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Las ideas educativas en Cuba durante el Siglo XIX


  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Félix Varela Morales, primer combatiente del sector de la educación (1788- 1953)
  4. José de la Luz y Caballero, formador de hombres (1800- 1862)
  5. Rafael Morales González "Moralitos"
  6. Daniel Fajardo Ortiz
  7. José Martí Pérez, Héroe Nacional de Cuba (1853- 1895)
  8. Conclusiones
  9. Bibliografía

PENSAMIENTO

¨…Lo que pasa en algo queda. Para estudiar los elementos de la sociedad de hoy es necesario estudiar en algo los residuos de las sociedades que han vivido.

Para estudiar la vida futura de los hombres, es necesario dominar el conocimiento de las realidades de su vida pasada. Lo pasado es raíz de lo presente. Ha de saberse lo que fue, porque lo que fue está en lo que es. ¨

José Martí

Introducción

Desde hace varios años el Sistema educativo de Cuba ha sido distinguido por su calidad. La Universidad de la Habana fue fundada en 1727 y hay varias otras universidades y colegios de prestigio. Luego de la revolución de 1959, el gobierno castrista nacionalizó todas las instituciones educativas, y creó un sistema operado exclusivamente por el gobierno. El sistema tiene un fuerte contenido ideológico, al respecto que las políticas educativas y culturales se basan en la ideología marxista.

En Cuba, durante el siglo XIX liderado por Félix Varela y José de la Luz y Caballero surge un movimiento educacional, que sustenta concepciones teóricas, metodológicas y prácticas acerca de la educación, que van a implicar cambios y transformaciones en la teoría y la práctica pedagógica, constituyendo una posición contestataria y renovadora en su contexto histórico social.

Los educadores, apoyados en la Ilustración como tendencia pedagógica, representaron un carácter crítico ante todo modelo pedagógico preestablecido, al dogmatismo, al fanatismo, al despotismo y a todo tipo de intolerancia, sentando pautas para marcar el rumbo que debía seguir el pensamiento si quería librarse definitivamente del yugo escolástico impuesto.

Por supuesto, aunque tuvieron sus limitaciones en cuanto a la inserción del individuo a la sociedad, no representan a todas las clases y grupos sociales, tienen el mérito de partir y adecuarse a las necesidades educativas de su época. Asumen el método electivo propuesto por Félix Varela de tomar de lo universal lo necesario desde la perspectiva de la realidad educacional cubana, es decir, contextualizar la teoría.

Se constituyeron en abanderados de la justicia, la libertad y el progreso social, todo ello bajo el estandarte de la razón y a partir de la convicción del papel decisivo del hombre en la ruptura de esquemas, la difusión de los conocimientos en la vida de la sociedad.

Desarrollo

Si analizamos los saberes acerca de la problemática pedagógica y de la enseñanza nos encontramos que los educadores partieron del problema fundamental de la educación, centrado en el tipo de sociedad y de hombre que se pretendía formar, lo que exigía una concepción acerca del hombre como individuo, como ser social y como ser cultural. Por tanto, había que elaborar una teoría que desde lo psicológico explicará cómo debía ser el aprendizaje, la formación de intereses y de la personalidad; desde lo sociológico explicara el individuo como ser social y sus relaciones con la sociedad; desde lo antropológico percibiera al hombre como ser intelectual. Entendiendo que había que asumir una posición ante el currículo, delimitando propósitos, contenidos, herramientas o métodos.

Estas ideas se concretan en las escuelas privadas dirigidas por educadores que influyeron en la formación de una generación de cubanos y que trataron, con una visión profunda de la realidad social de su época, pautar los derroteros de una educación nacional. Al reflexionar sobre los problemas educativos el país, promovieron un ideal de educación renovadora en su época e idear los medios para resolver los problemas educativos acorde a las necesidades de Cuba.

En el contexto socio histórico en que se desarrollan esta teoría y práctica pedagógica cubanas se plantea la necesidad de remodelar la mentalidad económica, la búsqueda de respuestas a los problemas internos y a las aspiraciones de un país naciente que implica no sólo la remodelación del sistema sino también el contenido mismo de las ideas.

