Ultimo escrito de Eva Perón
- Mi voluntad suprema
- Obra política
- Somos más fuertes.
- Vivir con el pueblo
- Las jerarquías clericales
- La religión
- Las formas y los principios
- Los pueblos y Dios
- Los ambiciosos
- El gran delito
- Una sola clase
Leído por el locutor oficial desde los balcones de la Casa de Gobierno en presencia del general Juan Domingo Perón el 17 de Octubre de 1952, a 82 días de su muerte desde los balcones de la Casa Rosada, en Plaza de Mayo.
"Quiero vivir eternamente con Perón y con mi Pueblo. Esta es mi voluntad absoluta y permanente y será también por lo tanto cuando llegue mi hora, la última voluntad de mi corazón. Donde esté Perón y donde estén mis descamisados allí estará siempre mi corazón para quererlos con todas las fuerzas de mí vida y con todo el fanatismo de mi alma. Si Perón muriese antes que yo, me iría con él, pero mi corazón se quedaría con mis descamisados, con mis mujeres, con mis obreros, con mis ancianos, con mis niños para ayudarlos a luchar con el fuego de mi fanatismo y para ayudarlos a sufrir un poco de mis propios dolores. He sufrido mucho, pero mi dolor valía la felicidad de mi pueblo y yo no quise negarme, acepto sufrir hasta el último día de mi vida si eso sirve para restañar alguna herida o enjugar alguna lágrima.
En este parrafo se destaca el amor que Eva tenia por su pueblo y por, el siempre presente en sus discursos, Gral Perón.
Pero sí Dios me llevase del mundo antes que a Perón, yo quiero quedarme con él y con mi pueblo, y mi corazón y mi cariño y mi alma y mi fanatismo seguirán en ellos, seguirán viviendo en ellos, haciendo todo el bien que falta, dándoles todo el amor que no les pude dar en los años de mi vida, y encendiendo en sus almas todos los días el fuego de mi fanatismo que me quema y me consume como una sed amarga e infinita. Yo estaré con ellos para que sigan adelante por el camino abierto de la justicia y de la libertad hasta que llegue el día maravilloso de los pueblos. Yo estaré con ellos peleando en contra de todo lo que no sea pueblo puro, en contra de todo lo que no sea la "ignominiosa" raza de los pueblos. Yo estaré con ellos, con Perón y con mi Pueblo, para pelear contra la oligarquía vendepatria y farsante, contra la raza maldita de los explotadores y de los mercaderes de los pueblos. Dios es testigo de mi sinceridad. Él sabe que me consume el amor de mi raza, que es el pueblo.
En estos dos parrafos, le habla al pueblo como si Peron fuera el hombre que vino o que llego al gobierno para ayudar a todo su pueblo, es decir, lo trata como un salvador. Nunca he odiado a nadie por sí mismo, ni he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a mis obreros, a mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes nadie defendió jamás con mas sinceridad que Perón. Pero es más grande el amor de Perón por el pueblo que mi amor; porque él supo encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio, nací en el pueblo y sufrí en el pueblo.
"No concibo el cielo sin Perón". Pido a todos los obreros, a todos los humildes, a todos los descamisados, a todas las mujeres, a todos los pibes y a todos los ancianos de mi Patria que lo cuiden y lo acompañen como si fuera yo misma. Mientras viva Perón, él podrá hacer lo que quiera de todos mis bienes: venderlos, regalarlos, e incluso quemarlos si quisiera, porque todo en mi vida le pertenece, todo es de él, empezando por mi propia vida que yo le entregué por amor y para siempre, de una manera absoluta. Pero después de Perón, el único heredero de mis bienes debe ser el pueblo y pido a los trabajadores y a las mujeres de mi pueblo que exijan por cualquier medio el cumplimiento inexorable de esta voluntad suprema de mi corazón que tanto los quiso. El dinero de "La Razón de Mi Vida" y "Mi Mensaje", lo mismo que la venta o el producido de mis propiedades, deberá ser destinado a mis descamisados. Así yo me sentiré siempre cerca de mi pueblo y seguiré siendo el puente de amor tendido entre los descamisados y Perón.
QUIERO VIVIR ETERNAMENTE CON PERÓN Y CON MI PUEBLO. Dios me perdonará que yo prefiera quedarme con ellos, porque él también está con los humildes y yo siempre he visto en cada descamisado un poco de Dios que me pedía un poco de amor que nunca le negué".
Este discurso, remarca efervecentemente el amor que Eva tenía por su pueblo. También les "reprocha" (no en el sentido literario de la palabra, sino insistiendo y demostrando que su líder verdaderamente los amaba), el amor y las obras que el Gral realizaba por ellos.
EVA PERÓN EN LA CIUDAD DE AVELLANEDA
"Queridos descamisados del Anglo: No podía dejar de hacer esta visita, porque la compañera Evita recuerda siempre que el Gremio de la Carne, en horas de incertidumbre, depositó en el viejo Coronel Perón su lealtad y su confianza."
Si la adversidad se ensaña con Ustedes, el General Perón les dará trabajo aunque sean hombres de 45 años. El General Perón se encontraba acompañado del Coronel Mercante, me encargó que les envió a todos ustedes un afectuoso abrazo porque no olvida que en la epopeya del 17 de Octubre, Avellaneda cumplió un papel principalisimo. El los guarda muy dentro de su corazón…"
En las palabras anteriores Eva Perón, le recuerda al pueblo de Avellaneda, en especial al gremio de la carne, que Juan Domingo Perón no olvidó la ayuda que le dieron el día 17 de octubre, y que esta muy satifecho y agradecido por todo lo que lucharon por él.
EVA PERÓN EN LA CIUDAD DE LOMAS DE ZAMORA
Palabras pronunciadas el 26 de Junio de 1948 en la Ciudad de Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, en el acto de inauguración de los trabajos para la provisión de agua corriente.
EL GENERAL PERÓN, VA POCO A POCO REALIZANDO TODO LO QUE EL PUEBLO ARGENTINO NECESITA, NO SOLO EN LO MATERIAL SINO TAMBIEN EN LO MORAL Y ESPIRITUAL. ES ASÍ COMO EN ESTE DIA, HERMOSO POR QUE EN EL SE HACE REALIDAD LA SATISFACION DE UNA NECESIDAD TAN SENTIDA, LLEGA A LOMAS LA ACCION DE NUESTRO PRIMER MAGISTRADO.
