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Concilio de Nicea I. Cristo contra Constantino

Enviado por Apóstol Omar


Partes: 1, 2

    Cristo contra Constantino I

    Constantino I, que llevaba varios años como emperador de Roma, en ese entonces perseguidor de cristianos, se convenció que él no podía echar a los leones a más del 50% de la población romana que en ese momento ya se había convertido al cristianismo. Algunos sacerdotes y obispos, asistentes en el Concilio de Nicea I, aún tenían marcas físicas de torturas recibidas en recientes persecuciones; es decir, que la amenaza de ser echados a las fieras era real, si se hubiesen puesto en contra de los deseos del emperador.

    L a g r a n j u g a d a m a e s t r a d e Constantino I, fue convocar un concilio ecuménico para unificar su particular religión mitraísta, en decadencia, con la novedosa y fortalecida religión cristiana.

    Al concilio asisten los representantes cristianos, procedentes de Jerusalén y toda Palestina, con más de 40 evangelios, varias epístolas, muchos apuntes de los apóstoles, que describían la vida y obra de Jesucristo, de manera bastante completa. También se hicieron presentes los que tenían en su poder las cartas escritas por el romano mitraísta Saulo, alias Pablo, quien no conoció personalmente a Jesús e ignoraba sus enseñanzas.

    En dicho concilio convocado, financiado y presidido por Constantino I se decidió incluir nada más 4 evangelios y un apocalipsis de los más de 80 documentos que contenían información del cristianismo primigenio; y muy por el contrario, se decidió incluir todas las cartas y demás documentos que contenían lo predicado por Saulo-Pablo, que como ya se dijo era mitraísta, igual que el emperador. Sin ninguna posibilidad de oponerse a la voluntad del emperador y con la gran oportunidad de hacer parte del poder político romano, la mayoría de obispos apoyó lo propuesto por el emperador absolutista y tirano.

    A l i s t a i r K e e , u n r e c o n o c i d o historiador, escribió un libro titulado: Constantino contra Cristo y lo subtitula: El origen de la alianza entre la iglesia y el poder político. Leyéndolo encuentra amplia justificación al título contrario: Cristo contra Constantino.

    Teniendo en cuenta lo anterior, el libro VIDA OCULTA DE JESUCRISTOCRISTIANISMO PRIMIGENIO no está en contra del Vaticano ni de cualquier otra organización religiosa cristiana. En el capítulo I: JESUCRISTO ANTES Y DESPUÉS DEL CONCILIO DE NICEA I, con base en información histórica confiable se explica muy bien lo sucedido.

    Actualmente, con la aparición de t a n t o s d o c u m e n t o s c r i s t i a n o s desenterrados y sin una espada en la g a r g a n t a , d e b e m o s c o n v o c a r l a realización de un concilio ecuménico para compilar un Nuevo Testamento, ahora sí, más completo y sin mentiras, un Nuevo

    Testamento como debió ser.

    En el siglo IV se impuso el mitraísmo, en el siglo XXI debe imponerse el cristianismo. Una vez confirmada la veracidad histórica de la biografía de Jesucristo con todas sus enseñanzas, se puede tener en cuenta mi libro como un buen punto de partida para rescatar el cristianismo primigenio, original y auténtico.

    CAPÍTULO I

    JESUCRISTO ANTES Y DESPUÉS DEL CONCILIO DE NICEA I

    Introducción

    Este primer capítulo, que hace parte d e l l i b r o V I D A O C U LTA D E J E S U C R I S T O C R I S T I A N I S M O PRIMIGENIO, está escrito para ser publicado como un texto independiente, con todas las referencias necesarias a los otros tres capítulos, en caso de que el lector desee leer el libro completo.

    El autor, Apóstol Omar, lo escribe deseando que se convierta en razón suficiente para que los cristianos del mundo solicitemos, de manera cordial y r e s p e t u o s a , a l Va t i c a n o C a t ó l i c o , apostólico y romano, a partir del 22 de diciembre de 2012, que convoque al CONCILIO ECUMÉNICO No. 22; para corregir los errores cometidos en el Concilio de Nicea I.

    El autor desea también que cualquier persona, ateo o creyente, seguidor o no de la doctrina cristiana, quede satisfecho con lo dado a conocer después de una responsable y exhaustiva investigación histórica; siendo lo más importante de este capítulo dar respuesta a los siguientes interrogantes.

    ¿Sabía usted que Constantino I fue quien convocó, financió y presidió el Concilio de Nicea I, que es donde se compila y nace el Nuevo Testamento tradicional?

    ¿Sabía usted que existía el peligro real de que todos los obispos y sacerdotes, asistentes al concilio, fueran asesinados en caso de que Constantino I no hubiese logrado imponer su particular religión?

    ¿Sabía usted que antes de dicho concilio un gran número de cristianos veneraba a Jesucristo como un Santo Profeta, enteramente humano, nacido el 21 de agosto del año judío 3753; y que los sacerdotes y obispos, que no firmaron la c o m p i l a c i ó n h e c h a d e l N u e v o Testamento, fueron excomulgados, exiliados, perseguidos, torturados y hasta asesinados?

