- Introducción
- Educar para toda la vida
- El proceso de enseñanza – aprendizaje desde un carácter desarrollador
- Las estrategias didácticas durante el proceso de enseñanza aprendizaje
- La evaluación desde un enfoque formativo
- Conclusión
- Bibliografía
Introducción
La educación es un derecho del ser humano, que debe exigir y hacer que se cumpla de acuerdo a las demandas del mundo actual. Asimismo, es necesario mencionar que el artículo 3° de la constitución establece que la educación será laica, es decir ajena a cualquier doctrina religiosa sustentándose en la libertad de creencias.
Los principios que rigen la laicidad mantienen su carácter vigente, puesto que son fundamentales para fortalecer los objetivos señalados en los programas de estudio, en este sentido se pretende ejercer una libertad regida por un razonamiento crítico y un cúmulo de valores aplicados a la realidad.
Al respecto, se entiende la relevancia de promover un pensamiento laico, con la finalidad de transformar nuestras actitudes ante las diferentes creencias, costumbres y formas de actuar de las demás personas. Aceptar que existen diferentes formas de pensar, y por lo tanto respetarlas, para no caer en la necedad de reemplazarlas o imponer nuestras ideas, de esta forma se obtendrá una convivencia favorable.
La pertinencia de la laicidad esta intencionalmente vinculada con los retos de la educación básica, sin embargo existen situaciones que ocasionan un desglose de criticas y acciones dañinas hacia quiénes se expresan en desacuerdo con los estereotipos forjados por la sociedad. Como ya se menciono el pensamiento laico le da la libertad al individuo de decidir su proyecto de vida, integrarse a la sociedad tal como es, lejos de someterse a un ideal que no quiere por temor a ser sancionado o castigado.
Un bienestar social basado en valores se conformará en la medida que propiciemos la laicidad en las nuevas generaciones, teniendo en cuenta que para lograrlo debemos darle fuerza, tener la iniciativa para empezar a practicarla.
Es importante que en la escuela se reconozca el valor tan importante que la laicidad tiene, comprometerse en la aplicación de acciones que generen en los alumnos un pensamiento libre, consciente y autónomo para asegurar una vida digna.
El ser humano está enfrentando problemáticas sociales que requieren de acciones pertinentes, derivadas de investigaciones sólidas y verificables. En este sentido, es primordial que, empiece a comprender lo que está sucediendo en el entorno, a fortalecer sus conocimientos, habilidades, actitudes y valores, desde un marco integral, preparándose para asumir los riesgos y proponer soluciones creativas coadyuvadas al progreso de la sociedad actual.
Emergen condiciones de carácter social, que obstaculizan la convivencia armónica entre los individuos. Si bien es cierto cada individuo tiene una personalidad que lo caracteriza, reflejándose en su forma de actuar, pensar y sentir; originada por las influencias determinadas por: la familia, la escuela, los medios de comunicación y las demás personas que habitan en su medio.
Es primordial concebir actitudes que propicien cambios efectivos; por lo que durante el proceso educativo, se pretende desarrollar competencias para la vida, en este sentido los agentes que intervienen en la educación, tienen que asumir compromisos que potencialicen las dimensiones: cognitiva, afectiva, valorativa y practica de los niños; de acuerdo a lo propuesto en la Reforma Integral de Educación Básica.
Educar para toda la vida
La educación para toda la vida responde a las exigencias de un mundo cambiante en el que se reflejan problemáticas sociales que necesitan soluciones adecuadas. Desde este panorama, la educación constituye la fuerza y el camino hacia la transformación, la cual deberá tornarse con fines universales, equitativos y trascendentales. En este sentido la "El proceso de educación formal tiene por objeto la formación de un sujeto crítico, adaptado activamente a su sociedad y en condiciones de:
Construir nuevos saberes y conocimientos que permitan mejorar o acrecentar los ya construidos por su cultura.
Utilizar los saberes y conocimientos construidos para resolver los nuevos problemas que su medio social le presenta (políticos, económicos, de salud, de vivienda, etc.)
Convivir con sus semejantes en un marco de tolerancia, solidaridad, cuidado mutuo y respeto."[1]
La escuela contribuirá al desarrollo integral de los niños, a través de los cuatro pilares de la educación: aprender a conocer, aprender a vivir juntos, aprender a ser y aprender a hacer, estrechamente relacionados en función a la movilización de saberes. A continuación se explica la concepción que asume la educación, partiendo de los cuatro pilares ya mencionados.