ES ASÍ COMO HABLANDO CON SU AMIGO EL CORONEL MERCANTE, EL PRESIDENTE PERÓN CONCRETARON ESTE PROYECTO E INCLUYERON EN EL PLAN QUINQUENAL UNA PARTIDA DE 600.000.000 MILLONES DE PESOS PARA OBRAS COMO LA QUE HOY SE INICIA.
FUE ASÍ COMO DESDE EL EDIFICIO DEL DESPRETIGIADO CONCEJO DELIBERANTE, LA CONCIENCIA DE UN HOMBRE PUDO ORGANIZAR LA ACTUAL SECRETARIA DE TRABAJO Y PREVISIÓN, IRRADIANDO DESDE ENTONCES SUS PAREDES LA JUSTICIA SOCIAL TAN ANSIADA POR EL PUEBLO Y QUE DURANTE CINCUENTA AÑOS LE FUE NEGADA.
DEMOS GRACIAS A DIOS PORQUE EN ESTOS MOMENTOS EN QUE EL MUNDO SE DEBATE EN PROBLEMAS PAVOROSOS, NOS HA ENVIADO A UN PERÓN; Y DEMOS GRACIAS A DIOS, TABIEN, POR HABERNOS CONCEDIDO ESTE PUEBLO MARAVILLOSO .
DOY GRACIAS A DIOS PORQUE EL GENERAL PERÓN Y LOS DESCAMISADOS ME DAN LA OPORTUNIDAD MAGNIFICA DE SENTIRME INMESAMENTE FELIZ CUANDO LLEVO UN POCO DE ALEGRIA A AQUELLOS A QUIENES LA FORTUNA NO LOS HA FAVORECIDO, CUANDO LLEVO UN POCO DE JUSTICIA, A AQUELLOS A QUIENES DURANTE TANTOS AÑOS SE LES HABIA NEGADO.
ES VERDADERAMENTE ASOMBROSO QUE UNA CIUDAD DE LA IMPORTANCIA DE LOMAS DE ZAMORA HAYA ESTADO TAN ABANDONADA POR LA AUTORIDADES DURANTE TANTO TIEMPO, HASTA QUE HA LLEGADO EL GOBIERNO DEL GENERAL PERÓN QUE, CIUDAD POR CIUDAD Y PUEBLO POR PUEBLO, VIENE REALIZANDO LA OBRA QUE NO SE HIZO DURANTE LARGOS AÑOS. ES INCONCEBIBLE QUE HAYA HABIDO TAN MALOS ARGENTINOS. YO LES PIDO EN NOMBRE DEL PERONISMO, UNA SOLA COSA; NO OLVIDAR EL DAÑO QUE HAN HECHO ESOS MALOS ARGENTINOS. YO, COMO BUENA ARGENTINA, NO LO OLVIDO, PORQUE DIARIAMENTE ESTOY VIENDO EN LA SECRETARIA DE TRABAJO Y PREVISIÓN LAS INJUSTCIAS QUE DURANTE CIEN AÑOS NO SOLO COMETIERON AQUELLOS SINO QUE NI SIQUIERA TRATARON DE REMEDIARLAS.
POR ELLO, EL PRESIDENTE PERÓN ESTÁ TRABAJANDO NOCHE Y DIA Y SACRIFICÁNDOSE PARA SUBSANAR ESE ESTADO DE COSAS Y LO HACE CON LA INMENSA SATISFACIÓN QUE LE PROPORCIONA EL PENSAR QUE SU SACRIFICIO ES PARA BIEN Y PARA FELICIDAD DE SU PUEBLO. PUEDEN USTEDES TENER LA SEGURIDAD Y LA TRANQUILIDAD DE QUE MIENTRAS ESTÉ EN LA CASA DE GOBIERNO EL GENERAL PERÓN LA JUSTICIA SOCIAL Y LA FELICIDAD DE LA PATRIA ESTARAN BIEN DEFENDIDAS Y ESTARA ASEGURADO EL BIENESTAR DE LOS DESCAMISADOS."
Eva Perón habla de la justicia social que impuso Perón luego de todos los abandonos que sufrió el pueblo cuando estaba en el poder la oligarquía. También les recuerda todo lo que les hicieron los gobiernos anteriores, y que Perón obviamente no haría lo mismo.
Su mensaje
Dice Eva: "Quizás porque en "La Razón de mi Vida" no alcancé a decir todo lo que siento y lo que pienso, tengo que escribir otra vez.
He dejado demasiadas entrelíneas que debo llenar; y esta vez no porque yo lo necesite. No. Mejor sería acaso para mí que callase, que no dijese ninguna de las cosas que voy a decir, que quedase para todos, como una palabra definitiva, todo lo que dije en el primero de mis libros, pero mi amor y mi dolor no se conforman con aquella mezcla desordenada de sentimientos y de pensamientos que dejé en las páginas de "La Razón de mi Vida".
Quiero demasiado a los descamisados, a las mujeres, a los trabajadores de mi pueblo, y por extensión quiero demasiado a todos los pueblos del mundo, explotados y condenados a muerte por los imperialismos y los privilegiados de la tierra. Me duele demasiado el dolor de los pobres, de los humildes, el gran dolor de tanta humanidad sin sol y sin cielo como para que pueda callar.
Si todavía quedan sombras y nubes queriendo tapar el cielo y el sol de nuestra tierra, si todavía queda tanto dolor que mitigar y heridas que restañar y como será donde nadie ha visto la luz ni ha tomado en sus manos la bandera de los pueblos que marchan en silencio, ya sin lágrimas y sin suspiros, sangrando bajo la noche de la esclavitud! Y como será donde ya se ve la luz, pero demasiado lejos, y entonces la esperanza es un inmenso dolor que se rebela y que quema en la carne y el alma de los pueblos sedientos de libertad y justicia!
Para ellos, para mi pueblo y para todos los pueblos de la humanidad es "Mi Mensaje". Ya no quiero explicarles nada de mi vida ni de mis obras. No quiero recibir ya ningún elogio. Me tienen sin cuidado los odios y las alabanzas de los hombres que pertenecen a la raza de los explotadores.
