- Introducción
- El síndrome de Estocolmo
- Aplicación clínica
- Síndrome de Diógenes
- Biología y el "Síndrome de Estocolmo Doméstico" (SED): El Grito Silencioso
- Rosana
- La biología del SED
- En resumen
- Bibliografía
"Estamos conscientes del hecho de que escribir una tesis proponiendo el concepto de que la crueldad y la violencia son actividades inmanentes, ubicuas y con la capacidad de conferir ventajas adaptivas a nuestra especie, en las mentes de muchos, tendría repercusiones adversas." FEL en La Crueldad y la Violencia: Anatomía de Entidades Inmanentes.
Rehenes
Introducción
Existen dos síndromes de Estocolmo en la literatura psiquiátrica:
El síndrome de Estocolmo, y su subsidiario, el síndrome de Estocolmo doméstico.
Ambos están basados en defensas psicológicas para garantizar la supervivencia y no están limitados a nuestra especie humana.
El síndrome de Estocolmo
Los que nos deja con el Síndrome de Estocolmo Doméstico como tema inconcluso.
Aquí repetimos una sección de nuestro artículo Síndrome de Estocolmo, para aclarar nuestras ideas en beneficio de quienes nos leen:
"En 1973 en la ciudad de Estocolmo, en un asalto bancario, los ladrones retuvieron a los empleados del banco durante varios días. Al momento de la liberación un periodista fotografió el instante en que una de las mujeres rehenes y uno de los captores se besaban. Este hecho sirvió para bautizar como "Síndrome de Estocolmo" ciertas conductas "extrañas" que demuestran afecto entre los captores y sus rehenes. O entre víctimas y quienes los atacan, en casos de violencia doméstica o maltrato de niños." (Véase mi ponencia: El Aprendiz de Mago: Una Lección en la Neuropsicología Humana, en monografías.com)."Desde la perspectiva neuro-psiquiátrica, este síndrome es considerado como una de las múltiples respuestas emocionales que puede presentar el adulto o niño maltratado a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el abuso que proviene de seres, supuestos de ser queridos. Y aunque como respuesta es poco usual, es importante entenderla y saber cuándo se presenta y qué significa, particularmente, en el niño. (Véanse mis artículos: Depresión en Niños y Adolescentes y La Obesidad, Indefensión ¿Adquirida o Innata?).
"El origen de esta actitud defensiva, pero, en esencia, adaptiva, se puede encontrar en los estudios rigurosos que se han llevado a cabo en primates, quienes confrontando la pérdida de la afección materna; se doblegan en indefensión tan desesperada como fingida, para retornar equilibrio emocional a sus vidas amenazadas.
"Para el presente estudio se entiende que este síndrome sólo se presenta cuando el abusado se identifica inconscientemente con su agresor — porque desconoce la razón para el abuso — ya sea asumiendo la responsabilidad por la agresión de que es objeto, ya sea imitando física o moralmente la persona del agresor, o adoptando ciertos símbolos de poder que lo caracterizan.
"En el psicoanálisis esta respuesta defensiva se reconoce como "la identificación con el agresor". Y como en toda defensa psicológica está fuera del campo de la conciencia." (Para seguir leyendo: http://es.wikipedia.org/wiki/Sindrome_de_Estocolmo).
Patty Hearst
Nuestra versión sigue:
Síndrome de Estocolmo
En 1973 en la ciudad de Estocolmo, en un asalto bancario, los ladrones retuvieron a los empleados del banco durante varios días. Al momento de la liberación un periodista fotografió el instante en que una de las mujeres rehenes y uno de los captores se besaban. Este hecho sirvió para bautizar como "Síndrome de Estocolmo" ciertas conductas "extrañas" que demuestran afecto entre los captores y sus rehenes. O entre víctimas y quienes los atacan, en casos de violencia doméstica o maltrato de niños. (Véase mi ponencia: El Aprendiz de Mago: Una Lección en la Neuropsicología Humana, en monografías.com).Desde la perspectiva neuro-psiquiátrica, este síndrome es considerado como una de las múltiples respuestas emocionales que puede presentar el adulto o niño maltratado a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el abuso que proviene de seres, supuestos de ser queridos. Y aunque como respuesta es poco usual, es importante entenderla y saber cuándo se presenta y qué significa, particularmente, en el niño. (Véanse mis artículos: Depresión en Niños y Adolescentes y La Obesidad, Indefensión ¿Adquirida o Innata?).