    ¿Sabía usted que la divinización de Jesucristo (afirmar que él era el mismísimo Dios) se decidió por votación, en dicho concilio, a pesar de haber tenido un gran número de obispos opositores, aunque fuese de manera tímida y prudente?

    ¿Sabía usted que la vida y obra de Jesucristo, antes del Concilio Ecuménico de Nicea I, era bastante diferente a como quedó consignada en dicho Concilio?

    ¿Sabía usted que los 318 obispos que asistieron a dicho concilio, se presentaron con más de 80 documentos cristianos (más de 40 evangelios, apuntes de Andrés y otros seguidores, hechos, epístolas, apocalipsis, etc.); y que de los más de 1000 obispos que no pudieron asistir, un alto porcentaje no estuvo de acuerdo con incluir tan sólo cuatro (4) evangelios; y que solo firmaron las actas finales 220 obispos?

    ¿Sabía usted que destacados teólogos y prestigiosos profesores de religión, de las más importantes facultades de teología del mundo, sostienen que lo que se compiló en el Concilio de Nicea I es, básicamente, la doctrina de Saulo Pablo, muy distante de las enseñanzas de Jesucristo, pero sí, muy similar al mitraísmo del emperador Constantino I?

    ¿Sabía usted que llevamos 21 concilios ecuménicos, y que hace más de 47 años no se convoca a un nuevo concilio, es decir, al C22?

    Si está interesado en saber todo sobre el primer Concilio de Nicea I, tiene usted, a la mano, la investigación más seria, objetiva y completa que se haya escrito al respecto.

    Quien lea este primer capítulo, encontrará suficientes razones para que se convoque el Concilio No.22 Vaticano III.

    Antes del Concilio de Nicea I, la mayoría de los escritos sobre la vida y obra de Jesucristo fueron tenidos como «canónicos», legítimos y verdaderos por grandes comunidades cristianas. En el siglo IV, bajo amenaza de muerte, los verdaderos cristianos fueron derrotados por Constantino I; se impuso Saulo-Pablo sobre Jesús; el obispo Alejandro, defensor y amigo del emperador, sobre el sacerdote Arrio, exponente y defensor del cristianismo primigenio, autentico original. En este concilio se impuso la fantasía sobre la realidad, el mitraísmo sobre el cristianismo. En el Siglo IV, en el Concilio de Nicea I, se dio una pelea teológica de Constantino I contra Jesús, en condiciones muy desiguales; numerosas espadas contra documentos cristianos, en manos temerosas e indefensas. En el siglo XXI, si se logra convocar el C22, las condiciones son más favorables para que Jesús, contra Constantino, resulte triunfador.

    El autor consideró de suma importancia investigar qué motivos, circunstancias materiales, económicas, políticas y religiosas propiciaron la realización de dicho concilio; qué se creía, cuáles eran las más importantes doctrinas cristianas que se discutían entre los más de 1500 obispos de la época; cuántos asistieron al concilio y cuántos firmaron las actas; cuántos estuvieron de acuerdo con lo decidido en él, y a dónde fueron excomulgados y exiliados los que no aprobaron ni el credo definitivo ni las actas finales; qué explicación se dio para incluir únicamente 4 de los más de 40 evangelios que circulaban libremente; qué tanto se conocía de la vida y obra de Jesucristo, y qué tuvo que ser ocultado para no contradecir lo acordado; qué se discutió, en reuniones previas, antes de compilar y formalizar lo que hoy conocemos como el Nuevo Testamento tradicional, y en qué se diferenciaba del original, que circulaba de manera dispersa y espontánea entre los apóstoles de Jesús; qué sectas nuevas crearon los obispos y sacerdotes que no aceptaron el credo niceno (acordado en Nicea) y que, por lo tanto, pasaron a ser herejes, y como tales, excomulgados, perseguidos, torturados y asesinados en las tenebrosas cruzadas y vergonzantes inquisiciones, posteriores.

    1. Breve marco Conceptual

    Quienes persistieron, después del Concilio Ecuménico de Nicea I, admirando y reconociendo a Jesucristo como un Santo Profeta, enteramente humano, ungido (Cristo), elegido por Dios, con la misión divina de darnos ejemplo de vida y sabios consejos, fueron acusados y condenados por blasfemia, por herejía; fueron responsabilizados del cisma o división religiosa dentro del imperio romano; declarados malditos, anatematizados; y como tales, huyeron y tuvieron que esconder todos los documentos cristianos no tenidos en cuenta en el Nuevo Testamento Niceno, que, además, ha sido modificado en 20 concilios posteriores. En este documento se escribe claramente Concilio de Nicea I para diferenciarlo del Concilio de Nicea II (Segundo) convocado en el año 787 de nuestra Era por el Papa católico y romano Adriano I.

    A partir de este primer Concilio, lo que no fue incluido en el naciente Nuevo Testamento, fue considerado apócrifo, prohibido, falso, herético, y, por lo tanto, debía recogerse para ser ocultado o quemado.

