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Relato: Una segunda oportunidad de vida (página 2)

Enviado por Yecenia Angulo


Partes: 1, 2

A pesar del malestar, fui al concierto de Chayane en el Teatro Teresa Carreño, el domingo 19, llegando recibí otra pieza del rompecabezas era un obsequio y un folleto sobre el cáncer de seno y la campaña publicitaria que estaba en boga "tócate, hazte tu examen anual" promocionada por SENOSALUD, en alianza con los jabones DOVE. Era coincidencia o era un mensaje de Dios, creo era mi ángel de la guarda, se trataba de mi padre (Q.E.P.D.), eran dos coincidencias con respecto a un mismo tema en muy corto tiempo. Son las intenciones, no las consecuencias, las que deben movernos en determinada dirección. A veces pienso que Dios nos habla todos los días y estamos tan sumergidos en las rutinas que no aprendemos a leer ese lenguaje mágico, es decir, nada pasa por casualidad, todo viene en la escritura de la vida.

El malestar de mi cuerpo o la defensa de mis soldaditos ante el ataque del enemigo silencioso, el lunes 18 me tiraban en mi cama como una muñeca de trapo sin voluntad y fuerza para levantarme, pero definitivamente mi compromiso era mayor que mi propia salud, recordé la voz de mi ángel de la guarda y llame al Presidente del Servicio Médico de la Empresa solicitándole una cita para la mamografía; nuevamente las coincidencia se presentaron detrás de esa llamada, logre que al día siguiente me atendieran. El dragón gripal mantenía quebrantada mi salud, quizás esa fue la noche que mejor dormí antes de la visita de COMEDO, quizás mi ángel de la guarda me había dado unas gotas de valeriana o quizás todas las recomendaciones a los Santos, que diariamente hace mi madre, me cubrían con su manto para fortalecerme, ante la batalla que estaba por comenzar.

Ante la ausencia a mi cita médica, el martes 19, recibí una llamada del Presidente del Servicio Médico, me estaban esperando y me atenderían a la hora que llegara, llego el momento crucial que cambiaría por completo mi vida, mi mente decía que sí mi cuerpo decía que no, entre esos dimes y diretes, pasaba el tiempo y me preparaba para encontrarme con la enfermedad. Nuevamente, era una casualidad u otra señal, Dios me estaba alertando que algo sucedería ¡No les parece asombroso! Fue la mañana que camine en búsqueda de mi destino, vivir o morir, definitivamente fue vivir.

Era el día perfecto miraba la majestuosidad e imponencia del Ávila, aquel paisaje reflejaba casi que todos los colores del arco iris, había una degradación de verdes y las nubes corrían sin sentido como alborotadas por tanta belleza, quede abismada de su grandeza al fondo se veía una grieta que semejaba un riachuelo de los muchos que habían quedado luego de la tragedia de Vargas; las cornetas de los carros, el ruido de las motos, los pregoneros de periódicos, todos se encontraban a mi alrededor para enseñarme que la vida está llena de pequeños detalles; básicamente ese día, realice la misma rutina y me dirigí a enfrentar el cambio más radical e impactante que estaba a punto de sucederme, la mata de semeruco estaba pudriéndose sin que yo lo percibiera.

Llegue al Servicio Médico, recibí un trato muy especial con todos los honores de una ejecutiva, llene la historia médica, al fondo del pasillo se oyó una voz de mujer que pronuncio mi nombre, era de tono grueso y fuerte, en ese momento estaba agarrando mi arco y flecha o mejor dicho estaba dando los primeros pasos para pararme frente al enemigo. Camine por el pasillo hasta el final de la pared, en donde cruce a mano izquierda, allí la Técnico del Servicio de Radiología me dio las primeras indicaciones. Empezó el examen.

Frente a mis ojos estaba un aparato gigante superior a mi estatura tenía unos brazos enormes de metal que sostenía unas placas, eran como los brazos rígidos y fuertes de un gigante, las cuales aprisionaba mi senos con mucha fuerza y lo aplastaba sin piedad, uno primero y otro después. La voz de la Técnico me indicaba no respire, no se mueva, respire; revelaron las primeras imágenes, transcurrieron pocos minutos pero el miedo, las palpitaciones y mi voz interior presentían el resultado final; en ese momento mis pensamientos volvieron a la realidad entro nuevamente la Técnico, indicándome que debía repetir algunas tomas del lado izquierdo, a lo cual inmediatamente el Goliat de mi fortaleza se achicopalo y estaba pasando algo. La máquina realizo su trabajo y se convirtió en la magia divina de la ciencia puesto que identifico las semillas de semeruco que estaban dañadas, con otro aparato más pequeño pero que tenía un ojo cuadrado vieron el resto de mis órganos internos, todo estaba bien gracias a Dios.

