Ya no hay prosperidad para este viejo con alas de caimán,
Espérame mientras mis dedos aprietan los tentáculos de un demonio.
Quiten de mí las visiones,
Quiten sus sarnosas bocas,
Estoy parido, no hay contradicción,
Mátame, mátame, no quieran vivir sin mí,
Apuesta por no perder, revive el oxígeno.
Hoy es un nuevo día, la parodia de vivir,
Déjame un pedazo de continente, estoy perdido,
¿Cuantas heridas debo soportar?
Ayúdame, estas son voces, son laberintos,
Vienes cantando, ¡aleluya!, estás agrietándome el corazón,
Ya no existen reglas, has vivido treinta y ocho años,
¿Cuántos más habrás de vivir?
Déjame morir, déjame renacer,
Esta no es una canción, hay un ritmo que no es un volcán, es un océano.
Ahogadme, no quiero nacer, matadme.
Este es el suicido, esta es la boca negra del pantano,
Llevadme a Jerusalén,
Allí están los muertos y los vivos,
Allí esperan los poetas sus dádivas,
Allí estamos nosotros esperando el infortunio,
Allí están los traidores, ¿no pretendéis acaso morir?
Yo no sé muy bien, sólo espero los últimos evangelios.
Un señor está muriendo en su propia piel.
Y no es amor, es tortura. Mátame con un beso amoroso,
Mátame con ojos de paloma,
Ya no hay designios, hay sólo catástrofe.
Ven a mí, hermosa
La vida es una sinapsis, derrotada está la vida,
Yo estoy esperando la muerte,
Observa las luces de la catedral,
Arriba está Dios sentado en las rodillas de un niño,
Ven a mí, este pájaro rueda sobre las tumbas:
Ya no hay perdón de Dios, estoy absorto, contemplando el apareamiento.
Un señor desvive su vida, traga saliva,
Ya no hay tiempo de estar en silencio,
Las mariposas aúllan palabras con dientes de acero.
Acércate a mí, apenas soy el surtidor.
Llena de sangre mis huesos, quiero despertar desnudo.
La muchacha de tibia voz, enmudece,
La vida es una sinapsis.
He allí nuestros sueños rodando entre pétalos.
Arranco la corona de Dios.
El templado hierro rompe mi costado sangrante.
Los cosmonautas nacen de una flor,
Ya no hay sinapsis, hay vida.
Espejo roto
Todo el día podría estar escribiendo.
Una galaxia estalla entonces en el costado de mi corazón.
Estoy desnudo, soy el señor que engulle mariposas con dedos de alambre.
Mi vida contemplo. Y ya no puedo presentir la vocal oscura que corroe nuestra alma.
Déjame morir en un pantano. Estoy desnudo, ya lo dije.
Ven a mí, oh, brisa nocturna,
No hay dolor, sólo angustia.
Te piedad de nosotros.
Escucha mi lamento, oh, Dios.
Esconde la hermosura. Hay tiempo para vivir, pero también hay tiempo para morir.
Escúchame, oh, Padre, que cada palabra mía
Contenga
Un laberinto.
Escúchame, Padre, no quiero perderme: permite que mi cuerpo descanse.
Estoy herido de muerte. Llena de baba mi chaleco: escribe con vocales oscuras,
Escribe hasta morir.
Ya no hay deseos, hay muerte: ¡a, e, i, o, u! sólo vocales:
¿Qué más puedo pedir?
Una galaxia estalla. Y ya no hay esperanzas:
En mis manos hay un niño
Llorando.
Espíritu sin nombre
He desaparecido en el llanto de la locura,
Tres veces negué el nombre de una rosa,
Tres veces fueron negados los nombres de Dios.
Yo soy el aullante, un espejo, un laberinto, un guiñapo de guirnaldas.
Aprieto los molares y las máscaras contienen episodios de mi muerte.
Tres veces fueron echadas las monedas.
El grito de locura fue acrecentado por mi poca fe.
He muerto como un loco.
El llanto es locura. Mi madre rezó en sánscrito.
Yo he besado en arameo.
No vine a este mundo a morir. Espérame. Estoy hecho de raíces.
Mis pies fueron clavados a un insectario.
Mi corazón estalló cósmicamente. Ya no hay miedos: hay discordia entre los hombres.
Bésame. Ámame. Éste es un cuerpo que languidece.
Ya no hay locura. Hay cansancio.
Yo estoy oscuro, esperando la noche y su silencio.
Aire. Aire. Mis pulmones requieren aire.
La locura es un planeta convertido en lágrima.
Estuve loco por siete días. Desaparezco. Muero.
El planeta es mi nombre. Contengo el espíritu.
Disonancia
El ojo de Dios está en la catástrofe:
La urdimbre es un rosal que vomita esperanza.
El ojo de Dios está en la catástrofe.
Dolor de parto: los ríos huyen de mí, ¡pobre metáfora!
Estoy aparentando no saber nada de nada.