    Según el Diccionario de la Lengua Española (Larousse Ilustrado), «apócrifo» significa fabuloso, supuesto o fingido; pero la definición más utilizada para el término apócrifo presenta una connotación de falsedad, de no auténtico. En general, el término «apócrifo» deriva del verbo griego «apokrypto» que significa esconder, poner aparte.

    H e r e j í a , s e g ú n e l d i c c i o n a r i o Larousse, significa error en materia de fe, creencia no ajustada a lo establecido por un credo o dogma religioso. Hereje es la persona que profesa o defiende una herejía.

    En latín, hereticus significa opción; y, todos los que optaron por preferir la historia original de Cristo, expuesta por el sacerdote Arrio, fueron llamados Herejes porque se desviaron de la orientación imperial y papal; es decir, que los herejes perseguidos y asesinados por los católicos, han sido los que han preferido al Jesucristo de antes del Concilio de Nicea I, negándose a aceptar el Nuevo Testamento Niceno (llamado así por ser compilado en Nicea), optando por continuar con el cristianismo original, legítimo, primigenio, defendido por los obispos arrianistas. Aclárese, de una vez por todas, que la palabra hereje nada tiene que ver con lo diabólico o perverso; su verdadero significado etimológico es opción, desviación.

    Anatema significa, etimológicamente, ofrenda; pero dentro del concilio pasó a significar "maldito, fuera de la Iglesia". Es una sentencia mediante la cual se expulsa a un hereje del seno de la sociedad religiosa; se le destierra, exilia, incomunica; es una pena aún más grave que la excomunión.

    Cisma significa división, discordia o desavenencia entre los individuos de una misma comunidad. El primer cisma o división en el seno de la religión cristiana lo propició Saulo Paulo o Pablo, cuando el Consejo Cristiano de Jerusalén lo desautorizó por sus afirmaciones distantes de lo verdaderamente enseñado por Jesucristo y no coincidir con los sucesos reales de su vida.

    La herejía es vista entonces como una desviación sobre el contenido de la fe; y puede llegarse a un cisma o división en el seno de la comunidad religiosa o a una condena de carácter disciplinario por desobedecer a la autoridad eclesiástica considerada legítima.

    Al leer diferentes versiones de biblias impresas antes y después de los concilios ecuménicos, como recordará el lector hasta la fecha van 21, es posible descubrir interpolaciones o frases agregadas o eliminadas por conveniencia de actualización del credo niceno. Ya tendremos la oportunidad de ver algunas clarísimas modificaciones.

    2. ¿Por qué nada más 4 evangelios?

    Cuando los asistentes al Concilio se vieron frente a la necesidad de explicar al pueblo de Nicea el por qué de la elección de los 4 evangelios y la razón para desechar el resto, pusieron a circular, anónimamente, un documento titulado Libelus Synodicus. La razón que dieron explica el anonimato del documento.

    En resumen, el documento anónimo Libelus Synodicus decía que los más de ochentas documentos cristianos fueron colocados sobre un altar, en torno al cual se arrodillaron los obispos y pidieron en oración a Dios que los Evangelios que debían ser incluidos en el Nuevo Testamento permanecieran en el altar y que los no elegidos cayeran al piso. La respuesta de Dios fue un fuerte viento que tumbó al piso muchos escritos, quedando sobre el altar los que hoy aparecen en el Nuevo Testamento tradicional. Y para estar seguros de que no existiera una sola palabra dentro de los evangelios "verdaderos", "canónicos" que no fueran aceptados por Dios, los obispos iniciaron fervientes oraciones para pedir al Todopoderoso que tumbara al piso el evangelio que contuviera alguna palabra indigna. La respuesta de Dios fue: ausencia de viento, y los 4 evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan permanecieron sobre el altar. Y para que no quedara la más mínima duda de lo acertada de la elección, asegura el documento anónimo que el Espíritu Santo entró en el recinto del concilio en forma de paloma; entró a través del cristal de una ventana sin romperlo, voló por el recinto y se posó sobre el hombro derecho de cada obispo y, al oído de cada uno, empezó a decir: de todos, esos son los evangelios elegidos por Dios.

    Y con esta explicación, para nada racional ni creíble, los demás evangelios, epístolas y hechos evangelistas fueron declarados apócrifos. Quienes no aceptaron la explicación del Libelus Synodicus fueron llamados Herejes.

