Ameghino, Darío, Lugones: La fe en el progreso científico y los bordes del positivismo
Enviado por César Agustín Flores
- Resumen
- Introducción
- Lo minúsculo y lo mayúsculo
- Los opuestos complementarios
- La macro metáfora
- La genealogía de Ricardo Rojas
- Conclusión
- Bibliografía
Resumen
En este texto se analizarán las problemáticas abordadas por tres escritores latinoamericanos de principios de siglo XX: Florentino Ameghino, Ruben Darío y Leopoldo Lugones. De esta manera, se intentará reflexionar sobre el "espíritu de época" del pensamiento latinoamericano a principios de ese siglo.
Se interpelará principalmente el crecimiento de la metrópolis y, en consiguiente, el ascenso de la ciencia positivista como único pensamiento válido para pensar la sociedad y la naturaleza en esa época sociohistórica. De esta manera, se encontrarán ciertos parámetros para pensar las tensiones que genera el positivismo en los procesos de escritura y de reflexión de la realidad circundante.
"¿El mundo verdadero es inaccesible? En todo caso, no hemos tenido acceso a él. Y no habiendo tenido acceso a él, es desconocido. Por consiguiente, no puede servir de consuelo, no puede ser liberador, no puede obligar; ¿Qué obligación podría imponernos una cosa desconocida?… (Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo)" Friedrich Nietzsche, El ocaso de los ídolos
Nietzsche rompe a martillazos, en esta cita, al positivismo. Lo descoloca, encuentra interpretaciones cuando otros quieren encontrar verdades absolutas. Pero ¿Cómo viene a trabajar esta cita en una lectura que intenta acercar a Florentino Ameghino con Ruben Darío y Leopoldo Lugones? El buscador de huesos, "el loco de los huesos" según los habitantes de Luján y Mercedes, sigue funcionando un poco en nuestra argentina actual como ese Friedrich descreído de los espejitos de colores de la ciencia.
1 Mariano Ezequiel Massone realizó una adscripción a la cátedra de Teoría Literaria III de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires a cargo del Prof. Miguel Vitagliano. El presente trabajo resume algunos de los planteos y resultados obtenidos a partir de esa adscripción, realizada en el período 20112015 bajo la dirección de la Prof. Laura Estrín.
Horacio González emparenta, a través de un ensayo que escribe un joven Lugones (todavía anarquista), dos discursos: el de Ameghino y el de Rubén Darío. Expresa González en su ensayo "Ameghino y el scalabriniterium"2 que si bien Lugones quiere hacer de Ameghino un héroe helenístico, es más bien, un héroe gótico.
El simbolismo desbordado del discurso filosófico que Florentino Ameghino da a la Sociedad Científica Argentina en 1906 que él tituló Mi credolo muestramás bien un brujo oscurantista que comoun científico darwinista, ya que él produce una macro metáfora del Cosmos que se vuelve modelo primordial de este científico para sus avances sobre el campo.
En este trabajo utilizamos tres géneros discursivos bien definidos: por un lado, el ensayo de Ameghino pronunciado en 1906; por el otro, los poemas de Rubén Darío publicados en 1901; y, por último, los cuentos de Leopoldo Lugones publicados en 1906. Sin embargo podemos notar similitudes en cuanto a la visión o perspectiva proclamada en cada uno de esos discursos. De esta manera, diríamos que el exotismo modernista se emparenta bastante con el paradigma científico de esa época: el positivismo.
Estos lazos que logramos crear entre estos tres discursos muestran un espíritu de época de principios de siglo XX. La absoluta fe (o descreimiento) en el progreso científico, la concepción de un mundo completamente material cuantificable y cualificable, las transmutaciones sucesivas de la materia en otra, la subjetividad como un conjunto de universos o infinitos organismos coordinados, el reflejo del macrocosmos en el microcosmos y viceversa. Esos son algunos de los elementos que conformarán este pensamiento de época.
No obstante, los tres autores se diferencian en la posición que toman frente a esa cosmovisión: Ameghino creerá en la evolución del hombre hasta la semejanza e igualdad con Dios, Darío verá al poeta como aquel que oye el ritmo del universo y lo transmuta en poesía, en cambio Lugones señalará al universo como una amenaza sublime, como un conjunto de fuerzas extrañas que intentan dislocar la subjetividad del ser humano.
En definitiva, gracias a este entramado de discursos completamente diferentes podemos ver el marco de inteligibilidad de una época sociohistórica determinada y cómo los mismos crean e intercambian saberessuperpuestos, contrarios, disímiles en una misma argamasa.En términos de Michael Foucault, podríamos estar dando una aproximación, con este trabajo, a una formación discursiva (entendida como un "conjunto de enunciados que dependen de un mismo sistema de formación (de discursos)"3) que explicite cuál era el sistema de pensamiento científico y filosófico reinante en este segmento de América Latina a principios de siglo XX, donde dos corrientes de pensamiento se relacionan singularmente: positivismo y modernismo.
González, Horacio. "Ameghino y el scalabriniterium" en Restos pampeanos. Ciencia, ensayo y política en la cultura argentina del siglo XX. Buenos Aires: Colihue, 1999.
Foucault, Michel. "El enunciado y el archivo" en La arqueología del saber. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2010.
Ameghino describe, en el discurso Mi credo,4 un sistema de sistemas, es decir, un universo interconectado atómicamente a través de cuatro infinitos: el espacio, la materia, el tiempo y, por último, el movimiento. Esto, lo hace recorrer la historia del planeta tierra desde sus inicios, cuando sólo había pequeños bacilos hasta la conformación de seres complejos como los animales y las plantas. Encuentra que la materia siempre se transforma en otra materia para sobrevivir a través del tiempo. Esta metamorfosis constante será la base del estilete de Ameghino: viaja desde lo más minúsculo, simple y antiguo hasta lo más complejo y actual generando interrelaciones jerárquicas. El pensamiento es un pensamiento de cambio, de evoluciones sucesivas e infinitas.
"Del átomo ínfimo del estado etéreo a las moléculas del estado gaseoso, de éstas a los planetas, a las estrellas y a las más vastas constelaciones del Universo, hay una serie infinita de agrupamientos de materia cada vez más considerable y subordinados unos a otros. Nuestro Globo, en relación al sistema estelar de que forma parte, es una pequeñísima molécula."5
En dos oraciones Ameghino nos mueve desde una visión microscópica del átomo a una visión mayúscula del planeta tierra en relación con el universo: lo inconmensurablemente grande y lo infinitesimalmente pequeño se unen en su discurso para generar un recorrido. Ruben Darío, en sintonía con esta macro metáfora, escribe en Prosas profanas: REENCARNACIONES Yo fui coral primero, después hermosa piedra, después fui de los bosques verde y colgante hiedra; después yo fui manzana, lirio de la campiña, labio de niña, una alondra cantando en la mañana: y ahora soy un alma que canta como canta una palma de luz de Dios al viento.6
El Dios al que, tanto Ameghino como Ruben Darío alaban, es un Dios pagano, inmerso en las cosas materiales del universo y no en un más allá de la materia. Aún así, para Ameghino lo inmaterial de Dios es que nosotros podamos renacer en los gusanos, en la tumba, para ser abono de la tierra. Lo inanimado y lo animado, lo visible y lo no visible se unen. En conexión con estas teorías de un mundo absolutamente material, o donde se utiliza una macro metáfora para desterrar cualquier intento de metáfora de más allá, de nivel imaginario, están las teorías actuales de, a mi juicio, dos grandes pensadores: GuyHocquenghem y René Scherer.
Ameghino, Florentino. "Mi credo (1906)" en Torcelli, Alfredo. (dir.) Obras completas y correspondencia científica de Florentino Ameghino. La Plata: Taller de impresiones Oficiales, 1915. 5 Ibidem.
Darío, Rubén. "Adiciones de 1901 a Prosas Profanas" en Material del seminario Voraces apropiaciones del Modernismo y el Posmodernismo hispanoamericano dictado por ArielaSchnirmajer. Buenos Aires: UBA, 2013.
En El Alma atómica, Hocquenghem y Scherer retoman la "metafísica del polvo" de Bachelard y expresan lo siguiente:
"un universo acósmico, sin dios ni centro. Sin ser átomos, los granos de polvo que danzan en un rayo de sol constituyen la presentación visible del movimiento atómico universal. El sólido más pequeño, refinado hasta hacerse sutil, es también la fuerza que introduce lo que no se puede ver en el gran espectáculo de la naturaleza.
El movimiento de los átomos corroe, enmohece los grandes cuerpos. Todo se exuda, se evapora en una transformación de lo visible en lo invisible para producir un nuevo visible, el de los flujos, el polvo, las nubes. La materia más sutil y la más pesada forman una cadena continua cuyo agente es el átomo."7
Más adelante, haciendo una lectura sobre Lucrecio, estos dos escritores escriben:
"En Lucrecio, el espectáculo de la naturaleza es estado del alma, deseos turbulentos extendidos por todas partes, atómicamente errantes o fijos, y lo atmosférico es el movimiento pasional de la naturaleza. No es la voluntad despreciable de dioses inexistentes la que crea las formas, sino que la propia naturaleza, por vía de lo elemental, esculpe, se vuelve artista."8
Es asombroso que sesenta años después del discurso de Ameghino, dos teóricos franceses que seguramente no lo leyeron, tuviesen ideas parecidas al científico. Éstos, partiendo de una reflexión sobre lo sublime kantiano, llegan a la idea de una metafísica o macrometáfora para explicar el movimiento constante del universo y la unión entre lo visible y lo invisible, entre lo material y lo inmaterial, entre lo cósmico y lo del planeta tierra.
