Descargar

Genealogía Femenina de Jesucristo


Partes: 1, 2
Monografía destacada
  1. ¿Por qué estudiar la genealogía femenina de Jesús?
  2. Sobre la supuesta contradicción en los Evangelios con relación a la genealogía de Cristo
  3. Las mujeres en la Biblia
  4. Genealogía femenina de Jesucristo
  5. Conclusiones

CAPÍTULO PRIMERO

¿Por qué estudiar la genealogía femenina de Jesús?

Antes de entrar en las razones por las cuales se hace pertinente el estudio de la genealogía, vamos a proceder a su definición, para así tener una idea más acabada de este concepto. La Enciclopedia Electrónica de Wikipedia, nos la define de la siguiente manera: "Genealogía (del latín genealogia, <<genos en griego: ?e?e?, genea: raza, nacimiento, generación, descendencia + logos ?????, logia: ciencia, estudio>> es el estudio y seguimiento de la ascendencia y descendencia de una persona o familia. También se llama así al documento que registra dicho estudio, generalmente expresado como árbol genealógico. Asimismo la genealogía es una de las Ciencias Auxiliares de la Historia y es trabajada por un genealogista."

Como el interés de éste trabajo es rastrear la ascendencia femenina de Jesús, el ungido de Dios y Salvador del Mundo, y en razón al tiempo que nos separa no podemos recurrir a las fuentes orales, ya que estas son las que se obtiene de familiares, esto es padre, madre, abuelos, hermanos, primos, hijos y otros conocidos, nos vemos precisado a recurrir a las fuentes escritas. La fuente escrita, o documental, es la que es propia de los archivos y publicaciones genealógicas. La Biblia es un registro histórico confiable, y en la misma podemos rastrear, la genealogía de Jesús, comenzando desde Adán hasta Él; pero la misma no se encuentra concatenada de una manera sencilla, sino que se hace necesario investigar los nombres masculinos que se nos dan, para conseguir los nombres de sus consortes, que muchas veces son olvidados.

Por esta virtud, nos vemos precisados a recurrir a los registros que se encuentran en los libros de: Génesis, los dos libros de Samuel, los dos de los Reyes y los dos de las Crónicas. Los Evangelios de Mateo y de Lucas, ambos contienen una genealogía de Jesús, y a los cuales hemos recurrido. Así como desde el Concilio de Trento, finalizado en 1563, la iglesia Católica Romana, estableció la obligatoriedad de que en cada parroquia se llevara un registro de cada bautismo, boda o defunción, practica que fue en cierto sentido imitada por el estado, cuando después de la Revolución Francesa, y la adopción de los Códigos Napoleónicos, pasó a constituirse en el registro civil. Pero ya muchos siglos antes, el pueblo de Israel llevaba un registro de sus ciudadanos.

La nación de Israel era meticulosa y concienzuda al momento de levar sus registros, porque en función del linaje se establecía la distribución de la propiedad de la tierra en cada tribu, y el derecho que se tenía sobre dicha propiedad. El linaje, con sus privilegios venía dado en función de la claridad que se tuviera, tanto en la ascendencia como en la descendencia. El primer libro de las Crónicas: 5: 1, nos dice: "Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito." Y era que entre los beneficios que conllevaba la primogenitura, estaba el de recibir doble porción de la herencia paterna, y si era primogénito del sumo sacerdote, recibía el puesto de su padre. Esto es lo que establece la Ley de Moisés, en el Deuteronomio 21: 15-17: "Si un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida le hubieren dado hijos, y el hijo primogénito fuere de la aborrecida; en el día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el derecho de primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo de la aborrecida, que es el primogénito; mas al hijo de la aborrecida reconocerá como primogénito, para darle el doble de lo que correspondiere a cada uno de los demás; porque él es el principio de su vigor, y suyo es el derecho de la primogenitura." 

Entre lo que se puede leer en el primer libro de las Crónicas 1: 1 y el capítulo 3: 17: "Adán, Set, Enós…"  "Y los hijos de Jeconías: Asir, Salatiel." Han transcurrido unos tres mil quinientos años.

