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El liberalismo político y la libertad del ser humano

Enviado por Diomedes Nunez


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Ideas generales sobre el liberalismo político
  3. La burguesía y su ruptura escalonada con el mundo feudal
  4. El pensamiento liberal contemporáneo
  5. Conclusión
  6. Bibliografía

Introducción

En este trabajo sobre la doctrina liberal, tocamos básicamente el liberalismo político y, en forma tangencial, el liberalismo económico. Como método de análisis, convenientemente enfocamos el liberalismo político en su relación con la libertad del ser humano para poder medir evaluativamente, en sus doscientos años de dominio, resultados específicos.

La tesis principal que se discute es la ecuación política bien argumentada de que el sistema capitalista surgido con la Revolución Francesa es igual a la libertad de los seres humanos. Y que, por extensión, cualquier otra formación económico-social es incompatible con un Estado de derecho.

Para discutir la pertinencia o no de esta tesis, comenzamos la argumentación con la ruptura escalonada emprendida por la burguesía contra las relaciones feudales dominantes, tratando de mostrar en sus diferentes etapas que no siempre la libertad política fue una bandera levantada por la emergente clase social. Mas importante aún: hubo una vocación utilitaria, de conveniencia, en lo que respecta a la defensa de la libertada individual; situaciones estas que luego sirven como base para explicar fenómenos típicamente capitalistas como el fascismo de principios de siglo XX y los regímenes dictatoriales en América Latina, solo para poner dos ejemplos.

Ideas generales sobre el liberalismo político

Ciertamente, no está totalmente equivocado aquél que afirme que las libertades individuales como la libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, de prensa, guarda una relación con el pensamiento liberal del siglo XVII y XVIII. No puede negarse las aportaciones teóricas del inglés John Locke y el holandés Hugo Grocio en el siglo XVII, de Juan Jacobo Rousseau y Carlos Luis Montesquie en el siglo XVIII.

Algunos de estos autores, aparte sus grandes aportaciones, llegaron a creer honestamente en una materialización completa de las libertades individuales al agotarse el feudalismo. Su liberalismo, como el de Rousseau, solo tenía como frontera la libertad de las demás personas.

En su formulación original, el liberalismo político tenía como soporte el liberalismo económico que postula el principio de la no intervención del Estado en la vida económica de los países.

Inmediatamente triunfan las ideas liberales con su afianzamiento a principios de siglo XIX, viene la insatisfacción: se piensa que las ideas principales de fecundos pensadores como Jacobo Rousseau, Tomás Penn y Tomás Jefferson se echan a un lado.

Los resultados de las revoluciones francesa y americana (con el predominio del ala conservadora del liberalismo expresado en los censos patrimoniales y la marginación completa de la mujer), abren una puerta a la hipótesis de un ensanchamiento de un régimen de derechos individuales sobre una base diferente a la que existió luego de la revolución burguesa, usando parte de los postulados de los ilustrados más consecuentes.

Con mucha razón se piensa que la Revolución francesa no solamente trajo la tolerancia política, sino que también el enciclopedismo y la Ilustración son sometidos a un purgatorio donde se deslinda claramente la corriente conservadora de la revolucionaria.

La burguesía y su ruptura escalonada con el mundo feudal

La parta más difundida y conocida del ideal burgués es su liberalismo madurado en víspera de la Revolución Francesa. No se difunde el hecho de que esta se amparó en formas de organización del Estado que negaron los preceptos de la libertad individual. Es el desconocimiento de esas razones ocultas que nos hace dudar de que el fascismo y la dictadura son formas de gobierno burguesas tan legítimas como lo es la democracia representativa.

Monarquía ¿secular o teocrática?

La primera conciliación que hizo la burguesía en su estado de gestación, fue ponerse al lado de los señores feudales seculares y los monarcas en su lucha contra los Papas y su concepción del Estado teocrático.

Para el siglo XIV, ya Marcelo de Padua era partidario de una monarquía electiva integrando a la sociedad que él entendía a los nacientes comerciantes y a los artesanos.

Es pionero del concepto de que el Papa tiene que separse del poder secular cuya legitimidad le corresponde al monarca, esto es, la separación de la Iglesia y el Estado. Esta tesis luego sirvió de plataforma a la Reforma Protestante luterana y calvinista.

El siglo XVI.

El siglo XVI robustece las nuevas relaciones. Se crea un mercado mundial con las nuevas rutas al Oriente, los territorios americanos y el mercado de la esclavitud en África. Aun así, no era el tiempo para lanzar ataques radicales en todos los terrenos contra el feudalismo en descomposición.

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