En una situación democrática es compatible con los valores del pluralismo y la libertad de pensamiento, ya que la escuela no cumpliría su rol en la prosecución de objetivos democráticos que ayuden a los alumnos a adquirir el conocimiento y capacidad apropiados, para aprender a respetar su herencia pluralista y a valorar diferencias individuales y de grupo. Reforzando este planteamiento otros autores, señalan que los maestros son importantísimos en la transmisión de valores, sin importar la materia que enseñen, ya que estos deben ayudar a los alumnos a enfrentarse con los diferentes conflictos de valores que se presentan en sociedades que evolucionan no solo en ciencia y tecnología, sino también en sus sistemas de valores (Stewart, 1975).
En definitiva para Hersh y otros autores (1988), el rol del maestro es asegurar y promover estrategias en el salón de clases que estimulen al alumno a resolver conflictos morales. Para ellos la dimensión moral esta implicada en el proceso como en el contenido de la escolarización, ya que los maestros y alumnos encuentran valores y cuestiones morales constantemente y, sin embargo, los temas a menudo están ocultos y no se perciben como preocupaciones importantes porque los maestros sienten que les faltan las aptitudes necesarias para ayudar a sus alumnos a adoptar valores y desarrollar perspectivas morales más adecuadas.
Según Grimes (1974), el maestro antes de tomar una postura de cómo enseñar educación moral a sus alumnos, debe reflexionar sobre las características de desarrollo del grupo concreto de adolescentes con los que este trabajando, ya que estos mayormente poseen un nivel convencional de razonamiento moral elevado a la hora de resolver un problema ético. En definitiva Grimes sugiere que los maestros necesitan saber que constituye un asunto moral importante para sus alumnos.
Otros autores como Hersh y otros (1988), consideran que el maestro debe iniciar las condiciones a través del dialogo, para así poder enseñar valores morales a sus alumnos, pero esta responsabilidad no supone que el maestro sea el centro y la fuerza controladora de la educación moral en la clase. Mas bien los maestros deben entrar a clases con conocimientos pedagógicos deliberativos y sistemáticos, para así puedan actuar como catalizadores, para que la interacción social que lleva al desarrollo pueda tener lugar. Otra función importante del maestro, según Hersh y otros autores, es estimular la capacidad de los alumnos a adoptar el punto de vista del otro, esto es asumir el rol.
Es el educador quien posibilita el desarrollo de relaciones de respeto con los alumnos; quien promueve la creación de comunidades de aprendizaje bajo un ambiente placentero y liberador; quien promueve cambios de actitudes y creencias; quien propicia modificación en los aspectos inadecuados de la personalidad. Quien crea un clima de aceptación y confianza y que coloque al educando en un plano, ni superior, ni inferior, sino individual y diferente a los demás. En fin, es el docente quien tiene capacidad y poder para transformar la sociedad en otra más humana.
Según los humanistas, el docente debe motivar el aprendizaje en el aula desde las vivencias y experiencias del alumno. Los avances serán positivos, en la medida en que el currículo sea orientado hacia el desarrollo de la responsabilidad, solidaridad, honestidad, toma de conciencia de los procesos sociales, es decir, hacia los valores éticos, morales y de promoción de la autorrealización del educando.
Humanización y valores en el curruculum dominicano
El término "valor" hace relación al concepto mismo de la persona; está relacionado con sus conductas, ideas, sentimientos, etc. Desde los inicios de la socialización comienza el proceso (siempre inacabado) de la formación de los valores. Son valores requeridos para la vida en la sociedad actual: la tolerancia, la igualdad, la solidaridad, la libertad, el respeto por la naturaleza, la paz, la amistad, el trabajo, etc. Educar en valores es creer en el destino y proyección de cada ser humano para respetarlo y elevarlo a su máxima proyección. Solo en libertad se pueden asumir los valores, por eso, parte del trabajo de la pedagogía en valores será lograr ese ambiente social y escolar que desde la propia valoración proyecte al individuo hacia una relación libre y madura con los otros, con las cosas y con la naturaleza.
