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El triángulo en las relaciones humanas..… La trigonometría aplicada del destino…

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

  1. La metáfora y contextura del drama más importante de nuestras vidas
  2. Las relaciones triangulares
  3. La pluralidad de los triángulos
  4. El triángulo familiar
  5. Lealtades divididas
  6. Familias divididas — discordancia entre los protagonistas
  7. Inseguridades que generan triángulos
  8. Triángulos que implican fenómenos latentes
  9. En resumen
  10. Bibliografía

Con la introducción del Complejo de Edipo, Freud estableció uno de los principios de mayor alcance en el entendimiento del drama más humano: el drama del amor romántico y el de todas las relaciones familiares afectivas. Cuando lo hiciera y lo publicara en el 1928, lo describió como "Hallazgo trascendental — Bedeutsam weiblich" porque para él señalaba el logro más significativo en su carrera de argonauta revolucionario de la mente humana.

La inspiración para este concepto no era nuevo, Sófocles (495-406 AEC), dramaturgo griego la escribió, como tragedia (Œdipus Rex), para ser presentada en el teatro de su tiempo, cargándola de mensajes arraigados en el folklore, la tradición y en el mito.

La acción no es simple en su alcance y su interpretación puede ser muy compleja. En los párrafos que siguen haremos un sumario breve de esta trama de importancia universal para el beneficio de nuestros estudiantes asiduos y para el entendimiento de sus aplicaciones en el psicoanálisis freudiano y en la psicopatología de la vida cotidiana.

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Lucrezia Borgia hija y amante del Papa Alessandro VI. Victoriosa en la batalla edipal y papal…

La metáfora y contextura del drama más importante de nuestras vidas

Todo comienza cuando el oráculo de Apolo vaticina a los monarcas de Tebas que el hijo que la reina iba muy pronto a alumbrar, a su tiempo debido mataría a su padre desposándola a ella, su propia madre. Para evitar su destino (algo que es ineludible) el rey, dispone la muerte del hijo recién nacido y, creyéndolo incorrectamente eliminado, sigue adelante con su vida asegurada. Pero, a través de vicisitudes improbables, el niño sobrevive, ya adulto encuentra azarosamente a su padre, a quien no conoce, y le da muerte, cumpliendo la profecía. Edipo, últimamente, siguiendo las palabras de la predicción, desposa a su madre y procrea familia con ella. Cuando, al final, descubre su denuesto se arranca los ojos, y ciego, vive el resto de su vida amparado por su hija Antígona, producto del incesto. (Para leer más: http://www.monografias.com/trabajos50/edipo-electra/edipo-electra2).

Amor de la madre con la exclusión del padre. Sófocles, en su tiempo, ya lo sabía. Aunque tomarían muchos siglos antes de que Freud, a su vez, siguiendo los pasos por otros trazados, lo intuyera en su autoanálisis y en el análisis de sus pacientes, lo tradujera y lo aplicara para nuestro entendimiento y para asistir en la cura de nuestras ansiedades y angustias neuróticas. Ese complejo forma la piedra angular de la teoría del psicoanálisis.

Para Edipo su amor fue endogámico, el amor que Freud intuyera fue fantaseado y reprimido, conduciendo al famoso complejo y sus síntomas derivados.

Las relaciones triangulares

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Golden Day por Balthus

El drama de Edipo constituye el epítome de las relaciones tríadicas, tan ubicuas en las vidas de todos los seres humanos, donde quiera que éstos vivan. Las relaciones triangulares son una dimensión arquetípica de nuestra vida, representando parte integral de nuestro inconsciente colectivo como especie que somos de hábitos sociales. De una u otra forma, nunca escapamos de las influencias que con nuestros semejantes compartimos. De hecho tendemos a manejarlas con torpeza cuando nos sorprenden, ya que, antes de que Freud lo hiciera, nadie nos las había revelado. Para conocerlas tendremos que hacer frente a sentimientos desagradables como los celos, la humillación y las sensaciones de perfidia. Tendremos asimismo que aceptar el despertar la memoria de infracciones reprimidas que en el pasado hemos hecho de tabúes cargados con penalidades brutales (Véase: Tótem y Tabú por S. Freud). O tendremos que vivir con la sensación de ser traidores o deshonestos, o de estar haciendo daño a alguien — aunque ese alguien sea uno mismo. Tendremos que encarar todos estos sentimientos a la vez de sufrir los efectos de la angustia reprimida, porque los triángulos son en efecto paradigmas universales que depositan sentimientos muy difíciles de admitir. (Véanse mis ponencias acerca de la Infidelidad).

