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La mortalidad infantil (página 2)

Enviado por asalazar


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b). El contexto Social La economía mexicana, como es de todos conocido, se encuentra en la actualidad atravesando una de las más severas crisis de su historia, ya que su impacto en las condiciones de salud de la población, así como en sus niveles de pobreza antes descritos, se hacen pues más evidentes a través del deterioro general de la calidad de vida de la población. Es por eso necesario también para entender la relación entre la mortalidad de estos dos grupos sociales de riesgo con el crecimiento demográfico, el comprender las características estructurales de la crisis mexicana, para estar en condiciones de comprender, asimilar y analizar su influencia sobre las condiciones de vida de estos dos grupos sociales y para conocer los cambios en la dinámica poblacional. Es en este contexto, que entendemos pues que la crisis económica nacional que afecta a las condiciones sociales y de producción tiene como expresiones generales su carácter tributario respecto del poder transnacional y la consolidación de modelos socio-económicos internos concentradores y excluyentes, con un desarrollo empresarial monopolítico asentado sobre una base económica tradicional, esto se traduce en una política neoliberal que llevo a nuestro país en el sexenio salinista a la crisis más severa de nuestra historia. Los inicios de la década de los 70’s marcaron el deterioro de la agro-exportación mexicana, debido principalmente a la reducción de la demanda internacional, y a la recuperación y mayor competitividad de nuestro vecino del norte. Estos hechos caracterizaron la relación de dependencia de la economía mexicana respecto de la internacional. A partir de la década de los 80’s y a pesar "del boom" petrolero , esta fase de falso auge determinó un acelerado proceso de modernización del aparato productivo con claros efectos en la recomposición social y en el surgimiento de nuevos patrones de vida urbanos. La fase del "petrolerismo" determinó una agresiva penetración de tecnología externa y paradójicamente una mayor labilidad de la economía nacional. La marcha económica pasó a caracterizarse por un aumento de la dependencia, monopolización, inflación, espectacular endeudamiento externo, desempleo y subempleo. Según varios autores, el inicio de la década de los 90’s marcó el fin de un modelo de acumulación sustentado en la renta petrolera, el capital y tecnología extranjeros y se inauguró la era del acelerado crecimiento, en el cual la expectativa de los mexicanos era hacer de nuestra nación un país del primer mundo. Con la entrada del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y al margen de los mexicanos, el país sufrió un endeudamiento desmesurado y en apenas seis años de salinato, la deuda externa se cuadriplicó, llegando al fin de este sexenio con los lastres de todos conocidos: pobreza, marginalidad extrema, desempleo, deterioro poblacional en los aspectos de salud, nutrición, educación y marcada tendencia a la perpetuación de una pobreza y una crisis que a pesar de las declaraciones oficiales sigue teniendo un profundo impacto social. Como efectos sociales de esta crisis podemos mencionar el deterioro cada vez mayor de la calidad de vida de los mexicanos, ya que la población mexicana ha mantenido un crecimiento promedio anual del 6.5%. La estructura demográfica definida en su evolución a través de las condiciones de vida de la población, evidencia importantes modificaciones en su conformación general y por grupos de edad, debido obviamente a los cambios operados en la fecundidad, natalidad y mortalidad infantil y debido a la progresiva incorporación de la mujer al proceso productivo como fuerza de trabajo directo en busca de complementar un cada vez más deteriorado ingreso familiar y como estrategia que permita mejorar el acceso cuanti-cualitativo al consumo de bienes de reposición básica y a las forjadas conductas frente a la reproducción biológica han favorecido el aumento del deterioro de vida de la mujer con el consiguiente incremento de la mortalidad materna. Esto quiere decir, que los perfiles reproductivos sociales en última instancia deben estar definiendo los perfiles de comportamiento demográfico. En la mortalidad es de todos conocidos a través de la información oficialista que ha habido una disminución persistente en México; se dice que su tasa bajo de 16.2 a 6.2 por mil habitantes en el presente siglo.