Aprender a conocer, se refiere a comprender el mundo que nos rodea en condiciones de conocer y descubrir. Incrementar el saber implica entender mejor los múltiples aspectos del medio, además fortalece la curiosidad intelectual propiciando el sentido crítico para interpretar la realidad.
Aprender a vivir juntos, a partir de un conocimiento profundo de los demás, sus tradiciones, costumbres, historia y espiritualidad en base a valores como: la solidaridad, el respeto, la tolerancia, entre otros. Con el propósito de instituir un nuevo espíritu para la unión en la resolución de problemas comunes.
Aprender a ser, ineludible tarea que debe potencializase en el ser humano tanto física como mentalmente, promoviendo la inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual y espiritualidad. Que conlleve a un pensamiento autónomo – crítico, propiciando de esta manera la elaboración de juicios propios, para la toma de decisiones al enfrentar las diferentes situaciones.
Aprender hacer, radica en lograr que los aprendizajes evolucionen, se demuestren por medio del desempeño eficaz, entonces los docentes tendrán que guiar los procesos de aprendizaje mediante estrategias innovadoras que atiendan a la diversidad que existe en el entorno escolar.
Es pertinente señalar que "La educación durante toda la vida permite, sencillamente, ordenar las distintas etapas, preparar las transiciones, diversificar y valorar las trayectorias".[2] Con el objeto de terminar con el rezago educativo, la exclusión y las prácticas rutinarias. De esta manera la educación se enlaza entre los cuatro pilares de la educación, puesto que, de acuerdo al currículo se pretende desarrollar contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales, como se muestra en el siguiente organizador grafico.
Por lo tanto, la escuela está obligada a ofrecer oportunidades de aprender desde un enfoque formativo, impulsando en los alumnos aprendizajes autónomos. Esto significa, desarrollar a lo largo de los tres niveles de la educación las competencias para el aprendizaje permanente, competencias para el manejo de la información, competencias para el manejo de situaciones, competencias para la convivencia y competencias para la vida en sociedad.
El proceso de enseñanza – aprendizaje desde un carácter desarrollador
Se entiende que "El proceso de enseñanza aprendizaje constituye la vía mediatizadora esencial para la apropiación de conocimientos, habilidades, hábitos, normas de relación, de comportamiento y valores, legados por la humanidad, que se expresan en el contenido de enseñanza, en estrecho vínculo con el resto de las actividades docentes y extradocentes que realizan los estudiantes".[3] Por lo que se constituye como el proceso de enseñanza aprendizaje ya que se niega la separación alguna, puesto que, no se puede llevar a cabo uno sin el otro, pues ambos cumplen el objetivo de formar integralmente al ser humano.
La enseñanza se expresa como el "…proceso de organización de la actividad cognoscitiva de los escolares, que implica la apropiación por estos de la experiencia histórico-social y la asimilación de la imagen ideal de los objetos, su reflejo o reproducción espiritual, lo que mediatiza toda su actividad y contribuye a formación integral".[4] Esta concepción le adjudica una enorme responsabilidad al docente, ya que se destacan los elementos esenciales que corresponden a una enseñanza de calidad.
Con respecto al aprendizaje, se menciona que "…es un proceso en el que participa activamente el alumno, dirigido por el docente, apropiándose el primero de conocimientos, habilidades y capacidades, en comunicación con los otros, en un proceso de socialización que favorece la formación de valores",[5] por lo que el aprendizaje no suele darse individualmente, debe existir una interacción entre maestro-alumno, alumno-maestro y alumno-alumno, para que después cada niño interiorice y aplique todo lo aprendido.
Las estrategias didácticas durante el proceso de enseñanza aprendizaje
Es importante mencionar que los métodos se conforman de estrategias, por lo cual, estas deben analizarse detenidamente, para que al aplicarlas contribuyan al desarrollo eficaz de los contenidos, haciendo uso de materiales didácticos y formas de organización, en concordancia con los objetivos que asimismo son evaluados permanentemente para verificar su cumplimiento. (Todos estos se plasman en la planeación docente).