Quiero rebelar a los pueblos. Quiero incendiar los con el fuego de mi corazón. Quiero decirles la verdad que una humilde mujer del pueblo la primera mujer del pueblo que no se dejó deslumbrar por el poder ni por la gloria! aprendió en el mundo de los que mandan y gobiernan a los pueblos de la humanidad.
Quiero decirles la verdad que nunca fue dicha por nadie, porque nadie fue capaz de seguir la farsa como yo, para saber toda la verdad.
Porque todos los que salieron del pueblo para recorrer mi camino no regresaron nunca. Se dejaron deslumbrar por la fantasía maravillosa de las alturas y se quedaron para gozar de la mentira.
Yo me vestí también con todos los honores de la gloria, de la vanidad y del poder. Me dejé engalanar con las mejores joyas de la tierra. Todos los países del mundo me rindieron sus homenajes, de alguna manera. Todo lo que me quiso brindar el círculo de los hombres en que me toca vivir, como mujer de un presidente extraordinario, lo acepté sonriendo, "prestando mi cara" para guardar mi corazón. Sonriendo, en medio de la farsa, conocí la verdad de todas sus mentiras.
Yo puedo decir ahora lo mucho que se miente, todo lo que se engaña y todo lo que se finge, porque conozco a los hombres en sus grandezas y en sus miserias.
Muchas veces he tenido ante mis ojos, al mismo tiempo, como para compararlas frente a frente, la miseria de las grandezas y las grandezas de la miseria.
Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle, por eso no me deslumbró jamás la grandeza del poder y pude ver sus miserias. Por eso nunca me olvidé de las miserias de mi pueblo y pude ver sus grandezas.
Ahora conozco todas las verdades y todas las mentiras del mundo.
Tengo que decirlas al pueblo de donde vine. Y tengo que decirlas a todos los pueblos engañados de la humanidad.
A los trabajadores, a las mujeres, a los humildes descamisados de mi Patria y a todos los descamisados de la tierra y a la infinita raza de los pueblos! como un mensaje de mi corazón.
Para Peron, Eva era la unica compania sincera y leal de su existencia.
Eva Duarte de Peron Pidio que el gral fuese su maestro y él le enseño un poco de todo cuanto pudo aprender.
Según ella, aprendió a leer en el panorama de las cuestiones políticas internas e internacionales.
De los hombres que rodeaban a Perón casi todos lo traicionaron, algunos en octubre de 1945 y otros mas tarde. Eva resaltando su carácter efervescente, los insulto de frente gritándoles en la cara la deslealtad y el deshonor con que procedían.
Eva se quedo junto al coronel hasta que se lo llevaron prisionero, y desde aquellos dias desconfio de los amigo encumbrados y de los hombres de honor. Se aferro ciegamente a los hombres y mujeres humildes del pueblo que sin tanto "honor", sin tantos titulos ni privilegios supieron jugarse la vida por un hombre, por una causa,por un ideal.
Palabras de Eva: "Aquellas primeras grandes desilusiones me hicieron ver con claridad el camino: Perón no podía creer en nada ni en nadie que no fuese su pueblo.
Una ideologia de la "lider" era que para servir al pueblo hay que estar dispuestos a todo, incluso a morir. Ella estaba dispuesta a dar la vida pro Peron y por el pueblo. Porque estaba segura que solamente dandola se ganaria el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad.
"Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados.
El fanatismo es la única fuerza que. Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas. Es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo 19 que suene a corazón.
Existen en el mundo naciones explotadoras y naciones explotadas. Ella no diría nada si se tratase solamente de naciones, pero es que detrás de cada nación que someten los imperialismos hay un pueblo de esclavos, de hombres y mujeres explotados. Y aún las mismas naciones imperialistas esconden detrás de sus grandezas y de sus oropeles la realidad amarga y dura de un pueblo sometido.
Para Eva en la hora de los pueblos lo único compatible con la felicidad de los hombres será la existencia de naciones justas, soberanas y libres, como quiere la doctrina de Perón.
Pero más abominable aun que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos.
Muchas veces los he oído disculparse ante mi agresividad irónica y mordaz. "No podemos hacer nada", decían. Los he oído muchas veces; en todos los tonos de la mentira.
"No podemos hacer nada" es lo que dicen todos los gobiernos cobardes de las naciones sometidas.
No lo dicen por convencimiento sino por conveniencias.
Estas palabras a cargo de Eva Duarte de Perón, reflejan su odio y su disgusto para con aquellos que defraudan a sus pueblos, vendiendose por plata o simplemente para no tener "problemas". Estos "problemas" solo son enfrentados por aquellos que defienden sus ideales y el de la sociedad que los rodea.
En el ultimo de los escritos de "la mujer del pueblo", llamado "MI MENSAJE", dice que el talón de Aquiles del imperialismo son sus intereses; que donde esos intereses del imperialismo se llamen "petróleo" basta, para vencerlos, con echar una piedra en cada pozo. Donde se llame cobre o estaño basta con que se rompan las máquinas que los extraen de la tierra o que se crucen de brazos los trabajadores explotados…
Por otra parte gracias a los años de lucha, Evita aprendió cómo juegan su papel en el gobierno de los pueblos las fuerzas políticas nacionales e internacionales, las fuerzas económicas y espirituales de la tierra, y cómo se disfrazan las ambiciones de los hombres.
Perón, en los primeros tiempos de su lucha, debió enfrentar la calumnia que intentaba separarlo de sus descamisados: decían que él era un peligro para el pueblo porque era militar.
Algunos años después, como la calumnia no prosperó, sus enemigos trataron de enfrentarlo con las fuerzas armadas. Decían que Perón intentaba crear una fuerza en los trabajadores para sustituir el influjo militar en el Gobierno de la República.
Eva sabía que la religión era el alma de los pueblos y que a los pueblos les gustaba ver en sus ejércitos la fuerza pujante de sus muchachos como garantía de su libertad y expresión de la grandeza de su Patria.
Pero sabía también que a los pueblos les repugnaba la prepotencia militar que se atribuye el monopolio de la Patria, y que no se conciliaban la humildad y la pobreza de Cristo con la fastuosa soberbia de los dignatarios eclesiásticos que se atribuyen el monopolio absoluto de la religión. Por todo esto afirmaba que la Patria es del pueblo, lo mismo que la Religión.
