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Envejecimiento del aparato digestivo

Enviado por m_pucciarelli


    Indice1. Introducción2. Descripción de las patologías asociadas al envejecimiento del aparato digestivo3. Conclusión

    1. Introducción

    El envejecimiento del aparato digestivo implica. Las enfermedades concernientes a los órganos de dicho sistema (boca, tubo digestivo, estómago, intestino delgado, intestino grueso) y a las glándulas anexas (vesícula biliar, higado, páncreas). En el presente informe se enumeran una serie de patologías que (algunas veces) se asocian con la "edad" de este aparato.

    Cambios asociados al envejecimiento del aparato digestivo

    1. Alteraciones digestivas por el estrés
    2. Anorexia nerviosa
    3. Apendicitis
    4. Diarrea
    5. Endoscopía
    6. Enfermedades hepáticas
    7. Estreñimiento
    8. Gastritis
    9. Hemorroides
    10. Hernia hiatal
    11. Ictericia
    12. Incontinencia
    13. Pancreatitis aguda
    14. Peritonitis
    15. Trastornos de la vesícula biliar
    16. Trastornos gástricos
    17. Úlceras

    2. Descripción de las patologías asociadas al envejecimiento del aparato digestivo

    1) Alteraciones Del Estrés: Una de las alteraciones relacionadas con el estrés y de orden más común son los problemas gastrointestinales. Los más serios son las úlceras pépticas y la anorexia nerviosa. Las úlceras están producidas por un exceso de jugos gástricos o por una sensibilidad excesiva en una zona de la pared digestiva, lo que causa náuseas y dolor. La anorexia nerviosa, más común entre las mujeres adolescentes, se caracteriza por la negativa a comer, hasta el extremo de que pueden llegar a morir. Otras alteraciones gastrointestinales producidas por el estrés son las dolencias inflamatorias del colon y el intestino, tales como la colitis ulcerosa y la enteritis local.

    2) Anorexia Nerviosa: Es una enfermedad que se caracteriza por la obsesión a ganar peso y por una imagen distorsionada del propio cuerpo (dismorfofobia). Conduce a un adelgazamiento excesivo debido a una dieta exagerada y a un exceso de ejercicio. La enfermedad produce alteraciones en los ciclos hormonales, inmunodepresión con aumento del riesgo de infecciones, y aproximadamente entre el 5 y el 18% de los anoréxicos mueren por desnutrición. Los pacientes también padecen a menudo bulimia, que consiste en ingerir enormes cantidades de alimentos y después provocar el vómito para permanecer delgados; los vómitos repetidos producen, en general, hipopotasemia que puede afectar al funcionamiento cardiaco.

    No existe un tratamiento totalmente aceptado para la anorexia nerviosa. Frecuentemente los pacientes suelen mejorar con antidepresivos. La normalización del peso corporal es un paso importante en el tratamiento de la enfermedad. La psicoterapia y la terapia familiar a menudo son importantes. La mitad de los pacientes se curan definitivamente, aunque a veces, la enfermedad acaba produciendo alteraciones metabólicas y hormonales que agravan el proceso puramente psíquico.

    3) Apendicitis: Inflamación aguda del apéndice que nace del ciego (primera porción del intestino grueso). El ciego, y por tanto el apéndice, están situados en el cuadrante inferior derecho del abdomen. El apéndice, en el ser humano, es un resto filogenético cuya función queda reducida a ser asiento de algunas formaciones de tejido linfático (encargado de las funciones inmunes); su extirpación no causa alteración patológica. La causa más habitual de la apendicitis es el ingreso de un agente enfermante en su interior, con lo cual la infección acaba destruyendo la pared del apéndice y perforándolo, y entonces el contenido intestinal se vierte en la cavidad abdominal, originándose una peritonitis. Sus síntomas típicos son: dolor abdominal, fiebre, náuseas y vómitos, estreñimiento y diarrea. El tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica del apéndice (apendicectomía).

