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La formación de valores y de competencias profesionales


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. El proceso de profesionalización y los valores profesionales
  4. La formación de valores profesionales y los modos de actuación profesional
  5. Competencias y valores profesionales
  6. Conclusión
  7. Bibliografía

"El aprendizaje universitario no debería ser la formación de un médico, arquitecto o maestro cualquiera, son la formación de un médico, arquitecto o maestro con altura moral. El uso de la medicina, la arquitectura o el magisterio sin moralidad puede ser desastroso para la comunidad y penoso para aquellos que de tal modo ejerzan su profesión (…). El aprendizaje que nos permite ejercer una profesión debería ir acompañado del aprendizaje ético que nos permite ejercer la ciudadanía" (Esteban y Buxarrais, 2004).

Resumen

En el presente artículo se intenta establecer el nexo entre las conceptualizaciones formación de valores profesionales y competencias profesionales y como estas constituyen premisas para desarrollar el proceso de profesionalización ya que nuestra sociedad demanda la formación de profesionales de la Educación competentes, en cuyo proceso vayan de la mano el alto rigor científico y la formación ética.

Introducción

Una de las funciones esenciales de la universidad es capacitar para el ejercicio de prácticas profesionales, junto al desarrollo científico, técnico y cultural, los cuales, por otra parte, han de encontrarse en el fundamento de las acciones emprendidas por un profesional competente. La interpretación de la formación universitaria como capacitadora de futuros profesionales se encuentra en la educación superior como expectativa y necesidad del propio mundo laboral, que trasciende a la misma universidad y pone de manifiesto uno de los compromisos que la sociedad le demanda.

Las características que adquiere la capacitación para el desempeño profesional en las Universidades está condicionado por el modelo de formación que se desarrolle. En nuestro país una de las transformaciones más revolucionarias en el contexto de lo que se ha denominado, la Tercera Revolución Educacional, lo constituye el proceso de Universalización de la Educación Superior. "De las universidades y de las inteligencias que en ellas se cultivan saldrán las ideas que den respuesta a las inquietudes de hoy, y no solo de las universidades, sino de los sistemas de educación y de los sistemas culturales" (Castro. F., 2002).

En el caso particular de la Universalización de la Educación Superior Pedagógica ha impactado notablemente en la sociedad; con la incorporación de los estudiantes de las Universidades Pedagógicas a las Microuniversidades y por ende a los claustros de los diferentes territorios, se fortalece y multiplica el gran ejército que tiene como encargo social la formación de las nuevas generaciones. "Estando en la escuela los estudiantes que han de ser maestros, se hallan en su verdadero teatro." (Luz y Caballero). Dotar a los estudiantes de un cúmulo de saberes que resulten suficientes para que estos puedan insertarse en las Microuniversidades y desempeñar dignamente su rol como profesores en formación requiere desarrollar durante la formación intensiva un proceso docente – educativo intencional y marcadamente profesionalizado lo que implica que todas las disciplinas del currículum asuman como línea directriz o eje común en su ejecución, la profesionalización del proceso. Esto no es otra cosa que desarrollar "un proceso de reconstrucción de los preconceptos en torno a las funciones del maestro que le permiten al estudiante reconocer conscientemente lo que el contexto de actuación pedagógica le exige saber, saber hacer y crear y la consolidación, por tanto, de saberes profesionales por niveles que indican determinados estadios en su formación." (Parra, I. B. (1997). Dicho de otra manera, se trata de desarrollar un proceso docente educativo intencionalmente orientado hacia a su profesionalización promoviendo en los estudiantes el desarrollo de competencias profesionales.

Los valores profesionales tienen su manifestación en los modos de actuación profesional por lo que la profesionalización del proceso pedagógico debe considerar el componente axiológico de la formación. Teniendo en cuenta todo lo anterior en este artículo se pretende presentar la relación: proceso de profesionalización – competencias profesionales – Valores profesionales.