Nada acontece en nuestras vidas si no está conectado de alguna forma con nuestra trayectoria individual — no hay coincidencias (véanse mis publicaciones al respecto). Esto no implica culpa o causalidad, pero sí un profundo significado que puede ser liberador para todo individuo dispuesto a encontrar ese sentido. Cuando un triángulo sobreviene en la vida propia, es por algo. Si elegimos reaccionar únicamente con negación, rabia y amargura, es nuestra alternativa, pero nunca es la mejor opción.

La pluralidad de los triángulos

Hay muchos tipos de triángulos, y no todos implican una relación sexual adulta. Aunque nos limitásemos a los triángulos sexuales, nos encontraríamos con diferentes variedades. Los triángulos sexuales no siempre están hechos del grandioso material dramático de las homéricas operísticas. En algunos triángulos amorosos adultos, las tres partes son fijas. Hay una pareja y una tercera persona involucrada con un miembro de la pareja, y no existe movimiento alguno fuera del triángulo. Es estático y puede durar muchos años, hasta que uno de los tres componentes comete una indiscreción o desliz. En otros triángulos amorosos, una de las partes cambia constantemente. Un individuo puede practicar adulterio en serie — como fueran en los caso de John F. Kennedy, Bill Clinton u otros personajes cercanos, con un índice increíble de volubilidad. Pero en todas estas situaciones, siempre son triángulos, aunque tendamos a dar mayor valor romántico a las idealizadas, todas evocarán el mismo espectro de emociones atávicas por todos compartidas.

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Celos por E. Munch

Además de los triángulos en los que existe una extensión sexual con cualquier combinación de los dos sexos, hay otros tipos de triángulos. Los más importantes son los que entrañan a padres e hijos, y, en ocasión, hermanos. Todos pueden estar representados, porque en el subconsciente el simbolismo reina supremo. Los triángulos también pueden involucrar amistades. Más complejos son los triángulos que abarcan a protagonistas no humanos. Un miembro de la pareja puede sentirse celoso y traicionado por la dedicación del otro al trabajo, al compromiso artístico o al desarrollo espiritual. Estos triángulos pueden provocar exactamente el mismo sentimiento de celos que los de tipo romántico/sexual. Cuando uno se adentra en un espacio creativo, de alguna manera ha "abandonado" a la persona con la que vive, y esto puede crear celos enormes en el otro miembro de la pareja. El proceso creativo es un acto de pasión. Si uno siente pasión por su propio trabajo, esto puede ocasionar resentimientos profundos. Hay incluso triángulos que involucran a mascotas. Esto puede parecer absurdo, pero una persona puede sentirse extremadamente celosa, herida, confusa y abandonada porque su amante está profundamente unido a su gato o perro — aunque uno no desee admitir tales sentimientos con facilidad. Yo conozco a una señora a quienes todos, con alguna imparcialidad, consideran una latosa. Su marido suspira de este modo, "si mi mujer y Reyna — su terrier campeona — se enferman al mismo tiempo. No sé a quién llevo a donde el veterinario (sic) primero".

Podríamos agrupar los triángulos en varios grupos básicos. Está el omnipresente triangulo familiar, al que está dedicado este artículo fundamentalmente. También hay triángulos de poder y triángulos defensivos. Estas dos variedades de triángulos no están realmente separadas, pero sí poseen ligeras diferencias. Ambas tienen un tenor característico, y las razones de su aparición en la vida de uno pueden no estar totalmente enraizadas en el entorno familiar.

El triángulo familiar

Los triángulos familiares no terminan en la infancia sino que tienen repercusiones a lo largo de toda la vida. Si no se resuelven, entrarán secretamente en nuestras relaciones adultas. Si un triángulo familiar no se reduce o se resuelve, podemos recrearlo, una o varias veces, porque esperamos, a un nivel profundo e inaccesible, encontrar una forma para sanarlo o solventar. Freud desarrolló la idea del triángulo del complejo de Edipo, también conocido, erróneamente, por los no iniciados, como "el romance familiar", (véase mi artículo al respecto) en un contexto muy específico. Si inequívocamente "ganamos" y conseguimos el amor exclusivo del padre del sexo opuesto, sufriremos porque nunca aprenderemos a individualizarnos en el proceso de la madurez emocional o a compartir amor equilibrado (Véase mi artículo: La Mala Semilla). Experimentamos un tipo de falso poder infantil, porque sentimos que hemos abatido al rival. Lo que nos torna en seres omnipotentes, y esto puede abrir la puerta a una posterior incapacidad para enfrentarse a cualquier clase de desilusión en una unión emocional. Y, como consecuencia, también se verán afectadas las relaciones sentimentales con personas del mismo o del otro sexo.