Muchas veces los seres humanos nos empeñamos en luchar contra la corriente y nos cuesta un mundo armar las piezas del rompecabezas de la vida, evitamos la incertidumbre colocándonos mascaras y levantamos murallas para no ver lo obvio. Pero en mi caso, tome como verdad esas señales, esos indicios tenían relación con lo sucedido, era sabiduría popular o ciencia. Finalmente, cuando encontré todas las piezas del rompecabezas lo utilice para decidir como continuar mi vida, sin olvidar que estas señales fueron como carteles en las puertas que no garantizaban lo que encontraría al otro lado.

La visita de comedo

A partir de ese día no volvía a trabajar hasta el siguiente año, en abril del 2005. Ahora si estaba segura, que el fantasma de la opera tocaba la puerta de mi vida, el volcán de los miedos se revolvía en mi ser y mecían mis pensamientos como un remolino que arrasaba todo. Desesperada ante la información y con la única verdad sobre mis hombros ¡miedo!, decidí que la información era demasiado fuerte para dejarla hasta que aparecieran los médicos, creo demostré una tranquilidad aparente, en mi rostro apareció un letrero de desesperación, más grande que el inmenso Ávila, que horas antes había admirado.

Conscientemente, no le di importancia a las tensiones emocionales, los miedos, los fracasos, las frustraciones y el stress que mis matas de semeruco estaban produciendo en mi cuerpo, puesto que las frutillas estaban dañadas y me enfrentaba al mostro de las mil caras; desconocía lo que significaba una enfermedad que afecta a tantas mujeres en el mundo y la cual se conocía como cáncer de seno. Como siempre el roble no se achicopalo, no llore, eche pa"lante, tome las riendas de mi vida y dos días después, me hice la tomografía, un eco mamario y por supuesto, una biopsia. La lesión estaba ubicada en el cuadrante superior interno y fui punzada en 4 oportunidades, cada vez que entraba la aguja era como si me clavaran una flecha, el escudo estaba roto y el dolor se hacía insoportable, la sangre recorría cada rincón de mi seno, rompía todo lo que a su paso encontraba y me quitaba de un mordisco un pedazo.

El traumatismo en el seno era la perdida de una batalla pero no la guerra, aquella hermosa protuberancia que enloquecía a los hombres y que años atrás había amamantado a mi hijo- Jeiffer- hasta faltarle dos meses para cumplir los tres años, se asemejaban a una berenjena gigante; ameritaba reposo por 2 días y medicamentos (calmantes y antiinflamatorios). Fueron las horas más angustiantes de mi vida, mi familia desconocía la magnitud de la enfermedad, nadie absolutamente pensaba en mis necesidades internas, mientras que mi consciente procesaba la información, y era como un volcán a punto de estallar y cuya explosión arrastraba cualquier fortaleza interna de mi ser, debo reconocer que desde mi vagina hasta mi cuello; todo, absolutamente todo, tenían mucho miedo. Pase los días como alma en pena, esperando los resultados de la biopsia.

Mientras esperaba los resultados aprendía a colocar mis sentidos en franca conversación con la naturaleza pero además di los primeros pasos para implantar un cambio radical en mi vida, aprovechando al máximo la relación con mi familia y por supuesto, colocando el compromiso laboral en un segundo plano. Busque terapias alternativas yoga, meditación, masajes anti stress, lectura, visualizaciones, terapias alternativas, como parte del cambio que debía emprender.

Al cabo de 8 días, recogí los resultados de la biopsia y abrí el sobre, mi corazón palpitaba aceleradamente, mis manos temblaban, al alzar la vista encontré la mirada desconcertante de mi hijo, mientras caminábamos por aquel largo pasillo fui leyendo las conclusiones de los hallazgos, el jueves 29 tenía la certeza que efectivamente había llegado la visita de alguien inesperado, tenía un COMEDO CARCINOMA DUCTUAL INFILTRANTE, IN SITU, es decir, tenia células malignas lo cual significaba que los soldados de mi cuerpo habían perdido la batallaba, había triunfado el mal y la risa del fantasma de la opera arropaba todo mi cuerpo; la noticia fue devastadora, no pude aguantar el llanto, llore sin parar con profundo dolor y me sentía al borde la muerte, abrazaba y miraba a mi hijo con desesperación.