El origen de esta actitud defensiva, pero, en esencia, adaptiva, se puede encontrar en los estudios rigurosos que se han llevado a cabo en primates, quienes confrontando la pérdida de la afección materna; se doblegan en indefensión tan desesperada como fingida, para retornar equilibrio emocional a sus equilibrios amenazados.
Para el presente estudio se entiende que este síndrome sólo se presenta cuando el abusado se identifica inconscientemente con su agresor — porque desconoce la razón para el abuso — ya sea asumiendo la responsabilidad por la agresión de que es objeto, ya sea imitando física o moralmente la persona del agresor, o adoptando ciertos símbolos de poder que lo caracterizan.
En el psicoanálisis esta respuesta defensiva se reconoce como "la identificación con el agresor". Y como en toda defensa psicológica está fuera del campo de la conciencia.
Para el niño, por ser un proceso inconsciente, la víctima de la agresión siente y cree que es razonable su actitud de admiración y sumisión por el padre abusador, en lugar de rabia y temor. Así lo hace, porque no entiende que lo que la nutre es un odio profundo por quien así lo maltrata.
No me peques
Cuando alguien es sujeto, contra su voluntad, y permanece por un tiempo en condiciones de abuso físico y psicológico, como cuando se vive en compañía de padres despóticos puede desarrollar, para sobrevivir, una corriente afectiva hacia ellos.
Este tipo de adaptación se observa asimismo por quienes viven bajo el infierno de una dictadura.
Esta tendencia se puede establecer, bien como nexo consciente y voluntario por parte de la víctima para obtener cierto dominio de la situación o algunos beneficios de sus captores, o bien como un mecanismo automático que ayuda a la persona a negar y no sentir la amenaza de la situación y/o la agresión de quienes los atacan. En esta última situación se está hablando de Síndrome de Estocolmo.
Lo que sucede con los pacientes jóvenes
Lo que se observa en la mayoría de los casos es una especie de gratitud aparente hacia los que los abusan, ignorando sus amenazas y, en el caso del niño residente en su casa, éste puede aun imitar el maltrato recibido, haciendo de sus víctimas sus hermanos, amigos y animales domésticos.
Agradecen el hecho de haberlos dejado salir más o menos intactos, y a veces recuerdan — sobre todo en las primeras semanas posteriores al daño, que no siempre fueron abusados por los padres en cuestión. Es comprensible, bajo estas circunstancias, que cualquier acción de favor o demostración de cariño — no necesariamente especial — proveniente de los padres hostiles pueda ser recibida con un componente de gratitud y alivio poco natural.
Para detectar y diagnosticar el síndrome de Estocolmo, se hacen necesarias dos condiciones:
1. Que la persona haya asumido inconscientemente, una notable identificación en las actitudes, comportamientos o modos de pensar de quienes los someten al dolor, como si fueran propios. Lo que llamara Freud "la identificación con el agresor". (Véase: The Ego and the Mechanisms of Defense por A. Freud).
2. Que las manifestaciones incipientes de agradecimiento y aprecio se prolonguen a lo largo del tiempo, aún cuando la persona ya se encuentra integrada a sus rutinas habituales y haya interiorizado la finalización de la violencia.
Aplicación clínica
En el caso, por mí publicado, de la Mala Semilla, destacamos la razón instintiva, con correspondencias en la etología, del apego del niño hacia la madre, o figura materna, aunque ésta sea destructiva y aún homicida — como fuera en la situación del halcón hembra que incubara polluelos. (Véanse las contribuciones de K. Lorenz al respecto).