c). Causas de Mortalidad Entre las causas de mortalidad que ponen de manifiesto el denominado fenómeno de Transición Epidemiológica (dicha teoría tiene una deficiencia en los términos en que fue planteada, pues no toma en cuenta la repercusión de las enfermedades sobre la respuesta social, o al menos asume que dicha repercusión se expresa a través de la mortalidad), en el cual se pasa de un perfil a otro, se distinguen tres grupos: las causas de muerte que tienden a disminuir, las que se han mantenido estables y las que han mostrado un incremento de frecuencia. Las reducciones más acentuadas corresponden a enfermedades infecciosas y los aumentos se observan en las enfermedades de lenta evolución y en los accidentes. De hecho, las enfermedades cardiovasculares, los accidentes por vehículos de motor y la diabetes, tienden a reemplazar a las enfermedades transmisibles, por lo que toca a su contribución proporcional a la mortalidad. Al analizar la mortalidad infantil, podemos observar una reducción en su tasa general de 39.9 por mil nacidos vivos registrados, a 17.5 entre 1980 y 1993, de las cuales las tres principales causas de mortalidad se observan o están representadas por las afecciones originadas en el periodo perinatal, las anomalías congénitas y la neumonía e influenza; del mismo modo se observa el desplazamiento de las enfermedades infecciosas intestinales que se han desplazado del segundo al cuarto sitio, observándose algunas variaciones a nivel nacional, lo que nos indica la desigualdad económica entre las entidades federativas del país. En lo que respecta a la mortalidad materna, esta pasó de 143 por cada 100 000 nacidos vivos registrados en 1970, a 94.5 en 1980 y a 44.7 en 1993, observándose entre las tres principales causas de mortalidad materna a la toxemia del embarazo, la hemorragia del embarazo y el parto y las complicaciones del puerperio. En el contexto de lo biológico, estas tres causas pudieran considerarse según las estadísticas oficiales, sin embargo, como se enuncia en párrafos anteriores, la incorporación de la mujer al aparato productivo ha modificado los patrones de mortalidad debido a las causas antes mencionadas. Pudiera resultar paradójicamente afirmar que las extraordinarias condiciones sociales que oficialmente son manifestadas por los políticos no sólo aquellos que ocupan puestos o corules en algún partido, sino también aquellos políticos que rigen los destinos de las políticas de salud en México, son problemas superados y que estamos arribando a una situación social de privilegio, que alejados estamos de esta utopía. Como podemos observar, pobreza y número de hijos van de la mano, así como desnutrición y mortalidad, no podemos nosotros conceptualizar ni afirmar que la llamada transición demográfica es la respuesta adecuada a una política sanitaria equivocada en nuestro país, debido a que desgraciadamente la expansión demográfica acentuada en las áreas rurales esta estrechamente vinculada con la mortalidad infantil y como resultado de la inserción de la mujer al aparato productivo se ha reflejado en la mortalidad materna. Apegados a indicadores oficialistas, si es posible concebir que las tres principales causas de muerte en la mujer son las derivadas del embarazo, parto o puerperio, sin embargo, la mortalidad materna no la podemos reducir a esos tres indicadores, ya que eso implica el tener una visión reduccionista de los problemas de la mujer, ya que si ubicamos el vínculo mortalidad materna y pobreza, estaremos dando una visión amplia y crítica de las causas sociales y de los efectos poblacionales que afectan a la mortalidad materna. Sin embargo, el apegarnos a estadísticas oficiales nos obliga a retomar los aspectos cuantitativos, y en este orden de ideas podemos mencionar que la fecundidad, como indicador de calidad de vida ha tendió un progresivo descenso en su tasa global, ya que en el Estado de Zacatecas bajó de 8 hijos por mujer en 1970 a 4 en 1995. La natalidad en el mismo sentido de calidad de vida que como indicador representa, evidencía un comportamiento muy similar producto de los cambios ocurridos en la vida familiar y en el quehacer mujer-madre, así como en los procesos estructurales sociales y en el valor que los hijos tienen en el contexto económico y social del hogar, disminuyendo de igual forma la tasa de natalidad . Las formas características de unión conyugal, la intensidad o frecuencia de las uniones maritales, los tipos y estilos de reproducción biológica que corresponden a las distintas clases sociales y que hacen parte de la estrategia global de supervivencia de las mismas, parecen sufrir modificaciones durante las fases de crisis, como lo sugieren varios estudios de el Colegio de México. En el mismo contexto de los efectos sociales de la crisis, podemos mencionar el crecimiento de la subocupación y desocupación, y en la población inmersa en este grave problema no es tan sólo los jefes de familia que buscan un ingreso con el fin de remediar en parte las necesidades urgentes de su familia, sino que son los jóvenes, el cúmulo de fuerza laboral que busca repetidamente una fuente de trabajo, el grupo que engrosa el estrato de los no ocupados u ocupados temporalmente. El área urbana es el sector más impactado por el desempleo, agravado por el constante desplazamiento de mano de obra que se opera desde las unidades agrícolas del sector rural, produciéndose una migración progresiva y definitiva de fuerza de trabajo depauperada a los centros urbanos y la conformación de los llamados cinturones de miseria en las grandes ciudades. La mujer, como hemos venido describiendo, se halla vinculada a formas atrasadas de trabajo, circunscritas a lo que los epidemiólogos latinoamericanos han dado en denominar la "Triple Carga", como son un trabajo mal remunerado, una práctica doméstica cada vez más deprimente y una procreación más acentuada. El trabajo materno, que ya de por sí implica en estas condiciones, un deterioro de su calidad de vida, implica la posibilidad del abandono de los hijos, situación que genera el aparecimiento de una serie de determinaciones que operan directamente no sólo en los aspectos de reproducción biológica, sino también reiteramos, en los graves riesgos de muerte tanto en la madre como en los hijos. A nivel nacional, el 47% de las madres que trabajan tienen la oportunidad de llevar a sus hijos y ofrecerles un cuidado más cercano a través de guarderías, centros de recreación, etc., aunque por las circunstancias del trabajo, ese cuidado no es el más adecuado. Esta característica es más frecuente en el sector rural, posiblemente debido al tipo de trabajo materno fundamentalmente agrícola, en el que la madre es acompañada de sus hijos, quienes, como fuerza de trabajo complementaria, ejecutan conjuntamente las labores. Es interesante analizar las causas de mortalidad infantil que prevalecen en los niños sujetos a esta condición social (hijos de madres trabajadoras), ya que la madre al abandonar el hogar para ir al trabajo, en muchas ocasiones deja a sus hijos al cuidado de un menor de quince años y otro porcentaje los deja totalmente abandonados, situación que los deja a expensas a accidentes de todo tipo que viene a provocar en ocasiones la muerte. Sintetizando lo anterior, enfermedad y muerte caracterizan a la profunda crisis que vivimos en México. La mortalidad de las madres evidencía un mínimo descenso de la década de los 70’s y a pesar de los grandes subregistros que subyacen en las estadísticas oficialistas, las defunciones maternas aumentan a 1.9 por cada mil nacidos vivos. La mortalidad infantil calculada a través de la técnica de Brass Trussel muestran igualmente un lento decrecer de la tasa de defunciones en el grupo de menores de 1 año y tampoco la mortalidad general escapa a este comportamiento. Al parecer la crisis pues que afecta al país y el deterioro de la vida de las familias, limita la sobrevida de la población infantil y potencía, a través de su sostenido deterioro, el aparecimiento de problemas asociados.