Si, por ejemplo, un niño ve a su madre y a su padre en conflicto, y "gana" la batalla Edípica al convertirse en el "marido" suplente de su madre, puede experimentar una profunda culpa inconsciente hacia su padre. También, puede perder respecto por el mismo, a quién aparentemente ha apartado por medio de un empujón con gran facilidad. Entonces la imagen paterna del muchacho podría ser la de alguien débil, impotente, y fácilmente domeñable e interiormente puede temer eso de sí mismo, porque él también pertenece al sexo masculino. Este joven tendrá que seguir afirmando su victoria Edípica más tarde a lo largo de su vida transformando a cada amigo masculino en un rival potencial y relacionándose exclusivamente con mujeres. Este tipo de hombre no conecta con otros hombres, solamente con las mujeres que ya están comprometidas con otros hombres. El vínculo con su madre le habrá costado a este individuo la relación con su progenitor, lo que puede significar que no tenga una imagen masculina idealizada a la que recurrir, ni una sensación de apoyo por parte de la comunidad masculina de su entorno. Por eso nunca puede apartarse del grupo de hombres que considera amigos y dejar de querer conquistar mujeres, para sentirse íntegro como hombre.

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Adultery por Beckman

Hombres como el que describiéramos en el párrafo anterior que existen confusos en el sentido psicosexual, no pueden amar a una mujer únicamente, adoran lo pornográfico y lo sexualmente reprobado y subrepticio, como el voyerismo, el ménage à trois y otras formas de desviaciones parafílicas porque resienten y quieren denigrar al sexo femenino, por ser básicamente homosexuales ocultos, latentes, o ambas cosas.

Si perdemos totalmente la batalla Edípica — y la palabra clave aquí es "totalmente" — también sufrimos. Una derrota Edípica absoluta constituye una humillación que puede hacernos perder la confianza en nosotros mismos. Con "absoluta" significo que el niño siente que no ha conseguido contacto emocional de ningún tipo con el padre (de cualquier sexo) amado, y a esto sigue un profundo sentimiento de fracaso. El individuo entonces no puede acercarse al padre ofendido, quien puede ser incapaz de ofrecer una respuesta emocional positiva a su hijo o hija. O bien puede ser que la madre siempre esté de por medio. Más adelante en la vida, tal derrota emocional puede generar un sentimiento persistente de inadecuación e inferioridad sexual.

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Britney Spears… Campeona incierta en la lucha por ganar custodia de sus hijos

Freud pensaba que la resolución más sana del conflicto Edípico es una especie de derrota tolerable, en la que recibimos suficiente amor por parte del padre amado pero todavía estamos obligados a admitir que la relación de nuestros padres es en última instancia inquebrantable. Entonces podremos aprender a respectar las relaciones entre otras personas, y desarrollar una confianza al establecer relaciones más allá de la fantaseada representación triangular de los padres. Entramos aquí en el reino de lo que Winnicott llamó "suficientemente bueno" — un matrimonio de los padres suficientemente "bueno", una relación con ambos padres suficientemente "buena", y suficiente amor y apreciación para que la derrota Edípica pueda estar acompañada de un razonable sentido de seguridad dentro de la familia y un conocimiento de que uno seguirá siendo querido. También es importante que no temamos un castigo por parte del padre rival. Desgraciadamente, muchos padres emocionalmente hambrientos y resentidos en un matrimonio infeliz, castigan a sus hijos por "robar" el amor de su pareja. Necesitamos reconocer que no podemos suplantar a un padre para tener al otro, pero también tenemos que saber que seremos amados por el padre que hemos soñado, inconscientemente, desplazar.

Hay un valor considerable en el modelo psicodinámico de Freud, y parece haber muchas situaciones en las que una absoluta derrota o victoria Edípicas están relacionadas con una tendencia a involucrarse reiterativamente en triángulos posteriormente en la vida. Pero hay limitaciones importantes en este modelo de situación familiar. El padre al que nos atamos no es necesariamente el padre del sexo opuesto. El padre puede pertenecer al mismo sexo que el individuo — en el psicoanálisis, todo es posible. Los sentimientos Edípicos no son, después de todo, "sexuales" en el sentido estricto de la palabra, sino que están más relacionados con una fusión emocional. Al igual que, de hecho, lo están muchos de nuestros sentimientos aparentemente sexuales cuando somos adultos. La sexualidad contiene muchos niveles emocionales que no son siempre conscientes. Un hombre puede pasarse la vida intentando ganar el amor de su padre al demostrar lo muy macho que es. Entonces establecerá triángulos de forma inconsciente, que no tienen que ver con la mujer con la que se enrede, porque la ambición inconsciente es impresionar a otros hombres o castigarlos por el rechazo del papá. Y una mujer puede intentar ganar el amor y la admiración de su madre de la misma manera, castigando a otras mujeres por el fracaso de su madre a la hora de amarla. El rival en un triángulo adulto puede ser secretamente mucho más importante para el individuo que el aparente objeto del deseo. Los que sufren de dependencias encuentran en este aspecto del triángulo parte de la naturaleza de su adicción.

