Los delitos sexuales en adultos y en menores (página 2)
Enviado por Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
B) La fase represiva. Se ha logrado constatar en muchos casos de abuso sexual intrafamiliar, en algunos miembros de la familia, así como en miembros del entorno incluyendo a los profesionales, el desencadenamiento de un conjunto de comportamientos y discursos que tienden a neutralizar los efectos de la divulgación, que expresan un esfuerzo desesperado de la familia para recuperar su equilibrio, tratando de eliminar a través de todos los medios a su alcance los efectos provocados por la denuncia de los hechos incestuosos. La descalificación del discurso y de la persona de la víctima, las acusaciones que tienden a señalar a la víctima como culpable 9º la negación de la evidencia de los hechos, son sólo algunos de los medios empleados. En esta estrategia se implican activamente no sólo el abusador, sino también la esposa, los hermanos y hermanas y, desgraciadamente, policías, jueces, médicos, etc., demasiado comprometidos e identificados con los adultos de la familia y/o sin la formación necesaria para manejar la situación. Estas presiones y amenazas explican el hecho de que muchas víctimas de incesto se retracten posteriormente de lo divulgado.
2.2.3.-El papel de la madre: cómplice o inocente de incesto. Muchas veces cuando se conoce de un caso de incesto se culpa a la madre por lo ocurrido, sin embargo, la experiencia clínica muestra que si bien muchas madres subordinan sus necesidades a las de su marido, muchas también actúan correctamente una vez que se enteran de los abusos, haciendo todo lo posible por ayudar a la víctima. La dinámica de la madre en las familias incestuosas se caracteriza por la elección prioritaria, y a veces rígida, que hacen de su pertenencia al subsistema conyugal. Son principal y prioritariamente, la mujer de sus maridos y a veces también, su madre. El papel de madre de sus hijos es secundario y dependiente de este. Varias de estas mujeres son además víctimas de violencia de su cónyuge. Esta posición de víctimas es la continuación del proceso de victimización infantil que se denomina como la "carrera moral del niño maltratado". Habiendo ya vivido experiencias de abuso sexual, maltrato físico y abuso psicológico, estas mujeres confirman, en su relación con su cónyuge maltratador, sus sentimientos de impotencia, sumisión, e incompetencia. Paradójicamente, estas mujeres se sienten culpables por no dar a su cónyuge lo que necesita; por este motivo soportan y justifican también sus agresiones, disculpando a su hombre. Muchas de estas mujeres además fueron víctimas de abuso durante su infancia. Generalmente se califica a estas mujeres de irresponsables, frágiles y pasivas, sin embargo esto sólo corresponde a prejuicios y mitos que conducen a los profesionales a una desconfianza extrema hacia ellas, reforzando el proceso de cosificación que siempre han conocido. Un porcentaje considerable de estas madres se presentan como dominantes, fuertes y controladoras, pero su historia infantil nos revela antecedentes de abandono y negligencia.
Según la reacción de las madres al momento de la denuncia por abusos hacia sus hijos se puede distinguir:
2.2.3.1.-La madre de tipo A: Qué corresponde a una esposa que se encontraba en el momento de la denuncia en el mundo de la violencia impensable. Esta madre no puede ni siquiera imaginar la posibilidad, de que su cónyuge pudiera hacer algo parecido con sus hijos. Además estos abusadores se presentan como hombres normales y respetables, buenos esposos y padres, y a menudo son manipuladores y borran todas las pistas que pudieran delatarle. Los niños tratan muchas veces de decirle a la madre lo que está pasando, pero a las madres les resulta extremadamente difícil decodificar las señales, y junto a esto se suma el hecho de que para ellas el tema es inconcebible. Cuando este tipo de madres obtiene la prueba irrefutable del incesto, para ella es un verdadero cataclismo. La mujer se siente culpable y al dolor se suma el apoyo a la víctima aún cuando esta puede ser ambigua por algunos momentos.
