Este sitio tiene forma de anillo, con un patio en el medio. El anillo se divide en celdas, cada una de las cuales da al exterior y al interior. En la torre central hay un vigilante, quien, con una mirada, puede observar absolutamente todo lo que en la celda ocurra sin que nadie pueda verlo, ya que lo hace a través de persianas o postigos semicerrados.
Theilhard también nota esto. Él plantea el funcionamiento de una nueva forma de justicia. La función del procurador es vigilar y perseguir a los individuos antes de que cometan una infracción. El procurador trasmite las informaciones al Procurador General y éste le informa al Ministro de la Policía, quien a su vez las eleva al Emperador. Todo este sistema constituye una pirámide de vigilancia a la sociedad.
Una de las fantasías principales del capitalista consiste en convertir el tiempo libre del obrero en producción que, en cierta medida, se llevó a la práctica a comienzos del siglo XIX. Con las reformas de Owen (en los EE.UU.) se llegó a crear fábricas que absorbían todo el tiempo del obrero. Pero estos ideales no sólo se concretaron en fábricas- prisiones, sino también en escuelas, reformatorios, hospitales, prisiones, etc. Desafortunadamente, en la realidad, las utopías capitalistas se realizan con frecuencia mientras que las utopías socialistas no se concretan nunca.
Las instituciones industriales fueron perfeccionadas, en cuanto a su construcción y a su organización. Pero luego se comprobó que acarreaban problemas de tipo económico. Con la crisis de la producción, estas instituciones desaparecieron produciendo efectos tales como el despido de cierto número de obreros.
A pesar de tales desapariciones, se adaptaron algunas medidas y y técnicas que tenían como fin fijar a la masa obrera en el aparato productivo.
A comienzos del siglo XIX, la reclusión tomó una forma fuerte, que se deba en escuelas, reformatorios, etc., y un forma no tan consistente, dada en la cooperativa de asistencia, ciudad obrera, etc.
Podemos mencionar dos corrientes, de la que se deriva la reclusión: la francesa y la inglesa.
En el siglo XVIII, la condición que posee una persona de vigilar a otras no significa que esté exento de ser vigilado.
La técnica francesa, en el siglo XVIII, se caracterizó por marginar al individuo de su ámbito cuando tuviera determinada irregularidad en su vida y/o conducta. Esta marginación era aplicada como castigo.
Pero hacia el siglo XIX, las instituciones educativas, las prisiones, las fábricas, los hospitales generales y psiquiátricos han cambiado: hoy son instituciones que hacen uso de la técnica de fijación de las personas. No las excluye sino que las fija de determinadas formas según el tipo de institución.
Es decir, en el siglo XVIII, la reclusión se basaba en la exclusión de los individuos, mientras que esto cambia en el siglo siguiente, siendo una reclusión que tiene como objetivo la inclusión o secuestro del o los individuos en los que se intentaba la normalización.
El rol del Estado en la reclusión del siglo XVIII, en Inglaterra, no tuvo intervención puesto que los grupos religiosos adoptaban una postura y reacción antiestatales, en cambio, en Francia, el proceso de control estaba influido totalmente por el aparato estatal.
Hacia el siglo siguiente, el Estado intervino en algunas instituciones según los países y las condiciones en las que se hallaran. Lo importante fue que en esta red de instituciones se confunde la intervención y no intervención del Estado.
En instituciones pedagógicas, industriales, penales y médicas se observaba el desempeño del individuo en el total de su tiempo.
En las sociedades del Medioevo, el poder estaba vinculado tanto a los hombres que trabajaban la tierra como a la extensión de la/s misma/s.
Por el contrario, en la sociedad moderna no se tiene interés por controlar las tierras sino que adquiere importancia el control sobre los tiempos de los hombres. Es necesario que ese tiempo sea transformado en tiempo de trabajo y llevado al mercado, ofrecido a los compradores a cambio de un salario.
Las instituciones que, en un primer momento absorbían todo el tiempo del trabajador, comienzan a multiplicarse, pero ahora no controlan todo el tiempo.
En el transcurso del siglo XIX, se comienza con una serie de medidas para disminuir el tiempo de descanso y controlar la economía obrera. En épocas críticas, el empresario puede despedir personal, asegurándole un aumento de salarios. Pero debe cuidar que sus empleados no "malgasten" sus salarios. Entonces, se crea una red de cajas de ahorro, cooperativas de asistencia, etc., que cumplirán la función de reserva durante el período de desempleo. Esta necesidad de controlar las economías del obrero, permite fijar no sólo su día laboral, sino su vida entera, a la producción.