Según Evita todo es militar en este mundo nuestro, y ella no diría una sola palabra si las fuerzas armadas fuesen instrumentos fieles al pueblo. Pero no es así: casi siempre son carne de la oligarquía; por eso dice Eva Duarte de Perón, que el pueblo tiene que ganar las altas jerarquías de las fuerzas armadas de las naciones. Para ella no se trata de destruirlas, aunque manifiesta que alguna vez serán inútiles. Sino que se trata de convertirlas al pueblo y después, cuando todos sus dirigentes -sus oficiales- sean carne y alma del pueblo, habrá que permanecer alertas, vigilándolas para que no se entreguen otra vez.
También resalta que el pueblo sólo tiene que elegir a sus gobernantes para que ellos hagan lo que el pueblo quiere. Los generales deben servir al gobierno del pueblo con plena y absoluta conciencia de que nada en la Nación puede sobreponerse ni oponerse a la voluntad del pueblo.
18. SOMOS MÁS FUERTES. Todas estas ideas y razones me llevan a decirle a mi pueblo y a todos los pueblos del mundo en este mensaje de mis verdades: nadie puede más que nosotros.
Somos más fuertes que todas las fuerzas armadas de todas las naciones juntas. Si nosotros no queremos que la fuerza bruta de las armas nos domine, no podrá dominarnos.
Con las armas pueden matarnos, pero morir de hambre es más dolor y nosotros sabemos lo que es morir por hambre! No podrán matarnos. Los soldados son hijos nuestros y no se atreverán a tirar sobre sus madres aunque los manden miles y miles de oficiales entregados y vendidos a la oligarquía. Podrán vencemos un día, en la noche o de sorpresa, pero si al día siguiente nos largamos a la calle, o nos negamos a trabajar, o saboteamos todo cuanto ellos quieran mandar; tendrán que resignarse a devolvernos la libertad y la justicia.
Si toda esta resistencia puede organizarse, mejor; si no, lo mismo venceremos con tal de que tengamos plena conciencia de nuestro poderío soberano.
Debemos convencernos definitivamente de una sola cosa: de que el gobierno debe ser del pueblo y que nadie sino el pueblo puede ocuparlo, porque, si no, no será tampoco para el pueblo. La hora de los pueblos no será alcanzada por nuestro siglo si no exigimos participación activa en el gobierno de las naciones.
Pero ¿cómo? Como nosotros lo hemos hecho en nuestra tierra, gracias a Perón. Llevando a los obreros y a las mujeres del pueblo a los más altos cargos y responsabilidades del Estado.
Y cuidando después que los dirigentes políticos del pueblo y los dirigentes sindicales no pierdan contacto con las masas que representan.
Los gobernantes del pueblo deben seguir viviendo con el pueblo. Es una condición fundamental para que los pueblos no empiecen a sentirse traicionados. Y para gobernar con sentido real de lo auténticamente popular.
19. VIVIR CON EL PUEBLO. Es lindo vivir con el pueblo. Sentirlo de cerca, sufrir con sus dolores y gozar con la simple alegría de su corazón.
Pero nada de todo eso se puede si previamente no se ha decidido definitivamente encarnarse en el pueblo, hacerse una sola carne con él para que todo dolor y toda tristeza y angustia y toda alegría del pueblo sea lo mismo que si fuese nuestra.
Eso es lo que yo hice, poco a poco en mi vida. Por eso el pueblo me alegra y me duele. Me alegra cuando lo veo feliz y cuando yo puedo añadir un poco de mi vida a su felicidad. Me duele cuando sufre. Cuando los hombres del pueblo o quienes tienen obligación de servirlo en vez de buscar la felicidad del pueblo lo traicionan.
También tengo para ellos una palabra dura y amarga en este mensaje de mis verdades.
Yo los he visto marearse por las alturas. Dirigentes obreros entregados a los amos de la oligarquía por una sonrisa, por un banquete o por unas monedas. Los denuncio como traidores entre la inmensa masa de trabajadores de mi pueblo y de todos los pueblos. Hay que cuidarse de ellos: son los peores enemigos del pueblo porque han renegado de nuestra raza. Sufrieron con nosotros pero se olvidaron de nuestro dolor para gozar la vida sonriente que nosotros les dimos otorgándoles una jerarquía sindical. Conocieron el mundo de la mentira, de la riqueza, de la vanidad y en vez de pelear ante ellos por nosotros, por nuestra dura y amarga verdad, se entregaron.
No volverán jamás, pero si alguna vez volviesen habría que sellarles la frente con el signo infamante de la traición.
20. LAS JERARQUÍAS CLERICALES. Entre los hombres fríos de mi tiempo señalo a las jerarquías clericales cuya inmensa mayoría padece de una inconcebible indiferencia frente a la realidad sufriente de los pueblos. Declaro con absoluta sinceridad que me duelen como un desengaño estas palabras de mi dura verdad.
Yo no he visto sino por excepción entre los altos dignatarios del clero generosidad y amor… como se merecía de ellos la doctrina de Cristo que inspiró la doctrina de Perón. En ellos simplemente he visto mezquinos y egoístas intereses y una sórdida ambición de privilegio.
Yo los acuso desde mi indignidad, no para el mal sino para el bien. No les reprocho haberlo combatido sordamente a Perón desde sus conciliábulos con la oligarquía. No les reprocho haber sido ingratos con Perón, que les dio de su corazón cristiano lo mejor de su buena voluntad y de su fe. Les reprocho haber abandonado a los pobres, a los humildes, a los descamisados, a los enfermos, y haber preferido en cambio la gloria y los honores de la oligarquía.
Les reprocho haber traicionado a Cristo que tuvo misericordia de las turbas. Les reprocho olvidarse del pueblo y haber hecho todo lo posible por ocultar el nombre y la figura de Cristo tras la cortina de humo con que lo inciensan.
Yo soy y me siento cristiana. Soy católica, pero no comprendo que la religión de Cristo sea compatible con la oligarquía y el privilegio.
Esto no lo entenderé jamás. Como no lo entiende el pueblo.
