Descargar

Los pies del tiempo. Diez poemas cubanos (página 3)


Partes: 1, 2, 3

No es a usted a quien aman, compréndalo, renuncie gentilmente.

Piense en las estrellas e invéntese algunas constelaciones.

Hable de todo cuanto quiera, pero no diga su nombre verdadero.

No se palpe usted el fantasma que lleva debajo de la piel.

No responda ante el nombre de un sepulcro. Niéguese a morir. Desista. Reconcilie.

No hable de la muerte, no hable del cuerpo, no hable de la belleza.

Para que los barcos anden,

Para que las piedras puedan moverse y hablar los árboles.

Para corroborar la costumbre un poco antigua de morirse,

Remonten suavemente las amazonas el blanco río de sus cabellos.

VIII

Yo soy el mentiroso que siempre dice su verdad.

Quien no puede desmentirse ni ser otra cosa que inocente.

Yo soy un niño que recibe por sus ojos la verdad de su inocencia.

Un navegante ciego en busca de su morada, que tropieza en las rocas

vivientes del cuerpo humano, que va y viene hacia la tierra bajo el

peso agobiante de su pequeño corazón.

Quien padece su cuerpo como una herejía, y sabe que lo ignora.

Quien suplica un poco más de tiempo para olvidarse.

La mano de su Padre recogiéndolo piadosa en medio del parque.

Sonriendo, sollozando, mintiendo, proclamando su nombre

sordamente.

Bufón de Dios, vestido de pecado, sonriendo, gritando bajo la piel ,

por su fantasma venidero.

Amor hacia las más bellas torres de la tierra.

Amor hacia los cuerpos que son como resplandecientes afirmaciones.

Amor, ciegamente, amor, y la muerte velando y sonriendo en el balcón

de los cuerpos más hermosos.

Las manos afirmando y el corazón negando.

Vuelve, vuelve a soñar, inventa las precisas realidades.

Aduéñate del corazón que te desdeña bajo los cielos de Burma.

Suena donde desees lo que desees. No aceptes. No renuncies.

Reconcilia.

Navega majestuoso el corazón que te desdeña.

Sueña e inventa tus dulces imprecisas realidades, escribe su nombre

en las arenas, entrégalo al mar, viaja con él, silente navío

desterrado.

Inventa tus precisas realidades y borra su nombre en las arenas.

Mintiendo por mis ojos la dura verdad de mi inocencia.

IX

Estamos en Ceilán a la sombra crujiente de los arrozales.

Hablamos invisiblemente la Emperatriz Faustina,

Juliano el Apóstata y yo.

Niño, dijeron, qué haces tan temprano en Ceilán,

Qué haces en Ceilán si no has muerto todavía,

Y aquí estamos para discutir las palabras del Patriarca Cirilo,

Y hablaremos hebreo, y tú no sabes hebreo?

El emperador Constantino sorbe ensimismado sus refrescos de fresa.

Y oye los vagidos victoriosos del niño occidente.

Desde Alejandría le llegan sueños y entrañas de aves tenebrosas

como la herejía.

Pasan Paulino de Tiro y Patrófilo de Shitópolis.

Pasan Narciso de Neronías, Teodoto de Laodicea, el Patriarca Atanasio.

Y el emperador Constantino acaricia los hombros de un faisán.

Escucha embelesado la ascensión de Occidente.

Y monta un caballo blanquísimo buscando a Arlés.

El primero de Agosto del año trescientos catorce de Cristo.

Sale el emperador Constantino en busca de Arlés.

Lleva las bendiciones imperiales debajo de su toga,

Y el incienso y el agua en el filo de su espada.

Faustina me prestaba su copa de papel

Y yo bebía del vino que toman los muertos a la hora de dormir.

Pero no conseguían embriagarme

Y de cada palabra que decían sacaba una enseñanza.

El pez vencerá al Arquitecto.

Los hijos son consubstanciales con el padre.

Si descubren un nuevo planeta, habrá conflagraciones, y renunciará a

existir el Sínodo de Antioquia.

Y de todo ello salía una enseñanza.

Estamos en Ceilán a la sombra de los crujientes arrozales.

