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Historia de la filosofia (página 2)


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Paralelamente, Tales afirmaba que «todo está lleno de dioses». Esta frase ha sido interpretada de múltiples formas. John Burnet sostiene que Tales quería decir que el mundo está lleno de energía, de fuerzas; como cuando afirmaba que el imán tiene alma porque atrae al hierro. Otros han pretendido que el agua era el primero de los dioses de Tales, pero no tenemos noticia alguna de que Tales haya considerado a su principio originario como un dios. Por su parte, Étienne Gilson[2]sostiene que Tales formuló esta afirmación, incompatible con su teoría de que todo proviene del agua, para no perder su religión. Según Gilson, el agua daba cuenta del mundo de las cosas pero nada decía de la condición personal del hombre que, no queriendo quedarse solo en un mundo de meros objetos, no estaba dispuesto a renunciar a sus dioses. La coherencia total entre las proposiciones referidas al Primer Principio y las referidas a los dioses se dio luego con Aristóteles y los estoicos, pero a costa de la propia religión griega. Con una actitud más mesurada, Werner Jaeger dice que "al tratar de Tales es naturalmente imposible conocer la conexión interna entre su audaz afirmación de que todo está lleno de dioses y sus ideas más específicas".

Anaximandro de Mileto

Vivió en Mileto en la misma época que Tales (610-547 a.C.). A él pertenece el primer escrito filosófico titulado "Sobre la Naturaleza".

Tradicionalmente, Anaximandro ha sido considerado uno de los tres principales integrantes de la "Escuela de Mileto". Pero Gadamer recordaba que "fueron Apolodoro y otros quienes dijeron que Anaximandro había sido un seguidor de Tales de Mileto y que Anaxímenes lo había sido de Anaximandro" pero no hay otros elementos que nos permitan hablar de una verdadera "escuela".

Anaximandro sostenía que "lo ilimitado (apeiron) es el inicio de todo". Rechazaba la afirmación de Tales de que todo proviene del agua por razones lógicas, ya que no le parecía razonable que una substancia determinada fuera el origen de cosas tan diversas. El origen ha de hallarse en algo que no se identifique con ninguna cosa en particular. Lo apeiron, en cuanto ilimitado (aperiron significa "sin peras", es decir, "sin límite"), debe ser interpretado —siguiendo a Aristóteles— como un inagotable depósito del que se alimenta todo devenir, y no como "lo indeterminado" —modo en que lo han interpretado otros—.

Anaximandro aludía a los opuestos y al equilibrio que se da en el Universo. A este respecto, Gadamer dijo: "Su visión del Universo como una "rotación equilibrada" plantea la pregunta sobre qué había antes del continuo equilibrarse de las cosas. La respuesta está en un nuevo mito cosmogónico, el mito de la explosión del huevo cósmico, en cuyo trasfondo había mitos cosmogónicos orientales, en particular de los hititas y los sumerios."

La evolución del mundo es un proceso unitario gobernado por la necesidad, cuyo primer principio es Lo Indeterminado, a lo que Anaximandro considera divino. Gadamer sostenía que "el trasfondo de la mitología es claro, la indeterminación de Anaximandro es el correlato filosófico al caos inicial del mito, que no se identifica con ninguna materia del mundo sensorial sino que es su origen y fundamento".

Anaxímenes de Mileto

Anaxímenes consideraba que la archee (pronúnciese arjé), Principio de Todas las Cosas es el aire. De él ha salido todo por condensación y rarefacción. El aire domina y mantiene unido al Cosmos de la misma manera que el alma lo hace con el cuerpo. Este Primer Principio tiene la capacidad de pensar, indispensable para gobernar.

Gadamer se preguntaba: "¿Cómo es posible, después de la profundidad de Anaximandro, quien hablaba del infinito indeterminado, la vuelta al aire como sustancia primordial?" Según él, la pregunta se origina en un malentendido. La así llamada "Escuela de Mileto" no existió nunca como tal y por lo tanto no tiene sentido pensar a Anaximandro como seguidor de Tales y a Anaxímenes como discípulo de Anaximandro.

En su Física, Aristóteles dice que hay dos tipos de naturalistas: los que sostienen que las cosas se generan por condensación y rarefacción y los que afirman que se producen por separación y mezcla. Si bien no lo nombra explícitamente, es evidente que sitúa en el primer grupo a Anaxímenes y su doctrina del aire como elemento fundamental.

En su Metafísica, Aristóteles presenta a los milesios como aquellos que identificaron la causa con la materia. El aire de Anaxímenes sería entonces el elemento material. Pero con esta interpretación —que responde más a los intereses de Aristóteles que a lo que realmente quiso decir Anaxímenes— queda oculta otra interpretación más profunda: la de Anaxímenes como representante de la idea del cambio de las cosas. (Gadamer dice que "Anaxímenes intentó derivarlo todo de las metamorfosis que experimenta el aire".)

Con Anaxímenes aparece por primera vez el procedimiento demostrativo, más allá de la ingenuidad de sus argumentos. Lo importante es que él pretendía fundamentar sus afirmaciones acerca de las cosas.