De esta forma, "El método (¿Cómo enseñar y cómo aprender?) Constituye el sistema de acciones que regula la actividad del profesor y los alumnos, en función del logro de los objetivos. Teniendo en cuenta las exigencias actuales, se debe vincular la utilización de métodos reproductivos con productivos, procurando siempre que sea posible, el predominio de estos últimos".[6] Con esto, se puede decir que en los métodos ya creados se pueden adaptar las estrategias en función de los alumnos.
Al respecto, Monereo, menciona que "Las estrategias son siempre conscientes e intencionales dirigidas a un objetivo relacionado con el aprendizaje".[7] Entonces, para dirigir el proceso de enseñanza aprendizaje, deben diseñarse y aplicarse estrategias didácticas que promuevan el desarrollo de competencias, teniendo en cuenta diversos aspectos relacionados con las características y necesidades de los alumnos; asimismo, comprender que las estrategias deben ser flexibles con la finalidad de responder oportunamente a los imprevistos o dificultades.
Sabemos que existen diversas estrategias, pero en ocasiones no se conocen a profundidad sus elementos esenciales para poder diseñarlas o ponerlas en práctica; por lo tanto es necesario saber que se le llaman estrategias didácticas "…al conjunto de las acciones que realiza el docente con clara y explícita intencionalidad pedagógica",[8] las cuales fungen como orientadoras, en relación al desarrollo significativo de conocimientos, habilidades, valores y actitudes; asimismo, deben ser pertinentes, alcanzables y aplicables lo cual posibilitará el cumplimiento de tales estrategias.
La autora Cecilia Bixio, plantea que las estrategias didácticas se conforman de la siguiente manera:
"El estilo de enseñanza, del docente, esto es, aquellos comportamientos del docente que producen determinados logros (o no) en los alumnos.
El tipo de estructura comunicativa que propone en la clase, que sostiene, a su vez, una determinada estructura de participación.
El modo de presentar los contenidos.
La consigna.
Los objetivos y la intencionalidad educativa.
La relación que establece entre los materiales y las actividades.
La relación que el docente pudo realizar entre su planificación, el proyecto institucional y el currículo.
La representación que el docente tiene acerca de la funcionalidad práctica de los aprendizajes que promueve.
Los criterios a partir de las cuales realiza la evaluación de la actividad en términos de proceso de aprendizaje y del resultado de la misma en términos de logro.
Las representaciones cognoscitivas y afectivas".[9]
De acuerdo a lo anterior, la autora propone un planeamiento de los aspectos que se deben tomar en cuenta para la elaboración de estrategias, haciendo mención de elementos importantes que son necesarios, sin embargo no se señalan algunos otros que también influyen para diseñar y aplicar una estrategia, como por ejemplo la relación de los contenidos, con el contexto y los conocimientos previos de los alumnos, los ritmos de aprendizaje, la edad, entre otros. También es necesario realizar un diagnóstico integral, para que, de acuerdo a la información obtenida se planifiquen las acciones que ofrezcan las oportunidades de aprendizaje.
Las estrategias didácticas deben estar enfocadas al logro de aprendizajes significativos; relacionadas con los contenidos, objetivos, materiales, recursos o medios didácticos y por supuesto a la evaluación, esta última debe ser permanente y no debe ser aplicada al final a través de instrumentos obsoletos como por ejemplo un examen en el que el niño tiene que verter los conocimientos aprendidos de manera mecánica, esta forma de evaluación tradicional ha cobrado más fuerza y tiende a ser un obstáculo para mejorar la formación de los educandos.
La evaluación desde un enfoque formativo
Los expertos sobre la evaluación presentan las distintas acepciones que se han estudiado con el propósito de analizar los elementos esenciales que la conforman y su viabilidad, partiendo de las experiencias pedagógicas suscitadas en los contextos escolares.
La problemática de la evaluación recae precisamente en la confusión conceptual y la aplicación durante el proceso educativo; es entonces que se comete un grave error al evaluar sometiéndola únicamente a una mera calificación que resulta de un examen o criterios carentes de un juicio crítico.
Si bien es cierto, estamos regidos por las autoridades educativas que exigen una evaluación normativa, pero al mismo tiempo se nos asigna el reto de incursionarla con criterio amplio hacia el desarrollo de competencias para la vida. Es una prioridad forjar una valoración íntegra asentando claramente las formas en función de qué, cómo, para qué, con qué y cuándo evaluar, adquiriendo los fundamentos que sirvan para perfeccionar la formación de los educandos.