La escuela, como formadora de valores debe ocuparse de la formación de personas integrales y no restringirse a instruir o a desarrollar el conocimiento. Un individuo responsable, en un marco pluralista, solo es posible desde una educación que contribuya a formar individuos que busquen los valores esenciales del ser humano (convivencia pacifica, respeto por los demás y por sí mismo, búsqueda de intereses comunes, justicia social).
Estas perspectivas y tendencias sociales justifican y urgen la realidad de que en el currículum escolar están presentes los valores y las actitudes en dos momentos:
Dentro del área curricular de los contenidos generales actitudinales.
En los ejes transversales que deben ingresar cada área.
El currículum se ha entendido como "proyecto orientado al desarrollo de los procesos intelectuales y afectivos". Este proceso educativo, que el currículum fundamenta y orienta, se construye sobre principios, valores, concepciones, explicaciones y procedimientos. Cuando el currículum desea promover unos determinados valores. (en el caso del currículum dominicano), contempla valores de tres tipos: universales (o del genero humano); histórico – sociales (de la identidad nacional) e instrumentales (de la práctica social).
El aprendizaje de actitudes se nutre del desarrollo e internalización de motivaciones, percepciones y cogniciones duraderas. Se produce por imitación u oposiciones de las actitudes que se observan, y también a través del proceso de reflexión – acción que se incorpora el proceso de enseñanza aprendizaje.
En el documento de la SEE (1992 denominado por qué y para qué de la transformación curricular se proyecta un entramado de ideas tendentes a favorecer en el estudiante la capacidad de aceptarse a sí mismo y desarrollar la identidad personal y social, como un medio de relacionarse con los demás con base en el respeto, con disposición a la participación y al dialogo. En ese sentido la educación debe contribuir a "fortalecer la convivencia democrática y a desarrollar la competencias, valores y actitudes para participar activamente en una sociedad pluralista, con sentido de solidaridad, de respeto mutuo y de justicia social. Para posibilitar esta perspectiva la transformación curricular, que duró 10 años y las fases sucesivas instauradas como se observa en el currículo dominicano, pretenden fomentar los valores sociales y humanos, mediante la participación y la búsqueda del consenso; internalizar los valores de la democracia y desarrollar actitudes democráticas, mediante estrategias participativas y de interacción con el entorno. Es en esa tesitura que el currículo promueve la formación de sujetos con criticidad, responsabilidad, autonomía, sentido de justicia, solidaridad y respeto mutuo. Esto muestra, que el dominicano en su concepción, es altamente humanista y pretende formar, individuos altamente humanizados, humanamente desarrollados, para la sociedad que los acogerá. Existe en esa perspectiva que el saber transmitido en las áreas de conocimiento llámese matemáticas, ciencias sociales, lengua española, ciencias naturales, formación integral y humana, debe estar encaminada hacia una mejoría de la calidad humana del hombre. Es que toda disciplina necesita esa orientación y debe renovarse cada día para así todas esas cosas que vemos como lejanas, para un futuro, nos demos cuenta de que el mañana es hoy y que necesitamos un hombre nuevo para un mundo nuevo y dispuesto a abrir nuevos caminos donde el hombre sea el eje central.
Para Trianes la educación en valores es la educación idónea para formar personas con un sólido sistema que oriente sus juicios morales, metas, expectativas, objetivos en las relaciones interpersonales en la vida en conformidad con las directrices éticas vigentes en las sociedades democráticas. Dice Trianes que ser persona requiere tomar conciencia de los valores que orientan la conducta, tener control sobre los propios resultados de su conducta, planificar la propia vida, tener confianza en sí mismo, tener criterios éticos y tener una conducta de reflexión cuando se toman decisiones. Ser persona en fin, dice la autora, tiene que ver con el auto conocimiento, la auto regulación y el auto control. Todas ellos nuclean la parte humana del sujeto y se construyen en una actividad educativa que incluye valores.