Este fin está enmascarado por estas instituciones: por un lado, brindan una aparente protección salarial y, por el otro, explotan el tiempo del trabajador en su totalidad.
La segunda función consiste en controlar el cuerpo de cada individuo, incluso su existencia. Todas las instituciones, pese a que están especializadas en una función en particular. La insubordinación y la indisciplina del obrero constituyen un gran problema para la producción. Entonces en las instituciones con orientación pedagógica, se modela al niño para obtenerlo dócil para el futuro. Esta función de control de la existencia modela, valoriza y controla el tiempo el tiempo del trabajador, según determinadas pautas. El "producto humano" que se obtiene debe ser hábil para la producción. Esto significa introducir al trabajador ciertas cualidades o aptitudes para convertirlo en fuerza de trabajo.
La tercera función se caracteriza por la creación de un nuevo poder polivalente, polimorfo. Está constituido por tres micro-poderes: político, económico y judicial.
Es económico cuando, en una fábrica, el proletariado cambia su fuerza de trabajo por un salario, respondiendo a un aparato de producción que no le pertenece sino al capitalista. En todas estas instituciones coexiste también otro poder: el político. El propietario impone normas y reglamentos. También está el poder judicial: según la acción, se castiga o se recompensa, se garantizan funciones, se clasifica.
Hay un cuarto poder de tipo epistemológico: tiene como base el poder de extraer el saber de los obreros y someter a cada uno de ellos a la observación y control de los otros poderes, este poder epistemológico se da de dos maneras:
a. Extracción del saber obrero. Por ejemplo, los obreros de una fábrica comienzan a desarrollar adelantos técnicos, mediante invenciones y descubrimientos, en su propio trabajo. El poder que se ejerce sobre ellos absorbe todos estos elementos y lo vuelca en un registro del individuo. Todos estos adelantos sirven para redefinir la forma de trabajo. Este saber hace más sutil al poder que, sobre los obreros, se ejerce. Permitirá un refuerzo del control.
b. Saber de observación y clasificación de los individuos. Los individuos son objeto de un saber, permitiendo, a su vez, nuevas formas de control. Este saber se forma de la observación y la clasificación del comportamiento de cada individuo. Paralelamente a este saber, se orienta otro, que permitirá aplicar nuevas formas de control. Por ejemplo, los deberes escolares del niño fueron observados y su comportamiento fue clasificado por el poder que se ejerció sobre él. Estos registros sirvieron para constituir la pedagogía –junto a otras ciencias del hombre-, convirtiéndose en leyes para ser aplicadas en las futuras instituciones. En consecuencia, serán nuevas formas de control.
En esta tercera función está también la cadena de transformaciones que comienza con el tiempo del individuo que se transforma en tiempo de trabajo, éste se convierte en fuerza de trabajo y ésta, a su vez, pasa a ser fuerza productiva.
Toda esta serie de transformaciones es posible gracias a la intervención de las instituciones de secuestro. Su función es hacer del tiempo, el cuerpo y la vida de los hombres, una fuerza productiva.
Foucault termina su conferencia desarrollando tres conclusiones importantes de citar:
La aparición de la prisión. Esta institución, pese a que surgió de la teoría del Derecho Penal, no es tan racional como se supone. No desapareció porque es la institución de secuestro por excelencia, con todo lo que ello implica. Es el ejemplo de institución que surge en el siglo XIX. Su función es ser un espejo que refleja a la sociedad. Pero esta imagen invertida está transformada en amenaza: si bien allí se hace lo mismo que en cualquier otra institución, la prisión existe y se muestra como la única institución válida para aquellos que infringen la ley. Aunque la prisión se asemeja al resto de las instituciones, la sociedad no la ve como tal porque se presenta como la única alternativa para los que cometieron un delito. Esta ambigüedad explica su increíble aceptación.
En segunda instancia, debe dejarse constancia de que el trabajo no constituye la esencia o existencia del hombre. Si se quiere lograr una vinculación entre hombre-trabajo, es necesario idear verdaderas operaciones, por las cuales los hombres se sientan parte del aparato productivo en el cual se desarrollan. Si la esencia del hombre quiere convertirse en trabajo, es preciso poner en práctica la síntesis que opera el poder político.
Resulta totalmente erróneo admitir el análisis marxista. Foucault se opone a Marx, porque considera que es un análisis muy simplista creer que sólo hay un poder ejercido por la clase dominante. A Foucault tampoco le interesa plantear si el poder es estatal o no. Lo que le interesa es el funcionamiento de los micro-poderes.