Al reflexionar acerca de los resultados que ofrece un examen con la intención de verificar lo aprendido durante un tiempo determinado se puede decir que solo es una mínima posibilidad, tomando en cuenta que en repetidas ocasiones los estudiantes se preparan para contestar correctamente los exámenes, por lo tanto debemos observar estratégicamente los procesos de desarrollo, detectar las dificultades y tomar decisiones apropiadas para erradicarlas, pero en principio romper totalmente con la evaluación tradicional que solo sanciona, censura, etiqueta, intimida y deteriora la práctica docente.
En la reforma actual la evaluación surge como un componente fundamental de las propuestas a implementar en las instituciones de educción básica. Se hace necesario el reconocimiento a nivel nacional e internacional a través de una educación integral que además responda a las pruebas estandarizadas: Enlace y PISA.
Entonces, nuestra labor demanda conocer las finalidades de la evaluación para intervenir oportunamente en el proceso de enseñanza – aprendizaje, atender a la diversidad, asumir los propósitos que se establecen en los programas, contextualizar los contenidos y desempeñarse activamente en colectivo.
Se establece una evaluación de carácter formativo que incluya los dos procesos de enseñanza – aprendizaje para que ambos sean beneficiados; entendiéndola como la facilitadora de la adquisición de información que sirva para potenciar el progreso del alumno, así como la práctica del maestro; al inicio, durante y al final de las actividades que se pretenden llevar a cabo, poniendo mucha atención en las actitudes que vayan surgiendo.
Po lo tanto la evaluación es una categoría esencial de la educación basada en la valoración del desarrollo y los resultados de los aprendizajes, en función de orientar la enseñanza e informar a los padres de familia, de tal manera que se involucren con la escuela en las acciones de apoyo dirigidas a los estudiantes.
La reforma integral vincula los tres niveles de Educación Básica, en los cuales se contemplan los estándares curriculares que darán cuenta de los logros en: lengua, matemática, ciencias, inglés, tecnologías de la información y la comunicación, al terminar el preescolar, tercero y sexto de primaria, al finalizar la secundaria; asimismo, en los programas de estudio se destacan los aprendizajes esperados que permitirán tener referentes de evaluación para darle seguimiento a los avances del aprendizaje.
Es preciso resaltar que la propuesta pedagógica que está en marcha será efectiva cuando el docente se apropie de esta, se esfuerce por hacerla posible y desde el marco flexible de los programas retome las características e intereses de los educandos y las necesidades de su entorno.
Se sugiere que se compartan con los estudiantes los aprendizajes esperados y los criterios de evaluación, esto contribuirá a una familiarización consciente, participación activa e interacción en las formas de organización. El maestro debe incluir el planteamiento de problemas reales que motiven a los alumnos a proponer las acciones pertinentes para su solución; este suceso propiciará el fortalecimiento de conocimientos, habilidades, valores y actitudes que se reflejarán en una evaluación satisfactoria.
En relación a lo expuesto, se considera que los docentes somos los responsables de implementar el enfoque formativo de la evaluación, hacer uso de variados instrumentos evaluativos, ejercer la autoevaluación, la coevaluación, identificar los rezagos, sus causas y la toma de decisiones en la implementación de estrategias innovadoras, en este sentido cambiar la práctica educativa.
Conclusión
La escuela debe enfrentar los retos que se le presentan en la actualidad, con el propósito de acrecentar la calidad educativa basada en el desarrollo de competencias, de acuerdo a esto, se afirma que la institución escolar tiene un quehacer inmenso determinado por la sociedad, la cual debe involucrarse y participar activamente en el proceso educativo con la finalidad de cumplir con los objetivos establecidos que recaen en la formación integral de los estudiantes. Al respecto, "La escuela, es junto con la familia, la institución social que mayores repercusiones tiene para el niño. La escuela será determinante para el desarrollo cognitivo y social del niño y, por lo tanto para el curso posterior de su vida". [10]
Ser maestro implica estar preparado para enfrentar satisfactoriamente los desafíos educativos del siglo XXI, fortalecer las competencias acordes a los perfiles de la docencia que se requieren, trabajar en colectivo, fomentar el trabajo cooperativo, asumir actitudes de empatía y cambio atendiendo apropiadamente las problemáticas que se suscitan en los escenarios tanto escolares como sociales.
