Las emisiones televisivas: ¿Debemos renunciar a ellas? (página 2)

Estamos entonces en presencia de un problema pedagógico, el cual requiere de arduos esfuerzos para darle una solución novedosa y creativa. En este caso, podemos hablar de bloqueos, que pueden manifestarse de las siguientes formas:

• Bloqueos de origen afectivo, que se manifiesta en actitudes tales como la apatía y la pereza, debido a que los estudiantes encuentran esta actividad aburrida y poco familiar.
• Bloqueos de tipo cognoscitivo, que se manifiestan cuando aparecen dificultades en la percepción, interpretación y desglose de los contenidos, de modo que en este caso, los estudiantes manifiestan que no tienen una visión abierta de los nuevos contenidos, lo cual provoca rigidez mental.

¿Qué debemos hacer entonces? Debemos transformar la emisión televisiva en una actividad:

• donde el estudiante sienta confianza, tranquilidad y calma,
• donde se despierte en ellos la disposición por aprender y de curiosear lo desconocido.

Por tanto, hay que dedicarle especial atención a los posibles bloqueos y buscar los caminos más adecuados para lograr los objetivos de la actividad.

La comunicación es un proceso complejo de carácter material y espiritual, social o interpersonal que posibilita el canje de información, la interacción y la influencia mutua en la conducta humano a partir de la capacidad del hombre para descifrar y procesar la información sobre una determinada situación. Debemos lograr una buena comunicación en el marco de esta actividad y debemos tener bien presente en el desarrollo de la misma las funciones de la comunicación, la afectiva, la emocional y la reguladora.

El carácter comunicativo del proceso de enseñanza–aprendizaje es esencialmente interactivo y en él interviene la subjetividad del que enseña y del que aprende. No existe el enseñar si alguien no está aprendiendo, son dos procesos distintos, pero indisolublemente unidos.

Enseñar parte de una persona, mientras que el aprender ocurre en otra, por ende, para que esto funcione debe de existir un vínculo entre ambas, y que es lo que se establece irrevocablemente mediante la comunicación. Es por eso que de la calidad de este vínculo depende, en gran medida, la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje.

El problema es entonces: ¿cómo lograr en una actividad no presencial estilos verdaderamente comunicativos?, ¿cómo trabajar con la emocionalidad del otro, cuya necesidad es ya indiscutible dentro del aprendizaje, si el lenguaje analógico, dado en la relación presencial a través del gesto, lo extra verbal, es fundamentalmente su medio?, ¿qué recursos utilizar para generar una influencia que penetre al otro, que lo "cautive", que deje huella? Esto es, cómo lograr la empatía, considerada la regla de oro de la comunicación. La respuesta más a mano, ante nuestro desconocimiento es decir: no es posible. Quizás una respuesta más cercana a la ciencia, que ha mostrado posibilidades insospechadas ante muchas interrogantes a lo largo de su desarrollo, sería: hay que descubrirlo.

El perfil del profesor competente tecnológicamente es más versátil que el del docente del contexto educativo tradicional, pues frente al clásico profesor poseedor de conocimiento, emisor de mensajes unidireccionales, el competente tecnológicamente es el formador que interactúa en el aula, plantea problemas, cuestiona soluciones, coordina el trabajo en colaboración conjunta y prepara al alumnado con capacidades comunicativas versátiles. El alumno deja de ser un receptor pasivo de conocimientos y se convierte en protagonista de su aprendizaje, mediante estrategias autónomas de búsqueda de información y otras orientadas por el profesor.

La emisión televisiva supone para el estudiante una ampliación de los sentidos de la vista y el oído. Se puede llegar más lejos en la percepción, pero las modificaciones provocadas por ella van más allá, mientras el lector de un libro se enfrenta a una realidad estática, abstracta, hecha de ideas y conceptos, el telespectador se enfrenta a una realidad estática, abstracta, hecha con ideas y conceptos, el telespectador exige cada vez más dinamismo. ¿Cómo puede intentarse que estos alumnos, influenciados sobremanera por la programación de los medios audiovisuales, sean luego capaces de resistir durante muchos minutos seguidos a unos profesores que no hacen otra cosa que no sea hablar de un modo que a ellos les causa antipatía y aburrimiento tal vez (ya que no pueden pedirles que repitan o reformulen lo que no han comprendido) , y a los que además deben contemplar casi siempre desde un mismo punto de vista (profesor medio, sin que medie entre ellos ningún sentimiento de comprensión de sus problemas, de simpatía, etc?