No hay lluvia que atosigue nuestros besos.
Todo está perdido.
La lluvia es un cántaro con alas interminables.
Yo estoy muriendo. Fuego de raíz y olas bravas.
El ojo de Dios está en la catástrofe.
No puedo pretender que el corazón escupa antorchas.
Dios está en mi mano
Oblicua.
Ella pretende distender lo larvario.
Heme allí, enlutado, parido y podrido.
Dios está en nuestro pellejo. Dios es vida.
Voy por el mundo con boca, con dedos, con zapatos.
Voy por el mundo, desnudo, ya no existen los diamantes ni los ángeles.
Voy por el mundo, ubérrimo, danzante en lo cosmonauta,
Sabedor de vidas hundidas en el abismo.
Yo tengo el poder: el ojo de Dios
Es la octava cuerda de lo poético.
El abandonado
El sol abraza mis manos, arriba están las vísceras,
Esconde los dedos, las vísceras adivinan el porvenir,
Esconde los tesoros: un señor se desvive dentro de su piel,
Prosigue la batalla: el sol humedece sus flechas.
Yo soy el mismo esqueleto de siempre, degollados están los pájaros,
Dios mismo permanece, enmudecido, ya no hay certezas,
La vida es como un gorrión azul, canto a todo pulmón,
Canto esferas qué giran, he hallado el talmud.
Cierro los ojos: el sol abraza mi costado,
Allí vive un monje: con sus carnes construye un aeroplano.
Vamos ascendiendo del aire al aire.
He hallado tristeza en los ojos: Dios permanece acechante,
Ríos inmemoriales, ríos imperecederos,
Las vísceras adivinan el porvenir: bajaré a la inmaculada tierra,
Allí habrá un concierto de ninfas.
Todo está preparado: los comensales devoran gusanos.
Venid a mí, este cuerpo es un cosmos,
Dios está en mí, satura mi mente,
Dios es como el imponente sol, Dios está en nosotros.
Afuera llueve: un charco de sangre viva nos humedece el alma.
Amatorio
¿Qué poetas vendrán a mi muerte?
Se han suicidado mis amigos.
Ellos contienen una colmena de abejas.
Con sus ojos construyen un muelle abandonado.
Allí el rostro pierde elasticidad. Sucumbe.
¿Qué poetas vendrán a mi muerte?
Se han suicidado mis amigos.
Penetro la tristeza, como si fuera una cortina.
Dios mío, cantando, camino entre los espinos.
Una suave brisa acaricia mis cabellos.
Podría nombrar a mis camaradas,
Pero ellos ya son gusano.
La tierra misma es gusano.
He cantado con los codos y con las manos,
La luna embiste mi pellejo.
De allí brotan hortensias.
Yo soy el hortelano, con mis salvajes cantos
Oscurezco el sol.
Canto, amor mío, esta nueva manera de morir.
¿Qué poetas vendrán a mi muerte?
¿Qué mariposas habrá en sus poéticas?
Ellos hallarán tierra en mis palabras,
Pero también aire.
¿Qué será de nuestros cuerpos?
Uno a uno iremos sepultando los ojos.
Recuerdo
Olas de mar, el naufragio, recuerdo la espuma,
Solitario, como un naufragio.
Tengo el cuerpo hundido, el mar,
Infinito es. Olas de mar, saltando entre las aguas,
¿Qué furia desatada es una ola?
Muero de sed: agua salina, naufragando,
Dos o tres segundos: cada partícula de sol es un ser embrionario,
Nadamos hacia dentro, hundiéndonos.
Olas bravas, aquí, en el recuerdo. Un cosmos enorme
Embistiendo. Contemplo el cielo: nubes de agua.
¿Dónde estuvo el hombre?, es la pregunta.
¿Renaciendo entre las olas?
La sequedad de mi boca, estoy hecho de furia.
Con la quijada en medio de las aguas.
Sin embargo, estoy estallando: yo soy la ola que golpea
Las rocas. Estruendo de mis manos.
Yo quiero saciarme: las aguas brotan desde mi nariz.
Los ojos son la corriente marítima;
Los ojos y la barriga.
Olas de mar: Dios está estallando, mi cráneo es un cántaro azul,
Allí viven los peces, una aguja descuece mi boca,
Escupo baba salina.
Olas de mar, lo simultáneo, lo velocísimo del naufragio,
Estallando. Abre mi pecho, Padre mío, yo soy como el naufragio.
Olas de mar: estoy recordando a un señor brumoso,
Saltando entre las olas.
Desolación
Dedos de alambre: el cosmos estalla en una carcajada.
La poesía está desoladamente abierta a los sentidos.
Los árboles florecen y ya no hay tiempo para vivir.
Cada una de nuestras mentes es un asidero, en cuyo camastro,
Un sol naciente
Emigra hacia los costados del planeta.
Puedo sonreír y morirme en un instante o caer de bruces sobre la partícula insomne del universo.
