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El factor humano en la Crisis de Octubre

Enviado por Blas Nabel Pérez


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    El factor humano en la Crisis de Octubre – Monografias.com

    El factor humano en la Crisis de Octubre

    "Anadyr" fue el código utilizado por la Unión Soviética para la operación militar destinada a desplegar misiles balísticos, bombarderos y una división de infantería mecanizada en Cuba. El plan preveía la dislocación de 50 mil 874 efectivos bajo el más absoluto secreto. El 24 de mayo de 1962 se celebró en Moscú una sesión ampliada del Consejo de Defensa de la URSS, en la que estuvieron presentes los integrantes del Presidium del Comité Central del Partido (PCUS), sus secretarios y la dirección del Ministerio de Defensa. En la reunión fue analizada la proposición para el traslado del arma nuclear a Cuba. Se daba inicio a la operación Anadyr y comenzaba un período decisivo en la historia de la humanidad, en el que se llego a estar al borde de la guerra termonuclear.

    El 12 de julio de 1962, los primeros barcos pusieron rumbo hacia costas aún desconocidas, ya que los integrantes de dicho operación militar no sabían hacia que puerto se dirigían específicamente. Para todos estaba claro que aquella acción constituía una ayuda armada, pero nadie sabía a ciencia cierta a quién se le prestaría. El tiempo promedio de carga de las naves mercantes había sido de 2-3 días, en jornadas de 24 horas. Durante aquel intervalo, el personal hacía muchas preguntas a los integrantes de los grupos operativos sobre el lugar de destino y los objetivos del viaje; se les explicaba la variante de los ejercicios estratégicos con el traslado de tropas y armamento por mar hacia el norte lejano, pero no quedaban satisfechos y preguntaban: "¿Entonces para qué nos recogen nuestras identificaciones?". Los capitanes de los barcos, que también intrigados, preguntaban: "¿Para qué región debo solicitar los mapas y manuales de navegación?", y quedaban perplejos por la respuesta: "Para todo el mundo". Se había prohibido entrar en puertos intermedios durante la travesía, pasara lo que pasara, debían defenderse si fuerzas contrarias atacaban la nave y tenían que hundir el barco de existir el peligro de que fuese capturado. Se ordenó que los estrechos del Bósforo y los Dardanelos se pasaran sin prácticos, para limitar al máximo la estancia de extranjeros a bordo.

    El arribó a La habana la parte fundamental del grupo de reconocimiento, trabajo que se reforzó considerablemente a partir de ese momento, cuando solo quedaban entre 8 y 12 días para la llegada de las primeras unidades. Pronto se esclareció que los bosques cubanos no servían para ubicar en ellos las unidades; estos resultaron ser pequeños y no garantizaban el enmascaramiento de las posiciones de combate contra la exploración aérea, además, en ellos la humedad era elevada, lo que influía negativamente en el mantenimiento y conservación de la técnica y sobre el estado físico del personal.

    El primer barco en pasar los estrechos fue el María Ulianova, que atravesó de noche la ciudad de Estambul; en ella bullía la vida nocturna y nadie sospechaba que en las entrañas de aquella pacífica embarcación se ocultaban unos hombres que iban a escribir historia. Para la información externa se utilizaban diferentes leyendas: los barcos llevaban técnica agrícola, se dirigían a cualquier parte con carga o pasajeros y otras. La prensa también contribuyó a desinformar a la opinión pública mundial, pues publicó que habían aumentado las travesías de barcos mercantes a Cuba con productos alimenticios, medicamentos, etc.

    Cuando los barcos iban a partir se entregaban al capitán dos sobres y un paquete, sellados y cosidos para mayor seguridad. Se les indicaba que se abriera el primer sobre después de salir de las aguas territoriales de la URSS, lo que debía hacerse en presencia del capitán, del jefe del convoy militar y del representante de la KGB (Seguridad del Estado) que viajaba en la nave. Si la embarcación partía de uno de los puertos del Mar Negro, al abrir el primer sobre leían: "Abrir el segundo sobre después de pasar el estrecho de los Dardanelos". Cuando abrían el segundo encontraban un documento que señalaba: "Abrir el paquete después de pasar el estrecho de Gibraltar". Y al abrirlo encontraban la indicación: "Diríjase a Cuba, puerto de destino Cabañas". Allí también encontraban el material de estudio sobre Cuba y se indicaba que se comenzara el estudio del material con todo el personal, esclareciéndole la importancia del cumplimiento de aquella misión gubernamental especial. Se orientaba que durante la preparación del personal se aprovecharan los integrantes de las tripulaciones que hubieran estado antes en Cuba. La preocupación por el secreto se transmitió incluso en el último párrafo del documento que cada capitán y jefe de convoy militar abrieron en alta mar, pues en el se señalaba que el mismo también debía ser destruido después de ser leído y explicado su contenido.