Es un error creer que el trabajo en el aula queda reducido a transmitir conocimientos, a impartir la materia, para que el alumno la aprenda. Está claro que si retenemos el 10 % de lo que vemos; el 20 % de lo que oímos, el 50 % de lo que vemos y oímos y el 80 % de lo que vemos, oímos y hacemos se ha de terminar imponiendo el aprendizaje interactivo.

Para que la emisión sea auténtica y su implementación no constituya un conjunto de experiencias aisladas, llevadas a cabo por centros avanzados o profesores innovadores es necesario que:

• Exista una adecuada dotación tecnológica en los centros, de manera que las aulas y los departamentos de profesores dispongan de estos materiales en cualquier momento.
• Que los profesores tengan una adecuada formación tecnológica y metodológica que les permita aprovechar este recurso para su actividad docente y para su auto preparación.
• Propiciar la integración de las actividades de la emisión televisiva con otras técnicas y estrategias comunicativas presenciales y directas.
• Hacer una adaptación metodológica para su utilización, con diseño de estrategias y materiales adecuados para las características de cada grupo, flexibilizar el entorno de aprendizaje para superar así los límites impuestos por el aula.

Existen muchos detractores de las emisiones televisivas debido a que consideran que:

• Son frías porque no tienen en cuenta las particularidades de los estudiantes en cada aula. No se aprovechan las reacciones de los estudiantes (sorpresa, sueño, indiferencia, desinterés, cansancio, ansiedad, etc) por lo que la retroalimentación no es efectiva. Esto también se corrobora en la ausencia de intercambio de opiniones, puntos de vistas, conceptos etc. Se observa pasividad en el espectador, quien solo ve y oye, toma nota, etc.
• La comunicación entre el profesor de la televisión y los estudiantes es mala.
• Plantean que la emisión debe verla el alumno donde quiera, a la hora que quiera y que no es necesaria la presencia del profesor en el acto.

Se ha visto en muchos centros de enseñanza que el empleo de emisiones televisivas está contemplado dentro del horario docente y con asombro se constata que los profesores las ven por primera vez en el aula con sus estudiantes, eso es un error y está dado por la mala planificación de la actividad, porque, obviamente:

• El profesor tiene que prepararse para la emisión con más rigor que para dar una actividad presencial tradicional así como debe preparar a sus estudiantes para el material que verán (ya que él con anterioridad debe haberlo visto, analizado y discutido con otros colegas).
• El profesor debe estar preparado adecuadamente para motivar, orientar hacia el objetivo, asegurar el nivel de partida de acuerdo a las particularidades de sus estudiantes, hacer una guía de observación del material que verán, y al concluir la actividad, debe puntualizar lo visto y orientar tareas individuales y grupales que estén encaminadas a vencer los objetivos propuestos.

En las diferentes enseñanzas vemos que muchas asignaturas están montadas en sitios, por diversas razones y por las ventajas que ofrece. En este caso, las emisiones televisivas que ayudan a complementar lo que se ofrece en los cursos on line, deben verse en forma de sistema, nunca de forma aislada. Por otro lado, en la preparación metodológica de los docentes que tienen asignaturas que se imparten de este modo, un tema fundamental de discusión debe ser cómo hacer que el material que se presenta sea lo más provechoso posible para sus alumnos, por lo que se deben recoger las experiencias de los profesores, tanto los de más experiencia como los noveles, y debatirlas en reuniones metodológicas dentro de los colectivos o departamentos docentes de forma tal que la actividad sea productiva.