Pitágoras de Samos

Nació en la isla de Samos en el año 570 a.C. Se presume que fue discípulo de Anaximandro. A los cuarenta años se estableció en Crotona (sur de Italia), donde fundó una comunidad o escuela y de donde tuvo que huir por sus diferencias con los demócratas. Se fue a Metaponto, lugar en el que murió en el año 496. Según Platón, "Pitágoras se hizo acreedor de un enorme respeto por su especial modo de vida. Y aun sus seguidores, quienes todavía hablan de un tipo pitagórico de vida, aparecen como algo especial entre los demás hombres". Es probable que no haya escrito nada. A su muerte, fueron sus discípulos quienes conservaron las enseñanzas del maestro. En su escuela se practicaba el ascetismo, se creía en la transmigración de las almas (dualismo órfico) y se cultivaba toda clase de ciencias. Pero es poco lo que se sabe con precisión sobre el propio Pitágoras. (Algún historiador llegó incluso a dudar que hubiera existido.)

De la relación entre los sonidos y la longitud de las cuerdas que los producen parece haber deducido a noción de "armonía", que aplicó luego al Universo todo. La salud es la armonía del cuerpo y la música puede ayudar a restablecerla. La armonía es numérica. Según Aristóteles, los pitagóricos suponían "que los elementos de los números eran la esencia de todas las cosas, y que los cielos eran armonía y número". A los pitagóricos los sorprendían y maravillaban las propiedades de los números. En su escuela cultivaban la Matemática, la Geometría y la Música como medios de "purificación".

Gadamer sostenía que "al leer las biografías de los presocráticos, siempre se saca la misma conclusión: todos ellos son presentados como seguidores de Pitágoras, desde Anaximandro a Parménides, pasando por todos los demás. Naturalmente este hecho quiere decir algo. A mi parecer significa que Pitágoras concentra en él motivos fundamentales como el misterio de los números, el misterio del alma y el de su transmigración y purificación".

Heráclito de Éfeso

Era conocido como "El Oscuro". Se mantenía a distancia de la multitud, a la que consideraba falta de entendimiento. En él se percibe un rasgo común a muchos de los filósofos antiguos: el vivir una vida acorde a su filosofía. Con el paso del tiempo, a medida que la Filosofía se fue transformando en una disciplina, en un estudio, los filósofos fueron disociando su saber de su actuar. Pero entre los primeros encontramos pensadores que vivían las verdades y aparecían a los ojos de muchos como personas especiales o raras.

Según Heráclito todo fluye, todo cambia, nada permanece. "No podemos bañarnos dos veces en el mismo río", dice en uno de los fragmentos que han llegado hasta nosotros. (Ni el río ni nosotros seríamos los mismos.) El devenir es el Principio de Todas las Cosas. Todo es fuego que se enciende y se apaga según una medida. El cambio, el devenir, está regido por el logos. El logos regula el devenir como una ley inmanente al mundo. El devenir se da según la lucha de los contrarios. La tensión entre los contrarios en lucha genera el movimiento; por eso a la paz sigue la guerra y a ésta nuevamente la paz. "La guerra es la madre de todas las cosas", dice Heráclito. Y este movimiento retorna eternamente sobre sí mismo. Al terminar el gran año solar todo vuelve a comenzar y a repetirse ("eterno retorno").

Parménides de Elea

Nació en la ciudad de Elea (sur de Italia) hacia el año 510 a.C. Escribió un poema Sobre la Naturaleza, que no ha llegado hasta nosotros en su totalidad, en el cual expone sus ideas más importantes.

Parménides estaba convencido de que con el pensamiento solo se puede llegar a la verdad, ignorando los datos de los sentidos en la medida en que no respondan a lo que la razón muestra como verdadero.

Parménides afirmaba que: "Es necesario decir y pensar que el ser es y que el no ser no es." Sólo este camino nos conduce a la verdad. Afirmar que el ser no es y que el no ser es nos extravía, nos conduce al error, a la mera opinión. Su Primer Principio no es el agua, el aire, o lo indeterminado, sino el ser. Pero, ¿cómo es el ser? Parménides afirma que el ser es uno, inmutable, inmóvil, indivisible e intemporal. Las razones en las que fundamenta esta descripción son puramente lógicas. El ser es único porque, si hubiese dos seres, ¿qué los diferenciaría? ¿El ser? No, porque es lo que tienen en común. ¿El no ser? Tampoco: si el no ser no es, no puede ser causa de la diferencia. Por lo tanto el ser es uno. Además, el ser no puede cambiar: no puede cambiar hacia el ser, pues ya es, y ¿cómo podría cambiar hacia el no ser, si el no ser no es?

Pero, ¿qué hay del mundo sensible, en el que encontramos muchas cosas, y de nosotros mismos, que somos muchos y estamos sometidos al cambio? Parménides mantiene la rigidez de su lógica y afirma que este mundo no es. Por eso sostiene que los sentidos nos engañan: nos muestran un mundo de multiplicidad sujeto al cambio.

Anaxágoras de Clazomene

Nació en Clazomene (Asia Menor) en el año 499 a.C. Se radicó en Atenas (453), donde trabó amistad con Pericles. La ciudad recibió a su primer filósofo con un juicio (434) por afirmar que el Sol no era un dios sino una piedra incandescente. Para eludir la difícil situación, se escapó hacia Lámpsaco, lugar en el que residió hasta su muerte, acaecida en el año 428.