El clero de los nuevos tiempos, si quiere salvar al mundo de la destrucción espiritual, tiene que convertirse al cristianismo. empezar por descender al pueblo. Como Cristo, vivir con el pueblo, sufrir con el pueblo, sentir con el pueblo.
Porque no viven ni sufren ni sienten ni piensan con el pueblo, estos años de Perón están pesando sobre sus corazones sin despertar una sola resonancia. Tienen el corazón cerrado y frío. ¡Ah! ¡Si supieran qué lindo es el pueblo, se lanzarían a conquistarlo para Cristo que hoy, como hace dos mil años, tiene misericordia de las turbas!
21. LA RELIGIÓN. Cristo les pidió que evangelizasen a los pobres y ellos no debieron jamás abandonar al pueblo donde está la inmensa masa oprimida de los pobres.
Los políticos clericales de todos los tiempos y en todos los países quieren ejercer el dominio y aún la explotación del pueblo por medio de la iglesia y la religión. Muchas veces, para desgracia de la fe, el clero ha servido a los políticos enemigos del pueblo predicando una estúpida resignación… que no sé todavía cómo puede conciliarse con la dignidad humana ni con la sed de Justicia cuya bienaventuranza se canta en el Evangelio.
También el clero político pretende ejercer en todos los países el dominio y aún la explotación del pueblo por medio del gobierno, lo que también es peligroso para la felicidad del pueblo.
Los dos caminos del clericalismo político y de la política clerical deben ser evitados por los pueblos del mundo si quieren ser alguna vez felices.
Yo no creo, como Lenín, que la religión sea el opio de los pueblos. La religión debe ser; en cambio, la liberación de los pueblos; porque cuando el hombre se enfrenta con Dios alcanza las alturas de su extraordinaria dignidad. Si no hubiese Dios, si no estuviésemos destinados a Dios, si no existiese religión, el hombre sería un poco de polvo derramado en el abismo de la eternidad. Pero Dios existe y por Él somos dignos, y por El todos somos iguales, y ante El nadie tiene privilegios sobre nadie. ¡Todos somos iguales!
Yo no comprendo entonces por qué, en nombre de la religión y en nombre de Dios, puede predicarse la resignación frente a la injusticia. Ni por qué no puede en cambio reclamarse, en nombre de Dios y en nombre de la religión, esos supremos derechos de todos a la justicia y a la libertad. La religión no ha de ser jamás instrumento de opresión para los pueblos. Tiene que ser bandera de rebeldía. La religión está en el alma de los pueblos porque los pueblos viven cerca de Dios, en contacto con el aire puro de la inmensidad.
Nadie puede impedir que los pueblos tengan fe. Si la perdiesen, toda la humanidad estaría perdida para siempre.
Yo me rebelo contra las "religiones" que hacen agachar la frente de los hombres y el alma de los pueblos. Eso no puede ser religión. La religión debe levantar la cabeza de los hombres. Yo admiro a la religión que puede hacerle decir a un humilde descamisado frente a un emperador: "¡Yo soy lo mismo que Usted, hijo de Dios!"
La religión volverá a tener su prestigio entre los pueblos si sus predicadores la enseñan así: como fuerza de rebeldía y de igualdad, no como instrumento de opresión.
Predicar la resignación es predicar la esclavitud. Es necesario, en cambio, predicar la libertad y la justicia.
¡Es el amor el único camino por el que la religión podrá llegar a ver el día de los pueblos!
22. LAS FORMAS Y LOS PRINCIPIOS. Yo vivo con mi corazón pegado al corazón de mi pueblo y conozco por eso todos sus latidos.
Yo sé cómo siente, cómo piensa y cómo sufre. No se me escapa que muchas veces ha sido engañado y que en materia religiosa tiene demasiado prejuicios y acepta numerosos errores.
Yo no me siento autorizada para juzgar sobre este trascendente tema. Mi mensaje está destinado a despertar el alma de los pueblos de su modorra frente a las infinitas formas de la opresión, y una de esas formas es la que utiliza el profundo sentido religioso de los pueblos como instrumento de esclavitud.
El sentimiento religioso debe ser defendido por los pueblos y por eso todas sus deformaciones reclaman una condenación imperdonable.
Yo creo que tanto mal ha hecho a la humanidad los que creen que la religión es una simple colección de formalidades exteriores como aquellos que no ven otra cosa que principios de absoluta rigidez. La religión es para el hombre y no el hombre para la religión, y por eso la religión ha de ser profundamente humana, profundamente popular.
Y para que la religión sea así, profundamente popular; debe volver a ser como antes. Ha de volver a hablar en el lenguaje del corazón que es el lenguaje del pueblo, olvidándose de los ritos excesivos y de las complicaciones teológicas también excesivas.
Cuando al pueblo se le habla con sencillez y con amor; acepta la verdad que se le ofrece. Y con más fe todavía si se le predica con el ejemplo.
Desgraciadamente nuestro pueblo, y acaso todos los pueblos de la tierra, sólo han visto demasiado interés en los predicadores de la fe y acaso por eso mismo, les han cerrado el corazón.
23. LOS PUEBLOS Y DIOS. Muchas veces, en estos años de mi vida, he pensado qué lejos estaban ciertos predicadores y apóstoles de la religión del corazón del pueblo… porque la frialdad y el egoísmo de sus almas no podían contagiar a nadie ni sembrar en las almas el ardor de la fe, que es fuego ardiente.
Yo sé -y lo declaro con todas las fuerzas de mi espíritu- que los pueblos tienen sed de Dios. Y sé también como trabajan sacerdotes humildes en apagar aquella sed. Mi acusación no va dirigida contra éstos, sino contra quienes por egoísmo, por vanidad por soberbia, por interés o por cualquier otra razón indigna a la causa que dicen defender. alejan a los pueblos de la verdad, cerrándoles el camino de Dios.
Dios les exigirá algún día la cuenta precisa y meticulosa de sus traiciones con mucho más severidad que a quienes, con menos teología, pero con más amor; nos decidimos a darlo todo por el pueblo. Con toda el alma, con todo el corazón.