En ese caso mencionado, la paciente y sus hermanos fueron sistemáticamente sujetos al abuso psicológico del padre, por medio de la manipulación y fabricaciones de mentiras para destruir la imagen de la mamá, a quien este hombre abusador detestaba por haberle causado injurias narcisistas.
No sólo hacía eso con la mamá, sino que se deleitaba en emborracharse y atemorizar a los hijos cuando manejaba a velocidades que ponían en peligro a todos.
El Estocolmo del abuso sexual
A uno de los niños, víctima de Asperger, lo sometía a la tortura de llamarle nombres humillantes mientras que a todos los hacía testigos del maltrato con que atormentaba los perros de la casa, habiendo ultimado algunos en presencia del hijo de seis años.
A la hija que motivara el susodicho artículo, le daba correazos que dejaban surcos profundos en su piel, los que duraban días para sanar. También, la forzaba a espiar en la madre, a grabar conversaciones y a reportar comportamientos sospechosos a la madrastra y a él, incluyendo la naturaleza de las medicinas recetadas por facultativos competentes que la mamá tomara.
En una ocasión, ciego de rabia, para castigar un traspié de importancia menor que la niña diera, la tiró a la calle en medio de la noche, en compañía del hermano. Ese trauma requirió intervención terapéutica para sanar. (Véase mi artículo: Los Estados de Ansiedad y de Angustia en monografías.com).
Mientras más daño psicológico y mientras más le mintieran, más anhelaba la niña ser merecedora del afecto del padre que la sacrificara.
¿Qué hacer?
Para remediar el efecto del Trastorno del Estrés Postraumático como asimismo sucede con el Síndrome de Estocolmo Familiar, terapia intensiva de naturaleza reconstructiva es la única solución posible.
Habiendo descrito una situación clínica de naturaleza infrecuente — deseamos pensar, abordaremos otro síndrome distinto…
Síndrome de Diógenes
A pesar de que parece relativamente nuevo, el Síndrome de Diógenes es un viejo trastorno conocido de los psiquiatras. La observación de casos sucesivos en personas mayores con comportamientos huraños que vivían recluidos en sus propios hogares y rehuían cualquier contacto con otras personas fue lo que motivó, en la década de los 60, la aparición de artículos e investigaciones en las que se detallaba un extraño patrón de conducta. Un perfil caracterizado por personas mayores de 65 años que acumulan gran cantidad de objetos inservibles y basura en sus casas y que se transforman en seres ariscos y aislados de la sociedad. Este conflicto, que esconde importantes alteraciones psiquiátricas, afecta a 1,7 pacientes por cada 1.000 ingresos hospitalarios. No obstante, los especialistas creen que su aumento es previsible no sólo por el envejecimiento de la población, sino por sus condiciones socio-sanitarias.
Diógenes
Baja incidencia En julio de 2005 una mujer de más de 60 años y su hijo, de 40, fallecieron tras el incendio de la casa en la que vivían en Iowa. Allí acumulaban una gran cantidad de objetos inservibles y de basura. En septiembre del mismo año una anciana apareció muerta en su domicilio de Miami entre kilos y kilos de desperdicios. Llevaba años recogiendo residuos. También en Luisiana el pasado enero un hombre de 73 años prendió fuego a su vivienda y estuvo a punto de acabar con la vida de sus vecinos. Los bomberos descubrieron en el interior de su piso una gran cantidad de objetos inútiles. Estos son ejemplos de lo que se conoce como Síndrome de Diógenes, un término que se aplica a las personas mayores que además de tener una actitud huraña, acumulan basura y objetos inservibles en sus viviendas. La base del Síndrome de Diógenes se halla en un desorden psiquiátrico. En estos pacientes subyacen una serie de enfermedades como demencia, cuadros psicóticos, trastornos obsesivos, o personalidad con rasgos paranoides que les lleva a vivir en esas condiciones. La observación de casos sucesivos de mayores con comportamientos hoscos que vivían recluidos en sus propios hogares y rehuían cualquier contacto con otras personas fue lo que motivó, en la década de los 60, la aparición de artículos e investigaciones en las que se detallaba este extraño patrón de conducta. Fue en 1975 cuando oficialmente se bautizó como Síndrome de Diógenes. Su nombre hace referencia a Diógenes de Sínope, un filósofo de la época de Aristóteles que preconizaba la vida austera y la renuncia a todo tipo de comodidades. | |
Cada vez más ancianos solos | |
Las condiciones demográficas (el envejecimiento de la población) y la situación socio- sanitaria de los mayores en todo el mundo civilizado hacen pensar en un previsible aumento de este síndrome.
