El impacto del rechazo en el sistema inmunológico (página 2)
Enviado por Martha Ariadne Zambrano Mendoza
Habitualmente es nuestra lectura de la realidad la que convierte algo natural en un agente agresivo, lo cual retarda u obstaculiza la integración y aceptación de lo encontrado, originando el rechazo "del agente" frecuentemente de manera prematura. De esta respuesta resultan consecuencias que, como expuse al inicio, no sólo quedan en el instante de haberlo experimentado, sino que pueden quedar como el parte aguas en la historia de un individuo, lo que se puede seguir alimentando a lo largo de su vida y no conforme con esto, culmina como una especie de herencia.
Es decir, el frío, el polvo, los ácaros, alimentos, etc., son detonadores de sintomatología alérgica, sólo son eso, unos detonadores de una problemática más profunda que había permanecido silenciosa esperando el momento de su eclosión.
Pero, ¿cómo acontece todo esto?
Grosso modo intentaré expresar la observación que he hecho a través de las historias clínicas:
Una vez concebido un producto, se inicia una serie de cambios funcionales y físicos que realizan el desarrollo de un embrión, luego de un feto y finalmente este nuevo ser humano nace. Desde el contexto en el que se da la concepción, inicia la lectura de la realidad por el nuevo producto.
Esta lectura va generando respuestas. Las respuestas corresponden al tipo de lectura que se hace. Esta lectura depende del bagaje de información que el producto encuentra en su combinación genética. La información contiene una serie de "instrucciones" de cómo elaborar productos moleculares, bioquímicos, etc., y de cómo responder de acuerdo al aprendizaje obtenido en generaciones anteriores para continuar sobreviviendo.
Ante una impresión de la realidad, la manera para afrontar esa circunstancia de la vida nos lleva a un resultado que podemos catalogar como un medio de adaptación (aceptación de la realidad que incluso nos mueva a evolucionar) o bien, podemos utilizar medios de supervivencia.
Los medios de adaptación nos conducen a la integración, aceptación mediante el aprendizaje de la vida.
Los medios de supervivencia nos desencadenan una serie de reacciones de alerta para evitar un nuevo incidente o accidente.
Ambos medios, son guardados como "información" que en el mismo individuo y en las siguientes generaciones serán herramientas que se usarán en un momento dado para salir de una experiencia similar.
La situación empieza a complicarse al usar medios de supervivencia cuando ya no son necesarios, por ejemplo al continuar en un estado de alerta ante situaciones cotidianas. Este estado de alerta se manifiesta en la totalidad del individuo.
Es ahí donde se genera un modo de reaccionar, como si el individuo estuviera estacionado, como si tuviera que resolver permanentemente esa circunstancia, y así vemos al individuo con el comportamiento y las respuestas orgánicas de una manera que puede durar meses, años y que además transmitirá a sus descendientes.
Es decir, tan fuerte fue el golpe de la realidad, que los medios utilizados para sobrevivir quedaron como si estuvieran en automático, y para colmo, como una especie de "receta" para el siguiente descendiente, situación que queda como una huella genética.
Esta información genética, en la siguiente generación permanecerá silenciosa hasta que este nuevo individuo se encuentre en una situación similar o experimente la sensación vivida semejante al antecesor (llámese soledad, celo, desprecio, decepción, humillación, etc.) y genere una respuesta.
Esta respuesta lo mantendrá en una situación de alerta ante ése estímulo y de esta manera el individuo utilizará sus "herramientas" de supervivencia para la existencia. Y así veremos medios de defensa corporales y psicológicos congruentes con la "vivencia estacionada" del individuo[2]
Un ejemplo es el caso de Rubén, un joven de 21 años cuya madre fue despreciada por sus padres por ser mujer, ya que ellos preferían un hijo varón, principalmente su padre hacía evidente su disgusto y la ignoraba o le señalaba frecuentemente su "poco valor por ser mujer"; en su adolescencia presenta catarros frecuentes sin complicaciones por los que no tomaba medicamentos, por lo demás aparentemente sana. Rubén acude a consulta, padece catarros que se presentan cada vez con más frecuencia, lleva once años en esa situación, la cual fue desencadenada después de que a la edad de 10 años, compañeros de su salón de clases se agrupaban y lo excluían, justificando su exclusión con el calificativo de afeminado.