Puedo descender a los infiernos mientras el cadáver de lo poético se despedaza en el abismo.
Nada puede perdernos. El Todo sucumbe a la mirada del poeta.
¿Qué orgullo es un dedo y un anillo?
El sótano de los recuerdos es un querer descender y saltar al abismo.
Las rosas están saturadas de veneno. Es el astro sol que nos quema el cuerpo.
Ya no hay tiempo, esto es un defecto. Ya no hay tiempo para las orquídeas.
Florecen (en mis dedos de alambre) los acantilados del verbo.
Se pierden las palabras. Ya no hay videncia, sólo esperanzas.
Déjame caer de bruces. Puedo estar arrodillado rezando por mi vida.
Yo no soy el mismo: los años me han acribillado el cuerpo.
Estoy hecho de universo pero también de basura.
¿Qué asco nos envuelve? ¿Qué materia nos pudre?
El verbo es la raíz. El verbo huye como una gaviota herida.
Paisaje
Un paraje desolado donde mi alma a raudales brota del abismo.
Un paraje donde mueren los hombres.
Llénate de desdicha.
Hay tanta sombra acumulada.
Me muero. Y la atroz cercanía de un ángel es un acallamiento de los sentidos.
¿Aparearte o morir?
¿Qué maligna fosa espera por nosotros?
La muerte es tan lejana y cercana que no puedo sonreír.
Me dejo crecer el cabello. La muerte está en mis huesos.
Un paraje desolado donde a borbotones los barcos brotan como fantasmas.
Estoy mudo de terror, no hay partículas de rosas ni de rosales,
La muerte está vestida de marinero.
Qué ingenua parábola. Estoy muriendo y no es de pasión, es de muerte.
Abre los ojos: allí están los suicidas esperando el torbellino de la vida.
Cada uno de nuestros órganos es un abejorro de indignación.
Súbete a mi grupa: podrás presenciar el holocausto.
Hay tanta selva acumulada en mi boca,
Tanta penuria.
A cada uno de mis amigos confiero plenos poderes.
Ellos harán retroceder las manillas del reloj.
Tiempo ya no queda para morir: la muerte se sumerge en mis ojos.
Ya no quiero mirar, solo quiero morir.
Volandera la imaginación
El río de la vida, ¡volar!, ah,
Más allá de lo mórbido,
La teoría literaria es un asno,
Volar con alas volanderas,
Estar allí donde el humo de pipa
Deshace el universo.
Volar, ah, qué experiencia fantástica.
El río de la vida,
Madre mía, mis pies con alas de gaviota.
Yo no sé si aquello es una paradoja,
Volar con alas misteriosas.
¿Qué cosa es una flor? ¿Qué cosa, Dios mío?
Yo apenas existo: volar con el verbo "hambre".
Volar más acá de lo mórbido
Donde la materia no perece.
Allí están los poetas con sus hambrientas bocas.
Allí estoy yo, rodeado de árboles frutales.
El gusano, dicen los doctos.
¿Qué cosa es un gusano?
Volar con la barba y la cabeza volandera.
Ir hacia allá en una voltereta de campeón olímpico.
Yo no sé si aquello es poesía:
Se sumergen las redes de mi imaginación.
Lo fatuo existe más acá,
Donde la poética es un bosque encantado.
Volar con las manos esperando volandera
El regreso del fin.
Así somos y así moriremos.
Sucumbo a la imagen del sol
Del tiempo estoy aburrido.
Abrasado de espejos rotos, sacudido,
Ya no hay certezas, los ojos están quietos en lo profundo,
Más acá no existen ni mis manos: ellas son gusano.
Lo parasitario, lo larvario están consumiéndose de sol,
Están en lo tremendo del tiempo, en su pudrición.
Llena mi alma de este suicidio.
Estoy aterido. Rompo el tiempo como si fuera una tela de algodón.
Lleno mi barriga de escorias, mátame.
Del tiempo estoy aburrido.
El hombre se estremece, se desintegra.
Más acá nada existe, ya no hay verdades o mentiras,
El tiempo todo lo devora, lo rompe, lo destruye:
Mis manos y mi cuerpo, mi rostro y mi barba.
Nada puede perdernos, nos morimos hacia dentro, como gusanos.
Dame de una vez por todas "la vida":
Esa corriente estética del pensamiento.
Dame los signos cardinales y los rayos del sol.
Sensaciones
Mis pulmones se agitan,
Me quiero morir,
No puedo separar las sensaciones,
El vértigo me invade,
Soy y no soy,
Esta es la razón de mi vida:
El vértigo.
Yo estoy de pie
Como un lagarto.
Mis rodillas están hechas jirones.
Puedo morir.
Observo el mar desde el acantilado,
Mi sangre es cada gota del mar.
Déjenme descansar un año entero.
Quisiera dormir sin despertar.
Pero la vida me llama.
Debo estar de rodillas orando por el sacrificio.
¿Qué significan estas imágenes?
¿El demonio existe?