Mujeres doradas danzan al compás de sus amatistas.

Niños grabados en la flor de amapola danzan briznas de opio.

Y en todo el paraninfo de Ceilán las figuras del sueño testifican:

¿Quién es ese niño que nos escribe en palabras en la arena?

¿Qué sabe él quién lo desata y lanza?

Me prestaba su copa de papel.

El patriarca hablaba desde su estatua de mármol, con su barba natural

y voz de adolescente:

Preparaos a morir. La hora está aquí. Vengan.

Continuaba bebiendo el vino de los muertos y fingía dormir.

El patriarca me ponía su manto para cuidarme del sueño.

Y oía su diálogo por debajo del vuelo, la voz enjoyada de Faustina, la

voz de la estatua, el vino de Ceilán, la canción de los pequeños

sacrificados en la misa de Ceilán.

¿Quién es ese niño que nos escribe en palabras en la arena?

¿Qué sabe él quién lo desata y lanza?

Una voz contesta desde su garganta de mármol:

Dejadlo dormir, es inocente de todo cuanto hace,

Y sufre su sangre como el martirio de una herejía.

Dormir en la voz helena de Cirilo.

Con las soterradas manos de Faustina.

Dialogando interminablemente Juliano el Apóstata.

X

Echemos algunas gotas de horror sobre la dulzura del mundo.

Mira tu corazón frente a frente, piensa en la terrible belleza y renuncia.

Los ancianos ya tiemblan al soplo de la muerte.

Los ancianos que fueron también la belleza terrible.

Los que turbaron un día las débiles manos de un niño en la arena.

Ellos son los que tiemblan ya ahora al soplo de la muerte.

Piensa en su belleza y piensa en su fealdad.

Aún los seres más bellos conducen un fantasma.

Ellos son los que tiemblan ya ahora al soplo de la muerte.

Escapa, débil niño, a la verdad de tu inocencia.

Y a todos los que se imaginan que no son inocentes

Y adelantándose al proscenio dicen:

Yo sé.

Dejemos vivo para siempre a ese inocente niño.

Porque garabatea insensatamente palabras en la arena.

Y no sabe si sabe o si no sabe.

Y asiste al espectáculo de la belleza como al vivo cuerpo de Dios.

Y dice las palabras que lee sobre los cielos, las palabras que se le

ocurren, a sabiendas de que en Dios tienen sentido.

Y porque asiste al espectáculo de su vida afligidamente.

Porque está en las manos de Dios y no conoce sino el pecado.

Y porque sabe que Dios vendrá a recogerle un día detrás del laberinto.

Buscando al más pequeño de sus hijos perdido olvidado en el parque.

Y porque sabe que Dios es también el horror y el vacío del mundo.

Y la plenitud cristalina del mundo.

Y porque Dios está erguido en el cuerpo luminoso de la verdad como

en el cuerpo sombrío de la mentira.

Dejadlo vivo

para siempre.

Y el niño de la arena contesta:!Gracias¡

Y una voz le responde:

Sea Pablo,

Sea Cefas,

Sea el mundo,

Sea la vida,

Sea la muerte,

Sea lo presente,

Sea lo por venir,

Todo es vuestro:

Y vosotros en Cristo,

Y Cristo en Dios.

Vuelve a dormirte.

Publicado en 1942

Eliseo diego

(La Habana, 1920-Ciudad México, 1994)

Desde la aparición, en 1949, del revelador En la Calzada de Je´sus del Monte, texto medular de la lírica cubana, la poesía de Eliseo descubrió una personalidad descollante.

En líneas generales, su obra se caracteriza por la indagación consciente de nuestra identidad, la voluntad y el logro de una profunda comunicación, la adopción de un estilo donde se evidencia un tenue barroquismo relacionado con el empleo de la sintaxis que generalmente se altera, una visible tendencia (al decir de Cintio Vitier) a fragmentar la realidad y el empleo abundante del símbolo que adquiere la calidad de categoría.

Autor, además, de En las oscuras manos del olvido (1942); Diverti-mentos (1946); El oscuro esplendor (1966); Versiones (1970); Nombrar las cosas (1973); Libro de quizás y de quién sabe (1989), entre otros títulos de poesía, narrativa, ensayo y poesía para niños; la obra de Eliseo fue reconocida con el Premio nacional de Literatura en 1986 y con el Premio Juan Rulfo en 1993.

