La idea de Tipler de que algún día la vida tendrá que expandirse por el espacio, y desarrollar tecnología lo suficientemente poderosa como para cambiar la estructura del universo resulta intrigante, ya que sugiere que el destino real del universo está ligado a los esfuerzos de los seres vivos por mantenerse con vida. Si esto fuera así, podríamos decir que la inmortalidad es el auténtico "telos" (propósito final) del universo.
Referencias
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3) Schweitzer, Albert; Out of my life and thought, (1953) John Hopkins University Press
4) Rees, Martin; ImmInst Interview (2003);
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5) More, Max; The Diachronic Self (1995); http://www.maxmore.com/disscont.htm
6) Bostrom, Nick; In Defense of Posthuman Dignity (2003);
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7) Extraído del congreso Extended Life/Eternal Life de la University of Pennsylvania; (6 de marzo de 1999)
8) Berry, Adrian; The Next 500 Years (1995) Headline Book Publishing
9) Russell, Bertrand; "Appendix B: The Doctrine of Types," en: Russell, Bertrand; Principles of Mathematics, (1903); Cambridge University Press; pág.523–528
10) Dyson, Freeman; "Time Without End: Physics and Biology in an Open Universe" en: Reviews of Modern Physics (julio 1979, Vol. 51, No. 3)
11) Tipler, Frank; "Cosmological Limits on Computation" en: International Journal of Theoretical Physics (1986, 25), pág. 617–661
¿DEBEMOS TEMER A LA MUERTE? ARGUMENTOS EPICÚREOS Y MODERNOS
Dr. Russell Blackford
La mayoría de nosotros tememos a la muerte, en mayor o menor medida, a pesar de que algunos filósofos creen que deberíamos aceptarla y temer más cualquier posibilidad de inmortalidad. En concreto, Bernard Williams dice que si tuviéramos la capacidad de vivir cientos de años, finalmente sufriríamos un aburrimiento insoportable y acabaríamos agradeciendo la llegada de la muerte (pág. 89-98) [1]. Aunque muriésemos antes de lo deseado, dice Williams, el hecho de morir es en realidad algo bueno. Otros muchos, incluso desde tiempos inmemoriales, han dicho que la muerte no es algo a lo que haya que temer.
En este ensayo defiendo que es racional estar ligado a la vida y vivir tanto como sea posible, aunque no lo es tanto temer a la muerte con la intensidad o la persistente ansiedad con que los seres humanos lo hacen habitualmente. Además, nuestras razones para sentirnos ligados a la vida son también razones por las que querríamos vivir indefinidamente.
En el mundo antiguo, los primeros ataques filosóficos a la racionalidad del temor a la muerte se hicieron basándose en la suposición de que no hay vida después de la muerte y que la muerte extingue toda sensación, pensamiento y conciencia. Se plantean problemas diferentes si tenemos motivos religiosos para creer que existe una vida de eterna felicidad o castigo después de la muerte. Dejaré esto a un lado y me centraré en el miedo a la muerte y en nuestro vínculo con la vida desde un punto de vista filosófico meramente secular (también dejaré a un lado el tema de si es o no racional temer al proceso de la muerte, como contraposición a la propia muerte –aunque no hay duda de que el proceso es normalmente doloroso y repugnante). El locus classicus del debate es el trabajo del filósofo griego Epicuro y sus seguidores, quienes vieron la muerte de un modo sorprendentemente moderno, como el fin de toda sensación o conciencia. Según tal suposición, no podemos temer racionalmente a la muerte como a esa gran desconocida, o como prólogo al juicio divino y el posible castigo. ¿Existe alguna otra justificación racional para temer a la muerte o considerarla algo malo? ¿Qué hay de malo en ella?
ARGUMENTAR COMO UN EPICÚREO
En su Carta a Meneceo, Epicuro dice que "todo lo bueno y lo malo se basa en las sensaciones" [2, pág. 149]. Ya que la muerte supone la extinción de toda sensación es "nada para nosotros", algo que no es ni bueno ni malo. Esto puede formularse según lo que llamaré el Principio Básico Epicúreo:
P1. Nada es una desgracia, a menos que implique o provoque sensaciones
desagradables.
P2. La muerte no implica ni provoca sensaciones desagradables.
C. La muerte no es una desgracia.
El razonamiento es válido aplicando la lógica, pero lo más interesante es que es susceptible de modificarse sin afectar la validez del razonamiento si se proponen contraejemplos a la premisa 1 (P1) y las mismas modificaciones se aplican también a la premisa 2 (P2). Es decir, supongamos el siguiente contraejemplo para P1: un amigo cercano que me aprecia, deja de hacerlo (por la razón que sea). Esto no debería afectarme nunca de una forma negativa en el sentido de sufrir sensaciones desagradables; es decir, mi amigo podría fingir un amor ficticio hacia mí y yo, en la forma en que se desarrollan los acontecimientos, nunca llegaría a darme cuenta que sus sentimientos han cambiado. A pesar de eso, la pérdida del amor de un amigo se toma habitualmente como una desgracia [3, pág 4-6].