En el análisis marxista se expone que el factor central de la vida social no son las ideas sino los factores de producción. Cada etapa del proceso productivo, cada modo de producción, con sus organizaciones económicas y sociales, entrarán en colisión con las nuevas relaciones económicas y sociales surgidas en su interior. En el seno del modo de producción, la base económica está formada por la naturaleza, la fuerza de trabajo (energía humana empleada en la transformación de la materia), los medios de trabajo, etc.
El valor final del producto se establecerá de acuerdo al tiempo del trabajo acumulado para su producción. Las relaciones de producción entre los "jefes" y los trabajadores determinan las clases sociales que irán surgiendo.
En el capitalismo, las relaciones entre los propietarios y la fuerza de trabajo viene definida por el salario, el cual constituye sólo una parte del producto o valor de su trabajo; el resto se lo apropia el capitalista, quien extrae una plus-valía[1]al trabajador.
Los aparatos del Estado (legislativo, educativo, ideológico) son instituciones controladas por las clases dominantes para ejercer su dominio, su control, sobre las clases dominadas.
Para que pueda existir una plusvalía, sería necesario que ese sub-poder sea puesto al nivel de la existencia del hombre para poder fijarlo a los aparatos de producción y convertirlos en agentes productivos.
Al establecer el sub-poder, nacen paralelamente una serie de saberes que fueron ramificándose en los aparatos del Estado. De este modo, Foucault sostiene que surgieron de acá las ciencias humanas, en las cuales, el objeto principal de estudio pasa a ser el hombre, como individuo y en sociedad.
De ninguna manera las ciencias humanas pueden estudiarse como una ideología que se halla en el mismo plano que el de las relaciones de producción.
Es falso considerar que, tanto el saber como el poder, están por encima de los aparatos del Estado, ya que se encuentran en una estrecha relación con la existencia del hombre, el cual posibilita el funcionamiento del sistema de producción. Para hallar relaciones de producción se vuelve necesaria la existencia de relaciones de poder y formas de saber en un óptimo funcionamiento.
Tanto la apropiación de bienes que llevaban a cabo los nobles típicos de las antiguas sociedades feudales, como la enorme fuerza que ejercía el predominio del capital como factor de producción y riqueza en las sociedades capitalistas, forman parte del nivel en el que funcionan las formas de saber-poder, denominadas "indagación" y "examen"-
Más concretamente, el examen es un análisis que tiene en cuenta las virtualidades del obrero; es un saber sobre el presente del sujeto para predeterminar su futuro. Se trata de vigilar sin interrupción, por alguien que ejerce el poder. Éste verifica si un individuo es "normal" o no, o si realiza una actividad correctamente, etc. Es decir, constituye un saber sobre aquéllos a quienes vigila. Se diferencia del saber de indagación, característico del Medioevo y la Teoría Jurídica de Beccaria.
La indagación era un procedimiento por el que se procuraba saber lo que había ocurrido. A través de testimonios, se trataba de naturalizar un acontecimiento pasado. Se llama a un testigo clave que, por el hecho de haber presenciado ese conocimiento, brinda un saber. La indagación era la base de las grandes ciencias de observación.
El examen es la base de donde nacen las ciencias humanas. El panoptismo es una forma de saber: ya no se apoya en la indagación sino en el examen.
Conclusión
En conclusión, hemos visto cómo se configuró el panoptismo, y el paso del "que todos vean a uno" hacia el que "uno pueda ver a todos". Lo interesante del planteo de Foucault el la paradoja del panoptismo: la reclusión se caracteriza por el hecho de que "excluye incluyendo, el encierro, que fija a los individuos a los aparatos de producción, formación, reforma… (en vez de la reclusión anterior marginadora)". Otra tema interesante el control de los cuerpos y del tiempo. Estos aportes siguen vigentes puesto que nos permiten reflexionar sobre nuestras relaciones humanas, en todos los ámbitos sociales
Bibliografía
CORIAT, Benjamin, El taller y el cronómetro, México, Siglo XXI, 1982, Cap. I y II
FOUCAULT, Michel, La verdad y las formas jurídicas, Buenos Aires, Gedisa, 1983, Cuarta y quinta conferencia
___________________Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, México, Siglo XXI editores, 1998
Autor:
Profesor: Fernando José Luchetti
Cipolletti (Río Negro – Argentina)
17 de abril de 2010
[1] Trabajo no pago: es la diferencia del salario pagado por el capitalista y el valor del trabajo realizado por el obrero. Se venden mercancías más caras, así el capitalista recupera el dinero invertido y suma más. También se lo denomina “plus- ganancia” o “plus- valor”
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