2.2.3.2.-Las madres tipo B: Corresponde a madres que son cómplices indirectas del abuso, aquí las madres saben lo que pasa, pero prefiere callarse. Se trata de mujeres dependientes del abusador y/o comparten el mismo sistema de creencias respecto a que los adultos tienen todos los derechos sobre los niños. Por esto son incapaces de brindarle protección.
2.2.3.3.-Las madres tipo C: Son cómplices directas. Conforman un grupo minoritario y participan activamente del abuso junto a su cónyuge y en casos extremos pueden ser las verdaderas instigadoras.
2.3.-La triangulación de las víctimas en las dinámicas conyugales.
Se pueden observar tres dinámicas que permiten la triangulación de la víctima y su abuso sexual:
1) Padre abusador dominante, esposa sumisa dominada, hija adultificada y protectora. Estas mujeres aparentemente sumisas le proporcionan al abusador la ilusión de poder esto refuerza en el hombre la sensación de abandono y los padres se vuelcan a sus hijas en busca de protección y amor incondicional.
2) Padre abusador sumiso, esposa dominante, hija dominada. Estas mujeres aparentemente dominantes proporcionan al varón abusador la ilusión de estar protegido, pero al mismo tiempo un sentimiento de impotencia y de insatisfacción en lo que se refiere al ejercicio del poder y del control de la relación conyugal. En estas condiciones el abusador seducirá a una o varias de sus hijas. Al abusar sexualmente de ellas se le ofrecerá la ilusión de poder y de control que existe en una relación.
3) Padre abusador dominante, esposa dominante, hija abusada y utilizada como reguladora de la relación. Ambos esposos pelean por el poder en la relación. En esta dinámica simétrica, la hija, víctima potencial de una relación incestuosa, se implica o es arrastrada a jugar el papel de enlace entre sus padres. De esta forma se ve obligada a aliarse una vez con el padre otra vez con la madre.
2.4.-CONSECUENCIAS DE LOS ABUSOS SEXUALES PARA LOS NIÑOS.
Para hablar de ello parece pertinente abordar la familia incestuosamente abusiva como un sistema o una institución totalitaria, controlando y vigilando la totalidad de las actividades de sus miembros. El grado de totalitarismo familiar es diferente en cada situación, pero es pertinente para describir la relación que el abusador impone a su víctima. El agresor ejerce un control sobre su víctima, a través de la sugestión, de mentiras, chantaje afectivo, intimidación y/o utilizando la violencia. En el abuso intrafamiliar, la víctima depende de manera vital de su abusador, está en situación de dependencia extrema, y si es muy joven, sin distancia afectiva y social que le permita defenderse de su abusador. En el abuso sexual, las experiencias extremas son el goce sexual, la manipulación de los lazos afectivos, un discurso culpabilizante, la obligación del silencio y del secreto. Las consecuencias de ello son la aparición de efectos traumáticos (angustia, miedo) y también el proceso llamado "alienación sacrificial", que es la adaptación de la niña y niño a la situación, teniendo en cuenta su dependencia del abusador y el proceso de sumisión y manipulación que éste le impone. Se ha llamado "proceso de vampirización" a este caso, y se compara con el proceso de "lavado de cerebro", para lograr la sumisión incondicional de sujetos rebeldes, sin utilizar violencia física. Los efectos de la traumatización se manifiestan rápidamente una vez comenzado el abuso, pero la víctima, a pesar del sufrimiento, mantiene una distancia con respecto a su abusador. Tiene aún el sentimiento de su víctima, aún cuando no le permita hablar de lo que le sucede. Las manifestaciones que genera la alienación sacrificial son efectos a largo plazo. Aquí el grado de manipulación afectiva y las prescripciones del abusador hacen desaparecer la distancia con su víctima, que ya no tiene posibilidad de reconocerse como tal y cambia la imagen de sí misma, considerándose la "sinvergüenza" o "mala" que ha inducido la situación. Se instala así el proceso de vampirización. El carácter traumático del abuso sexual es porque el actuar del adulto se sitúa fuera del cuadro habitual del niño. Ello altera la percepción y emociones respecto a su entorno, crea una distorsión de la imagen que tiene de sí mismo, de su visión de mundo y de sus capacidades afectivas. Las agresiones se dan en el tiempo, por ello hay que distinguir los signos de la fase inicial de la interacción abusiva, de aquellos que corresponden a la fase intermedia o de equilibrio, donde la víctima acepta bajo presión la situación como única posible; y los signos de una tercera fase, la desestabilización, provocada por fluctuaciones introducidas por la víctima, o cambios en el cuadro familiar, o rebelión activa contra el abusador, lo que suele conducir a una revelación de los hechos.