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Abducción por Cezanne

Esto en sí mismo no es negativo. Ya que puede significar que proyectamos nuestra propia belleza y valor sobre el padre, y entonces muchas cosas dependerán de cómo el padre emplea esta proyección. Vemos cualidades y atributos profundamente adorables y valiosos y nos "enamoramos" de lo que el padre representa porque estamos enamorados de esos atributos. Es de esperar que, cuando maduremos, incorporemos eventualmente estas cosas, y reconozcamos que nos pertenecen a nosotros tanto como a la madre o al padre. Este proceso puede ayudar a crear un vínculo amoroso perdurable entre padre e hijo — una valoración mutua del otro por cualidades que comparten. Pero no todos los padres están libres de agendas ocultas en lo que se refiere a sus hijos. Si el padre está demasiado hambriento de amor y admiración, él o ella trabajarán inconscientemente para mantener la proyección y seguir siendo siempre dioses olímpicos a los ojos del hijo. Según el mito, Venus no es famosa por su generosidad emocional. Es una diosa vanidosa que se involucra constantemente en triángulos amorosos. Si pudiésemos lograr su representación moderna, quizás encontraría su homóloga en mujeres narcisistas.

Prosigamos…

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Sardanápalo por Delacroix

Los padres, especialmente la madre, pueden sentir también una sensación de amenaza sexual cuando se ven frente a un hijo que está creciendo en hermosura y madurez sexual ante sus ojos. Este sentimiento de intimidación puede estar basado en una mayor conciencia sexual. Cuando Venus es un rasgo distintivo de los padres, puede no ser sentido únicamente por parte del padre, sino que puede ocurrir en ambos, padre e hijo. Reconocer que esos sentimientos eróticos puedan ser compartidos entre padre e hijo no constituye una excusa para el abuso sexual infantil. Ni tampoco implica una relación "anormal". Pero los niños pueden ser muy seductores, de una manera ingenua y natural. Están "experimentando" con su sexualidad en desarrollo. No quieren ni esperan una respuesta sexual por parte del adulto, pero necesitan descubrir su propia identidad física y emocional expresándosela a los padres. Estas cosas son simplemente parte de la vida familiar. No son patológicas, son humanas, e intrínsecamente normales. La energía erótica que es parte del proceso de desarrollo de cualquier persona durante la infancia va a ser liberada en la familia porque es el lugar apropiado para que el niño la exprese.

Lealtades divididas

Incluso en la más feliz y emocionalmente estable de las familias, uno puede sentir un amor profundo y al mismo tiempo una intensa rivalidad con el progenitor. Este es el caso de la situación del Príncipe Charles de Inglaterra, que nos ha ofrecido uno de los más famosos triángulos inconclusos de los últimos tiempos.

La solución del triángulo del Príncipe, hubiera sido o ser su Madre, la Reina, o aún mejor ser Diana, la mujer infiel que atrajera tantos hombres, mientras que sus hijos esperan ser él. También pueden reprimirse los sentimientos hacia la madre. Uno puede convertirse en un "destroza matrimonios", como solían llamarlo en la época en la que todavía había matrimonios duraderos y cerrados. Un "destroza matrimonios", psicológicamente hablando, es una persona que invade una relación estable, no sólo por su auténtico afecto y deseo hacia el objeto amoroso, sino también porque hay una necesidad compulsiva de adoptar el papel del rival con quién uno se identifica secretamente — o literalmente convertirse en éste.

Melania, cuya presencia honra varias de mis ponencias. Como algunos pueden recordar, sólo "quería hombre, si éste tenía mujer". (Puede encontrarse su referencia simplemente bajo su nombre en monografías.com).

Es muy difícil admitir tal conducta en uno mismo. Si acabamos en el papel del Instrumento de Traición, nos gustará pensar que realmente nos hemos enamorado de alguien, y el hecho de que ese alguien ya tenga una relación estable es simple mala suerte. Ha cometido un error y se ha casado con la persona equivocada, o se ha casado en contra de su voluntad porque había un niño de camino, una profesión que proteger o una fortuna que adquirir. No importa los razonamientos que nos demos a nosotros mismos, siempre intentaremos justificar nuestro papel como Instrumento de Traición devaluando la importancia del vínculo ya existente. Esto puede resultar a veces extremadamente ingenuo, y conduce a una desilusión y a un daño importante cuando se descubre que la esposa o el esposo "no querido" significa mucho más para el amado de lo que uno nunca ha sido capaz de reconocer. También podemos descubrir con horror que empezamos a comportarnos exactamente igual que el rival repudiado a quien en un principio relegamos al zafacón de la basura de "él/ella sólo está con ella/él por los niños". Cuando los conflictos de los padres están sin resolver, la necesidad de derribar a una pareja puede ser increíblemente poderosa — especialmente si el rival es un amigo o amiga íntima, lo que facilita re-crear los sentimientos del triángulo familiar original. Hay que tener cuidados con el nivel de intimidad de los llamados, "amigos íntimos".