La visita de COMEDO significaba que tenía cáncer de seno, los resultados verificaban el diagnóstico inicial y estaba muriéndome por dentro. Jeiffer, no dejaba de verme y decirme cálmate mami vamos a casa de mi abuela. Ante la noticia y reunida con mi familia exprese las emociones más fuertes de un ser humano: dolor, llanto, rabia, impotencia, inconformidad, desesperanza, entre otras. Dios era injusto, yo no le había hecho daño a nadie, porque a mí me preguntaba constantemente; mi familia sin valor para consolarme aguantaba el llanto, sus ojos se enrojecían pero no se atrevían a decirme nada.

Esa tarde acompañada de mis hermanos varones y de mi tía negra fui a la Clínica para hablar con los médicos, en especial con el oncólogo. El dialogo era claro y contundente, no había nada que hacer, tenía cáncer, no podía esperar y la única decisión posible era operarme; no tenía ganas de hablar pero el llanto contenido en los ojos de mis hermanos fue inevitable. Los médicos explicaron que no podían prohibirme nada, lo importante era expresar y dejar fluir las emociones. El roble estaba pasando por una situación muy difícil, compleja y requería todo el apoyo familiar.

Todo estaba en mis manos, tenía que ponerme los pantalones y enfrentarme a esa terrible enfermedad, no había una pastilla que me curara, retrocedí para ser niña para ver la vida diferente, para empezar a soñar en una segunda oportunidad, para recordar las tantas veces que me doblaba antes las vicisitudes pero al final siempre me levantaba. Quizás fue la guerra más corta pero la que estuvo llena de muchas luchas, de miradas angustiosas, de un sinfín de conversaciones familiares y de armas para salir victoriosa.

Busque una segunda opinión médica, coincidió con el procedimiento sugerido por mi oncólogo, tome la decisión de operarme y me reuní con el equipo de médicos que acompañarían mi lucha por la vida. Encontré en la fe el camino para preparar mi espíritu, me aferre al doctor José Gregorio Hernández, San Judas Tadeo, San Ezequiel Moreno y a la Divina Pastora, sin dejar de reconocer que el resto también hizo su trabajo. Participe en todas las terapias espirituales (masajes, charlas, meditación, yoga, encuentros con seres superiores, terapia de luz, terapia de fortalecimiento del sistema inmunológico, entre otros), casi que eran encuentros cercanos del tercer tipo, todo lo conocí en breves instantes y para mi bienestar. En esas interacciones encontré personas con una alta superación espiritual.

El jueves 4 era el día del Ganglio Centinela, me inyectaron el seno izquierdo con un liquido azul intenso que permitiría determinar si el cáncer había llegado a los nódulos de la axila, de eso dependía el vaciamiento axilar izquierdo. El Ganglio Centinela es como un guardián de entrada al sistema linfático. Ingrese a la clínica con un estado de angustia incontrolable que afectaba mi tensión arterial, a la mañana siguiente estaba prevista la operación que me daría nuevas esperanzas de vida o me condenaría al paredón, ante lo cual encomendé mi hijo a la familia.

De ser un roble me convertí en una espiga de trigo

Asimile mi nuevo rol con mucha entereza me doblaba ante las nuevas decisiones y las implicaciones de la enfermedad pero no me quebraba, ni tampoco era tan fuerte para no sentirlo, me di cuenta que no era un roble sino una espiga de tallo fuerte que al compas del viento se adaptaba a las nuevas situaciones, me quedaba en el suelo por unos momentos pero mis ganas de vivir regaban mi ser y levantaban mis ramas, era una verdadera analogía de la vida y de la fuerza de voluntad interior que tenemos los seres humanos para bailar un bolero con las decisiones de Dios. Boleros que, en más de una oportunidad, tocan nuestra puerta pero no oímos su música.

El viernes 5, lleve a cabo mi batalla acompañada de la ciencia, los médicos y la voluntad de Dios; salí victoriosa me habían operado y desperté rodeada de familia, amigos, compañeros de trabajo y vecinos. A una esquina de la cama, estaba el oncólogo era "exactamente como ver al Dr. José Gregorio". Recibí la visita de la maestra Carmen, compañera de mi mamá, quien hacía más de 2 años había sido operada de un cáncer de seno en el Padre Machado y le había practicado una mastectomía radical del seno izquierdo; como oriental al fin y sin pena ni gloria se abrió la blusa y saco del sostén la prótesis de goma que usaba para dar la apariencia que tenía los dos senos, me dijo: "lo importante es superarlo y vencer el miedo".

