Antecedentes del modelo sueco
Hacia la neutralidad
1.1 Antecedentes del Estado de Bienestar
1.2 Las guerras mundiales y su influencia en la creación del Estado de Bienestar
1.3 La posguerra y la consolidación de las bases del Estado de Bienestar
1 Hacia la neutralidad.
El Reino de Suecia, más conocido como Suecia, es el principal país de los que integran la península escandinava, al noreste de Europa. Limita al noroeste con Noruega, al este y parte del norte tiene fronteras con Finlandia; y al sur, sus costas se mojan en el Mar Báltico. Es uno de los países más extensos de Europa, mientras que su población no alcanza los 10 millones de habitantes.
El devenir histórico de los suecos les ha permitido crear un modelo de desarrollo donde la política, la economía, la sociedad, y de forma general, su cultura, se han presentado al mundo como un engranaje orgánico que los distingue en toda la geografía europea. La pieza clave de este mecanismo es la neutralidad, que ha caracterizado durante muchos años su proyección externa y, a la vez, es el resultado del proceso evolutivo de dicho Estado.
La llegada del siglo XIX cerró la etapa de la omnipotencia del Imperio Sueco, tras haber participado y fracasado en las continuas guerras regionales que le hicieron perder los territorios ocupados de Dinamarca, Noruega, Finlandia, Alemania y las repúblicas del Báltico ruso.
Como consecuencia de ello, quedaron establecidas las fronteras actuales para la nación sueca. La experiencia guerrerista alejada de la victoria, convenció, en gran medida, al monarca Carlos Juan XIV de la Casa de Bernadotte, de que Suecia no contaba con los recursos suficientes para participar en una campaña desigual por el poder de Europa.
Este fue el punto de partida para alejarse de las guerras, intensión que quedó oficializada mediante la declaración de su estatus de neutralidad armada, es decir, relegar la actividad militar a ubicar las fuerzas en posiciones determinadas, con el objetivo de impedir una invasión. Durante el reinado de Carlos Juan XVI, Suecia se adhirió a la primera y a la segunda Ligas de la Neutralidad Armada[1]creadas respectivamente por Catalina II y Pablo I de Rusia, hechos que constituyen los primeros antecedentes de la política de neutralidad internacional.
Tras un fallido intento de establecer alianzas con las potencias europeas, a finales del siglo XIX, para recuperar la hegemonía en el norte europeo, Suecia volvió a retomar su anterior actitud de neutralidad, y es a partir de entonces que dicha posición fue ganando importancia y consolidándose dentro de la política exterior de la nación.
1.1 Antecedentes del Estado de Bienestar.
Los principios de ayuda social inaugurados por Bismarck, a la cabeza del Estado alemán surgido de la guerra franco-prusiana, sentaron un precedente, aunque lejano, para lo que luego sería el Estado de bienestar. Si bien el gobierno de Bismarck defendió los intereses de los estratos más poderosos y conservadores de la sociedad, su política de estabilidad para preservar los intereses de la nobleza terrateniente se erigía sobre la base de evitar a toda costa las revoluciones. Este fue el punto de partida para que desarrollara medidas de carácter social, que procuraban mantener la estabilidad política y social, limitando la influencia del cada vez más importante Partido Socialdemócrata, en un contexto de rápido crecimiento de la clase obrera.
La Revolución Industrial en Europa cambió la vida material y espiritual acercándola a la modernidad. La consolidación del capitalismo y su sostén en la clase obrera en el siglo XIX dio paso al surgimiento de ideas políticas ligadas a la necesidad de un Estado diferente.
La aparición del Socialismo y las ideas de búsqueda del bien e igualdad social ejercieron fuerte impacto en la política de esos tiempos. La socialdemocracia surgió a partir del movimiento socialista de finales del XIX, pero definió una ideología diferente de la postulada por los fundadores del socialismo, sobre todo en lo que se refiere a la esfera de la economía.
Pero la influencia del socialismo no se limitó a la lucha contra el capitalismo y la opresión de los que carecían de medios de producción, sus ideas de igualdad, justicia social y democracia conformaron ideologías políticas que fueron empleadas en los gobiernos europeos y el resto del mundo. El movimiento socialista fue el punto de partida para la aparición de la Socialdemocracia a fines del siglo XIX y principios del XX.