    4) Diarrea: Alteración del ritmo intestinal que se acompaña de deposiciones semilíquidas. Se debe a una mala absorción de agua por parte del intestino grueso. En general es un proceso transitorio cuya causa más frecuente son las infecciones virósicas o bacterianas. También puede ser producida por la toma de sustancias tóxicas que lesionan el intestino, por situaciones de tensión emocional o por estados nerviosos alterados. Procesos inflamatorios intestinales como la enteritis, la colitis, el cólera, la fiebre tifoidea, la disentería bacilar o amebiana, o las parasitaciones intestinales por gusanos pueden producir cuadros diarreicos de larga evolución. La pérdida de líquidos en este proceso puede producir deshidratación y shock, que son a veces graves en los niños pequeños.

    5) Endoscopia: Procedimiento para visualizar estructuras u órganos internos mediante un endoscopio. Es muy útil en el diagnóstico y tratamiento de los procesos que afectan al tracto gastrointestinal. El endoscopio es un instrumento de 8 a 10 mm de diámetro que emplea tecnología de fibra óptica y contiene cerca de 20.000 fibras de cuarzo. Para la obtención de imágenes de la región corporal que se explora, el endoscopio emite una señal luminosa que, tras iluminar el objeto, es recogida por el haz de fibras ópticas. La imagen se recoge en la lente que maneja el especialista. No se producen distorsiones de la imagen ya que la alineación de las fibras se mantiene a lo largo del tubo. La punta del endoscopio puede girarse 180º y contiene mecanismos para limpiar las lentes o los tejidos a explorar. En un principio, la endoscopia era sólo un medio de diagnóstico. En la actualidad se pueden realizar intervenciones como biopsias, terapia con láser u otras técnicas mediante el instrumental acoplado al endoscopio.

    6) Enfermedades Hepáticas: El término hepatitis se utiliza para definir cualquier inflamación del hígado. La causa más frecuente de hepatitis es una infección virósica. La hepatitis también puede ser producida por agentes químicos o venenos, por drogas, por bacterias o toxinas bacterianas, por enfermedades producidas por amebas y por ciertas infecciones parasitarias. La hepatitis puede cronificarse y dar lugar a cirrosis. Sin embargo, la mayor parte de los casos de cirrosis están relacionados con una ingestión excesiva de alcohol, que suele estar asociada a su vez a una dieta pobre. En ocasiones, la hepatitis aguda es tan grave que se destruyen casi todas las células hepáticas (los hepatocitos se transforman en células adiposas) y el paciente fallece por fallo hepático o por obstrucción de los vasos sanguíneos que proceden del hígado. La ictericia es un síntoma común de la hepatitis y de otras enfermedades hepáticas; está causada por la acumulación de cantidades elevadas de bilirrubina en la sangre.

    Ciertas enfermedades, como la diabetes mellitus, están relacionadas con unas acumulaciones de lípidos en el hígado; las alteraciones de la hipófisis, y venenos como el alcohol y el cloroformo, que interfieren con los procesos de oxidación que se realizan en el hígado, también puede dar lugar a dichas acumulaciones. Según aumenta la acumulación de lípidos, las células hepáticas son sustituidas por tejido adiposo dando lugar a la degeneración lipídica del hígado. Durante la gestación y después de mantener una dieta rica en grasas se produce de forma temporal la deposición de lípidos en el hígado. Otras enfermedades que afectan al hígado son los abscesos, debidos a bacterias o a amebas; los tumores, incluyendo el cáncer, que con frecuencia es secundario a un cáncer localizado en cualquier otra región del cuerpo que ha producido metástasis; infiltraciones de sustancias extrañas, y granulomas o masas de tejido inflamado de forma crónica. Los trasplantes de hígado tenían una tasa de éxito bastante reducida hasta hace pocos años.