La Escuela y la Educación en Valores
La educación en valores se realiza didácticamente de manera privilegiada como practica que se reflexiona, y como reflexión que se lleva a la práctica dentro de matices y posibilidades que imponen los diversos momentos del desarrollo de la vida de los sujetos. En el desarrollo curricular, se tienen en cuenta tres tipos de valores: universales, histórico-sociales e instrumentales.
La educación debe contribuir a fortalecer la convivencia democrática y a desarrollar las competencias, valores y actitudes para participar activamente en una sociedad pluralista, con sentido de solidaridad, de respeto mutuo y de justicia social.
En esta propuesta curricular la tecnología es entendida como un proceso continuo de construcción, orientado a dar respuestas a las necesidades de la humanidad. La tecnología interactúa con la ciencia y se va desarrollando en la medida en que los procesos sociales provocan nuevas situaciones, nuevas demandas y nuevas soluciones.
La escuela deberá aportar a la formación de sujetos capaces de apreciar y guiarse por los principios que norman la actividad científica. A través del currículo se integran en el proceso de aprendizaje la dimensión científica en relación de dialogo con los otros saberes. El aprendizaje entendido como proceso de dar sentido a las experiencias va a manifestarse como proceso y resultado final y visible del proceso de construcción. Al estudiante se le ha reconocido un nuevo rol en el proceso educativo. Se le considera el eje de toda práctica pedagógica sin desmedro del papel de facilitador, sistematizador y orientador de las experiencias educativas intencionadas que le corresponde al educador (a).
El currículo se propone contribuir a la construcción y consolidación de una sociedad democrática, basada en la justicia y la equidad, que procure la eliminación de todo tipo de privilegios. La adaptación de esta estrategia de democratización tiene como propósito el fomento de valores sociales y humanos mediante la participación y la búsqueda del consenso, llevados estos no sólo al accionar del educando en su contexto sino también a las prácticas pedagógicas.
El nuevo currículo propiciará la formación de sujetos capaces de pensar con criticidad, responsabilidad y autonomía. Deberá desarrollar la sensibilidad estética y valorar su afectividad y corporeidad.
El currículo debe propiciar el desarrollo de los procesos que permitan la aprehensión de la realidad por los sujetos, permitiéndoles interactuar con la misma, comprenderla, apreciarla y transformarla tanto para su bienestar personal como colectivo. Así las cosas, se evidencia entonces cómo es en realidad todo el currículum el que forma en una determinada direccionalidad valorativa. La escuela como espacio en el cual diversos actores establecen un proceso de relaciones, forma en valores, de manera relevante, a través de la calidad de estas actividades creando conscientemente un diseño escolar que fomente la puesta en práctica de relaciones que se asienten, realicen y expresen aquellos valores que ella declara como propósitos educativos. En todo este proceso la figura del maestro y la maestra resultan fundamentales. Ellas y ellos son actores fundamentales del proceso educativo, y conjuntamente con la estructura escolar, factor altamente condicionante, se entroniza la perspectiva de la educación en valores.
La escuela tiene la responsabilidad fundamental de promover aquellos valores que son reconocidos universalmente, porque están basados en la dignidad de la persona y en la naturaleza humana y de contribuir a su asunción por parte de los alumnos y las alumnas como una forma de aportar a la construcción de una sociedad más ética y más justa y a la conformación de un orden y una cultura democrática.
Los cinco bloques de Formación ética y ciudadanía se refiere a:
Los derechos humanos
La vida democrática
La sociedad justa
Contenidos procedímentales (el discernimiento ético y el comportamiento ciudadano).
Contenidos actitudinales.
