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Conciencia cuidadana (página 2)

Enviado por ciceron.geo


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Las normas expresan un acuerdo existente en un grupo social; y todos los miembros de un grupo para los que rija determinada norma tienen derecho a esperar, que en determinadas ocasiones o situaciones se ejecuten u omitan, respectivamente, las acciones obligatorias o prohibidas. El concepto central de observancia de una norma significa el cumplimiento de una expectativa generalizada de comportamiento. Este modelo normativo de acción es el que subyace a la teoría del rol social.

El concepto de acción regulado por normas tuvo una significación especial en el desarrollo de la teoría sociológica, a través de Durkheim y Parsons.

3.- Nuestro autor también nos dice "El concepto de acción dramatúrgica, no hace referencia ni a un actor solitario ni al miembro de un grupo social, sino a participantes en una interacción que constituyen los unos para los otros un público ante el cual se ponen a sí mismos en escena" (Habermas, 1987, 123). El actor transmite en su público determinada imagen o impresión de sí mismo al poner de manifiesto lo que desea, es decir, su propia subjetividad. Aquí el concepto central es el de autoescenificación, lo que dignifica no un comportamiento expresivo espontáneo sino una estilización de la expresión de la propias vivencias a fin de influir en los espectadores. Este modelo de acción sirve fundamentalmente a las descripciones de orientación fenomenológica de la acción.

El concepto de acción dramatúrgica se utilizó a través de Goffman.

4.- Finalmente, nuestro autor nos dice "…el concepto de acción comunicativa se refiere a la interacción de a lo menos dos sujetos capaces de lenguaje y de acción que (ya sea con medios verbales o con medios extraverbales) entablan una relación interpersonal" (Habermas, 1987, 124).

Los actores buscan entenderse sobre una situación de acción para poder coordinar de común acuerdo sus planes de acción y con ello sus acciones. El concepto central aquí, es el de interpretación, que se refiere a la negociación de definiciones de la situación susceptibles de consenso. En este modelo de acción, el lenguaje ocupa, un sitio prominente.

El concepto de acción comunicativa tuvo una significación paradigmática a través de Mead y después a través de Garfinkel.

Según Habermas "llamo acciones sólo a aquellas manifestaciones simbólicas en que el actor…de la acción teleológica, la acción regulada por normas y la acción dramatúrgica entra en relación al menos con un mundo (pero siempre con el mundo objetivo)" (Habermas, 1987, 139). Distingo de ella, los movimientos corporales y las operaciones que se co-realizan en las acciones y que sólo secundariamente pueden llegar a adquirir la autonomía que caracteriza a las acciones, a saber, por inclusión en un juego o en un aprendizaje. Esto es fácil de ver en el caso de los movimientos corporales.

Las acciones tienen aspecto de procesos observables en el mundo y así aparecen como movimientos corporales de un organismo. Estos movimientos corporales son gobernados por el sistema nervioso central y constituyen el sustrato en que se ejecutan las acciones; con sus movimientos, el agente o actor cambia algo en el mundo.

Sin embargo, podemos distinguir los movimientos con que un sujeto interviene en el mundo (actúa instrumentalmente) de los movimientos con que un sujeto transmite un significado (es decir, se expresa comunicativamente). En ambos casos, los movimientos corporales producen un cambio físico en el mundo. En el primer caso, es causalmente relevante; en el segundo, semánticamente relevante. Ejemplos de los primeros, son: erguir el cuerpo, extender la mano, levantar el brazo, cruzar las piernas, etc. Ejemplos de los segundos: los movimientos de la boca, de los labios, de la laringe, en la producción fonética o de fonemas; las inclinaciones de cabeza, los encogimientos de hombros, los movimientos de los dedos al tocar el piano, los movimientos de la mano al escribir, al dibujar, etc.

Danto ha descrito estos movimientos como acciones básicas (basic actions), lo que ha dado lugar a una amplia discusión, que se ha planteado por la idea de que los movimientos corporales no representan el sustrato mediante el cual las acciones entran en el mundo, sino que ellos mismos son acciones primitivas. Por ejemplo, girando el interruptor, levantando el brazo derecho para saludar; dando un puntapié al balón metiendo un gol. Estos son ejemplos que son ejecutadas mediante una acción básica. Una acción básica se caracteriza por no poder ejecutarse mediante otra acción. "Considero falso este concepto" (Habermas, 1987, 141).