Anaxágoras intentó resolver el problema del ser y el devenir. Consideraba imposible que algo pudiera provenir de la nada o convertirse en nada. Las cosas surgen de una mezcla, y no podemos decir que luego desaparecen o mueren sino sólo que sus partes se separan. Para responder a la pregunta por la sustancia básica del mundo, Anaxágoras observó: « ¿Cómo sería posible que el pelo salga del no pelo y la carne de la no carne?» Esto lo llevó a pensar que las cosas están compuestas de partes (a su vez divisibles) que son mayoritariamente similares a él. «Aquello de lo que hay mayor cantidad en una cosa, por lo que más claramente es cognoscible, eso es y eso fue cada cosa particular.» En cada cuerpo hay partículas (homeomerías) de todos los cuerpos, pero prevalecen las de la misma especie que el cuerpo en cuestión. Las homeomerías son cualitativamente diferentes, y por su mezcla y separación, se generan las distintas cosas.

La segunda gran idea de Anaxágoras fue la siguiente: la Naturaleza, al igual que los seres vivos, tienen un nous, una mente, un espíritu, que es pensamiento y voluntad. Él es el Principio del Movimiento y el Orden de Todas las Cosas.

Al comienzo, las homeomerías estaban mezcladas; el espíritu las puso en movimiento y generó así su separación y agrupación y, con ello, la conformación de las cosas y el Cosmos (Orden).

Empédocles de Acragas

Nació en Acragas (Agrigento) en el año 483 a.C. Fue una persona polifacética: sacerdote, místico, profeta, predicador, médico, poeta, filósofo y político. Recorrió las ciudades de la Magna Grecia y algunos afirman que murió arrojándose al cráter del volcán Etna (430). Hasta nosotros han llegado muchos fragmentos de sus himnos purificatorios y de su obra Sobre la Naturaleza.

A diferencia de los milesios, quienes sostenían que había un Principio Único de Todas las Cosas, Empédocles sostenía que había cuatro substancias fundamentales: tierra, agua, aire y fuego. Todas las cosas se forman por mezcla y separación de estos cuatro elementos. Estos elementos, según Aristóteles "eternamente subsistentes y no engendrados", son indestructibles, no nacen ni perecen, y por la mezcla de sus partículas con las de los otros tres elementos se forman las diversas cosas que conocemos. El devenir es cambio por reunión y separación de partículas, pero, con propiedad, nada nace y nada muere. "No se da nacimiento de ninguna de las cosas mortales, ni un acabarse en la maldita muerte, sino sólo mezcla y cambio de las cosas mezcladas."

Las substancias primigenias son puestas en movimiento por las dos fuerzas originarias, el amor y el odio. "Ya surge de muchos algo uno, ya se disocia de nuevo […] y este cambio constante nunca termina. Ya se reúne todo en uno en el amor, ya se separan las cosas particulares en el odio de la contienda." El proceso del devenir del mundo recorre cíclicamente cuatro etapas, de un modo regular y automático: en la primera, domina el amor y no hay separaciones; en la segunda, la unidad se rompe en pedazos y va en aumento la multiplicidad movida por el odio (nosotros nos hallamos en esta etapa); en la tercera, el odio se impone y sólo se da separación; en la cuarta, el amor va generando una unidad cada vez mayor hasta que todo retorna a la primera etapa.

En su concepción del hombre, Empédocles se mueve en la línea de los pitagóricos. Sostiene que las almas estaban originariamente con los dioses en el Mundo de los Espíritus y que, por alguna razón (culpa), cayeron a este mundo. Las almas deben pasar por una serie de reencarnaciones para recuperar su pureza y poder así regresar a su condición originaria.

En cuanto al conocimiento, afirma que conocemos lo semejante por lo semejante. "Con nuestra tierra conocemos la tierra, con nuestra agua el agua, con nuestro aire el aire, con nuestro fuego el fuego aniquilador, con nuestro amor el amor del mundo, y su odio con nuestro odio sombrío."

Demócrito de Abdera

Nació en Abdera (Tracia) en el año 460 a.C. Fue discípulo de Leucipo y es probable que haya estudiado con maestros magos y caldeos. La amplitud de las temáticas por él abordadas (Medicina, Poesía, Astronomía, Física, Antropología, Gnoseología, Matemática, Agricultura, Pintura), así como la profundidad de sus afirmaciones, lo colocan a la altura de los más grandes filósofos griegos. Si bien estuvo en Atenas, su interacción con los filósofos de la época fue mínima. (Se dice que no se animó a presentarse ante ellos.) De sus múltiples escritos, unos pocos fragmentos han llegado hasta nosotros. Murió en el año 370.

Colocó como primeros principios a Lo Lleno y Lo Vacío, al ser y al no ser. El ser son los átomos, que son infinitos y no tienen entre sí diferencias cualitativas (sólo se diferencian por su orden, figura y posición). El átomo, que llena una porción de espacio, es eterno e indestructible. Los átomos se mueven en el vacío, el cual es el lugar del movimiento. El movimiento no les viene a los átomos desde afuera. El movimiento les pertenece desde toda la eternidad de un modo mecánico, con un orden causal riguroso que excluye el azar. "Todo acontece por razón y necesidad." Todas las cosas están conformadas por átomos, incluso las almas (formadas por los átomos de movimiento más rápido).

En cuanto a la vida ética, sostiene que la virtud consiste en el equilibrio de las pasiones, logrado a través del saber y la prudencia. La felicidad no reside fuera de nosotros sino en nuestra parte más noble, en nuestra propia alma.

