imagen de presentación.

Te lo recomiendo

Un tipo de pelo blanco, entrega a Irina una carpeta azul – ella es una adolescente de 17 años que está al borde del suicidio – y a partir de allí se narra una singular historia, que sirve para armar una síntesis original del autor. Probablemente en este personaje está escondido Covalschi, quien aparece en la cubierta pero no en las solapas, como evitando el narcisismo biográfico, quizá dando una lección, o para acrecentar un misterio que se develará en el texto. Otra paradoja contextual en nuestra época en que es común que los medios masivos nos presenten productos como buenos, por sus mismos fabricantes, y la sociedad consumista les crea todo lo que dicen, consiste en que la primera frase señala: "Este libro no merece ser leído." Curiosa humildad, que se pone en manos de la decisión del lector posible. Además inicia el mismo con una "Advertencia", como si de desanimarnos se tratara. Pero no le hicimos caso: muchos ya lo leímos. Apenas lo terminé – lo devoré en una tarde – busqué varios ejemplares más para regalar a mis hijos, a mis amigos. El primer regalo fue para mi mujer, que se fascinó instantáneamente. Nuestro amigo Lito me dijo al día siguiente: "-Es el mejor libro que leí en mi vida." Vicente, más cauto, aseguró: "-Me copé con lo de las urbanopatías." Cristina, la amiga profe, me exigió:"-Decime dónde puedo conseguir otros ejemplares para regalárselos a mis amigos." Y así todos. Confirmaba lo que ya sabía al leerlo: este librito tiene "algo".

La vida es así

La psicóloga Ana María Píccoli, dijo ante el manuscrito (visto sin el consentimiento del autor): "-Esto está muy bueno. Realmente puede salvar muchas vidas." Y Covalschi lo publicó. Desde una experiencia de casi tres décadas son propias las actividades de mejorar y salvar vidas del profesional (especialmente conocidas cercanamente por su equipo del Centro de Atención al Suicida) y la clínica cotidiana, y tantísimas actividades culturales y de promoción social en la Patagonia central. La ausencia de bibliografía, de fuentes de esta publicación creativa, me exime de comentar los aspectos científicos que desconozco en profundidad. Pero he vivido la sensación de una reconfirmación interna de muchos aspectos de mi proyecto de vida familiar, social y personal, durante el viaje de resonancias íntimas que fue creciendo a medida que avanzaba a través del texto. Luego lo releí, lo leí con otros en rueda de amigos, con mi mujer, y lo seguiré releyendo seguramente por mucho tiempo con ellos, con mis alumnos y en soledad. Yo no sé explicar su magia, ya que si tiene algún perfil de autoayuda, es el mejor que he conocido; el autor insiste en que es más bien un botiquín de primeros auxilios psicológicos. Y lo es seguramente. Pero, como dice el comentario de la contratapa, es varios libros al mismo tiempo. Una visión positiva y universalizada de la vida, que nos hace mejores a todos.

La felicidad no existe

Cuando le preguntó un periodista a Freud si existía la felicidad, le contestó: -La felicidad no existe; pero hay algo que se le parece: poder trabajar y ser capaz de amar. Más actual, Víctor Frankl aseguraba que la hiperintención malograba los objetivos posibles: la felicidad, si se desea demasiado, no se logra nunca. O ahora, de moda en el planeta, Slavoj Zizek pontifica sobre la imposibilidad de cumplir con el mandato posmoderno de ser feliz, justamente por eso: por haberse transformado en una obligación. Covalschi nos dice, originalmente, con otro matiz convergente: "Esto no es un objetivo." Y si lo es, poco interesante, sabotea cualquier relación entre personas. "Dos individuos que quieren ser felices, pronto se aburren. La relación que establecen es de la peor calidad." Hay que desconfiar del cerebro que es capaz de normalizar cualquier cosa; todos necesitamos de un sistema mínimo o grupo saludable; las adicciones son parte de la disminución del impulso vital que nos lleva a auto eliminarnos; todas las revoluciones fracasaron; para poder ayudar seriamente hay que iniciarse por uno mismo; estar sano es amar a los demás sin motivo alguno; el perdonar a todos beneficia al que lo logra; la valoración positiva es una máxima herramienta de salud personal y social; y muchos otros temas y tópicos de desarrollo fascinante.