    La decisión de elegir nada más cuatro también se debió a la influencia ejercida por Ireneo, obispo de Lyon, quien escribió contra los gnósticos en su obra titulada: Contra las Herejías, y en ella justificaba su preferencia por los cuatros evangelios en los siguientes términos: "El Evangelio es la columna de la Iglesia, la Iglesia está extendida por todo el mundo, el mundo tiene cuatro regiones, y conviene, por tanto, que haya cuatro Evangelios. El Evangelio es el soplo o viento divino de la vida para los hombres, y, puesto que hay cuatro vientos cardinales, de ahí la necesidad de cuatro Evangelios. El Verbo creador del universo reina y brilla sobre los querubines, los querubines tienen cuatro formas, y he aquí por qué el verbo nos ha obsequiado con cuatro Evangelios"

    3. Información para reconstruir la vida de Jesucristo

    Se calcula que, con lo no incluido en el Concilio de Nicea I, hay material suficiente como para editar más de 80 libros que contengan la vida y obra de Jesucristo. Quienes lean las fuentes consultadas relacionadas por el autor del libro VIDA OCULTA DE JESUCRISTOCRISTIANISMO PRIMIGENIO y lo que hay disponible actualmente en Internet no se sorprenderán al ver que fue posible realizar, con rigurosidad documentaria, una biografía de Jesucristo, admirablemente más completa, cronológica y que registra lo que está mejor sustentado, lo que es más racional, coherente, lógico y creíble. Es falso decir que de Jesucristo no se sabe su verdadera fecha de nacimiento ni su vida entre los 13 y 29 años, y muchos otros datos que seguramente le fascinará saber.

    En el año 303 de nuestra era, sólo 22 años antes del Concilio de Nicea I, el emperador pagano Diocleciano se propuso destruir todas las escrituras cristianas que pudiese encontrar; resultando que las copias de los documentos apostólicos, que circulaban en Roma, provenientes de Jerusalén, se perdieran casi todos mas no los que circulaban dentro de Palestina. Cuando Constantino I mandó hacer nuevas versiones de estos escritos para la compilación del Nuevo Testamento, dio la oportunidad a los custodios de la ortodoxia paulina católica romana, revisar, arreglar y rescribir sus contenidos para que coincidieran con su doctrina y convenios. Es indudable, que en este momento, se hizo la mayoría de las alteraciones cruciales a las copias y originales de escritos cristianos, que sobrevivían en ese momento en Roma.

    Fue de gran importancia y trascendencia este decreto de Constantino I, y, por ello, se sabe, que de las más de 500 v e r s i o n e s m a n u s c r i t a s d e l N u e v o Testamento, muy pocas son anterior al siglo IV de nuestra era. El Nuevo Testamento, tradicional e incompleto, como existe hoy en día, es, esencialmente, reproducción de la obra de los editores y copistas de la época de Constantino I El Grande, con alteraciones realizadas en los concilios nacionales y ecuménicos de fechas posteriores.

    En 1976, se descubrió un gran depósito de manuscritos cristianos antiguos en el monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí. El descubrimiento se mantuvo en secreto hasta que lo publicó un periódico alemán en 1978. Hay miles de fragmentos, algunos anteriores al año 300 de nuestra era, incluyendo ocho páginas que faltaban del Códice Sinaítico del Museo Británico.

    Gran parte de los manuscritos cristianos escondidos fueron encontrados en el pueblo de Nag Hammadi, Egipto, en 1945 y en Hirbert Qumram, en 1947, y en otros sitios, que se puede investigar en varios libros escritos por arqueólogos, de r e c o n o c i d a i d o n e i d a d p r o f e s i o n a l , relacionados en la amplísima bibliografía de VIDA OCULTA DE JESUCRISTO, y del cual, hace parte este primer capítulo.

    Si el lector está interesado en saber más sobre el tema, son infinitas las ventajas que le ofrece Internet. Es de gran facilidad, encontrar en la Red gran parte de los documentos cristianos, que por varios siglos estuvieron ocultos. A continuación relaciono unos cuantos: el de María Magdalena, el de Abner, el de José de Arimatea, el de Lázaro, el de Nicodemo, el de Bartolomé, el de Santiago Zebedeo, el de Matías, el de Tadeo, el de Bernabé, el de Felipe, el de Marción, el de Apeles, el evangelio de la Perfección, el de la Natividad de María, el de la infancia de Jesús, el de los Egipcios, el de Felipe, el de la Verdad, el de Tomás, el Copto de los Egipcios, entre otros tantos evangelios ignorados en dicho concilio. También se han encontrado: el Libro Secreto de Santiago, el Libro Secreto de Juan, El Libro de Tomás el Contendiente, la Epístola de Eugnostos, la Carta de Pedro a Felipe, los Actos de Pedro y los doce Apóstoles, Sofía de Jesucristo, Diálogo del Salvador, El Testimonio de la Verdad, Primer Apocalipsis de Santiago, Segundo Apocalipsis de Santiago, Apocalipsis Gnóstico de Pedro, Apocalipsis de Adam, El Trueno, Mente Perfecta, Enseñanzas Autorizadas, Concepto de nuestro Gran Poder, Segundo Tratado del Gran Seth, E n s e ñ a n z a s d e S i l v a n u s , Tr a t a d o Tr i p a r t i t o , Tr e s E s t e l a s d e S e t h , Zostrianos, etc. Más de 40.

    En 1977, se publicaron todos los códices de Nag Hammadi, en edición facsimilar y popular, para un total de 44 libros, aproximadamente, más algunos fragmentos no identificados, disponibles para leer gratis en Internet.