Protágoras de Abdera

Nació en Abdera en el año 480 a.C. Viajaba de ciudad en ciudad y se estableció en Atenas, donde trabó amistad con Pericles y Eurípides. Con motivo de su escrito Sobre los dioses (que comenzaba diciendo: "De los dioses no sé decir si los hay o no los hay, porque son muchas las cosas que impiden saberlo, ya la oscuridad del asunto, ya la brevedad de la vida humana"), lo procesaron por impiedad. Durante su fuga a Sicilia falleció. Corría el año 410 a.C.

Según Platón, Protágoras recibió la influencia de Heráclito. Se muestra partidario de la Teoría del Fluir de Todas las Cosas y de ello deducía la imposibilidad de lograr una verdad absoluta. En su obra Sobre la verdad se encuentra su famosa teoría del hombre como medida de todas las cosas. Con ella Protágoras ponía en duda la capacidad del hombre de alcanzar la verdad universal y objetiva. "Como cada cosa me aparece, así es para mí; y como aparece a ti, así es para ti". El hombre es la medida de la verdad, el valor, la ley y las normas. "El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son, y de las que no son en cuanto no son." Y no la especie hombre, ni un pueblo determinado, sino cada hombre, cada individuo. Gadamer decía que "Protágoras es el culmen de la valoración subjetivista relativizadora contra el objetivismo naturalista".

Era común al pensamiento griego naturalizar la estructura social, afirmar que las leyes sociales hallaban su sustento en la naturaleza humana y social. Al respecto Gadamer decía que "el movimiento sofista intenta cuestionar este naturalismo social, reforzando el antropocentrismo (Protágoras) y subrayando el carácter convencional y partidista de las leyes sociales".

Gorgias de Leontini

Oriundo de Leontini (Sicilia), se estableció en Atenas hacia el año 427.

Su escepticismo queda expresado con toda firmeza en su escrito Sobre el no ser o De la Naturaleza, en sus tres célebres principios:

• «Nada existe.»

• «Si algo existiera, no lo podríamos conocer.»

• «Y, si lo pudiésemos conocer, no lo podríamos comunicar.»

Sócrates de Atenas

Nació en Atenas en el año 470 a.C., de padre escultor y madre partera (mayeuta)[3]. Dedicó su vida a filosofar, dialogando con la gente en lugares públicos. A diferencia de los sofistas, Sócrates no cobraba por sus clases. No escribió ninguna obra: su pensamiento ha llegado hasta nosotros por el testimonio de quienes lo conocieron, en especial de su discípulo Platón. Convencido de que la verdad se encuentra en el interior de cada hombre, se había propuesto la tarea de ayudar a sus interlocutores a "darla a luz". Por eso decía que su oficio se parecía al de su madre: mientras ella ayudaba a las mujeres a parir niños, él ayudaba a los hombres a parir verdades. Para eso se valía de la ironía, método por el que hacía tomar conciencia a su interlocutor de que en verdad no sabía tanto como creía. Una vez que la persona reconocía su ignorancia, mediante preguntas la guiaba hacia la verdad. La ironía y el diálogo eran así las dos partes de su método, la "mayéutica". Consultado el oráculo de Delfos acerca de quién era el hombre más sabio de Grecia, éste respondió: «Sócrates». Y Sócrates sostenía que efectivamente él era el más sabio porque, mientras los considerados sabios creían que lo sabían todo, él sabía que no sabía nada («Sólo sé que no sé nada»).

Su amistad con Alcibíades (uno de los Treinta Tiranos de Grecia) le valió la enemistad de muchos y, cuando éstos dejaron el gobierno, se vio envuelto en un juicio en el que se lo acusaba de corromper a la juventud introduciendo nuevos dioses. Corría el año 399 a.C. Fue condenado a muerte. Pasó los últimos días en la celda recibiendo a sus discípulos y conversando con ellos de Filosofía (así lo relata Platón en sus diálogos Critón y Fedón). Se rehusó a escapar, siendo que algunos de sus amigos habían arreglado su huida. Llegado el día, bebió la cicuta que le alcanzó el verdugo y murió apaciblemente.

Contra los sofistas, sostenía que, además de opiniones, el hombre es capaz de dar conceptos. Los "conceptos universales" no son para unos de un modo y para otros de otro, no dependen del estado de ánimo de quien los conoce, su contenido es siempre igual, no son inventados sino encontrados en la realidad a través de la experiencia.

En el campo de la Ética se oponía al hedonismo defendido por los sofistas. Distinguió entre un placer bueno y uno malo. Sostuvo que quien sabe, quien entiende, obra bien. «Nadie peca voluntariamente.»

Las escuelas socráticas

Sócrates es sin dudas una de las figuras más importantes de la Historia de Occidente. (Algunos lo han puesto a la par de Jesucristo.) Si bien no escribió ninguna obra, su pensamiento ha ejercido una influencia que todavía perdura. Inmediatamente después de su muerte, sus discípulos fundaron diversas escuelas. Y si bien todas ellas reconocieron a Sócrates como iniciador, cada una interpretó las enseñanzas del maestro de un modo diferente, en ocasiones incluso dando lugar a ideas incompatibles.

A continuación se presentan en forma esquemática las principales escuelas socráticas y algunas otras que, habiendo sido fundadas con posterioridad por filósofos que no llegaron a conocer al maestro personalmente, recibieron indirectamente las enseñanzas de éste. Haciendo clic sobre el nombre de las escuelas o el de los filósofos se accede a la información correspondiente.