d). Aspectos Demográficos La caracterización que hemos venido haciendo a través del presente ensayo, conjuga dos factores: por un lado el apego irrestricto a datos estadísticos oficialistas y por otro una perspectiva crítica desde el aspecto social; siguiendo en el rubro del primer planteamiento, los aspectos demográficos han sido tradicionalmente estudiados en nuestro país apegados a normas y procedimientos de la política oficial. Es en este contexto que surge el Plan Nacional de Planificación Familiar, el cual en el sexenio de 1973 a 1982 y con base en los lineamientos del Consejo Nacional de Población, da a conocer en el año de 1977 los principios y objetivos de la política demográfica nacional, estableciendo además, metas de crecimiento natural para el país, las cuales proponían reducir las tasas de crecimiento de 3.2% en 1976 a 2.5% en 1982, 1.9% en 1988 y la proyección estadística del 1% en el año 2000. Así la población al final del siglo sería de 100 millones en lugar de los 132 millones que se estimaban en caso de mantenerse el ritmo de crecimiento entonces observado. Las metas se establecieron proponiendo ritmos de crecimiento que produjeron estructuras por edad de la población favorables a un desarrollo socioeconómico más armónico del país. La meta final de este programa fue la de reducir la tasa de crecimiento poblacional a 2.5%. En este mismo sentido, en el año de 1983 la política oficialista de hacer proyecciones estadísticas de la expansión demográfica y su control propone el plan interinstitucional de planificación familiar, el cual a través de su decisión política de continuar las acciones encaminadas a modificar el rumbo demográfico del país establece cuatro criterios o variables que sirvieron de referencia para justificar los objetivos, metas y estrategias de planificación familiar. Dichos indicadores fueron entre otros: la fecundidad, la anticoncepción, la cobertura de servicios y la demanda insatisfecha. Estas políticas obviamente dejan de lado indicadores no oficiales y quizá no previstos en ese momento, como es la gran crisis que vive nuestro país, la cual desde una perspectiva económica, nutricional, política, moral, psicológica y cultural han dado pié y surgimiento a nuevas teorías y a nuevas concepciones de vincular a la mortalidad con la dinámica poblacional, no sólo en los aspectos de expansión, no sólo en la mera correlación numérica o cuantitativa desde el punto de vista de la proyección estadística, sino también desde un aspecto cualitativo, en el cual no sirven de mucho las políticas oficiales, ni las buenas intensiones de los políticos que establecen, por decreto la forma y rumbo del tipo de muerte que tendrán los niños y las mujeres de nuestro país, ni tampoco es tan mecánico el problema del crecimiento demográfico, ya que como reiteradamente hemos puntualizado, esto se puede valorar desde otras teorías y desde otra perspectivo como es entre otros: * El impacto de la crisis en la calidad de vida en los mexicanos. * La correlación que existe entre el modelo económico y la dinámica demográfica * El modelo de desarrollo social y las condicionantes que este conlleva.