El domingo 7, me dieron de alta, me traslade a casa de mi mama y allí permanecí por casi un mes. Gracias a Dios mi madre está viva, durante la primera semana ella me bañaba, vestía, preparaba la comida, lavaba mi ropa interior; en fin me hacía de todo, no podía mover casi los brazos y los senos se inflamaron demasiado, estaba inutilizada. Los días continuaron transcurriendo y poco a poco evolucionaba satisfactoriamente, la primera vez que salí nuevamente a la calle fue para visitar a los médicos. Aproveche esa salida para visitar una tienda de juguetes en Boleíta Norte, en ella compre solo un peluche (un perro San Bernardo), lo bautice como las células malignas: COMEDO, el duerme en mi cama y la señora que me ayuda con la casa le cambio el nombre, lo llama: BEJAMIN.

Decidí regresar a mi casa, bajo el calor de la mañana del primer lunes de Diciembre, había pasado un mes en casa de mi mamá, Fernando el padre de mi hijo se convirtió en un aliado incondicional durante el periodo post-operatorio. Las primeras consultas fueron cuesta arriba pero poco a poco me fui incorporando a mi vida habitual, cuando llegaron los resultados de las biopsias el oncólogo me dio nuevas indicaciones, dentro las cuales estaba la radio y la terapia hormonal oral-TAMOXIFEN- que tomaría por 5 años.

Entrar en contacto con ambas instituciones fue demasiado deprimente, triste y desconsolador, nuevamente me doblaba ante el entorno pero con mucha firmeza me enderezaba y continuaba con mis decisiones, había asumido con mucha seguridad mi cambio, no era un roble puesto me adaptaba a las circunstancias. En el Banco de Drogas tuve que llenar una historia médica para poder acceder a los medicamentos. En cuanto al servicio de radio este fue más devastador, allí conocí una cantidad de personas incluyendo niños que acudíamos por quimio o radio, personas que a simple vista se le veían las lesiones tumorales, otras con pelucas y yo, involucrada en ese vagón sin salida.

Replantee mis objetivos de vida, empecé a caminar en el Parque del este, abrazaba árboles, observaba los detalles de la naturaleza, tales como: arboles, flores, frutas, animales, mariposas, gusanos, colores, olores; en fin todo pero absolutamente todo por pequeño o insignificante que fuese. Observaba cuantas personas pasaban un rato feliz con tampoco, mientras que otras teníamos más y no lo apreciábamos. Cada día conocía más casos de cáncer y en algunas ocasiones, sucumbían "los visitaba el fantasma de la opera", dícese: la muerte. Mis anécdotas y acciones han sido un relato maravilloso que a las personas entusiastas les gusta oír, es increíble la historia. A diferencias de otras víctimas, no necesite ayuda psicológica, asumí que la súper mujer nuevamente saldría adelante, un día llame a SENOSALUD, participe en varios talleres.

La muerte de María Victoria fue un duro golpe. Se creó una amistad muy estrecha. Nos hicimos camaradas de infortunio. Yo sabía de ella y ella de mí. Nunca pensé que eso pudiese ocurrir. La pasé muy mal cuando la vi convertida en un ser indefenso, su rostro era una máscara llena de expresiones dolorosas y tasajeada por el bisturí. Fue duro de asimilar. Aún así no me vine abajo. Ella no logro ganar la batalla. Sé que cada persona es un mundo. Aunque en general todo es lo mismo pero todos no lo vivimos igual. En cuestión de sentimientos y vivencias es lo mismo pero no en cuestión de recuperación porque depende de cómo uno se lo tome. Si estás deprimido, te bajan las defensas y te cuesta más la recuperación. Si eres positiva, entusiastas y no quieres dejar solo a los hijos, el proceso es más llevadero.

A partir de esta enfermedad, el miedo a la muerte se convirtió en un gigante difícil de vencer, si me daba gripe lo asociaba con el cáncer y llamaba al oncólogo, si me sentía mal o me dolía algo pensaba que nuevamente tenía el cáncer en otro sitio, fueron tantas y tantas las veces que llame al médico, que deje de contarlas.

Una segunda oportunidad

Bueno, no puedo quejarme de la vida, mis familiares más cercanos, amigos y vecinos estuvieron muy pendientes de la evolución de la enfermedad. Las amistades han crecido en el tiempo y se han convertido en participes de mis triunfos y fracasos. Mis compañeros de trabajo me trataron como si nada había sucedido, nadie preguntaba y todos se mantenían al margen. Surgieron nuevas relaciones sociales empecé a ver la vida de otra forma, me enfrasque en aprovechar el tiempo perdido, a relacionarme con distintas organizaciones y nuevas personas; aprendí que la vida era una sola y que pasará lo que pasará, siempre iba a tener a mi familia cerca. Rompí esquemas, voltee la página, enseñe a otros a ver la vida distinta, aprendí que Dios nunca me ha abandonado que siempre ha puesto en mi camino pruebas difíciles pero que me cierra puertas y me abre ventanas.

