Platón, discípulo de Sócrates, formuló la primera teoría del conocimiento. Cuatro preguntas lo movieron: ¿Dónde puede hallar la verdad el hombre?, ¿Cuál es el origen y la composición del universo? ¿Cuál es la finalidad del hombre sobre la tierra?, ¿Cuál es el origen de la creación del hombre? Como podemos observar, Platón se planteaba preguntas relacionadas con la posibilidad de conocerse, propio del campo de la psicología y la filosofía, así como el origen de las cosas y lo que más ha ocupado últimamente las páginas de los libros: la finalidad del hombre, cual es su misión en la vida si es que hay alguna, qué papel nos corresponde y para que estamos vivos.
Esto nos lleva a la logoterapia actual que intenta dar respuesta a la finalidad del hombre en el mundo. El hombre en busca de sentido de Víctor Frankl, intenta dar con la respuesta y da para toda una teoría sobre el sentido de las acciones humanas que, como vemos, las ideas no son tan nuevas como se pudiera pensar, aunque se puede ver que después de las guerras mundiales, con el sufrimiento causado, el tema cobra importancia.
Continuando con Platón, concluye éste que sólo la razón lleva al hombre a la verdad. Según él, todo acto cognoscitivo es una reminiscencia. En resumen, se trata de un proceso de anamnesis mediante la cual se reconstruye la verdad a través del recuerdo. Se puede considerar innatista porque para él, el conocimiento no procede de la experiencia sino de un saber preexistente, prenatal y connatural al intelecto. Aunque no directamente relacionado, el recuerdo en el psicoanálisis le puede dar sentido a la existencia humana al retomar las riendas de la conciencia, secuestradas por un recuerdo reprimido inconsciente, donde la reminiscencia viene a salvar al sujeto de la neurosis que lo aqueja.
Al universo lo componen dos mundos. Platón le atribuía a las ideas una realidad substancial, lo que confiere a su doctrina un carácter ontológico y cognoscitivo. Expone un dualismo metafísico al decir que existen dos niveles del ser, el mundo sensible y el mundo de las ideas. Pone a las ideas como algo superior a lo sensible y la finalidad del hombre es reintegrarse al origen divino de donde procede. El alma va más allá de lo personal y corpóreo y la concibe como una idea que une a todos los demás y que además es preexistente al cuerpo.
Con platón inicia esa separación cuerpo-mente que a su vez sirve para la tipología de ciertos trastornos de personalidad donde la dominancia de uno sobre otro implica un trastorno u otro, como la esquizofrenia donde la separación de mente y cuerpo es su característica principal. A Platón, que si bien intentó respuestas metafísicas a sus planteamientos, se le reconoce el haber tratado de responder a preguntas que hasta la fecha tienen al hombre ocupado y que orientan a muchos a la psicología. Se puede decir que orientarse por la psicología es un intento por responder las preguntas ya milenarias.
Base del pensamiento occidental, Aristóteles sustituyó la desvaloración del mundo material llevada a cabo por Platón por una fuerte atención a la realidad natural y a la ciencia. Acabó negando el dualismo metafísico platónico y acabó fuera de la Academia al morir Platón. Para él, la realidad no está escindida sino que forma un todo coherente. Sólo hay un mundo único y está constituido precisamente por aquella naturaleza material que Platón consideraba indigna de ser objeto de estudio. En este sentido cada ciencia es independiente y autónoma con respecto a las otras ya que cada una tiene un objeto de estudio y su objetivo era construir una enciclopedia del saber.
Esta es la base de una corriente del positivismo a través del método inductivo, partir del mundo material de cuyos fenómenos se pueden lograr generalizaciones y posteriormente leyes. Es hasta Aristóteles donde se remontan las raíces del conductismo que, tal como Aristóteles se le opone al mundo de las ideas a Platón, el conductismo se le opone al psicoanálisis al pretender asentar como verdadero solo a lo que pueda ser mesurable y observable.
Es Aristóteles quien acuña la idea de sustancia, la forma de las cosas, independiente de sus particularidades o accidentes. Habla de cuatro causas: material, eficiente, formal y final.
Con la teoría del silogismo de Aristóteles nace la lógica que verifica la validez o falsedad a los razonamientos. Aquí podemos ver cómo el positivismo tiene su anclaje en estas ideas y al lado del método inductivo también echa mano del método deductivo. Así pues, se puede decir que Aristóteles es uno de los primeros científicos por proponer el método científico y brindar las ideas principales que lo sustentan.
Maestro de Alejandro Magno, Aristóteles imprimió su huella en la historia pues las conquistas de su discípulo impusieron la forma de actuar más pragmática, pero una forma de pensar menos utilitarista aunque de principio parezca esto irreconciliable.