Esto no es grupo

La eminente psicóloga Píccoli no se equivocaba, es más, un discurso de resonancias internas no sólo puede salvar del suicidio, sino del sinsentido. De diagnosticar sabiamente las urbanopatías, se proponen algunas recetas dinámicas para sobrevivir a un mundo confuso. ¿Psicología popular, autoayuda, filosofía práctica? Los etiquetadores se quedarán sin clasificaciones fáciles: no llame a engaño la intencional sencillez o la aparente facilidad de la primera lectura. Creo que más allá de mi vivencia terapéutica, la resonancia interna de verdades que abren el corazón y la cabeza, y quizá el alma, el espíritu, todo el discurso de "Kole" (nombre familiar e íntimo del licenciado) funcionó como una enorme valoración positiva, connotación re afirmativa de las cosas que sentí que venía haciendo bien en la vida; y lo demás, claro, como un proyecto o mapa de zonas a recorrer o trabajar. No sé si les pasará a todos, me ofició o funcionó nada menos que como un balance general de vida, incluso mostrando mis zonas erróneas. La lectura termina con propuestas concretas en la estrategia posible de superación . Hacia una jerarquización de la realidad concreta.

No me hagas el verso

Desde un gobierno de tintes patagónicos se declama una regresión hacia la dialéctica vanguardista de los setenta. Error histórico, si se quiere, pero que nos retrotrae a conflictos inútiles de postergación. En este contexto real, creo que Covalschi acierta en superar esos tiempos en que la solidaridad era un valor máximo: en el inicio del milenio vemos a los jóvenes- incluso,- inmersos en la confusión de admirar a un guerrillero por su propuesta solidaria, aceptando tácitamente su opción por la violencia. Y hoy por hoy, parece que en el mundo hay otras señales: las iglesias, los organismos de unión de naciones y las organizaciones no gubernamentales proponen otro valor como máxima coincidencia: la vida. La Vida. La gente común, nosotros, andamos en esta otra cosa. Por eso nunca entenderán los políticos cómo se puede juntar tanta gente detrás de cualquier hombre que sale a la calle con una vela, y millones lo siguen, sea quien sea. Por sólo la vida. Sin "politiquerías" ni otras yerbas. Ni entienden el resurgir espiritual ante tanto materialismo salvaje "de mercado". Ni se podrá ver el sentido de un Dalai Lama o un Juan Pablo II o quien fuera, frente a un Bush o un Putin. Puede que la generalización opinable o la anécdota puntual oscurezcan el sentido de lo que voy diciendo. No importa. Si se anima a leer este maravilloso librito, entenderá mi planteo filosófico. O no. Pero se lo sugiero para pensar, porque desarma algunas mentiras que andan dando vueltas. Aunque no coincidamos. Covalschi, eso sí, pone a la solidaridad en su justo lugar. Eso es seguro. Y privilegia la ecología humana.

Yo te lo dije

Ojalá cometas la decisión de leer "La decisión"…Me abstengo de revelar el final, el cierre de la obra ( o más bien una genial apertura). Y reflexiono sobre que muchas veces, cuando me dijeron: andá a ver esta película o leé este libro, es óptimo, en realidad elevaron mis expectativas que esa obra luego no sostuvo. Y me frustré. Y a veces, una crítica despiadada me permitió reconsiderar luego con el amigo criticón o criticastro algunos valores positivos que me hicieron ver o leer algo bueno, que sí valía la pena. Pero, quizá esto ocurra con las obras medianas y mediocres. No hay que tener miedo de decir algo sobre los pequeños libros geniales como éste. ¿Se imagina qué importancia podría tener una crítica laudatoria o negativa de "El Principito", o "Juan Salvador Gaviota", o "El caballero de la armadura oxidada",o "Botiquín Espiritual" u otro libro pequeño en dimensiones de páginas? Me siento limitado y tímido haciendo estos comentarios, porque me da la impresión de que se escribirán bibliotecas enteras acerca de "La decisión de Irina", este librito breve y genial. Mis opiniones sobrarán entonces.