Las acciones son realizadas en cierto modo, mediante movimientos corporales, pero esto lo entendemos en el sentido de que el actor co-realiza esos movimientos cuando sigue una regla de acción, técnica o social. El concepto central aquí es que co-realización significa que el fin del agente o actor es la ejecución de un plan de acción, y no de los movimientos corporales con cuya ayuda realiza las acciones. Así que nuestro autor nos dice "Un movimiento corporal es elemento de una acción, pero no una acción" (Habermas, 1987, 141).

Los movimientos corporales son similares a aquellas operaciones que Wittgenstein se vale para desarrollar su concepto de regla y de seguir una regla. En las operaciones de pensamiento y de habla, tienen siempre que co-realizarse con otras acciones. A lo sumo, pueden constituirse en acciones independientes en el marco de un ejercicio, como en el caso de un profesor de inglés que explica a una clase, la transformación a pasiva de un verbo en voz activa.

Sigamos ahora, la línea principal de este trabajo, referida a que en la acción medio-fin, Habermas distingue dos modalidades. La primera, la acción instrumental, se rige por normas técnicas que descansan en un saber empírico e implican prognosis observables sobre acontecimientos observables que pueden ser físicos o sociales. Así por ejemplo, para llevar un hombre al espacio, se requieren algunos aparatos con estas y otras condiciones; o si se introducen estos y otros factores en la vida social, como una mejor calidad de vida traducida en menos enfermedades en la población adulta, entonces en el plazo de una década la productividad de la población económicamente activa se habrá elevado entre un 8 a 10%.

La segunda es decir, La acción estratétiga o elección racional, "se orienta por estrategias basadas en un saber analítico" (Gabás, 1980, 104), es decir, a partir de ciertas reglas de preferencia o sistemas de valor y de máximas generales se deducen correcta o falsamente ciertas consecuencias. Por ejemplo, el dinero ha de invertirse de manera tal que conserve su valor y produzca altos beneficios ..esto se da en las autopistas de peaje, por lo que es aconsejable invertir en la construcción de autopistas; la democracia tiene estas ventajas ..y la dictadura estas otras.

Yo prefiero o elijo la democracia. Incluso muchas acciones son una combinación de la acción instrumental y de la acción estratégica. Estos tipos de acción pueden realizarse monológicamente, es decir, sin necesidad de una acción dialógica (diálogo) con otros hombres.

LA ACCIÓN COMUNICATIVA

A la esfera del trabajo, nuestro autor Habermas, contrapone el ámbito de la acción comunicativa, que define como "una interacción mediada por símbolos" (Gabás, 1980, 104). Dicha acción tiene como núcleo fundamental las normas o reglas obligatorias de acción que definen formas recíprocas de conducta y han de ser entendidas y reconocidas intersubjetivamente. Este tipo de acción da lugar al marco institucional de la sociedad en contraposición a los sistemas de acción instrumental y estratégica.

Habermas asigna al marco institucional de la sociedad, las siguientes funciones: –Organización colectiva para la conservación de la especie, la cual no está asegurada exclusivamente por el instinto; – institucionalización de los procesos de aprendizaje y acomodación, y especialmente, – la represión y canalización de tendencias libidinosas o agresivas que resultan disfuncionales para la propia conservación colectiva de la sociedad.

Esta última función del marco institucional de la sociedad, implica un doble factor: -La organización del poder a fin de reprimir dichas tendencias agresivas y – la articulación y satisfacción de nuestras necesidades. Esta articulación y satisfacción de las necesidades se cumplen mediante la tradición cultural. En este sentido, los valores culturales interpretan las necesidades humanas mucho más ampliamente de lo necesario para la propia conservación (contenidos míticos, religiosos y utópicos, es decir, los consuelos colectivos, así como las fuentes de la filosofía y de la crítica).

