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Breve caracterización de la superación de docentes en Cuba hasta el siglo XIX (página 2)


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Comienza a observarse la intervención del Estado en la educación aún sin contar con órganos propios, no obstante se conoce que "si bien desde el siglo XIII los magistrados (oficiales civiles revestidos de autoridad) comienzan a exigir escuelas elementales costeadas por las ciudades y se desarrollan las escuelas gremiales y municipales, la burguesía solo logra controlar las mismas dos siglos después" (Curbelo, M., 2004: 65)

España por su parte no marchaba acorde a estos cambios en Europa. El auge del capitalismo se ve frenado en una sociedad predominantemente feudal, lo que se manifiesta en un desarrollo desigual en relación con otros países del área. En esta situación desempeñó un papel importante, aunque no único, la Iglesia Católica.

La educación no ocupó un papel significativo en la vida del país, se caracterizó por el divorcio entre la enseñanza y la actividad económica y por el regionalismo.

"Puede afirmarse que en la Península solo se concede importancia a la educación superior, la única de carácter público, y que en el resto de los niveles la Iglesia tiene a su cargo esa actividad a través de sus escuelas y claustros, así como las órdenes (…) Si esta es la situación de la educación en la España a fines del siglo XV, no podría esperarse algo muy diferente de los primeros establecimientos que se crean en América" (Curbelo, M., 2004: 67)

En el año 1511 se inicia la etapa de colonización de España sobre la isla de Cuba, cuando Diego Velásquez con unos pocos hombres desembarcan por Maisí, Baracoa. Aunque trataron de dar una apariencia de legalidad al establecer la protección de los aborígenes, su instrucción y conversión al cristianismo, lo cierto es que instauraron la esclavitud sobre los nativos y estos solamente recibieron tratos inhumanos. Tal es así, que prácticamente se exterminó la población nativa y con ello casi toda evidencia de su cultura y costumbres.

Los años entre 1511 a 1607 fueron los de mayor atraso cultural en Cuba. A España no le interesaba ni convenía elevar el nivel cultural del pueblo. Se produce de forma intencional la acción de la monarquía sobre la formación de los individuos, en consonancia con sus intereses y concepciones, siendo su cabeza de lanza la Iglesia Católica, a través de las órdenes religiosas. El monopolio de la educación estaba en manos del clero.

Existe poca documentación acerca de la labor de los maestros en este período. Se conoce el accionar en la Villa y Catedral de Santiago de Cuba, de Miguel Velásquez (ejerció aproximadamente en 1544), mestizo criollo, maestro de Gramática que estudió en España y es el primer maestro reconocido nacido en la Isla. Sin embargo casi nada se ha recogido de su magisterio. Su preparación parece haber acontecido bajo la égida de Sancho de Céspedes, quien se desempeño hasta 1533 y se conjetura que formó durante su labor magisterial a doce muchachos indios o mestizos los que viajaron a la Península para continuar estudios.

Los maestros en este período no cursaban estudios pedagógicos específicos sino que se formaban como Bachiller en Letras, Derecho, Artes y debían ser personas de probada moral y religiosidad, dominantes de los métodos escolásticos. Posteriormente lograban cierto nivel de autopreparación aunque la enseñanza que impartían era escasa y muy elemental.

En las Leyes de Indias (principios de siglo XVI) se toman disposiciones en relación con la enseñanza de los aborígenes, y se establece que la misma sea desarrollada por el clero, mediante una educación basada en la más estricta obediencia. Su objetivo fundamental era eliminar la cultura autóctona y lograr el sometimiento religioso.

Entre los siglos XVI –XVIII la educación en América Latina era de origen foráneo, impuesta por la metrópoli sobre las colonias y se distinguió por el carácter elitista y religioso, la discriminación sexual, por la posición económica y social, el color de la piel y el credo; se desatendió la enseñanza elemental y se priorizaron el nivel superior; se empleaba en la enseñanza el método escolástico.

En el ámbito latinoamericano sobresale el accionar de Simón Rodríguez (1771-1854) con un altísimo grado de profesionalidad, quien se formó como maestro de modo autodidacta y a lo largo de su fructífera vida, utilizó como principal vía de superación la autopreparación.

"El legado más importante de este educador, así como su más significativo aporte a la formación de maestros latinoamericanos y caribeños, radica en que fue uno de los primeros que proyectó –tanto en la teoría como en la práctica- el continuo perfeccionamiento de su preparación profesional y de su actividad pedagógica, en función del desarrollo creativo e innovador de la Educación a escala nacional y este, a su vez, en función de los destinos de todo el continente, visto como una sola patria; tomando como punto de partida para todo ello, la formación de valores en las nuevas generaciones, fundamentalmente, el amor a la patria, la libertad y la independencia" (Gómez, L.I. y Alonso, S., 2007:14).