Hay cada vez más ancianos que viven solos. Antes los hijos se hacían responsables de sus padres, pero el patrón sociológico ha variado y a eso se suma la precariedad sanitaria de algunas de estas personas. Además, el factor soledad influye. Cuando hay otra persona se produce un limitante, hay una confrontación, pero cuando se está solo no.
En Norteamérica, las personas de edad ya representan el 17% de toda la población, y ese porcentaje y sus cifras absolutas no van a dejar de crecer en las próximas décadas. Asistimos a un envejecimiento del envejecimiento, una apreciación que justifican los datos: los octogenarios son el colectivo que más crece en la última década, mientras que los jóvenes de hasta 20 años son el grupo que más población pierde. Entre 1991 y 2003 se ha incrementado hasta en un 50% el número de personas de 80 y más años, cuando el total de la población sólo ha subido un 9,9%, incluida la población inmigrante. Pero lo más llamativo es que la proporción de personas mayores que viven en soledad es del 19,5%, una de cada cuatro, con datos del censo de población de 2001. De esa cantidad el 25,9% son mujeres y el 10,8%, hombres.
Hoy, en América el grupo demográfico de crecimiento mayor es el de los centenarios.
A esas circunstancias se suman las dificultades de estos pacientes por la falta de atención geriátrica. Un estudio reciente señala que sólo el 32% de los hospitales americanos presentan cobertura geriátrica y el resto, el 68%, no tiene ninguna unidad especializada. Para una correcta atención a esta patología es necesario no sólo aumentar y mejorar las coberturas sociales, sino asegurar una correcta atención geriátrica.
Envejeciendo
Alerta a los vecinos
El tratamiento del Síndrome de Diógenes incluye varios aspectos. Por lo general, las
alarmas suenan cuando el anciano, que en muchas ocasiones vive solo, comienza a dejar de lado su aspecto personal y se preocupa más por recolectar desechos y basura que acumula de una forma casi enfermiza en su vivienda. En situaciones así son los vecinos los que primero alertan a los servicios sociales de los cabildos. Pero los afectados se pueden negar a ser atendidos. El siguiente paso es que los Servicios Sociales se personen en la casa. Tras una investigación del caso y un intento de persuasión para que el mayor sea asistido por un psiquiatra, se procede a la intervención policial si éste se niega a ceder.
Una de las características que presenta el Síndrome de Diógenes es que cuando son dos las personas de edad avanzada, uno de ellos puede arrastrar al otro a esta situación. Se puede inducir a una persona, y, por lo general el otro no se puede resistir. A veces hay que separarlos después de que se ha hecho la intervención sanitaria.
El perfil del afectado se corresponde con una persona de más de 65 años, pero contrario a lo que se pudiera pensar, no necesariamente se trata de personas de baja condición social o económica. No tiene nada que ver con lo que antes se tuviera ni con lo brillante que la persona fuera. Existe más bien cierta asociación con la soledad. La posición socioeconómica no protege de su aparición, ya que también se da en casos de personas con títulos universitarios, con un alto nivel económico y carreras profesionales brillantes.
El tratamiento del Síndrome de Diógenes requiere un abordaje en dos sentidos. Por un lado, es indispensable un diagnóstico para saber cuál es la patología de base que genera este comportamiento.