Conclusión
Después de un examen exhaustivo sobre Los delitos sexual. Estos delitos de violación sexual por la ampliación en forma y contenido deben denominarse a nuestro entender como delitos de acceso carnal. En esta parte, algunos autores solo consideran como tal a la violación sexual vaginal y anal, más no al bucal, porque consideran que son actos libidinosos y no corresponde al acceso carnal. Cambiar la terminología que emplea actualmente nuestro Código Penal referida a las conductas sexuales, por no estar enfocadas teleológicamente y no considerar en su verdadero sentido la motivación que determina su realización.
Por ello deben ser suprimidas las locuciones "acto sexual" y "acto sexual análogo", por el concepto amplio de acciones sexuales. Generalmente las personas creen que el abuso sexual es cometido por adultos desconocidos por el menor, sin embargo, en la realidad podemos observar que la mayoría de los abusos son realizados por personas conocidas por la víctima e incluso pueden ser los propios padres del niño quienes sean los abusadores, esto se daría porque en ciertas condiciones el sistema familiar, cuya finalidad consiste en asegurar la vida y la socialización de todos sus miembros, funciona de tal modo que los intereses de los adultos se dan como prioritarios y urgentes en desmedro de los intereses de los menores.
El abuso sexual recién sale a luz pública, aunque haya estado siempre presente. Y eso tiene que ver con la falta de huellas que posee. Además, es una de las formas de violencia que más nos cuesta incorporar. El hecho de que un padre tenga relaciones sexuales con su hijo o hija es algo que nos cuesta comprender. Nos rompe todo el modelo de familia, destruye todo lo que pensamos del padre o de la madre, a nivel social. Afortunadamente, los psicólogos, en la manera en que nos vamos sensibilizando con el tema, nos preparamos para escucharlo.
El abuso sexual puede distorsionar las futuras relaciones con el niño, con adultos o pares, llevándolos a representar factores anormales de interacción social.
A la vista queda entonces, el fundamental papel que, como profesionales, jugamos en este fenómeno, y la responsabilidad de toda la sociedad en reconocer tal flagelo.
Finalmente, queda la satisfacción de haber realizado un trabajo conciso que nos arrojó luz sobre la base teórica y la aclaración de varios aspectos prácticos relacionado con dicho tema.
Recomendaciones
Al final de la investigación, después de tratar los diferentes tópicos concernientes a los delitos sexual. Estos están tipificados en nuestros Código Penal y el Código del Menor, lo cual ha sido reformado ahora último incrementado las penas a quienes infrinjan con éste bien jurídico, castigando aquellas conductas que tienen por finalidad lograr el acceso o trato carnal con otra persona sin su consentimiento o viciando éste. A nuestro criterio se debe tomar en cuenta que no solo Estado sino la colectividad, debe intervenir en la formación de las personas, brindándoles valores éticos y morales, y una buena educación. Elevar la pena o aplicar la pena de muerte, no soluciona el problema de la violencia sexual que día a día va en aumento. Debería estudiarse a fondo el por qué de los hechos u actos delictivos, y una vez identificados, encontrar las alternativas de solución, aplicar con reformas, y de esta manera poder informar y explicar, a fin de llegar a una solución integral del problema y para ello requiere de que las políticas públicas claras con apoyo de las organizaciones de civiles, iglesia, municipalidades y comunidad en su conjunto.