Desarrollo

El proceso de profesionalización y los valores profesionales

Un reto incuestionable lo constituye brindar a los estudiantes en su formación intensiva en las Universidades Pedagógicas un considerable volumen de contenidos de las diferentes disciplinas que les permitan incorporarse con éxito a las Microuniversidades para dirigir un proceso tan complejo como el de enseñanza – aprendizaje de cualesquiera de las ramas del saber, lo anterior solo es posible cuando se desarrolla un proceso intencionalmente profesionalizado.

¿Qué entender por proceso de profesionalización?

Según Añorga la profesionalización es "proceso continuo que contiene cuatro niveles: formación vocacional inicial, formación del futuro egresado, formación del recién graduado y la formación continua…). Su continuidad, a nuestro juicio, en lo personológico es relativa, en tanto, el proceso de formación y desarrollo de la personalidad en lo profesional, es mucho más dinámico, siendo objeto de innumerables distensiones"(Añorga Morales, 1999).

Según Zamona. J. (2002) lo define como un proceso que debe ubicarse en la materialización de la práctica laboral profesional de la educación en ejercicio; para él "… evidentemente el demandado grupo de saberes profesionales se construye y se reconstruye gracias a la constatación de la aplicabilidad de los conocimientos teóricos a la formación de los saberes que surgen en la actuación práctica…"

Addine, F. y García, G. (2004) plantea que "la profesionalización se produce al organizar la enseñanza-aprendizaje desde la perspectiva del rol y las funciones profesionales que debe desempeñar un maestro en el ejercicio de la profesión y partir de una organización de sus actividades académicas, laborales e investigativas en estrecho vínculo con el objeto de la profesión para posibilitar una educación en, desde y para la práctica pedagógica, que permita la formación y perfeccionamiento de los modos de aprender y actuar en el contexto de las acciones pedagógicas."

"La calidad de la educación es hoy una exigencia que se logra si se desarrolla un proceso permanente de profesionalización pedagógica de los profesores, el que se inicia desde su formación" Addine, F. y García, G. (2004).

Todo lo anterior permite concluir que el proceso de profesionalización debe contribuir a la formación y desarrollo del modo de actuación profesional, desde una sólida comprensión del rol, tareas y funciones, expresada en la caracterización del objeto, la lógica y los métodos de las ciencia, la lógica de la profesión y un contexto histórico determinado.

La formación de valores profesionales y los modos de actuación profesional

Definir valor no es tarea fácil, pues el concepto está profundamente ligado a la ideología de quien lo define; al analizar algunas conceptualizaciones de diversos autores cubanos, se encuentran cierta unidad de criterios, en su gran mayoría parten de aceptar la definición de valor del filósofo y doctor José R. Fabelo. Por valor se entiende "la significación positiva que se refleja en la conciencia social de los objetos, leyes, categorías y fenómenos de la realidad objetiva" (Fabelo, 1989). Otros autores que trabajan la temática han conceptualizado los valores desde una posición más cercana a la pedagogía." Una compleja formación de la personalidad, contenida no solo en la estructura cognitiva, sino fundamentalmente en los profundos procesos de la vida social, cultural y en la concepción del mundo del hombre, que existe en la realidad, como parte de la conciencia social y en estrecha correspondencia y dependencia del tipo de sociedad en el que niños, adolescentes y jóvenes se forman". (Báxter, E. 1999). Más adelante plantea: "Desde el punto de vista pedagógico, esta formación debe lograrse como parte de la educación general, científica que reciben los adolescentes y jóvenes: como conocimiento, como producto del reconocimiento de su significación que se transforma en sentido personal y se manifiesta como conducta". (Báxter, E.1999).

De lo anterior se entiende que los modos de actuación de los sujetos están autorregulados por los valores que los sujetos han subjetivizados, han asumido para sí. Las actitudes constituyen un eficaz indicador de los valores que los sujetos subjetivizan, es decir, de sus orientaciones valorativas.

Por modos de actuación se entiende "las formas históricamente condicionadas de desempeñarse, el conjunto de métodos, procedimientos y estados para la comunicación y la actividad pedagógica que revelan el nivel de desarrollo de las habilidades y capacidad, constructos, rutinas, esquemas y modelos de actuación profesional" (García L. 1996).