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Platón de Atenas

Nació en Atenas en el año 427 a.C. Pertenecía a la clase alta de la ciudad. A los veinte años trabó relación con Sócrates y se transformó en su discípulo. Admiraba tanto a su maestro que lo hizo protagonista de la mayor parte de sus Diálogos. Con la intención de intervenir en política visitó al tirano de Siracusa (isla de Sicilia). Pero el intento fue fallido y terminó siendo vendido como esclavo en la plaza pública. Por suerte lo adquirió un pitagórico de Atenas que lo conocía. Cuando, de regreso en Atenas, Platón quiso reintegrarle el dinero que había pagado para salvarlo, el pitagórico se rehusó. Con ese dinero Platón compró un terreno situado en una zona dedicada al héroe Academo, en el cual fundó su escuela, la Academia (355). Esta escuela se mantuvo abierta por más de 900 años. Platón murió en Atenas en el año 347. Se conservan sus obras completas, que incluyen 25 diálogos, la Apología de Sócrates y un conjunto de 13 cartas.

Platón estaba convencido de que el verdadero saber debe referirse a lo que no cambia. Compartía con Sócrates la idea de que la verdad reside en el hombre. El conocimiento que recibimos de los sentidos nos viene de afuera y versa sobre cosas que cambian. A este tipo de saber —decía Platón— mal se lo llama "conocimiento", porque merecería ser llamado "opinión". El verdadero saber versa sobre aquello que permanece siempre igual, sobre las ideas, y no lo logramos por el contacto con el mundo sino que lo descubrimos en nuestra propia alma. El alma preexiste al hombre. Antes de nacer a esta vida, nuestra alma se encontraba fuera del mundo material y en contacto directo con el mundo inmaterial de las ideas. Allí adquirió todo su saber. Al unirse al cuerpo, el alma olvida lo que había aprendido, pero al contemplar las cosas del mundo, hechas a semejanza de las ideas por el Demiurgo (un dios), va recordando lo que ya sabía. Por eso decimos que, para Platón, conocer es recordar ("reminiscencia").

Para Platón, aquello que más merece el nombre de ser son las ideas, justamente por su inmutabilidad. Las cosas, que se hallan sometidas al cambio, la generación y la corrupción, están por así decirlo entre el ser y el no ser. Las ideas son únicas (no hay dos iguales), inmutables, intemporales, necesarias, universales, arquetípicas, perfectas. Las ideas se hallan ordenadas entre sí jerárquicamente. En la cima se halla la idea de "Bien" o de "Uno". De ella participan todas las demás y ella misma está "más allá del ser".

Antes de encarnarse, el hombre es su alma, un alma racional. Pero al encarnarse se le suman el alma irascible (deseo de dominación) y el alma concupiscible (deseo de placer). El hombre debe lograr que sea el alma racional la que gobierne su vida, sin negar las otras dos, de las que provienen la energía y el movimiento, pero conduciéndolas hacia el logro de su fin. En la medida en que lo logre, el hombre será virtuoso y podrá con el tiempo escapar de la serie ininterrumpida de encarnaciones para volver a su existencia primigenia, como un dios, fuera del mundo sensible.

En su diálogo La República, Platón se planteaba cómo sería una ciudad o una república ideal. Él sostiene que en la sociedad se da un grupo en el que impera lo racional, otro en el que lo hace la irascibilidad y otro que se gobierna por la búsqueda del placer. Para que una sociedad sea justa debe ser gobernada por aquellos en los que prima la razón, los filósofos. Los hombres irascibles deben conformar el ejército. Los concupiscibles deben ser comerciantes o trabajadores. Por ello proponía un ordenamiento que permitiera ir educando a los niños y jóvenes detectando cuál es el lugar que por sus condiciones naturales deben ocupar en la sociedad.

Platón ha sido sin dudas uno de los dos filósofos más grandes de la Grecia Antigua y uno de los máximos representantes de la corriente idealista de todos los tiempos.

Aristóteles de Estagira

Aristóteles nació en Estagira (Tracia) en el año 384 a.C. Fue a Atenas para estudiar en la Academia y se convirtió en el discípulo más importante de Platón. El rey Filipo de Macedonia lo convocó a Tracia para que se encargara de la educación de su hijo Alejandro, quien sería con el tiempo el famoso emperador Alejandro Magno. Aristóteles fue el maestro de Alejandro y lo vió crecer, llegar a su máximo esplendor, e incluso morir (323). Aristóteles murió en el año 322. Sus obras son muchas y abarcan unos temas diversos.

Aristóteles criticaba la Teoría de las Ideas de Platón porque ella no explica este mundo (no explica el movimiento) y genera un nuevo mundo, con lo que duplica el problema. Para Aristóteles, lo que más merece el nombre de ser no son las ideas sino las cosas.

Del estudio del "ser en cuanto ser" se ocupa —según Aristóteles— la Metafísica, llamada por él "Filosofía Primera" o "Teología". Ahora bien, Aristóteles reconocía que "el ser se dice en muchos sentidos". No es lo mismo decir «Esto es una vaca» que decir «La vaca es negra». Ciertamente la vaca es y el color negro también, pero no de la misma manera. Al ser en sí Aristóteles lo llama "substancia" (ousía), es decir, aquello que puede ser sujeto pero nunca predicado de una proposición; al ser en otro lo denomina "accidente". La vaca es una substancia que posee un accidente: el color negro. A las diez diferentes formas en las que se puede decir lo que algo es Aristóteles las llamaba "categorías", las formas fundamentales del ser. El modo fundamental es la substancia; los nueve restantes son los accidentes.