La causa de los niños nunca ocupó el primer lugar en la agenda de los gobiernos y políticos Dominicanos. Es por tanto que:
En lo económico, lo político, lo social, tenemos que existe hoy en dia:
Pobreza e incremento de la desigualdad social.
Caída de la inversión social en aspectos que tienen que ver con la niñez (se expresa en la todavía alta tasa de mortalidad infantil).
Deterioro de políticas sociales básicas, que incide en el menosprecio de lo social y la eliminación de instituciones en ese ámbito.
Falta de rendición de cuentas desde el Estado hacia la sociedad civil, en lo que se relaciona con la inversión social: entrega tardía de fondos, incumplimiento del presupuesto asignado para los niños, utilización de recursos sociales para "proselitismo político".
Desprotección por parte del Estado de su población más joven, lo cual se expresa en la falta de continuidad de programas sociales.
El Estado no define políticas sociales a mediano y largo plazo. Las políticas dictadas son de carácter emergente, con sentido de inmediatez y pésima calidad. O bien, son aisladas, fragmentadas, segmentadas. Son programas "parches" que no son pensados para el mediano ni el largo plazo ni de manera estructural. Prima el sentido del "asistencialismo" y como un botín político del gobierno de turno.
No hay políticas de protección especial (maltrato, explotación sexual y laboral, tráfico, abandono, refugiados, etc.))y la inversión social en esta área es ínfima: no hay redes de protección de derechos.
Deterioro paulatino de la democracia en lo que se refiere al respeto a los derechos humanos, los de la niñez y adolescencia en particular, y en el ejercicio de los derechos.
Resistencias de la cultura ecuatoriana a introducir el concepto de derechos en la vida cotidiana y eliminar prácticas autoritarias desde el hogar.
Despreocupación del Estado por implementar mecanismos o formas que contribuyan a introducir el concepto de derechos en la ciudadanía.
Negligencia en cuanto a la difusión de los derechos de la niñez y adolescencia. No se han implementado mecanismos masivos para capacitar al respecto tanto a niños y niñas como a personas adultas.
Ausencia del tema de la niñez y adolescencia en la agenda política del Estado: gobierno nacional y gobiernos locales.
El hecho de no haber mejorado sustancialmente la situación de la niñez y adolescencia se manifiesta en la baja de la calidad de los servicios y en la escasa cobertura que existe en algunas áreas (protección especial, por ejemplo).
La institucionalidad, los programas y la inversión son fragmentados, segmentados con enfoque asistencial y clientelar.
Deterioro paulatino de la democracia en lo que se refiere al respeto y ejercicio a los derechos humanos, los de la infancia en particular.
Educación: Estancamiento y retroceso de indicadores básicos de educación, reducción de la matrícula, incremento de la deserción, bajas calificaciones de los estudiantes en logros académicos.
En lo institucional y jurídico:
No se implementa con energía el Código del menor ó Ley 136-03, ni el Sistema Nacional Descentralizado de Protección Integral.
Debilidad y colapso de la institucionalidad orientada a la niñez y adolescencia. Los Ministerios del área social viven una profunda crisis institucional.
Incapacidad tanto de las ONG como del Estado para enfrentar temas sensibles como el tráfico de niños/as, la prostitución infantil, trabajo infantil, la lucha contra la impunidad. De esta manera faltan a su obligación de preservar los derechos. Persistencia de la impunidad en caso de violación de derechos relacionados con los abusos sexuales que cometen maestros en escuelas y colegios y familiares
Incapacidad del Estado para enfrentar las adopciones ilegales y el trabajo infantil. Falta de voluntad política al respecto y corrupción en el manejo de las adopciones.