Una parte de los contenidos culturales se transforma funcionalmente y sirve a la legitimación del sistema de dominio; sobre este último y sobre el grado de represión, decide el marco institucional, así como sobre el grado de emancipación e individuación, por ejemplo, fijando la oportunidad de satisfacción de necesidades específicas del estrato, así como las necesidades de carácter general.

Mediante la distinción mencionada entre trabajo e interacción, Habermas reconstruye la evolución de la sociedad desde la Edad Media hasta nuestros días.

Así tenemos, que en la sociedad tradicional (hasta la burguesía moderna), el marco institucional se legitima mediante interpretaciones míticas, religiosas y metafóricas de la realidad en su conjunto. La acción instrumental (técnica, estratégica) se mantiene subordinada a las tradiciones legitimantes. En la sociedad capitalista se amplían cada vez más, los subsistemas de acción instrumental, particularmente, la economía.

El tipo tradicional de racionalidad comunicativa se ve confrontada en los tiempos modernos con la nueva racionalidad de tipo científico-técnico (instrumenta). En dicha confrontación, sale derrotada la anterior racionalidad comunicativa, en virtud de que la interpretaciones mítico-religiosas son sustituidas por las interpretaciones científicas. No obstante, la sociedad capitalista se encuentra ante el problema de lograr un nuevo marco institucional es decir, un nuevo conjunto de normas y de legitimarlo.

Si por ejemplo, los estratos sociales o la diferencia de clases se legitimaban antes, utilizando una concepción jerárquica del mundo (de tipo religioso) y si la burguesía organiza la revolución contra la clase noble y su base legitimatoria, ¿Cómo se justifica entonces la diferencia entre la clase de los propietarios y la de los desposeídos?

Según nuestro autor, "El capitalismo resolvió este problema por una singular fusión entre marco institucional (interacción) y sistema económico (trabajo). Las normas de integración social (de justicia, de reciprocidad de acción) se insertan en el sistema económico mismo (mercado)…" (Gabás, 1980, 106). El intercambio de mercancías (la acción económica), en cuanto equivalente, es justo, ya que es una interacción legítima.

En efecto: "….de esta manera, la desigualdad de poder económico se

enmascara y legitima "desde abajo", ya no utilizando criterios religiosos-culturales (dominio político de clase), sino por la aparente racionalidad (*)

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(*) Concepto de Racionalidad. (Tomado de Habermas, Teoría de la Acción C, tomo I).

inherente a las relaciones de producción" (Gabás, 1980, 106).

A su vez, la organización estatal se despoja de toda pretensión de dominio y se establece como una esfera de interés común, como garante del libre juego social, pero sin asumir un rol propio en el juego mismo, sin intervenir directamente en el mercado. Por tanto, el marco institucional es inmediatamente económico (supuesta justicia del mercado) y sólo mediatamente político: superestructura y concepción del Estado como

ideología que encubre y hace posible la "injusticia real" del mercado. De aquí podemos inferir que la creciente expansión de las fuerzas de producción lleva a un tipo de sociedad donde el factor dominante e integrante es el económico. Por ello, las tradiciones culturales pasan a un

segundo plano (por ejemplo, subjetivación de la fe y de la ética). Ahora, se buscan legitimaciones que pretenden un carácter científico, pero que tienden realmente también a relaciones de poder. "Y ése es para Habermas el contexto del nacimiento de las ideologías en sentido estricto, o sea, de las doctrinas que justifican el dominio bajo capa de ciencia" (Gabás, 1980, 107).

Es que la ciencia que surge desde Galileo, se desarrolla en un marco metodológico en el cual se refleja ya el punto de vista trascendental de la posible tendencia hacia la técnica; es decir, la nueva ciencia no avanza como afán de conocimiento de la realidad, sino en un clima de primacía del interés económico, de la acción instrumental (técnica). Este tipo de interés actúa como un marco trascendental en la constitución de la nueva ciencia, que en su momento inicial no manifiesta todavía su verdadera naturaleza, es decir, su potencial de aplicación técnica.