De lo contrario estoy hechizado.
Mis pulmones se agitan,
Estoy hecho de materiales plumíferos.
Puedo estar de pie o de rodillas,
Nunca de torso,
El mar está hincado entre mis piernas,
Esperando consolidar mi vida.
El mar, el mar, el mar…
Todo me ahoga,
Hasta mis palabras.
Libros
Me adentro en los libros y en su miseria.
Las líneas devoro: fluye en ellos la vida.
Libros, libros…
Mis ojos son letras que se subdividen,
Mi traje, mis zapatos: ah, libros.
Fluye (como un río) en ellos la vida.
Quisiera en sus líneas desintegrarme.
El éxodo es grandioso:
Los libros son hecatombe.
En ellos (como si fuera un pez) me sumerjo.
Libros, ah, libros,
Estoy loco, ellos escupen mi sangre,
Emigran como pájaros.
Nada hay más sabroso en este mundo:
Libros, ah, libros,
Lléname el cuerpo de tinta, engrásame,
Los libros son espejos:
En ellos, la rotura del tiempo es abismo.
Mi cuerpo es abismo. Yo soy un libro.
Abre mi cubierta: el ataúd es de papel.
Ya no hay tiempo ni espacio,
Sólo libros.
Sueño Divino
Cazadores
A Dios vi, recostado sobre una pradera.
Vi sus ojos de terciopelo. Yo caminaba.
No fue un sueño. Era una espada
Sangrante. Sus largas orejas eran espigas.
Canté y bailé. Estaba dichoso.
No había tempestad ni muerte.
Todo era tan calmo.
A Dios vi, alumbrar el mundo.
Vi el resplandor de los hombres.
Nos sumergimos. Yo meditaba.
Alcé los brazos. Busqué la espuma del mar.
Había tanto odio en el hombre. Tanta maldad.
Empujé una barcaza: todo allí era desorden.
Embriagado, vi una culebra rodeada de hombres
Inicuos. Todo era tan calmo.
A Dios vi, adornado de brisa marina.
Vi sus largas manos. Todo era maravilla.
No pude contemplar el torso desnudo de la culebra.
Dios inmortalizó el gusano en la barcaza.
Nos hundimos y de la confusión: la mujer.
Todo era arrebato. Un cuerpo había, acechando.
Un cuerpo que brincaba. Canté y bailé en su presencia.
Dios era claridad. De su pecho brotó una mariposa.
A Dios vi, rodeado de objetos.
No había proclamas ni juegos de abalorios.
Era un río de espigas. Yo caminaba tranquilo.
El hombre era un poeta y la mujer, su hermana.
Todo era confusión.
A Dios vi, dibujar un horizonte. Había nubes.
Llovía. Su cuerpo era de seda y su boca, de esmeralda.
Dios me nombró. Pude distinguir su cabeza.
Había lágrimas con forma de barcaza.
Yo era la mujer, pero también el hombre.
A Dios vi, sumergirse en la bondad del viento.
No había tempestad, sólo silencio.
Eres de madera, me dijo, de fuego y de silencio.
No hallarás consuelo en el mundo.
Ensimismado, dibujé con mis dedos una nube.
No había lluvia ni tornado ni truenos.
Sólo silencio.
Quietud
Estoy enfermo de Dios,
Sus ojos son gusanos con alas de ángel,
Puedo invocar palabras pero siempre retumban en silencio.
Estoy enfermo del cuerpo de Dios,
Su rostro y sus manos
Son fermento de hombres ya carcomidos por el gusano,
Dios es silencio, ya lo dije, pero también espacio.
Describir lo que no se puede pensar,
Especular con el más allá, para eso existen los profetas, ellos ladran como perros la palabra de Dios,
Yo soy un sobreviviente, quiero invocar nuestro orden humano, pero me nace una canción llena de palabras divinas.
¿Qué es cierto?, ¿y qué es mentira?,
¿El canto de un pájaro?, ¿o el estallido del mar?
Dios está en todas partes, dicen los eruditos, yo solo busco la quietud del alma.
Intermitencia
Dios vive en un laberinto: no hay ecos entre las paredes,
Estoy asombrado, Dios habita un mundo donde el recuerdo no existe,
¿Qué sonido es un lagarto carcomiendo las paredes?
¿Qué tiempo puede perdernos en un rapto de ola salvaje?
Dios vive rodeado de hombres sin corazón,
La noche sumerge los cánticos en cuyo asombro no nace la luna ni las estrellas, nacen poetas con ojos de vidrio.
Desnudan los matorrales, sumergen las manecillas del reloj, el océano nos cubre con su misterio,
Todo puede reinventarnos en un estallido de lengua castellana, el sufijo y el pronombre nos amedrentan, vivimos para morir, no para nacer,
Yo estoy asombrado de las cosas simples,
La vida es un amanecer durmiendo hasta muy entrada la tarde,
Las noches nacieron como un relámpago,
La luz es la tiniebla que cubre el laberinto, allí pernoctan los amantes y los locos,
Yo estoy rodeado de recuerdos, en cada atardecer brilla una estrella sin rumbo,
No hay noche sin agonía, no hay catarsis sin un suspiro.