Incapacidad y resistencia de las instituciones para adecuarse a los cambios normativos. Hace falta modificar la institucionalidad en función de esos cambios.
Hay graves deficiencias en el funcionamiento de la Justicia especializada. El Consejo Nacional de la Judicatura no ha sido capaz de implementar una justicia seria, ágil y justa para los niños. La impunidad sigue en los casos de violencia en contra de la niñez y adolescencia. Si bien se dio el paso de la justicia para los niños de la Función Ejecutiva a la Función Judicial, ésta no ha mejorado como el país lo desea.
En el aspecto salud:
El incremento del embarazo en adolescentes en los últimos 10 años. En 2001, se detectó que 18 de cada 100 partos eran en madres adolescentes que tenían entre 12 y 18 años. En el 2011, 27 de cada 100 madres son adolescentes y a edades más tempranas de 11 a 18 años.
El incremento de las muertes de adolescentes por causas violentas tales como accidentes de tránsito, homicidios y suicidios. Estas tres causas provocan el 45% de todas las causas por las que mueren los y las adolescentes en el país.
La falta de visibilidad de la magnitud del maltrato infantil fue superada en el año 2010 cuando se impulsó y ejecutó la primera encuesta de la situación de la niñez y allí se preguntó a los propios niños y niñas de 5 a 17 años sobre el maltrato. En marzo del 2012 se efectuó una nueva encuesta para dimensionar el tema ((Datos obtenidos de CONANI, marzo 2012).
El maltrato por parte de los padres. Entre los niños y niñas de 6 a 11 años, el 52% afirma que sufre malos tratos por parte de sus padres. El 4% afirma tener padres indiferentes cuando ellos cometen un error o se meten en problemas, y un 44% señala que reciben buen trato de parte de sus padres. El maltrato disminuye a medida que los niños y niñas crecen. Entre los que tienen 12 a 17 años el maltrato es 32%, la indiferencia es el 7% y el buen trato asciende al 60%.
El maltrato por parte de los profesores. Cuando un niño o una niña en edad escolar, es decir entre 6 a 11 años, tiene dificultades en el colegio, saca malas notas o se porta indisciplinado, estos problemas son resueltos por el 36% de los profesores con malos tratos que incluye castigo físico, dejarlos sin salir al recreo. El 16% de los profesores reacciona con indiferencia y para el 48% de los niños y niñas, sus maestros les tratan bien. El 16% de los y las adolescentes en edades comprendidas entre los 12 y 17, son maltratados. Una cifra similar los trata con indiferencia, el 16%, y el 70% reciben –en su propio criterio- buen trato.
La discriminación y la exclusión contra los niños negros e indígenas es muy fuerte. Es en las provincias con mayor población indígena en donde los índices sobre mortalidad, desnutrición y educación son los más graves.
Bibliografía
Acosta, Juan Pablo. "Código Penal de la República Dominicana", Decima quinta Edición, Editora DALIS, Moca, República Dominicana. 2011.
Potentini, Trajano Vidal. "Código Penal de la República Dominicana", 3ra. Edición, Editora Dalis, Moca, República Dominicana. 2010.
Ley 136-03 "Código del Menor de la República Dominicana", Editora DALIS, Moca, República Dominicana. 2012.
Capitant, Henri. "Vocabulario Jurídico", Ediciones Depalma, Buenos Aires, Argentina. 1977.
Espasa-Calpe. "Vocabulario Jurídico". 8ta. Edición, Editorial Depalma, Buenos Aires, Argentina, 2005.
Guillermo Cabanellas, "Diccionario Jurídico Elemental". 3ra. Edición, Editorial Depalma, Buenos Aires, Argentina, 2005.
Autor:
Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
Santiago de los Caballeros,
República Dominicana
2014.
Primera edición
2014
Título:
"Los Delitos Sexuales: En Adultos y En Menores"
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