Podemos resumir que en la teoría pedagógica sustentada por los educadores de la primera mitad del siglo XIX se destaca la necesidad de la formación ideológica de las nuevas generaciones, el desarrollo del intelecto, de los sentimientos morales y la necesidad de abordar el proceso educativo con enfoque científico.

Además, constituyeron una posición contestaría porque a partir de las posiciones filosóficas y pedagógicas asumidas, representando un enfrentamiento al orden oficial establecido, en este caso el elemento fundamental que lo caracterizó fue su abierto antiescolasticismo, que representó para la educación un lastre insoportable. Se enfrentaron al colonialismo español en el campo de la educación y al escolasticismo de la época con una filosofía de la educación que asume la solución a su problema fundamental a partir de la comprensión de los problemas relacionados con la formación del hombre y las variantes que se proponen en su mejoramiento, que constituyen las construcciones de su teoría y su práctica pedagógica.

La penetración imperialista y el subdesarrollo no impidieron la labor paciente, honrosa y fructífera del maestro cubano, quien en las condiciones más adversas no sólo sostuvo la educación desde su aula, escuela, revista o cátedra universitaria, sino que trató de elevarla cada día a planos superiores.

Félix Varela Morales, primer combatiente del sector de la educación (1788- 1953)

Las ideas pedagógicas de F. Varela se hallan inmersas en casi todas sus obras y muy relacionadas con sus ideas filosóficas y políticas, más que expresadas en acabadas definiciones acerca de la educación y la enseñanza.

Para Varela la educación consistía en seguir el orden de enlace de las ideas, en el mismo orden en que estas aparecen en la mente, aplicándoles una dirección educativa; pensaba que la educación debía seguir el curso de la naturaleza, pero no en el sentido en que había sido planteado con anterioridad por Rousseau y Pestalozzi.

Para él la educación era más bien una fuerza directriz y no un poder creador, por eso, cuando se expresa acerca de la moral señala que esta dirige los sentimientos del hombre, así como la lógica dirige sus conocimientos. Se apoya para esta valoración en su creencia de que las potencias que existen en el hombre lo conducen indefectiblemente por los caminos del bien y del saber cuando son dirigidos correctamente por la educación.

Expresó que la educación no es sólo deber del gobierno sino también del pueblo y valoraba en forma positiva la necesidad de dar a conocer al mismo por lo menos la lectura, escritura, idóneas para no hablarlo mal, elementos acerca del mundo y en particular de su país, así como aspectos indispensables de la aritmética para que se pudiera emprender el camino de las ciencias, refiriéndose también a la necesidad del estudio de la gramática.

Varela criticó fuertemente la enseñanza memorística, la que según su criterio, traía como consecuencia que los jóvenes aprendieran sus lecciones sin razonar; entendía, que aprender de memoria era como caminar con pies ajenos, advirtiendo que las ideas se fijan mejor por medio de la atención, los que aprenden repitiendo las palabras atienden sólo a éstas y no a las ideas.

Félix Varela comprendió la importancia y el lugar que debía ocupar el maestro en la sociedad, por ser el que se relaciona directamente con los alumnos, que son los representantes de las nuevas generaciones. Por eso se pronunció contra la imposición del gobierno que limitaba su libertad de acción: (…) el hombre a quien lo obligan a enseñar de un modo contrario a sus ideas, no puede menos de estar en perpetua lucha consigo mismo (…)".

José de la Luz y Caballero, formador de hombres (1800- 1862)

Concepciones y actividad pedagógicas

En la época en que surge y se desarrolla el pensamiento pedagógico de Luz, la Pedagogía se encontraba en franco proceso de desarrollo como ciencia independiente y continuaba la diferenciación interna en su seno. Luz tuvo la oportunidad de conocer y analizar las corrientes pedagógicas más avanzadas en los países que visitó, arribando a sus propias concepciones. Y al referirse a la Pedagogía en 1832-1833, la denominó "ciencia de la educación" lo que constituía una tesis novísima en aquellos tiempos.

