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El rey Midas


  1. El Rey Midas
  2. Transporte y distribución de cementos
  3. Transporte y distribución de combustible
  4. Construcción de viviendas
  5. Fábrica de zapatos
  6. Fábrica de cerámicas
  7. Fábrica de cocinas empotradas

(the goldtree`s chessplayer)

Como mantenerse despierto en un pueblo adormecido, y se evita el ruido para no despertarlo.

Cuando era un niño, acostumbraba leer todo lo que cayera en mis manos sobre culturas antiguas, a los siete años hablaba con propiedad sobre las civilizaciones primigenias de Europa, leía con voracidad a los filósofos antiguos, a los poetas, los dramaturgos, los políticos, etc.

En otras palabras era un erudito en mitología: griega, romana, druida, etrusca, escandinava, Maya, Inca, etc. Estas lecturas me ayudaban a no pasar desapercibido en las reuniones con mayores; hablaba sobre cualquier tema; pero, también había aprendido a callar cuando era necesario, encendía discusiones más nunca polemizaba solamente estudiaba puntos de vista.

Como había viajado por toda Europa siendo un niño (chessplayer), me había maravillado con las reliquias de los museos, visitado las ruinas arqueológicas, me había convertido en un fanático de estas culturas y quería ser mejor que Champolionne, descifrando lenguas antiguas.

En una de estas lecturas encontré un personaje que lo recordé por mucho tiempo; y me fue útil cuando me encontré en situaciones parecidas; ese personaje de fábula era El REY MIDAS.

EL REY MIDAS

(Fábula griega)

Un antiguo reino de Grecia, tenía por gobernante un valiente y poderoso guerrero, con un gran ejército que había conquistado todos los reinos vecinos conocidos, se sentía el hombre más poderoso del mundo, el humano más amado por los dioses, que cumplían todos sus deseos.

Pasaba todo su tiempo en fiestas, libaciones y con mujeres, las adulaciones de sus acompañantes comenzaron a desequilibrar su mente.

Un día decidió hacer magnificas ofrendas a los dioses para solicitar un favor, que le habían hecho creer, era lo máximo que un hombre mortal podía poseer, para ser el mas importante de los mortales: pidió con fervor y angustia que los dioses se condolieron de él y decidieron cumplir con el favor solicitado; ¿pero que había pedido El rey midas?

Que todo lo que él tocara, se volviera oro, los dioses le dijeron, tú deseo será cumplido a cabalidad.

El rey se retiro feliz de gozo.

Los problemas comenzaron al salir del templo, cuando tocó sù coche este se convirtió en oro macizo y se sintió feliz, al ver que era el preferido de los dioses, en un salto del coche, tocó al cochero e inmediatamente quedo convertido en una estatua de oro macizo; y pensó, ahora tengo más oro, aunque me toca conducir, en el trayecto el caballo comenzó a cojear, el Rey se bajo a revisarlo, al tocarlo, ipso facto, quedó hecho una pieza de oro puro, pensó esto es fantástico, aunque le toco caminar hasta su palacio. Su mujer salió a abrazarlo y quedó convertida en una linda estatua de oro; y pensó, aún me quedan otras mujeres, luego vino su hijo preferido y lo abrazo y le paso lo mismo; y pensó lo mismo, comenzó a darse cuenta del problema en el que estaba metido, cuando tuvo hambre y sed, ya que, la comida y el agua que tocaba se le convertían en oro en las manos, y los acompañantes, sin acercársele mucho, le aplaudían a rabiar.

Siete días duró el Rey en esa situación, convirtiendo en oro todo lo que tocaba, al cabo de los cuales murió de sed y hambre; los amigos lo enterraron sin homenajes, por el temor a tocarlo y quedar convertidos en piezas de oro, que disfrutarían los otros.

Esta historia venia a mi memoria, cada vez que alguien me proponía un negocio y mi cerebro de "chessplayer" se encargaba del resto analizando las situaciones y sus posibilidades y mi cerebro de contador analizaba las cuentas y sus posibilidades; y solamente cuando lo había estudiado muy bien, me lanzaba y emprendía el negocio propuesto, sin importar los riesgos, pues, mientras más difícil más interesante el reto. Y las veces que estos negocios salían mal y perdía algo de dinero, lo tomaba como una experiencia que necesitaba que mejorara la estrategia de acción; y cada vez avanzaba en el aprendizaje del comercio. No hay nada más difícil para un intelectual que tratar de comprender las leyes que rigen las transacciones comerciales y sus vicios.