Los valores que deben estar presentes en el currículum y en la vida de la institución no se limitan a una área. Los valores no se enseñan declamándolos o repitiéndolos solamente, sino que le los debe vivir. De acuerdo con Borggino (2001). En el proceso de socialización primaria la escuela constituye un espacio en el cual el alumno se forma en valores confrontando las referencias sociales y familiares con aquellas propias de la escuela. La escuela es una estructura normativa formal y explicita en la cual se debe convivir de la misma medida en que se aprende. En ese orden de ideas se debe entender que en el entramado de la vida y de la escuela el alumno construye una red invisible de relaciones y situaciones y que el lugar en que se posicionan en dicha red, incide directamente en su aprendizaje. El maestro debe entender que la escuela constituye un contexto educativo en el que la cultura actúa a través de el, como mediador del desarrollo socio cognoscitivo. Las normas, valores y las actividades que la escuela fomenta crean espacio para la autoestima. De acuerdo con Piaget la autoestima es un poder que solo se puede conquistar desde adentro y que no se ejerce más que en el seno de la convivencia. En ese sentido es central la participación activa y critica de la escuela.
La convivencia a nivel del centro educativo se establece a partir de la participación de todos en un proyecto de convivencia que de acuerdo con Trianes y Fernández (2001) debe estar coordinado por el departamento de orientación y dirigido a estimular la participación en voluntariados de los escolares para la adecuada marcha de todos los procesos y la adquisición de valores relativos a la creación de actitudes pro sociales. Las actividades de acuerdo con estos autores se refieren a tres marcos conceptuales diferenciados:
La educación en valores y comportamiento relativos a una convivencia pacifica y enriquecedora.
Implementación de actividades diseñadas a nivel de centro para favorecer comportamientos de apoyo y ayuda entre los estudiantes.
Participación en órganos y actividades que promueven la participación social, comunitaria, ciudadana en un contexto en el que se pueda sacar beneficio formativo para los estudiantes.
Estas actividades deben ser trabajadas en actividades a nivel de reflexión, clarificación de valores en campañas de promoción de valores, debates y paneles para promover las actividades a nivel de centro. El gráfico que aparece a continuación muestra los objetivos que pueden lograrse.
Para Trianes la toma de conciencia de los valores requiere de manera formal que el individuo haga acopio de los resultados de su conducta y los sopese con la forma de planificar su propia vida, el individuo debe sumirse en un proceso reflexivo en término de la toma de decisiones acerca de aquellas cosas que requieren ser asumidas que tienen que ver con el conocimiento de si mismo, la autorregulación y el auto
control. Esta actividad es la que va a nuclear la parte humana del sujeto y a construir todos sus valores.
Comunidad Educativa
El ideal de la escuela es aproximarse a los intereses y virtudes de la comunidad educativa teniendo en cuenta las normas y la cultura para recrear la sociedad que compartimos. Esta perspectiva coadyuva primero a que los padres se preocupen por la educación de sus hijos. Los alumnos y alumnas se toman en cuenta porque son los actores dominantes del proceso educativo y en ese contexto se crean prescripciones sobre las normas, relaciones e interacciones de los alumnos. Se establece además un proceso que conlleva reflexión que debería ir dirigida a las inquietudes individuales y colectivas.
La comunidad educativa incluye además al personal no docente: personal de limpieza y auxiliares que conviven en el centro, se le debe tomar en cuenta su labor y los problemas que tienen que ver con la buena marcha del centro. Además de los alumnos el profesorado es pieza clave, pues son los técnicos encargados y responsables de la coordinación y ejecución de las tareas educativas.
La comunidad educativa nuclea todo lo relativo a su identidad donde el sujeto aprende a comportarse es la seña de identidad del centro. Se determina que se persigue y qué se quiere alcanzar. El centro debe elegir los valores que desea fomentar. En esa tesitura se confecciona una guía de reflexiones de cada uno de los valores elegidos como señal de identidad. Entre ellos están:
Aprender a organizar
Rechaza la violencia verbal, gestual, de agresión en todas situaciones y conflictos. (paz)
Prescribe acciones para lograr estudiantes sensibles y rechaza situaciones en la que se producen actitudes discriminatorias tanto de estudiantes como de docentes. Evita además las marginaciones por etnias o culturas diferentes.
La comunidad educativa propicia la sensibilidad del sujeto para percibir problemas de los que le rodean y ser solidarios con ellos, además enseña al sujeto a ser defensor y compromisario en el desarrollo particular o universal de los deberes y derechos humanos.
Autor:
Mstro. Ramón Fco. Gómez C.
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