    En el año 2010, se concretó un proyecto entre la empresa Google y la Autoridad de Antigüedades de Israel, con un costo de 3,5 millones de dólares, que tiene como objetivo digitalizar muchos rollos enteros y más de 3.000 fragmentos, encontrados en Qumram, que estarán disponibles en Internet en un plazo de 5 años, cuando se complete la edición de 34 volúmenes previstos, que serán traducidos a varios idiomas. Cuando eso suceda, quedará en evidencia que es imposible sostener que su contenido no tiene nada que ver con el cristianismo primigenio, cuyo camino, indudablemente, fue allanado de varias formas por los esenios, autores de los Manuscritos del Mar Muerto. Con lo que ya se sabe, son muy llamativos los numerosos paralelos y coincidencias entre textos esenios de Qumram y textos cristianos encontrados en Nag Hammadi.

    Realmente, los documentos cristianos, tenidos en cuenta en el Concilio de Nicea I, fueron muy pocos y son, básicamente, paulinos (doctrina de Saulo-Paulo) y mitraísta (La religión de Constantino I); por ello, es más acertado hablar de Paulismo Católico y no de cristianismo. Hasta aquí, ya tenemos suficientes razones para solicitar la convocatoria al Concilio No. 22 Vaticano III.

    4. Cristianismo, Paulismo y Catolicismo

    Si no entendemos las diferencias conceptuales de estas tres corrientes o tendencias religiosas cristianas, no comprenderemos lo sucedido antes, durante y después del Concilio Ecuménico de Nicea I.

    Primero, debemos responder la pregunta ¿Qué es Iglesia?

    La palabra «Iglesia» designa asamblea de carácter religioso. Es el término frecuentemente utilizado para designar la asamblea del pueblo reunida con la fe de estar en presencia de Dios.

    El Cristianismo es una religión basada en la vida y enseñanzas de Jesús, aceptándose que fue elegido, ungido (Cristo) por Dios para darnos un nuevo evangelio. Después de la muerte de Jesucristo, sus enseñanzas fueron transmitidas por los apóstoles y demás seguidores, desde el Consejo Cristiano de Jerusalén, con sucursales en Palestina, Alejandría y Antioquía, predicadas prioritariamente para los israelitas galileos, samaritanos y judíos.

    El Paulismo es una religión basada en la vida y doctrina particular del romano mitraísta Saulo, alias Paulo o Pablo, quien predicaba básicamente a gentiles romanos y paganos. Saulo Pablo, espía romano, no conoció personalmente a Jesús ni tuvo el privilegio de escucharlo directamente. Por lo tanto, Pablo difundió su propio mensaje personal, impregnado fuertemente de tradiciones paganas y elementos de varias escuelas mistéricas, que veremos más adelante. La nacionalidad de Pablo se puede confirmar en Hechos de los apóstoles 22, 25-29, donde se puede leer: "Cuando le estiraron para azotarle, Dijo Pablo al centurión que estaba presente:

    ¿Os es lícito azotar a un romano sin haberle juzgado? Al oír esto el centurión, se fue al tribuno y se lo comunicó, diciendo: ¿Qué ibas a hacer? Porque este hombre es romano. El tribuno se le acercó y dijo: ¿Eres tú romano? El contestó: Sí. Añadió el tribuno: Yo adquirí esta ciudadanía por una gran suma. Pablo replicó: Pues yo la tengo por nacimiento. Al instante se apartaron de él los que iban a darle tormento, y el mismo tribuno temió al saber que, siendo romano, le había encadenado."

    El Catolicismo es una religión basada en la persona de Jesucristo y en las enseñanzas de Saulo Paulo (Pablo). Católica es una palabra que significa universal. La principal característica distintiva de la Iglesia católica es el reconocimiento de la autoridad y primacía del Papa, obispo de Roma. Después del Concilio de Nicea I, los cristianos católicos decían "cristiano es mi nombre, católico es mi apellido". En otras palabras «católico» es un adjetivo que corresponde al sustantivo «cristiano». Sin embargo, hay varias Iglesias que comparten también el adjetivo calificativo de «católicas», como la Iglesia ortodoxa y las Antiguas iglesias orientales, la Iglesia asiria del Oriente y las Iglesias que constituyen la Comunión Anglicana.

    En esta investigación histórica, por cuestiones estrictamente doctrinales y m e t o d o l ó g i c a s , s e h a b l a r á d e Cristianismo Apostólico para hacer referencia al cristianismo primigenio, autentico y original, defendido por el sacerdote Arrio; y se hablará de Paulismo Católico para hacer énfasis en la religión fusionada en el Concilio de Nicea I, que se impuso a la doctrina arrianista, al ser apoyado por el poder político, militar y económico de Constantino I. Y para hacer referencias a ambos, se usará el termino Cristiandad.

    5. ¿Quién era Constantino I?

    Su nombre completo era Flavio Valerio Aurelio Constantino, posteriormente conocido como Constantino I El Grande y elevado por la iglesia católica como San Constantino I. Nació en Naissus (actual ciudad de Nis) el 27 de febrero del año 272 y murió a los 65 años el 22 de mayo del año 337 de nuestra Era.