El Helenismo, surgido en esta época (alrededor del 334 a. C.) pone a la filosofía como un estilo de vida a adoptar por el mundo. Se le atribuye, y en este sentido se relaciona con la psicología, un carácter curativo, una función terapéutica. Esta nueva tarea de la filosofía era garantizar al hombre la tranquilidad del espíritu y producir una vida contemplativa, indiferente, por encima de las ocupaciones y de las emociones causadas por la vida ordinaria. El filósofo, como intenta el psicólogo moderno, se convierte en el médico de espíritu, el farmacéutico de las angustias, el cirujano de las opiniones.
Aunque Platón no creía que cualquiera pudiera acercarse a la filosofía, para Epicuro, un personaje de esta época, cualquier edad es adecuada. Le atribuye a la filosofía otra función: buscar la felicidad puesto que este es el principal problema del individuo, y eso depende de cada uno y no de los dioses. El placer es lo único a lo que nos debemos orientar. Aborda también ideas de la muerte a la que no hay que temerle porque no existe mientras existamos y no existimos una vez muertos. Es interesante como el principio del placer y su obstáculo el dolor, así como la dicotomía vida-muerte se pone sobre la mesa de discusión y le aportan al psicoanálisis moderno su punto medular.
Con una serie de pensamientos en este sentido, sobre la función de la filosofía, la forma en que el hombre debe comportarse, el papel del dolor, del placer, la distinción de las necesidades del hombre, la contemplación e introspección y la reflexión en general sobre el hombre, llegamos hasta San Agustín. Con su reflexión sobre la creación y el misterio del tiempo, además de su reflexión sobre el pecado y su papel, contribuye indirectamente a los principios del humanismo actual sobre el aquí y el ahora. Nos dice que el tiempo no lo podemos definir completamente. Solo tenemos una noción vaga por lo que sólo el presente cobra importancia, puesto que sólo éste parece existir. Con la imposibilidad de acceder al pasado, así como al futuro, no nos queda más que el presente para la solución de nuestros problemas.
Santo Tomás de Aquino pone el acento sobre otro punto crucial de la psicología.
¿Somos dueños de nuestros actos? ¿Es la voluntad una capacidad humana que se sobrepone a todos sus instintos? Sí. La Razón para Santo Tomás es el medio por el cual podemos llegar a la verdad. Retoma pensamientos aristotélicos lógicos, pero su más grande contribución es su apego a la fe y su conciliación con la razón. Es decir podemos llegar a conocer a Dios no solamente a través de la fe pura sino a través del razonamiento. Su contribución a la psicología es precisamente su acento en el papel de la voluntad y la razón que luego será objeto de discusión entre diferentes corrientes psicológicas ya que mientas unas ponen el énfasis en los impulsos inconscientes como las psicoanalíticas, otras, retomando a Santo Tomás ponen el énfasis en lo consciente y volitivo de la conducta humana como las humanistas.
Importantes son las reflexiones sobre la locura que hace Erasmo de Rótterdam. La experiencia de la locura puede ser fuente de regeneración. Nos dice cómo el deseo místico de renunciar al cuerpo para vivir una espiritualidad pura puede llevar a la locura. Nos dice también que la locura patológica nace cuando la mente no está en sintonía con el cuerpo. Veamos que esta es precisamente la definición de esquizofrenia, una separación entre mente y cuerpo y que sus reflexiones contribuyeron a tipificar la psicosis y contribuyeron enormemente a la psiquiatría.
Martín Lutero, en sentido similar, expone dos dimensiones del hombre, una espiritual y una corporal, aunque esta dicotomía cuerpo mente viene ya desde platón cuando despreciaba al cuerpo y le daba toda la importancia a las ideas. Cabe señalar que Lutero afirmaba que actos, obras y comportamientos no influyen en la espiritualidad. Así pues, ve a los actos y comportamientos como hipócritas, es decir, podemos inferir que hay una preponderancia de las ideas y un desprecio por los actos físicos o corporales.
Ya un tanto diferente es Nicolás de Cusa que con su reflexión sobre la imposibilidad de conocer la verdad pone las bases para un indeterminismo al considerarla incomprensible. La verdad, en cuanto absoluta, única y no relativa escapa a la comprensión humana. Suena como un intento de poner lo inconsciente, aunque no en estas palabras, como lo que nos impide conocer nuestra persona a fondo. Asimismo, pone sobre la mesa la dicotomía que luego se torna dialéctica al afirmar que Dios es máximo como mínimo, tanto luz como obscuridad, tanto afirmación como negación, como luego se sistematiza en el psicoanálisis con su descripción de lo consciente e inconsciente.