Un epicúreo podría contestar a tales contraejemplos por medio de modificaciones adecuadas en ambas premisas del Principio Básico Epicúreo. Así, un epicúreo podría decir que si un amigo deja de quererme, a partir de ese momento, esa persona actuará de forma tal que me haga sentir incómodo o que me parecerá desagradable. El epicúreo podría modificar la premisa 1 incluyendo entre los tipos de desgracias, aquellos hechos que en el momento que ocurran, nos hagan más vulnerables o nos produzcan sensaciones desagradables. Se podría por tanto modificar la premisa 2 de una forma lo bastante convincente como para establecer que la muerte no es un evento de ese tipo; después de todo, una vez que haya muerto no experimentaré sensaciones desagradables ni de cualquier otro tipo. Y ya que ambas premisas han sido modificadas de la manera adecuada, el razonamiento sigue siendo válido.
Pero no todos los contraejemplos posibles pueden ajustarse del mismo modo. Por ejemplo, no sería una desgracia que mi reputación sea difamada de alguna forma después de mi muerte (posiblemente a consecuencia de mi muerte, ya que no podré defenderme). Un epicúreo contestaría a este tipo de ejemplos empleando una estrategia secundaria. Podría argumentar que este ejemplo no es una desgracia, es más, alguien que se preocupa por ese tipo de cosas, sufre de un orgullo irracional porque no le conduce a vivir la más feliz de las vidas posibles.
Esto nos sitúa en el quid de la cuestión. Un razonamiento epicúreo completo contra la racionalidad del miedo a la muerte debería incluir una versión específica de la buena vida. Los epicúreos tenían esta versión y realmente resulta atractiva. En concreto, aseguraban que la buena vida consiste en vivir con la inexistencia del dolor (aponia) y de la ansiedad (ataraxia). Creían que alcanzar la aponia y sobre todo la ataraxia (que traduciremos como "tranquilidad") durante el tiempo en que estamos vivos y conscientes, constituye el nivel más alto de felicidad humana, y que muchos de los conflictos y preocupaciones que tenemos frustran nuestra felicidad. Tales proposiciones se encuentran en documentos epicúreos como la Carta a Meneceo y sobre todo en Doctrinas clave (149-150) [2]. El poeta romano Lucrecio, el mayor de los seguidores de Epicuro, explica en detalle en su magistral De Rerum Natura que nuestras vidas se arruinan cuando perseguimos objetivos incompatibles con la ataraxia (pág. 151-153) [4].
Si aceptáramos estos puntos de vista epicúreos más generales, podríamos clasificar con más facilidad las desgracias y darnos cuenta que una combinación de las estrategias que acabo de explicar, la esencia del Principio Básico Epicúreo estaría mejor protegida contra cualquier posible contraejemplo aplicable a la premisa 1. Esto se debe a que, según la idea epicúrea de la felicidad, cualquier desgracia debe ser algo que interfiera con nuestra tranquilidad mientras estamos vivos. La muerte en sí misma no lo hace (aunque el miedo sí), por tanto la muerte en sí misma no es una desgracia. Así para un epicúreo, la muerte no es algo malo.
Por otro lado, este análisis sugiere que el Principio Básico Epicúreo solamente puede defenderse si aceptamos las visiones epicúreas sobre la naturaleza de la felicidad. Esto supondrá que tengamos que deshacernos de muchas de nuestras ideas de sentido común, como que es una desgracia que los demás nos desprecien (incluso si somos dichosamente ignorantes).
Me parece que la idea de la felicidad de los epicúreos tiene más de verdad de lo que se reconoce. De hecho, parece haber un límite para la felicidad al que nos acercamos a medida que tenemos una vida sana sin dolor o ansiedad. Gran parte de nuestra lucha por lograr más parece inútil y hasta contraproducente. Además, diré que hay muchos más factores que los argumentados que influyen en una buena vida en la filosofía epicúrea. Y ese "muchos más" es lo que hace que la muerte sea una opción poco deseable.
LA MUERTE COMO PRIVACIÓN DE VIDA ADICIONAL
Podríamos rechazar la versión epicúrea muy fácilmente si insistiéramos en que estar vivo, como tal, es algo bueno, y que la muerte es una desgracia por el mero hecho de privarnos de vida adicional. En cualquier caso, esto suscita más problemas ya que el concepto de privación no es sencillo. Parece incluir la idea de negación o de algo que es posible tener. De todos modos, ¿de qué forma es posible que alguien pueda tener una vida más larga de la que (obviando el tiempo) realmente tiene? La cuestión alcanza temas insolubles como el determinismo, el destino y el libre albedrío, temas que es mejor evitar si queremos avanzar un mínimo.
Para evitarlos, me gustaría centrarme en el concepto del miedo a la muerte. Existe una relación entre temer algún hecho futuro y actuar para evitarlo o resistirse a él. Por ejemplo, tratamos de evitar enfermedades poniéndonos vacunas, siguiendo dietas sanas, con higiene, etc. De forma similar, podemos evitar la violencia escapando de ella, o usando la fuerza; incluso si el Universo es determinista, nuestras propias acciones para evitar o resistir todo eso forman parte de la cadena de causas deterministas. Y si esto es así, acciones como escapar o resistirse a la violencia son racionales.