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Despertares por Delvaux

También podemos ver cosas en el padre amado que no son tan hermosas. Estas combinaciones expresan dos imágenes muy diferentes de la madre, una de las cuales es amada y bella, y la otra es amenazadora e hiriente. Estos dos atributos tienen a manifestarse posteriormente en la vida como dos personas — el Traicionado y el Instrumento de Traición. Esto es lo que Jung llamó un "ánima dividida", o el equivalente masculino — un "animus dividido". Jung estaba bastante preocupado por las dinámicas psicológicas de esta pauta de comportamiento porque él las sufrió en su propia experiencia. Aunque sus definiciones son algo rígidas y necesitan una interpretación mucho más flexible, son útiles en cuanto que nos ayudan a comprender por qué necesitamos los triángulos, y porqué las tres partes son sutilmente intercambiables. Es posible que las tres personas sufran la misma dinámica no resuelta con los padres. La escisión interna parece ser particularmente fuerte y conduce a triángulos compulsivos cuando opuestos aparentemente irreconciliables aparecen en el mismo progenitor amado. Hay padres en los que los opuestos no son tan extremadamente opuestos, pero hay otros en los que son extremos. Estos padres suelen ser fascinantes y a menudo ejercen un gran carisma sexual porque son inescrutables. El padre es bello y amado, pero también dañino, cruel, insensible, devorador o bien difícil de sobrellevar. Es muy duro para la psique humana aceptar estos opuestos tan extremos en el mismo paquete, así que uno necesita dos personas a través de las cuales poder reconciliar estos sentimientos ambivalentes — como advirtiera Winnicott.

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Nostalgia por Grosz

Las imágenes de los padres que contienen extremos opuestos pueden facilitar una propensión a los triángulos en la vida adulta. Nos involucramos con alguien y con el tiempo esa persona comienza a adoptar la imagen de una parte del padre. Después de unos pocos años de vivir juntos, empezamos a decirnos a nosotros mismos y a nuestros amigos "Mi pareja es tan posesiva, sólo necesito un poco más de espacio para respirar". O bien uno dice, "Mi pareja es tan restrictiva y tan convencional, sólo tengo que ser libre para ser yo mismo". Todos los triángulos, incluyendo aquellos que surgen del entorno familiar, están vinculados en última instancia con nuestra propia vida psíquica latente. Si fuéramos capaces de reconciliar nuestros propios opuestos, podríamos permitir a nuestros padres ser igualmente contradictorios. Los seres humanos tienen muchas facetas, y lo mismo pueden amarnos que herirnos. Pero no podemos encontrar estas contradicciones intolerables en nuestros padres si ellos no pueden enfrentarse a sus propias contradicciones. Entonces no recibimos ninguna ayuda para aprender a integrar nuestras paradojas. Y algunas de ellas, en términos universales, son simplemente demasiado complejas para manejarlas a una edad tierna.

Familias divididas — discordancia entre los protagonistas

Los triángulos pueden desarrollarse dentro de la familia mediante la separación de los padres. Tales oposiciones no indican necesariamente que los padres se hayan separado, pero suele haber conflicto y separación a un nivel emocional, si no lo hay a nivel físico. El individuo experimenta a los padres en oposición, y cuando esto ocurre normalmente se ve forzado a tomar partido. Nuestra propia incapacidad para enfrentarnos a la situación nos empuja a hacerlo, unas veces un padre no puede evitar el tratar de suscitar la lealtad del niño como un arma contra el otro padre. Las separaciones liberan en todos emociones primarias, y éstas pueden conllevar un considerable afán de venganza — especialmente si la separación está provocada por un triángulo. (Véanse las referencias a Dino en monografías.com).

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Edipo maldice a su hijo Policenes