    El documento fundamental que reglamentaba la travesía por mar era la "Instrucción al capitán del barco y al jefe del convoy militar", también aprobada por los ministros de Defensa y de Marina Mercante de la Unión Soviética. Este documento otorgaba una enorme responsabilidad a los capitanes del barco, a ellos se subordinaba el jefe del convoy militar y todos sus integrantes. El capitán respondía por la travesía del barco en el mar y por la entrega del personal, el armamento, la técnica y otros bienes en el lugar de destino, y era el único que tenía derecho a tomar decisiones si se complicaba la situación durante el viaje, por cualquier motivo.

    Una de las cuestiones más complejas y difíciles de garantizar durante la realización de la Operación "Anadyr", estuvo relacionada con la protección y defensa de las tropas y sus medios durante el traslado a través del océano. Debido al carácter encubierto de la acción, no se podía ni hablar sobre el acompañamiento de los transportes con unidades de superficie de la Marina de Guerra, formando convoyes de barcos, mientras que los submarinos no podían cumplir esa función cabalmente, pues podrían ser descubiertos. Para ello en los planes operativos se basó fundamentalmente en el carácter encubierto realizando el traslado de las Tropas bajo las banderas de los mercantes. No obstante, en cada nave el personal iba organizado y llevaba su armamento personal, por lo que siempre estaba garantizada una protección mínima ante algún ataque.

    No obstante las medidas tomadas para preservar el secreto de la Operación, desde los primeros momentos surgieron pequeños errores y deficiencias en la coordinación que atentaban contra el logro de este objetivo. Por ejemplo, el dejar de tomar a bordo inesperadamente a los prácticos despertó sospechas de inmediato, ya que hasta aquellos momentos la compañía naviera no permitía que los barcos mercantes pasaran independientemente los estrechos, por lo que los turcos se tomaban el vodka, se deleitaban con el caviar e informaban a quien correspondía sobre aquella actitud sospechosa y fuera de lo acostumbrado. Cuando el barco de pasajeros "Admiral Najimov" formalizaba los trámites para el paso por el estrecho del Bósforo, informaron que se dirigían al Golfo de Guinea con las tripulaciones de relevo para la flota pesquera, pero el funcionario turco que los atendía pidió que le dijeran al capitán que se dirigían a Cuba con turistas, y agregó: "Eso fue transmitido hoy por la Agencia TASS". Antes de embarcar, todos los viajeros recibían ropas de civil, pero resultó que a la abrumadora mayoría le daban camisas a cuadros, por lo que era como si siguieran uniformados: por su ropa, además de la fisonomía y el idioma, los militares soviéticos se distinguían considerablemente.

    Debido a que los barcos transportaban personal y armamento fundamentalmente, quedaba vacía una gran parte de las bodegas; debido a esto, la carga de muchas embarcaciones resultaba considerablemente menor que sus capacidades y las líneas de flotación de las mismas se mantenían muy por encima del nivel del agua; esto, aparte de desenmascararles, era muy incómodo durante las travesías, pues disminuía la estabilidad de los barcos y estos se movían mucho, especialmente cuando había mal tiempo.

    El aumento brusco de la intensidad experimentado en los movimientos de la flota mercante soviética hacia Cuba en el verano de 1962, atrajo la atención de los servicios de inteligencia de la OTAN, que se dieron cuenta y pusieron sobre aviso a sus colegas norteamericanos. Solo pasado unos tres meses, fue que pudieron conocer que se trataba de unidades de combate soviéticas, con todos sus medios, y que entre estos se incluía armamento nuclear de alcance medio.

    Aquel personal poseía una gran experiencia en la transportación de su técnica en medios de transportación terrestre, ferroviarios y aéreos. Sin embargo, no había experiencia en la preparación y el empleo de barcos para el traslado de municiones nucleares, por lo que debían solucionar este problema en un plazo breve, para realizar los trabajos de carga, descarga y transportación de los cargamentos especiales; había además que preparar las dotaciones que ejecutarían toda la maniobra, de forma que se cumplieran las exigencias establecidas para la seguridad nuclear.