El otro aspecto es la atención social, que supone atender las necesidades de vivienda e higiene del afectado. Se necesita, un seguimiento conjunto de los servicios sociales, pues se trata de personas con alto número de comorbilidad (enfermedades acompañantes y alteraciones del oído o inclusive nutricionales). El seguimiento es fundamental, pues una vez que el mayor regresa a su domicilio se puede repetir el síndrome. Pueden aparecer otros brotes, pero cuando hay algún enganche social suele ser más fácil tratarlo. Estamos ante un síndrome heterogéneo. Y el pronóstico es sombrío por el deterioro mental que ya se ha producido. Por eso es fundamental procurar que estas personas estén bien atendidas.
Entre los consejos que dan los especialistas está el que familiares, vecinos y amigos vigilen a sus mayores si viven solos, especialmente si observan algún elemento de riesgo, como los comportamientos huraños o el aislamiento voluntario.
Como dijera en otra ponencia parafraseando a Gustavo Adolfo Bécquer: ¡Dios mío, qué solos se quedan los viejos! (Véase mi ponencia: La Vejez y el Sexo en monografías.com).
Prosiguiendo
Biología y el "Síndrome de Estocolmo Doméstico" (SED): El Grito Silencioso
En dos de mis ponencias, una ya publicada en monografías.com, El Aprendiz de Mago: Una Lección en la Neuropsicología Humana y en Síndrome de Estocolmo. Describo en detalle aspectos distintos de la sumisión humana a sus torturadores y a los fenómenos tanto físicos como psicológicos que con este fenómeno se asocian.
Asimismo hemos adaptado estas lecciones a otros hallazgos que son particulares de la violencia cuando ésta se inflige a seres vulnerables y pocos maduros, como son los animales domésticos y los niños cuando muy jóvenes.
En los Estados Unidos, se conoce como "El Grito Silencioso", el maltrato de la mujer por el esposo o compañero. Aquí se pone el consorte como perteneciendo al género masculino, porque parece ser, que cuando la relación es lesbiana, pocas comunicaciones de ataque al cónyuge se reportan — si es que, éstos, del todo ocurren.
Será la testosterona…
A pesar de que en la actualidad las cifras de incidencia relativas a la violencia contra la mujer; ejercida por esposos o compañeros íntimos, están ganando reconocimiento, lo cierto es que aún queda mucha realidad que permanece oculta.
Pero, la violencia contra la mujer, mientras haya hombres débiles y pusilánimes y mujeres inseguras de sí mismas y codependientes en todas sus formas sumisas, siempre existirá. (Véase mi artículo: El terrorismo sexual, una tragedia con bases universales).
En la República Dominicana y aun en otros países de Latinoamérica, la violencia conyugal se estima que existe en proporciones mayores que la que se reporta por razones de índoles tanto sociales como económico/religiosas.
El hombre en la mayoría de los casos, mantiene la hegemonía económica en el hogar y la mujer asume el estoicismo servil que de ella espera la iglesia dominante; en un país que de modo anacrónico mantiene un concordato con el Vaticano.
Debido a ese "silencio" forzado por la "mordaza" que el establecimiento le impone a la mujer, aquí lo conoceremos en adelante como el "grito silencioso".
Escuchémoslo
Rosana
Rosana se casó cuando sus padres lo dispusieran a los 21 años.
Contrajo nupcias en el estilo de algunas religiones y de períodos, felizmente, pasados de la historia humana.
Boda enorme, muchos gastos, muchos aspavientos. Brindis en abundancia. Luna de miel en un crucero. Embarazo — no antes de los diez meses — please.
Y cada cual por su cuenta.
"Cada cual por su cuenta" traduce en que el marido seguiría sus aventuras sexuales, como si todavía fuera soltero; mientras que Rosana le parió seis hijos, en sucesión muy rápida.
Rosana era celosa, porque temía que el marido se le iría con una mujer más joven o más apuesta que ella.