Para Luz "(…) Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para la vida (…)", por eso una tarea fundamental de la escuela era desarrollar la educación moral de los niños. Don Pepe pensó, como J. E. Pestalozzi, que en el hogar se formaban las bases de la conducta moral del niño y se preparaba el camino para el trabajo posterior del maestro. Consideró la educación moral el principio vital de la escuela primaria e hizo énfasis en que para el cumplimiento de esta "misión" era necesario no sólo proporcionar instrucción, sino también educar las ideas y sentimientos morales.

Los maestros tenían que ser, según Luz, hombres destacados por su acervo cultural, por su carácter afable: hombres apasionados por la difusión de los cono- cimientos científicos e insaciables en la búsqueda de los mismos. Pero ni la más amplia erudición ni los talentos más sobresalientes podían jamás llegar por sí solos a suplir la falta de práctica y la de entusiasmo. El entusiasmo era una condición básica, según Luz, para que el maestro encontrara las vías necesarias para enriquecer la actividad conjunta de enseñar y aprender; le hacía soslayar las dificultades y vencer en los propósitos, manteniendo vivo el honor profesional. Don Pepe reclamó para maestros, hombres que primero supieran sacrificar su salud y entregar su existencia en el cumplimiento de sus obligaciones. Para Luz, era muy importante la conducta moral, ejemplarizante, de los maestros. Al seleccionar a los educadores era necesario tener en cuenta la idoneidad para enseñar, no para lucir o deslumbrar. La clase, afirmó Luz, era el único criterio para probar a un profesor.

José de la Luz dejó a los maestros una rica tradición de normas generales y profesionales. Insistió en que el maestro tenía que ser el más moral de todos los ciudadanos porque él era el alma del sistema de educación, y los alertó sobre la importancia del cumplimiento de sus deberes para arribar al florecimiento de la Patria. Y volcó sus sentimientos, en esta dirección, al expresar: "Qué no daría yo porque retumbara esa palabra en el corazón de los cubanos".

Rafael Morales González "Moralitos"

Rafael Morales no sólo es el autor de la Ley de Instrucción Pública, fundador de una escuelita en la Brigada del Este, sino el creador de una Cartilla para el aprendizaje de la lectura basado en el método silábico, que no era usual en Cuba todavía. El autor garantizaba que se aprendía a leer en dos meses, habiendo él enseñado en quince días a un asiático.

De esta Cartilla sólo se conservan la introducción en que están presentes los propósitos que lo animaron, la estructura de las lecciones, el aprendizaje de los dígitos, etc. Independiente de su valor pedagógico, esta Cartilla es la primera de su tipo elaborada en Cuba para enseñar a leer y contar a nuestros con- ciudadanos, educarlos políticamente y elevar el nivel de instrucción de los mismos.

La Cartilla fue un verdadero medio de enseñanza y aprendizaje. Circuló por el territorio mambí desde abril de 1872. Su reproducción se hacía a mano, utilizando a veces los propios recursos con los que se disponía en la manigua, ante la escasez de papel. Para los soldados y campesinos que se alfabetizaban con esta Cartilla constituía el más preciado tesoro.

La utilización de la Cartilla de Moralitos para enseñar a leer a las tropas y pueblo en general, en las condiciones de la guerra, significó un verdadero aporte en la lucha contra el analfabetismo en nuestro país y evidenció el surgimiento de una pedagogía revolucionaria, la pedagogía mambisa.

Esta pedagogía se manifiesta en la estrecha vinculación del aprendizaje con el sentimiento patriótico e independentista que existía entre los combatientes; la igualdad y hermandad entre aquellos hombres, el capitán y el cabo, el general y el asistente, el ciudadano y el liberto, se enseñaban a leer unos a otros.

Daniel Fajardo Ortiz

Maestro, preocupado por la ilustración de los cubanos tanto como por sus libertades, redactó una Cartilla para aprender a leer en las escuelas de Cuba Libre. El periódico El Cubano Libre publicó la cartilla.

El Manual para alfabetizar en las escuelas de los territorios liberados decía en la parte superior de la portada: Patria, debajo se leía, Libertad. Era un manual de pocas páginas, con el tipo de impresión usual en la época, bien concebido pedagógicamente, en el que se combinaba armónicamente el aprendizaje de la lectura y el amor a la Patria. Aquí estaba expresada de manera muy elemental, pero gráfica, la unidad de la instrucción y la educación.