    Constantino I es conocido también por haber refundado la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en Turquía) llamándola Constantinopla (Constantini-polis, la ciudad de Constantino) la Nueva Roma.

    Constantino I representa el nacimiento de la monarquía absoluta, hereditaria y por derecho divino. Varios historiadores afirman que, después de participar en numerosas batallas dentro y fuera de los campos de guerra y haber logrado el poder absoluto, él se consideraba un elegido, un ungido (Cristo en griego) por su dios para gobernar a los romanos.

    Muchos afirman que esta fue la razón por la cual, después de la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre de 312, en la que vence a Majencio, Constantino I instituyó un nuevo estandarte para marchar en próximas batallas, al que llamaría Lábaro, que contenía las dos primeras letras XP del alfabeto griego usadas para escribir Cristo (÷ñéóôóò: Ungido, Elegido).

    edu.red

    «In Hoc Signo vinces» Símbolo llamado Crismón Constantino I, al creerse un Cristo (Ungido, elegido), exigía a sus soldados que llevaran al campo de Batalla dicho estandarte, con el lema «In Hoc Signo vinces» que significa «Con este signo vencerás», y de esta manera, alentaba a sus soldados para que lucharan por él, un elegido por Dios para gobernarlos.

    En otras versiones del crismón (XP) encontradas, la Ñ se sustituye por la Ô (tau) o una pequeña cruz latina, y en otros, aparecen las letras á (alfa) y ù (omega), que representan el principio y fin de todas las cosas; para dejar bien claro su poder absoluto humano y divino.

    Todo lo demás fue historia acomodada por el obispo Eusebio de Cesarea, uno de los más importantes asistentes al Concilio de Nicea I; y cuya leyenda particular no es confirmada por ningún historiador. Las imágenes referidas también se pueden ver en Internet.

    En el año 321 de nuestra era, es decir, nueve años después de la supuesta conversión de Constantino I, en el año 312, estaba firmando el siguiente decreto de adoración: «Constantino I, Emperador Augusto, a Helidus: En el venerable día del sol (domingo) dejen que los magistrados y las gentes residentes en las ciudades descansen, dejen que todos los talleres sean cerrados. En el país, no obstante, personas encargadas de la agricultura tienen la libertad y el derecho de continuar sus tareas»

    La conversión de Constantino I, si se la puede llamar así, no fue cristiana, sino que definitivamente pasó del culto mitraísta antiguo, al culto del Sol Invictus, reformulado en su época, con el que existían grandes similitudes mitráicas.

    Constantino I tuvo un tipo de visión o experiencia extraña en los recintos de un templo pagano, dedicado al dios Apolo Gálico. Según un testigo perteneciente al ejército de Constantino I, la visión fue del dios Sol, deidad adorada en ciertos cultos de misterios, bajo el nombre de Sol invencible (Sol Invictus).

    Hay evidencia histórica que muestra que Constantino I fue iniciado en uno de estos cultos al Sol Invicto poco antes de tener su visión celestial. La prueba más contundente de ello, es que el Senado Romano erigió, después de la batalla del Puente Milvio, un arco triunfal. De acuerdo a la inscripción en dicho arco, la victoria se debió a la mano de la deidad solar, no a Jesús, quien aún no era considerado el mismísimo Dios por las autoridades religiosas romanas ni por los cristianos de Palestina.

    L a r e l i g i ó n d e l e s t a d o , b a j o Constantino I, era la pagana adoración del sol; y Constantino I fue el Sacerdote Supremo. De hecho, su reinado se llamó "La Imperatoria del sol" y el Sol Invicto figuraba por doquier, incluso, en los símbolos reales y las monedas acuñadas en el Imperio.

    Una inscripción con el crismón (XP) fue encontrada en una tumba en Pompeya, dos siglos y medio antes de la batalla del puente Milvio, perteneciente a otro gobernante romano que también se había proclamado ungido (Cristo, en griego).

    El culto al Sol Invicto era originalmente sirio, y fue impuesto por los emperadores romanos a sus súbditos un siglo antes de Constantino I. A pesar de contener elementos del culto de Baal y Astarte, era esencialmente monoteísta, porque asumía que el dios sol era la suma de los atributos de todos los otros dioses.

    El culto del Sol Invicto era contemplado dentro del mitraísmo, tanto, que se los confundía. En dicha época, indistintamente se hablaba del dios Mitra y del dios Sol. Ambos cultos enfatizaban el elevado status divino del sol. Prácticamente, el dios Mitra era hijo del gran dios Sol. El culto de Mitra declaraba la inmortalidad del alma, un futuro juicio y la resurrección de los muertos. Ya veremos un poco más en detalle las religiones de misterio y, dentro de ellas, el mitraísmo, para que se aprecie claramente que el catolicismo es mitraísmo paulista y constantiniano.

    Constantino I, convencido de ser un gobernante por voluntad divina, un ungido (Cristo), y frente a la gran amenaza cristiana que le impedía gobernar en paz, firma y da a conocer el Edicto de Milán en el año 313, con el que establece la libertad de culto para los seguidores del otro Cristo, Jesucristo. Con este edicto, buscaba una alianza entre Constantino Cristo y Jesús Cristo.