    El 26 de julio de 1962 arribó al puerto de Cabañas el "María Ulianova", primer barco que llegaba con tropas soviéticas. En los cinco días siguientes llegaron otros nueve mercantes con personal, armamento y técnica de las unidades; en uno de ellos, el "Latvia", que arribó el 29, llegó la parte fundamental del Estado Mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS). que a partir de ese momento ese estado mayor se dedicó de lleno a organizar el recibimiento y traslado de las tropas que llegaban a sus regiones de ubicación.

    Cuando arribaba un barco con tropas, el grupo de recibimiento salía a su encuentro junto con el comandante del puerto en una lancha cubana. Puntualizaban el plan de descarga con el capitán y con el jefe del convoy militar, familiarizaban a los oficiales y a los conductores con las reglas y las particularidades del movimiento de vehículos por las carreteras de Cuba. El jefe del convoy militar recibía indicaciones sobre el orden de concentración y protección de la técnica en la zona del puerto, la realización de la marcha y la organización de la protección de la columna durante su desplazamiento, después de lo cual el barco se dirigía al atracadero.

    No obstante en los primeros momentos se produjeron incomprensiones, sobre todo por la barra idiomática y la no existencia de contraseñas establecidas para la comunicación entre los capitanes de las naves y los representantes de la ATS. Como resultado de esto, los primeros se vieron obligados a negarse a cumplir las indicaciones sobre el cambio de dirección de los transportes hacia otros puertos, pues no estaban seguros de que los que los recibían eran representantes de la jefatura. Hasta se dio el caso de que el capitán del "Jimik Zelinski", al acercarse una lancha cubana con el grupo de recibimiento, no solo no lo aceptó a bordo, sino que dio la vuelta y llevó el barco a mar abierto. Este problema fue eliminado con rapidez y semejantes incidentes no se repitieron.

    El territorio de los puertos era verificado cuidadosamente antes de iniciar la descarga de los barcos, y después se montaba la guardia asignada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) cubanas. La protección directa de los barcos era realizada por el personal de las unidades que llegaban. Los puertos eran protegidos por la parte del mar por puntos de fuego de los cubanos y algunos eran patrullados por guardacostas, también se utilizaban hombres rana que cada cierto tiempo revisaban los cascos de las embarcaciones y el fondo de la bahía, para evitar sabotajes con explosivos. La técnica y las cargas que tenían semejanza con las de la economía nacional se descargaban durante las 24 horas del día, mientras que los cohetes, tanques, cañones y otro tipo de técnica militar especial sólo se descargaban de noche.

    El tiempo promedio de descarga de los barcos era de dos-cuatro días. Lo descargado se llevaba a regiones aisladas del puerto y de allí a los puntos de concentración, donde se esperaba el momento oportuno para formar las columnas y partir hacia las regiones de ubicación. En dependencia de la lejanía de estas, del tipo de carros y del carácter de las cargas a transportar, las columnas se componían de 15 a 30 carros. Al principio todos los traslados se realizaban con transporte de los cubanos, después, cuando llegaron los medios de transporte de las unidades soviéticas, todos los traslados comenzaron a realizarse con estos. Es necesario señalar que se designaban representantes del mando cubano para ayudar a solucionar los problemas que se presentaran durante la marcha, para garantizar la seguridad del traslado a las regiones de emplazamiento y para brindar la cooperación necesaria hasta poner las unidades en disposición combativa. También se asignaban destacamentos de soldados cubanos para la protección de las caravanas y para la defensa de las zonas exteriores a los emplazamientos. Los representantes del Estado Mayor General cubano tenían amplias facultades con las autoridades locales, con las empresas de construcción y reparación de viales y con las unidades de las FAR, por lo que prestaban una ayuda apreciable en la solución de las dificultades. Hay que subrayar que las relaciones de trabajo de los jefes y soldados cubanos con los soviéticos se caracterizaron siempre por sentimientos recíprocos de simpatía, lo que creaba una atmósfera muy positiva. Los altos jefes cubanos se ganaron rápidamente a todos los soviéticos.