A menudo el niño acaba sintiéndose como una pelota de fútbol en un partido particularmente agresivo. Un padre — especialmente si él o ella es el traicionado — puede intentar reclamar la custodia del niño, sutil o abiertamente, para herir al traidor. Hay ciertos guiones que parecen ser leídos por mucha gente. Por ejemplo: "Tu padre me dejó porque era un chopo. Era incapaz de amar. No nos quería a ninguno de nosotros, de otra forma no se hubiera enredado con esa rata de mujer". El mensaje para un niño de sexo masculino sería: "Espero que tú no te parezcas a él cuando crezcas". El mensaje para una niña sería: "Espero que cuando crezcas no te cases con alguien como él". Estos mensajes no tienen que ser necesariamente enunciados. Pueden comunicarse mediante un martirio y una miseria continuos. El traicionado, cuando los padres se separen, tendrá normalmente un gran poder sobre la mente del niño a causa de la compasión que él o ella provocan en el mismo. Los niños no están equipados para salirse de la lucha y observar objetivamente la separación. Debe ser la culpa de alguien, bien la propia o bien la de los padres. Y los niños tampoco se atreven a rechazar esos mensajes, porque están aterrorizados de enfadar al padre que es ahora el único que va a cuidarlos. En nuestra sociedad, cuando los padres se separan, la madre normalmente se queda con el niño — aunque ésta no sea siempre la mejor solución para ese niño en particular, desde el punto de vista de su desarrollo emocional. Hay muchos ejemplos en los que el padre podría estar emocionalmente mejor equipado para criar al niño, pero los juzgados no lo ven de esa manera. La madre tiene que ser excesivamente horrible para que le quiten a su niño — como demostrara repetidamente Britney Spears. Si los padres no están casados, los derechos del padre pueden ser inexistentes a la hora de que le puedan conceder el derecho de visita. Uno bien puede cuestionarse si un padre realmente merece que le arrebaten a su hijo y le pongan en su contra solamente porque ha traicionado a su mujer, o viceversa, pero los triángulos tienen una manera de engendrar consecuencias emocionales muy desagradables que continúan a través de las generaciones y alimentan más triángulos futuros.

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La cama por H. Tolousse de Lautrec

Las permutaciones de la ceguera humana son muchas y variadas, y los padres divorciados o separados — incluso aquellos que siguen viviendo juntos pero están emocionalmente alienados — generalmente exigirán que el niño favorezca a uno o al otro. El amor por el otro padre puede ser negado, reprimido, silenciado. Esto es característicamente humano. Si alguien nos hiere, encontraremos difícil tolerar que otra persona a quien queremos muestre afecto hacia la que nos ha herido. He visto muchos ejemplos a lo largo de los años en los que la persona ha tenido que negar un gran amor que sentía por uno de los padres en estas circunstancias. La persona puede incluso creerse esta negación. Pero si ha habido una ruptura y el padre se ha ido — o incluso aunque no se haya ido — a la persona puede resultarle imposible ser consciente de esos sentimientos. La ambivalencia puede ser demasiada dolorosa, y el sentimiento de deslealtad hacia la madre puede ser demasiado grande para soportarlo. Quizás el padre se haya ido a causa de otra relación. Quizás se case de nuevo y tenga más hijos. Entonces el problema se agrava, porque los propios celos del niño se suman a los de la madre y esto hace que el vínculo emocional con el padre sea casi imposible de reparar. La relación se destruye, y el niño, que ya ha crecido, dice "Oh, apenas he visto a mi padre desde el divorcio. Tengo poco que ver con él. Lo veo de vez en cuando, pero no tenemos una verdadera relación". Todos los sentimientos positivos de amor han sido sepultados, porque no sabemos enfrentarnos bien a las lealtades divididas. Los suprimimos porque tenemos que sobrevivir psicológicamente y tenemos que hacerlo con nuestra madre.

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Si hay terceros en la situación que sugieran amor e idealización, y los padres se separan, los sentimientos reprimidos hacia el padre pueden alimentar posteriores triángulos. Esto es aplicable a ambos sexos. No debería sorprendernos que una mujer que provenga de este tipo de entorno familiar, con este tipo de configuración de vida, acabe jugando a ser Instrumento de traición y se arroje en brazos de un hombre casado. Igualmente, puede encontrarse siendo la traicionada, casada con alguien igual que su padre. O puede convertirse en la traidora como una defensa, porque ha decidido no acabar como su madre. Un hombre con el mismo entorno y configuración natal puede acabar eligiendo inconscientemente a una mujer como su madre y entonces, ante su horror, encontrarse a sí mismo en los zapatos de su padre. Un triángulo puede ser inevitable porque cuanto más inconscientes sean los sentimientos hacia el padre amado y perdido, más posibilidades habrá de que emerjan posteriormente en una relación adulta.