Veamos a continuación, como ejemplo, una de las lecciones del Manual, en el que se utiliza el método silábico.

Cu – ba pa – ra

con – tra a – mo

li – ber tad e – jér ci – to

Mi pa – pá es – tá en las fi – las del E – jér – cito Li – ber – ta – dor.

Él pe – le – a con – tra Es – pa – ña pa – ra ver a Cu – ba Li – bre.

Yo a – mo la li – ber – tad.

Esta Cartilla es una expresión del amor a la enseñanza y del interés por ofrecer educación y cultura a los hijos del pueblo en plena manigua.

José Martí Pérez, Héroe Nacional de Cuba (1853- 1895)

El ideario pedagógico de José Martí no es posible encontrarlo en una obra orgánicamente estructurado, pues el mismo se encuentra disperso en crónicas periodísticas, en cartas y en la Revista La Edad de Oro.

Se evidencia, que Martí recogió una valiosa herencia pedagógica de avanzada representada en el magisterio por Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Fran- cisco Sagarra, Rafael María de Mendive, Rafael Morales (Moralitos), Eusebio y Antonio Guiteras, y otros destacados maestros a los que incluso dedicó algunas de sus crónicas.

En 1883, a más de un siglo de distancia, sentenció José Martí: "En nuestros países ha de hacerse una revolución radical en la educación."

Este mandato estuvo inconcluso hasta que se produjo el proceso revolucionario del que fuera él su autor intelectual. Con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 se comenzó a realizar la revolución radical en la educación que demandaba el Maestro. Cada gesto, cada hecho, cada ley que se promulgaba llevaba el espíritu del pensamiento martiano. El legado pedagógico de Martí entró a formar parte de la realidad educacional cubana.

Saber leer es saber andar, saber escribir es saber ascender

Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre

Ser culto es el único modo de ser libre

(… ) la educación de los hombres es la forma futura de los pueblos.

Conclusiones

Los educadores, apoyados en la Ilustración como tendencia pedagógica, representaron un carácter crítico ante todo modelo pedagógico preestablecido, al dogmatismo, al fanatismo, al despotismo y a todo tipo de intolerancia, sentando pautas para marcar el rumbo que debía seguir el pensamiento si quería librarse definitivamente del yugo escolástico impuesto.

Félix Varela comprendió la importancia y el lugar que debía ocupar el maestro en la sociedad, por ser el que se relaciona directamente con los alumnos, que son los representantes de las nuevas generaciones.

Se evidencia, que Martí recogió una valiosa herencia pedagógica de avanzada representada en el magisterio por Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Fran- cisco Sagarra, Rafael María de Mendive, Rafael Morales (Moralitos), Eusebio y Antonio Guiteras, y otros destacados maestros a los que incluso dedicó algunas de sus crónicas.

José de la Luz dejó a los maestros una rica tradición de normas generales y profesionales. Insistió en que el maestro tenía que ser el más moral de todos los ciudadanos porque él era el alma del sistema de educación, y los alertó sobre la importancia del cumplimiento de sus deberes para arribar al florecimiento de la Patria. Y volcó sus sentimientos, en esta dirección, al expresar: "Qué no daría yo porque retumbara esa palabra en el corazón de los cubanos".

Bibliografía

1. Cánovas Fabelo, Lesbia y Justo Chávez Rodríguez: Problemas contemporáneos de la Pedagogía en América Latina. En: Compendio de Pedagogía. Editorial Pueblo y Educación. Ciudad de La Habana, 2002.

2. García González, Isabel: Contribución del movimiento educacional de la escuela privada de primera y segunda enseñanza en el período de 1790 a 1868 al desarrollo de la teoría y la práctica pedagógica cubana. Tesis en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas. Ciudad de La Habana, 2005

3- Buenacilla Recio Rolando. Historia de la pedagogía en cuna. Editorial Pueblo y Educación, Ciudad de La Habana, 1995

 

 

Autor:

Yasniel Jimenez Olivera.

Consultante: MsC. Adalberto Portal Camellón

Universidad de Ciencias Pedagógicas

Félix Varela Morales

Facultad Educación Infantil

Asociada de la UNESCO

Especialidad Licenciatura en Educación Primaria

edu.red

Curso: 2012-2013