Solamente tenía veinte años y me encontraba en el paraíso, Venezuela 1975, inicio de años de bonanza económica, crecimiento urbanístico y poblacional, corrupción desatada, crecimiento comercial e industrial, nuevo riquismo por doquier.*

Lo aprendido durante los estudios para la licenciatura en administración de empresas y contaduría publica. Y los viajes por el mundo entero como "chessplayer", me ofrecían un universo infinito de oportunidades, para poner en práctica las teorías, resolver los teoremas y convertirlos en axiomas.

Todo esto a cuenta de renunciar a mi mayor sueño de la infancia: ser gran maestro de Ajedrez.

Pero como dijo aquel Rey Francés, "París, bien vale una misa".

Emprendí con ahínco y dedicación las metas propuestas y he aquí una parte de la historia, , del "chessplayer" que decidió tomar la vida como un juego que había que ganar.

*Leer El Contador (the accountant chessplayer)Del mismo autor.

Cuando llegué al país, me residencie en la casa de un amigo que había conocido en un torneo internacional de ajedrez; que me había invitado a visitarlo; en esa época yo era un indiecito muy gracioso (1.59cms de altura y 72kg de peso) que maravillaba a todos por mi forma de hablar; con acento mexicano y con propiedad sobre todos los temas de conversación, había viajado por todo el mundo como jugador de ajedrez (chessplayer), conocido muchos lugares y a mucha gente, otras culturas y costumbres.

La familia de mi amigo me acepto muy cordialmente, me mostraron la ciudad.

Fuimos a las playas, todo me pareció grandioso, sentía que me encontraba en el paraíso terrenal con la mejor gente del mundo.

Hice muchos amigos rápidamente, estudie la situación y decidí quedarme a vivir y hacer mi futuro aquí.

El padre de mi amigo era un viejo contador técnico que había levantado una numerosa familia, 9 hijos, con una pequeña oficina de contabilidad y haciendo las veces de gestor de documentos públicos. Acordamos trabajar en conjunto, por y para la familia, reorganizar la oficina.

Había aprendido en la universidad, todas las teorías administrativas, organización, procedimientos y métodos para la producción de bienes y servicios; desde el inicio de la revolución industrial del siglo XVII con "la riqueza de las naciones" de Adán Smith, los sistemas de producción según las teorías de Marx, Engels, Lenin, Henry Fayot, Henry Ford, Spiridonova, etc. Y me mantenía al día estudiando los métodos de producción de los capitalistas modernos y sus estrategias para explotar las riquezas de las naciones y empobrecer a sus pueblos.

En otras palabras, era un profesional con buena formación académica, bien informado de los movimientos bursátiles y económicos a nivel mundial; en el paraíso terrenal y con un futuro infinito de crecimiento económico, por ser un país con poca población y grandes e incalculables riquezas naturales; todo sustentado en una prodigiosa memoria fotográfica, que técnicamente retenía todo lo que leía y estaba entrenada para recordar y analizar situaciones similares inmediatamente, todo esto aprendido desde la primera infancia, como jugador profesional de ajedrez.

El ajedrez me había enseñado, que para emprender una partida (empresa), había que tener en cuenta los siguientes principios:

  • 1- Estudiar el campo de acción.

  • 2- Estudiar al adversario de turno.

  • 3- Planificar el sistema a utilizar (plan de juego)

  • 4- Desarrollar la partida según el plan establecido, aunque muchas veces no da resultado, se aprenden nuevas variantes que ayudan a mejorar el plan inicial.

  • 5- Llevar la partida (empresa) a buen termino ganar o empatar cuando el adversario es superior en recursos técnicos (económicos).