Estos sentimientos reprimidos pueden también cruzar sexos. No se limitan necesariamente a mujeres que buscan al padre perdido en otros hombres, u hombres que se encuentran en la misma situación que sus padres. Un hombre que haya perdido a su padre y que tenga a Venus, puede buscar las cualidades del padre en las mujeres. O si es gay, puede buscarlas en otro hombre, o en ambos sexos (véanse mis artículos sobre la bisexualidad humana). Necesitamos pensar en estas dinámicas no desde una perspectiva de rígidas demarcaciones sexuales, sino como una manera de intentar sanar una herida. También, reflejan nuestros esfuerzos para hacer contacto con cualidades arquetípicas en nuestras relaciones adultas, cualidades que primeramente vislumbramos en uno de nuestros padres y que, en última instancia, necesitamos encontrar en nosotros mismos. Puesto que cargamos con algo no resuelto y sin sanar, podemos recrear fielmente el matrimonio de nuestros padres. Entonces nos encontraremos en el mismo triángulo, en cualquiera de las tres partes, con uno o ambos sexos. Estas dinámicas subyacentes parecen muy obvias cuando empezamos a pensar en ellas. La dificultad radica en pensar sobre ellas cuando estamos en medio del triángulo. Es muy fácil si somos el psicoterapeuta imparcial – si es que existe realmente algo como una persona totalmente objetiva- o incluso el amigo con un cierto nivel de conocimiento psicológico. Podemos ver claramente las raíces familiares de muchos triángulos adultos si somos observadores, pero es extremadamente difícil de verlas cuando estamos envueltos en ellos. Y cuando más inconscientes seamos de las dinámicas relativas a nuestros padres, más posibilidades tiene el triángulo de ser emocionalmente compulsivo, tomando el aspecto de una dependencia o codependencia emocional, y más difícil será apreciarlo claramente.

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Calumnia por Botticelli

Aunque lo veamos, estaremos limitados, porque tenemos que experimentar algo. No podemos sanar nada solamente mediante el ejercicio de la razón. Pero las emociones que el triángulo saca a la superficie pueden cambiar, y el resultado puede ser muy diferente, sino externamente, entonces, internamente. Lo triste acerca de los triángulos es que en ellos, si no se resuelven, todo el mundo pierde. Tarde o temprano, en un nivel o en otro, las tres personas resultarán heridas. Siempre, si el Instrumento de la Traición tiene éxito al romper una relación ya existente y "consigue" al objeto amoroso por el que ha estado luchando, se trata de una victoria pírrica. El traidor tiene que elegir al final, y aunque algo haya ganado, también algo ha perdido. Y la victoria no es menos pírrica para el traicionado que consigue "traer de vuelta" a la pareja infiel. Hemos experimentado nuestro poder Edípico e invertido la derrota Edípica original que sufrimos en la infancia. Pero ¿qué es lo que realmente hemos ganado, y con lo que vamos a vivir después? El resentimiento parece inevitable, no importa qué lugar del triángulo ocupemos. Si somos el Instrumento de la Traición, hemos conducido a alguien a tener que tomar una decisión dolorosa y, a menudo habrá un montón de sufrimiento, no sólo emocional, sino también financiero, y además habrá resentimiento. Pero todavía es más importante el hecho de que, si permanecemos inconscientes, no hemos hecho nada para eliminar la disrupción interna que subyace el triángulo. Sólo hemos conseguido una solución externa. En nosotros, nada ha cambiado realmente.

Inseguridades que generan triángulos

Hay otra consecuencia de los triángulos familiares, la alineación potencial entre uno mismo y otros del mismo sexo. Una batalla Edípica sin resolver puede acarrear una pérdida de confianza en la propia sexualidad. Si se produjo una situación de intensa rivalidad y competitividad con el padre del mismo sexo, inevitablemente tendrá sus efectos sobre nuestras amistades y la manera en la que interactuamos posteriormente con nuestro propio sexo. Si una mujer tiene una madre que es una rival insuperable, y en cuyas manos ha sufrido una derrota dolorosa y humillante durante la infancia, la confianza en su feminidad puede verse lastimada. Y puesto que no confía en sí misma, tampoco confiará en otras mujeres. Todas ellas parecerán tener el poder de "llevarse" a aquellos que ella ama. Esta desconfianza hacia el propio sexo puede ser muy aguda. Una mujer puede tener una maravillosa amistad con otra mujer, y entonces conoce a un hombre realmente adorable y mantienen una relación y ¿qué es lo que ella hará a la hora de presentar su pareja a su amiga? El trasfondo de ansiedad y sospecha puede dificultar mucho las cosas e, inconscientemente, ella puede prepararse para la traición, aunque ésta sea improbable. Puede que seleccione inconscientemente como amigas a aquellas que actúan sus conflictos no resueltos con su madre, porque tienen conflictos no resueltos con sus madres. Lo mismo se puede aplicar a los hombres. Si un hombre ha experimentado una situación de competitividad destructiva con su padre, entonces en cualquier relación posterior en la que se involucre, el sentimiento de rivalidad siempre va hacer su aparición en la escena, porque otros hombres siempre parecerán rivales potenciales. Uno debe permanecer en guardia todo el tiempo. Ésta no es actitud posesiva en el sentido ordinario de la palabra. Sus raíces son bastante diferentes.