En el devenir de las ideas siempre está la discusión entre los polos opuestos, alma- cuerpo, mente-actos, razón-irracionalidad, voluntad-determinismo, etc. Y en esta oscilación aparece Descartes al cual se le ubica como el parte aguas entre las ideas medievales y las modernas, entre la metafísica y la ciencia. Cabe señalar que la lucha interna de Descartes era en realidad su inclinación al escepticismo al cual trata de neutralizar con la imposibilidad de poner en duda al pensamiento del cual tiene la certeza total aunque de una manera totalmente deductiva. Con su idea de pienso luego existo, pone sobre todas las cosas al racionalismo. Intenta formalizar el método del pensamiento y ponerlo al servicio de la ciencia. Después aparecerán dentro del mismo positivismo, los empiristas, que ponen el acento sobre los sentidos más que en la razón. Se instala pues una discusión entre racionalismo y empirismo, que se emparenta con el dualismo deducción/inducción aunque esto ya cae más en el método que en el campo propiamente psicológico.
Dentro de los empiristas más representativos tenemos a John Locke. Para él, la hipótesis innatista es sobre todo inútil. No hay nada en el pensamiento que antes no haya pasado por los sentidos es lo que lo define mejor. Así pues, no existe ninguna verdad universal, ni siquiera los principios básicos de la lógica, y agrega: los niños y los locos no conocen ningún principio de lógica, prueba de que lo lógico no puede ser innato como se infería en las ideas de Descartes.
Y le contesta anticipadamente a Freud por tres siglos al afirmar que no cabe ni siquiera suponer la idea de pensamientos inconscientes puesto que para él, el acto del pensamiento implica conciencia. Tampoco hay principios prácticos o éticos universales, todo dependerá de la experiencia individual. En síntesis, para Locke y otros empiristas, la mente es una tabula rasa que sólo se escribe con la experiencia.
Después de un largo brinco por los filósofos más orientados a lo social como Voltaire, Hume, Rosseau, y otros que discuten sobre el mundo de las ideas como Kant y Condillac, llegamos hasta los materialistas que de cierta manera le imprimen un cambio a la manera de concebir al mundo en general.
Con Feurbach, poco mencionado por cierto, podemos encontrar una explicación al superyó freudiano. Para él, Dios es la inteligencia que se piensa a sí misma. Los hombres han atribuido a Dios las características de su inteligencia, es decir los atributos de Dios son los instrumentos de la inteligencia humana. Sin embargo lo considera necesario, pues pensando a Dios, el hombre se reconstruye a si mismo. Con esta encarnación de Dios Feurbach sienta las bases para explicar la teología y explicaciones metafísicas y las empieza a ubicar como objeto de estudio científico que luego retoma Freud en varios escritos aunque sin aludir directamente a autores anteriores.
Sin duda Schopenhauer contribuye a la psicología como pocos con sus conceptos de sublimación y nirvana poniendo al descubierto las tendencias enmascaradas del hombre y su lucha por alcanzar el placer. Sin querer, da paso al mecanismo de la represión y el principio dinámico de la psique al proponer la transformación de la energía sexual en actividades psíquicas superiores. A él también se le debe la introducción de la filosofía budista con el término Nirvana que posteriormente viene a representar un concepto del psicoanálisis reconocido por Freud. Es interesante como para Schopenhauer todas las manifestaciones del amor son manifestaciones del instinto sexual, aunado al principio de que el hombre, incluso creyéndose libre, está en realidad determinado por instintos biológicos fundamentales.
Augusto Compte contribuye a la comprensión del desarrollo humano tanto filogenético como ontogenético al ver a la inteligencia desde un punto de vista histórico el cual está regulado por leyes necesarias. Las etapas que expone son, teológica, metafísica y científica, cada una de las cuales describe un modo de ver al mundo. Con este entendimiento podemos entonces conocer cómo es la inteligencia del niño, del adolescente y del adulto en lo general, pudiendo con ello contribuir a la psicología del desarrollo.
Casi diciendo ello y superyó aparece la dialéctica de Nietzsche con lo dionisiaco y lo apolíneo. Para él, Dionisio y Apolo son, respectivamente, símbolos de vida y muerte, fuerza vital y racionalidad, salud y enfermedad, instinto e intelecto, oscuridad y luz, devenir e inmovilidad, ebriedad y sueño.
No es sino hasta que aparece Freud que se puede ver una sistematización y coordinación de todos los conceptos hasta antes vaga y aisladamente expuestos. A través del psicoanálisis Freud articula conceptos como eros y tánatos, amor y odio, vida y muerte, como entes inseparables de una misma unidad. La polaridad psicológica entre amor y odio es similar a la polaridad física entre fuerzas de atracción y repulsión pero también de complementariedad para darle sentido a la dialéctica hegeliana.