Cada cosa, cada ousía, es un compuesto de substancia y accidentes. Pero esta composición no es la única. La cosa también está compuesta de materia y forma. La materia es aquello "de lo que" una cosa está hecha y la forma lo que la hace ser "lo que es" y no otra cosa. Materia y forma se dan juntas, son co-principios. La forma es lo determinante, lo activo, equivale a esencia y viene a corresponder a la idea platónica, pero en vez de darse de manera substante fuera de las cosas se da como co-principio en la cosa misma.

Para explicar el movimiento, Aristóteles decía que las substancias estaban compuestas de potencia y acto. Todo ser es en acto, ya que la pura potencia no existe. Es en acto, en cuanto ya es real y efectivamente. Pero también todo ser es en potencia (a excepción del primero de los seres que es acto puro), en cuanto puede ser o tiene la posibilidad de ser distinto, o su materia tiene la posibilidad de ser el material de otra substancia. El cambio (el movimiento) es el paso de la potencia a acto. Por ello el cambio es ordenado, porque de una cosa no puede provenir cualquier otra sino sólo una de aquellas respecto de las cuales se halla en potencia. Aristóteles distinguía cuatro causas del movimiento: la causa formal (la forma es causa de algo, en cuanto lo hace ser lo que es); la causa material (la materia es causa de algo, en cuanto es su sustrato indeterminado, co-principio de su ser); la causa final (la perfección a la que la cosa tiende); y la causa motriz (la que desencadena el proceso). Para que se dé el movimiento es necesario que una substancia que ya esté en acto respecto del movimiento que va a generar actualice la potencia de una substancia que se halla precisamente en potencia de realizar ese cambio. Todo lo que se mueve es movido por otro. Y en la línea de causas hemos de remontarnos hasta un primer motor que no es nada en potencia sino puro acto. Este ser lo mueve todo pero él mismo no es movido por nada. El acto puro es el primero de los dioses, es inmaterial e inmutable, y mueve como causa final. Todo tiende a él. "Lo deseado y lo inteligible mueven sin ser ellos mismos movidos […] El fin último mueve como cosa amada, mientras que las demás cosas mueven en cuanto son movidas." Al describir a este primer ser, Aristóteles sostenía que es un acto puro de pensamiento, un pensamiento que piensa lo más perfecto, que se piensa a sí mismo. En cada una de las esferas celestes que están entre el primer motor y la Tierra se encuentra un dios que es causa del movimiento de su respectiva esfera. El movimiento de los astros es eterno, como eternos son los dioses que lo generan. Por oposición, el movimiento en la Tierra comienza y termina, es finito, temporal.

El hombre conoce a través de los sentidos. Todo conocimiento comienza en los sentidos. Mediante ellos el hombre toma contacto con las cosas. Pero el conocimiento no se agota en la experiencia. Es el intelecto agente el que, por estar en acto de inteligir, abstrae la forma universal que hay en toda substancia particular y la imprime en el intelecto paciente, que pasa así a tener una idea de la cosa y a poder expresarla en palabras.

Aristóteles veía al hombre como una substancia compuesta de materia y forma. El cuerpo es la materia y el alma la forma. Sabemos que en toda substancia no existe la forma sin materia ni la materia sin forma, por lo que cabe esperar que Aristóteles haya concluido que, luego de la muerte, el alma deja de existir. Sin embargo, sus ideas respecto de este tema son un tanto confusas: el intelecto paciente muere con el hombre, pero algo diferente ocurre con el intelecto agente. Sin embargo, cabe señalar que Aristóteles no desarrolló ninguna demostración de la supervivencia del alma. Esta imprecisión llevó a Averroes a interpretar que hay un solo intelecto agente, del que todos los hombres participan.

Aristóteles tenía una visión teleológica (finalista) del mundo. El hombre, para realizarse, debe buscar su bien supremo, su fin último. Y ese fin último que todo hombre busca es la felicidad. La dificultad surge al tratar de comprender en qué consiste la felicidad y de qué modo la podemos alcanzar. A este respecto él sostenía que la felicidad se encuentra en la virtud, en la perfección de la función propia del hombre, la razón. Como en el hombre hay una parte irracional, podemos dividir las virtudes en dos clases: virtudes dianoéticas (las propias de la razón) y virtudes éticas (las de la razón aplicada a los apetitos sensibles). La virtud ética es un hábito de elección que conduce a optar por el equilibrio entre dos extremos viciosos ("justo medio"). Es un hábito porque no basta con haber elegido una vez bien para considerarse virtuoso. La tendencia permanente a obrar correctamente se adquiere por una serie larga de repeticiones en la elección de lo correcto que genera en nosotros una costumbre. La razón es la que determina en cada caso cuál es el justo medio: éste no puede ser establecido por anticipado mediante una regla. Por ejemplo, lo que en una circunstancia determinada para uno sería valentía para otro puede ser temeridad (si decide realizar un acto para el que no tiene capacidad, fuerza, conocimiento o posibilidad alguna de éxito). La prudencia es la virtud que adquiere el hombre que ha elegido correctamente el justo medio en muchas oportunidades. La virtud ética suprema es la justicia. Pero la felicidad mayor se encuentra en las virtudes dianoéticas. La vida teorética (la vida contemplativa) es la más feliz y su virtud (la sabiduría) la máxima virtud. De todos modos una vida puramente contemplativa no es dable al hombre, quien se encuentra siempre requerido por cuestiones mundanas, lo que no impide que dicha vida permanezca como un ideal y ni que intentemos vivir según lo mejor que hay en nosotros.