De este modo, tanto si el determinismo (o el destino) se impone en el Universo como si no, existen muchas acciones que podemos llevar a cabo para evitar o resistirnos a ciertos hechos que de otra forma podrían suponernos la muerte. Si la vida adicional es algo bueno, sería racional llevar a cabo dichas acciones, y por tanto también parece racional actuar como si tuviéramos miedo a la muerte. Si tuviéramos la oportunidad, podríamos "programarnos" para tener sólo un cierto grado de temor a la muerte, y para animarnos a identificar y asumir acciones que nos ayudaran a vivir más tiempo. Me parece que tener un cierto temor a la muerte es algo bueno; más adelante, en cualquier caso, veremos cuánto miedo a la muerte deberíamos tener.
Ninguno de estos razonamientos es sólido a menos que el ser privado de vida adicional sea una desgracia y haya una respuesta para tal cuestión. Una vez más, nuestros amigos los epicúreos la tuvieron en la antigüedad.
¿QUEREMOS VIDA ADICIONAL?
En De Rerum Natura, Lucrecio dice que no es malo verse privado de vida adicional ya que nadie piensa que sea malo no estar vivo antes del momento de nacer. No nos afecta, dice, no haber estado vivos en la época de las guerras de los Cartagineses (pág. 151) [4]. Si perder vida adicional tras la muerte es una desgracia, ¿qué pasa con toda esa vida que nos perdimos antes de nacer? Desde luego, no es racional temer una desgracia que sucedió en el pasado, sólo es racional temer acontecimientos futuros. De todos modos, un epicúreo diría entonces que las desgracias del pasado seguramente son algo por lo que lamentarse. A pesar de eso, no debemos lamentar no haber estado vivos en los días en que Roma y Cartago estaban en guerra.
Algunos intentos de responder a esta línea de razonamientos alcanzan la metafísica y la naturaleza del yo. Por desgracia, estos temas (muchos de los cuales tienen que ver con la preeminencia del determinismo o del destino en el Universo) son demasiado complejos para resolverlos aquí. Por ejemplo, Nagel dice que no es posible que tengamos sensaciones antes de nacer –ni antes de ser concebidos (pág. 8) [3]. Esto supone que cada uno de nosotros está biológicamente organizado a partir de un cigoto y creado en un momento concreto. Kaufman hace un enfoque diferente; él dice que incluso si el yo, como "entidad metafísica" (pág. 309) [5], se define de este modo, el verdadero problema de Lucrecio es que los hechos del pasado afectan a mi personalidad actual. Si hubiera estado vivo en época de las guerras de Cartago no sería ahora tal y como soy, con los pensamientos y los deseos que tengo ahora. Así, dice Kaufman, no puedo lamentar no haber estado vivo anteriormente, ya que estaría escondiendo mi propia personalidad (307-311) [5].
Desde mi punto de vista, estos argumentos no son completamente decisivos en contra de la postura de Lucrecio. La respuesta más breve que podemos dar a Kaufman es que tal enfoque demuestra muchas cosas. Muchos hechos cuya ocurrencia lamentamos más tarde, influyen en el desarrollo de nuestra personalidad. De hecho, su razonamiento parece descartar el acierto de lamentarse en aquellos casos en que realmente parece ser lo más adecuado, como cuando la personalidad de alguien cambia a lo largo de los años como resultado de una vida de crímenes, daños y maldad en el pasado.
El razonamiento de Nagel es más complejo y a la vez más convincente, pero en última instancia falla. Asumamos que "yo" soy un ser tetradimensional biológicamente organizado, cuyo estado temporal más temprano es el cigoto que se formó tras la fecundación de un óvulo de mi madre por parte de una célula espermática de mi padre. Parece que no podría tener, simultáneamente, una identidad definida y experiencias previas a mi concepción.
Al mismo tiempo, podemos imaginar escenarios lógicamente posibles en los que el mismo cigoto podría haber existido en un momento anterior al que lo hizo: imaginemos que una persona nació veinte años después, a partir de un óvulo en concreto y de una célula espermática seleccionada para la fecundación in vitro. Durante los años previos a la fecundación in vitro los dos gametos estuvieron separados y preservados criónicamente; la célula espermática se usó entonces para fecundar el óvulo y tras varios procedimientos médicos posteriores (incluyendo, por así decirlo, una madre sustituta voluntaria), el nacimiento de esa persona se produce finalmente. ¿Lamentaría esa persona los años "perdidos" en que debería haber estado viva si no se hubiera retrasado el procedimiento de fecundación in vitro?
Dudo que lamentarse fuera lo apropiado en el curso normal, si es que tal escenario puede calificarse de normal en algún sentido. En cualquier caso, es posible imaginar circunstancias específicas en las que lamentarse sí sería lo adecuado. ¿Qué pasaría si los gametos se preservaran hasta el final de una época de paz y prosperidad y la persona en cuestión llega a la adolescencia en el momento en que toda esa paz y prosperidad se destruye por una guerra terrible? Tal vez, en circunstancias como ésta, esa persona tendría motivos para lamentarse, pero debido a que sus experiencias de adolescencia se desarrollarían en un entorno social peor de lo que debiera haber sido, no por haber perdido un periodo de vida adicional.
La reflexión sobre las circunstancias en que podríamos lamentarnos racionalmente por no haber nacido antes parecen, a mi juicio, reforzar el razonamiento epicúreo, al menos hasta este punto: lo que es digno de lamento no es el mero hecho de no estar vivo durante un período de tiempo. Aún así, creo que podríamos dar respuesta a Lucrecio.