Conservando mucho de los principios socialistas, la socialdemocracia nacida en Alemania se expandió por Europa acomodándose a las distintas realidades. El Partido Socialdemócrata Sueco surge en este contexto, en el año 1889, bajo la impronta de la influencia del movimiento socialista internacional. Desde su nacimiento, el partido sueco adoptó en su programa y en su actuación una postura que lo sitúa a la izquierda del movimiento socialdemócrata europeo.
A partir de principios del siglo XX, comenzaba a materializarse en el país nórdico una nueva etapa, caracterizada por el crecimiento poblacional propiciado por la paz y el influjo de la Revolución Industrial. La emigración a Estados Unidos, que representaba una solución al excedente demográfico, se fue reduciendo rápidamente, mientras que al interior la economía agrícola iniciaba el despegue, al igual que una rudimentaria industria, particularmente en la minería.
1.2 Las guerras mundiales y su influencia en la creación del Estado de Bienestar.
En este contexto, se produjo la Primera Guerra Mundial, en la que Suecia no participó, debido a su declarada neutralidad, y de la que obtuvo importantes beneficios en todas las esferas. Durante e inmediatamente después del conflicto, los suecos abastecieron de productos agrícolas, pescados y, en alguna medida, minerales a muchos países de Europa, lo que impulsó su desarrollo y diversificación económica y promovió importantes cambios sociales y políticos, como fueron el fortalecimiento del movimiento sindical y del Partido Socialdemócrata.
Las asociaciones agrícola e industrial influenciaron en el quehacer de los socialdemócratas en el poder, luego de la Primera Guerra Mundial. La supremacía del parlamento sobre el rey y el método de representación proporcional para evitar el fraude electoral formaron un trasfondo propicio para el desarrollo industrial.
Suecia, a diferencia de los demás países europeos industrializados, no llevó a cabo su industrialización ni su democratización bajo la égida de una importante burguesía ascendente, opulenta y consciente. Además, las ciudades eran pocas y comparadas con la media de las europeas eran bastante pequeñas. La burguesía constituía un estrato social reducido, debido al carácter predominantemente agrario de la sociedad hasta la Gran Guerra.
De manera que los años 20 fueron escenario de la ruptura de las viejas formas y la llegada de lo nuevo; la forma democrática de gobierno era una novedad representada por un partido que abrazaba ya la mayoría, a pesar de su escisión en 1917, que dio lugar a la creación del Partido de la Izquierda con ideas mucho más cercanas al comunismo entonces en boga en Europa, debido a la influencia de la Revolución de Octubre.
Las contradicciones entre los burgueses y los socialistas no frenaron el desarrollo industrial, en cambio la caída de los precios en el mercado mundial colocó a los campesinos suecos en una grave situación económica y los amenazó con la degradación social. La huida del campo hacia las ciudades se acentuó extraordinariamente.
En los años de la década del treinta se inició una nueva y muy importante colaboración entre las organizaciones patronales y las sindicales -que tendría una influencia extensa- ilustrada en la creación de:
-La Confederación Patronal Sueca (SAF) y la Confederación General de Trabajadores (LO), que firmaron el llamado "acuerdo de Saltsjöbaden" (nombre del lugar de recreo, en las afueras de Estocolmo, donde se suscribió). Dicho acuerdo constituyó una especie de "tratado de paz", que regularía las relaciones laborales respecto a negociaciones colectivas y medidas conflictivas.
– La Confederación General de Funcionarios Empleados (Tjänstemännens Centralorganisation, TCO) fue fundada en aquel periodo como resultado de la fusión de dos centrales sindicales, una que representaba a los empleados del sector privado (fundada en 1931) y otra que integraba a los funcionarios públicos.
La sociedad sueca sufrió los embates de la crisis de 1929 a 1933, debido fundamentalmente a la reducción de las exportaciones por la contracción del mercado internacional, pero los efectos negativos fueron inferiores a los de sus vecinos nórdicos y a los que soportaron la mayoría de los países de Europa. De todas formas, las crisis obligó a limitar considerablemente la magnitud de algunas reformas sociales introducidas en los años anteriores por los gobiernos socialdemócratas, que solo estuvieron fuera del poder de 1928 a 1932.
En mayo de 1938, ante la cercanía de un nuevo conflicto mundial, los países escandinavos (Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia e Islandia), hicieron en Estocolmo una "Declaración Nórdica de Neutralidad" sobre una posible guerra. Pero solo Suecia logró mantenerse como neutral durante la contienda, porque Dinamarca y Noruega fueron ocupadas tempranamente por Alemania, y Finlandia debió enfrentar a la Unión Soviética en 1939 y posteriormente se alió con Hitler.