Eran tan estrictos los hebreos en cuanto a tener limpios y claros sus registros, que después de haber regresado del exilio de Babilonia, a donde había estado desterrado por unos 70 años, que el libro de Nehemías nos dice en el capítulo 7: 61-65: "Y estos son los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Adón e Imer, los cuales no pudieron mostrar la casa de sus padres, ni su genealogía, si eran de Israel: los hijos de Delaía, los hijos de Tobías y los hijos de Necoda, seiscientos cuarenta y dos. Y de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos y los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y se llamó del nombre de ellas. Estos buscaron su registro de genealogías, y no se halló; y fueron excluidos del sacerdocio, y les dijo el gobernador que no comiesen de las cosas más santas, hasta que hubiese sacerdote con Urim y Tumim."

Como un caso anecdótico, quiero traer a colación, un capitulo de la novela Ana Karenina, de León Tolstoi. En el capítulo XXVII, de la quinta parte de esa novela, Tolstoi nos cuenta un incidente ocurrido entre un padre, ministro riguroso del gobierno zarista, y su hijo de nueve años de edad. He aquí el relato:

"- ¿Te has divertido en el paseo? -preguntó Karenin, sentándose en su butaca, acercando la Biblia y abriéndola.

Aunque Alexey Alejandrovich decía a menudo a Sergio que todo cristiano debe conocer bien la Historia Sagrada, él mismo solía consultar la Biblia a menudo, y su hijo no dejaba de observarlo.

-Sí, me divertí mucho, papá -repuso el niño, sentándose de lado en la silla y balanceándola, lo cual le estaba prohibido. He visto a Nadeñka -se refería a una sobrina de Lidia Ivanovna que vivía en casa de ésta- y me ha dicho que le han dado a usted una nueva condecoración. ¿Está usted satisfecho, papá?

-Ante todo, no te balancees así -repuso su padre-. Y luego, lo que debe agradar es el trabajo y no su recompensa. Desearía que te fijaras mucho en esto. Si trabajas y estudias tus lecciones sólo por el premio, el trabajo te parecerá muy pesado. Pero cuando trabajes por amor al trabajo, hallarás en él la mejor recompensa.

Alexey Alejandrovich hablaba así recordando cómo se había sostenido a sí mismo con la idea del deber durante el aburrido trabajo de aquella mañana, consistente en firmar ciento dieciocho documentos.

El dulce y alegre brillo de los ojos de Sergio se apagó, y bajó la vista al encontrar la de su padre. Aquel tono, bien conocido, era el que empleaba siempre con él, y Sergio sabía cómo debía acogerlo. Su padre le hablaba como dirigiéndose a un niño imaginario -o así le parecía a Sergio-, a un niño como los que se hallan en los libros y a los que Sergio no se parecía en nada. Pero el niño procuraba entonces fingir que era uno de aquellos niños de los libros.

-Espero que lo comprendas -concluyó su padre.

-Sí, papá -respondió Sergio, fingiendo ser aquel niño imaginario.

La lección consistía en escribir de memoria algunos versículos del Evangelio y en dar un repaso al Antiguo Testamento.

Sergio conocía bastante bien los versículos del Evangelio, pero ahora, mientras los recitaba, se fijó en el hueso de la frente de su padre, y al observar el ángulo que formaba con la sien, el chiquillo se confundió en los versículos y el final de uno lo colocó en el principio de otro que empezaba con la misma palabra.

Karenin notó que el niño no comprendía lo que estaba diciendo y se irritó.

Arrugó el entrecejo y empezó a decir lo que Sergio oyera ya cien veces y no podía recordar por comprenderlo demasiado bien, al estilo de la frase «de repente», que era un modo adverbial.

Miraba, pues, a su padre con asustados ojos pensando sólo en una cosa: en sí le obligaría a repetir lo que decía ahora, como sucedía a veces.

Pero su padre no le hizo repetir nada y pasó a la lección del Antiguo Testamento, Sergio recitó bien los hechos, pero cuando pasó a explicar la significación profética que tenían algunos, manifestó una total ignorancia, a pesar de que ya había sido otra vez castigado por no saber la misma lección. Y cuando no pudo ya contestar absolutamente nada y quedó parado, rayando la mesa con el cortaplumas, fue al tratar de los patriarcas antediluvianos. No recordaba a ninguno de ellos, excepto a Enoch, arrebatado vivo a los cielos. Antes recordaba los nombres, pero ahora los había olvidado completamente, sobre todo porque de todas las figuras del Antiguo Testamento la que prefería era la de Enoch, y porque junto a la idea del rapto del profeta se mezclaba en su cerebro una larga cadena de pensamientos a los que se entregaba también ahora, mientras miraba con ojos extáticos la cadena del reloj y un botón a medio abrochar del chaleco de su padre.

