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El liberalismo político y la libertad del ser humano (página 2)

Enviado por Diomedes Nunez


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Por eso, se entiende la idea que en este siglo la bandera fuera la lucha por un régimen político centralizado, no democrático. Esa situación fue la ambientación de pensadores burgueses como Nicolás Maquiavelo (1469-1527) y Juan Rodín (1530-1596). Ambos defendieron el absolutismo y la creación de Estados nacionales centralizados como contraposición a la fragmentación feudal.

La tesis de Maquiavelo de que "el fin justifica los medios" dice de manera muy clara la poca importancia que daba la burguesía a los derechos humanos para ese entonces. Como puede notarse, la clase emergente, en boca de Maquiavelo, quería los grandes Estados nacionales; pero reconocía al mismo tiempo que hablar de derechos humanos era una distracción que no ayudaba en nada la causa de las grandes repúblicas. Es todo lo contrario, minaba esa pretensión.

Es el príncipe y el rey, no el pueblo y la democracia, la idea dominante en la mente de la burguesía en el siglo XVI.

La formación del cuerpo teórico del liberalismo político.

La evolución política posterior a Maquiavelo, destaca dos características:

a) el pensamiento liberal se construye con todos los requisitos de una teoría sobre el Estado y la sociedad; y

b) la convivencia de la vieja y nueva clases sociales en las monarquías absolutistas y constitucionales se encaminan a la ruptura.

La burguesía ya cuenta con una propuesta política que abarca toda la esfera de la sociedad: el liberalismo. Consecuentemente, puede fijar los blancos de sus futuros ataques:

En la esfera de las estructuras jurídico-políticas, un papel clave lo desempeñó una sistematización del derecho natural. Y la función fue hacer que las proclamas y aspiraciones de la burguesía pasaran ante la opinión pública como reclamos naturales negados hasta ese momento por el régimen entorpecedor.

El holandés Hugo Grocio (1558-1645), llega a afirmar que el Derecho nada tiene que ver con Dios; muy por el contrario, se sostiene en la naturaleza humana. El Estado, entonces, se entiende que no puede estar maniatado a dogmas religiosos, sino a la realidad terrenal o mundana. Y esa realidad terrenal, siguiendo al derecho natural, imponía tareas consideradas afines a la naturaleza.

Las formulaciones de John Locke (1632-1704) son puntales en la elaboración del pensamiento político liberal. En sus concepciones, el poder debía descansar en el monarca y el parlamento. El parlamento es la voz del pueblo y la función del rey es velar por una protección de los derechos del pueblo. Expresa que la propiedad, la libertad y la felicidad son derechos naturales de los ciudadanos.

Son esta ideas de Locke que dan lugar al nacimiento de la monarquía constitucional en Inglaterra.

El liberalismo político en el enciclopedista Rousseau en Europa, Tomas Penn y Tomas Jefferson en América da una connotación diferente a esta corriente. Ellos entendieron que la libertad no era un formalismo, sino que su garantía e importancia estaba en el acceso del grueso de la población a la propiedad (C.B. McPhernon 26).

Esta aseveración fue una reformulación en sentido revolucionario de la tesis política de Aristóteles quien estableció que la democracia abre la puerta a la oligarquía "cuando los ricos se hacen numerosos o se incrementa la propiedad" (2). O que "la desproporción destruye el Estado" (235). Es decir, las diferencias abismales entre los que tienen y los que no tienen.

El triunfo del liberalismo político.

Con todas estas ideas, se llega a la Revolución Francesa y a la Revolución Americana. El liberalismo, que tenía sus ensayos en la revolución holandesa y la inglesa en los siglos XVI y XVII, encuentra su verdadera realización en estas revoluciones. Y es a partir de esas revoluciones que se llega un punto de no regreso al viejo orden, sirviendo como orientación a los demás países que estaban rezagados.

Este triunfo, sin embargo, trajo a la mesa de discusión qué corriente política del liberalismo se correspondía con el dominio reciente de la burguesía.

Una de las principales tareas fue volver las masas populares a la sumisión política, y para ello había que quitarles su protagonismo político.

La otra tarea fue limpiar el liberalismo, ya en el Estado, de su tendencia revolucionaria. No se veía con buenos ojos el control del pueblo sobre los gobernantes. Estas ideas de Rousseau se entendían peligrosas: "inaugurar cada asamblea popular con el planteo de dos problemas: 1) conviene al pueblo la forma de gobierno existente, y 2) debe quedar el poder gubernamental en manos de los que actualmente lo ejercen" (Pokrouski 221).

Benjamín Constant (1767-1830), por ejemplo, en su ataque al ideal de Rousseau, establece que la libertad no radica en que el poder esté en manos del pueblo, sino en la independencia del individuo respecto al Estado. Por eso, esas libertades están manifiestas en la inmunidad de los individuos contra las detenciones arbitrarias, sus derechos a la opinión sin ningún tipo de restricciones y el poder de desplazamiento, etc.

El mismo Jeremías Benthan (1748-1832), quien vio en el utilitarismo la guía moral de los hombres, llego a legitimar los censos como precondiciones para el poder del voto.

El resultado de la purga y, consecuentemente, la imposición del ala conservadora, termina convirtiendo la igualdad en algo formal: el hecho de que se establezca que ante el Estado y ante la ley todos somos iguales, es solo una potencialidad, no la igualdad de las individualidades en el sentido real. La balanza donde se mide qué tan cerca (o tan lejos) está un individuo del otro tiene que ver con una capacidad para adquirir bienes y servicios, con el amasamiento de riquezas.