    Antes de que las columnas salieran de los puertos, se colocaban puestos de observación y emboscadas compuestos por efectivos cubanos y soviéticos a lo largo de los itinerarios. Durante el desplazamiento de las columnas con las cargas más importantes se cerraban las carreteras en los sectores peligrosos, y en ocasiones estos eran patrullados por vehículos con personal armado. Para las marchas de varias jornadas se elegían previamente los lugares para pasar el día, los que eran protegidos cuidadosamente por tropas cubanas que imitaban la realización de maniobras. No se permitía la detención de las columnas en puntos poblados.

    En algunos casos el personal de la ATS que acompañaba a las columnas se vestía con el uniforme militar cubano. Durante la realización de la marcha todas las órdenes se impartían en idioma español. Estaba rigurosamente prohibido pronunciar las denominaciones de las grandes unidades y unidades, así como los grados militares, especialmente en presencia de extraños. Las órdenes y disposiciones se transmitían personalmente en forma verbal o a través de oficiales de enlace.

    He aquí también las primeras impresiones de uno de los soldados que arribaron en aquellos días: "Al llegar, mirábamos con curiosidad este mundo nuevo que parecía paradisíaco, lleno de trinos de pájaros; así como el movimiento reposado de la población local, como filmado en cámara lenta. Casi no se podía creer que esa era la tierra heroica por cuya libertad estaban dispuestos a sacrificar sus vidas miles de nuestros compatriotas. Por el camino hacia el punto de destino nos sorprendía la fuerza de los colores: veíamos palmas, diversos árboles desconocidos y un mar de flores, además de cubanos amables de todos los colores, desde el blanco y rubio hasta el negro azulado. Las muchachas eran extraordinariamente bonitas y nos resultaba extraño ver a las cubanas con los rolos puestos. Los cubanos no se preocupaban con los mosquitos, estaban acostumbrados e inmunizados, pero a nosotros nos devoraban vivos, sobre todo después que llovía. Su cantidad era increíble, parecía que estaban allí esperando que llegaran los rusos. "Poco a poco nos acostumbramos a ver a los soldados cubanos en sus uniformes tropicales, de color verde olivo, almidonados y bien planchados, con sus botas altas y acordonadas que brillaban como espejos". En aquella época continuaban con plena vigencia las medidas encaminadas a garantizar el carácter encubierto de la Operación, las que permitieron conservar en secreto las dimensiones de la misma, así como la cantidad y composición de las tropas que arribaban. Es necesario señalar que una de esas medidas era en extremo impopular: la prohibición de la correspondencia con los familiares durante la primera etapa de la permanencia de las tropas en Cuba. La misma era soportada penosamente por soldados y oficiales, aunque contribuyera a mantener el secreto. Sin embargo, a pesar de todas las medidas que se tomaran, la aparición de nueva técnica militar y de personal desacostumbrado, así como las dificultades que se presentaron para el enmascaramiento, no permitieron ocultar por completo a las tropas que llegaban. Datos fragmentarios comenzaron a filtrarse rápidamente, a través de informantes clandestinos, hacia el medio de la emigración y, a través de este, a los departamentos norteamericanos correspondientes.

    Desde los primeros momentos al personal se le pagaba el salario doble en rublos y, a cuenta de esto, se entregaba una pequeña suma en moneda cubana. Hay que señalar que en esos primeros momentos todo el personal se encontraba en un vacío informativo: Radio Moscú se oía con mucha interferencia o no se oía, casi no entendían los periódicos ni las transmisiones radiales en español, además de que el mando superior no brindaba prácticamente ninguna información ni se recibía la prensa periódica de la URSS. Por suerte, pasado algún tiempo, la dirección política de la ATS comenzó a editar un boletín informativo que se distribuía en las unidades y pequeñas unidades. Pero hubo otra deficiencia que sí se mantuvo por largo tiempo; resultaba una ironía que se hubieran hecho grandes gastos para trasladar a Cuba una enorme cantidad de compleja técnica militar y varias decenas de miles de hombres, y sin embargo, casi no había traductores.

    Cuando las unidades llegaban a sus lugares de ubicación se les planteaban tres misiones fundamentales: puntualizar lo relacionado con el empleo combativo de su armamento, preparar las posiciones para las acciones combativas y construir los campamentos militares. Es necesario señalar que todos estos trabajos se desarrollaban manteniendo en el máximo de tensión las fuerzas físicas y espirituales de los combatientes, trabajando en terrenos rocosos, que eran los predominantes y dificultaban las operaciones, en condiciones de elevada temperatura y humedad y con lluvias frecuentes y copiosas. Simultáneamente se construían las vías de acceso y los caminos internos de los emplazamientos, se abrían trincheras y se tendían cercas de alambre de púas; se prestaba gran atención a la colocación de obstáculos y barreras, y a la organización de la defensa circular de los emplazamientos, pues no se descartaba la posibilidad de tener que luchar contra grupos de saboteadores y de reconocimiento del enemigo.