Sergio se negaba en redondo a creer en la muerte, de la que le hablaban tan a menudo. No creía que pudieran morir las personas a quienes quería, y, sobre todo, él mismo. Le parecía imposible e incomprensible. Pero como le decían que todos terminaban muriendo, lo preguntó a personas en quienes confiaba y todos se lo confirmaron. El aya decía también que sí, aunque de mal grado. Pero Enoch no había muerto, lo que probaba que no todos mueren.

«¿Por qué no puede todo el mundo hacerse agradable a Dios para ser llevado vivo a los cielos?», pensaba Sergio. Los malos, es decir, los que Sergio no quería, sí podían morir, pero los buenos debían ser todos como Enoch.

-A ver: ¿cuáles fueron los patriarcas?

-Enoch, Enoch…

-Ya lo has dicho. Mal, muy mal, Sergio… Si no tratas de saber lo que más importancia tiene para un cristiano, ¿cómo puede interesarte lo demás? -dijo el padre, levantándose-. Estoy descontento de ti y también lo está Pedro Ignatievich -se refería al sabio pedagogo.- Tendré que castigarte.

Padre y profesor estaban, en efecto, descontentos de Sergio. Y, a decir verdad, el niño era bastante desaplicado. Pero no podía decirse que fuera un niño de pocas aptitudes. Al contrario: era más despejado que otros a los que el profesor le ponía como ejemplo. A juicio de su padre, Sergio no quería estudiar lo que le mandaban."

No sabemos si la madre de David Dwight Eisenhower, el trigésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, pero la madre de Eisenhower, Elizabeth Stover, que era testigo de Jehová, había leído la novela del conde ruso, cuando éste era un niño, y le puso a leer la Biblia, le dijo que no leyera los nueve primero capítulos del primer libro de las Crónicas, justamente porque contienen las largas genealogías.

Alexey Alejandrovich le había dicho al pequeño Sergio, que su madre Ana había muerto, y el se negaba a aceptar la realidad de la muerte, por eso, el nombre de Enoch, el séptimo patriarca, desde Adán, le caía tan bien, ya que fue raptado, sin gustar la muerte. «¿Por qué no puede todo el mundo hacerse agradable a Dios para ser llevado vivo a los cielos?» Los buenos no debería morir, pero por el pecado, la muerte, que es un intruso nos ha de raptar a todos.

Esa es una razón más, para que estudiemos las genealogías de la Biblia. Veamos el capítulo 5 del Génesis: "Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió. Vivió Set ciento cinco años, y engendró a Enós. Y vivió Set, después que engendró a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Set novecientos doce años; y murió. Vivió Enós noventa años, y engendró a Cainán. Y vivió Enós, después que engendró a Cainán, ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años; y murió. Vivió Cainán setenta años, y engendró a Mahalaleel. Y vivió Cainán, después que engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años; y murió. Vivió Mahalaleel sesenta y cinco años, y engendró a Jared. Y vivió Mahalaleel, después que engendró a Jared, ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Mahalaleel ochocientos noventa y cinco años; y murió. Vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc.  Y vivió Jared, después que engendró a Enoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió. Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. Vivió Matusalén ciento ochenta y siete años, y engendró a Lamec. Y vivió Matusalén, después que engendró a Lamec, setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas. Fueron, pues, todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años; y murió. Vivió Lamec ciento ochenta y dos años, y engendró un hijo; y llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehová maldijo. Y vivió Lamec, después que engendró a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años; y murió." 

De estos nueve patriarca, lista que no lograba recordar Sergio, el que menos vivió fue Enoch, y vivió unos trescientos sesenta y cinco años, y fue raptado, pero su hijo Matusalén, el más longevo de todos, que llegó a vivir novecientos sesenta y nueve años, todos murieron. No importa cuantos años se haya vivido, la muerte es una realidad; y es tan cierta la realidad de la muerte, que ella nos permite que vivamos una vida entera, para ella materializarse en nosotros.

Tengo una deuda de gratitud con el Doctor Juan Vila, quien me dijo que el Doctor Robert Dick Wilson, aquel erudito norteamericano, (1856-1930), quien: "Cuando era seminarista, leía el Nuevo Testamento en nueve idiomas diferentes, incluso una traducción hebrea que él había memorizado silaba por sílaba. Wilson también aprendió de memoria extensas porciones del Antiguo Testamento en su original hebreo". Wilson aprendió 45 idiomas y dialectos, pero lo que más me sorprendió, era que se sabía de memoria los primeros nueve capítulos del primer libro de las Crónicas, que son los capítulos que contienen una genealogía que abarcan unos tres mil quinientos años.

.Después de antes dicho, se impone la necesidad de que veamos las dos genealogías que los Evangelios presentan de Jesús, la de Mateo, capítulo 1: 1-16, la de Lucas, capítulo 3: 23-38.

En el Comentario Bíblico Mundo Hispano, en el tomo 14, correspondiente al Evangelio de Mateo, leemos estas palabras en el primer capítulo, en torno a las diferencias entre las dos genealogías:

"Al comparar las genealogías de Jesús, presentadas por Mateo y Lucas, uno descubre algunas diferencias sobresalientes entre ambas. Algunos comentaristas explican estas diferencias con la teoría que sostiene que Mateo presenta la genealogía legal, por medio de José, mientras que Lucas presenta la genealogía real, por el lado de María. La mayoría de los Padres antiguos y buena parte de los comentaristas actuales, sin embargo, sostienen la teoría de que tanto Mateo como Lucas trazan la descendencia de Jesús por José, el padre legal, y no por María. Mateo traza su genealogía desde Abraham hacia adelante hasta Jesús, por medio de David y Salomón, mientras que Lucas traza la suya desde Jesús hacia atrás hasta Adán, por medio de David y Natán. Mateo desea destacar la descendencia real por medio de la cual se cumplen las esperanzas de Israel. Lucas, por su lado con interés en presentar el evangelio a toda la humanidad, comienza con el padre de todas las naciones, Adán."

Como desde la aparición de los Evangelios, ha habido críticos que creen ver una contradicción entre ambas genealogías, queremos traer la voz autorizada de Eusebio de Cesarea, quien en el libro primero de su Historia de la Iglesia Cristiana ofrece ésta explicación:

Sobre la supuesta contradicción en los Evangelios con relación a la genealogía de Cristo

VII 1. Debido a que Mateo y Lucas transmiten en los Evangelios la genealogía de Cristo de diversos modos y muchos los consideran contradictorios, y por su parte cada creyente se ha afanado en inventar alguna explicación para justificarlos, nosotros aportamos a continuación la información que nos ha llegado, la cual Africano (el que ya hemos mencionado) recuerda a Arístides cuando le escribe una carta acerca de la unanimidad de la genealogía en los Evangelios. Rechaza las opiniones de los demás como forzadas y falsas, y redacta la información que él ha recibido como sigue:

2. «Así pues, los nombres de las familias de Israel eran calculados o bien por naturaleza o bien por la Ley. Por naturaleza, según la sucesión del nacimiento legítimo; pero se realzaba según la Ley cuando alguien engendraba un hijo en favor de un hermano muerto sin descendencia, (pues como todavía no habían recibido la esperanza clara de la resurrección, imitaban la prometida resurrección que había de venir con lo mortal, para perpetuar el nombre del difunto).

3. »En consecuencia, los que se hallan en esta genealogía son tanto los que se sucedieron legítimamente de padres a hijos, como los que fueron engendrados con el nombre de otros, y se hace memona por igual de ambos; de los engendrados y de los que representa que lo han sido.

4. »De suerte que ninguno de los dos Evangelios miente, sino que enumeran siguiendo el linaje natural y siguiendo el linaje por la ley, lógicamente, pues las familias de Salomón y de Natán estaban entrelazadas debido a las resurrecciones de los que murieron sin descendencia, de las segundas nupcias y de las resurrecciones de los hijos; de manera que es lícito creer que unos son hijos de distintos padres en diversas ocasiones: de los ficticios y de los reales; concluimos, pues, que ambas genealogías son legítimamente verdaderas y llegan hasta José con exactitud, aunque de modo complicado.

5. »No obstante, para que quede más claro lo que hemos expuesto, paso a explicar el enlace de las familias. Al contar las generaciones partiendo de David y pasando por Salomón se encuentra a Matán (tercero por el final), que engendró a Jacob, padre de José. En cambio desde Natán hijo de David, según Lucas, el tercero por el final es Melquí, y José era hijo de Elí, hijo de Melquí.

6. »Ya que nuestro objetivo está fijado en José, nos es preciso demostrar por qué razón dos personas distintas aparecen como su padre: Jacob partiendo de Salomón y Elí desde Natán; tenemos que ver cómo Jacob y Elí son hermanos y cómo sus padres MatAn y Melquí parecen ser abuelos de José, siendo ellos de distinto linaje.

7. »Matán y Melquí se casaron sucesivamente con la misma mujer y engendraron hijos de la misma madre, pues la Ley no prohibió que una mujer en soledad, ya fuera por haber sido repudiada por su marido o por la muerte de éste, se casara con otro varón.

8. »Por consiguiente, de Esta (que es el nombre de la mujer según la tradición) en primer lugar Matán (de la familia de Salomón) engendró a Jacob, pero cuando él murió, Melquí (de la familia de Natán) se casó con la viuda, que, como ya dijimos, era de otra familia pero de la misma tribu. Este tuvo un hijo, Elí.

9. »Así Jacob y Elí son hermanos de la misma madre a pesar de pertenecer a distintas familias. Uno de ellos, Jacob, muere sin hijos, y su hermano Elí, tomando la mujer de Jacob, engendró de ella un tercer hijo: José. Este es por naturaleza de Elí, y según el texto que está escrito: "Y Jacob engendró a José"; pero según la Ley era hijo de Elí, pues Jacob, siendo su hermano, le levantó simiente. Por lo cual su genealogía no será invalidada.

10. »El evangelista Mateo hace el recuento como sigue: "Jacob engendró a José"; pero Lucas, en orden inverso: "el cual era (también añade esto) "de José, hijo de Elí… hijo de Melquí". No podía expresar con mayor precisión el nacimiento según la Ley; va siguiendo hasta "Adán, hijo de Dios" y suprime el "engendró" hasta el final, al tratar de este tipo de paternidad.

11. »Esto no son conjeturas sin fundamento, pues los padres según la carne de nuestro Salvador, ya sea por aparentar, ya sea simplemente por enseñar siempre siendo sinceros, nos entregaron también lo siguiente: Unos bandidos idumeos asaltaron Escolan, ciudad de Palestina, y se llevaron preso, junto con otros despojos del Templo de Apolo, erigido entre los muros, a Antipatro, hijo de un tal Herodes, hiriéndolo. Pero siéndole imposible al sacerdote satisfacer el precio del rescate por su hijo, Antipatro fue criado en las costumbres de los idumeos, y posteriormente entabló amistad con Hircano, el sacerdote de Judea.

12. »Fue embajador a Pompeyo en nombre de Hircano, para el que liberó el reino asolado por su hermano Aristóbulo; pero él mismo fue afortunado, pues consiguió ser Epimeletes de Palestina.

»Mas a Antipatro, asesinado por envidia de sus abundantes y buenos éxitos, le sucedió el hijo de Herodes, quien posteriormente fue escogido para reinar sobre los judíos por decreto de Antonio y del senador Augusto. Herodes y los demás tetrarcas fueron hijos suyos. En verdad, todos los detalles concuerdan con la historia de los griegos.

13. »Ahora bien, como que todas las familias hebreas se hallaban registradas en los archivos, incluyendo los prosélitos como Aquior el amonita, Rut la moabita y los egipcios que partieron juntamente con los hebreos, Herodes, al no estar en nada relacionado con la raza de los israelitas y acuciado por su origen oscuro, mandó quemar todos los registros de las familias, pensando que él parecería un noble si tampoco otros podían trazar sus linajes con documentos oficiales, hasta los patriarcas, o los prosélitos, o los llamados geyoras, extranjeros mezclados.

14. »Pero unos pocos meticulosos se jactaban de su linaje, preservado por tener registros privados, donde figuraban los nombres, o simplemente por poseer alguna copia. Entre éstos se encontraban los que antes mencionamos, los llamados despósinoi por su relación con el linaje de nuestro Salvador; éstos expusieron la genealogía que hemos propuesto nosotros desde el Libro de los días, hasta donde llegaron, visitando las aldeas judías de Nazaret y Locoba y el resto de la tierra.

15. »Sea como fuere, no se puede encontrar explicación más clara que ésta y por esta razón yo lo creo; asimismo toda persona bondadosa. Y a pesar de no estar atestiguada, cuidémonos de ella, porque una más consistente no puede explicarse. De todos modos, el Evangelio es totalmente verdadero»

16. Y al final de la misma carta expone lo siguiente: «Matán, del linaje de Salomón, engendró a Jacob. Pero una vez muerto Matán y Melquí, del linaje de Natán, engendró a Elí de la mujer de su hermano. De este modo Elí y Jacob son hermanos de la misma madre. Al morir Elí sin hijos, Jacob le levantó simiente, y nació José, su hijo por naturaleza, pero Elí según la Ley. En consecuencia, José era hijo de ambos.»