Fue cuando se percatara de infidelidades por parte del esposo, que comenzaría a reclamarle y a incitar argumentos nocturnos para resaltar su infelicidad y sus sentimientos de alienación afectuosa.
El marido respondía sometiéndola al sexo forzado y a ignorar sus súplicas, acusándola de ser una arpía celosa.
Cuando él dejara de responder. Empezara a llegar más y más tarde del trabajo — si es que llegaba — O permanecía en sus fincas, donde pasaba las jornadas.
Rosana se mudó con sus padres, llevando los hijos consigo.
Cuando se enterara de la ausencia de su mujer e hijos. Abelardo, el enfurecido esposo, se apersonó en la casa de sus suegros, cuando ellos estaban ausentes — allí llegó, borracho y armado con una fusta.
Entrando a la casa, dice a la asustada esposa: "Te voy a dar una paliza en frente de los niños, para que aprendas a obedecer".
Ante la furia del ataque y el gritar de niños y sirvientes, Abelardo se atemorizó, ya que temía (aun borracho) la reacción de los vecinos.
Ahí se estableció el significado del título de esta lección: "Si tú gritas. Me consigo un abogado y te quito los niños".
Muchas noches pasaron, mientras que Rosana se ahogaba en silencio, libando el sabor de sus lágrimas amargas — el grito silencioso, su respuesta a las palizas que Abelardo de rutina propinaba.
El asunto se resolvió de manera tristemente fortuita.
Abelardo había apadrinado la hija de un capataz de una de sus fincas enormes. Para la niña escogieron el nombre de Cristina Emilia, nombres de las mamás de Abelardo y de la de Antonio, el capataz privilegiado — por ser ahora compadre de su patrón.
Pero, las niñitas crecen, y algunas crecen muy lindas… Por lo menos así pensaba el devoto padrino cuando llegaba a visitar su ahijada de quince años, colmado de regalos.
Nadie lo sospechaba, pero una relación sexual subrepticia entre ahijada y padrino — como tantas que hemos visto — floreció (¿o es que la relación se marchitó?) entre ambos, cuando Abelardo comenzara a salir a caballos con Cristina Emilia a inspeccionar su latifundio.
Todo terminó en una breve ceremonia tan triste como patética; como la que transcurriera, cuando Antonio entrara a la estacioncilla policial del campo donde viviera, pronunciando las siguientes palabras:
"Me entrego, sargento. Maté al compadre".
Muchos expertos ven en la violencia conyugal una causa universal, lo que se contradice por la evidencia de que hay violencias y violencias — no siendo todas idénticas.
Algunos investigadores de este fenómeno creen que en apariencias, el abuso crea y mantiene en la pareja una dinámica de dependencia, debido a su efecto asimétrico sobre el equilibrio de poder — siendo el vínculo traumático producido por la alternancia de refuerzos y castigos.
Eso sucede en el caso de niños de padres abusivos, como sabemos que fueran los que en otras ponencias hemos presentado.
El abuso final…
Pero, cuando se trata de seres adultos, creemos que las codependencias priman sobre todas las demás causas.
Gozamos de las siguientes evidencias para soportar esta posición:
Fallos existen en el desarrollo psicosexual de ambas partes. Víctimas y verdugos.
Ambos mantienen una complicidad funcional manifiesta.
Muchas veces el fallo de evolución es en el desarrollo del narcisismo, el cual queda detenido en fases orales y anales nunca sobrepasadas por no ser resueltas.
Muchos distorsionan, viviendo en el dolor del otro: fantasías de rescate; y en la práctica: el uso repetitivo de defensas de índole obsesivo compulsivas, como Freud aptamente señalara. (Véase mi tesis: Fantasías de Rescate y la Teoría del Romance Familiar).
La fase obsesivo compulsiva del hacer, deshacer y rehacer; ocurre cuando todo termina — temporalmente — con reconciliación apasionada.
Las víctimas, defienden con alacridad el amante que las tortura, para comenzar de nuevo. A pesar de los daños, a menudo serios, que han sostenido a manos de él.