He contado mi historia como una hazaña y siempre que puedo doy detalles de lo vivido, es un éxito sin precedente; mi historia no sé si es igual o diferente a otras pero yo siempre he sentido que debo relatarla. Escuche la voz interior y aprendía a manejar la sorpresas, las expectativas, el aprendizaje, la perseverancia y el coraje como herramientas de crecimiento personal. Renació, nuevamente, la artista escondida, volví a bordar, tejer, pintar, bailar tambores y estudiar.

En mi desempeño profesional la enfermedad no tuvo consecuencias. Trabajar no fue fácil porque a pesar de querer cambiar la presión y el stress no las podía evitar. Estoy convencida que tengo la misión de consejero espiritual, educador o mentora de mujeres visitadas por el fantasma de la opera. En mi trabajo actual, por citar un ejemplo, serví de mentora a otra chica de recursos humanos quien enfrento la misma situación y un día se me acerco, con mucha timidez, para hablarme de su enfermedad. Ella había llegado a mí por referencias. Le conté todo lo que hice y viví, la referí a mi oncólogo para una segunda opinión médica y la guie en cada paso que debía enfrentar, lo único diferente a mi caso fue que a ella le realizaron quimioterapia y se le cayó el cabello, tuvo que usar pelucas. A meses de haberse incorporado a trabajar, también a su madre le diagnosticaron cáncer de seno, era una señora de 63 años, y también tuve la oportunidad de guiar sus pasos.

En mis nuevas relaciones de trabajo he tenido la oportunidad de acercarme a varios casos como el mío, parece mentira pero luego que padeces esa terrible enfermedad tropiezas con muchas personas como tú (artistas, amigas, referidas, médicas, etc.). Organice a través del servicio médico de la empresa charlas en el auditorio para concientizar a la población; una de las invitadas fue Olivia de Bocaranda y otra, Tania Sarabia, esta última narro su historia de manera jocosa, haciendo reír al público asistente.

El verdadero coraje se manifiesta pocas veces en la vida pero cuando lo hace se debe aprovechar, ante una noticia como el cáncer de seno se debe actuar sin vacilar, buscar el apoyo de la ciencia y sobretodo confiar en el equipo de médicos que te apoyaran a superar la enfermedad. Diagnosticado a tiempo se gana la guerra, aunque las estadísticas en Venezuela digan lo contrario. Transformar la rutina en nuevas oportunidades es sinónimo de éxito, el ejercicio, la meditación y el yoga te ayudan a sincronizar la mente y el espíritu. Todas ellas producen una sensación de bienestar y otorgan herramientas para esta segunda oportunidad.

En este sentido, planifique mejor mis roles y establecí tiempo para disfrutar los pequeños detalles, valorando y aprovechando al máximo las relaciones, con lo cual pude continuar yendo detrás de lo que verdaderamente anhelaba: muchos años más de vida.

En cuanto a trasladar al trabajo la experiencia, es como practicar un liderazgo situacional dependiendo de la cada situación actúas y eliges el camino adecuado, es decir, aprendí a no ahogarme en un vaso de agua o mejor dicho a no cortarme las venas por cosas que no valen la pena o sobre las cuales no puedo intervenir. Deje de lado las luchas de poderes, gasto menos energía en el status quo, manejo las incertidumbres como ventajas competitivas, utilizo la información para avanzar, me aparte de los círculos viciosos, sigo superando los fracasos, vencí el miedo a salir de la zona de confort; en fin he practicado todo para crecer como individuo y focalizar mis verdaderos objetivos de vida. Aprendí un poco de Eudomar Santos, como vaya viniendo vamos viendo, ha sido difícil pero alcanzable.

Ahora bien, en mi nueva filosofía de vida estoy segura que las mujeres podemos salir adelante y seguir siendo exitosas en el plano personal, familiar y profesional a pesar de esta terrible enfermedad. Todo tropiezo bien manejado se convierte en una experiencia de vida exitosa. Las mujeres tenemos una fuerza interior de guerreras, somos de otros planeta, algunas hemos salido adelante sin el apoyo de un hombre, hemos criado nuestros hijos con esfuerzo y tenacidad, no nos amilanamos ante las vicisitudes, todo lo contrario nos convertimos en las súper poderosas.

 

 

Enviado por:

Yecenia Angulo

 

 

Autor:

Victoria

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