17. Hasta aquí, Africano. Una vez trazada la genealogía de José,, también se puede mostrar que María era de su misma línea, pues según la Ley de Moisés era ilícito entremezclar las distintas tribus y se ordenaba unir en matrimonio con uno del mismo pueblo y de la misma tribu, para que la heredad de la familia no pasara de una tribu a otra. Todo esto sea suficiente para este asunto.

El Comentario Bíblico Adventista, cuando entra en la explicación de cómo José podía llegar a ser hijo de Jacob, como nos dice Mateo y de Elí, como nos dice Lucas, nos dice:

"José, cónyuge de María, evidentemente no podía ser el hijo literal de Elí y de Jacob, según Mat. 1: 16. Se han propuesto dos explicaciones razonables y ambas armonizan plenamente con lo que se conoce de las costumbres judías. Según una explicación, ambas listas dan los antepasados de José, una por ascendencia sanguínea, y la otra por adopción o matrimonio según el levirato. Según la otra explicación, Mateo da los antepasados de José, y Lucas los de María, por el linaje del padre de ésta.

"Quienes consideran que ambas listas se refieren al linaje de José, explican que una lista presenta sus verdaderos antepasados consanguíneos, mientras que la otra da sus antepasados por adopción en un linaje familiar emparentado. Si José fue literalmente hijo de Jacob, como lo dice Mateo, tuvo que llegar a ser hijo de Elí de algún otro modo, no en un sentido literal. Si Elí no tuvo herederos, pudo haber adoptado a José, por medio de quien, según la costumbre, judía, ambos linajes podían haberse preservado. Según la segunda explicación, María era hija única de Elí, y cuando José se casó con ella se convirtió en hijo y heredero legal de Elí en armonía con las estipulaciones de las leyes del matrimonio en caso de levirato, dadas en tiempos de Moisés (ver com. Deut. 25: 5-9; Mat. 22: 24)."

Los traductores católicos de la Biblia, no se han puesto de acuerdo en cuanto a la genealogía de Lucas, como tampoco los comentaristas protestantes. Es por esto que encontramos que unos dicen que la genealogía de Lucas es de María y otros dicen que es de José.

Felipe Fuenterrabía, el capuchino traductor de la Biblia, nos dice al escribir su nota al pie del versículo 23 del capítulo 3 de Lucas: "Los nombres propios que da Lucas en este árbol genealógico de Jesús difieren de los dados por Mateo al comienzo de su evangelio. Es difícil hacer concordar las dos genealogías. San Lucas nos da quizás la verdadera ascendencia natural de san José hasta David, mientras Mateo nos da un elenco dinástico de de nombres, que tenían derecho al trono de David, procediesen o no de él por generación."

Los monjes de la Abadía de Montserrat, en la nota que pusieron a traducción catalana de su Biblia, escribieron al pie del versículo 16 del primer capítulo de Mateo: "L"evangelista no parla de l"origen davidic de Maria, perquè el compliment de les promeses no estava lligat a la descendencia de sang, sinó a la legal. L"Església, peró, pensa que també Maria descendia de David."

En la Biblia anotada de Scofield, dice como comentario al Lucas 3: 23: "En el Evangelio de Mateo, donde incuestionablemente se presenta la genealogía de José, se dice (1:16) que él era hijo de Jacob. ¿En qué sentido entonces, podría Lucas llamarle "el hijo de Elí"? Según el orden de generación natural, él no podía ser a la vez el hijo de Jacob y Elí. Pero en el Evangelio de Lucas no se dice que Elí engendró a José; de manera que la explicación natural es que José era el yerno de Elí, quien al igual que José era descendiente de David. El hecho de que José pudiera en tal caso llamarse "hijo de Elí" (la palabra "hijo" no se encuentra e el griego, pero los traductores han hecho lo correcto al suplirla) estaría de acuerdo con el uso judaico (com. 1 S. 24:16). Por lo tanto, la conclusión es inevitable que en el Evangelio de Lucas tenemos la genealogía de María, y que José era "hijo de Elí" porque se había desposado con la hija de Elí. Lucas presenta la genealogía de María, cuyo padre Elí era descendiente de David".

En el Diccionario de la Santa Biblia, de W. W. Rand, en el artículo dedicado a María, la madre del Salvador se nos dice: "En Lucas 3 se conserva la genealogía materna del Salvador, del linaje de David y de Abraham, para probar que él nación "en cuanto a la carne," según las antiguas profecías, Luc. 1: 27; Rom. 1: 3."

Pero cuando el mismo Rand, en el artículo que trata sobre la genealogía de Jesús nos dice: "Otra explicación puede hacerse de la diferencia entre las dos series: que ambos Evangelistas nos dan la genealogía de José: pero que Mateo, que escribió primeramente para los Hebreos, da la serie de sucesión real, que establece el derecho de Cristo al trono de David; Lucas, que escribió para los gentiles, traza la ascendencia natural de José y de su hijo adoptivo, remontándola hasta Adam"

Estas son las razones por las cuales se hace pertinente el estudio de la genealogía, ya que su propósito es señalar, de una manara diáfana y meridiana, que lo que se dice de Jesús es cierto; aunque muchas veces caemos en la impertinencia, cuando tratamos de demostrar un axioma. Aun así, hemos recurrido a la genealogía pura, esto es, relacional el parentesco femenino de Jesús. Una vez hecho el estudio genealógico puro de las ascendientes de Jesús, podemos decir que hemos trabajo para una genealogía aplicada, ya que estos datos son transferido a la Teología, para confirmar la veracidad histórica de sus fuentes. Este ha sido el corolario que nos hemos propuesto.

A continuación presentamos cuatro tablas genealógicas de Jesús.

edu.red edu.red

CAPÍTULO SEGUNDO

Las mujeres en la Biblia

Así como las Sagradas Escrituras sirvieron una vez para argumentar, sostener y fomentar la trata de negros, el comercio de esclavo, la misma Biblia ha sido esgrimida para mantener la sujeción de la mujer, la diferencia entre los sexos. Cuando abrimos las tapas de la Biblia, encontramos que ella presenta a la mujer como una compañera, un ser creado para ser amada por el hombre, como un ser igual a él, como una ayuda, no como una esclava. Por eso, cuando en Génesis 2: 23 leemos: "Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada."

Y es que la palabra hebrea con que se designa a la mujer, es ishah, una mujer, palabra que proviene de isha, un hombre. Por eso Adán, al ver que ha salido de él, le llama Varona: porque del varón fue formada. En base a esto, nos dice Elena White, en el segundo capítulo de su libro Patriarcas y Profetas: "Dios mismo dio a Adán una compañera. Le proveyó de una "ayuda idónea para él," alguien que realmente le correspondía, una persona digna y apropiada para ser su compañera y que podría ser una sola cosa con él en amor y simpatía. Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación. "Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne, antes la sustenta y regala." "Por tanto, dejará el hombrea su padre y a su madre, y allegarse ha a su mujer, y serán una sola carne." (Efe 5: 29; Gén. 2: 24)"

Alfred Edersheim, cuando nos resume las razones alegadas por los rabinos para decir porque Adán fue creado del blando barro de la tierra, y Eva de un duro hueso, nos dice en el capítulo 1X de su libro: Usos y Costumbre de los Judíos en los tiempos de Cristo: "De manera similar, se observaba, Dios no había formado a la mujer de la cabeza, para que no fuera a enorgullecerse; ni del ojo, para que no fuera concupiscente; ni del oído, para que no fuera curiosa; ni de la boca, para que no fuera charlatana; ni del corazón, para que no fuera celosa; ni de la mano, para que no fuera codiciosa; ni del pie, para que no fuera entrometida, sino de la costilla, que estaba siempre cubierta."

A pesar de que la mujer fue creada como un complemento para el hombre, como una extensión de su ser, después del pecado, del que ella fue la introductora, por mandato divino, debía estar sujeta a su marido. En Génesis 3: 16 escuchamos que Dios: "A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti."  El pecado fue el causante de que se rompiera la armonía que debía existir entre los dos sexos. Pero a pesar de esto, las mujeres hebreas gozaban de un estatus superior al que gozaban las mujeres de los países vecinos. Ella no estaba relegada a un segundo plano, ni sometida a la separación a que aun hoy sufre la mujer en el Oriente. Ella gozaba de libertad de movimiento, tanto dentro como fuera del hogar.