Resumiendo un poquito

Otra versión de las mismas cosas de hoy, una visión desde nuevas epistemologías y puntos de vista originales, que nos hacen repensar los falsos poderes, los problemas sociales, sobre el individuo persona, la ecología humana, las adicciones, el hedonismo, la vida misma, los amigos, la familia, la actual adolescencia, el suicidio, la energía vital, la salud mental, los sistemas, las urbanopatías y otros males actuales, y sobre todo, las verdaderas esperanzas de hoy. Las que son posibles de verdad. Un proyecto para vivir, no para morir lentamente sin disfrutar el universo y las cosas. Sin amar de verdad, el narcisismo nos cerca despiadadamente.

Desde la advertencia inicial, una introducción breve, y cinco capítulos, se desarrolla un corpus integrador que pasa por un fondo narrativo, donde Irina quiere morir, lee cartas reales de personas que se suicidaron, se sorprende con la influencia de las urbanopatías del nuevo milenio, se entera de cómo se puede ayudar a pesar de todo, y finalmente toma una imprevista decisión. Quizás todos aprendamos un poco más: no sólo los jóvenes, sino los padres, educadores, profesionales de la salud. Todas las personas.

Algo habrá

Me sentí desintoxicado, relajado, como después de la tormenta y de la lluvia. Fresco en el alma y en el cuerpo. Contento, que tiene la misma raíz que contenido. Y pensaba claramente en que esto merecería otras profundizaciones lúcidas y lucidas.

Recordé haber leído otro trabajo sobre el tema en años de estudio, que Covalschi había intitulado entonces:"La degradación ética y estética en las urbanopatías". Y de una etapa anterior, otro libro formalizado con colaboradores, en grupalidad y redes sistémicas, que se llamó: "Manual de vida familiar", donde proponía desde esa visión la infobiología en el conocimiento de organismos vivos y artificiales, una base nueva epistemológica, cual en otros lugares del planeta.

Él había estudiado en algunos países del norte y trajo la sistémica y quizá aún antes que Sánchez Bodas en nuestro país, la escuela de consejeros. Es fama que introdujo el psicoanálisis en nuestra región sureña, aunque él mismo no se lo atribuye, y construyó la primera cámara Gesell en la ciudad – en estas cosas fue el pionero. No me extrañaría que en algún otro punto de la tierra se estuvieran formalizando estas mismas ideas, como algunas que ya se insinúan parcialmente, según nos informa el mismo autor. Creo que será otra prueba de que la sincronicidad existe, y que en las ciencias es una esperanza. Ojalá que haya muchos genios en estos temas que nos revitalicen durante el amanecer milenario. Por cierto, nuestro"Kole" ya está experimentando sus teorías en grupos reales, ahora, en sus consultorios y en la Escuela de psicología, cocreada junto a la Lic. Ana MaríaPíccoli, la profesional más eminente de la Patagonia.

Los símbolos del psicólogo patagónico

El hielo y la nieve son cosas maravillosas. En el inicio de la saga de Macondo, el abuelo del Gabo lo lleva siendo niño a ver el hielo (aunque en la obra los personajes son sustituidos simbólicamente). En el Himno de Manko Qápaj aparece la maravilla de la nieve (incomprensible para los incas) como una creación del todopoderoso Viracocha. Y en la tapa del libro de "Kole" aparece esa maravilla del mundo que son los ventisqueros australes, desde algún rincón preferido por el autor. El lugar exacto, seguramente sugiere que la acción de la atmósfera, más cálida, puede ir derritiendo los hielos eternos. Me encuentro con mi amigo Goyo Glinski en un cafetín comodorense, y me sugiere algunos homenajes escondidos en el título: quizá la relación con la película "La decisión de Sofía". Yo imagino alguna semejanza con la historia de los papeles y los sobres que le llegan a la protagonista de "El mundo de Sofía". Pero en la obra de Covalschi, Sofía es Irina. Y esto debería encerrar algunas razones, quizás rastreables en el nombre mismo. O no. Pero que el autor no nos revela, reticente él, como siempre, para que uno mismo inicie alguna búsqueda significativa. Desde Bbuenos Aires me llama mi hija Mariana, psicóloga ella, para contarme su entusiasmo por el libro que acaba de leer. En la noche de Navidad, sola con su hijo en el Pirovano, me cuenta que la escritura de la obra le fue resignificando el momento, aparentemente doloroso, ya que pudo rearmarlo positivamente, inspirada en el texto y sus resonancias de la lectura, las vivencias pequeñas de estar con su marido tomando mate, con unas nueces chocolatadas que les regaló una anciana anónima, en un jardincito del hospital. Estuve con un profesional de la salud, y me comentó que su mujer lo estaba volviendo loco, insistiendo en que lea el mismo librito, después de haberla sorprendido a ella. Y agregó: -Es que tenemos hijos adolescentes.