Abre los ojos, piensa en un manzano en flor,
Nada puede separarnos,
Ya no viven los santos en eremitas, los hombres habitan el desolladero de Dios.
Yo habito tu alma y tú habitas mi alma.
Nada puede salvarnos, estamos pegados de cuerpo y alma,
Estamos paridos sin sentir las coyunturas de los huesos,
Déjame expirar en tus brazos, déjame perderme en tu laberinto,
Oh, Dios, bésame en silencio, no comprendas estas palabras, sólo déjame morir en paz.
Unidad
Experimento la unidad de las cosas:
El hombre puede contener el amor pero su odio es un océano abrupto,
Yo estoy vestido de etiqueta, beso las hojas, soy un insecto qué piensa, la unidad se rompe a veces, la unidad es una fe ciega en la raza humana.
Experimento la unidad de las cosas,
Su rotura es mi verdad, yo no puedo considerar los líquenes de una estación lluviosa, yo considero verdadero el símbolo del amor.
Experimento satisfacción en una rosa, pero también la fealdad en la muerte, ya no más un rincón disperso, somos un montón de lluvia, un montón de aire, ya nada puede vencernos, juguemos a morir, esta vida es miserable, la unidad nos protege del vértigo.
Experimento la unidad de las cosas,
Los símbolos que nos anteceden; vivir o morir, ascender una montaña, el relámpago es nuestro corazón, levantad las manos, estamos dispuestos para la vida.
Yo no soy un hombre, soy un pájaro, la unidad es de conciencia, levantad los ojos, allá a los lejos se agitan los barcos, la unidad es un tesoro, nada hay más placentero, ved nuestras heridas, abrid los corazones, lo que existe es infinito, lo que no existe es pulcritud.
La unidad nos bendice, la tierra es un masetero donde habitan dos seres indistintos.
El hombre y la mujer, la polaridad del ser.
Dadme fuerza, dadme la vida, dadme la esperanza.
Hombre
El hombre vive su vida, aislado de su ser,
El hombre recorre los acantilados,
El hombre besa la cordillera de los Andes,
El hombre camina arrastrándose, no vive como víbora, vive como animal,
El hombre es un pez con cabeza de pedernal, el fuego que enciende es su vida, la vida nuestra,
El hombre amanece cubierto de lodo, la vida es hermosa, dice el poeta, la vida es un desafío,
El hombre es de carne de membresía; su vida, un festín, en cuyo retablo, el cantor desvive su vida,
El hombre construye el símbolo de su existencia con un verso estrellado, las nubes cubren el horizonte, la vida es su verbo,
El hombre bendice a los hermanos repartidos en los puntos cardinales del planeta,
El hombre trabaja la palabra "silencio" en oscuridad,
El hombre se embriaga, el hombre procrea, el hombre acaricia la luna, el hombre percibe el fuego del sol, el hombre es una quimera, un día oscuro, un insecto herbívoro, el hombre conduce su esqueleto, activamente, en un mundo sutil.
Finitud
La finitud es un leguaje adornado de estrellas,
Los hombres son hermanos, acudo a los mares, ellos acriminan la finitud,
El tiempo es una codorniz, ya no hay respuestas, hay sólo pensamientos.
Espérame debajo de un eucalipto, allí podremos amarnos.
El tiempo es para mí un signo inequívoco,
La finitud nos envuelve con gajos de uva,
Amad este cuerpo que no precisa de espacio para existir, este cuerpo es una esponja marina,
No quiero desaparecer, el vino prepara las fauces del borracho,
Desaparece el tiempo pero la muerte no permite una salida digna,
Morimos con la temeraria actitud de un suicida, morimos cada noche y cada día.
La finitud es un témpano de hielo;
Corroen las hormigas la carcasa de la realidad;
Otro hombre camina con mis zapatos, otro hombre es el yo mismo,
Puedo desaparecer pero también puedo no existir,
La finitud me embriaga, he perdido la vida pero al final del camino he hallado una lámpara.
El yo nos atosiga, el yo es un suspiro, el yo advierte de la muerte, el yo es un poeta con zapatos de gamuza,
Otro hombre se contempla al espejo, un hombre que advierte en su barriga la finitud del tiempo.
El yo es adverso, el yo contiene una pequeña ola bravía de soledad.
Poemas Místicos
Metáfora Con pensamiento divino
Dios vive en nosotros,
Es un pantano, áspero, redondo,
Dios agita las percepciones.
Yo vivo rodeado de pájaros,
Escucha mi voz, áspera, líquida,
Puedo acariciar el sol con mis manos y caer
de bruces,
Puedo presentir la tormenta porque soy
hombre.