    De forma simultánea se preparaban los campamentos para el personal. Teniendo en cuenta las propiedades del suelo rocoso y las frecuentes lluvias, lo que dificultaba en extremo la construcción rápida de la cantidad suficiente de refugios soterrados, se decidió acondicionar los campamentos para el periodo inicial utilizando tiendas de campaña fundamentalmente. Aparte de la amenaza militar siempre presente, el entorno físico era verdaderamente hostil. En el periodo inicial los campamentos no tenían comodidades de ninguna clase y eran una mezcla de tiendas de campaña y remolques metálicos y de madera adaptados como vivienda. Resultaba difícil determinar qué cosa era peor. En las tiendas de campaña durante el día el calor era sofocante, aún cuando los toldos laterales estuviesen enrollados hacia arriba; el ambiente en su interior resultaba sencillamente insoportable. Mientras tanto, los remolques se calentaban tanto con el sol que eran inhabitables incluso de noche, cuando había que buscar refugio en algún lugar para protegerse de los enjambres de mosquitos. A esa hora los remolques parecían hornos y en las tiendas de campaña no corría una gota de aire, porque se bajaban los toldos laterales. Además, las copiosas y frecuentes lluvias lo inundaban todo, mojaban las camas, la ropa y demás pertenencias, y hacían intransitables las zonas rurales en que se encontraban los emplazamientos de las unidades. La gente era muy afectada por las altas temperaturas y la elevada humedad, las que provocaban una transpiración tremenda, así como por las picadas de los insectos; además, las matas de guao les ocasionaban llagas en la piel y fiebre si se ponían en contacto con ellas. Por las noches tenían que dormir con mosquiteros para escapar a los mosquitos, pero bajo ellos el calor era infernal, por lo que muchos mojaban las sábanas antes de acostarse, aunque estas se deterioraran con rapidez al igual que las colchonetas, pues eso mejoraba algo la situación durante un rato, mientras trataban de conciliar el sueño. De todos modos, en aquellas condiciones, durante el descanso nocturno el personal no tenía tiempo de restablecer los gastos físicos del día anterior, por lo que el cansancio se iba acumulando. A esto se unía la lejanía de su país y la sensación latente de que los separaba un océano inmenso de los lugares natales, la prohibición de la correspondencia con familiares y amigos, la falta de la prensa periódica y la escasez de información en general, especialmente durante las primeras semanas; la espera del inicio de las acciones combativas en cualquier momento, en un lugar en el que no tendrían a dónde retirarse y estaban prácticamente seguros de que no sobrevivirían.

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    Todo esto unido a los intercambios frecuentes de disparos, no habituales para ellos, y a las explosiones de granadas en zonas cercanas a las unidades, provocados por grupos o bandas contrarrevolucionarios o por confusiones del personal que hacía la guardia, principalmente de noche; pernoctando en campamentos rodeados por alambre de púas y con centinelas por todas partes. Por si eso fuera poco, en muchas unidades era aguda la escasez de agua potable o la de agua en general.Las condiciones de acantonamiento en campaña y las particularidades del clima también se reflejaban en la calidad de la alimentación, en el estado de la salud y en la higiene del personal. Al partir hacia Cuba las unidades fueron abastecidas con productos alimenticios para 45 días; muchos de los cuales se deterioraron con rapidez por la influencia de la temperatura y la humedad: los granos y las pastas alimenticias se ponían pegajosos, la carne y el pescado salados eran afectados por el moho, así como el pan; se abofaban las latas de muchas conservas, principalmente de carne, pescado y productos lácteos, la col agria se fermentaba, la mantequilla se derretía y hasta los cigarrillos se deterioraban. Una de las causas del deterioro masivo de productos alimenticios radicaba en que las unidades no contaban con suficientes equipos de refrigeración para conservarlos.