Charlas de la calle y del café

Antonio Valeriev, ese filósofo cotidiano de cafés y veredas, me encuentra sobre la avenida Rivadavia y me asegura: "Me sorprende el nivel de Covalschi. Es pedagógico si se quiere, didáctico seguramente; este hombre es de un alto discurso y trabajo científico. Y se lee con placer. Creo que es un logro, hace bien a la gente. Chau…" y se trepa al colectivo con un ademán de saludo. Yo, agradecido por su opinión cordial. Mi mujer me lo cita con entusiasmo, mientras pintamos nuestro nuevo dormitorio "nidito de amor" durante el verano. Lo ha estado releyendo sola, en las noches, después de una nuestra lectura inicial conjunta. Discutimos sobre el título, amigablemente, en cenas y encuentros con amigos. Decidir no es aleatorio, dicen unos. Decisión es un proceso, se decide…¿Y quién es Irina? Alguien recuerda los orígenes franceses de la esposa del autor: etimología de araña, de símbolo femenino por excelencia en el análisis de los sueños. Una analogía de mujer, "ella", que remite a la figura de los genitales femeninos como los ratones a los masculinos (por eso, comentan, los histéricos varones se sacan los zapatos para aplastarlas, y las histéricas se trepan chillando a las sillas…) Una jovencita de padres eslavos me dice:-Yo me llamo Irina…Curioso, en verdad. Es la primera Irina que conozco (no es un nombre común) en la vida real.

Buscando motivos ocultos

Mis automatismos con el griego y el latín, a mí me llevaban más bien al recuerdo de Erina, la poetisa famosa de la isla de Lesbos, en épocas de la escuela de Safo (suponiendo el iotacismo necesario). Una posible confirmación y la inquietud me hicieron hurgar luego en algunos diccionarios célebres y clásicos de mi biblioteca. Me prometí bucear más tarde en el infinito Espasa-Calpe, que no poseo. Recordaba que cuando un griego joven partía hacia la guerra, la familia acuñaba un medallón que llevaba el nombre de "simboleon", con una figura original. Al partir el guerrero a las campañas, que duraban muchos años, rompía el medallón en dos mitades, dejándole una mitad a su esposa o familiares más próximos. Y él salía con su mitad colgada al cuello. De tal manera que a su regreso era reconocido, a pesar de las ausencias de sus íntimos, o bien, si caía en alguna lucha feroz, testimoniaba la veracidad de los relatos de quien traía el objeto en sus manos, como testigo privilegiado de los sucesos trágicos, generalmene heroicos. Algún compañero conciudadano de su polis, que le arrancaba la pieza al cadáver, para visitar a los deudos dignamente. El símbolo, entonces, era esa mitad que se guardaba celosamente y que remitía a otra cosa, a esa otra mitad desconocida, que a veces el destino devolvía e integraba, por el ensamble perfecto de las fisuras y estrías, completando la imagen y su significado. En esto ando ahora, con la "Irina" de Covalschi: buscando lo oculto, a qué remite, a su completud. Algún biógrafo encontrará alguna Irina en la familia del psicólogo, …o no.