Así pues, hablando en términos de la física y tratando de que la psicología tuviera un sustento científico, la conducta no es más que la resultante de un sistema de fuerzas. Así pues, toda pulsión amorosa comporta una cuota de agresividad, y toda pulsión agresiva lleva implícitas fuerzas amorosas. La guerra, para Freud, es parte de la naturaleza humana, retomando incluso a los presocráticos. Sólo una humanidad totalmente racional, sin emociones podría realizar la paz perfecta. Como es inconcebible una humanidad sin emociones la paz es irrealizable.
Como un sustento posterior para el humanismo aparece Bergson, y recordando a San Agustín, retoma el tiempo y sus reflexiones. La dimensión del tiempo está escandida en el presente donde transcurre así mismo todo tipo de recuerdos. En este sentido todo acto debe verse como parte del presente y a lo más podemos poner como secuencia temporal la sensación y luego la acción pero unidas en el momento presente cuyo enlace está en el cuerpo. Si aceptamos un pasado y un futuro es de todas maneras el cuerpo actual el que las sintetiza. Esto puede servir de sustento a las terapias como las humanistas y las de corte marxista freudiano como la vegetoterapia reichiana.
El pragmatismo de Peirce y James sirve como sustento para el conductismo. Para ellos la realidad psicológica no se circunscribe en la pura irracionalidad o racionalidad. Su pragmatismo continúa la tradición inglesa que rechaza toda doctrina de infalibilidad de la razón humana. Cabe señalar que estos autores desde Locke son productos de su contexto de capitalismo e industrialización donde las banderas de libertad humana e individualismo, así como de la defensa de la propiedad privada a ultranza, son indispensables para sostener el sistema naciente que reclama ideas en su mismo sentido. Rechazan la metafísica encontrada en la supuesta verdad de las palabras y se inclinan por la observación, propia y necesaria del positivismo.
Croce viene a poner el énfasis en el método histórico lo cual es retomado por algunas corrientes psicológicas para quienes la verdad está en la historia de cada individuo.
No es sino hasta con Husserl que se intenta poner fin a esa separación entre sujeto y objeto. Ni el sujeto está separado del objeto ni este del primero. La verdad no es unidireccional sino que es una síntesis de ambos. Propone una actitud fenomenológica, desprejuiciada, desinteresada y crítica a la que llama epojé. La relación entre un sujeto y un objeto es un fenómeno singular, pero no ser propone ser escéptica sino poner al objeto en relación al sujeto y el sujeto adaptado al objeto porque uno no puede concebirse sin el otro.
El estructuralismo con Lacán le da un giro a la verdad y al sujeto en el sentido de la lingüística. El sujeto deja de serlo al enredarse en una trama de símbolos que le quitan su identidad y no le permiten actuar con singularidad sino en relación con reglas sintácticas ajenas al sujeto que a la vez es un significante que lleva a otro como una entrada de diccionario a otra en una cadena interminable de significantes cuyo último significado se desvanece y jamás llega a lo concreto o a su referente objetivo. De sujetos pensantes pasamos a ser sujetos pensados por la estructura lingüística donde hasta la identidad yoica está determinada por metonimia.
La verdad para Lacán es, sin embargo, aprehensible, pero no en la verdad de las palabras sino en los silencios entre una y otra. Es donde el sujeto realmente se encuentra, en la falta, en el vacío o en el silencio. Es decir, se hace la diferencia entre lo real, lo imaginario y lo simbólico. De lo real no podemos decir nada, lo imaginario solo es relativo y lo simbólico es ilusorio ya que se desvanece. Nociones como éstas vienen a darle un giro a la psicología que se percibe que no dejará de evolucionar mientras el hombre exista y se pregunte, e intente como se ha hecho desde el principio "conócete a ti mismo".
De las grandes corrientes psicológicas como el psicoanálisis, el conductismo y el humanismo, así como de sus derivadas, podemos decir que sus ideas más representativas no han surgido de la noche a la mañana, que tienen un largo periodo de discusión y que cada una tiene un campo respetable y hasta complementario en la historia de las ideas.
Si bien cada campo exige una forma de concebir al hombre, de proponer sus propios criterios de verdad, de utilizar su propio método y hasta de elegir un objeto formal, el psicólogo por su parte debe mantener una actitud crítica y a la vez abierta a todas las corrientes y estar preparado para contribuir a una u otra. Por otro lado, el hecho de conocer las bases filosóficas históricas de la psicología le da al psicólogo una visión más amplia que seguramente se reflejará en su quehacer diario con sus pacientes y su bienestar que es en última instancia la misión de su profesión.
Del Río, E. (1997) Filosofía para principiantes. México Ed. Grijalbo.
Atlas Universal de Filosofía (2006) Manual Didáctico de Autores Textos Escuelas y Conceptos Filosóficos. Ed. Océano. España.
Autor:
Psic. Julio Cabrales Nevárez
Universidad Autónoma España de Durango Enero, 2009
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |