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El desarrollo de la competencia para la comunicación educativa en profesionales del magisterio


  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Conclusiones
  4. Bibliografía

Introducción

Ante la efervescente y cambiante sociedad actual, las necesidades de formación de los ciudadanos se prolongan más allá de los primeros estudios profesionalizadores y se extienden a lo largo de toda su vida. La formación permanente resulta cada vez más imprescindible, tanto por las exigencias derivadas de los cambios en los entornos laborales como también para hacer frente a los cambios que se producen en los propios entornos educacionales. La formación docente no termina con la titulación del profesor, sino que se extiende por toda la práctica educativa, incorporando tanto los saberes sistematizados en la llamada formación permanente y los saberes extraídos de la práctica en sí, los que se incorporan como experiencia, sumándose a los saberes propios de la persona que ejerce el oficio docente y que abarcan un espectro más amplio que la pura educación.

"Para mejorar la calidad de la educación hay que empezar por mejorar la contratación, la formación, la situación social y las condiciones de trabajo del personal docente, porque éste no podrá responder a lo que de él se espera si no posee los conocimientos y la competencia, las cualidades personales, las posibilidades profesionales y la motivación que se requieren". Núñez Jover, J. (1994).

La educación postgraduada del profesor de la ETP debe promover un reanálisis permanente sobre los modos de actuar, las motivaciones, las actitudes; las conceptualizaciones acerca de la labor profesional pedagógica. Sin embargo, comúnmente, las acciones de superación no son objeto de análisis y para ello se debe partir de la identificación de necesidades de los docentes.

De lo anteriormente expuesto se deriva la importancia que posee la formación permanente del profesional de la educación, tal y como se señala en el Reglamento de la Educación de Postgrado, que le posibilitan al graduado de los centros pedagógicos la adquisición y perfeccionamiento continuo de los conocimientos, habilidades básicas y especializadas, así como los valores ético–profesionales requeridos para un mejor desempeño de sus responsabilidades y funciones como docente con vistas a su desarrollo cultural integral.

Estas funciones y el mejor desempeño es posible lograrlo a partir del desarrollo exitoso de la competencia para la comunicación educativa con los estudiantes.

El término de competencia comienza a ser utilizado a finales de la década del 50 en los Estados Unidos, fundamentalmente por teóricos pertenecientes a la corriente de la psicología cognitiva y la comunicación, desde su origen, ha estado asociada a la actividad del hombre. En ella se expresa cómo este interactúa con los demás, y, a su vez, constituye una vía para la interacción. La comunicación está condicionada por el lugar que ocupa el hombre dentro del sistema de relaciones sociales.

La comunicación educativa debe reunir determinados requerimientos tales como: las condiciones en que ésta se realiza y el papel que juega cada uno de los participantes en ella.

Es por ello que la formación permanente en la Universidad Cubana debe asumir un concepto nuevo y mucho más amplio, acorde a las exigencias actuales con énfasis en la Educación Técnica y Profesional (ETP) y la superación de los profesores en las Empresas de la Producción y los Servicios.

El presente trabajo refiere aspectos sobre el desarrollo de la competencia para la comunicación educativa en los profesionales de la Educación Técnica y profesional.

Desarrollo

Las transformaciones que se producen en la ETP específicamente la referida al reciclaje periódico del docente por la Empresa precisa que se adopten nuevos enfoques al proceso de formación y superación de los profesores que laboran en esta educación y que responda a las exigencias actuales. Lógicamente, para lograr éxito en ello, se requiere la formación permanente de los profesores para que puedan interactuar y preparar la fuerza de trabajo calificada para el trabajo, la producción y los servicios. En virtud de lo anterior se impone la necesidad del desarrollo de la competencia para la comunicación educativa en los profesionales que laboran en esta educación.

Las competencias son características de las personas, están en las personas y se desarrollan con las personas de acuerdo a las necesidades de su contexto económico, social y cultural y sus aspiraciones y motivaciones individuales; por lo tanto no basta con saber, o saber hacer, es necesario poseer actitudes y valores que predispongan al ser humano a utilizar el saber y el saber hacer, y evidenciarlos en el desempeño de su actividad laboral; es decir, querer hacer.