Por tanto, los modos de actuación del profesional, constituyen la manifestación de los valores profesionales que subjetivizan los estudiantes a lo largo de la carrera, es decir, los modos de actuación del profesional estarán condicionado por el sistema de valores profesionales asumidos por estos.

Por tanto, si se reconoce que el proceso docente – educativo que se desarrolla durante la formación intensiva en la UCP tiene que desarrollarse con una marcada intencionalidad profesional para de esta manera contribuir a la formación y desarrollo de modos de actuación profesional que garantice la posterior inserción en las Microuniversidades, si se reconoce que los modos de actuación están condicionados al sistema de valores de los cuales es portador el sujeto, entonces, la ejecución de un proceso profesionalizado pasa por considerar como premisa fundamental la formación de valores profesionales como eje de integración interdisciplinar.

Se considera sistema de valores profesionales al conjunto de significaciones positivas que reflejan en la conciencia de los sujetos durante la interacción con el objeto de trabajo durante su desempeño profesional, en el contexto de una realidad histórico – social determinada y que determinan su actuación profesional.

Es evidente entonces que la contribución a la formación de valores profesionales es un proceso que puede y debe comenzar a gestarse desde el primer año de estudio de la carrera, muchos más en el contexto de la Universalización.

Los valores de la profesión, por su carácter orientador y regulador de la formación del profesional, ocupan un lugar especial en el sistema de valores de los estudiantes de carreras universitarias. Ellos integran y forman parte del contenido movilizador de los restantes valores al estar presentes en la premisa, el fundamento y la finalidad del comportamiento social de estos estudiantes en cualquier esfera de la vida.

De acuerdo al análisis realizado, podemos considerar los valores que se forman en cada carrera como el conjunto de valores que heredados de lo más genuino de la creación universal, expresan –aglutinados por los valores profesionales- la significación positiva y de sentido de los resultados de la actividad material y espiritual de los estudiantes en el proceso de formación integral, de las carreras universitarias.

En este sentido los valores de la profesión deben prevalecer en el sistema de valores de los estudiantes, puesto que es desde la profesión que se concibe y desarrolla todo este proceso de formación.

Competencias y valores profesionales

Con marcada y la mejor intención de penetrar y profundizar en el proceso de formación axiológica de nuestros estudiantes los docentes de manera frecuente en su práctica pedagógica plantean la necesidad de desarrollar una didáctica propia para la formación de valores lo que en opinión de este autor es un planteo no correcto porque bajo esa lógica se podría pensar entonces que también habría que desarrollar una didáctica propia para el desarrollo de habilidades, otra para el tratamiento de determinado conocimiento, etcétera. La Didáctica, como ciencia del proceso docente – educativo, rige la interacción armónica y coherente de todo el sistema categorial que conforman dicho objeto; en el caso particular de los valores, estos simplemente constituyen una de las dimensiones de una de estas categorías, el contenido. En la actualidad un término recurrente en la actividad educativa, el cual se emplea desde una perspectiva integradora es el de competencias, estas por su enfoque holístico podrían salvar esta problemática de enfocar de manera aislada elementos que son parte de la misma realidad objetiva.

¿Qué son las competencias profesionales, la formación por competencias solo responden al saber técnico?

El interés por las competencias y su aparición en el lenguaje especializado surgieron a finales de los años sesenta y principios de los setenta del pasado siglo XX. Inicialmente el término competencias estaba centrado en el saber técnico (Haire, Ghiselli y Porter, 1971; Mischel, 1968, entre otros). Los análisis se centraban exclusivamente en potenciar la máxima eficiencia y productividad de los trabajadores sobre la base de la competitividad (Barnett, 2001) desentendiéndose así otras cualidades humanas, como la amistad, la preocupación ética o la generosidad.