    7) Estreñimiento: Evacuación intestinal infrecuente o difícil, caracterizada por la emisión de heces secas y duras (debido a la absorción excesiva de agua en el intestino grueso). Aunque el estreñimiento puede ser síntoma de un trastorno grave, se debe con frecuencia a dietas insuficientes en líquidos o fibra, trastornos emocionales, o ciertos medicamentos. Por lo general, este síntoma mejora con una alimentación adecuada rica en fibra, y con el ejercicio. No se recomienda el uso habitual de laxantes.

    8) Gastritis: Inflamación aguda o crónica de la mucosa del estómago. En la gastritis aguda se producen erosiones de las células superficiales de la mucosa, formaciones nodulares y a veces hemorragia de la pared gástrica. En la gastritis crónica se produce, además, una transformación progresiva de la mucosa a tejido fibroso. La enfermedad está acompañada por un descenso en la velocidad del vaciado gástrico (experimentado por el paciente como digestiones lentas o pesadas) y de pérdida de peso. Las causas más frecuentes de la gastritis son el abuso del alcohol, el tabaco y las bebidas excitantes (café, té, refrescos de cola), una secreción excesiva de HCl en el jugo gástrico, y varias infecciones entre las que se encuentran la sífilis, la tuberculosis y algunas infecciones fúngicas. Se ha demostrado recientemente que la bacteria Helicobacter pilorii está presente en la mucosa gástrica y duodenal hasta en el 80% de los pacientes con gastritis y úlceras pépticas (de estómago o duodeno): este descubrimiento ha revolucionado el tratamiento de estas enfermedades, hasta el punto de que los antibióticos se usan frecuentemente en su tratamiento. El estrés psicológico también está implicado en el desarrollo de la gastritis.

    9) Hemorroides: Varicosidad (dilatación o aumento de tamaño) de una vena del plexo superficial del recto o del ano. Las del recto son las hemorroides internas y las del ano las externas. Las internas, cuando aumentan mucho de tamaño, pueden salir al exterior por el orificio anal, e incluso estrangularse. Una hemorroide, como en cualquier varicosidad, puede trombosarse: ésta es especialmente dolorosa. Las hemorroides producen, en ocasiones, picor, escozor o dolor en el recto y en el ano y sangran con frecuencia. Los síntomas se agravan tras la defecación, en especial con las heces duras. El sangrado crónico puede acabar produciendo anemia.

    Están relacionadas con el estreñimiento habitual y con las gestaciones. La vida sedentaria y el estrés mental son factores agravantes. El tratamiento sintomático comprende los supositorios y las pomadas astringentes antihemorroidales, los corticoides (ambas sustancias con efecto antiinflamatorio local), la dieta rica en fibra vegetal, los laxantes suaves y los baños de asiento (calientes o fríos según la fase). Cuando el dolor no se controla con tratamiento médico se pueden eliminar las hemorroides mediante cirugía, láser o esclerosis con nitrógeno líquido o con inyección de sustancias esclerosantes.

    10) Hernia De Hiato: Paso de parte del estómago y del último tramo del esófago a través del diafragma. En la porción superior del estómago existe un esfínter (anillo muscular) que impide el paso del contenido del estómago al esófago; en los individuos con síntomas de hernia de hiato, este esfínter no funciona de forma correcta debido a la posición anormal de la parte superior del estómago.

    Síntomas: La hernia de hiato puede ser asintomática, pero las personas obesas con hernia de hiato suelen tener reflujo de los jugos gástricos desde el estómago al esófago (el reflujo es el paso del contenido ácido del estómago al esófago). Este reflujo produce dolor y lesiona el tejido de recubrimiento del esófago. El dolor o sensación quemante se percibe en el centro del pecho; se reproduce en ciertas posturas, como por ejemplo al tumbarse, al dejarse caer en una silla, y sucede con frecuencia después de las comidas. Cuando el reflujo lesiona el esófago, puede producir dolor al comer o beber, sobre todo bebidas calientes o comidas muy condimentadas.