    En el 320, Licinio, emperador de la parte oriental del Imperio, renegó de la libertad de culto, promulgada en dicho edicto, e inició una nueva persecución de los cristianos, a pesar que su esposa Constancia, hermanastra de Constantino I, era una devota cristiana. En este momento histórico, el Mitraísmo estaba en decadencia y, en cambio, el Cristianismo estaba en su mayor apogeo, era una religión más inspiradora y crecía. Esto derivó en una disputa con Constantino I, en el oeste, que generó la gran guerra civil del año 324. Licinio, ayudado por mercenarios godos, representaba el pasado y la antigua fe del paganismo. Constantino I y sus numerosos aliados cristianos, marcharon bajo el estandarte del lábaro o crismón, y ambos bandos concibieron el enfrentamiento como una lucha por o en contra de la unificación de religiones.

    El ejército de Constantino I resultó finalmente victorioso, primero en la batalla de Adrianópolis en 324, y más tarde, su hijo Crispo dio el golpe de gracia a Licinio, en la batalla naval de Crisópolis. Constantino I se convertía en el único emperador de un Imperio romano reunificado militarmente; ahora resultaba conveniente unificar las dos religiones en el Concilio de Nicea I, al año siguiente.

    Constantino I también fue conocido por su falta de piedad para con sus enemigos políticos; como por ejemplo, la ejecución de su cuñado, Emperador romano, de Oriente, Licinio, en el 325, a pesar de que había prometido, públicamente, no ejecutarle después de su rendición el año anterior. En el 326, Constantino I ejecutó también a su hijo mayor Crispo, y unos meses después, a su segunda esposa Fausta, por desconfianza a perder el poder. Crispo era el único hijo q u e tu v o co n s u p r imer a es p o s a Minervina.

    No existía la menor duda, que si Constantino I no hubiese logrado la unificación de su decadente religión con la próspera doctrina cristiana, las fieras del circo hubiesen tenido un suculento banquete con carne de obispos y sacerdotes. Muchos de ellos tenían las cicatrices físicas de torturas recientes; era una amenaza real, pasar del recinto del Concilio a las fieras del Circo; pues hacía poco tiempo que se había declarado la libertad de culto, con el edicto de Milán, al que nos acabamos de referir.

    Constantino I vivió atormentado por la muerte de Crispo y de su segunda esposa Fausta, hasta que en el lecho de muerte fue bautizado por cristianos, con la promesa de que esta ceremonia lavaría sus pecados y le permitiría descansar en paz, después de que había dirigido y participado en muchas guerras que le permitieron consolidarse en el trono.

    Fue sucedido por los tres hijos de su matrimonio con Fausta: Constantino II, Constante y Constancio II. También nombró césares a sus sobrinos Dalmacio y Anibaliano. El proyecto de Constantino I, de reparto del Imperio, era exclusivamente administrativo. El mayor de sus hijos, Constantino II, sería el destinado a mantener a los otros dos, supeditados a su voluntad. El último miembro de la dinastía fue su yerno Juliano, quien trató de restaurar el paganismo.

    6. ¿Qué motivos tuvo el emperador Constantino I?

    El objetivo primordial de Constantino I, una obsesión de hecho, era lograr una unidad política, religiosa y territorial. Un culto o religión estatal, que incluyera a todos los demás cultos, ayudaría, obviamente, a la estabilidad del imperio romano.

    La decisión de convocar a un concilio, en la ciudad de Nicea, no la tomó porque fuera buena persona o porque quisiera convertir a su pueblo al cristianismo. Esta decisión la tomó obligado por las circunstancias político-religiosas del momento. Más del 50% de los habitantes, q u e t r i b u t a b a n e n e l r e i n a d o d e Constantino I, eran paulinos y cristianos apostólicos.

    Los enfrentamientos a muerte entre las diferentes sectas cristianas y de éstas, con los paganos, amenazaban la estabilidad. La realización del concilio fue una decisión altamente conveniente para detener una guerra más amplia que podía dividir su imperio. El poder del obispo de Roma y otras amenazas exteriores, ponían en peligro el poder del emperador. La única salida oportuna era unificar Roma bajo una sola religión; una religión híbrida que pudiera ser aceptada por la mayoría. Y la mejor manera de hacerlo era fusionando las dos religiones en un concilio, financiado y supervisado por el emperador. La fe, para Constantino I, era más de conveniencia política que de necesidad espiritual.

    De su puño y letra, el emperador Constantino I El Grande, con sello imperial, invitó a los obispos de todos los países. En respetuosas cartas rogó a los obispos de los distintos puntos cardinales del mundo que acudieran, sin demora, a Nicea, con la insistencia de garantizarles la vida, y costear todos sus gastos.

    Con objeto de facilitar la asistencia al Concilio, el emperador puso, a disposición de los obispos, los medios de transporte públicos y los correos del imperio; y aportó provisiones abundantes para una confortable estadía de los asistentes.