Entonces, los docentes debemos favorecer en los educandos el interés por aprender, guiar los procesos de aprendizaje, desarrollar el pensamiento crítico, matemático y científico, promover valores propiciar ambientes adecuados, reflexionar sobre las acciones que emprendemos en aula, modificarlas e implementar con libertad estrategias adecuadas para reorientar y mejorar la práctica docente.
Los docentes tenemos que asumir compromisos para enfrentar los desafíos y retos actuales que demanda la sociedad del siglo XXI, respecto a:
Actualizarse continuamente.
Gestionar y hacer buen uso de las tecnologías de la información y comunicación.
Implicar a los padres de familia en el proceso educativo.
Solicitar la intervención de instancias para llevar a cabo talleres y conferencias.
Crear ambientes favorables durante el proceso de enseñanza aprendizaje.
Trabajar en colegiado.
La labor docente debe ser trascendental ubicándola como medio para la construcción de éxitos, es por ello que debemos valorarla y consolidarla a través de una formación continua, puesto que es una oportunidad esencial que nos motiva a seguir aprendiendo, participando e interactuando activamente. Es de suma importancia que el maestro actúe de manera, activa, creativa e innovadora, dispuesto a convertir la enseñanza en un acto desarrollador, aplicado al aprendizaje, tomando en cuenta las características, estilos de aprendizaje, diferencias, intereses y necesidades de los estudiantes.
Bibliografía
1. BIXIO, Cecilia. Enseñar a aprender. Edit. Homo Sapiens. Argentina. 2002.
2. CARVAJAL, Francisco. Joaquín Ramos García. ¿Enseñar o aprender a escribir y leer? Edit. Sevilla. Morón Sevilla. 1999. Págs. 222.
3. CEIDE. Desafío escolar. Edit. CEIDE. México. 2005. Págs. 72.
4. MONEREO, Carles. Estrategias de enseñanza y aprendizaje. Edit. SEP. España. 1997. Págs. 191.
5. PALACIOS, Jesús y otros. Desarrollo psicológico y educación I. Edit. Alianza. Madrid. 1990. Págs. 401.
6. SEP. Guía. Reforma Integral de Educación Básica Diplomado para maestros de primaria 3° y 4° grados.
7. ZILBERSTEIN, José. Aprendizaje, enseñanza y educación desarrolladora. Edit. CEIDE. México. 2005. Págs. 34.
8. ZILBERSTEIN, José. Margarita Silvestre. Didáctica desarrolladora desde el enfoque histórico cultural. Edit. CEIDE. México. 2005. Págs. 227.
Autor:
Lucerito Hugolino Pineda
CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO EDUCACIONAL A. C.
(CEIDE)
CENTRO DE EDUCACION DE POSTGRADO
"LEV VIGOTSKY"
MAESTRÍA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN, ESPECIALIDAD EN DESARROLLO DE HABILIDADES INTELECTUALES
LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XXI
C. Gálvez No. 76 Col. Centro, Tlapa de Comonfort, Estado de Guerrero, México.
Tel. 0155 57 30 33 35 e-mail ceideac[arroba]hotmail.com
[1] BIXIO, Cecilia. Enseñar a aprender. Edit. Homo Sapiens. Argentina. 2002. Pág. 19.
[2] SEP. Guía. Reforma Integral de Educación Básica Diplomado para maestros de primaria 3° y 4° grados.
[3] ZILBERSTEIN, José. Margarita Silvestre. Op. Cit. Pág. 72.
[4] ZILBERSTEIN, José. Aprendizaje, enseñanza y educación desarrolladora. Edit. México. 2005. Pág. 16.
[5] ZILBERSTEIN, José. Ibid. Pág. 21.
[6] ZILBERSTEIN, José. Margarita Silvestre. Op. Cit. Pág. 77.
[7] MONEREO. Carles. Estrategias de enseñanza y aprendizaje. España. 1997. Pág. 23.
[8] BIXIO, Cecilia. Op cit. Pág. 35.
[9] BIXIO, Cecilia. Ibid. Pág. 36-37.
[10] PALACIOS, Jesús y otros. Desarrollo psicológico y educación, I. Madrid. 1990. Edit. Alianza. Pág. 289.