    Los síntomas se exacerban durante el embarazo, pero desaparecen de forma habitual después del parto.

    Diagnóstico: En ocasiones se utiliza un enema de bario para demostrar el reflujo cuando el paciente está acostado con la cabeza en el mismo plano. La endoscopia demuestra las lesiones producidas en el esófago.

    Tratamiento: Muchas veces la hernia de hiato sólo produce síntomas cuando la persona es obesa, y por tanto el mejor tratamiento es la pérdida de peso: el 90% de los pacientes mejoran sintomáticamente al alcanzar el peso ideal. Se debe procurar evitar el reflujo, para esto, hay que elevar la cabecera de la cama durante la noche con una cuña de corcho o con otros medios; se deben evitar las tareas que requieran inclinarse, como el hacer la cama; es mejor la posición de cuclillas que el inclinarse.

    Algunos fármacos alivian el dolor, pero no curan el proceso. Los antiácidos o los agonistas del receptor H2 como la cimetidina o la ranitidina son los más empleados.

    11) Ictericia: Coloración amarilla de la piel, conjuntivas y membranas mucosas, causada por un exceso de pigmentos biliares en la sangre. Puede produce cuatro tipos de ictericia:

    En la ictericia hemolítica existe una producción aumentada de pigmento biliar debido al daño de los hematíes. Este daño puede estar originado por anticuerpos formados tras una transfusión sanguínea. En los niños, los anticuerpos pueden provocar un cruce entre el factor Rh de la sangre del niño y el de la madre.

    Los recién nacidos pueden presentar ictericia como consecuencia de una condición conocida como hiperbilirrubinemia. En estos casos hay un defecto pasajero en la síntesis de la enzima que metaboliza la bilis en una forma eliminable.

    La ictericia hepatocelular aparece cuando los hepatocitos están dañados por virus (como en el caso de la hepatitis) o por excesiva ingesta de alcohol y pierden la capacidad de metabolizar pigmento.

    La ictericia obstructiva aparece tras la obstrucción mecánica de los conductos que transportan pigmento desde el hígado al intestino. El bloqueo puede ser debido a cálculos, a un tumor o a un proceso inflamatorio.

    12) Incontinencia: Falta del control voluntario sobre la micción y la defecación. Los bebés no tienen el control de la micción, pero un reflejo espinal asegura que la vejiga se vacíe cuando está repleta. Durante su desarrollo el niño aprende el control de la micción. Cuando se dilata la pared vesical el sistema nervioso central recibe señales de receptores que avisan al cerebro cuando la vejiga está llena. Este control voluntario se pierde en la incontinencia.

    La incontinencia urinaria se asocia con frecuencia con la vejez o con alguna lesión de la médula espinal. Puede estar causada por contracciones espontáneas inapropiadas del músculo responsable del vaciamiento de la vejiga o ser el resultado de una retención urinaria; la incapacidad para vaciar la vejiga causa incontinencia por rebosamiento. La retención urinaria también puede estar motivada por algunos fármacos o por hipertrofia de la próstata, que produce la obstrucción del flujo de la orina.

    La incontinencia afecta seriamente la vida de quien la padece: provoca úlceras en la piel, infecciones, pérdida de la autoestima, aislamiento social y vergüenza. Es la razón por la que muchos incontinentes se ven obligados a trasladarse a una residencia o institución similar.

    La apoplejía puede ser responsable de la incontinencia provocando una pérdida del control voluntario sobre la micción, o una retención urinaria que puede llevar a la incontinencia. La enfermedad de Parkinson o la diabetes mellitus son otras causas de incontinencia. La incontinencia funcional puede, sin embargo, ser consecuencia de la incapacidad para llegar a tiempo a un servicio, más que por un trastorno en el control de la vejiga. Esto ocurre si la persona está confusa o permanece inmóvil.