Epicuro de Samos

Epicuro de Samos fue el fundador de una corriente filosófica (hedonismo). Nació en el año 341 a.C. y recibió la influencia del atomismo de Demócrito. Fundó su escuela en unos jardines de Atenas en el año 306. Adquirió gran prestigio por su nobleza. Era un hombre culto y fino en el trato con los demás. De sus muchos escritos hasta nosotros sólo han llegado fragmentos. Murió en el año 270.

Según los epicúreos, el saber por el saber mismo carece de sentido. El saber es un saber para la vida, y su valor se conoce por su utilidad para ella. La Filosofía ha de conducirnos a la felicidad y el saber adquiere valor en cuanto nos lleva en esa dirección.

Para describir el proceso mediante el cual conocemos, Epicuro sostenía que de las cosas emanan efluvios que ingresan a nosotros a través de los sentidos. Los conceptos son sólo asociaciones del contenido común de múltiples representaciones y no pueden hacernos conocer nada más allá de ellas (sensismo[4]y materialismo).

Según Epicuro, la Naturaleza no está regida por la necesidad sino por el azar (entendido como ausencia de causalidad). Con ello buscaba evitar el concepto estoico de "destino" —que encontraba tanta y tan fuertes raíces en el "fatalismo" de la cultura griega— para salvar la libertad del hombre. Epicuro era un hedonista y el hedonismo carece de sentido en un mundo regido por la necesidad.

Como la Filosofía debe estar al servicio de una vida feliz, Epicuro atacaba los mitos religiosos, en especial los referidos a los castigos que los dioses propinan a los hombres luego de esta vida. Esas ideas no hacían sino amargar la vida de los hombres. Sostenía que en la Naturaleza no hay ninguna necesidad de intervención de los dioses. Epicuro no profesaba el ateísmo, no sostiene que los dioses no existen, pero dice que, siendo éstos tan perfectos, no pueden tener ni noticia de nuestra existencia: el sólo contemplar nuestra condición imperfecta iría en detrimento de ellos. Por eso sostenía que los dioses viven una vida de plena felicidad en unos interespacios cósmicos sin relación alguna con los hombres. Con esta afirmación anulaba toda la religión griega, en la que la característica principal de los dioses no era su relación con la Naturaleza sino con los hombres.

El fin de la vida es lograr el placer y evitar el dolor. "El placer es el principio y el fin de la vida feliz." Lo moralmente bueno es buscar el placer. Llamamos bueno a lo que nos gratifica, nos da placer. La salud del cuerpo y la imperturbabilidad del alma es el fin de una vida feliz. De todos modos, la palabra "placer" no debe confundirnos. Epicuro no promovía una vida de desenfreno, de búsqueda irracional del placer. Por el contrario, propone buscar la ataraxia (ausencia de dolor y paz del alma), el reposo. Enseñaba que los bienes del espíritu son superiores a los del cuerpo y hacía notar que se debía usar la razón y el cálculo para ver qué placer es conveniente y cuál termina acarreando con el tiempo un dolor más grande que el placer momentáneo que produce. "Principio de toda vida dichosa y, por ello, el sumo bien es la prudencia; es superior a la misma Filosofía; de ella se desprenden las demás virtudes, pues sin prudencia, sin moralidad y sin justicia, no es posible vivir dichoso, como viceversa, sin placer tampoco se puede vivir racional, moral y justamente."

Zenón de Citio

Zenón de Citio nació en la isla de Chipre, en el año 335 a.C. Fue discípulo del cínico Crates, y recibió una fuerte influencia de su corriente filosófica. Hacia el año 300, fundó en Atenas la escuela estoica, que recibe su nombre de la "puerta" (stoa) de la ciudad, cerca de la cual se reunían. De sus escritos se conservan sólo fragmentos. Algunos sostienen que terminó voluntariamente con su vida en el año 246 a.C.

Los estoicos daban prioridad al tema moral. Una razón divina rige al mundo según un orden necesario y perfecto, por lo que no cabe rebelarse contra lo que a uno le toca vivir. Su ideal era la ataraxia ("apatía"), la condena de toda emoción. El sabio se dedica a la vida contemplativa, se eleva por sobre las preocupaciones del hombre común, se aísla, se distingue de los insensatos y es un ciudadano del mundo que no se encuentra atado a su ciudad (cosmopolitismo).

Plotino de Alejandría

Nació en el año 204. Participó de la expedición del emperador Gordiano contra Persia con el fin de conocer la filosofía de ese imperio y la de la India. En el año 244 abrió una escuela de Filosofía en Roma, donde adquirió gran prestigio. En la vida diaria redujo la comida y el sueño a lo indispensable. Era vegetariano, nunca contrajo matrimonio y tampoco se dejó retratar. Sus escritos fueron ordenados y publicados por su discípulo Porfirio, en seis secciones de nueve tratados cada una, de ahí su nombre: Enneadas (Enéadas, novenarios).