Entonces el capitalismo realiza una transformación decisiva en su ideología legitimante con la transición al estado social. El desarrollo de los grandes monopolios y sociedades de acciones, las crisis económicas, la crítica social y la organización del proletariado, hacen estallar el equilibrio del Estado liberal, exigiendo una nueva forma de estabilizar el sistema y de justificar la desigualdad social. La nueva forma de equilibrio se logra cuando el Estado abandona la figura de mero garante y espectador neutral del libre mercado, para convertirse en conductor y orientación del sistema económico.

Este intervencionismo estatal implica para nuestro autor "…una repolitización del marco institucional…" (Gabás, 1980, 108). En donde el término repolitización significa que el intercambio equivalente ya no puede realizarse bajo la figura de integración social, ya que ha sido desenmascarado como falso y desintegrador. Por ello, el estado que antes se mantenía al margen del mercado ahora le toca intervenir con su poder en el movimiento económico y en relación de las partes antagónicas. Nuestro autor, nos dice al respecto:

"La sociedad ya no se integra por la libre interacción económica, sino por la dirección del poder estatal; el Estado es ahora árbitro de la interacción justa, de las normas sociales….ahora tiene que legitimar el poder directo que ejerce en la ordenación del mercado y de la sociedad, pues, en términos marxistas, ya no se presenta como simple superestructura, sino que controla la base económica misma" (Gabás, 1980,. 108).

De la cita anterior, podemos deducir que el intervencionismo estatal se justifica en virtud de la desigualdad social existente y de la concentración de la economía en pocas manos, cuestiones que obligaron a una repolitización de la economía, bajo la figura dominante del Estado.

Esta necesidad de legitimación directa se satisface ahora, según Habermas, mediante la ideología tecnocrática. El Estado se escuda para su propia legitimación en la nueva mentalidad aceptada, la del progreso técnico. Habermas explica el nacimiento de esta ideología desde el desarrollo del movimiento científico. En efecto:

"Hemos visto, que en su nacimiento, la ciencia moderna estaba afectada por el interés técnico (económico)… se ha llegado a un entrelazamiento cada vez más claro, entre ciencia, técnica y su utilización"…Esto significa que si el Estado dirige la economía y si la ciencia está al servicio de la economía, entonces el Estado pasa a ser también el director del proceso científico…." (Gabás, 1980, 108-109).

El pensador francfurtense, explica cómo es el Estado mismo el que encarga la investigación que mayoritariamente está orientada al campo militar, desde donde las informaciones pasan a la producción de bienes económicos. Así, la ciencia y la técnica se convierten en la primera fuerza de producción y por otra parte, se fusionan la producción y el marco institucional, encarnado ahora de nuevo en el Estado.

Ahora, el Estado tecnocrático se legitima a sí mismo, por la evolución científica; se presenta como ejecutor de las leyes y exigencias del progreso técnico; se presenta como ejecutor de las leyes y exigencias del progreso técnico. Aparte de esta cara científica, el Estado tecnócrata ofrece a la población un programa de bienestar, seguridad y estabilidad de ingresos.

Esta mezcla de política y ciencia técnica implica, para Habermas, dos consecuencias fundamentales: 1.- El Estado no se orienta a fines prácticos (felicidad de los seres humanos, ética social, elevación cultural,…) sino a la solución de tareas técnicas; y así la economía (la acción técnica) absorbe cada vez más el marco institucional. 2.- Como las cuestiones técnicas exigen conocimientos especializados, la mayor parte de la población queda excluida de las decisiones políticas.

En cuanto a la disputa sobre la técnica en Alemania, las cuales estuvieron focalizadas o centradas en Jacques Ellul, Arnold Gehlen y Hebert Marcuse, Habermas se interesa especialmente por el proceso histórico que acabamos de mencionar. Nuestro autor discute fundamentalmente dos posiciones, a saber: Una, liberal y la otra, conservadora.