24. LOS AMBICIOSOS. Enemigos del pueblo son también los ambiciosos. Muchas veces los he visto llegar hasta Perón, primero como amigos mansos y leales, y yo misma me engañé con ellos, que proclamaban una lealtad que después tuve que desmentir. Los ambiciosos son fríos como culebras pero saben disimular demasiado bien. Son enemigos del pueblo porque ellos no servirán jamás sino a sus intereses personales. Yo los he perseguido en el movimiento peronista y los seguiré persiguiendo implacablemente en defensa del pueblo.
Son los caudillos. Tienen el alma cerrada a todo lo que no sean ellos. No trabajan para una doctrina ni les interesa el ideal. La doctrina y el ideal son ellos. La hora de los pueblos no llegará con ningún caudillo porque los caudillos mueren y los pueblos son eternos.
Por eso es grande Perón, porque no tiene otra ambición que la felicidad de su pueblo y la grandeza de su Patria. Y porque ha creado una doctrina -una doctrina es un ideal- para que su pueblo siga su doctrina y no su nombre.
Yo pienso, en cambio, que los pueblos cuando encuentran un hombre digno de ellos, no siguen su doctrina, sino su nombre. Porque en el hombre y en el nombre ven encarnarse a la doctrina misma y no pueden concebir la doctrina sin su creador.
Por eso yo no puedo concebir al justicialismo sin Perón, y por eso he declarado tantas veces que yo soy peronista, no justicialista. Porque el justicialismo es la doctrina, en cambio el peronismo es Perón y la doctrina. ¡La realidad viva que nos hizo y que nos hace felices!
Los caudillos en cambio, los ambiciosos, no tienen doctrina porque no tienen otra conducta que su egoísmo. Hay que buscarlos y marcarlos a fuego para que nunca se conviertan en dueños de la vida y las haciendas del pueblo. Yo los he conocido de cerca y de frente, y algunas veces incluso me han engañado, por lo menos momentáneamente.
Hay que identificarlos y hay que destruirlos. La causa del pueblo exige nada más que hombres del pueblo que trabajen para el pueblo, no para ellos. En esto se distinguen los ambiciosos: en que trabajan para ellos; nada más que para ellos. Nunca buscan la felicidad del pueblo; siempre buscan más bien su propia vanidad y enriquecerse pronto. El dinero, el poder y los honores son las tres grandes "causas", los tres "ideales" de todos los ambiciosos. No he conocido ningún ambicioso que no buscase alguna de estas tres cosas o las tres al mismo tiempo. Los pueblos deben cuidar a los hombres que elige para regir sus destinos. Y deben rechazarlos y destruirlos cuando los vean sedientos de riqueza, de poder o de honores. La sed de riquezas es fácil de ver. Es lo primero que aparece a la vista de todos.
Sobre todo a los dirigentes sindicales hay que cuidarlos mucho.
Se marean también ellos y no hay que olvidar que cuando un político se deja dominar por la ambición es nada más que un ambicioso; pero cuando un dirigente sindical se entrega al deseo de dinero, de poder o de honores es un traidor y merece ser castigado como un traidor. El poder y los honores seducen también intensamente a los hombres y los hacen ambiciosos. Empiezan a trabajar para ellos y se olvidan del pueblo.
Esta es la única manera de identificarlos. El pueblo tiene que conocerlos y destruirlos.
Solamente así, los pueblos serán libres. Porque todo ambicioso es un prepotente capaz de convertirse en un tirano. ¡Hay que cuidarse de ellos como del diablo!
25. Si alguien me preguntase, en estos momentos difíciles y amargos de mi vida, cuál es mi deseo más ferviente y cuál mi voluntad más absoluta, yo les diría: vivir eternamente con Perón y con mi pueblo.
Muchas veces, en las horas largas y duras de mi enfermedad, he deseado vivir no por mí, que ya he recibido de la vida todo cuanto podía pedir y más todavía, sino por Perón y por mis "grasitas", por mis descamisados.
La enfermedad y el dolor me han acercado a Dios y he aprendido que no es injusto todo esto que me está sucediendo y que me hace sufrir.
Yo tenía todas las posibilidades de tomar; cuando me casé con Perón, el camino equivocado que conduce al mareo de las altas cumbres.
En cambio Dios me llevó por los caminos de mi pueblo y por haberlo seguido he llegado a recibir como nadie el cariño de los hombres, de las mujeres, de los niños y de los ancianos.
Pero le pido a Dios que me dé algunas vacaciones en mi sufrimiento
26. EL GRAN DELITO. Muchas veces, sobre todo en los años de la revolución, oía como los altos jefes militares trataban de disuadir al Coronel de su amor por el pueblo.
Ellos no concebían que un oficial superior pudiese entregarse así a "la chusma".
Al principio creían que el Coronel hacia demagogia para conquistar el poder. Fue entonces cuando, envidiosos del éxito de Perón, le hicieron la primera revolución, le exigieron su renuncia y lo encarcelaron en Martín García.
Pero felizmente el pueblo ya lo había conocido a Perón, y ya no veía en él al jefe militar con vocación de dictador; sino al compañero cuyo corazón había sentido el dolor de nuestra raza.
Y el pueblo se lanzó a la calle dispuesto a todo. Los jefes militares de la reacción huyeron asustados y la oligarquía se escondió con ellos. Fue el 17 de octubre de 1945. Después, las cosas cambiaron. El Coronel, ya Presidente, siguió fiel a sus descamisados. Ya no podía ser que fuese demagogo, como decían. Era cierto entonces aquello de que Perón, un jefe militar; concedía importancia fundamental a los trabajadores de su pueblo. Y a medida que los trabajadores se organizaban constituyendo la más poderosa fuerza del país, la oligarquía infiltrada también en las fuerzas armadas preparaba la reacción.
Yo he presenciado la dura batalla de Perón con el privilegio de la fuerza, tan dura como las luchas contra el privilegio del dinero o de la sangre. Yo sé lo que ha sufrido, aunque he tenido el raro y maravilloso privilegio de ser algo así como el escudo donde se estrellaron siempre los ataques de sus enemigos.
Ellos, cobardes como todos los traidores, nunca lo atacaron de frente, lo atacaron por mí… ¡Yo fui el gran pretexto! Cumplí mi tarea gozosa y feliz, parando los golpes que iban dirigidos a Perón. Sin embargo los que no me querían a mí, siempre terminaron por alejarse de Perón. De alguna manera se fueron… ¡Y muchos lo traicionaron!