El pensamiento liberal contemporáneo

La apología del mercado entendida en el sentido que la vieron los economistas clásicos como Adam Smith y David Ricardo en los siglos XVIII y XIX, se pensó superada con la crísis financiera de 1929. La vieja idea de que el mercado era autosuficiente y de que el mismo corregía sus deficiencias, fue reemplazada por los preceptos keynesianos que asignaban al Estado la función equilibradora en los tiempos de desajustes.

Pero estas nuevas ideas se interpretaron como dañinas a las libertades políticas. El Camino a la servidumbre en 1941 de Frederick Hayek y más tarde El Capitalismo y la libertad del Milton Friedman les llevaron la contraria a los ideales keynesianos.

Hayek asocia la tiranía con la ausencia de la propiedad privada (77-78); mientras que Friedman afirma que el capitalismo es la única premisa que garantiza la libertad política (2).

En un trabajo que Milton friedman comparte con Rosa Friedman, establece como principio lo siguiente:

Una sociedad—afirman estos autores—que pone la igualdad por encima de la libertad, termina sin igualdad ni libertad (148).

Toda intromisión del Estado en la vida económica, estos autores la ven como una seria amenaza a la libertad individual. Frederick Hayek, con una argumentación muy coherente, establece la relación que, según él, existe entre la economía y el liberalismo político.

Un sistema de propiedad privada es la garantía más importante de la libertad […] porque la producción de bienes y servicios […] está dividida entre mucha gente actuando independientemente de manera que nadie tiene poder completo sobre nosotros (115).

Lo paradójico de estas reflexiones es que autores, como Friedman, fueron mentores de dictaduras como la de Pinochet en Chile. Y los propios países campeones del liberalismo han llenado a América Latina y al mundo de las más despiadadas dictaduras cívicas y militares. Pero esto solo se puede asimilar llegando a la conclusión de que el liberalismo político solo tiene un sentido utilitario, y que cuando pierde total o parcialmente esa utilidad, da lugar a otras formas de gobierno como Guatemala en 1954 y el reciente caso de Honduras.

El problema de fondo es que el capitalismo ha seguido un camino diferente al que previeron en forma idealista Rousseau y Jefferson. Es un sistema corporativo que, de acuerdo a la tesis de Aristóteles, acerca sus instituciones políticas a las características de un Estado oligárquico.

Por el dominio mundial en la economía de trescientas a cuatrocientas firmas privadas, hay, como lo definen Bowles y Gintis, "una colisión del derecho de propiedad y los derechos civiles" (5). Y esa colision del derecho de propiedad y los derechos civiles (clash of rights), se empeora más con el Cuarto Poder, la prensa, convertido en dos docenas de grandes corporaciones aplicando un filtro a las informaciones y creando opiniones colectivas que, muchas veces, nada tienen que ver con la verdad.

El liberalismo en el contexto actual es algo más o menos así: piensas, hablas, organízate, ves a la iglesia que quieras; pero no trates de ir más allá de la propiedad privada para que no te metas en problemas.

Conclusión

El liberalismo político tiene el merito de sacar a la luz pública el significado de las libertades individuales y plantearlas como banderas de lucha ante lo que fue el atraso a este respecto de las instituciones feudales.

Podemos externar preocupaciones sobre la camisa de fuerza que representan las instituciones económicas vigentes en la realización de los postulados liberales más progresistas, pero ésto no es una gran obstáculo para subrayar importantes contribuciones como las hechas por John Stuart Mill.

Lo que no creemos es que haya una identificación cien por cien, como lo plantean pensadores como Hayek y Friedman, de las estructuras económicas existentes y el régimen de libertad. Mas bien, afirmamos aquí que donde quiera que los llamados derechos humanos entorpecen la explotación capitalista y el control desde fuera de los pueblos, cuando pueden hacerlo, pues este liberalismo político, estos derechos humanos, estas libertades individuales, terminan siendo sacrificadas en beneficio de los intereses económicos.

Es por eso que afirmamos en este trabajo que el liberalismo político con la democracia representativa como forma de gobierno, es solo una pieza política dentro de las alternativas con que cuenta el sistema. Definitivamente, el liberalismo político el sistema lo aplica en momentos en que no hay peligro; pero debajo de la manga cuentan con alternativas políticas atroces para las libertades individuales.

Bibliografía

Bowles, Samuel, y Herbert Gintis. Democry and capitalism. Estados Unidos: Basic Book, 1989.

Friedman, Milton. Capitalism and freedom. Chicago: University of Chicago Press, 1976.

Friedman, Milton y Rose. Free to choose. New York: Harcourt Brace Jovanovich, 1980.

Hayek, Friederick. The Road to serfdom. Chicago: University of Chicago Press, 1994.

Locke, John. The second treatise on government. Indianapolis: The Bobbs-Merrill

Company, 1972.

Mill, John Stuart. On Liberty. Indianapolis: The Bobbs-Merrill Company, 1956.

Pokrouski. Historia de las ideas políticas. México: Grijalbo, 1996.

Rousseau, Juan Jacobo. Discurso sobre el origen de las de las desigualda de los hombres.

España: Alba, 1996.

 

 

Autor:

Diomedes Nunez

Historia de las Ideas Políticas

Facilitadora: María Hernández Richardson

EE.UU.

Agosto 2010

UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS, UAPA

Partes: 1, 2
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