    Durante las primeras semanas de permanencia de las tropas en Cuba se creó una situación sanitario-epidemiológica desfavorable. Casi todas las unidades fueron afectadas por la disentería, y en casos aislados hasta el 40 o 50 % de los militares pasaron por los hospitales de campaña. La ola de enfermedades pudo ser liquidada mediante el control del estado sanitario existente en las cocinas y comedores, de la calidad de las fuentes de agua y de la higiene personal de los militares.No obstante, independientemente de las circunstancias adversas, el espíritu combativo, la disciplina y la disposición del personal eran muy elevados. El personal trabajaba hasta extenuarse soportando grandes sobrecargas físicas y cumplía sus funciones con calidad, sin que se produjeran manifestaciones de pánico ni estados depresivos. En general se cumplían los cronogramas elaborados para poner las unidades en disposición combativa.

    La elevada temperatura y humedad, así como las copiosas y frecuentes lluvias tenían una fuerte influencia sobre el estado de conservación y el funcionamiento de muchos tipos de armamento, medios técnicos y de transporte. De acuerdo con sus características constructivas, estaba garantizada la confiabilidad de funcionamiento de los equipos soviéticos en las condiciones del continente Euroasiático, pero en las condiciones de Cuba no todos los medios técnicos resistieron el "examen tropical". En cierta medida esto se convirtió en un "punto neurálgico" para la Agrupación.

    En el puerto de Sebastopol comenzó la carga del barco mercante "Omsk" con los medios del primer regimiento equipado con cohetes de alcance medio R-12 que se trasladaría a Cuba. En dos días de trabajo ininterrumpido se cargaron 2 200 toneladas de carga, 166 unidades de técnica diversa y seis cohetes portadores de combate. En total para trasladar el regimiento y la base técnica coheteril al puerto de embarque se necesitaron 19 trenes, y para llevar los medios a Cuba se emplearon seis barcos; mientras que para trasladar todos los medios de la división, que incluían alrededor de 11 000 efectivos, unas 11 000 toneladas de cargas diversas y algo más de 1 600 unidades de técnica, a los puertos de embarque de Sebastopol, Nikolaev y Baltiisk, se utilizaron 111 trenes con 7 171 vagones, y 35 barcos mercantes para llevarlo todo al otro lado del océano. Había que colocar los cohetes en las bodegas, pero las dimensiones de las escotillas no permitían su introducción en posición horizontal, por lo que hubo que cargarlos con un determinado ángulo de inclinación, que fue determinado previamente y verificado con una maqueta. En las bodegas, los cohetes fueron colocados en carretillas especiales de transportación y se fijaron con gran cuidado.

    El 23 de agosto, cuando habían transcurrido tres meses de la reunión conjunta del Presídium y el Consejo Militar en la que se había aprobado la Operación "Anadyr" de forma preliminar, agencias de información y firmas occidentales propagaban informes acerca de la llegada a Cuba de soldados y barcos soviéticos con armamento. Se considera que los primeros datos sobre el despliegue militar soviético en Cuba fueron obtenidos por los estadounidenses mediante satélites espías y a través de la inteligencia germanoccidental, que les informó sobre el movimiento de barcos soviéticos con armamento hacia Cuba. Otra fuente de información fue la correspondencia de los emigrados cubanos con sus familiares en la Isla, los que aseguraban haber visto grandes caravanas militares en la madrugada, largos vehículos que transportaban cohetes cubiertos con lonas (seguramente cohetes antiaéreos, pues en esta época los de alcance medio no habían salido todavía de la URSS, aunque estaban a punto de hacerlo), así como que de algunas zonas se había sacado a la población residente en las mismas para otros lugares. Una cosa era evidente, las medidas adoptadas para preservar el carácter encubierto de la Operación habían evitado que durante la primera fase de la misma se filtrara información que indicara, sin lugar a dudas, a los servicios de inteligencia norteamericanos, la verdadera dimensión y el objetivo de la maniobra emprendida.