Durante la segunda mitad del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII la Iglesia Católica estimuló la fundación de Universidades, con el propósito de influir en la formación de los descendientes criollos de familias acaudaladas, quienes asumirían con posterioridad la política y la economía en el Nuevo Mundo. Muchos sacerdotes, curas y religiosos, se dedicaron al estudio de los métodos de instrucción escolástica y al análisis de cómo y cuando utilizar cada uno, "por tanto puede decirse que en la consagración a lo que hoy llamamos trabajo metodológico, se formaron como verdaderos maestros" (Gómez, L.I. y Alonso, S., 2007:5). Entre los sacerdotes, curas, monjes y misioneros que dedicaron su vida al magisterio e hicieron notables aportes se encuentran: fray Bartolomé de las Casas, fray Juan de Zumarrága y fray Diego Rodríguez. En Cuba se distinguió José Agustín Caballero(1762-1835), quien aunque recibió en el Seminario de San Carlos una formación escolástica fue uno de los que atacó a dicho método con más saña, revelando sus limitaciones y creó un sistema de métodos que le permitía al alumno reflexionar y adquirir un sólido aprendizaje, además sentó las bases para el método lógico-analítico. Fue un maestro de gran capacidad creadora y que basó su superación en la autopreparación. "Puede decirse, por tanto, que en la vida y obra de este educador se encuentra también uno de los primeros ejemplos ilustrativos de que la necesidad de formación y superación de maestros en nuestro continente, había encontrado otra forma de realización, ante el desinterés y la incapacidad de los órganos administrativos por satisfacerla. La autopreparación pedagógica, científica y cultural: segunda vía para la formación de maestros en nuestro continente". (Gómez, L.I. y Alonso, S., 2007:8).

En Cuba, en el siglo XVIII, la Sociedad Económica de Amigos del País, fundada bajo la gobernación de Luis de las Casas, desempeñó un destacado papel en la ilustración del pueblo. Entre sus colaboradores estaban Francisco de Arango y Parreño, Tomás Romay, José Agustín Caballero, entre otros. Los principales aportes fueron: elaboración del primer plan de estudios, aparición de métodos y procedimientos didácticos progresistas, proposición de un reglamento escolar, creación de gran número de escuelas populares gratuitas de enseñanza elemental muchas de las cuales estuvieron funcionando hasta 1959, implantación de la inspección escolar, aplicación de requisitos de capacidad para ejercer el magisterio y la elevación de la capacitación, los salarios y la dignidad social del maestro.

Asimismo "la iniciativa de premiar a los maestros más abnegados con el galardón "Amigos del País", mejoró algo los resultados de la enseñanza, más, como había pocos maestros, el proceso educacional marchaba con lentitud. La mayoría de los maestros no tenía títulos para ejercer la función del magisterio ni los conocimientos requeridos" (Colectivo de divulgación del MINED, 1968:27).

Puede concluirse que durante los siglos XVI al XVIII "el contenido de la enseñanza es muy limitado, se reduce a leer, escribir y contar, costura o bordado y carpintería, según el conocimiento de la maestra o maestro de barrio; y en cuanto a los métodos, estos escapan a toda consideración pedagógica, no se exige capacidad para ejercer como maestro y existe una marcada influencia religiosa por lo que impera el escolasticismo" (Curbelo, M., 2004: 218)

Además estos siglos se caracterizaron por el predominio de la educación no formal, destacándose la influencia de la familia, la Iglesia, los oficios, la prensa y la comunidad. El papel del maestro era poco reconocido y no recibía una preparación pedagógica continua, siendo la autopreparación y el trabajo metodológico las vías más usadas para la superación de docentes, no observándose una disposición estatal para dicho fin. Sin embargo no puede desconocerse la trayectoria de la Sociedad Económica Amigos del País y de pensadores de la época en la educación y en la formación y superación de docentes, aunque con carácter limitado.

El siglo XIX fue en América Latina "el iniciador del despegue independentista político y de la emancipación cultural y educacional, así como el reforzamiento in crescendo de la penetración extranjera" (Hernández, R. y Vega, E., 1995:93). Se abre camino la educación democrática, se consolida el ajuste de la educación a los adelantos científicos y a los contenidos y métodos de la época y del propio país. Surge la defensa de la nacionalidad, fundamentalmente el idioma. Se dan pasos en la masividad escolar y la formación de maestros nacionales con convicciones patrióticas y propulsores de nuevas corrientes ideológicas.

Durante el siglo XIX se comienza a dar en Cuba mayor relevancia a la formación y superación de maestros. Por iniciativa de la Sociedad Patriótica, en 1836 se produjo una renovación de la enseñanza que esencialmente consistió en examinar la capacidad de los maestros, se les otorgó un estipendio por cada niño a su cargo y se les prohibió enseñar a los esclavos. Se crearon las Juntas Rurales de Instrucción y los cargos de "curadores" (inspectores) para las escuelas.