En la Segunda Guerra Mundial la suerte de la región experimentó un giro, pues Alemania concibió dentro de su estrategia la utilización de los países nórdicos como base o punto de partida para bloquear y en caso necesario bombardear a Gran Bretaña. Los primeros territorios que invadió con estos fines fueron Dinamarca y Noruega, en abril de 1940.
La neutralidad sueca fue respetada, pero el país recibió fuertes presiones de Alemania, lo que lo obligó a firmar un acuerdo que permitía el libre tránsito de tropas y pertrechos nazis en su ruta hacia Finlandia y Noruega, ya ocupadas, así como la colocación de minas en sus aguas jurisdiccionales frente a las costas soviéticas. Con esta acción, Suecia pretendía librarse, y lo lograría, de la ocupación alemana y obtener ciertos beneficios como no beligerante.
Sin embargo, la neutralidad no fue completa ni estricta, como lo demuestra la existencia de una influyente organización, la Asociación Nacional Alemana-Sueca ( SNAS) , que apoyó a las tropas nazis de diferentes maneras durante la guerra, y también por el hecho de que el líder del Partido Socialdemócrata sueco y primer Ministro entre 1932 y 1946, Per Albin Hansson[2]mantuvo animada y amistosa correspondencia con Hitler. Desde julio de l940 a agosto de l943, Suecia permitió el paso de tropas alemanas por su territorio (los nazis viajaron en trenes suecos).
Solo luego del comienzo del fin, cuando los soviéticos infligieron a los nazis una derrota decisiva en Stalingrado, los suecos dejaron ese gesto de buena voluntad. No obstante, Suecia siguió exportando mineral de hierro a Alemania a través de su puerto de Narvik. Hay quienes estiman que esa exportación prolongó por seis meses la resistencia alemana. El bloqueo aliado no tenía efecto en el puerto sueco de Narvik.
En el período final de la guerra, Suecia siguió prescindiendo de alianzas militares que pudieran exponer su territorio o el de Finlandia. El principal temor de Suecia estaba representado por la Unión Soviética y el rol que esta adoptaría en la nueva situación que se dibujaba para el escenario europeo.[3] La cuestión de fondo no sería tanto el peligro de ser atacada por la Unión Soviética, sino el verse arrastrada a una guerra que nada tenía que ver con sus intereses.
Ante la inminente derrota de Alemania, y a solicitud de otros países europeos, Suecia dio un giro a su política. Lo primero que hizo fue cancelar el compromiso existente con el gobierno alemán y sumarse a las otras naciones que luchaban por liberar a Noruega de la ocupación nazi y por vencer a su ejército; y por otro lado, emprendió esfuerzos humanitarios para socorrer y albergar a los refugiados y sobrevivientes del fascismo que acudían en un número considerable a su territorio.
Suecia decidió no involucrarse en los dos bloques que se conformaban al terminar la guerra e incluso ideó crear un tercer bloque de poder conjuntamente con el resto de los países nórdicos denominado " Alianza Defensiva Nórdica", cuyo objetivo central era la reimplantación de sus sistemas de neutralidad para convertir a la región en un área neutral con un poder derivado de esta coalición que , además de garantizarle su seguridad, le permitiera desarrollar las economías de sus integrantes y la cooperación subregional hasta alcanzar la integración económica.
Este proyecto fracasó por varios motivos: primero, los países nórdicos no podían competir económica y militarmente con los dos bloques existentes; segundo, tendrían que desarrollar una industria armamentista mayor, que implicaría un gasto de recursos que no poseían y, tercero, a pesar de este esfuerzo económico se mantendrían siempre a la zaga del resto de las grandes potencias.
Existió, desde luego, un cuarto motivo: los países escandinavos habían perdido la confianza en Suecia cuando en cierta medida sirvió a los intereses alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, pues la contienda sometió a prueba a la neutralidad en dos ocasiones: la primera durante el conflicto ruso, a finales de octubre de 1939, y la segunda durante la invasión de las tropas del Nacional-Socialismo alemán a territorio de Noruega y Dinamarca. En ambas hubo de elegir entre la solidaridad con su área y la necesidad de mantener su postura inicial.