    Precisamente, al amanecer de aquel 25 de agosto de 1962, había partido desde el puerto de Sebastopol el barco mercante "Omsk", en el que por primera vez salían de las fronteras de la URSS los cohetes estratégicos. En los archivos del EMG de la URSS se conservó un documento relacionado con este momento: "Suplemento a las instrucciones para los capitanes de los barcos y los jefes de los convoyes militares que En el documento se complementaba el punto 11 de las instrucciones: "En el caso en que no sea posible liquidar el ataque, impidiendo el acceso al barco de personas ajenas, el jefe del convoy militar debe destruir todos los documentos que constituyan secreto militar y estatal. "Cuando sea evidente la amenaza de la captura del barco por extranjeros, el capitán y el jefe del convoy militar deben tomar las medidas para el traslado organizado del personal a todos los medios de salvamento que se tengan y hundirán el barco, guiándose para esto por la Instrucción del Ministerio de la Marina Mercante que se adjunta". Es necesario señalar que durante esta travesía, uno de los problemas fundamentales que hubo que solucionar fue el de la transportación del oxidante para el combustible coheteril, producto "O-30", manteniendo su temperatura dentro de los límites establecidos. Este era un líquido muy agresivo e inestable. Para el enfriamiento del mismo fue preparada una estructura especial en la que se colocaban las cisternas con el oxidante cubiertas con lonas. Se construyó un sistema de conductos para garantizarles un buen flujo de aire en todo momento, y se succionaba agua del mar constantemente para mantener mojadas las lonas. Estaba previsto que si se detectaba la descomposición del "O-30", la cisterna afectada, con su contenido, debía ser lanzada por la borda para evitar su posible explosión y el surgimiento de un incendio. La temperatura límite permisible era de 35º C para el producto "O-30", pero momentos antes de la partida se recibió la información de que esta podía ser de hasta 55º C. No obstante, durante el viaje la temperatura del líquido nunca fue mayor de 28º C.

    Teniendo en cuenta sus diferentes tipos, las municiones nucleares se transportaban en embalajes metálicos individuales de cuatro clases, confeccionados siguiendo un principio único: una fuerte base inferior con elementos interiores para la fijación de la munición a ella, así como puntos externos para el izaje y la fijación a los medios de transporte, y una parte superior para la protección de la munición. Para ejecutar la manipulación de esa técnica durante el traslado fue preparada una dotación integrada por doce hombres, oficiales y soldados físicamente fuertes que dominaban bien los hábitos de trabajo durante la carga, descarga y transportación de los cargamentos especiales y que conocían las particularidades de los mismos, con lo que se garantizaba el cumplimiento con calidad de las exigencias de seguridad.

    A principios de la tercera decena de septiembre, en el barco mercante Fisik Vavilov, llegaron a Cuba las últimas unidades de la defensa antiaérea, con lo que se completaba la división que protegía la parte oriental de la Isla. El jefe de la división con su estado mayor y los órganos de dirección se instalaron en la ciudad de Camagüey, mientras que los estados mayores de los regimientos se ubicaron en Ciego de Ávila, Victoria de las Tunas y Santiago de Cuba. El plazo establecido para efectuar el despliegue total en el orden combativo de la división y para que todas las pequeñas unidades comenzaran a realizar la guardia combativa, abarcó desde el 23 de septiembre hasta el 20 de octubre.

    Hay que señalar que ya en aquellos momentos se encontraban listos para el combate en sus emplazamientos fortificados más de la mitad de los 24 grupos coheteriles antiaéreos que integraban las dos divisiones, mas el mando soviético dio órdenes estrictas desde Moscú para que no se disparara contra los aviones de exploración del enemigo, con el objetivo de no empeorar una situación que ya era de por sí bastante tensa. Incluso se prohibió que los medios de radiolocalización de los grupos irradiaran al espacio, para evitar su detección por el enemigo y que este conociera previamente la composición y el orden combativo de las Tropas de la Defensa Antiaérea. En realidad, esta decisión no se justificó, pues aparte de la influencia negativa ocasionada por el hecho de que no se actuara contra los medios de exploración enemigos, este fue capaz de descubrir previamente, mediante la fotografía aérea, los emplazamientos de casi todos los grupos coheteriles antiaéreos, por lo que el enemigo conoció previamente la composición y el orden combativo de esas unidades.

    Por aquellos días ya se desarrollaba con intensidad la preparación de los emplazamientos en los dos regimientos de cohetes de alcance medio que estaban arribando. Era una misión muy voluminosa. Los trabajos se desarrollaban día y noche. Al oscurecer se comprobaba el estado de la técnica y se realizaban clases y ejercicios complejos en las posiciones de despegue para mantener o perfeccionar el nivel de preparación del personal. Cada regimiento estaba formado por dos grupos de combate, integrados por cuatro posiciones de lanzamiento cada uno.

    En ellos había que acondicionar las cuatro rampas de lanzamiento, construir un silo de 25 metros de largo por 11 de ancho para almacenar las cabezas de combate nucleares; este silo se confeccionaba por el sistema de arcos prefabricados de hormigón. También había que preparar los pisos de concreto para almacenar los cohetes bajo tiendas de campaña, preparar los almacenes y el área de vivienda del personal, la que al inicio fue de tiendas de campaña, además de los puestos de mando de los jefes de los grupos de combate y de los regimientos, pues se decidió ubicar el estado mayor de cada regimiento en uno de sus grupos de combate.