Siendo presidente José de la Luz y Caballero (1800-1862) de la Sociedad Económica de Amigos del País (desde 1836 hasta 1840) propuso la creación de una Escuela Normal para graduar con dominio de los contenidos de las asignaturas y de las técnicas de la enseñanza, pues consideraba que la mala calidad de la enseñanza se debía a la preparación de los maestros más que a la falta de escuelas. En 1857 se creó la Escuela Normal para Maestros recomendada por Luz y Caballero quien diseñó la organización y el plan de estudios. En 1880 se aplica en la isla un nuevo plan de enseñanza y se crean seis Escuelas Normales para formar maestros, de las cuales en realidad solamente dos abren sus puertas y su matrícula nunca pasó de doscientos alumnos.

Insignes personalidades se dedicaron en el siglo XIX, no solamente a modificar el sistema educacional cubano, liberándolo de los métodos memorísticos, el escolasticismo, el exceso de disciplina y el abuso de los libros sino, que al mismo tiempo, formaron generaciones de maestros en la defensa de altos ideales patrióticos. La historia de la educación recoge al sacerdote Félix Varela y Morales (1788-1853) como "el que nos enseñó primero en pensar", bajo su égida se formaron grandes y revolucionarios pensadores cubanos: José de la Luz y Caballero, José Antonio Saco, Domingo del Monte, Antonio Bachiller y Morales y Felipe Poey.

Félix Varela fue representante del país ante las Cortes Españolas para defender un pliego de demandas reformistas, fiel a sus principios votó contra el reconocimiento de un rey absoluto en España, por sus ideas fue condenado a muerte y obligado a vivir en Estados Unidos. Comprendió que la solución del problema cubano no estaba en las reformas, por lo que se dedicó a la autopreparación pedagógica, científica y cultural, y a la investigación científica. "Puede decirse, por tanto, que en la vida y obra de Félix Varela, así como en la forma de pensar que proclamaba y ejercía, se aprecian los gérmenes de lo que habría de constituir otra importante vía para la formación de maestros en América Latina y el Caribe: la investigación científica" (Gómez, L.I. y Alonso, S., 2007:18).

Descollante también la vida y la obra de José Martí (1853-1895) "la expresión más acabada del magisterio formado en los marcos de la actividad política en América Latina y el Caribe, (…) que sintetizó en su teoría y práctica educativa todo lo positivo y desarrollador que había aportado el pensamiento político y pedagógico continental, hasta la primera mitad del siglo XIX" (Gómez, L.I. y Alonso, S., 2007:35). Martí dejó un importante legado a los docentes de Cuba y de América Latina, empleó como vía de superación la actividad política incesante, que se convirtió en centro de su vida, con motivo de la organización de la Guerra del 95 y de las bases de la futura República. En los múltiples discursos, cartas, publicaciones, plasmó su extenso y auténtico ideario pedagógico. Aun cuando no fue un maestro de formación, lo fue tanto por vocación como por mantener económicamente su actividad patriótica. Cuando se leen sus obras es impactante la contemporaneidad que expresan a tantos años de distancia. Martí integra todo el pensamiento positivo de sus antecesores, a sus concepciones acerca de la instrucción y la educación, de la metodología a emplearse y las vías de enseñanza.

Es posible sintetizar que la formación y superación de docentes desde finales del siglo XVII hasta el siglo XIX en Cuba y América Latina se produjo principalmente, por vías no institucionales, que se complementaron y coexistieron, son ellas: el trabajo metodológico; la autopreparación pedagógica, científica y cultural; la influencia educativa sobre toda la sociedad, la investigación científica y la actividad política. (Gómez, L.I. y Alonso, S., 2007:44).

Aunque la superación de los docentes fue una preocupación de instituciones sociales y culturales independientes, así como de pensadores y maestros cubanos de renombre, que la relacionaban con la calidad de la enseñanza, sus esfuerzos valerosos en tal sentido, no contaron con el apoyo oficial. Sin embargo, su legado trasciende en un ideario pedagógico autóctono y emancipador, que se recoge en la formación y superación de las actuales generaciones de docentes.

Bibliografía:

Buenavilla Recio, R. et. al. (1995). Historia de la Pedagogía en Cuba. La Habana: Pueblo y Educación.

Colectivo de Divulgación del MINED. (1968). La educación en los cien años de lucha. La Habana: Pueblo y Educación.

Curbelo Vidal, M. et. al. (2004). Predominio de las formas no escolares de educación en Cuba. La Habana: Pueblo y Educación.

Hernández Oscaris, R. y Vega Jiménez, E. (1995). Historia de la Educación Latinoamericana. La Habana: Pueblo y Educación.

García Galló, G. (1978). Bosquejo histórico de la educación en Cuba. La Habana: Pueblo y Educación.

Gómez Gutiérrez, L.I y Alonso Rodríguez, S. (2007). El Entrenamiento Metodológico Conjunto: un método revolucionario de dirección científica educacional. La Habana: Pueblo y Educación.

 

 

 

 

 

Autoras:

Lic. Annia Márquez Valdés. Profesora Asistente

MsC. Martha Fernández Cáceres. Profesora Asistente

Lic. Yudania Fernández Román. Profesora Instructora

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