Con asombro vemos en el acto de la tele clase que estudiantes y profesores no le prestan la debida atención a la misma, esto debe de evitarse y los directivos educacionales deben jugar su papel a la hora de planificar y controlar las actividades, si una actividad se va hacer mal es mejor que no se haga.

La emisión televisiva que se prepara para que el estudiante la vea solo, no es la misma que se debe preparar para cuando el profesor esté con él en el aula, son, pues, dos actividades distintas, con objetivos diferentes.

Si el desarrollo de la competencia comunicativa debe basarse en la planificación de prácticas discursivas flexibles de acuerdo a las particularidades de nuestros estudiantes, la emisión ofrece múltiples posibilidades para practicar la interrelación y el intercambio comunicativo, útil para promover y acompañar el aprendizaje de nuestros estudiantes, es decir, originar en los estudiantes la tarea de construirse y apropiarse del mundo y de si mismos.

Conclusiones

Una tecnología adquiere valor pedagógico cuando se le utiliza sobre la base del aprovechamiento de sus recursos de comunicación para promover y acompañar el aprendizaje. En otras palabras, cuando se garantiza el uso de sus posibilidades comunicacionales con un propósito explicito de mediar los diferentes materiales, es adecuado emplearlos desde una situación educativa. He ahí la importancia de la televisión para docentes y discentes en el proceso.

Ninguna tecnología despierta de manera mágica las ansias de aprender, ni tampoco puede dar pie a desconocer la labor del educador. El educador no desaparece, se traslada en este caso de escenario. En este sentido, Salinas, J (1999) plantea que "… contra lo que estamos acostumbrados a ver, el énfasis debe hacerse en la docencia, en los cambios de estrategias didácticas de los profesores, en los sistemas de comunicación y distribución de los materiales de aprendizaje, en lugar de enfatizar la disponibilidad y las potencialidades de las tecnologías."

"El papel de la planificación, la búsqueda ordenada de información, la priorización de ciertos datos por encima de otros, el saber qué hacer con la información, requieren de un esfuerzo de mediación por parte de la institución y de los educadores preocupados por la promoción y el acompañamiento del aprendizaje.

Si antes enseñábamos a trabajar en la biblioteca, ahora nos toca hacerlo en esta inmensa explosión de fuentes a las que asistimos en la actualidad. Y nos toca dedicarnos a capacitar tanto a los estudiantes como a los docentes." (Prieto, 1995). Lo anterior nos demuestra que para aprender a trabajar con las nuevas tecnologías, siempre debemos estar preparados y dispuestos.

Bibliografía

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• Uría Peña, Ana María. Medios de enseñanza: Infinidad de iniciativas. – La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1989.
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• Zilberstein, J; Portela, R y Macpherson, M. Didáctica integradora de las ciencias. Experiencia cubana, Editorial Academia, La Habana, Cuba, 1999.

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Autor:

Lic. Iván León Ginebra

leon[arroba]uci.cu

Lic. Hugo Vargas Calzado.

MsC. María Cristina Núñez Salazar.

Cuba, Ciudad de la Habana, 18 de noviembre de 2006.

Breve bibliografía de los autores

Iván León Giniebra: Profesor de Matemática de la Universidad de Pinar del Río, Cuba. Es Licenciado en Educación, Especialidad Matemática, tiene más de 15 años de experiencia como profesor de Matemática. Actualmente se encuentra prestando servicio en la Universidad de las Ciencias Informáticas, en Ciudad de la Habana.

Hugo Valgas Calzado: Profesor de Idioma Ingles de la Universidad de Oriente. Es Licenciado en Lengua Inglesa. Tiene más de 25 años de experiencia como profesor de lenguas extranjeras. Actualmente se encuentra prestando servicio en la Universidad de las Ciencias Informáticas, en Ciudad de la Habana.

María Cristina Núñez Salazar: Profesora de la Universidad Pedagógica de Camaguey. Master en Enseñanza del Ingles Contemporáneo. Tiene 25 años de experiencia como profesora de Lengua Inglesa. Actualmente se encuentra prestando servicio en la Universidad de las Ciencias Informáticas, en Ciudad de la Habana.