    La incontinencia urinaria aparece a veces en enfermedades terminales, en cuyo caso se puede emplear un catéter (sonda) para prevenir la infección y asegurar el confort del enfermo.

    La incontinencia de estrés se produce también por aumento de la presión de la cavidad abdominal. En realidad no se trata de verdadera incontinencia, y la sufren bastantes mujeres, en especial tras el parto. Pequeñas cantidades de orina pueden escaparse de la vejiga durante ciertas actividades deportivas, o con la risa o la tos. Es debido a la debilidad de los músculos del suelo pelviano, los cuales pueden fortalecerse con ejercicios especiales. Este tipo de incontinencia puede ser tratado con cirugía con un alto porcentaje de éxito.

    La incontinencia fecal se debe, por lo general, al inadecuado tono muscular del esfínter anal interno y ser el resultado del daño en la médula espinal, debido a un accidente o a otra enfermedad.

    13) Pancreatitis Aguda: Las enfermedades pancreáticas no son frecuentes. La pancreatitis aguda es, sin embargo, una enfermedad grave que puede ser mortal si no se trata de inmediato. Los síntomas, aunque muy dolorosos, no son muy claros, ya que pueden confundirse con los de una peritonitis o los de una obstrucción intestinal.

    14) Peritonitis: Inflamación de la membrana que tapiza la cavidad abdominal (peritoneo) y los órganos contenidos en ella. Suele ser una enfermedad aguda, causada por una infección cuyo origen es una perforación intestinal, como la rotura del apéndice o de un divertículo. También se puede deber a la presencia de sustancias irritantes, como ácido gástrico procedente de una úlcera perforada, o bilis que proviene de la rotura de la vesícula biliar o de la laceración del hígado. La peritonitis localizada se observa con más frecuencia en la pelvis a partir de una infección de la trompa de Falopio o de la rotura de un quiste ovárico. La peritonitis es a veces consecuencia del derrame de pus en la cavidad abdominal procedente de la rotura de un absceso. Esto se produce algunas veces tras cirugía intestinal con supuración de la herida quirúrgica, o a partir de una herida por arma blanca que atraviesa la pared abdominal. En ocasiones, se debe a una inflamación de la membrana peritoneal, como en el fracaso renal, la fiebre reumática y el lupus eritematoso. El síntoma principal es un dolor abdominal agudo que se agrava con los movimientos. Con frecuencia el paciente tiene náuseas y vómitos, y está febril. Los casos graves de peritonitis aguda sin tratamiento suelen ser mortales. El tratamiento está dirigido a la causa subyacente. Hay que administrar, además, líquidos intravenosos y antibióticos.

    15) Trastornos De La Vesícula Biliar: El trastorno más frecuente de la vesícula biliar es la presencia de cálculos, cuya forma y tamaño varia desde un poroto hasta una pera. Están formados por sales biliares y son más frecuentes en diabéticos, en personas de raza negra, así como en mujeres, sobre todo obesas y aquellas que hayan tenido múltiples gestaciones. Su incidencia aumenta con la edad. Las razones principales para la formación de los cálculos son la existencia de cantidades excesivas de calcio y colesterol en la bilis y la retención de bilis en la vesícula durante un periodo prolongado. El tratamiento habitual es la extirpación quirúrgica. Dos sales biliares naturales, el ácido quenodeoxicólico y el ursodeoxicólico, disuelven los cálculos en algunos pacientes cuando son administradas por vía oral. El tratamiento con ultrasonidos para romper los cálculos también puede eliminar, en algunos casos, la necesidad de la cirugía.

    Otro trastorno frecuente de la vesícula es la colecistitis, o inflamación biliar, considerada como el resultado de la presencia de una bilis muy concentrada. La colecistitis crónica se agrava en algunas ocasiones por una infección bacteriana, produciendo una perforación y peritonitis. Menos frecuente es la aparición de tumores malignos asociados con los cálculos. Estos suponen alrededor del 3% de todos los tipos de cáncer en el ser humano.