Actualmente existen muchas publicaciones que incluyen este término, por lo que resulta novedoso y acuñado hace relativamente poco tiempo en la educación Autores como Bogoya Maldonado plantea que "la competencia es vista como una oportunidad o una capacidad para poner en escena una situación problemática y resolverla, para explicar su solución y para controlar y posicionarse de esta. La competencia sólo es visible a través de desempeños, es decir, se necesita una mediación de los desempeños para poder explorar la competencia que se encuentra como una caja negra, posiblemente opaca, que es imperativo develar".

Por su parte Torrado Pacheco plantea que "la competencia es esencialmente un tipo de conocimiento ligado a ciertas realizaciones o desempeños, que van más allá de la memorización, la rutina. Se trata de un conocimiento derivado de un aprendizaje significativo".

Y. Argudín (2000), refleja un afán integrador porque resulta un conjunto holístico que emerge de la práctica. L. Álvarez (2000) y no es privativo de la educación, pues fue objeto de atención primero en la gestión de recursos humanos como respuesta a la formación laboral y a la selección de personal M. Gallego, 2000.

Al respecto Añorga Morales (1988) refiere que la competencia profesional es la aptitud para desarrollar de forma idónea una actividad o tarea en relación con otros profesionales de su especialidad o etapas anteriores del auto-desarrollo. Se refiere a la eficiencia en los conocimientos, hábitos y habilidades demostradas en la práctica académica laboral.

A este criterio se adscribe la autora porque se aviene a la actividad que se desarrolla en la Educación Técnica y Profesional (ETP) donde prevalece la comunicación como idea central a partir de relación con otros profesionales de su especialidad o etapas anteriores del auto-desarrollo.

Los centros educacionales deben facilitar el aprendizaje de métodos para adquirir nuevos conocimientos o habilidades y capacidades básicas, enseñar a los jóvenes a comunicarse, analizar los problemas y disponer de la capacidad necesaria para su solución, priorizando el trabajo técnico en grupos.

La comunicación humana, permite la conformación y presentación del mundo interior del hombre; los procesos afectivos, cognitivos, cualidades de la personalidad, además de cumplir funciones de tipo informativa y reguladora. Es precisamente la comunicación la que adquiere un papel importante en la adquisición y desarrollo de los conocimientos, constituye el vehículo de relación social del individuo y desempeña un rol principal en la formación de su personalidad. Es esencialmente diferente y superior a toda otra forma de comunicación conocida.

Los seres humanos, cuando se comunican entre sí, pueden decir todo lo que quieren y entender todo lo que se les dice: no existe animal ni máquina capaz de hacer esto.

Etimológicamente comunicar proviene del latín communicare, que significa: establecer algo en común con alguien, compartir alguna apreciación, alguna idea. Como se puede observar de una u otra manera el término comunicarse hace referencia al establecimiento de una cierta sintonía entre los sujetos implicados en el proceso. Se debe tener en cuenta, como elemento de importancia que precisamente la comunicación es un proceso, que es un intercambio regulado y que siempre existe una intención por parte de los interlocutores.

En este mismo orden de ideas se precisa que la comunicación puede entenderse como intercambio, interrelación, como diálogo, como vida en sociedad, todo ello relacionado indisolublemente con las necesidades sociales del hombre. Comunicación es pensamiento compartido, es conocimiento mutuo.

La didáctica de la Educación Avanzada estudia los procesos de enseñanza aprendizaje a partir de dos categorías: actividad y comunicación.

Este proceso de intercambios, complejo y multifacético, regulado e intencional; es concebido por los autores marxistas como compuesto por tres elementos fundamentales:

  • La comunicación como función informativa, enfatizándose el aspecto del intercambio de información.

  • La comunicación como proceso de regulación de la conducta, enfatizándose los aspectos interactivos y de influencia mutua entre los actores.

  • La comunicación como proceso de percepción interpersonal, enfatizándose los aspectos afectivos de la misma.

La actividad comunicativa presente en toda expresión de la actividad humana (laboral y social), es el centro de la clase como actividad pedagógica y se concreta en la conversación docente y en los procesos de comprensión, análisis y construcción de significados que tienen lugar entre los sujetos interactuantes (el profesor y los estudiantes) en ese contexto de comunicación. La actividad comunicativa es resultado de una de las funciones básicas del lenguaje: la comunicación.

El éxito de las actuales transformaciones de la ETP y de la formación permanente de los profesores, depende de la medida en que los mismos sean capaces de materializar en la práctica el desarrollo de la competencia para la comunicación educativa con sus estudiantes.

Las características de los Institutos Politécnicos en cuanto a su régimen de estudios, las características del claustro pedagógico, el momento de la superación, las características de las especialidades son elementos a tener en cuenta a la hora de planificar la formación permanente.

A partir de los criterios expuestos se precisa establecer alianzas estratégicas a parir de la integración entre los Institutos Politécnicos y las Empresas, el problema no resiste más allá de una adecuada organización de la superación de los docentes por parte del Departamento de la ETP de la Universidad de Ciencias Pedagógicas, las Direcciones Municipal y Provincial de Educación, la Institución Politécnica y las Empresas. Para lo cual se requiere el desarrollo de la competencia para la comunicación interinstitucional y alcanzar el objetivo que se propone.

Pues a decir de la autora Castellanos Simons (2003), citado por Santos Baranda (2005) "la competencia es una configuración psicológica que integra diversos componentes cognitivos, metacognitivos, motivacionales y cualidades de la personalidad en estrecha unidad funcional, autorregulando el desempeño real y eficiente en una esfera específica de la actividad, en correspondencia con el modelo de desempeño deseable socialmente construido en un contexto histórico concreto".

Conclusiones

En los momentos actuales, en que el estudiante adquiere un rol protagónico sobre la base de una comunicación estrecha entre los participantes y un diálogo entre el profesor y el estudiante que establece una interacción enriquecedora para ambos, cobra mayor importancia el desarrollo de la competencia para la comunicación profesional en la actividad pedagógica.

La comunicación será adecuada cuando haya un intercambio franco, abierto, desprejuiciado, sin temas prohibidos y en la que se expresen libremente los sentimientos, en la que se permita desarrollar la confianza necesaria, el respeto mutuo, la aceptación de sí mismo y la colaboración entre todos los miembros del grupo.

La función del profesor de ninguna manera puede verse reducida a la transmisión de conocimientos, a ejercer autoridad en el aula, pues necesariamente tiene que relacionarse y comunicarse con sus estudiantes y brindarles afecto y seguridad a partir del desarrollo de la competencia para lograrlo.

Bibliografía

Álvarez, L. (2000) La educación basada en competencias: implicaciones, retos y perspectivas, p. 26-33. Didac, No. 36, Universidad Iberoamericana Santa Fe, México, DF.

Añorga Morales, J. (1988). Conferencia ofrecida en el curso sobre perfeccionamiento de la Educación de Postgrado en Cuba. La Habana.

Argudín, Y. (2000) La educación superior para el siglo XXI, p. 16-25. Didac, No. 36, Universidad Iberoamericana Santa Fe, México, DF.

Bogoya Maldonado, D. Ob. Cit.

Buxarrais, M. R. (1992) Actitudes, valores y normas: aprendizaje y desarrollo moral, p. 25-31. Comunicación, Lenguaje y Educación, No. 15, España.

Castellanos Simons, B, Miguel Jorge Llivina Lavigna, Ana María Fernández González (2003). La formación de la competencia investigativa. Una necesidad y una oportunidad para mejorar la calidad de la educación. Evento Internacional Pedagogía 22p.

Gallego F., M. (2000) Gestión humana basada en competencias. Contribución efectiva al logro de los objetivos organizacionales, p. 3-9. Revista Electrónica Hispanoamericana de Psicología, No. 9, Colombia.

Núñez Jover, J. (1994). Ciencia, Tecnología y Sociedad. Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología. Editorial Félix Varela. La Habana. p-46

Santos Baranda, J. (2005). Modelo Pedagógico para el mejoramiento del desempeño pedagógico profesional de los profesores de Agronomía de los Institutos Politécnicos Agropecuarios. Tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias Pedagógicas. Ciudad de la Habana.?

Torrado Pacheco, M. C. El desarrollo de las competencias: una propuesta para la educación colombiana. Universidad Nacional de Colombia. Memorias del Taller sobre Evaluación de Competencias Básicas. p 15.

 

 

Autor:

M.Sc. Zeidy Sandra López Collazo.

UCP "RUBÉN MARTÍNEZ VILLENA"