La interpretación liberal de la técnica descansa en que el hombre tiene aún en sus manos la dirección del progreso técnico y ve en éste, la posibilidad de la libertad subjetiva: exoneración del trabajo físico, eliminación de riesgos, marco más amplios entre medios alternativos, ampliación del ámbito de conducta racional, posibilidad de darle un sentido a la historia, pues de suyo carece de sentido. Sin embargo, Haberlas objeta a esta interpretación un desconocimiento de la situación fáctica, en la que no se permite la formación de una libre voluntad colectiva.

En la interpretación conservadora, nuestro autor se refiere a las posiciones asumidas por Geblen y Ellul-Shelsky. El primero manifiesta que el hombre a través de la evolución técnica, el hombre ha objetivado progresivamente sus acciones en las máquinas: pies y manos en los medios de locomoción, vista y oído en los medios audiovisuales y el cerebro en los sistemas cibernéticos. Finalmente, en los sistemas hombres-máquinas se conjugan las acciones mecánicas y las reacciones humanas.

En este sentido, el nacimiento de la técnica moderna es para Geblen mencionado por Gabás, "una continuación del proceso natural de evolución del hombre. Los nuevos aparatos pertenecen al hombre como la coraza a los crustáceos" (Gabás, 1980, 110). Se produce a su juicio, una estabilización antropológica en virtud de que el progreso técnico y el marco institucional se funden en un proceso meta-biológico.

Schelsky entiende que dicha fusión obedece a una necesidad objetiva, a las leyes inmanentes del progreso científico-técnico. A la sociedad técnica corresponde un Estado técnico que suprime las formas tradicionales de dominio político en una administración total. Schelsky mencionado por Gabás "El dominio se transforma así en una administración científica de relaciones cosificadas" (Gabás, 1980, 110-111). Esto se interpreta diciendo que el Estado está sometido a la ley de que los medios determinan los fines, de que las posibilidades técnicas implican con necesidad la manera de su aplicación.

Lo acertado en esta interpretación es, según Habermas mencionado por Gabás "…que en ella se pone de manifiesto cómo la evolución fáctica conduce a una fusión de trabajo y marco institucional, de ciencia, técnica, industria, mundo militar y administración…." (Gabás, 1980, 111). Sin embargo, pone en duda, que tal fusión obedezca a una necesidad objetiva de la evolución técnica.

Analizando el aspecto de necesidad objetiva, nuestro autor compara o confronta la posición de Marcuse con la de Gehlen y Schelsky. Así descubre en Marcuse una ambigüedad en la relación entre fuerzas técnicas de producción y relaciones de producción. En opinión de nuestro autor, Marcuse nos dice:

"… desenmascara acertadamente…que la técnica está entremezclada con el dominio político y el poder social (relaciones de producción, marco institucional): el creciente nivel de vida implica como envés la regulación y manipulación administrativa de la existencia humana: con el bienestar aumentan la represión, la reglamentación del trabajo y del tiempo libre, el peligro de autodestrucción nuclear; la creciente racionalidad técnica se trueca en irracionalidad práctica, pues el control de las necesidades se sustrae a la decisión de los hombres…." (Gabás, 1980, 111).

De la cita anterior, podemos deducir que Marcuse sale bien librado en el análisis que hace Habermas, pues realmente reconoce que aquél establece una estrecha conexión entre dominio político a través de las relaciones de producción y el poder social mediante el "marco institucional" 2. Para Marcuse el aumento en el nivel de vida es directamente proporcional al grado de regulación y manipulación de la sociedad tecnológica sobre el ser humano, mediante la represión y en donde la racionalidad se trastoca en irracionalidad, ya que las necesidades humanas están supeditadas a las decisiones de los hombres.

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2 Ver definición de marco institucional en las páginas anteriores de este trabajo.

Sin embargo, Habermas critica a Marcuse que establece una relación

ineludible entre la técnica y tales fenómenos, por lo que cae en la misma posición de Geblen. Así, Marcuse se ve arrastrado a la afirmación "de que no es posible suprimir el dominio político sin suprimir la técnica. Y en consecuencia, dice que los sistemas sociales de oriente y occidente no pueden revolucionarse sin el desarrollo de una nueva técnica…" (Gabás 1980, 111).