Dios vive en nosotros, ya lo dije,
Dios es un pantano, escucha mi lamento,
Es de pájaro errante, yo vivo rodeado
de aire,
Escucha la voz, que nocturna, embrutece
el alma.
Dios vive en nosotros, esto no es un lamento,
Es una voz de caracol, un cuerpo sin luz,
Es aire, ¡aterrizaje forzoso!, los pájaros,
Ah, qué bellos son los pájaros.
Escucho predecir el tiempo, son cuerpos,
Escucho la voz, que irritada, me condena,
Áspero de tornasol, el aire se arremolina,
Quiero vivir atosigado de cantos guturales,
Dios vive en mí, ya lo he denunciado,
Su cuerpo es pastoso como un río,
Su melancolía es un océano; yo canto y bailo;
Escucho predecir la voz del amargo crepúsculo;
Un cuerpo es una rosa con espinas;
El espíritu, un barco remontando el océano
de la vida,
¡La vida!, ¡la vida nuestra!, es un barco desbarrancado
En un astillero, que no contiene vida sino
muerte.
Dios habita el hueco de mi alma,
Dios es abanico de persistencia,
Quiero vivir y cantar, reír y despertar,
Esta es la vida, un incierto destino,
El cuerpo se confunde, nuestro laberinto
Es vida,
Dadme los poderes de predecir,
Yo diré palabras que contengan sabiduría,
Las palabras son:
"Pájaros,
Cuerpos,
Tierra,
Pedruscos".
Estas son las plegarias de un hombre nacido santo,
Estas son las palabras repetidas en la noche,
Yo he nacido, ya lo dije,
Del follaje oculto de la luna,
Ellos llamaban a Dios con palabras de misterio,
Yo no te nombro, yo sólo escucho tu canto,
Ya no hay cadáveres en esta tierra,
La paz es una insolente metáfora,
Dios ha llenado nuestros cuerpos de vida,
Pero nosotros hemos llenado la vida de escombros,
Me despido ahora,
No para morir sino para vivir.
Sangramiento es la Palabra
Yo me embriago de vida, aire, aire,
Todo culmina esta noche, pueblo, amado pueblo,
Aire, todo está sobornado,
El mar y el acantilado,
Qué nefasta soledad, el epicentro de la vida,
Esta noche me adentro en la esperanza,
Noche de tormenta, pueblo aguerrido,
Aire, aire, la rapidez del relámpago,
Los hombres trabajando, el pueblo,
También el hambre, la sordidez y la podredumbre,
Esta noche quiero permanecer desnudo,
La carne mata el rencor, nada hay aquí, sólo
muerte,
El epicentro de toda vida es nuestra desgracia,
Alabemos nuestros brazos, nuestros músculos,
Aire, yo trabajo con aire, pero tú trabajas
con hierro.
Padre mío, este pueblo es un combate,
Toda la noche hemos peregrinado hacia Occidente,
Los hombres beben sangre, el pueblo lucha,
El combate es despiadado,
Pueblo mío, soy uno más entre ustedes,
Una grano de arena en la persistencia de la esperanza,
Pueblo, yo combato con ustedes y también muero de sed,
Estoy desnudo de poderes terrenales,
Nuestra esperanza es una espiga confortable,
Un laberinto deshojado, las banderas atiborradas de esperanza,
La fuerza es la simiente; la bondad, la tregua
de los poderosos,
Abrid los ojos, esta es la noche de la venganza,
abrid los brazos; el cuerpo es nuestro epicentro,
Nos alimentamos de escombros;
Ten piedad, oh, Padre Celestial, ten piedad…
El Tibio Abrazo de un Hermano
El sangramiento de un poeta
Es el mismísimo brazo forzado a luchar,
El poeta abraza las banderas de la justicia,
Dios está afiebrado; el mundo en la pupila del poeta;
La muerte nos llama con su voz pastosa,
Yo escucho el lamento de una ola brava con su poderoso estallido,
La lucha del pueblo no puede ser tranzada.
Adormecida está la esperanza sobre las rodillas del poeta,
La sal de los hombres es la justicia,
Tanta muerte, tanto gobierno corrupto.
Sangre de mi cuerpo, el poeta escribe aire.
Toda la noche he hallado sangre en mis vestidos,
He muerto y he combatido, el mar, escucha mi lamento, oh, acantilado,
Percibo el rumor del viento, escucho el ladito de mi corazón,
El poeta es un barco a la deriva,
No permitan la traición, yo no estoy de acuerdo con la luna quemante,
El sol declina pero Dios duerme acurrucado entre las venas,
La bendita esperanza nos reconforta,
Toda esta noche, pueblo mío, he descubierto el sonido del mar adentrándose en nuestros cuerpos,
He descubierto el brazo qué sangra,
He descubierto el murmullo del bosque.
Canto de Amor
Tengo hambre ti, amor mío,
Hambre de permanecer en la simiente,
Hambre de amarte.
Escucho la voz del desierto, te amo,
Tengo hambre de ti, hambre de no querer
eclipsar la luna,
Hambre de rayos de sol cubriendo tu cuerpo.