PROYECTOS, RELACIONES Y OBLIGACIONES
Puede darse una mejor respuesta a Lucrecio que las dadas por Nagel o Kaufman basada a grandes rasgos en las ideas de Williams (pág. 85-87) y sobre todo, de Martha Nussbaum (318-320) [1; 6], aún a pesar de que ninguno de los dos apoyan la inmortalidad humana. La esencia de la respuesta es esta: una vez que hemos nacido y tomamos parte de la sociedad, rápidamente adquirimos razones de peso para preferir estar vivos, razones que resultan progresistas, y por lo tanto no existe simetría con el pasado antes de ser concebidos o de nacer.
Por ejemplo, me gustaría escribir una novela o hacer un tratado de filosofía como el que estoy escribiendo; podría obsesionarme con la suerte fluctuante de un atleta o de un equipo de fútbol; podría involucrarme en un flirteo interesante y encantador, o tal vez en un affaire amoroso cada vez más profundo, y podría haber varias personas dependiendo de mí, emocional o económicamente.
En resumen, podría tener un millar de proyectos (algunos más serios que otros), relaciones (lo mismo), obligaciones e intereses que puedo imaginar ampliándose y cambiando indefinidamente en un futuro. Todos ellos me ligan a la vida y casi todo el mundo los tiene. Incluso Epicuro murió haciendo una petición a un amigo para que "cuidara de los hijos de Metrodoro" (pág. 151) [2]; no era del todo indiferente a lo que ocurriera tras su muerte. De hecho, a ninguno de nosotros nos resultaría indiferente la perspectiva de nuestra propia muerte, a lo que le siguiera y a lo que impidiera, mientras tratáramos de mantener tales compromisos.
Tampoco nos iría mejor sin estos compromisos y vínculos a la vida. Sin duda Lucrecio estaba en lo cierto cuando decía que las obsesiones estúpidas pueden distorsionar nuestras vidas y conducirnos a la infelicidad (pág. 151-153) [4]. Así, nuestros proyectos progresistas, nuestras relaciones y obligaciones son una parte importante de lo valioso de nuestra experiencia. Hasta tal extremo la concepción epicúrea de una vida feliz nos pide que renunciemos a ellos o que menospreciemos su importancia, que la convierten en pobre y debe ser desechada. A pesar de que este punto de vista alberga cierta sabiduría, la misma resulta totalmente incompleta. No puede aplicarse para defender lo que denominé el Principio Básico Epicúreo en contra del temor a la muerte porque tiene más de buena vida que de libertad frente al dolor y la ansiedad –aponia y ataraxia. Una buena vida incluye varios tipos de experiencias y conexiones que son, por naturaleza, progresistas.
Nada de esto quiere decir que los razonamientos epicúreos no tengan algo de valor. En sus Doctrinas Clave, Epicuro afirma que "la carne" (pág. 151) quiere la duración infinita de la vida, mientras que el intelecto va por otros derroteros [2]. De hecho, al principio de este ensayo dejé abierta la cuestión de cuánto debemos temer a la muerte, aún cuando tengamos razones para evitarla y oponernos a ella. Tal vez "la carne" tenga sus propias razones para temer a la muerte, razones que nos hacen temerla más de lo que es beneficioso para nuestra felicidad.
A pesar de que continuar con este tema es algo que está más allá del alcance de este ensayo, el equivalente de "la carne" en nuestro pensamiento contemporáneo podría ser nuestra predisposición genética inconsciente que ha ido evolucionando desde nuestros ancestros, pero que no aumenta nuestra felicidad como individuos. Es racional tener proyectos, relaciones, obligaciones e intereses que nos liguen a la vida, pero en cualquier caso, el grado al que deberíamos temer a la muerte –el sentido de ansiedad persistente o incluso el pánico que creemos que provoca la muerte- no debería ser algo que elegiríamos si pudiéramos reescribir nuestro código genético para sintonizar nuestras personalidades con las ideas que cada uno tiene sobre lo que constituye una vida feliz.
Si hasta aquí mi razonamiento es correcto, podría ser racional temer a la muerte menos de lo que le tememos, pero también sería racional querer mantenernos vivos al menos mientras tengamos proyectos, relaciones, etc., que nos liguen a la vida. Además, también sería racional sentirse frustrado cuando experimentamos, o imaginamos, el declive de nuestras capacidades mentales y físicas que nos incapacitarán a medida que envejezcamos para llevar a cabo nuestros proyectos y comenzar otros nuevos. Ciertamente, nuestro convencimiento de que el envejecimiento y la muerte nos esperan limita los proyectos que podemos llevar a cabo racionalmente en el tiempo que disponemos. Si no fuera por el fantasma del envejecimiento y la muerte, podríamos llevar a cabo proyectos de cientos de años.
El razonamiento de Williams de que nos aburriríamos mucho si pudiéramos vivir eternamente (pág. 89-98) [1] me suena un tanto increíble. Mientras tenga pleno uso de mis facultades, no encuentro límites a mi capacidad de embarcarme en nuevos proyectos, nuevas relaciones, nuevos intereses. Supongo que sería diferente si el mundo no cambiase a mi alrededor, ya que llegaría un momento en que no habría nada nuevo, pero ¿por qué tendría que ser así? La tecnología avanza, la sociedad cambia, nuestro conocimiento del Universo aumenta, y tendríamos tiempo para explorarlo.