    16) Trastornos Gástricos: Muchos de los síntomas que se atribuyen a enfermedades del estómago pueden estar originados por trastornos psicosomáticos, enfermedades sistémicas generales o enfermedades de órganos vecinos, como el corazón, hígado o riñones. Además de las úlceras y el cáncer, las alteraciones gástricas incluyen: dispepsia (indigestión gástrica), gastritis y estenosis, además de las originadas por las cicatrices de las úlceras curadas. El tratamiento de las dispepsias (molestias postpandriales) es el de la entidad causal. En el caso de trastornos orgánicos (gastritis, úlceras) se establece una pauta terapéutica atendiendo al tipo de alteración específica; así, se combina una dieta (absoluta, blanda) con fármacos del tipo antiácido (almagato, magaldrato) y bloqueantes de los receptores H2 (cimetidina, ranitidina) y de la bomba de hidrogeniones (omeprazol). Se ha demostrado en estudios recientes, la existencia de una bacteria (Helycobacter pilorii) que vive en el estómago de las personas que presentan úlcera gástrica. Es resistente a la acidez del jugo gástrico y se piensa que es la causa de esta enfermedad, aunque los resultados obtenidos en las distintas pruebas realizadas no son del todo concluyentes.

    17) Úlcera: Inflamación superficial producida por la destrucción de la piel o de membrana mucosa. Las úlceras gastrointestinales aparecen en la gastritis crónica, colitis ulcerosa y fiebre tifoidea.

    Las úlceras pépticas o gastroduodenales son úlceras del estómago (gástrica) o del intestino delgado (duodeno). Además del dolor producido por la úlcera, éstas pueden dar lugar a complicaciones como la hemorragia por erosión de un vaso sanguíneo importante, perforación de la pared del estómago o intestino, con el resultado de peritonitis y obstrucción del tracto gastrointestinal por espasmo o inflamación en la zona de la úlcera.

    La causa directa de las úlceras pépticas es la destrucción de la mucosa gástrica o intestinal por el ácido clorhídrico, que suele estar presente en los jugos digestivos del estómago. Se cree que la infección por Helicobacter pylori tiene un papel importante en la aparición de úlceras en estómago o duodeno. La lesión de la mucosa gástrica y la alteración de la misma por fármacos, como los antiinflamatorios no esteroideos, son también factores responsables en la formación de la úlcera. Otros factores importantes en la formación y exacerbación de la úlcera duodenal son el exceso de ácido clorhídrico, la predisposición genética, el abuso de tabaco y la tensión psicológica.

    Se utilizan diferentes medicamentos en el tratamiento de la úlcera. Los antiácidos son útiles para neutralizar el exceso de ácido. Otros fármacos como la cimetidina y ranitidina bloquean la acción de la histamina, que estimula la producción de ácido, y se ha comprobado que inducen la curación de la úlcera en muchos pacientes. El omeprazol inhibe la secreción de ácido al interferir con el mecanismo celular que lo bombea hacia el estómago. Los compuestos de bismuto y los antibióticos pueden ser útiles para erradicar la infección por Helicobacter pylori y para acelerar la cicatrización. El sucralfato forma una capa protectora que cubre la mucosa del estómago e intestino. El misoprostol es efectivo contra las úlceras gástricas causadas por medicamentos antiinflamatorios no esteroideos. El abandono del tabaco también puede acelerar el proceso de cicatrización. Se deben evitar el alcohol y la cafeína, aunque la dieta blanda no suele ser muy eficaz. En los casos más graves es necesaria la cirugía.

    3. Conclusión

    Muchas de las enfermedades relacionadas con el "desgaste" del aparato digestivo pueden evitarse mediante una dieta balanceada, ejercicio y un estilo de vida saludable. Más allá de que se puedan prevenir o no, en su mayoría pueden ser tratadas obteniendo resultados beneficios para el paciente.

     

     

    Autor:

    Mariana Pucciarelli