Ameghino, en su discurso Mi credo, escribe:
"La vida es un proceso de oxidación continua durante el cual la materia gastada (quemada) es constantemente reemplazada. El movimiento vital es en sus detalles de una complejidad grandiosa, infinita: considerado en conjunto es la resultante: por un lado, de un movimiento que empuja al organismo a la inercia, a la muerte; y por otro, de un movimiento radiante que lo lleva a la disolución. El organismo es el campo de lucha de estos dos movimientos opuestos que lo consumen y exigen una asimilación continua de nueva materia que permite el funcionamiento de la máquina." 9
En esta cita Ameghino pone a la misma altura a la máquina y a los organismos vivos y habla de dos procesos contrapuestos: uno que empuja hacia a la inercia y otro radiante, que hace al organismo vivo movilizarse, buscar comida, seguir su existencia. Sin embargo, está ese resto de energía que siempre se pierde en la lucha de estos dos procesos contrapuestos. La macrometáfora no sólo habla del Cosmos sino también de los organismos vivos como una transformación y quema constante de energía.
Por su lado, Lugones en su "Ensayo de una cosmogonía en diez lecciones" idea un mundo que se constituye a partir de rayos de luz, de electricidad dinámica y estática. Si bien, en su discurso, deja entrever casi las mismas concepciones que Florentino Ameghino:
"La vida, que es la eterna conversión de las cosas en otras distintas, abarca con su ley primordial el universo entero. Todas las cosas que son dejarán de ser, y vienen de otras que ya han dejado de ser. Tan universal como la vida misma, es esta periodicidad de sus manifestaciones.
El día y la noche, el trabajo y el reposo, la vigilia y el sueño, son como quien dice los polos de la manifestación de la vida. Engendrándose unos a otros y permutándose, es como engendran los fenómenos. Toda fuerza será inercia y toda inercia será fuerza. Siendo ambas vida en su esencia, su identidad radical es lo que produce sus permutaciones."10
Vemos en esta cita dos ideas centrales y complementarias: por un lado, las cosas que son dejarán de ser, se transforman en otra cosa, al igual que la reencarnación de Ruben Darío; y, por otro lado, los opuestos complementarios, las dos fuerzas necesarias para mantener el equilibrio de la vida, como veíamos en Ameghino con las dos fuerzas que luchan dentro de cada organismo vivo.Es más, Lugones adhiere también al concepto de un "universo acósmico, sin dios ni centro" de Hocquenhem y Scherer:
"Si hubiera un Creador omnisciente y omnipotente, el universo sería una maquinaria perfecta, sin ningún tropiezo posible.
Por lo demás, las fuerzas están demostrándonos a cada momento su inteligencia. Todos los fenómenos naturales nos revelan operaciones complicadísimas, ejecutadas con una precisión, con una economía tal de esfuerzo, con una adaptación tan perfecta a su objeto, que revelan direcciones muy superiores a nuestra razón. Compárese el trabajo que ésta ha debido ejecutar para repetir el más insignificante de esos fenómenos, y se tendrá la relación entre ella y las fuerzas directoras de éstos."11
Es decir, para Lugones existe una inteligencia del universo, de la naturaleza pero no un Dios ex nihilo o que esté más allá del alcance de la físicoquímica.
Como vemos, tanto en Lugones como en Ameghino y en Ruben Darío encontramos varias cosas en común: la muerte como una forma de reencarnación en otroelemento material; la naturaleza terrenal (el movimiento, la luz, la energía, la materia) como dioses o como cierta inteligencia primordial; el choque de fuerzas entre polos complementarios que son necesarios para la vida (díanoche, sueñovigilia, vida muerte).
Todos los elementos citados anteriormente conforman una macrometáfora del universo, generando así una cosmogonía y, me atrevería a decir, un espíritu de época. Y cuando hablo de espíritu de época me estoy situando justamente en el auge del positivismo: en el final del siglo XIX y principios del siglo XX.