Imagino que un contraargumento podría ser que cuanto más vivamos menos recuerdos inmediatos e intensos tendríamos de toda nuestra vida. La gente muy longeva podría tener algunas dificultades para conservar una conexión psicológica con su pasado ya que, en una vida muy prolongada, la memoria podría no ser capaz de manejar todo lo que se ha vivido. De todos modos, el alcance de este problema no está claro ya que sabemos muy poco acerca del funcionamiento neurofisiológico de la memoria.
No resulta obvio que cualquier evento pueda tener consecuencias terribles –o radicalmente diferentes de las que experimentamos hoy en día. Recuerdo muy poco de mi vida antes de cumplir los cinco años y me doy cuenta de que los recuerdos, incluso aquellos de las experiencias críticas, se vuelven increíblemente imprecisos a medida que envejezco. Sea como fuere, esto no significa que no pueda reconocer que me han dado forma ni que mi pasado haya perdido interés para mí.
Si tuviésemos la posibilidad de vivir vidas mucho más largas, la experiencia de nuestra propia identidad podría cambiar, pero eso no quiere decir que nuestras vidas estarían vacías, que serían discontinuas o que no existirían fascinantes conexiones internas. Concepciones diferentes de la identidad personal podrían dar lugar a nuevas posibilidades de crecimiento más que constituir un impedimento.
Tal vez, si pudiéramos vivir indefinidamente, llegaría un momento en que cada uno de nosotros creyera que nuestra existencia es plena y que no podría avanzar más. En tal caso, podríamos dejar de sentirnos ligados a la vida en los términos que he descrito anteriormente, sobre todo si llegáramos a una especie de límite de la capacidad para adaptarnos a un mundo en constante cambio, para conservar un fuerte sentido de la identidad y para seguir siendo creativos. Personalmente, no obstante, me gustaría tener la oportunidad de explorar el mundo y mis propias capacidades hasta encontrar tal límite, y si alguna vez llegara a toparme con él, morir cuando yo lo decidiera. Si mi salud y mis capacidades creativas e intelectuales fueran buenas, no podría imaginar que llegara tal momento, excepto muchos años después de haber cumplido las ocho o diez décadas que puedo esperar cumplir ahora.
Cuando echamos un vistazo a lo malo del deterioro y de tener que morir, pareciera que tememos demasiado a la muerte. Así, deberíamos tener cuidado de no racionalizar la situación hasta el punto de subestimar lo que es susceptible de lamento en el envejecimiento y en la muerte. Las razones por las que la muerte es algo malo, no son más ni menos que aquellas por las cuales estamos ligados a la vida. Y no solo eso, sino que son razones que podrían ligarnos a ella en forma indefinida, al menos si pudiéramos conservar las facultades que nos permiten vivir la vida plenamente.
Esto sugiere que deberíamos hacer lo que esté en nuestras manos para reducir la dimensión de nuestro miedo a la muerte, y que no deberíamos consolarnos con falsas esperanzas sobre las supuestas virtudes de ser mortales. Ciertamente, no deberíamos adoptar la postura pesimista habitual sobre la conveniencia de vivir más allá de unos límites lamentables que la naturaleza nos permita. En su lugar, deberíamos vivir al máximo, perseguir nuestros proyectos, y disfrutar de nuestras relaciones e intereses tanto como podamos, sin equivocarnos ni disculparnos. Si podemos ampliar la expectativa de vida o vivir indefinidamente, deberíamos abrazar esa posibilidad con todo nuestro optimismo y energía.
Referencias
1) Williams, Bernard; "The Makropulos Case: Reflections on the Tedium of Immortality" en: Williams" Problems of the Self: Philosophical Papers 1956–1972 (1976, edición en rústica), Cambridge Univ. Press; pág.82–
2) Epicúreo; 1987, extractos de Letter to Menoeceus, Vatican Sayings, y Key Doctrines en: The Hellenistic Philosophers, Volume 1: Translations of the Principal Sources,
With Philosophical Commentary (1987); Long and Sedley, Cambridge Univ. Press, pág.149–
3) Nagel, Thomas; "Death" en: Nagel"s Mortal Questions (1979) Cambridge Univ. Press ; 1–
4) Lucrecios; De Rerum Natura en: The Hellenistic Philosophers, Volume 1: Translations of the Principal Sources, With Philosophical Commentary (1987) Long and Sedley, Cambridge Univ. Press, pág.151
5) Kaufman, Frederik; "Death and Deprivation; Or, Why Lucretius" Symmetry Argument Fails" en: Australasian Journal of Philosophy (1996, vol. 74); pág.305–
6) Nussbaum, Martha C; "Mortal Immortals: Lucretius on Death and the Voice of Nature" en: Philosophy and Phenomenological Research (1989. vol 50); pág.303–
CAPÍTULO III:
Concluimos esta introducción a la conquista científica de la muerte con un reto.
Le invitamos a:
Investigar cualquiera de los temas tratados, comenzando por las referencias que aparecen en la bibliografía.
Aprender un poco más sobre los autores y su trabajo.
Visitarnos para conocer algo más y compartir sus opiniones y puntos de vista en el apasionante proyecto de conquistar científicamente a la muerte.
Tenga en cuenta que:
En el website de ayuda que hemos creado para los lectores de este libro, se pueden encontrar todos estos recursos, información adicional y material auxiliar.
"¿QUIÉN QUIERE VIVIR PARA SIEMPRE?"
UN RETO INTERACTIVO PARA EL LECTOR
Para aquellos que abogan por los avances en la investigación de la extensión de la vida, la pregunta de por qué sería deseable una vida más larga y saludable podría resultar banal. Pero hay un cierto número de personas que parece no poder concebir ninguna razón por la cual alguien querría vivir más allá del límite actual.
Algunas respuestas posibles podrían ser:
Ver crecer a nuestros nietos y bisnietos
Descubrir lo que nos depara el futuro
Porque el arte y la creatividad son inagotables
Tener más tiempo para ayudar a los demás
¿Por qué no?
Si vivimos, siempre se puede cambiar de idea más adelante. La muerte es irreversible
Ver cómo la selección de fútbol de Tíbet gana a la de Brasil en la final de la Copa del Mundo
Más tiempo para descubrir el sentido de la vida, si es que lo tiene
Porque se podría aspirar a ser la última generación que muriera por el envejecimiento
Porque hay gente que nos quiere y que nos necesita
Tener la oportunidad de desarrollarnos y descubrir la sabiduría y madurez que se podría adquirir con 800 saludables años
Pasar más tiempo con los amigos y los seres queridos sin notar una bomba de relojería que avanza silenciosamente
Conocer las respuestas a algunos de los grandes misterios: ¿cómo funciona la mente?; ¿hay vida extraterrestre?
Jugar, inventar, hacer el amor, explorar estados de consciencia exóticos
Construir y experimentar realidades virtuales
Ser más felices
Ideas originales: Dr. Nick Bostrom, Oxford University
BIBLIOGRAFÍA
¿Por qué envejecemos?
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Weindruch, Richard, and Walford, Roy; The Retardation of Aging and Disease by Dietary Restriction (1988); Charles C. Thomas, Springfield, IL
Ética y filosofía: nivel básico
Brennan, H; Death: the great mystery of life (2002); Carroll & Graf Publishers ISBN: 0786712171
Broderick, Damien; The Last Mortal Generation: How Science Will Alter Our Lives in the 21st Century (2000); New Holland Publishers, Ltd.; ASIN:1864364408
Callahan D; Setting Limits: Medical Goals in an Aging Society With "a Response to My Critics" (1995); Georgetown University Press; ISBN:0878405720
Fukuyama, Francis; Our posthuman future: Consequences of the Biotechnology Revolution (2003); Picador, USA; ISBN:0312421710
Hardwig, John; "Is there a duty to die?" en: Hastings Centre Report (2000)
Kass LR; Life, Liberty and the Defense of Dignity: The Challenge for Bioethics (2002); Encounter Books; ISBN:1893554554
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Lawson, Chris; The Tithonus Option is Not an Option (1999) presented at the SF Worldcon held in Melbourne, Australia Perry, John; A Dialogue on Personal Identity and Immortality (1978); Hackett Publishing Company; ISBN:0915144530
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Novelas
Broderick, Damien; Transcension (2003); Tor Books; ISBN:0765303701
Dewdney, Christopher; Last Flesh: Life in a Transhuman Era (1998); HarperCollins Canada; ISBN:0006384722
Egan, Greg; Permutation City (1998); Gollancz; ISBN:0752816497
Halperin, James; The First Immortal (1998); Ballantine Books; ISBN:0345420926
Harrington, Alan; The Immortalist (1977) Ten Speed Pr.; ASIN:0890871353
Heinlein, Robert; The Door Into Summer (1986); Del Rey Books; ISBN:0345330129
Minsky, Marvin; Harrison, Harry; The Turing Option (1992); Warner Books; ISBN:0446364967
Nagata, Linda; Tech Heaven (1995); Bantam; ISBN:0553569260
Stephenson, Neil; Snow Crash (2003); Bantam; ISBN:0553380958
Vinge, Vernor; A Deepness in the Sky (2000); Tor Books; ISBN:0812536355
Wilson, Robert; Prometheus Rising (1992); New Falcon Publications; ISBN:1561840564
Otros recursos
Tipler, Frank J; The Physics of Immortality (1995); Anchor; ISBN:0385467990
United States Congress, Senate. Special Committee on Aging: All hearings; For sale by the Supt. of Docs. U.S. G.P.O. Congressional Sales Office.
Autor:
Dr. William Sims Bainbridge
http://mysite.verizon.net/william.bainbridge
Subdirector de la Division of Information and Intelligent Systems de la National Science Foundation, desde donde ha supervisado varios programas, entre ellos el Nanoscale Science and Engineering. Autor de numerosos libros y artículos sobre tecnología, sociología y religión. Profesor y catedrático del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Towson (cargo vitalicio) entre 1990 y 1992. También es doctor en Sociología por la Universidad de Harvard.
Ben Best
http://www.benbest.com
Analista y programador en un banco canadiense. Vive en Toronto, Canadá, tesorero de Toronto MENSA y Presidente del ACM APL Special Interest Group (lenguaje de programación matemático). Director de la Cryonics Society of Canada y alto cargo en CryoCare. Ben es ensayista, autor de textos sobre gran variedad de temas.