La verdad, la auténtica y pura verdad, es que la gran mayoría de los que no quisieron a Perón por mi, tampoco lo quieren sin mi.
En cambio el pueblo, los descamisados, los obreros, las mujeres, que me quieren a mí más de lo que merezco, son fanáticos de Perón hasta la muerte.
En el pueblo reside la fuerza de Perón, no en el ejército. Solamente el pueblo lo quiere a Perón con fanatismo y sinceridad. Y cuando en los últimos tiempos algunos oficiales de las fuerzas armadas quisieron "terminar con Perón, tuvieron que enfrentarse con el pueblo que rodeó a su Líder; oponiendo a los traidores el pecho descubierto, la fuerza infinita del corazón.
Aún en el ejército, los hombres leales, aún las que cayeron en defensa de Perón, fueron hombres del pueblo, humildes pero nobles y fieles ante la defección traidora de la oligarquía. Aquel día, el 28 de septiembre, yo me alegré profundamente de haber renunciado a la vicepresidencia de la República el 22 y el 31 de agosto. Si no, yo hubiese sido otra vez el gran pretexto. En cambio, la revolución vino a probar que la reacción militar era contra Perón, contra el infame delito cometido por Perón al "entregarse" a la voluntad del pueblo, luchando y trabajando por la felicidad de los humildes y en contra de la prepotencia y de la confabulación de todos los privilegios con todas las fuerzas de la antipatria.
¡Este es el gran delito de Perón! El gran delito que yo bendigo desde el fondo de mi corazón descamisado. En mí, no tiene importancia ni tiene valor todo lo que yo siento de amor y de cariño por mi pueblo, porque yo vine del pueblo, yo sufrí con el pueblo.
En cambio, el amor de Perón por los descamisados vale infinitamente más, porque dada su condición de coronel, el camino más fácil de su vida era el de la oligarquía y sus privilegios. En cambio se decidió por el pueblo, contra toda probabilidad, venciendo las resistencias de muchos compañeros y abrazó nuestra causa definitivamente.
¡Cometió el gran delito!
Pienso que, cometiéndolo, salvó él sólo a las fuerzas armadas de mi Patria del descrédito y del deshonor. Si Perón no fuese militar; nuestro pueblo estaría convencido de que las fuerzas armadas son un reducto de la oligarquía. Los militares tienen, en este año de Perón, la gran oportunidad de asegurarse el porvenir ayudándolo en su tarea de servir al pueblo, partiendo de la base fundamental de que eso no es delito: es servir a la Patria.
27. MI VOLUNTAD SUPREMA. Quiero vivir eternamente con Perón y con mi Pueblo.
Esta es mi voluntad absoluta y permanente y será también por lo tanto cuando llegue mi hora, la última voluntad de mi corazón.
Donde esté Perón y donde estén mis descamisados allí estará siempre mi corazón para quererlos con todas las fuerzas de mi vida y con todo el fanatismo de mi alma.
Si Dios llevase del mundo a Perón antes que a mí, yo me iría con él porque no sería capaz de sobrevivir sin él, pero mi corazón se quedaría con mis descamisados, con mis mujeres, con mis obreros, con mis ancianos, con mis niños para ayudarlos a vivir con el cariño de mi amor; para ayudarlos a luchar con el fuego de mi fanatismo y para ayudarlos a sufrir con un poco de mis propios dolores. He sufrido mucho, pero mi dolor valía la felicidad de mi pueblo y yo no quise negarme -no quiero negarme-, acepto sufrir hasta el último día de mi vida si eso sirve para restañar alguna herida o enjugar alguna lágrima.
Pero si Dios me llevase del mundo antes que a Perón, yo quiero quedarme con él y con mi pueblo, y mi corazón y mi cariño y mi alma y mi fanatismo seguirán en ellos, seguirán viviendo en ellos, haciendo todo el bien que falta, dándoles todo el amor que no les pude dar en los años de mi vida, y encendiendo en sus almas todos los días el fuego de mi fanatismo que me quema y me consume como una sed amarga e infinita.
Yo estaré con ellos para que sigan adelante por el camino abierto de la justicia y de la libertad hasta que llegue el día maravilloso de los pueblos.
Yo estaré con ellos peleando en contra de todo lo que no sea pueblo puro, en contra de todo lo que no sea la "ignominiosa" raza de los pueblos.
Yo estaré con ellos, con Perón y con mi Pueblo, para pelear contra la oligarquía vendepatria y farsante, contra la raza maldita de los explotadores y de los mercaderes de los pueblos. Dios es testigo de mi sinceridad. Él sabe que me consume el amor de mi raza, que es el pueblo.
Todo lo que se opone al pueblo me indigna hasta los limites extremos de mi rebeldía y de mis odios, pero Dios sabe también que nunca he odiado a nadie por si mismo, ni he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a mis obreros, a mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes nadie defendió jamás con más sinceridad que Perón y con más ardor que "Evita". Pero es más grande el amor de Perón por el pueblo que mi amor; porque él, desde su privilegio militar; supo encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio, nací en el pueblo y sufrí en el pueblo. Tengo carne y alma y sangre del pueblo. No podía hacer otra cosa que entregarme a mi pueblo. Si muriese antes que Perón, quisiera que esta voluntad mía, la última y definitiva de mi vida, sea leída en acto público en la Plaza de Mayo, en la Plaza del 17 de Octubre, ante mis queridos descamisados. Quiero que sepan, en ese momento, que quise y que quiero a Perón con toda mi alma y que Perón es mi sol y mi cielo. Dios no me permitirá que mienta si yo repito en este momento una vez más, como León Bloy, que "no concibo el cielo sin Perón".
Pido a todos los obreros, a todos los humildes, a todos los descamisados, a todas las mujeres, a todos los pibes y a todos los ancianos de mi Patria que lo cuiden y lo acompañen a Perón como si fuese yo misma.
Quiero que todos mis bienes queden a disposición de Perón como representante soberano y único del pueblo.
Deseo que todos mis bienes, que considero en gran parte patrimonio del pueblo y del movimiento peronista, que es del pueblo, y que todo lo que dé "La Razón de mi Vida" y "Mi Mensaje", sea considerado como propiedad absoluta de Perón y del pueblo argentino.