Pero ¿qué viene a desentrañar esta macrometáfora? En un mundo como el que estamos viviendo en el siglo XXI, donde lo imaginario y los imaginarios se elevan sobre lo real y parece que lo único que importa es la posibilidad de representación o de metáfora de las personas para que sean catalogadas como tales (sobre todo cuando se trata de sanidad mental), tanto Lugones, como Ruben Darío y Ameghino aplanan los niveles cognitivos y vuelven a una especie de Cuadrado blanco sobre fondo blanco de Malevich: la mínima diferencia entre lo real y lo imaginario.
Esta especie de aplanamiento de los niveles será también la principal problemática que abordará Félix Guattari en su libro Caosmosis cuando cuente su experiencia como psiquiatra en un hospital francés. La pregunta que se hace es ¿cómo entienden los pacientes esquizofrénicos lo real? Más siguiendo a Deleuze que a Lacan, Guattari propone que lo real no es eso inaccesible sino que es eso en lo que estamos inmersos (el universo acósmico, sin dios ni centro de Hocquenghem y Schérer). En ese mundo real, pleno de materia y movimiento, en el que estamos sumergidos se producen partículas significantes y partículas asignificantes trabajando en una especie de polifonía de personas que se crean y recrean sucesivamente:
"La heterogeneidad de los componentes –verbales, corporales, espaciales. engendra una heterogénesis ontológica tanto más vertiginosa cuanto que se conjuga hoy con la proliferación de nuevos materiales, de nuevas representaciones electrónicas, de un estrechamiento de las distancias y de un ensanchamiento de los puntos de vista. La subjetividad informática nos aleja a gran velocidad de las coacciones de la antigua linealidad escrituraria. Ha llegado el tiempo de los hipertextos de toda clase e incluso de una nueva escritura cognitiva y sensitiva que Pierre Lévy califica de "ideografía dinámica". Las mutaciones maquínicas entendidas en el sentido más amplio, que desterritorializan la subjetividad, no deberían ya desencadenar en nosotros reflejos de defensa, crispaciones del pasado. Es absurdo imputarles el embrutecimiento masmediático que conocen actualmente las cuatro quintas partes de la humanidad. Aquí se trata sólo del contraefecto perverso de cierto tipo de organización de la sociedad, de la producción y del reparto de bienes."12
Ameghino escribirá lo siguiente con respecto a la producción constante de subjetividad y la heterogeneidad del universo:
"Nosotros no somos individualidades autónomas, puesto que somos colonias de infinitos organismos; ni muere con nosotros nuestra individualidad colectiva, puesto que la transmitimos a nuestros sucesores. Tampoco somos colectividades independientes, puesto que somos una continuación de nuestros antepasados, a partir de los primeros basibios, un conjunto de todos sin excepción, pues siendo como es la materia viva siempre la misma, ha pasado sucesivamente por todas las formas de organismos perfeccionándose gradualmente en una serie infinita de evoluciones."13
En consonancia con esta idea de que no somos individualidades sino una colonia de infinitos organismos, Ruben Darío escribe en el poema "Ama tu ritmo." de Prosas Profanas:
"La celeste unidad que presupones hará brotar en ti mundos diversos y al resonar tus números dispersos pitagoriza en tus constelaciones."14
Darío expresa que de la presuposición de unidad salen, en verdad, mundos diversos que andan en consonancia con las constelaciones. El arriba, lo lejano, lo cósmico se pone en consonancia con el abajo, lo cercano, lo individual y se vuelven reflejo uno del otro.
En el sentido social que habla Guattari y reflexionando sobre el concepto de Ameghino y de Ruben Darío de que no somos individualidades autónomas sino una colonia de infinitos organismos o mundos diversos, podemos encontrar una gran diferencia entre estos autores y Ricardo Rojas que querrá llevar una institución (casi científica como una Historia Literaria y una Cátedra de Literatura) adelante.