3. Conclusiones preliminares

Los mexicanos enfermamos y morimos de clase, esto es, el comprender a la mortalidad infantil y a la mortalidad materna como el resultado de un complejo andamiaje que desde la trama de lo social se entreteje y determina el tipo de muerte y el tipo de enfermedad, esto desde una perspectiva cuali-cuantitativa nos relaciona y conlleva a una dinámica poblacional no sólo de expansión y crecimiento, sino de una estática y regresión, pues en la medida de la pobreza o en la medida de la riqueza, es como podemos entender desgraciadamente el bienestar social de la población. La desigualdad ante la muerte y ante la enfermedad, se refleja ante la existencia de importantes diferencias en las tasas y en la estructura de mortalidad de acuerdo a las condiciones de vida de la población. Ya que podemos mencionar la existencia de una relación directa entre un alto porcentaje de necesidades básicas insatisfechas de determinados grupos de población (los municipios) y mayores tasas de natalidad y mortalidad general, infantil y maternas. De igual forma, la vinculación de la desigualdad ante la muerte y la dinámica poblacional es obvia al afirmar que la probabilidad de morir de los niños menores de cinco años depende de las condiciones socioeconómicas de las comunidades donde habitan, así como las desigualdades que existen en el acceso a los servicios de salud de acuerdo al habitat geográfico y a los niveles de ingreso. El indicador de mortalidad infantil y mortalidad materna han sido utilizados como un índice de bienestar social que refleja los problemas de salud que confronta el niño menor de un año, y por ende sus necesidades de sobrevivencia; así mismo, es un índice del estado de salud de la madre y de los niveles de crecimiento poblacional. La tasa de mortalidad de niños menores de 5 años por 1000 nacidos vivos es un índice que ha sido recomendado como el indicador más representativo del progreso social de un país, además de ser también un indicador de supervivencia infantil, es reflejo de la salud de las madres y de su acceso a los servicios y programas entre otros de planificación familiar. Se ha puesto de manifiesto el grave deterioro de las condiciones de vida mexicana, así como las significativas desigualdades que se observan en el país. La sociedad y el Estado mexicano se encuentran frente a una grave encrucijada, donde las necesidades de mantener los equilibrios macroeconómicos y de impulsar el crecimiento y preservar la estabilidad política, han venido compitiendo con la satisfacción de demandas sociales impostergables. No es casualidad que en el programa de gobierno del Sr. Presidente Dr. Ernesto Zedillo, se reivindique con inusitado énfasis la política demográfica, instrumentada a través del Consejo Nacional de Población y del Sector Salud. Bajo este marco de análisis, y específicamente para aquellos que se desempeñan como agentes de cambio en el sector salud y educación se hace necesario dar una discusión sobre las políticas oficiales y el papel que estas juegan con la sociedad, ya que en esa medida del diálogo y el análisis, estaremos en condiciones de emerger a una nueva política, a una nueva visión y a un nuevo horizonte que reclama de nosotros la población mexicana.

4. Bibliografía

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Alfredo Salazar De Santiago Edad: 31 Años Estudios Realizados:

  1. Licenciatura en odontología
  2. Especialidad en docencia superior
  3. Maestro en ciencias de la salud con especialidad en salud pública

Actividad profesional:

  1. Catedrático por oposición del área social y salud colectiva de la facultad de odontología de la universidad autónoma de Zacatecas, México.
  2. Responsable del centro de investigación educativa de la universidad autónoma de Zacatecas, México.

Titulo del articulo:

  • La mortalidad infantil y la mortalidad materna y su relación con el crecimiento demográfico

Categoría del artículo:

  1. Salud
  2. Palabras clave:

  3. Mortalidad
  4. Mortalidad materna
  5. Mortalidad infantil
  6. Demografía
  7. Crecimiento demográfico
  8. Transición epidemiológica
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