Marcuse cree que en la moderna ciencia técnica existe un a priori contingente con un matiz ideológico en su génesis, el cual impone violencia tanto al objeto como al hombre. La ciencia así estructurada tiende al aumento de las fuerzas de producción, que permiten el enmascaramiento de la represión ante la población porque el dominio se legitima por el aumento de la productividad y el creciente dominio sobre la naturaleza.

Pero es en este a priori técnico donde Habermas discrepa de Marcuse, pues aquél sostiene que la acción medio-fin lleva implícito un interés técnico. Sin embargo, Habermas se muestra escéptico sobre una naturaleza no sometida al dominio del hombre mediante la técnica. Considera por tanto, que la idea de una "técnica nueva" en Marcuse, no es un alternativa real, ya que la estructura de la acción medio-fin, no es un proyecto contingente (casual o incidental) del hombre sino una constitución trascendental del mismo (del hombre), en virtud de que su conservación va ligada al intercambio con la naturaleza mediante el trabajo.

Habermas coincide con Geblen en que se han fundido la técnica y el marco institucional; coincide con Marcuse en que dentro de dicha función, la ciencia técnica asume la función ideológica de legitimar las actuales relaciones de poder. No obstante, discrepa de ambos en cuanto al vínculo necesario que ellos establecen entre "sociedades industriales" y "Estado tecnocrático"

Habermas mencionado por Gabás, a diferencia de Marcuse, no postula una reestructuración de la técnica para la superación del estado tecnocrático, "sino que recurre a su propio marco categorial: la distinción entre trabajo e interacción. Y así se ve lo ideológico de la ciencia técnica y del Estado tecnocrático en el encubrimiento de la diferencia entre acción instrumental e interacción" (Gabás, 1980, 112-113).

Aquí la palabra encubrimiento, significa que la distinción continúa existiendo de hecho y de derecho, pues al menos en ciertos niveles, se discute y decide que técnicas han de realizarse, se establecen prioridades de valores, se finge un consenso democrático, etc, todo lo cual pertenece a la esfera de la interacción. Pero se recurre a una ciencia "fetichada" a fin de que no aparezca tal diferencia y para que la población no tome conciencia de la manipulación de que es objeto, por los intereses de una oligarquía. De esta manera no pone en práctica su derecho a la autodeterminación y no internaliza que la lucha de clases prosigue de manera latente. En definitiva, parea Haberlas mencionado por Gabás nos señala que "..la ciencia y la técnica son pues, ideológicas (de acuerdo en esto con Marcuse) en tanto se recurre a ellas para fingir una racionalidad legitimadora del dominio" (Gabás, 1980, 113).

A pesar de las críticas que hace Habermas, reconoce que la conciencia tecnócrata es menos ideológica que otras ideologías ya que no sólo finge el cumplimiento de intereses de los ciudadanos sino que parcialmente, los satisface también. Pero tiene más ideología que otras ideologías antiguas, ya que no solo justifica el dominio de una clase sobre otra y reprime la necesidad de emancipación de la clase reprimida, sino que afecta al interés emancipatorio de la especie como tal. Así, la ciencia criatura del hombre, se instala como un demonio impersonal que decide la vida de la humanidad.

Finalmente, desea reestablecer la interacción en su autonomía frente al trabajo, es decir, la participación de los ciudadanos en las decisiones políticas, y en eso lo acompañamos. Pero deja en el aire un aspecto del asunto: el materialismo, el confort, poder adormecedor de la sociedad de consumo, el cual es consecuencia directa de la declinación de los aspectos espiritualistas o idealistas. Habermas cree que los antiguos ideales han muerto, pero cree también que se mantiene en pie el ideal por la emancipación, cuestión que se estudiará en la sección correspondiente a los intereses del conocimiento.

BIBLIOGRAFÍA

Gabás, Raúl (1980). Jürgen Habermas: Dominio Técnico y Comunidad Lingüística. Editorial ariel. Barcelona, España.

Habermas, Jürgen. (1987). La Acción Comunicativa. Tomo I.Editorial Taurus. Madrid. España.

FJAF/febrero de 2002

Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (UNERMB).

 

Francisco Avila Fuenmayor

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