Dr. Russell Blackford
http://www.users.bigpond.com/russellblackford
Escritor, crítico y estudiante de filosofía, vive en Melbourne. Licenciado con honores en Arte y Derecho. Sus publicaciones incluyen Strange Constellations: A History of Australian Science Fiction (1999, co-escrita con Van Ikin y Sean McMullen); la trilogía de ciencia-ficción Terminator 2: The New John Connor Chronicles (2002-2003), y varios artículos, revisiones y relatos cortos. Actualmente cursa una licenciatura y es conferencista en la School of Philosophy and Bioethics de la Universidad de Monash.
Dr. Nick Bostrom
http://www.nickbostrom.com
Miembro de la British Academy Research Fellow de la Universidad de Oxford, es también cofundador de la World Transhumanist Association. Amplio bagaje en física, neurociencia computacional, inteligencia artificial y filosofía.
Dr. Manfred Clynes
http://www.microsoundmusic.com/clynes
Profesor en el Lombardi Cancer Center de la Universidad Georgetown (Washington, DC), el Dr. Clynes creció escuchando las grabaciones de clásicos interpretadas por Pau Casals. La música es su vida. "Solía tener increíbles momentos de éxtasis que me resultaban muy importantes", dice, "y creía que otras personas también los tenían con frecuencia; mucho después me di cuenta de que no era el caso". Durante una exposición en unas conferencias de la NASA en 1960, el Profesor Clynes acuñó el término cyborg combinando los términos cybernetic y orgamism, como concepto para referirse a la supervivencia de humanos en viajes espaciales.
Dr. Robert A. Freitas Jr.
http://www.rfreitas.com
Investigador en el Institute for Molecular Manufacturing, Palo Alto, California, organización especializada en nanotecnología molecular, Freitas fue el primero en publicar en una importante publicación biomédica peer-reviewed, un estudio técnico detallado de un nanorobot médico. Es también el autor de Nanomedicine, el primer tratado técnico sobre las aplicaciones médicas de la nanotecnología y de la nanorobótica médica.
Marc Geddes
http://www.prometheuscrack.com
Con un interés destacable por la inteligencia artificial y las matemáticas, Geddes es un escritor independiente de Auckland, Nueva Zelanda. Ha publicado varios artículos en medios transhumanistas.
Dr. Aubrey de Grey
http://www.gen.cam.ac.uk/sens/index.html
Universidad de Cambridge, UK. Director de la International Association of Biomedical Gerontology y de la American Aging Association. También es editor de las revistas Rejuvenation Research, Mitochondrion y Antioxidants and Redox Signaling. Sus investigaciones se centran en la aceleración del desarrollo de una verdadera cura para el envejecimiento humano.
Dr. Raymond Kurzweil
http://www.kurzweilAI.net
Raymond Kurzweil fue el principal desarrollador de la primera tecnología de reconocimiento óptico de caracteres, del primer lector de caracteres escritos con voz sintética para invidentes, del primer escáner CCD de plataforma y del primer software comercializado de reconocimiento de voz. Ha desarrollado satisfactoriamente nueve empresas especializadas en OCR (reconocimiento óptico de caracteres), síntesis musical, reconocimiento de voz, tecnología de lectura, realidad virtual, inversiones económicas, simulaciones médicas y arte cibernético. En 1999 se le concedió la US National Medal of Technology, la más alta distinción en investigación tecnológica que se otorga en Estados Unidos.
Dr. Joao Pedro de Magalh?es
http://senescence.info
Microbiólogo, investigador en genética en la Harvard Medical School, Lipper Center for Computational Genetics, Boston, USA. Su trabajo en la biología del envejecimiento tiene mucho que ver con la senescencia celular, los telómeros, los mecanismos de respuesta al estrés y el Síndrome de Werner. El Dr. Magalh?es desarrolla modelos computacionales para comprender el envejecimiento desde una perspectiva genómica.
Dr. Marvin Minsky
http://web.media.mit-edu/~minsky
Toshiba Professor of Media Arts and Sciences, y profesor de Ingeniería eléctrica y Computación, en el Massachussets Institute of Technology (MIT). Sus investigaciones han proporcionado grandes avances tanto prácticos como teóricos en inteligencia artificial, psicología cognitiva, redes neurales y en la teoría de las máquinas de Turing y funciones recursivas. También fue uno de los pioneros de la robótica mecánica inteligente y de la telepresencia. Como Junior Fellow de Harvard, inventó y construyó el primer microscopio de exploración confocal. En 1959, el Dr. Minsky y John McCarthy fundaron lo que se convertiría en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT, y su larga titularidad como codirector dejó huella en el campo de la Inteligencia Artificial.
Dr. Brad Mellon
Director de Chaplain Services, Frederick Mennonite Community, Frederick, Filadelfia, y Profesor Adjunto en el Bethel Seminary of the East, Desher, Filadelfia. Nacido en un barrio de Nueva York en 1949, estudió en el Houghton College, se licenció en Sociología en 1967 y con un Master Divinity en el Biblical Theological Seminary en 1980. Entre 1985 y 1996 recibió un Master en Teología Sagrada, postgrado en la Dropsie University, y un doctorado en Filosofía con su tesis sobre la hermenéutica en el Westminster Seminary.
