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Comunidad, cultura y participación (página 2)


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En Cuba existe un sistema fuerte de organizaciones sociales que constituyen un vehículo apropiado para la participación activa de las masas en la conducción de los procesos económicos, políticos y sociales. Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y otras organizaciones han sido elementos claves en el desarrollo de las acciones comunitarias, junto a nuevas estructuras creadas como son las comisiones de Prevención Social y los Médicos de la Familia.

Desde su dinámica y objetivos de trabajo estas organizaciones y estructuras realizan una importante contribución al trabajo comunitario, en particular los CDR y la FMC, que se estructuran desde el nivel de cuadra hasta el nivel nacional.

En la experiencia cubana la comunidad es un espacio estratégico para la defensa del proyecto político y constituye escenario natural de la participación popular en tareas de muy diversa naturaleza y alta implicación social. En el logro de altos niveles de implicación popular ha sido medular el sentimiento de pertenencia y los intereses y necesidades comunes compartidas por los integrantes de la comunidad.

La coordinación de esfuerzos entre las organizaciones e instituciones de la localidad, la utilización de los recursos a partir de las prioridades definidas con el criterio popular y el trabajo que de forma voluntaria despliega el potencial profesional y técnico que reside en las comunidades son factores esenciales que han hecho posible la puesta en práctica con resultados visibles de diferentes proyectos de desarrollo sociocultural.

El análisis de estas experiencias nos permite comprender la relación que la comunidad, la participación y la cultura establecen entre sí. El hacer cotidiano con el objetivo de solucionar nuestros problemas y propiciar el desarrollo local nos permite evaluar resultados prácticos, al tiempo que nos conduce a proyectarnos en la generalización teórica de los mismos.

Al referirnos a la participación social debemos considerar también su contribución a la vida cultural de la comunidad. La cultura comunitaria que se nutre y crece en el barrio reafirma la identidad.

Los proyectos socioculturales comunitarios constituyen actividades integradas en el barrio de una manera organizada y contemplan la prevención social junto a otros beneficios que se logran con la difusión del arte y la cultura.

El trabajo sociocultural en nuestras comunidades está orientado a fomentar e incentivar la búsqueda de soluciones propias a nuestras necesidades, contemplando las especificidades. Estos proyectos han posibilitado además estrechar los vínculos entre las instituciones culturales, en tanto se hace necesaria mayor coordinación entre ellas, han logrado también poner a los talentos, y a la vanguardia artística cubana al servicio de los barrios y han tenido entre sus prioridades:

  • El trabajo en zonas alejadas, montañosas y de difícil acceso. Las comunidades serranas.
  • El trabajo de prevención social orientado a los grupos sociales con situación socioeconómica desventajosa.
  • El trabajo de reeducación con reclusos y ex reclusos.
  • El trabajo con personas discapacitadas.
  • El trabajo con niños y jóvenes.
  • El trabajo con la 3ra. Edad.

La concepción que ha primado ha sido la de poner la cultura en función del mejoramiento humano, no se trata solo de llevar la cultura a la comunidad sino también de estimular en las comunidades el desarrollo de las tradiciones como expresión de su historia y cultura popular. Se pretende preparar al hombre en el dominio de su herencia cultural, valores e identidad.

Otra experiencia importante a escala local ha sido la de los TALLERES DE TRNASFORMACIÓN INTEGRAL DEL BARRIO (TTIB) que pretenden el mejoramiento físico del entorno acompañado de un mejoramiento social y cultural, el desarrollo de hábitos, conductas y comportamientos culturales diferentes.

En estos TTIB se conforman equipos técnicos de composición multidisciplinaria, y constituyen una vía de continuidad y seguimiento al trabajo desarrollado por diferentes instituciones del barrio. Logran organizar y movilizar a la comunidad, aprovechar la capacitación y preparación técnica y profesional de los recursos humanos que en ella viven, utilizando además las potencialidades que tienen las instituciones educativas, culturales, investigativas, recreativas, etc.

No puede pretenderse un desarrollo de las comunidades sin desarrollar una cultura integral en las personas que serán protagonistas de dicho desarrollo. Donde se han producido cambios constructivos o cambios en las condiciones de vida de la población en general se ha manifestado de manera evidente la solidaridad entre vecinos, la colectividad y la preocupación por el bien común.

La inserción activa de las personas en la sociedad transcurre a través de la asimilación y producción de valores culturales que se comparten por los miembros de una colectividad, grupo o país. Si la cultura desde su acepción más general debe propiciar el desarrollo humano y el crecimiento espiritual de las personas, para lograrlo debe imponerse una visión ética sustentadas en valores y principios universales donde la justicia social, la equidad, la solidaridad y el bien social constituyan elementos medulares.

En la construcción cotidiana de su vida los hombres hacen cultura. Si asumimos la cultura en su concepción más amplia como todo el proceso de creación material y espiritual humano que tiene por objetivo comprender, transformar y perfeccionar las estructuras sociales y no la reducimos a una visión estrecha que solo la identifique con el arte y la literatura, estaremos en condiciones de entender que la cultura como proceso de producción social es un elemento esencial en la reproducción y transformación de la sociedad, en el cambio de conductas, comportamientos, y estilos de vida.

El futuro de la sociedad cubana, y de su modelo de su desarrollo socialista como alternativa que difiere de los predominantes patrones capitalistas, y del modelo neoliberal depende de las formas de producción cultural e ideológicas que hoy seamos capaces de generar.

En los proyectos orientados a nuestros niños y jóvenes el objetivo central ha sido contribuir al crecimiento cultural y humano desde edades tempranas, fomentar valores humanos a través del teatro y las artes en general, provocando un acercamiento a la familia y a la escuela. Las ludotecas y centros literarios que se han desarrollado constituyen vías que permiten aprovechar las posibilidades que brindan los juegos y la lectura en la estimulación de determinados rasgos de la personalidad, en la formación de valores y en la creación o consolidación de hábitos de convivencia y trabajo grupal. Es evidente que la sociedad cubana está llamada a fomentar permanentemente el desarrollo cultural de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, porque forman parte de la generación que tendrá la gran responsabilidad de dar continuidad a lo logrado y emprender las transformaciones necesarias para garantizar el desarrollo de la nación en correspondencia con las exigencias histórico – concretas. Esta es una tarea de carácter estratégico que sin duda adquiere una dimensión particular en el contexto comunitario.

Otras experiencias desarrolladas son los Joven Club de Computación y Electrónica, los Video Club Juveniles, las bibliotecas municipales, los diversos talleres desarrollados por los instructores de arte, junto a nuevas actividades de las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia. Se amplia el espectro de sectores poblacionales participantes en actividades comunitarias a partir de las actividades socioculturales organizadas por los Círculos de Abuelos y Casas del Adulto Mayor,.los museos de Historia Local, las Casas de la Cultura y los centros de Cultura Comunitaria.

No nos queda dudas de que en las condiciones actuales del país, salvar la cultura es salvar al hombre, y ese es también nuestro camino de salvar el socialismo y desarrollarlo. Es esta la concepción que está en la base de nuestro esfuerzo por desarrollar una cultura integral general en el pueblo, de masificar la cultura y ponerla al alcance de todos.

La potencialidad de la cultura cubana se sustenta en la tradición y riqueza acumulada durante siglos, la ampliación, desarrollo y difusión que ha tenido a partir de la voluntad política, los planes de formación profesional y de capacitación de los recursos humanos, el sistema de enseñanza general y de enseñanza artística, el sistema de instituciones culturales creado para producir y promover la cultura.

La práctica ha demostrado que se hace necesario convocar a eventos y generar espacios de intercambio que contribuyan a la socialización de experiencias en la medida que propicien la reflexión y el intercambio de criterios y vivencias, el análisis critico que supere complacencias y sirva para reconocer deficiencias y definir desde bases sólidas las estrategias a seguir.

La participación en el ámbito comunitario se encamina no solo a lograr un mayor bienestar humano sino también el fortalecimiento de la democracia, entendiendo por ella el proceso que involucra a individuos y colectividades. Es importante tener en cuenta que no constituye solo un fundamento constitucional, en tanto derecho ciudadano de ejercer el poder político de manera directa, sino que, debe entenderse también como un deber ciudadano, en tanto la acción colectiva es fundamental para lograr el bienestar y el buen funcionamiento de la sociedad en su conjunto.

Para el logro de tan importante propósito es insoslayable la ampliación, articulación eficiente y fortalecimiento de las relaciones horizontales entre organizaciones, instituciones, organismos locales, gestores y actores sociales.

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Autor:

MSc. Lourdes Pérez Montalvo

Lourdes Pérez Montalvo, la autora es Licenciada en Filosofía. Máster en Consultoría y Desarrollo Organizacional, Máster en Estudios Políticos Aplicados. Profesora Auxiliar de la Universidad de La Habana, Cuba.

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