La genealogía de Ricardo Rojas
A la organización por períodos, por ramas genealógicas de Ricardo Rojas en su Historia de la literatura argentina se le oponeel simbolismo sublime del "loco de los huesos", de Lugones y de Ruben Darío. Ricardo Rojas expresa: "Pero tal cosa no puede hacerse porque la vida espiritual de una nación es difusa y continua, como lo revelan sus letras, y no puede encasillarse en zonas y fechas tan definitivas. El método de esta división cronológica puede tener ventajas didácticas, pero no filosóficas."15
Justamente, lo que Ricardo Rojas utiliza como método, es decir, las ventajas didácticas lo que hacen es desabastecer de ventajas filosóficas la literatura argentina. Todo lo contrario de los tres autores que tratamos aquí, ya que ellos buscan una metafísica de la materia, una macrometáfora que una todo el movimiento universal. ¿Qué pasaría si hiciésemos una historia de la literatura argentina ya no partiendo desde una formación genealógica sino desde una metafísica de la materia y del movimiento infinito, múltiple y heterogéneo? Lugones podría hacer una historia de las pasiones y también de los espíritus con su cosmogonía:
"Semejantes seres, son lo que en nuestro lenguaje se llama "espíritus", es decir existencias incorpóreas, bien que limitadas y dinámicas; y así es como procediendo de la materia, de la energía pura localizada en movimiento, en forma, en extensión, el espiritualismo resulta una consecuencia lógica de la organización universal, y la inmortalidad del alma un fenómeno natural en el universo"16
"Los seres vivos son máquinas poderosas de eterización, porque son los cuerpos más sensibles, y la sensibilidad es ya lo hemos dicho la radioactividad de la materia. El amor es el producto eléctrico del contacto de dos cuerpos heterogéneos."17
Lugones termina su relato "Ensayo de una cosmogonía en diez lecciones" haciendo ascender a los cielos al personaje que expresa esa cosmovisión.En cambio, Ameghino termina su discurso hablando de una fe en el progreso de la ciencia. Después de recorrer el universo y generar una macrometáfora habla del ser humano como el ser más evolucionado sobre la tierra. Termina el discurso diciendo lo siguiente: "(a los hombres) les será posible resolver los grandes problemas del Universo que todavía se nos presentan en forma de lejanas nebulosas, y sólo entonces se habrá cumplido lo que dice el profético versículo de la Biblia. que el hombre sea la imagen y semejanza de Dios." Vemos que la imagen y semejanza de Dios está lejos, sobre todo, si pensamos que en ese mismo año Leopoldo Lugones publica su libro de fantasía científica Las fuerzas extrañas donde todos los científicos que intentan unas investigaciones bastante oscurantistas terminan en un fracaso rotundo.
Recordemos el mono de "Ysur". Lugones invierte la teoría darwiniana y expresa que los monos saben hablar pero que no lo hacen para que el hombre no los subyugue. Es decir, los seres humanos no serían los seresmás evolucionados sobre la tierra sino que nuestro fin, como los monos, será caer, en nuestra próxima evolución, en un silencio eterno y en lo más elemental de la existencia: dormir, comer, fornicar. Al final del cuento, cuando el mono habla es el momento cuando pierde su vida y, más, lo hace como venganza ante ese científico que intentó durante tanto tiempo y brutalmente hacerlo articular palabras. Frente a un universo tan perfectamente sublime, los científicos de Lugones sólo encuentran la perdición.
Ruben Darío será más tranquilizador para las individualidades:
"Escucha la retórica divina del pájaro, del aire y la nocturna irradiación geométrica adivina;"18
Si en este autor la individualidad (el poeta) es aquel que puede escuchar la retórica de dios, del universo y encontrar su geometría, en Lugones tenemos todos seres que no tienen salida, que el universo y la ciencia se les vuelve un lugar avasallante: "No soy un triste, soy un desesperado"19 le dice un científico a su partenerdespués de descubrir que él se estaba despersonalizando debido a un mono que aparecía como su sombra.
Mientras Ameghino encuentra su fe en el progreso científico, Lugones revela lo atroz de ese progreso. Seres desesperados que sólo en la muerte o en la locura encuentran su descanso.
AMEGHINO, F. (1915). "Mi credo (1906)". En TORCELLI, A. (dir.) Obras completas y correspondencia científica de Florentino Ameghino. La Plata: Taller de impresiones Oficiales.
DARÍO, R. "Adiciones de 1901 a Prosas Profanas". En Material del seminario Voraces apropiaciones del Modernismo y el Posmodernismo hispanoamericano dictado por Ariela Schnirmajer. Buenos Aires: UBA, 2013.
FOUCAULT, M. (2010). La arqueología del saber. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
GONZÁLEZ, H. (1999). Restos pampeanos. Ciencia, ensayo y política en la cultura argentina del siglo XX. Buenos Aires: Colihue.
GUATTARI, F. (1992). Caosmosis. Buenos Aires: Manantial, HOCQUENGHEM, G. R. (1987). El alma atómica. Para una estética de la era nuclear. Barcelona: Gedisa.
LUGONES, L. (2009). Las Fuerzas Extrañas. Buenos Aires: Agebe, ROJAS, R. (s/f). Historia de la literatura argentina. Buenos Aires: Guillermo Kraft limitada.
Autor:
Mariano Massone
UBA
Revista del Departamento de Letras www.letras.filo.uba.ar/exlibris
Enviado por:
César Agustín Flores