Estoy aquí, envuelto con ramas de bosque,
Amo las raíces que nos penetran el cuerpo,
amo el amor,
Escucha mis palabras, hambre de manos
y de pies.
Amor mío, eres una caudal de bocas que se
precipitan en mi cuerpo,
Hambre de ti, hambre de amor.
Escucho el rumor del océano, su presencia es
tu corazón,
Abre la puerta que nos conduce a tu alma,
Yo adoro el contorno de tus ojos,
Son tan bellos. Lejos de ti, el mundo camina
lentamente,
Cerca de ti, todo es orfandad,
Déjame arrinconarme entre tus brazos,
suavísima es tu forma,
Me alejo de ti para acercarme a ti,
Ámame, ámame, pequeña mía.
Los ríos se precipitan en nuestro cuerpo,
Ellos son la fantasía que cantan tus labios,
Ellos van y vienen endemoniadamente
enamorados,
Todo es un caos en el beso que nos
procuramos,
Yo te amo pues hay en ti un rumor de bosque
fantasioso,
déjame albergar penas y amores. Audaz es
nuestra lengua, férrea, ígnea.
Yo canto "amor", yo canto "amor".
Noche de amor
Acaricio tu cintura más acá del bosque,
Me sumerjo en tu corazón como si éste fuera
un pedazo de rosa, agitándose,
en un mar caspio.
Te amo. Y quiero convocar nuestros árboles.
Ellos son aromas de éxtasis,
Ellos nos adoran las tempestades que desatan
los caracoles marinos.
Quiero abrazarte, quiero adormecerme
en tus labios,
Quiero hincar mis dientes en tu sabroso
magma.
Árida tierra eres tú.
Yo soy el sembrador.
Árida esmeralda eres tú.
Yo soy el joyero de tu cuerpo.
Abrázame esta noche como si todo culminara
para siempre.
Abrázame, amada mía, yo soy tu sombra.
Y mi cuerpo es tu Dios cansado.
Árida tierra eres tú.
Yo soy el vasto océano que socava tu vientre.
Déjame ocultar mis tesoros en tu cuerpo.
Déjame arrinconar las estrellas en tu nuca.
Toda eres de espuma. Tú, amada, tú eres
espuma.
La noche, más allá del ventisquero,
La noche, digo, la noche estrellada
Oculta tu cuerpo.
Tus ojos y tu boca, tu cuerpo, repito,
Amada eres, pequeña amapola,
Amada eres.
Comunión
Yo he vivido con la luna,
He comido, he matado, no soy un asesino,
Sólo he prendido fuego al tiempo.
Yo he vivido atosigándome de imágenes.
El mar ha sido mi alucinación;
Los árboles también.
Yo he vivido con la luna;
Amo el sabor del viento que corroe
las montañas.
Ah, las montañas, qué bellas son las piedras;
En ellas, he puesto mi nombre; yo he vivido
en la montaña, apartado
de los hombres;
He vivido rodeado de acantilados;
He muerto; no carnalmente sino ficticiamente;
Amo las mentiras; pues las mentiras son
palabras;
Polvo de mí, polvo de hiriente espesura:
Abre, tú, mi mente; soy todo tuyo esta noche.
Yo he vivido con el sol;
He descendido como un cometa; las estrellas
son fantasmas;
He bajado a reunirme con los hombres;
Allá a lo lejos las montañas; allá a lo lejos
el hombre que reúne las espigas
de invierno.
La nieve lo cubre todo; la nieve es la palabra
escrita;
Ella se expande como el petróleo; yo tengo
la boca llena de petróleo.
Ah, qué bellas son las tardes escritas
por un loco;
Las visiones son siempre las mismas:
La comunión de los hombres,
El astillero, el obrero, el panadero;
Todos danzando en el mismo sitio;
Para la luna: la montaña; para los hombres:
el pez.
¿Qué quiero yo de tu sombra? ¿Qué quiero,
Díos mío?
Un segundo nada más… Un segundo de paz.
Poema de amor
De noche la luna se haya en el cenit
del destino:
Amo la vida, dice el poeta, la luna,
los árboles, la tierra.
Ah, qué distante es nuestro amor,
como la vida misma.
De noche me acurruco recordándote.
Me sumerjo en tu espíritu: yo no sé si esto es
real,
Me refiero a la realidad concreta,
Yo no sé si esto es verdadero,
Hay muchas emociones en mí:
Un mendrugo, una noche solitaria,
un destello de luna,
Yo te recuerdo, siempre recuerdo tu sonrisa,
Qué manera de amarte.
Ah, noche estrellada, tú eras mi bendición.
Yo no encuentro reparos en llamarte:
"amada",
Toda eres de espectro o de hueso
de antepasado,
Eres el tiempo mismo que se ha maquillado
el rostro,
Eres la ventisca que atesora barcos
en un puerto austral,
Eres la belleza del pasado (ya no hay más
años para ti o para mí),
Sólo yo te recuerdo o nuestros hijos.