Al no poder contar con el apoyo esperado, Suecia—dirigida por un gobierno socialdemócrata fuerte—decidió continuar sola su propio camino y emprender un nuevo destino, reelaborando los lineamientos de una política exterior coherente, estructurada sobre la base del principio de neutralidad armada en la guerra y no alineación en la paz. Para lograrlo debía ser convincente a los ojos del mundo y demostrar su capacidad para desarrollar una política exterior consecuente con este principio.
1.3 La posguerra y la consolidación de las bases del Estado de Bienestar.
A pesar de las turbulencias como consecuencia de la guerra no se descuidó el desarrollo de la democracia. El gobierno socialdemócrata estableció un gobierno corporativista que acercó las grandes empresas con los sindicatos. Los derechos sociales crecieron al igual que el protagonismo del movimiento obrero en las relaciones laborales autónomas. La organización de los trabajadores asalariados se perfeccionó así como la colaboración entre los líderes de las clases sociales.
Otro factor que propició este dinamismo fue la estabilidad preservada por el ahorro de una guerra en su territorio. La infraestructura industrial estaba intacta al igual que sus recursos naturales, condición indispensable para continuar la expansión de la industria; también beneficiada por la mantención del comercio con ambos bandos y la diversificación de la producción orientada al mercado interno. Contaban con la totalidad de la población ilesa de la guerra y la preservación de su poder defensivo.
En los años 40 se firmaron toda una serie de convenios relativos a la seguridad e higiene del trabajo (1942), a la formación profesional (1944), a los comités de empresa, comprendiendo tanto a representantes de los patronos como de los sindicatos (1946). Debido a esos convenios y al "espíritu cooperativo de Saltsjöbaden" existente entre los sindicatos y las organizaciones patronales, el número de conflictos industriales en el mercado de trabajo siguió siendo inferior durante varias décadas y durante 35 años no hubo legislación laboral.
Para avanzar este empeño, al terminar la guerra, el gobierno socialdemócrata diseñó una política económica basada en una fuerte subvención estatal de dos objetivos básicos: garantizar la capacidad defensiva del país, y desarrollar su economía en general y su sector agropecuario en especial, de manera que, en caso de guerra, el país fuera capaz de sostener la integridad de sus principios, refrendada por su actitud para defender su territorio y para satisfacer las necesidades básicas de su población. Este hecho particulariza la neutralidad sueca, condicionándola al desarrollo del aspecto militar y la seguridad nacional como bases de la neutralidad armada.
El país mantuvo su actitud neutral en la posguerra. Recibió los fondos procedentes de Estados Unidos a través del Plan Marshall al igual que otros países de Europa occidental, pero se negó a ser miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), formada en 1949. Al fracasar en el intento de formar un bloque defensivo escandinavo, sin unirse ni al Este ni al Oeste, Suecia comenzó a reforzar sistemáticamente sus defensas y su ejército.
Entre 1948-1949, se había convertido en una potencia militar de cierta importancia. El gasto militar ocupó un puesto relevante en el presupuesto sueco hasta los setenta. Por consiguiente, Suecia decidió mantener su producción militar interna, principalmente la de submarinos con tecnología avanzada, tanques y aeronaves militares. Gracias a estas consistentes políticas, el país se dotó de un poderío militar considerable.
Durante y sobre todo después de la guerra, Suecia se destacó por su papel como importante abastecedor de productos agrícolas e industriales (y en cierta medida también servicios financieros) para los demás países europeos, la mayoría de los cuales se encontraban en una situación verdaderamente ruinosa. Ello contribuyó de forma muy importante a fortalecer el desarrollo económico y a que el país nórdico integrara muy pronto la selecta nómina de los más desarrollados.
El sólido desarrollo alcanzado por Suecia le permitió continuar y fortalecer la tradición de reformas sociales, que desde el fin de la guerra irían alcanzando mayor amplitud y profundidad. En ello fue decisiva la permanencia del Partido Socialdemócrata en el poder de forma ininterrumpida. En aquel contexto, comenzó a estructurarse un modelo de Bienestar General, que se convertiría en el más completo de Europa y en foco de atracción para todo el movimiento socialista internacional.
Principales fuentes consultadas
Fuentes bibliográficas.
Alemán, C; García, M. Fundamentos de bienestar social. Tirant lo blanch, Valencia, 1999.
Andersson, Ingvar. Breve historia de Suecia. Instituto Sueco, Estocolmo, 1981.
Arlemalm, Inger. Suecia. Instituto Sueco, Estocolmo, 1976
Ashford Douglas, E. La aparición de los Estados de Bienestar. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid, 1989.