Dr. Max More
El Dr. Max More es un reconocido experto en prospectiva que escribe, habla y organiza congresos sobre los retos principales de las tecnologías emergentes. Cofundador y presidente del Extropy Institute. Como destacado pensador transhumanista, desafía las limitadas creencias tradicionales acerca de las posibilidades de nuestro futuro. Director del Content Solutions at Many Worlds, Inc., su bagaje académico incluye una licenciatura en Filosofía, Política y Económicas en la Universidad de Oxford, y un doctorado en Filosofía por la Universidad de Southern California.
Dr. Eric S. Rabkin
http://www-personal.umich.edu/~esrabkin
Profesor de Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad de Michigan en Ann Arbor. Como profesor, Rabkin es especialmente conocido por sus extensas y famosas conferencias sobre ciencia-ficción, y por sus numerosas innovaciones educativas, incluyendo el desarrollo del Practical English Writting Program.
Doctor Michael Rose
http://wcoevo.bio.uci.edu/Faculty/Rose/Rose.html
Profesor en la Universidad de California, Irvine, y especializado en la evolución de la vida y los sistemas genéticos, el Dr. Rose ha estudiado la evolución de la mortalidad tardía y la evolución de la fertilidad tardía. Junto con el Dr. L.D. Mueller ha desarrollado teorías evolutivas para mesetas longevas, llamadas en ocasiones inmortalidad, y las ha probado con la mosca de la fruta.
Mike Treder
http://www.incipientposthuman.com
Director ejecutivo del Center for Responsible Nanotechnology, es un profesional de los negocios con formación en administración de empresas de tecnología y comunicaciones. Trabaja como uno de los directores del Human Futures Institute y de la World Transhumanist Association, y es miembro del Executive Advisory Team for the Extropy Institute y desarrollador del website Incipient Posthuman.
Shannon Vyff
Madre de tres niños y estudiante de un Master in Nutritional Therapy, Shannon Vyff es una gran defensora de La Leche League International. Ella y su marido son miembros de la Caloric Restriction Society. En caso de que fuera necesario, ella y toda su familia han formalizado sus solicitudes para ser congelados criónicamente en la Alcor Life Extensión Foundation.
Dr. Michael West
http://www.michaelwest.org
Licenciado en el Rensselaer Polytechnic Institute en 1976, Master en Ciencias y Biología en la Andrews University y doctorado en el Baylor College of Medicine en 1989, estudiando biología molecular en el envejecimiento celular. Fundador de la Geron Corporation de Menlo Park, California, y de la Origen Therapeutics of South San Francisco, California. En la actualidad ostenta la presidencia del Board of Origen. Tiene una dilatada experiencia académica y comercial en enfermedades degenerativas relacionadas con el envejecimiento, biología molecular de la telomerasa y en células madre embrionarias humanas.
Dr. Brian Wowk
http://www.21cm.com
Físico, criobiólogo y científico en el 21st Century Medicine, Inc., en Rancho Cucamonga, California, una empresa especializada en la preservación a bajas temperaturas de tejidos y órganos para aplicaciones médicas. Sus intereses en la actualidad incluyen el estudio de moléculas que fuercen e inhiban los cristales de hielo ("bloqueadores de hielo"), así como la física e ingeniería necesaria para conservar órganos trasplantables. El Dr. Wowk es uno de los pocos científicos en el mundo implicados directamente en la preservación de órganos a temperaturas criogénicas. También, y desde hace dos décadas, sigue muy de cerca todo lo que acontece en el controvertido campo criónico.
EL IMMORTALITY INSTITUTE
Avanzando en su objetivo de "conquistar la plaga de la muerte involuntaria", el Institute representa la punta de lanza en el movimiento por la extensión de la vida. Con un alto número de proyectos y una base de socios y afiliados creciente en todo el mundo, el Immortality Institute ha adquirido gran nivel y alcance desde su creación en 2002. Como organización educativa sin ánimo de lucro, el éxito del Institute se debe por completo al respaldo de su equipo de voluntarios entregados.
AGRADECIMIENTOS
Nuestro más sincero agradecimiento a todos aquellos que han hecho posible este libro. Primero y sobre todo, gracias a la comunidad on line del Immortality Institute por sus ánimos, críticas y valiosas sugerencias. Muchas gracias a Michael Anissimov, Justin Corwin, Kevin Perrott, Keneth X. Sills, Don Sparton y Alexandra Stolzing por sus consejos e inestimable ayuda durante el proceso de edición. Gracias también a Gustavo Faigenbaum, Vanesa L. Rivera y a todo el personal profesional y paciente de Libros en Red. Miles de gracias a los autores por prescindir de las rentas potenciales provenientes de esta publicación para beneficio del Institute. Y por último, muchas gracias a todos aquellos científicos y precursores que están trabajando en este momento en la conquista científica de la muerte.Sin ellos, este libro y las ideas que se tratan en él, nunca se habrían podido, ni tan siquiera, imaginar.
Enviado por: Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"?
Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2016.
"DIOS, JUAN PABLO DUARTE, JUAN BOSCH Y ANDRÉS CASTILLO DE LEÓN – POR SIEMPRE"?
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