  • 6-  Hacer amigos (no adversarios)

Con este bagaje de conocimientos decidí emprender mi primer gran negocio:

  • Oficina de asesoramiento comercial e industrial (O.D.A.C.E.I)

Cuando me llevaron a conocer la ciudad de Valencia, visitamos la zona industrial que estaba en pleno crecimiento, y que llegaría a ser la mayor de América latina, el comercio de la ciudad y las nuevas urbanizaciones que albergarían a los nuevos habitantes que atraería la industria y los nuevos centros comerciales, se vivía un increíble "Boom" económico.

Me inscribí en la universidad para estudiar la reválida de mis estudios, lo cual fue, de corto trámite; reorganizamos la oficina con una estrategia muy bien elaborada para captar clientes.

Como era mi costumbre, en mi proceso de adaptación a los usos y costumbres del país que visitaba; me dedique con ahínco a estudiar todas las leyes, reglamentos, códigos que regían al país, en poco tiempo los conocía de memoria; me inscribí en el colegio nacional de contadores públicos y administradores de empresa, era un criollo más; era el momento de comenzar a trabajar.

Como en la familia del anciano, todos eran estudiantes universitarios; contábamos con un yerno economista, un yerno medico veterinario, un yerno publicista, un yerno vendedor, un hijo ingeniero industrial, un contador técnico, un abogado, una maestra, una lic. En educación, una economista, una secretaria y el menor, estudiante de medicina y buen deportista; los temas de conversación eran amenos y cordiales, les planteé la idea que tenía sobre reorganizar la oficina, contando con sus conocimientos cuando la situación lo ameritara, todos estuvieron de acuerdo ya que podríamos aumentar los ingresos familiares, ampliando la gama de servicios prestados.

Para captar clientela, asesorarlos y llevarles la contabilidad, diseñé una estrategia genial.

En Venezuela, en esa época 1975, casi nadie pagaba impuestos nacionales, estadales, ni municipales; los gobiernos evitaban cobrarlos para mantener a la población adormecida, y no reclamaran sus derechos sobre los ingresos petroleros, que los políticos, oligarcas y empresas transnacionales usufructuaban, saqueando a la nación. Pero las leyes existían y prometían ser muy severos con los evasores.

Habiendo observado que la mayoría de los propietarios de empresas industriales, comerciales y agrícolas eran extranjeros; que si sabían de los riesgos que se corrían es sus países de origen por la evasión de impuestos.

Prepare un folleto con todas las leyes que existían sobre impuestos nacionales, estadales y municipales y sus respectivas sanciones.

Al final identificaba la oficina de asesoramiento y los servicios que prestábamos en grandes números rojos el número telefónico.

El efecto fue inmediato; nos llamo numerosa gente angustiada para que les informáramos los costos y alcance de los servicios; esta información era rematada con otra estratagema muy ingeniosa; le había dicho al anciano que me presentara como su alumno, el cual le explicaría los alcances, prontitud, amplitud y costos de los servicios; todos los clientes visitados aceptaron sin vacilar, porque si eso sabia el alumno, que no sabría el maestro; se sentían seguros con nuestros asesoramiento.

La oficina creció vertiginosamente, contratamos más contadores, abogados, ingenieros de todas las ramas, varios auxiliares de contabilidad para los registros en libros de contabilidad.

El primer año recuerdo más de 300 empresas, grandes y pequeñas, cobrábamos según las posibilidades de cada negocio, y la trampa estaba en atender inmediatamente sus necesidades. En un país donde todo se dejaba; y se sigue dejando para última hora, la solución de los problemas, en poco tiempo ganamos fama y bastante clientela y dinero.*

*Leer "El contador (The accountant chessplayer)"

Del mismo autor.

A cada negocio que contrato mis servicios, le dedique tiempo para aprender e involucrarme en su funcionamiento; sugiriendo ideas para aumentar la producción con mejores métodos y organización. Así me hice amigos de muchos empresarios, yugoslavos, griegos, árabes, portugueses, españoles, italianos, etc. Que cuando decidieron regresar a sus países de origen, me vendían sus negocios en agradecimiento.

Así compre muchos negocios, los mejore y los vendí, ya que nunca me pareció buen negocio perder la vida cuidando dinero, o siendo la envidia de todos, ya que el dinero no tiene amigos, ni amor.

En este ensayo, me referiré a las empresas que exigieron lo mejor de mis capacidades, habilidades y conocimientos.