Hipótesis de Causas

Más difícil resultará ahondar en las raíces de sus concepciones originales, en el pensamiento único que supera, a primera visa, las ideas binarias, dialécticas, habituales en este tipo de literatura científica. "¿Es fácil de leer?" insisto con Ilvy, que está enfrascada en su relectura. Me confirma: "-Sí. Realmente parece un manual de primeros auxilios. Es fácil…" Y yo reflexiono sobre la aparente sencillez de los textos de niveles tridimensionales, analógicos, ya que incluyen en su pensamiento al mismo lector. Que es la diferencia que hace desde y después de la dialéctica, un avance de la ecología de la mente. La epistemología ha cambiado el modelobiológico-cuántico por el infobiológico. Y los vanguardismos erráticos se fueron agotando, con propuestas posmodernas y milenaristas. Este es el contexto próximo al autor: le conocíamos su incursión en la sistémica, y en las corrientes psicológicas del Siglo XXI, la tercer ola. La creación original de Covalschi me hace recordar los conceptos de Miguel Grinberg, de una ecofilosofía posible. ¿Eco-psicología, ahora? El trabajo sobre Urbano-patías es extraordinario, sencillamente revelador para nosotros. Y las experiencias de valoración positiva (connotación) vienen de la sistémica. En Cataluña (España) surgieron proyectos de prosocialidad (Fernando Baños y otros) que coinciden en este punto: combinar el altruismo desinteresado y la valoración positiva en grupos humanos, que conocemos en el campo educativo de Robert Roche Olivar, inspirados en una serie de sólidos procesos behavioranianos y en un par de centenares de investigadores nuevos, sobre todo del campo psi. Quizá el término en sí, la palabra "urbanopatía", haya sido creada por un periodista social brasileño (datos de Internet, en este caso).

Qué me dirá tu nombre

Entonces, Irina y araña, poetisa de la isla de Safo, mujer. ¿Qué más nos dicen las etimologías posibles? Por ahora: "eirene" en griego, según J.M. Pabón, es la tranquilidad, el sosiego, la paz, e incluso un proceso o tratado de pacificación. Pero también en los irregulares, "irinos", y derivaciones varias, puede ser la mensajera de los dioses o el lugar que ocupa el arco iris en la atmósfera, como una promesa. Ya se sabe del caso bíblico, donde una palomita con un olivo en el pico y el arco iris (Iris, Irina) anuncian a Noé el final del diluvio. "Siempre que llovió, paró" es la imagen popular propia. El viejo "Macchi" latino dice que irina es una planta florescente del gladiolo, por lo que no profundizo, aunque se me puede escapar algún otro símbolo en ello, por ahora. Agrega una asociación con la cáscara del erizo terrestre y podría lejanamente asimilarse a un tipo de cebollita desconocida para nosotros, de la época romana. Muy improbables similitudes éstas, de raíces de palabras viejas. El nombre arcaico de Erina aquí aparece como Erinna (poetisa):f.Erinno,es: poetisa de Lesbos, del tiempo deSafo//Erinya o Erinyos: nombre de una de las Furias. /7iriensis: habitantes de la Liguria, de la ciudad de Iria. Así, irina es un gentilicio, que significa " la que vive en Iria".

Y según lo que sé, en la "Alántida", Platón describe esa región como la tierra de los fantasmas y los muertos. Los ligures fueron los enemigos de los atlantes, vecinos que terminaron con sus ciudades en el fondo del mar, aproximadamente hace 35.000 años.

Conexiones improbables e imprecisas

Esto es lo divertido de la cultura: la imprecisión infinita, cuando no es científica. Inagotable, apenas iniciamos esta búsqueda intuitiva y, ya, nos apasiona. Witgenstein no estaría de acuerdo. Diría, que cuando se llega a agotar los sentidos, cuando ya no se puede decir nada, es mejorcallar. Callarse frente al enigma. A Minuchin también le gustaba esto. (2006)

En Comodoro Rivadavia, una noche primaveral, pensando esto.

© Pablo Mario Strukelj – 2006

 

 

Autor:

Pablo Champy Strukelj

2006