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Mujer esconde su infidelidad por P. Brueghel el Viejo

Los emplazamientos en los que las Venus está espiando a los Marte pueden contribuir a esta dinámica, no porque sean Edípicos en sí mismos, sino porque reflejan ciertas inseguridades acrecentadas por el triángulo familiar y éstas pueden reflejar asimismo profundas inseguridades sexuales que han sido agravadas por triángulos familiares que conducen a sentimientos de derrota. Este tipo de aspectos pueden impulsar posteriormente a la repetición del fracaso, o a un intento de sanar la herida demostrando la propia potencia sexual mediante triángulos. (Véase mi ponencia El Triunfo de Fracasar). No hay una única pauta psicodinámica que describa la propensión a los triángulos, pero hay bastantes combinaciones diferentes que pueden describir distintas imágenes y respuestas de los padres, y diferentes maneras de reaccionar a la natural e inevitable fase Edípica de la infancia. Padre –– madre –– hijo, no provocan que una persona se sienta atraída por los triángulos, pero describe una conciencia profunda e innata de los límites humanos que, en la infancia, cuando no existe una comprensión real de lo que esto podría ofrecer de un sentido positivo, puede hacer que el niño se sienta inadecuado, perdido y herido. La privación o alineación de un padre amado se atribuirá al propio fracaso, y más tarde en la vida uno puede sentir que no puede "mantener" una pareja porque siempre habrá un rival que le apartará de su lado. De ahí provienen los celos patológicos. (Véanse mis ponencias al respecto en monografías.com).

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"¿Para qué tomar precauciones? Tú no eres mi marido"… por L. Cappiello

Las experiencias Edípicas a menudo aparecen como un catalizador hacia la parte de la vida cuando las demandas de ocupar nosotros mismos el lugar que nuestros padres ocuparan, pueden desencadenar configuraciones que nos conectan con problemas inconclusos de la infancia. Hay una gran cantidad de vida latente, o reprimida, exigiendo expresarse bajo el grupo de sentimientos que transitan durante este tiempo, y los triángulos familiares sin resolver que han conseguido permanecer enterrados pueden detonar porque están cargados con vida psíquica latente. Pero dependiendo de lo poderoso que sea el conflicto éste puede salir a la luz mucho más tarde. Hay personas que experimentan triángulos desde sus primeras relaciones. No todos los triángulos tienen raíces en los padres, y estas raíces implican también algo más profundo. No podemos imaginar, en la vida emocional, que podría ser más profundo que la dinámica Edípica. Si existe una pauta familiar sin resolver, como los temas venusinos que hemos estado analizando, ahora es una buena oportunidad para irrumpir en la vida exterior de una persona bajo los tránsitos apropiados. Para algunas personas, esa es la única manera posible de sanar o resolver. Pero detrás del problema de los padres está el problema arquetípico – ¿por qué buscamos el amor de uno de nuestros padres en particular, y qué simboliza ese padre para nuestra propia alma? Esto va inevitablemente unido a lo que necesitamos desarrollar en nosotros mismos – nuestro propio destino.

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En búsqueda de aventuras…

Hacia el principio de nuestra vida adulta, si existen porciones importantes de nosotros mismos que no se han desarrollado, aparecerán de repente, especialmente bajo la presencia de ansiedades de todo tipo. Y a menudo, el primer lugar en el que nos encontramos estos elementos ocultos de nosotros mismos es en otra persona. Es la forma más característica en la que la psique llama a la puerta y pide integración. Esta necesidad de convertirse en algo más de lo que uno realmente es puede comenzar con una súbita atracción. Los factores no vividos de nosotros mismos pueden aparecer también en un rival. Sorprendentemente, el rival puede ser más importante a nivel psicológico que la persona contra la cual uno está luchando. Pero si no ha habido patrones de triángulos anteriormente, la erupción de uno en la vida no implica necesariamente un problema de familia no resuelto. Y en el caso de que así fuera, el problema tiene que ser analizado en un contexto más amplio.

Triángulos que implican fenómenos latentes

Llegamos ahora a la cuestión de lo que realmente podría subyacer bajo la dinámica de los triángulos — bajo los patrones, defensas y luchas de poder relacionadas con los padres, así como otras razones aparentemente "causales" de que los triángulos aparezcan en nuestras vidas. Creo que hay siempre un elemento de vida latente en todo triángulo, y por varias razones a veces parece que seamos incapaces de descubrir esa vida latente si no es mediante el extremo estrés emocional que los triángulos generan. La traición es una experiencia arquetípica que constituye nuestro principal instrumento de maduración. Esto no significa que todos necesitemos convertirnos en irónicos amargados. Pero hay algo importante en reconocer cómo nuestras fantasías de lo que consideramos deberían ser la vida y el amor nos previene crecer y convertirnos en auténticos miembros de la familia humana.

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Divorcio y reconciliación por LeSeur Frère

Partes: 1, 2
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