En el caso de Rubén, quien presenta sintomatología correspondiente a una rinitis alérgica, se presentan componentes de tipo genético y de tipo educacional. Con respecto a lo genético, la madre de Rubén inicia sintomatología de rinitis alérgica en al adolescencia aún cuando el rechazo lo experimentó desde su infancia, es así debido a que es la primera en su generación en este tipo de respuesta, y el organismo se manifiesta con claridad en el momento de cambios y autoafirmación en la mayoría de los sistemas incluyendo de manera enfática el sistema inmunológico, manifestándolo por medio de afecciones en mucosa respiratoria alta.
Rubén lleva consigo la "receta" de supervivencia en la que su madre le indica la manera de responder ante el desprecio de otros, manejando un medio de defensa que se despierta ante la vivencia leída como agresiva pero que permanece como en automático "defendiéndose" continuamente de manera innecesaria. Por otro lado, en lo que concierne a la educación, la madre utiliza material proveniente de su infancia, para educar a su hijo con elementos obtenidos del rechazo experimentado y en los que refleja la problemática de género que proyecta hacia su hijo.
Revisemos ahora un caso a partir del hoy del paciente. Jorgito, quien actualmente es un adolescente, pero cuando yo lo conocí era un pequeño de 3 años, supe que había sido rechazado por su madre quien lo prometió en regalo a una familia, es decir, su crianza fue rechazada por su madre biológica. Jorgito fue un niño que presentó un temperamento muy fuerte desde pequeño, al año y medio presenta rinitis alérgica y a los 3 años ya había desarrollado bronquitis asmática, tenía crisis nocturnas y una situación en la que cada vez peligraba más su vida, aun con todos los cuidados que en ese momento los mejores médicos del lugar le habían podido dar al igual que sus padres adoptivos. Frecuentemente se manifiesta a la defensiva con mucho miedo al rechazo de una u otra manera.
En Jorgito, el material genético proveniente de la madre quien, por cuestiones educacionales en las que se sobrevalora la virginidad y el estado matrimonial con respecto a la maternidad, le genera miedo al rechazo de sus padres al "no cumplir" con sus expectativas, queda "escrito como receta" en Jorgito la vulnerabilidad por el rechazo, circunstancias que son confirmadas y profundizadas en el presente de Jorgito al ser motivo de rechazo en su concepción y más aún durante su gestación. Una vez en la vida extrauterina, Jorgito ya viene "preparado" para responder de manera exagerada ante el rechazo. Aun cuando es acogido por una familia que lo espera con agrado debido a su situación de infertilidad, y es educado con amor, respeto y aceptación, ha sido tan intensa e importante la huella que ha quedado genéticamente que el proceso de aprendizaje a la nueva "lectura" se ha tornado lento, con obstáculos y frecuentemente desalentador cada vez que en su camino responde con los síntomas ya comentados ante circunstancias que lee como miedo al rechazo, desprecio o abandono.
Otra variedad, respecto a las alergias y el rechazo, se puede ejemplificar con el caso de Connie, una mujer de 41 años, soltera, profesionista, quien acude a consulta por presentar alergias múltiples con manifestaciones a nivel de piel. Es decir, por polvo, polen, pelos de animal, medicamentos, manifiesta erupciones en la piel con comezón y en ocasiones lagrimeo en ambos ojos, sensación de obstrucción nasal e inflamación de garganta. Aún cuando ella tiene una relación informal de pareja, desea comprometerse y comenta que su pareja no lo desea. Al explorar un poco más a fondo, ambas nos damos cuenta de que en lo profundo, ella no desea el compromiso debido a una cantidad de temores y aversiones.
Connie tiene una historia de educación en la que los abuelos y consecuentemente los padres de ella instruyen a las mujeres para tener hijos, educarlos, procurar su comodidad y la de los esposos ya que ellos están destinados a obtener el dinero para el sustento del hogar, las mujeres trabajan en el hogar y en otros sitios si es necesario cuando el dinero no es suficiente, así que toleran cargas de trabajo que frecuentemente duplican al de su pareja. No hay comentarios sexuales agradables entre las mujeres de su familia debido a que la satisfacción principal está dirigida hacia los hombres.
Después de escuchar en diferentes ocasiones los detalles de su historia, fue más evidente reconocer que esta serie de temores y aversiones podría agruparlas en lo concerniente a la sexualidad, la fertilidad y la sensualidad. Temas distorsionados o sobrevaluados por la lectura que ha hecho tanto por lo aprendido como por información aún guardada en el inconsciente.
Ese y muchos ejemplos más se pueden exponer en las alergias y el asma que en realidad es el mismo sistema solamente que en distinta intensidad y profundidad de acuerdo al caso que se presente y a la "receta" que sus padres, abuelos o antepasados le han dejado.
Cuando acuden a mi consultorio personas que tienen un hijo con síntomas de alergia y/o asma, y los padres me comentan que ellos también presentan algo similar, (frecuentemente lo expresan como "yo también soy alérgico" o "yo también soy asmático"), prefiero escuchar su historia de vida y patogenética antes que dar un medicamento, debido a que el tratamiento no llevaría a una curación si no encontramos la causa real, y sobretodo si el proceso no lo dirige a la aceptación.
De igual manera encontramos respuestas de ese tipo en cualquier barrera de defensa: mucosa gástrica, mucosa de vías urinarias, mucosa de genitales, amígdalas, adenoides, etc., lo cual puede reflejarse en niveles bioquímicos y moleculares entre otros.
Un punto al que ahora me quiero referir ahora es a los padecimientos autoinmunes. He citado algo sobre las respuestas de sobredefensa, ya sea a manera de alergia o de asma bronquial. Pero, ¿qué pasa con los padecimientos autoinmunes?
Me gustaría recordar lo que al inicio refería en cuanto a las funciones de nuestro sistema inmunológico, que podríamos anotar a manera de resumen:
1. Mantiene la integridad del individuo
2. Protege de agresores que se encuentran en el medio ambiente,
3. Evita el desarrollo de células tumorales
4.Elimina moléculas nocivas originadas en el interior como consecuencia de envejecimiento, infecciones, traumas o crecimiento neoplásico.
Dichas funciones se pueden traducir, en otras palabras, en funciones para preservar la identidad, lo cual es necesario para sobrevivir, y para ello necesita distinguir entre las moléculas propias y las extrañas, a fin de aceptar las primeras y rechazar las segundas.
Una vez recordada esta información, agregaré un término inmunológico más: la tolerancia.
Se denomina tolerancia a la incapacidad adquirida por un individuo para responder a un antígeno (sustancia o molécula que al ser introducida en el organismo, estimula la formación de anticuerpos) contra el cual normalmente lo haría por medio de desarrollo de inmunidad humoral, celular o de ambas.
La tolerancia suele ser específica, es decir, que se desarrolla contra determinado antígeno, en tanto que el individuo conserva la capacidad de responder adecuadamente al estímulo de otros antígenos.
En el diccionario, tolerancia se describe como la disposición a admitir en los demás, una manera de ser, de obrar o de pensar distinta de la propia.
Dicho de otra manera y relacionándolo con el tema, la tolerancia inmunológica, conviene verla como un medio en que el organismo conoce y acepta la "visita" temporal o permanente de un agente sin que esto le afecte o dañe.
La aceptación de lo propio parece ser un medio activo de tolerancia, que se aprende durante la vida embrionaria, y que por lo general conserva durante el curso de toda la vida del individuo.
Así, se puede decir que la aceptación de la realidad, aumenta la tolerancia en cuanto a los sucesos y acontecimientos de la vida, integrando en ellos sus elementos (de orden físico, ambiental, emocional, etc.). De esta manera se reflejará en el funcionamiento del sistema inmunológico tolerando lo que es necesario tolerar, defendiendo lo propio y/o eliminando lo que pone en riesgo la integridad.
Cuando la lectura de la realidad está afectada, ya sea por información de tipo genético, ambiental o educacional, en el cual el impacto es muy profundo, el individuo sólo espera un "detonante" para poder expresar la distorsión resultante. Este detonante puede ser un virus, un cambio de etapa, un acontecimiento, un medicamento, un estado de carencia nutricional o la combinación de dos o más factores para hacer eclosión.
Una vez hecho contacto con el detonante, la reacción de nuestro sistema inmunológico se muestra distorsionada. Actúa confuso y no diferencia entre una molécula extraña y la nuestra, es decir, cuando uno rechaza algo de sí mismo y no se acepta que se tiene. Este es el caso de las enfermedades autoinmunes que las encontramos con manifestaciones diversas. Mucho del peligro en estos casos no solo es la enfermedad en sí, sino la manera silenciosa en la que esto inicia y se desarrolla.
Tal es el caso de Rocío[3]una mujer, la más pequeña de 6 hijos. De niña no le gustaba estar sola, pedía frecuentemente que la cargaran, con inclinación a cuidar niños pequeños, cariñosa, alegre, activa. Contenía sus emociones, cuando algo le enojaba, se le hacía un nudo en la garganta sin poder expresar sus sentimientos. Abusos sexuales por parte de sus hermanos desde los 7 años hasta la adolescencia, la experiencia le dejaba un sentimiento de angustia, de dolor o confusión ya que no sabía si era un juego o no, no lo expresaba verbalmente, sólo los ignoraba. Se sentía muy sucia, avergonzada. En ocasiones se sentía culpable por haber experimentado excitación. Sentía impotencia y al recordar todo lo anterior, le da coraje consigo misma por no haber reaccionado o expresado estas cosas en el momento que ocurrían.
Ante esa situación, creó una máscara de candidez que en realidad sólo enmascaraba su pusilanimidad. Esta mujer presenta en su maternidad un embarazo que llega a término sin ningún problema. Después de ese embarazo, presenta 3 abortos espontáneos en diferentes etapas de gestación. Al examinarla resulta una alteración en sistema inmunológico, un síndrome silencioso, generalmente asintomático llamado Síndrome de anticuerpos antifosfolípidos. Es un síndrome limítrofe, es decir, a punto de hacerse degenerativo aunque el proceso de autorrechazo autoinmune ya comenzó y se está desarrollando.
En el caso de Rocío, afortunadamente durante la exploración fue posible encontrar cuál fue la causa, cómo inicia el rechazo, reconoció su actitud y se hizo consciente de la alteración en su lectura de la realidad; terminado este proceso, comenzó el proceso de curación. Con ello se logra un nuevo embarazo que llega a feliz término.
En este caso, la imagen ideal de mujer no era congruente con la vivida, toda su sensación de impotencia, suciedad, culpabilidad, la tornaron pusilánime para sobrevivir en ese medio, en que el rechazo se hizo inconfesable para sí misma y ante los demás. La imposibilidad de confesarse íntimamente y religiosamente en esos términos son productos de la influencia educacional imperante en el hogar y confirmado en la instrucción escolar.
Por medio de sus manifestaciones expresadas en el síndrome, se evidencia la agresión no vivida, sus defensas atacan sus propias estructuras convirtiéndola en su propio enemigo.
¿Cómo fue posible llegar a un trastorno autoinmune?
Recordemos que el estudio dinámico de los indicadores bioquímicos es análogo a lo observado sintomáticamente.
Este es un caso, en el que el padecimiento fue desarrollándose silenciosamente, gradualmente y como en los otros casos, esperando un detonante para manifestarse: sus embarazos.
Una breve explicación del camino inmunológico que llevó a Rocío a este padecimiento, es la siguiente:
La unidad del ser humano es la célula.
Para mantener su integridad, la célula está rodeada y protegida por la membrana celular. Dicha membrana la separa del medio.
La membrana celular está formada por una capa doble de moléculas de fosfolípidos que en estado de salud se encuentran unidas por las fuerzas de Van der Waals (fuerzas de atracción que explican la cohesión de las moléculas en los estados líquido y sólido de la materia) y se hallan dispuestas en forma lamelar (de lámina).
Por otro lado, existe un tipo de defensa en nuestro organismo que son llamados anticuerpos antifosfolípidos, hay dos variedades de ellos: uno llamado anticoagulante lúpico y otro anticuerpo anticardiolipina. Ambos se encuentran positivos en el caso del Síndrome de anticuerpos antifosfolípidos.
Uno de estos anticuerpos nos guiará en este caso, de manera más directa a explicar la congruencia sintomática y molecular. Ese es el anticuerpo llamado anticoagulante lúpico.
Resulta que solamente encontramos anticoagulante lúpico cuando los fosfolípidos de la membrana celular se encuentran en su forma hexagonal (esta es la forma que toman cuando existe una disminución de las fuerzas de Van der Waals, las fuerzas que mantienen en cohesión a las moléculas en este caso de la membrana celular), lo cual es manifestación de debilidad en la membrana celular.
De manera análoga, constatamos que la pusilanimidad es similar a la presentada en la membrana celular. El daño en repetidas ocasiones sin respuestas adecuadas le fueron mermando su fuerza tanto en el ámbito emocional como en el de los otros niveles incluyendo el molecular. La educación e instrucción escolar fungieron como un campo magnético que no permite el contacto consigo misma, y maniata sus propias fuerzas hacia el exterior, de esa manera su lectura no puede conducirla hacia sus "enemigos" o agresores, sino hacia sí misma. Entre más intensa la agresión externa, más intensa y desarrollada la respuesta de agresión interna.
Nuevamente podemos constatar que el desequilibrio que precede a la formación de complejos inmunes en realidad estuvo durante mucho tiempo, sin técnica de laboratorio que lo detectara, pero a medida que los fenómenos sucedieron en repetidas ocasiones fue haciéndose más evidente.
De manera similar ocurre cuando los efectos autoinmunes ocurren en otros órganos como la piel, mucosas, corazón, riñón, articulaciones, sistema circulatorio, etcétera.
Nuestras manifestaciones moleculares, bioquímicas, funcionales, no son más que expresiones análogas de lo que somos. Somos iguales por dentro y por fuera.
¿Por qué sucede de ésta manera?
Uno de los mensajes claves que envía nuestro ser a través de síntomas emocionales pero principalmente de síntomas físicos es la necesidad de aceptar (del latín acceptare que significa recibir, en el diccionario agrega recibir uno voluntariamente). Lo cual incluye aceptarse uno mismo con sus debilidades y fortalezas, aceptar los sentimientos tal cual, emociones, pensamientos, respuestas; en resumen, aceptar la cualidad de ser humano. Como fruto aumentará la tolerancia ya que la aceptación de la realidad interna es similar a la aceptación de la realidad externa.
En la medida en que ofrezco resistencia a aceptar la realidad, en esa medida se genera sufrimiento.
¿Y cómo puedo acercarme a la aceptación?
Es importante reconocer que acercarse a la aceptación implica un proceso. Lo importante es decidirlo a voluntad y valerse de herramientas adecuadas que faciliten el autoconocimiento y/o reconocimiento. Con esas herramientas, la exploración integral de varios niveles en el individuo nos conduce a que la esfera espiritual, psíquica y física se visualicen como una unidad.
Al llegar a este punto veo conveniente hacer hincapié en lo que respecta a los tratamientos tradicionales de los padecimientos y, en esta ocasión, especialmente los que involucran respuestas inmunológicas.
Actualmente, estos tratamientos con frecuencia están dedicados a alterar la actividad del sistema inmune por medio de antihistamínicos, derivados corticoides o inmuno supresores, que a niveles bioquímicos, entre otras funciones, efectivamente disminuyen la respuesta de defensa, lo cual inhibe la sintomatología presentada temporalmente. Otro tipo de tratamientos son las vacunas, por medio de las cuales sólo cubrimos un nivel de respuesta y no la totalidad del individuo como para generar aceptación y nuevas lecturas sanadoras.
¿Estaremos hablando de curación real al mantener a nuestro sistema inmunológico de manera artificial en un intento de "equilibrio" meramente temporal o con dependencia farmacológica?
Es bien sabido que en observaciones experimentales y clínicas, los animales a los cuales se les deprime el sistema inmunológico desarrollan tumores con mayor frecuencia que los animales control. Esto es especialmente cierto cuando se usan virus oncogénicos (que causan cáncer) para tratar de inducir los tumores. En humanos, la incidencia de procesos malignos, especialmente de tipo linforreticular, es mucho mayor en las inmunodeficiencias congénitas; así como en los pacientes inmunosuprimidos por algún transplante, y que simultáneamente son sometidos a procedimientos de inmunosupresión, tienen 200 oportunidades más de desarrollar un tumor maligno que la población normal.
¿No será que al fragmentar la visión del individuo en lugar de verlo como unidad, obstaculizamos su proceso sanador, favoreciendo desviaciones de los procesos curativos propios? Y ¿las desviaciones de los procesos curativos propios serán causa de complicaciones de un solo padecimiento?
Personalmente he observado en la práctica clínica que tomar en cuenta en un individuo su cualidad de unidad, facilita el proceso de aceptación al identificar él mismo la congruencia de su historia de vida con su padecimiento y con ello usar herramientas adecuadas para transformar hacia la evolución.
Administrar un medicamento que no respete sus cualidades individuales y que lo "mantenga" en una apariencia bioquímicamente ideal, no lo acerca al redescubrimiento.
También he observado que la desviación de los procesos curativos propios, generan nuevas focalizaciones en las que el ser pueda, de una u otra manera, expresar lo que hay que transformar. Aunque el camino al reconocimiento en estos casos se torna un poco más tortuoso.
Entonces, ¿qué herramientas buscar y utilizar para facilitar el proceso de acercamiento a la aceptación?
Es importante conocer algunas características clave de las herramientas que pueden facilitar el camino, esas características son:
Ofrecen el acercamiento a la aceptación como un proceso, no como una solución inmediata o única.
Integran los niveles del individuo y considera la mayor cantidad de elementos posibles de visualizar dentro de la unidad.
Su uso conduce a la evolución, transformación, trascendencia, libertad, amor.
Algunas herramientas que personalmente observo adecuadas para facilitar el proceso de acercamiento a la aceptación son:
Medicación homeopática unicista. Haciendo hincapié en cumplir con administrar un solo medicamento para cubrir la serie de síntomas que presenta el individuo, característica de importancia en la medicina homeopática para conservar el tratamiento dentro de la unidad.
Psicoterapia enfatizando el conocimiento y uso de la psicoterapia de la imperfección.
Cuentoterapia ya sea de manera clínica o bien a lectura y/o narración.
Orientación espiritual continua, o a manera de talleres y sus ejercicios a profundidad.
Además los hábitos higiénicos como buena alimentación; ejercicio físico adecuado a la individualidad, efectuado de manera constante; y por último, meditar lo más frecuentemente posible.
BIBLIOGRAFÍA
1. BALCELLS G. Alfonso. La clínica y el Laboratorio. Ed. Marin, S.A. Décima edición.
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2. BULMEZ, Ricardo. El arte de combinar el sí con el no: una opción de libertad. Ed. CRECE.
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3. F. GANONG, William. Fisiología Médica. Ed. Manual moderno. Décima edición. 1986.
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4. HARRISON R., Tinsley. Principios de Medicina Interna. Ed. McGraw-Hill, Inc. Sexta
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5. MÁRQUEZ Rosano, Daniel. Los cuentos del baúl. Ed. ACD. 2005. México.
6. PETER, Ricardo. Una terapia para la persona humana. Ed. BUAP Dirección General de
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7. PETER, Ricardo. Sobrevivir la perfección. Ed. BUAP Dirección General de Fomento
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8. ROJAS M. William. Inmunología. Ed. Sitesa. Sexta edición 1986. México.
9. THORNTON Morrison, Robert. Química Orgánica. Ed. Fondo educativo interamericano,
S.A. Tercera edición, 1976. E.U.A.
Autora:
Dra. Martha Ariadne Zambrano Mendoza
Médico cirujano y partero con especialidad en Homeopatía.
Diplomado en Diagnóstico y Psicoterapia del Perfeccionismo.
Miembro de la Liga Medicorum Homoeopathica Internationalis (LMHI).
Miembro del Colegio de Homeópatas de Homeopatía de México A.C.
[1] Del libro: PETER, Ricardo (coordinador), Hacer la paz con la propia humanidad (Abandonar las batallas contra nosotros mismo, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Drección de Fomento Editorial -Asociación Internacional para la Terapia de la Imperfección A.C., México, 2008, Págs.. 105 – 120.
[2] Ponencia "Miasma latente: una huella genética" presentada en el 62º Congreso de la Liga Medicorum Homoeopathica Internationalis. VII Congreso Latinoamericano de Materia Médica. XXVI Asamblea de Homeopatía de México, A.C. Agosto 2007. Puebla, Puebla. México.
[3] Ponencia "Síndrome de anticuerpos antifosfolípidos" presentada en XXIV Asamblea Congreso Homeopatía de México. Agosto 2003. Pachuca, Hidalgo. México.
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