Por supuesto, en el transcurso de su evolución histórica, el psicoanálisis ha contribuido profusamente al entendimiento de los fenómenos sexuales del sadismo y del masoquismo. Lo que ha hecho sin la asistencia concurrente de la neurociencia.
También tenemos que entender el impacto que imprimen las diversas subculturas.
En muchas tribus primitivas el abuso contra la mujer se perpetraba por celos y por sospechas de haber sido engañado biológicamente asignando a quien abusa la paternidad de un hijo ajeno.
Ese tipo de lesión narcisista la hemos estudiado en otras lecciones acerca del amor, la infidelidad y los celos, disponibles en monografías.com.
Acerca de la violencia conyugal en las clases humildes y pobres de nuestros países, donde el matrimonio se consolida brevemente en la ejecución del acto sexual. Los actos de violencia que se catalogan bajo "el grito silencioso", de acuerdo a trabajadores sociales que los atienden, no son ni tan frecuentes ni tan ritualistas como el que caracteriza los de las clases educadas o pudientes.
Pero, en el Síndrome de Estocolmo original, los lazos emocionales que existieran entre captores y cautivos eran tenues o inexistentes, mientras que la violencia familiar ocurre dentro de los confines de hogar — lo que los diferencia y mucho.
Nosotros concluimos que, el Síndrome de Estocolmo Doméstico carece de la firmeza rigurosa necesaria para que se establezca como entidad circunscrita y definida por la concurrencia de los "síntomas" presentes — en lo que consiste la definición del término "síndrome".
Entonces, de aquí — ¿hacia dónde vamos?
La neurociencia, finalmente, al recate — como, a menudo repetimos…
La biología del SED
Dolor, violencia, sexo y amor son fenómenos asociados con la descarga de una variedad de hormonas y neurotransmisores dentro del organismo. Además, los seres humanos, se ha demostrado, que exhiben respuestas provenientes del SNC en sus cuerpos mientras observan, escuchan o imaginan esas experiencias. (Véase mi artículo: Los Trastornos del Comer: Una Tesis Evolucionaria Avanzada en monografías.com).
Las endorfinas se producen en la presencia de experiencias penosas, que las transforman en situaciones placenteras que pueden tornarlas en actividades adictivas. Es este el caso de personas que se adicionan al dolor, a veces auto-inflicto. De esta manera, los actos de auto-mutilación y de comportamientos masoquistas pueden actuar de manera similar. (Véase mi artículo: Auto mutilación — La "cirugía" plástica del neolítico que sosiega el ego… en Psikis y Anorexia y Éxtasis por V. Compan en Proceedings of the National Academy of Science).
Un área establecida reside en la región del núcleo de accumbens, parte del sistema límbico.
Sustancias químicas cerebrales como la serotonina y la melantonina pueden ser influenciadas por experiencias emocionales y estresantes.
La epinefrina y la noradrenalina son descargadas durante el estrés o durante experiencias dolorosas, causando un arrebato de placer ("rush").
Los efectos del maltrato en el llamado SED actuando en el balance químico del cuerpo posiblemente refuerzan los comportamientos que crean estados psíquicos, en algunas personas, que promueven la búsqueda de tales experiencias.
En resumen
Aquí arribamos a territorio más sólido que apunta en la dirección de las codependencias, algo que debemos reconocer y tratar, si no es el caso de Rosana. (Véanse mis ponencias al respecto en monografías.com)
Nos queda concluir, que el SED, como entidad diagnóstica no existe.
Fin de la lección.
Bibliografía
Larocca, FEF: La Crueldad y la Violencia: Anatomía de Entidades Inmanentes en monografías.com
Larocca, FEF: El Terrorismo en monografías.com
Larocca, FEF: El Lavado del Cerebro y los Cultos en monografías.com
Para más artículos relacionados a este tema: http://www.monografias.com/cgi-bin/search.cgi?query=violencia%20larocca/
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca