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La Vida está Formada de Cuentos (página 3)


Partes: 1, 2, 3

En el momento de la explosión para el empuje vertical ascendente del cohete espacial, sintió cómo su nave y su cuerpo adheridos ambos al cohete, querían permanecer rezagados, y cómo la velocidad de empuje al mismo tiempo lo jalaba hacia arriba. En esos momentos, recordó por un segundo cuando era niño y que en la granja de sus padres, estaba viendo cómo un hermoso pollo blanco… con su cresta roja, se paseaba majestuosamente… Y de repente se paraba y cantaba… ¡Qui qui ri quiiii!

Pero, Roberts, sabía lo que al pollo le esperaba, había escuchado a la cocinera esa mañana decir que mataría al pollo para hacer un buen caldo. Primero lo atraería hacia ella como normalmente lo hacía, con un puñado de maíz en su mano izquierda y luego, con el cuchillo en la derecha, le rebanaría el cuello.

Y con la curiosidad normal, de un niño de cinco años de edad, quería saber si la cocinera se atrevería a matar el pollo blanco. También con morbosidad, quería observar esa experiencia.

Y vio, como la cabeza era desprendida del pollo, y observó, como los ojos del pollo miraban por última vez y en milésimas de segundo, ese su cuerpo, ahora descabezado, que daba pequeños brincos… Luego el cuerpo del pollo se caía hacia un lado, estúpidamente, Mientras, también de manera definitiva los ojos del pollo blanco se cerraban.

Sí, había sido una impresión que le había quedado para siempre, de vez en cuando la soñaba. No tenía miedo, sólo decía: ¡Ah!, otra vez el bobo sueño del pollo descabezado.

Ahora, su misión consistía en ir a una de las estaciones Espaciales a recoger a otros seis astronautas, que habían terminado su misión y regresarían a la Tierra, a tomar unas merecidas vacaciones con sus familiares y amigos que los esperaban, incluyéndolo a él en siete países diferentes.

Ese tipo de misión ya lo había realizado con éxito en otras ocasiones.

Todos los movimientos de su nave estaban científicamente calculados, al igual que estaba calculado el momento, cuando su transbordador abandonaba el cohete impulsor, para conducirlo a la estación espacial, también estaba bien calculado el momento, cuando su nave regresaría de la estación y entraría en contacto con la atmósfera de la tierra… ¡Bueno, aunque siempre había riesgos!

Pero Roberts, cada vez que hacía esa misión, por alguna razón recordaba, cómo el pollo blanco, estaba muy tranquilo, confiado en que alguien dirigía su vida, y de pronto, ¡Ya no estaba en el mundo de los pollos!

Como en estos momentos, que traía a los seis astronautas… Confiados, sí; pero también muy profesionales, cada uno de ellos, hacía exactamente lo que le correspondía hacer, con meticulosa eficacia… Pues hasta dormidos, soñaban hacer, cada uno de los movimientos, que tenían que efectuar para salvar su vida… Y la de los demás, en el caso de un imponderable.

Roberts, salió del espacio sideral y entró a la atmósfera terrestre …

Y… en ese momento crítico donde nada debía de fallar, por una millonésima de segundo vio como su cuerpo y el de sus compañeros se partían en mil fragmentos confundidos en el cielo con los pedazos de su nave… Y caían como lluvia menuda sobre la Tierra…

Y… cerró sus ojos.

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El vegetariano

Éramos un grupo de alumnos vegetarianos a los cuales nos admiraba observar como nuestro gurú de ejercicios y dietas a base de frutas y verduras, nos ganaba a correr, a hacer ejercicio y hasta tenía sonrosados sus pómulos en su cara redonda y lozana, mientras nosotros, sentíamos que nos desmayábamos de debilidad física.

Yo, particularmente.

Ya había yo, rebajado mi peso corporal,

(Diez kilogramos en poco menos de un año, no estaba nada mal).

Pero francamente, me sentía… ¡Con hambre!

El maestro nos decía que comiéramos todo lo que quisiéramos… ¡Pero solo frutas y verduras! ¿Refrescos de soda? ¡Ni soñarlo y menos los de cola, son los peores!, nos había sentenciado.

Al mirarme en un espejo, Me decía yo mismo: ¡Qué bonito color verde estoy adquiriendo!

¡Total!, casi en las mismas condiciones, estaban mis compañeros, de ese grupo aeróbico.

Pero nuestro maestro nos decía: ¡Nada de carne, la carne es un veneno, está llena de toxinas, Es un cadáver!

Y… francamente yo me lo creía, creo que hasta me daba un poco de asco al ver cómo la comían mis familiares y amigos.

Pero en el fondo me daba envidia verlos comer. Y decía con despecho: ¡Bah!… están comiendo cadáver. Pero sí extrañaba las

Carnitas de puerco, la barbacoa, las chuletas, las arracheras…

¡Ah!… hasta se me hacía agua la saliva…

Lo que yo no podía comprender, era como nuestro maestro, a pesar de que nos ganaba con unos quince años de edad, se veía tan dinámico, de buen semblante, creo que hasta tenía menos canas que nosotros los más jóvenes, debería de sentirse igual que yo: con hambre y desforzado.

Y si a alguien se le ocurría preguntarle…

-¡Caray, maestro!, ¿Cómo le hace para estar siempre tan animado y juvenil?…

Y Contestaba muy ufano: ¡Ya se los he dicho: Cero carnes, Nada de comida Chatarra, Ni Refrescos de soda, Poco vino, nada de cigarro…Y mucho ejercicio!

-¡Eso es todo…! … ¿Fácil?… ¿No?

Por lo general, casi todos estábamos contentos con los resultados, además nos cobraba poco de mensualidad.

Aunque pensándolo bien: Si éramos veinte alumnos a tanto, pues sí, gana más que algunos de los integrantes del grupo, pero lo que sea de cada quien sabe muchísimas recetas vegetarianas y su trabajo le habrá costado.

Todos habíamos rebajado de peso, dormíamos mejor, nos cuidábamos de no caer en los vicios y concluíamos, ¡Tanto que cuesta adquirir condición física y luego perderla!

¡El problema era que siempre teníamos hambre! … Y a darle con las manzanas, las bananas, las zanahorias, las lechugas…

¿Y si queríamos carne…? ¡Tenía que ser a base de soya!

En un día domingo, que regresábamos de correr de un

Parque cerca de la ciudad, regresaba a casa en camión con uno de los del grupo vegetariano.

Lógicamente ya hacía hambre.

Nos bajamos cerca del mercado de la ciudad, y por coincidencia, acertamos a pasar junto a un puesto de menudo, (Ustedes saben, elaborado con pancita de res).

Y… nos sorprendió ver a nuestro gurú comiéndose un buen plato de menudo, con sus chilitos verdes, orégano, cebollitas, limoncito partido, sus tortillitas calientitas y todavía acompañaba su alimento con ¡Un refresco de cola!

¡No es posible! Yo realmente me frotaba los ojos, pues creía que estaba soñando de hambre.

-¿Te fijas?- me dijo mi boquiabierto compañero-

-¡Pues, claro que me he dado cuenta!

-¡Ah!… ¡Estafador… embustero, con razón lo de las chapitas en su rostro!

¡La mejor enseñanza debe ser con el ejemplo!

-¡No, definitivamente ya no aguanto el hambre, vente, le dije a mi compañero yo invito!

Y nos dispusimos a sentarnos en aquel changarro.

-¡Hola maestro!… buen provecho.

El seudo – maestro, tosió nerviosamente, nos contestó con un hola… casi inaudible, y demudado el rostro por el encuentro no esperado, hasta las chapitas se le decoloraron…

-¡Este… no vayan a creer que acostumbro a comer esto. Sólo estoy probando a ver a qué sabe…!

-¡No hay cuidado, maestro,… Adelante!

¡Ah!… y me borra de su lista de alumnos… ¿Eh?

Y con permiso, háganos un lugar en la banca.

-¡Señora… sírvanos dos platos con mucha pancita, con toda su guarnición, tortillas calientitas y dos refrescos de cola!

Y…

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El Hombre que recibió el espíritu

Bernabé, era realmente un hombre común, como la mayoría de las personas, en cualquier parte del mundo… Pero no todos tienen un nombre Bíblico… ¡Y el sí lo tenía!

¿Marcaba eso la diferencia?

Bernabé, juraba que sí, por eso, aunque tenía muchos defectos como todos, se aceptaba con ellos, pero trataba de suavizarlos y mostrar mayormente sus cualidades.

Por ejemplo, si robaba, trataba de que fueran sólo cosas pequeñas, como un lapicero, una toalla… como un recuerdo, pero finalmente era un robo.

Si mentía, se esforzaba porque fueran sólo mentiras piadosas o algunas veces decía la verdad a medias… Pero, no hay mayor mentira que una verdad a medias, porque ni es verdad ni es mentira, ¡sino puro cuento!

Si lo molestaban se irritaba, pero no contestaba con maldiciones…

Así que, realmente le pesaba tener un nombre bíblico, quería tener uno normal, como el de muchas personas, que no se preocupaban por imitar un modelo piadoso que tuviera relación con la manera de nombrar a uno.

Por otro lado, le halagaba que se fijaran en sus cualidades y que dijeran: "Bernabé, sí que le hace honor a su nombre… su comportamiento es verdaderamente cristiano".

¿Qué si era religioso?… No, precisamente; pero leía las Escrituras, con asiduidad y había aprendido en ellas que lo que los grupos religiosos hacían en sus cultos, aunque decían que tenía base bíblica, no lo era en absoluto. Es más, muchas de las maneras en que las personas se

Comportaban, era profano, hacían adoración a ídolos de madera, yeso, metal o de cualquier otro material, que representaban a Santos, Vírgenes o aún imágenes de Jesús mismo y Bernabé había encontrado en su Biblia y hasta había comparado con otras muchas versiones y traducciones, que Dios (Jehová) prohibía tal práctica desde los tiempos de los profetas: "No tendrás otros dioses delante de mí, ni te inclinarás para adorarlos, porque yo Jehová, soy un Dios que exige devoción exclusiva".

Así que Dios mismo veía que el adorar imágenes era aceptarlos como dioses… ¡Y eso sí que era un asunto serio!

Aún, Jesús mismo enseñó que sólo a Jehová se debe adorar, por eso se dirigía a Él en oración y reconoció delante de sus apóstoles que era su Padre y su Dios.

Hasta algunos de sus apóstoles y Juan el bautizante, escucharon la voz de Jehová Dios que dijo: "Este es mi hijo, el amado, a quien he aprobado".

Cuando Jesús, se le apareció a María en el huerto de Getsemaní le dijo: "Suéltame, porque todavía no he ascendido a mi Padre que está en los cielos…"

Y cuando estaba por ascender al cielo se despidió de sus discípulos diciendo: "Asciendo a mi Dios Y Padre… y Dios y Padre de ustedes".

Y los apóstoles Pedro y Pablo, sabían y enseñaban que… aún cuando Jesús, llegó ante la presencia de Jehová, en el cielo mismo… Dios le dijo: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como banquillo para tus pies"

Bueno, así vivía Bernabé, más o menos una vida a medias o entre el bien y el mal… ¡Hasta que en una ocasión fue a un tour a Israel!

¡Por fin, su sueño dorado… Conocer Jerusalén!

Desde que arribó a Tel Aviv, su corazón se llenó de entusiasmo y reverencia hacia esa tierra santa.

Cruzó el Río Jordán, a pie… ¡Sus propios pasos, quizá se posaron por donde habían pasado Josué, con los Levitas y el resto del pueblo de Israel llevando el Arca de la Alianza:

Estuvo, en el desierto de Judá… ¡Qué desolación, qué calor ¡

Pero cuánta verdad, descubrió al comparar que lo que decía la Biblia, acerca de esos lugares es real.

Se introdujo en una de las cuevas de roca pura, en la cual experimentó como curioso turista, la soledad y desesperación de David al ser perseguido por el Rey Saúl.

Visitó, Masada, donde un grupo de judíos, fue asediado y sitiado por los Romanos, hasta que finalmente cayó esa fortaleza cuando la gente que se encontraba en ese alto monte decidió suicidarse antes que entregarse y seguir siendo esclavos. Allí mismo observó las grandes tinajas para agua, labradas e n la roca, donde tal vez bebieron esos Israelitas… ¡Imaginaba lo cruento de la batalla entre sitiados y sitiadores… Quizá estaba pisando en el polvo los átomos de lo que habían sido sus carnes y sus huesos!

También se paseó en Megidó, la llanura donde se decidían las batallas de los antiguos Reyes de Israel contra sus enemigos… ¡Lugar donde dice la Biblia que se librará la Guerra de Armagedón o la Guerra Justa del Dios Todopoderoso Jehová, contra todos los reyes inicuos de la Tierra y donde utilizará a su Rey de Reyes Jesucristo para acabar con todos los gobiernos humanos y para establecer el Reino de Dios, en una Tierra convertida en un Paraíso.

Al platicar con algunas personas de Israel, Bernabé se dio cuenta que realmente conocen quien fue Jesús. De ninguna manera confunden que Jesús, sea Jehová, pues saben que Jesús mismo se decía El Hijo de Dios y que había sido enviado para predicar ese futuro Reino y para desbaratar las obras de su enemigo el Diablo.

Reconocían que hasta los demonios mismos le decían a Jesús: Tú eres el Hijo de Dios y vienes a atormentarnos antes de tiempo.

La gente judía, al ser muy meticulosa en su descendencia familiar, sabe que Jesús era el hijo adoptivo de José, el carpintero y que con María tuvo otros hijos e hijas.

Tampoco, enseñan la Doctrina de la Trinidad, pues en ninguna parte de la Biblia, ya sea en las escrituras Hebreas- Arameas o en las escrituras Griegas- Cristianas, ni siquiera viene la palabra trinidad.

Pero, sí dice la Escritura: "Escucha oh Israel, Tu Dios, el señor Soberano Jehová, es uno solo"

¡Cuánto aprendió Bernabé al haber estado en Israel! Bien dicen que los viajes ilustran.

¡Bernabé, nadó en el Mar Muerto!

Allí experimentó cómo los bañistas no necesitan saber nadar, pues flotan sin ninguna dificultad. ¡Qué desolación se siente en ese mar muerto, donde no hay vida animal ni vegetal debido a poseer la concentración más alta de sal que pueda tener cualquier otro mar!

La Biblia, dice que aquí están enterradas las ciudades de Sodoma y Gomorra que fueron aniquiladas por lluvia de fuego y granizo desde el cielo.

¡Y después de más de tres mil quinientos años, los turistas pueden tener en sus manos el polvo negro de la tierra quemada, y con olor a azufre!

También, Bernabé hizo una travesía en barco de vela, en el mar de Tiberiades… al hacerlo, experimentó en sus sentidos, la manera en que Jesús y sus apóstoles cruzaron ese mar de agua dulce para predicar a la gente de Galilea.

Gustó aquí, de un delicioso pescado, atrapado en este mismo mar, y pensó en el milagro realizado por Jesús acerca de la pesca de peces. Tal vez ese mismo pescado que había comido Bernabé, venía de una generación de peces, que había comido el Gran Maestro y sus discípulos.

Hasta nadó un poco, en esta agua refrescante del Mar de Galilea , sobre cuya superficie caminó Jesús y en donde en una ocasión ,en que este mismo mar, se agitó y trató de ahogar a algunos de sus discípulos, El gran Maestro de todos los tiempos lo calmó, con tan sólo su voz.

Estuvo, también en el Monte de los Olivos, el lugar a donde tantas veces fue Jesús y sus apóstoles. Casi podía sentir y ver las figuras de todos ellos en esos lugares históricos… y de manera religiosa, recogió un poco de tierra para traerla de recuerdo.

Visitó el monte Calvario, se metió a la tumba cavada en la roca, donde se cree que estuvo sepultado Jesús, y al estar dentro de ella, experimentó algo que realmente no sabría explicar, pero que en el fondo, le confirmaba lo que dicen Las Sagradas Escrituras : Que Jehová Dios, lo había levantado de entre los muertos.

Y casi podía escuchar la voz de María, preguntando al hortelano,- que era Jesús mismo- dónde había colocado el cuerpo de su Raboni…

¡Y de emoción… Bernabé, lloró como una verdadera Magdalena!

Finalmente, visitó el centro comercial de la antigua Jerusalén. Casi el mismo mercado, con los mismos vendedores, gritando sus mercaderías como en tiempo de los primeros cristianos.

Compró pequeñas bagatelas, como llaveros y postales y cosas así, para obsequiar a familiares y amigos.

Y al fin regresó, encantado de haber visitado el Estado de Israel.

Sus conocidos empezaron a notar un cambio todavía más acentuado hacia las obras piadosas. ¡Ya hasta les predicaba acerca de la Biblia y del Reino de Dios!

Pero sabían que, mostraba una paz interior que ellos no tenían.

Que a pesar de tener muchos defectos, había traído de Tierra Santa… Un espíritu diferente.

Su habla era reposada, conciliadora, buscando siempre la paz.

No se puede dar gusto a todos, porque así es la condición humana y muchos lo criticaban.

-Pues yo creo que para nada le valió ir a Jerusalén… ¡Regresó peor!

¡Oh, sí! … ¡Sí, adquirió un espíritu diferente… se trajo el espíritu de Judas!

¡Claro que sí, porque ahora es un traidor a la religión cristiana, no cree en la Trinidad!

¡Y no cree que Jesús sea Dios!

¡Es un ateo!

¡Es un hipócrita, sólo finge que es bueno!

Hasta que alguien… valientemente argumentaba.

-¡Bueno, ya! Estamos en un mundo global, si no hace daño a nadie… déjenlo ser, permítanle creer.

Todos somos diferentes o unos somos más iguales que otros como lo quieran ver; pero no importa lo que digamos o lo que decimos ser… ¡Lo importante son los hechos!

Respetemos la pluralidad de pensamientos, cada quien es libre de ser y creer en lo que piense y sueñe, pero su libertad termina donde empieza el derecho de los demás.

¿Y usted, que opina estimado lector?

¡Total, yo sólo se los cuento como lo aprendí, en la vida que está formada de cuentos

¡Y para mí, que es… puro cuento!

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Autor:

Dr. José Manuel Castorena Machuca

Egresado de Doctorado EESCIHA, 2011, Maestría en Educación CAEPE, 2003, Licenciatura en Ing. Industrial ITSLP, 1979.

México.

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