De noche me recuesto en mi lecho:
Parece que el destino nos cobijara:
Eres la copa de vino, agriada en una meza
colmada de mendrugos.
Eres mi compañera, mi nocturna amante.
De ti he aprendido la soledad, de ti he amado
los dedos con sabor a cuerpo.
Tócame: en mi vida no hay laberintos, sólo
hay recuerdos bondadosos.
Haz de mí un cuello colapsando,
haz de mí un hombre feliz.
Esto que te escribo es tan antiguo,
que apenas recuerdo su nombre.
Tú eres un tesoro, un cáliz, yo te recuerdo
como eras ayer,
con tu luna menguante, tu rostro de sol,
tu sonrisa de eucalipto.
Recobremos lo perdido; es hora
de marcharnos.
Canción para mis Hijos
A mis hijos esta canción
Que se oscurece en primavera.
Los ríos son espejos, los ojos el mar,
Esta noche aprecio el dulzor de vuestra
esperanza,
Amo la vida pues la vida me ha dado hijos.
Un racimo de uvas,
Esta noche, como dije,
Deshojando las nubes,
Esparciendo el polen de una flor exótica,
Ámame, hijo querido, por tu sangre corre
la tierra,
Por tus mejillas, los bosques.
La noche nos espera, fluyamos
como el tiempo,
Apostemos nuestros huesos por amarnos,
Demos de comer a los pobres pájaros,
Ellos picotean las bravas olas del mar
del norte,
Ellos conservan la raíz prístina de la vida.
Esta canción es un fantasma amigable
Que nos condena a la soledad,
Yo llevo la tristeza en mis ojos
Pues he abandonado a mis hijos,
Si pudiera volverme río y refundirme
en el magma de la tierra,
Si pudiera adentrarme en el cosmos
Y caer como un meteorito
Y soñar con la felicidad
Y estar presente en cada instante,
Si pudiera estar con mis hijos en esta
primavera.
Esta canción es para ti, hijo,
Ustedes representan el mar, el tiempo,
el eclipse de la luna,
Yo me refugio en una hoja pues soy hombre
de bosque encantado,
Soy el vagabundo que cuenta historias sin
hablar,
En silencio, en delirio de silencio,
Amando la vida y vuestros pies de almíbar.
Amo la vida y la vida me ama a mí,
Amo a mis hijos como si fueran joyas
de incalculable placer.
Viento
El viento zozobra, aire, tierra,
Eres la densa culebra que recorre nuestros
cuerpos,
Eres la rosa fatigada que se deshoja
en invierno.
La lluvia eres tú, la tempestad también.
El frío, qué maligno es el río que quita
la vida.
Yo estoy rodeado de aire, aspiro
mis pulmones,
El viento es una atalaya que se destruye entre
los dedos.
Ya que corroes las montañas, yo te invoco, tierra;
Árida cercanía de la muerte.
Puedo esperar que mi cabello se erice,
Los peces lo recorren, la brisa marina,
La nefasta soledad, la ventisca.
El viento zozobra, recorre la caridad
de mi corazón,
Escucho el latido propagándose por la tierra,
Los caballos son la hecatombe, sus látigos,
Aire, aire,
Acantilado de ráfagas de viento, estoy aquí,
Puedo desnudarme y sonreír. El viento es
El lapidario estímulo que nos lleva
a la muerte.
Viento de hojalata, eres la cumbre
en la montaña,
La ventisca en el bravo océano,
Eres la salvaje hendidura de mis huellas,
Llénate de mí, llénate de esperma,
Deja acariciar el centro de tu destino.
Deja que convoque esta noche tus poderes.
Canción de Despedida
El amor es destello de flor silvestre,
El amor de la mujer amada.
Me comprometo a obedecer el canto,
Los hombres estamos enamorados,
Amamos las piedras, los ríos, los acantilados,
El amor es fruto de una noche y de un día,
El amor nos protege, nos socava, nos sumerge.
Yo amo a una mujer con rostro de sol,
Sus manos, qué delicada son sus manos,
Me persigue entre las sombras,
Un río de corazones invertidos es su sangre,
Yo me sumerjo en sus labios,
Me socavo en su vientre con aroma a océano,
Me protejo entre sus senos como si ella misma fuera la madre tierra.
Me preocupan sus sueños, duerme mal,
Toda la noche está cubriéndome de besos,
Yo no resisto tanto amor, quiero escapar
A un paraíso para románticos.
Ella me besa, me atosiga, me dice que me
ama.
Yo también la amo…
Amo las noches estrelladas, los surcos
en la tierra,
Amo las flores silvestres que me llaman
a la procreación del mundo.
Amo el cosmos, amo el universo, amo
las raíces.
Soy, en ellos, un caos de amor porque el amor es caos.
Autor:
Mauricio Uribe
© 231211
Diciembre del 2002/ Santiago de Chile
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