Aström, Sverker. Sweden´s Policy of Neutrality. Stockholm, Swedish Institute, 1983.
Beck, Ulrich. Presente y Futuro del Estado del bienestar: El Debate europeo. Ediciones Mino y Davila, 2005.
Colectivo de autores: Historia del mundo actual. Editorial Universidad de Barcelona, España, 1995.
Deborin, G. La Segunda Guerra Mundial. Editorial Moscú, 1977.
Derry, Thomas. Una historia de Escandinavia: Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia e Islandia. University of Minnesota Press, Minneapolis, 2000.
Díaz Lezcano, Evelio: Breve historia de Europa contemporánea. Editorial Félix Varela, La Habana, 2008.
Endre, Bassa y otros. Los países escandinavos. Budapest, 1984.
Fleisher, Frederic. The New Sweden: The challenge of disciplined democracy. New York, 1967.
Fol, Jean Jacques. Los países nórdicos en los siglos XIX y XX. Editorial Labor, Barcelona, 1984.
Hammond, Innes .Escandinavia. Organización Editorial Novaro, S.A. México, 1963.
Heckscher, Eli F. An economic history of Sweden. Harvard University Press. Cambridge Massachusetts, 1963.
Herz, Ulrich. Perfil de Suecia. Instituto Sueco, 1972.
Judt, Tony. Postguerra. Una historia de Europa desde 1945. Editorial Santillana Ediciones Generales, S.L. Torrelaguna 60. 28043, Madrid. 2008.
Larsen, Karen. A History of Norway. The American Scandinavian Foundation, Nueva York, 1950.
Le Bas, J. Historia de Suecia y Noruega. Imprenta del Imparcial. Barcelona, 1843.
Manfred, A.Z. Historia Universal I, Progreso, 1977.
Nevakivi, Jukka .Neutrality in History. Helsinki, Tiedekirja, 1993.
Rojas, Mauricio. Reinventar el Estado del bienestar: La experiencia de Suecia. Ediciones Gota a Gota, Madrid, 2008.
Therborn, Göran; Ferriol, Angela y Castiñeiras, Rita. Política Social: El mundo contemporáneo y las experiencias de Cuba y Suecia. Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE), La Habana, Cuba, 2004.
Toynbee, Arnold J. La guerra y los neutrales. Editorial Vergara, Barcelona, 1965.
Vidal Chirino, Eduardo. Incidencia de la neutralidad y Estado de Bienestar Social suecos en las relaciones Suecia- CCE, en: Tesis de Diploma. ISRI. Ciudad de La Habana, 1990.
Westerlind, Erik. Sweden´ s economy structure and trends. Stocklm, Bokförlaget Prisma, 1965.
Autor:
Evelyn Garriga Arias.
Licenciada en Historia. Especialista en Historia de Europa Contemporánea e Investigadora de temas internacionales relacionados con la región nórdica
[1] Las Ligas de Neutralidad Armada fueron alianzas militares con el objetivo de proteger el comercio marítimo en tiempos de guerra. La emperatriz rusa Catalina II apoyó el derecho de los estados declarados neutrales a comerciar por mar con estados en guerra, mientras no fueran armamentos u otros implementos bélicos. A esta proposición accedió Noruega, el Reino de Dinamarca y Suecia, quedando conformada la Liga a finales del siglo XVIII. La segunda alianza tuvo lugar durante la guerra de Segunda Coalición, y aunque con el mismo objetivo, fue menos efectiva que la primera.
[2] Fue primer ministro en dos gobiernos entre 1932 y 1946, incluido el gobierno de coalición que se formó durante la Segunda Guerra Mundial. Se esforzó por la introducción de un sistema de Estado de bienestar, al que llamó Folkhemmet (Hogar del pueblo). Durante la Segunda Guerra Mundial, por temor a una invasión alemana, le dio a Hitler el permiso para el transporte de tropas alemanas por medio de ferrocarriles suecos a Noruega, también comercializó acero con la Alemania nazi con el objetivo de evitar la participación directa de Suecia durante la Segunda Guerra Mundial, en aquel entonces muchos izquierdistas lo consideraron como traidor debido a su cercana posición al ponerse al lado de los nazis. Falleció en 1946. Fuente:http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Anexo:Primeros_ministros_de_Suecia&oldid=58766477.
[3] Elgström, Ole. Do images matter? The making of Swedish neutrality. Cooperation and Conflict, vol. 35, No.3, 2000, p. 251.