Transporte y distribución de cementos

Cuando acudieron a la oficina, dos ancianos propietarios de dos gandolas Chuto Mack y sus bateas con un cupo en una fábrica de cementos, a solicitar mis servicios, les pregunte cuales eran sus necesidades y aspiraciones en el tiempo. Como veía inmediatamente el crecimiento de la construcción de viviendas, vi la oportunidad de un gran negocio; ellos aspiraban llegar a tener seis vehículos cada uno, y vivir cómodamente sus últimos días, les propuse ayudarlos a realizar sus sueños muy rápidamente, asociándome con ellos, así mismo hicieron.

Con mi facilidad natural para hacer amigos, viaje a las fábricas de cemento existentes en el país, recorrí todo el territorio, Táchira, Zulia, Aragua, Anzoátegui, falcón, Caracas; y conseguí cupos seguros en todas partes, conseguí crédito con las distribuidoras de vehículos, todo iba viento en popa, cuando tuvimos 18 vehículos, dividimos la sociedad y decidí actuar sólo; como había cumplido fielmente a mis obligaciones, fué fácil adquirir mas equipos y vehículos, llegando a obtener 40 en dos años, todos me querían vender vehículos, por ser dinero seguro, los mantuve hasta el año 1984, año en el decidí salir del negocio; traspase los vehículos a los chóferes a cuenta de prestaciones sociales, todos quedaron felices, ya que seguí conservando los cupos en las fabricas de cemento.

Transporte y distribución de combustible

Los vehículos de la distribución de cementos hacían necesarias grandes cantidades de combustible seguro. Entre los clientes de la oficina de contadores, había dos transportes de combustibles, uno de ellos propiedad, de colombianos que querían regresar a su país, les hice una buena oferta y realizamos el traspaso; eran dos vehículos ya bastante viejos y tenían un cupo pequeño de llenado.

La oficina también había prestado servicios a empresas contratistas en la construcción de la refinería El Palito en Puerto Cabello. Y había hecho amigos entre los operadores de la planta. Fue fácil ampliar el cupo y renovar los equipos, llegando a contar en poco tiempo con veinte (20); igualmente usando el mismo procedimiento fueron traspasados a sus chóferes en 1984.

La razón lógica para salir de tan buenos negocios, era, que con el paso de los años, los vehículos, con el uso y el abuso de los chóferes, se volvía una carga muy pesada, los accidentes se hacían frecuentes, los seguros ya no querían asegurarlos, la situación económica del país; era el momento correcto, el tiempo lo confirmaría.

Ya se había ganado lo suficiente y no tenia tiempo para atender estos negocios y sus problemas.

Había visto, muchos negocios, quebrar por el empeño de sus dueños en mantenerlos a flote y otros muchos que habían salvado sus capitales, por saber el momento exacto, para renunciar a ellos.

Construcción de viviendas

Todo comenzó con una pequeña fabrica de bloques de concreto y compra-venta de materiales de construcción, que me vendió un cliente cansado de la escasez de mano de obra. Estudié la problemática y sus posibilidades que me parecieron infinitas por la proliferación de urbanizaciones en construcción, y consolidación de barrios.

Diseñé y fabriqué máquinas muy sencillas y de alta tecnología, que permitían fabricar hasta seis mil (6000) bloques diarios en un turno; y eran de tal calidad, que los bloques fabricados en el día, se despachaban el mismo día por la demanda, sin mayor perdida, por manejo y transporte; todo esto con ocho (8) trabajadores con buenos sueldos, había logrado la estabilidad laboral, muchos querían trabajar allí.

Para terminar la dependencia de factores ajenos, adquirí vehículos: dos (2) volteos, dos (2) camiones 750 para reparto y dos (2) camiones 350 para repartos menores, contrate un gerente de planta y una secretaria.

Todos los problemas estaban resueltos, nunca faltaría cemento, les abrí cupo fijo y seguro en la distribuidora; para la arena visite areneras en estados vecinos Aragua, Cojedes y Yaracuy, por si alguna vez escaseaba en las locales, como efecto sucedió varias veces, por contingencias varias; para tener agua sin falta, se abrió un pozo y se le colocó un molino de viento. El gerente de planta era un buen mecánico y resolvía los problemas inmediatamente. Y los que no podía, igualmente les buscaba solución inmediata, los obreros eran estables, las ventas nos obligaban a producir más, y en su defecto comprábamos a bloqueras vecinas, además desde el primer momento se amplio la gama de productos y se distribuían ladrillos, tabelones, bloques de arcilla, Aliven, hierro, cemento, arenas, zinc, asbesto, etc.