    Las rampas de lanzamiento se colocaron en línea irregular, en forma de zigzag, a una distancia de alrededor de doscientos metros entre ellas. El perímetro del área de cada grupo de combate fue rodeado por una cerca de alambre de púas con postes. Dentro de esa área la seguridad estaba a cargo de los soviéticos, que a cierta distancia construían garitas de vigilancia y puntos de control en las entradas. Estas cercas perimetrales fueron ubicadas a una distancia tal de las posiciones de lanzamiento que impedía que el disparo directo de las armas de infantería dañara los cohetes. En aquellos momentos, el sistema empleado para garantizar el funcionamiento de cada rampa de lanzamiento estaba integrado por un conjunto de armamento, moderno para la época, que contaba con más de veinte medios técnicos diversos y 150 hombres para atenderlo.

    En un corto intervalo de tiempo y en condiciones extenuantes de trabajo se realizó una tarea enorme: se construyeron las posiciones de lanzamiento con todos los elementos de hormigón que estaban previstos, más algunos senderos imprescindibles para que las carretillas con los cohetes y otros equipos no se atascaran como consecuencia de las frecuentes lluvias; se construyeron los depósitos para el almacenaje de las cabezas de combate nucleares; se prepararon doce kilómetros de caminos de gravilla para las comunicaciones internas de cada región de emplazamiento; se construyeron también las trincheras y refugios, tanto para la guardia, como para organizar la defensa circular de los emplazamientos; se efectuaron un promedio de más de mil voladuras en cada grupo de combate en terreno rocoso; se desplegaron los almacenes, las cocinas y comedores, y se prepararon las tiendas de campaña del área del campamento. Por cierto, es necesario señalar que estos conglomerados de tiendas de campaña se convirtieron en uno de los principales indicios desenmascarantes de las unidades.

    Todo el trabajo se realizaba en condiciones de temperaturas de hasta 35º C y una humedad muy elevada, en ocasiones de casi el 100 %, lo que afectaba al personal. Por si esto fuera poco, el terreno rocoso brindaba tenaz resistencia a los medios de excavación llevados de la URSS, por lo que gran parte del trabajo había que hacerlo a mano, y dado el carácter tan secreto de la misión no solo estaban prohibidos los pases del personal, sino también el empleo de mano de obra cubana en los emplazamientos.

    El volumen tan grande de trabajos ingenieros, ejecutados en extensiones de terreno relativamente pequeñas y en plazos limitados de tiempo, así como la aglomeración de una gran cantidad de equipos en los emplazamientos, dificultaron en extremo la realización oportuna de los trabajos de enmascaramiento que estaban previstos. Además, de los medios de enmascaramiento reglamentarios la división solamente contaba con redes de enmascaramiento, con cuya ayuda solo se podían enmascarar algunos equipos; también había que tener en cuenta que los colores de las cubiertas de policloruro de vinilo de las redes no se correspondían en absoluto con las condiciones locales. La realización de los trabajos de enmascaramiento de las posiciones de fuego se complicó más porque debido a las condiciones del terreno y climáticas se pavimentaron no solo las plataformas de lanzamiento, sino también los senderos para el desplazamiento de los posicionadores (erectores) y de las carretillas con los cohetes, con lo que aumentaba ostensiblemente el volumen de los trabajos de enmascaramiento, ya que no bastaba con enmascarar los distintos equipos ubicados en la zona de lanzamiento, sino que había que enmascarar toda la zona.

    El 29 de septiembre llegó al puerto de Cienfuegos el barco mercante Metallurg Baikov con la primera remesa de personal y equipos de la base técnica coheteril destinada a la región central. Hay que decir que cada regimiento coheteril tenía su propia base técnica, incluidas las camionetas para la transportación de las cabezas de combate nucleares desde los depósitos de almacenamiento a los cohetes, una vez que se daba la orden de prepararlos para el tiro. Esa separación física de los componentes de las armas y del vehículo de reparto, incluidas las guardias especiales del KGB para las cabezas de combate nucleares almacenadas, eran las características normales del despliegue nuclear soviético hasta que posteriormente se desarrollaron salvaguardias más avanzadas.

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