Mientras viva Perón, él podrá hacer lo que quiera de todos mis bienes: venderlos, regalarlos e incluso quemarlos si quisiera, porque todo en mi vida le pertenece, todo es de él, empezando por mi propia vida que yo le entregué por amor y para siempre, de una manera absoluta.
Pero después de Perón, el único heredero de mis bienes debe ser el pueblo y pido a los trabajadores y a las mujeres de mi pueblo que exijan por cualquier medio el cumplimiento inexorable de esta voluntad suprema de mi corazón que tanto los quiso.
Todos los bienes que he mencionado y aún los que hubiese omitido deberán servir al pueblo, de una o de otra manera.
El dinero de "La Razón de mi Vida" y de "Mi Mensaje", lo mismo que la venta o el producido de mis propiedades, deberá ser destinado a mis descamisados.
Quisiera que se constituya con todos esos bienes un fondo permanente de ayuda social para los casos de desgracias colectivas que afecten a los pobres y quisiera que ellos lo aceptasen como una prueba más de mi cariño.
Deseo que en estos casos, por ejemplo, se entregue a cada familia un subsidio equivalente a los sueldos y salarios de un año, por lo menos.
También deseo que, con ese fondo permanente de Evita, se instituyan becas para que estudien los hijos de los trabajadores y sean así los defensores de la doctrina de Perón, por cuya causa gustosa daría mi vida.
Mis joyas no me pertenecen. La mayor parte fueron regalos de mi pueblo. Pero aún las que recibí de mis amigos o de países extranjeros, o del General, quiero que vuelvan al pueblo.
No quiero que caigan jamás en manos de la oligarquía y por eso deseo que constituyan, en el Museo del Peronismo, un valor permanente que sólo podrá ser utilizado en beneficio directo del pueblo.
Que así como el oro respalda la moneda de algunos países, mis joyas sean el respaldo de un crédito permanente que abrirán los bancos del país en beneficio del pueblo, a fin de que se construyan viviendas para los trabajadores de mi Patria.
Desearía también que los pobres, los ancianos, los niños, mis descamisados, sigan escribiéndome como lo hacen en estos tiempos de mi vida y que el monumento que quiso levantar para mí el Congreso de mi Pueblo recoja las esperanzas de todos y las convierta en realidad por medio de mi Fundación, a la que quiero siempre pura como la concebí para mis descamisados.
Así yo me sentiré siempre cerca de mi pueblo y seguiré siendo el puente de amor tendido entre los descamisados y Perón.
Por fin, quiero que todos sepan que si he cometido errores los he cometido por amor y espero que Dios, que ha visto siempre mi corazón, me juzgue no por mis errores ni mis defectos, ni mis culpas, que fueron muchas, sino por el amor que consume mi vida. Mis últimas palabras son las mismas del principio: quiero vivir eternamente con Perón y con mi Pueblo.
Dios me perdonará que yo prefiera quedarme con ellos, porque él también está con los humildes y yo siempre he visto en cada descamisado un poco de Dios que me pedía un poco de amor que nunca le negué.
28. UNA SOLA CLASE. Es necesario que los hombres y mujeres del pueblo sean siempre sectarios y fanáticos y no se entreguen jamás a la oligarquía.
No puede haber; como dice la doctrina de Perón, más que una sola clase: los que trabajan.
Es necesario que los pueblos impongan en el mundo entero esta verdad peronista.
Los dirigentes sindicales y las mujeres que son pueblo puro no pueden, no deben entregarse jamás a la oligarquía.
Yo no hago cuestión de clases. Yo no auspicio la lucha de clases, pero el dilema nuestro es muy claro: la oligarquía que nos explotó miles de años en el mundo tratará siempre de vencemos.
Con ellos no nos entenderemos nunca, porque lo único que ellos quieren es lo único que nosotros no podremos darle jamás: nuestra libertad.
Para que no haya luchas de clases, yo no creo, como los comunistas, que sea necesario matar a todos los oligarcas del mundo. No, porque seria cosa de no acabar jamás, ya que una vez desaparecidos los de ahora tendríamos que empezar con nuestros hombres convertidos en oligarcas, en virtud de la ambición, de los honores, del dinero o del poder.
El camino es convertir a todos los oligarcas del mundo: hacerlos pueblo, de nuestra clase y de nuestra raza.
¿Cómo? Haciéndolos trabajar para que integren la única clase que reconoce Perón: la de los hombres que trabajan. El trabajo es la gran tarea de los hombres, pero es la gran virtud.
Cuando todos sean trabajadores, cuando todos vivan del propio trabajo y no del trabajo ajeno, seremos todos más buenos, más hermanos, y la oligarquía será un recuerdo amargo y doloroso para la humanidad.
Pero, mientras tanto, lo fundamental es que los hombres del pueblo, los de la clase que trabaja, no se entreguen a la raza oligarca de los explotadores.
Todo explotador es enemigo del pueblo. ¡La justicia exige que sea derrotado!
Declaro que pertenezco ineludiblemente y para siempre a la "ignominiosa raza de los pueblos". De mi no se dirá jamás que traicioné a mi pueblo, mareada por las alturas del poder y de la gloria. Eso lo saben todos los pobres y todos los ricos de mi tierra, por eso me quieren los descamisados y los otros me odian y me calumnian.
Nadie niega en mi Patria que, para bien o para mal, yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle. Por eso, porque sigo pensando y sintiendo como pueblo, no he podido vencer todavía nuestro "resentimiento" con la oligarquía que nos explotó.
¡Ni quiero vencerlo! Lo digo todos los días con mi vieja indignación descamisada, dura y torpe, pero sincera como la luz que no sabe cuando alumbra y cuando quema. Como el viento que no distingue entre borrar las nubes del cielo y sembrar la desolación en su camino. No entiendo los términos medios ni las cosas equilibradas. Sólo reconozco dos palabras como hijas predilectas de mi corazón: el odio y el amor.
Nunca sé cuando odio ni cuando estoy amando, y en este encuentro confuso del odio y del amor frente a la oligarquía de mi tierra -y frente a todas las oligarquías del mundo- no he podido encontrar el equilibrio que me reconcilie con las fuerzas que sirvieron antaño entre nosotros a la raza maldita de los explotadores.
panchi b