Con todos los insumos disponibles, solamente me quedaba fabricar viviendas, lo cual hice sin problemas por un tiempo, gané mucho; pero la escasez de mano de obra calificada de calidad, complicaba cumplir con los tiempos estipulados y se encarecían los costos; había dejado de ser un buen negocio y había que salir de el.

Mantuve la venta de materiales hasta 1992, las empresas privadas y las del gobierno retrasaron sus pagos, creí llegado el momento de salir del negocio.

Fábrica de zapatos

En el tiempo adquirí 3, estudie el negocio las reorganice, las hice rentables y las vendí, no era para mi.

Fábrica de cerámicas

Me asocié con unos políticos que consiguieron créditos con el gobierno; organicé la fabrica, la puse en funcionamiento; pero como había aprendido a no confiar en políticos, vendí mi parte en el momento oportuno; gané bastante.

En el tiempo me asocié o adquirí todo tipo de negocios, mientras fuera legal, restaurantes, curtiembres de cuero, talleres de latonería y pintura, torno y fresa; etc. Y solamente conservé en el tiempo: la distribuidora de materiales de construcción.

Fábrica de cocinas empotradas

Uno de los clientes de la oficina de contadores, era un portugués de 42 años, con una pequeña carpintería en un pequeño local de su casa, era despierto para los negocios, quería hacer dinero y regresar a Portugal.

Como era buen carpintero, le sugerí que se enfocara en producir una sola cosa, le pareció la más sencilla y lucrativa, fabricar cocinas empotradas; era una industria nueva y poco conocida. Al poco tiempo el negoció unos locales en un moderno edificio, el primer gran centro comercial y de oficinas de la ciudad, con gran afluencia de público; instaló una novedad, la primera exhibición de cocinas empotradas de la ciudad, el éxito fue inmediato y rotundo, se vio obligado a mudar el taller a un sitio lejano de su casa, pero céntrico y de fácil acceso.

Lo amplió, también le colocó una exhibición al frente y para llamar más la atención, alquiló unos locales a una licorería, una venta de flores, estaba al frente del cementerio principal de la ciudad; una venta de cristales automotrices y una farmacia; nunca faltaría público que viera la fábrica de cocinas empotradas y la calidad de sus productos.

Me había hecho muy amigo del Portugués, y me solicitó, más tiempo de atención en sus negocios, lo cual hice con mucho placer, ocupábamos los días sábados y domingos a dar mantenimiento a la maquinaria del taller; nos habíamos vuelto inseparables y salíamos a rumbear muy seguido, gozaba mucho con mi habilidad de hablar con acento mexicano para atraer a mujeres bellas a nuestra mesa y compartir la velada.

Aprendí todo lo que se debe saber sobre la carpintería, maquinaria y producción de muebles.

A los cinco (5) años, el portugués creyó haber hecho suficiente dinero ;y que era hora de regresar a Portugal. En agradecimiento por los consejos y amistad, me ofreció en venta el negocio, por un precio irrisorio, era un regalo; se fué y más nunca volví a verle.

Estudié la situación, el mercado nacional; y conseguí una mina de oro. Amplié el local, compré más y modernas maquinarias, contraté personal con buenos sueldos, los organicé por departamentos y abrí locales de exhibición en todas las capitales de estado del occidente del país; en esa época el oriente no presentaba polos de desarrollo habitacional por lo tanto, no era buen mercado, que ameritara expandirse; compré vehículos para la distribución, el éxito fue extraordinario.

Hasta 1992; cuando al igual que mi pueblo de origen, los Mayas, desaparecí sin dejar rastros, entre en una etapa de mi vida, conocida por los japoneses como Kagemusha.

 

 

Autor:

Francisco A. Osorio P.

Proyecto Utatlán

Serie:

El Contador

(The accountant chessplayer)