La mujer hebrea era tenida en tal estima, que para la fiesta del novilunio, la cual se celebraba el primer día del mes, el mes hebreo era lunar, en el cual se debía cesar del trabajo, pero que durante el exilio babilónico no se guardaba éste descanso, a las mujeres le estaba permitido el reposo, mientras los hombres trabajaban. Salim Japas, en su libro: Cristo en el Santuario dice a este respecto, en el capítulo 8, que durante el novilunio: "…y solo las mujeres dejaban de trabajar. Se supone que se les concedió este privilegio porque fueron las mujeres las menos dispuestas a a dorar el becerro de oro cuando ocurrió la apostasía de Israel al pie del Sinaí".

Edersheim, en una cita al pie de su obra ya citada, dice: "Hay una tradición judía de que las mujeres habían contribuido con sus riquezas para el Tabernáculo, pero que rehusaron hacerlo para hacer el becerro de oro, cosa que se deduce del relato en Éx. 32: 2 comparado con el versículo 2."

Mientras que las mujeres de las otras culturas y sociedades en torno a las cuales vivían las hebreas, tenía que vivir en un permanente encierro, hasta el extremo de que no podían ser vista por ningún varón que visitara el hogar, aunque ese hombre fuese su hermano. Aun hoy, en el siglo XX1, las mujeres orientales no se pueden presentar en público con el rostro descubierto, así como tienen el deber y la obligación de tomar sus alimentos en lugares separados. Las hebreas podían, aun en la edad de bronce, compartir la mesa con las personas del otro sexo.

Las mujeres griegas, a pesar de haber nacido en la sociedad creadora de la democracia, no gozaban del privilegio que tenían las mujeres hebreas. La Enciclopedia Electrónica Wikipedia nos dice al respecto de las mujeres griega lo siguiente: "Las mujeres de buena familia tenían como principal papel mantener el oikos. Eran confinadas en el gineceo, literalmente la «habitación de las mujeres», rodeadas de sus sirvientes. No se arriesgaban fuera del dominio familiar más que para cumplir funciones religiosas. En cambio, las mujeres del pueblo aportaban a la economía familiar un complemento de recursos vendiendo su superproducción agrícola o artesanal: aceitunas, frutos y hortalizas, hierbas (así Aristófanes, hace de la madre de Eurípides una vendedora de perifollo), tejidos, etc."

En el libro de Ruth 2: 14. Encontramos que Booz le dice a la protagonista del libro: "Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró." Tan ilustrativo que ese cuadro, es el que se nos pinta en el primer libro de Samuel 1: 7-9: "Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía. Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos? Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová…" 

Si el que la mujer comparta la mesa con su marido era un hecho revolucionario, más lo era aun, el que ella tuviera voz deliberativa en los asuntos de su país. María, la hermana de Moisés y de Aarón, fue una líder que se puso al frente de las mujeres, para entonar un cántico de alabanza a Dios. En Éxodo 15: 20 y 21, podemos escuchar su voz, cuando el registro sagrado dice: ".Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María les respondía: 

Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

Un hecho similar se narra en el primer libro de Samuel 18: 6 y 7, cuando un grupo de mujeres, salen al frente del ejercito vencedor: "Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: 

Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles."

Puesto de responsabilidad ocuparon mujeres como María, la ya citada hermana de Moisés, Hulda, 2 Reyes 22: 14, y Noadías, Nehemías 6: 14, las cuales eran profetisa, esto es, con la responsabilidad de presentar el mensaje de Dios delante de su pueblo. Profetisa también lo fue Débora, la cual agregó a su dignidad, el titulo de jueza en Israel. En el libro de los Jueces 4: 4 y 5: "Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot; y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio." 

Como los rabinos entendían, esto es, después del exilio, que las mujeres eran de mentes ligeras, y que no les aprovechaba la educación de las leyes, creían que las mujeres no debían tener la misma educación que los hombres. Para ellos, las mentes femeninas no estaban preparadas para la investigación; claro está, los intereses de las mujeres eran otros, por lo cual, debían dirigirse sus estudios en otra dirección. Nunca se iba a esperar ver a una mujer hebrea enseñando en una sinagoga, a pesar del gran valor y la mucha estima que gozaban los estudios rabinícos, estos estudios se entendían que no eran para ocupar la mente de una mujer.

Pablo, que tenía una educación rabínica, cuando le escribe a Timoteo le dice: "La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio." 1 Tim. 2: 11 y 12. Ya en la primera carta a los Corintios 14: 34, había escrito: "vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice." Los rabinos tenía un dicho que dice: "Todo aquel que permita que su mujer le gobierne, cuando llame, le responderá."

Partes: 1, 2
Página siguiente