Todo lo anterior invita a una mirada más amplía del término competencia que integre el saber técnico con los elementos que distinguen el plano axiológico de la personalidad de los futuros profesionales. "El profesional ha de ser un experto competente en su especialidad y, al mismo tiempo, una persona moralmente madura. Competencia y moralidad, unidas, están dotadas de una fuerza muy potente como motor de las personas, en la misma medida en que configuran y determinan la necesidad de autoestima positiva. Esto no sólo está vinculado a los sistemas de actitudes y valores (Escámez, 1986), sino que, además, es nuclear en la construcción de la propia identidad (Casares, 2008).

Ortiz Torres (2003) en su trabajo "Competencias y valores profesionales", plantea que las competencias pueden ser definidas como aquellas cualidades de la personalidad que permiten la autorregulación de la conducta del sujeto a partir de la integración de los conocimientos científicos, las habilidades y las capacidades vinculadas con el ejercicio de una profesión, así como de los motivos, sentimientos, necesidades y valores asociados a ella que permiten, facilitan y promueven un desempeño profesional eficaz y eficiente dentro de un contexto social determinado. Expresan un enfoque holístico de la personalidad en la unidad de lo cognitivo, afectivo y conductual".

Desde la perspectiva del pensamiento complejo, las competencias deben asumirse:

Como una compleja estructura de atributos necesarios para el desempeño en situaciones diversas, donde se combinan conocimientos (tácitos y explícitos), habilidades, actitudes y valores, con tareas que se tienen que desempeñar en determinadas situaciones (…) las competencias (…) constituyen una categoría específica de características individuales que tienen lazos estrechos con los valores y con los conocimientos adquiridos (Jover, Fernández-Salinero y Ruiz, 2005)

Otra definición consultada plantea que son "un sistema de conocimientos, habilidades, valores y cualidades de la personalidad que se movilizan en función de las necesidades individuales y sociales, así como de los motivos, intereses y actitudes del profesional, que permiten el desempeño satisfactorio en el ejercicio de la profesión; y que sólo pueden ser evaluadas a través del desempeño, considerando las exigencias sociales". (Santos Baranda 2005)

El estudio de las definiciones ofrecidas por estos y otros autores nos llevan a sintetizar los elementos comunes que se manifiestan en cada una de ellas:

  • La relación entre desempeño y competencia.

  • La relación entre competencia y actividad en sus tres componentes: actividad cognoscitiva, práctica y axiológica.

  • La identificación de la competencia como capacidad a partir de su concepción en el desarrollo de la personalidad.

  • La relación de la competencia y la solución de problemas relacionados con la profesión.

  • La competencia como configuración psicológica y la relación entre los procesos cognitivos y afectivos en la formación y desarrollo de la misma.

  • Su relación con las exigencias del entorno.

La síntesis de todo lo hasta aquí planteado nos acerca a la idea de que la formación por competencias profesionales constituye también un concepto integrador porque unifica en un solo término los elementos ejecutivos e inductivos de la autorregulación de la personalidad (S.L. Rubinstein, 1979) dentro del proceso docente-educativo. "Es decir, que los conceptos de habilidades y valores quedan incluidos dentro del concepto competencia, lo cual resulta algo favorable porque permite trascender los enfoques didácticos unilaterales que hacían énfasis en las habilidades por un lado y en los valores por otro" (Ortiz 2003).

La educación en valores en la formación profesional es el proceso de humanizar e intencional lo social de la profesión en las competencias profesionales. Significa desarrollar la personalidad profesional integral, mediante la modelación del ejercicio profesional en el proceso docente y en toda la vida universitaria para el desarrollo de los futuros modos de actuación profesionales.

Conclusión

El proceso de profesionalización, visto como un continuo que se establece desde la formación inicial, y que articula en un segundo momento cualitativamente superior con el propio desempeño profesional, podrá materializarse en la medida que se desarrolle en las UCP un proceso docente educativo centrado en la formación de competencias profesionales en tanto estas articulan el saber técnico y la formación axiológica del futuro profesional de la Educación.

Bibliografía

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Autor:

M.Sc. Roberto Isbel morejón Quintana

M.Sc. Sergio García Bertot