El Primer Principio, del que proceden todas las cosas, es el Uno, concepto que Plotino tomó del mismo Platón, quien llamaba a la idea de la que participaban todas las cosas "Bien" o "Uno". El Uno, del que todas las cosas proceden, está incluso más allá del ser. "Ningún concepto, ninguna ciencia de él es posible, y así puede decirse que está más allá del ser." (Enéadas V, 4, 1)

Del Uno todo procede por emanación (panteísmo). En primer lugar el espíritu o nous, que es, por lo tanto, el segundo principio plotiniano. El nous no puede ser la primera realidad porque en él se da un cierto dualismo: el conocimiento y lo conocido. El nous reúne todas las ideas. Reúne en sí al mundo inteligible y al Demiurgo de Platón.

Proclo de Bizancio

Proclo nació en Bizancio en el año 410. Luego de estudiar en Alejandría con el filósofo griego Olimpiodoro, se estableció en Atenas. Allí fue discípulo de Plutarco y Siriano, miembros de la Academia, escuela de la que él mismo sería luego director y que por entonces estaba muy influenciada por el paganismo y la magia. Murió en Atenas en el año 485.

Proclo enfrentó la pretensión del cristianismo —que se presentaba como única religión verdadera— conformando un sistema neoplatónico que integraba los aportes de las religiones antiguas y de la ciencia y la filosofía griegas. Su síntesis reservaba a Platón el lugar de mayor relevancia, pero no por eso dejaba de integrar elementos propios del aristotelismo y del estoicismo.

Siguiendo a Plotino, Proclo afirma que todo procede del Uno por emanación. Los seres se hallan ordenados jerárquicamente: cada cosa real es modelo para la inferior y reflejo de la superior. El Uno se hace todas las cosas mediante un proceso triádico que se da en su propio seno (Hegel vio en esto un preanuncio de su propio sistema). Primero el Uno reposa sobre sí mismo: es el momento de la identidad. Luego se da su evolución hacia lo múltiple: es el momento de la diversidad. Por último, el Uno retorna a sí mismo, recuperando la identidad original. En su descripción de este proceso, Proclo lleva hasta el extremo una tendencia propia del neoplatonismo, la de introducir términos intermedios, por lo que su desarrollo se torna complejo y sobrecargado.

La filosofía debe ayudar al hombre, según Proclo, a trascender los límites de los sentidos y del propio intelecto y a elevarse hacia la unión mística con el Uno.

Proclo escribió comentarios de varios diálogos de Platón (República, Timeo, Parménides, etc.) y una obra titulada Teología platónica. Una versión resumida de su libro Elementos de Teología circuló por el occidente cristiano a partir del siglo XII, traducida al latín, y fue conocida como el Liber de Causis, atribuyéndose su autoría a Aristóteles. Los escritos del teólogo cristiano conocido como Pseudo-Dionisio, que tanta influencia ejercieran sobre los filósofos y teólogos medievales, estaban inspirados en los textos de Proclo, a los que imitaban.

 

[1] Hans-Georg Gadamer (1900-2002), filósofo alemán, autor de una original teoría de hermenéutica filosófica que le concedió un destacado puesto en la historia de la filosofía del siglo XX. Nació el 11 de febrero de 1900 en Marburgo. Creció en Wroclaw y cursó estudios de germanística, historia, historia del arte y filosofía en las universidades de Wroclaw, Munich y Marburgo. Se doctoró en 1922 (con una tesis acerca de la esencia del placer en los diálogos de Platón), bajo la dirección del neokantiano Paul Natorp, uno de los principales representantes de la Escuela de Marburgo. Tras doctorarse, continuó sus estudios durante un semestre con Edmund Husserl en Friburgo. Allí conoció también a Martin Heidegger, al que siguió cuando éste regresó a Marburgo. Acto seguido terminó sus estudios de Filología Clásica y comenzó una intensa carrera docente, que desarrolló en las universidades de Marburgo (1937-1939), Leipzig (1939-1947; también fue rector de esta institución desde 1946 hasta 1947), Frankfurt del Main (1947-1949) y Heidelberg (1949-1968, sustituyendo en su cátedra de Filosofía a Karl Jaspers). A lo largo de su vida, entabló variados debates filosóficos con los pensadores Jürgen Habermas y Jacques Derrida, entre otros.

[2] Étienne Gilson (1884-1978), filósofo y profesor francés que influyó en varias generaciones de alumnos, y cuya investigación sobre la filosofía medieval contribuyó al resurgimiento en el siglo XX del tomismo, el método filosófico basado en las doctrinas de santo Tomás de Aquino. Nacido en París, estudió en la Sorbona y allí fue profesor de historia de la filosofía medieval (1921-1932), pasando luego al Colegio de Francia. En 1929 ayudó a fundar el Instituto Pontificio de Estudios Medievales en la Universidad de Toronto. Fue admitido en la Academia Francesa en 1947.

[3] mayéutico, ca. (Del gr. µa?e?t????, perito en partos). adj. Perteneciente o relativo a la mayéutica. || 2. f. Método socrático con que el maestro, mediante preguntas, va haciendo que el discípulo descubra nociones que en él estaban latentes.

[4] Sensismo. m. Teoría filosófica según la cual el origen de todo conocimiento radica en la percepción sensible.

 

 

Autor:

Albert_Leonardo_Zuleta_Rios

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