    –Pero antes de ver el desarrollo del concilio niceno, es importante ver qué doctrinas se predicaban en ese momento histórico.—

    7. ¿Qué doctrinas se predicaba antes del Concilio de Nicea I?

    Para entender lo poco discutido e impuesto en dicho concilio, es necesario saber qué se venía discutiendo desde el cristianismo del siglo primero.

    En la antigüedad, la vida y obra de Moisés y de los profetas anteriores a Jesucristo, estaba compilada en el Antiguo Tes t a m e n t o ; n o e x i s t í a e l N u e v o Testamento. Con la llegada de Jesucristo, con un nuevo evangelio predicado y escrito por sus apóstoles y demás asociados, que le escucharon y convivieron con él, se fue dando a conocer, en numerosos documentos, la vida de Jesús y sus enseñanzas, los cuales fueron usados parcialmente como material para compilar el Nuevo Testamento; es decir, su Nuevo Evangelio; pero, desafortunadamente, de manera incompleto y demasiado tergiversado, por la consecuencia natural de haberse desechado más del 90% de la información que se tenía acerca de la vida y obra de Jesucristo.

    Antes del Concilio de Nicea I, circulaban, más que todo dentro de Palestina, numerosos documentos (apocalipsis-revelaciones, epístolas y evangelios) escritos por los apóstoles hombres y mujeres, que escucharon las enseñanzas de boca de Jesús, y que fueron testigos directos, presenciales de los hechos que rodearon la verdadera vida de Jesucristo, que conocieron a la madre de Jesús y a todos sus hermanos, que lo vieron y compartieron su vida como humanos. En otras palabras, circulaban libremente las evidencias escritas sobre el Cristianismo Apostólico, en arameo y hebreo, expuesto por los obispos pro arrianistas en el Concilio de Nicea I. Ya veremos en detalle la doctrina defendida por el sacerdote Arrio.

    Por fuera, muy lejos de Palestina, circulaban las epístolas (cartas) escritas por el romano Saulo Paulo o Pablo, inicialmente perseguidor de cristianos. Fuentes históricas aseguran que Lucas fue su médico personal. Ninguno de los dos conoció personalmente a Jesús y, por lo tanto, no conocían bien sus enseñanzas. En otras palabras, en el exterior, lejos de los oídos de los verdaderos cristianos apostólicos, circulaban libremente los escritos sobre la vida y enseñanzas particulares de Saulo-Pablo, lo que podemos llamar doctrina paulina o Paulismo Católico, defendido por los obispos anti arrianistas.

    Cuando los apóstoles y demás discípulos directos de Jesús se enteraron de lo predicado por Saulo Pablo, quien había estado presente en la lapidación de Esteban, un cristiano muy querido por todos los seguidores de Jesús, Santiago, Pedro y Juan, líderes del verdadero movimiento cristiano, convocaron el primer Concilio Nacional Cristiano en el año 50 de nuestra era. A este concilio asistió Saulo-Pablo, quien hizo caso omiso de los reclamos y aclaraciones, y siguió predicando sus particulares conceptos, para nada cristianos y, además, muy lejos de la supervisión del verdadero cristianismo.

    Saulo-Pablo fue un teólogo Mitraísta romano, que hábilmente usó la figura de Jesucristo para propagar su particular doctrina. En el cuarto capítulo, titulado CRISTIANISMO O PAULISMO, se documenta ampliamente estas afirmaciones.

    Lo predicado por Saulo-Pablo, le generó serios enfrentamientos con los apóstoles, que sí acompañaron y escucharon las enseñanzas persistentes de su maestro. Era tan diferente lo predicado por Pablo, que los apóstoles le apodaron El Mentiroso, El Loco; y Pablo se refería a ellos despectivamente, los trató de eximios y de ineptos, hasta se atrevió a decir que se afanaba él más que todos ellos en la predicación, y que sus revelaciones eran más excelsas. Los cristianos apostólicos le corregían y le contradecían, y jamás le reconocieron como apóstol de Jesucristo.

    Son muchos los versículos del Nuevo Testamento niceno que constituyen evidencia de la rivalidad entre Pablo y los apóstoles de Jesús. A manera de ejemplo, transcribo los siguientes:

    «… que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la iglesia de Dios. Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que me confirió no resultó vana, antes me he afanado más que todos ellos, pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.» (1 Corintios 15, 9-10)

    «Si quisiera gloriarme, no haría el loco, pues diría verdad. Me abstengo, no obstante, para que nadie juzgue de mí por encima de lo que en mí ve y oye de mí, y a causa de la excelsitud de las revelaciones.» (2 Corintios 12, 6-7). Y en el versículo 11 de este mismo capítulo Pablo dice: «he hecho el loco; vosotros me habéis obligado. Porque necesitaba ser recomendado de vosotros, pues en nada fui inferior a los más eximios apóstoles, aunque nada soy.»

    Los cristianos apostólicos no estuvieron de acuerdo con Pablo, por lo predicado por él, respecto a la resurrección. Veamos lo que el mismo Pablo afirma:

    Partes: 1, 2
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