EL SEGUNDO DISCURSO: AQUÍ UN MOMENTO

Tendrán que oírme decir: no me conozco,

no sé quién ríe por mí la noble broma.

en torno de mi abuelo dicen

que buen vino rondaba,

que gruesa frente y respirar de toro,

dicen, aquí en familia,

que su padre rompió la sien como crujiente almendra

para moler la noche ciega,

para librar la sombra

que le cegaba la nariz al moro,

sino que puede que fuese mi vecino

puesto que toda muerte, dicen,

es sólo un crimen, una farsa salvaje,

y hace ya tanto tiempo que no importa

hace ya tantos viernes

(¿barajas las semanas?)

que no sé si es el sueño de ayer tarde

o el recuerdo que tengo,

que tuve, que tenía de mis manos,

que dos espejos, dicen, fácilmente procuran

estas visiones y yo digo

que primero me invento alguna cosa

con que atarme las cuerdas de la cara

y luego los abuelos, quizás, y la memoria.

Porque yo vi la pesadumbre,

las jerarquías cerradas del velorio,

la madera final y la pobreza,

me pasma lo callado, brutalmente

me pasma lo callado y digo

no sé quién ríe por mí la noble broma,

no me conozco, dicen, qué buen vino,

dejadme que lo piense aquí un momento.

Aquí en el patio, junto

a las columnas romanas, impasibles

en su agobiada pesadumbre, altas,

y mientas hiere mi garganta

la transparencia de la noche,

tan profunda, tan limpia

que saciara la sed de la tiniebla,

mientras recuento los brocados

y otras riquezas oscuras de mi tedio

con la mano sagaz, la mano ciega,

y confundo las palmas

con los desgarradores sucedidos

en la tarde del Viernes,

por no dormirme antes de tiempo,

confundo los harapos

polvorientos del alma

con el abrigo luzbel de la baraja,

imagino las harpas silenciosas,

el llanto de David,

las caras aguzadas

de los vecinos y su pena,

sepulto mi lugar en áurea fábula

sin poder remediarlo,

por no dormirme antes de tiempo,

sigo pensando, aquí, mi amigo, sucediéndome.

Dicen que soy reciente, de ayer mismo,

que nada tengo en qué pensar, que baile

como los frutos que la demencia impulsa.

Si dejo de soñar quién nos abriga entonces,

si dejo de pensar este sueño

con qué lengua dirán

éste invento edades si nadie ya las habrá nunca.

Porque no sé de nada duro a no ser la semilla,

la muerte florecida con mis lujosas invenciones

que una por una entre mi sangre bajan a los huesos,

dedo soñar a Plauto, y al guerrero

cubierto de lejano polvo,

cubierto de mi polvo junto al río.

Luego de la primera muerte, señores, las imágenes,

(la despaciosa siega final, el canto llano

luego de la primera comprobación de la ceniza),

luego de bien molida por los voraces ojos

dirán allí en el campo mira

tu hijo está temblando,

recién ahora lo vimos entre las espigas

recién cortadas como crujiente torre,

recién ahora

lo vimos, testifica,

di si es verdad el relumbre bermejo de la sangre,

bajo la telaraña menuda de las sombras

y la fragancia de las raídas hojas,

di si es verdad, contempla, testifica,

este manchado estorbo de los ojos,

mugrienta bestia, petrifica sus garras en el polvo,

abomina quien dice

que sea nuestro lamentado hermano,

los de las filas más lejanas

alcen la voz, auguren, testifiquen

cómo nos envenena

este residuo infame,

mientas tú, me dirán,

(como un sueño que tengas, como un sueño tan sólo),

mientras tú, me dirán,

qué, no te importa

del desgarrante hielo que nos mueve

como la cuerda a un pelele,

pero nosotros sí, nosotros vemos

y una palabra, un alarido jamás visto

por el gallardo viento pastor de los crepúsculos

para llamarte inauguramos,

para sacarte de tu contemplación de la miseria,

para que vengas recién ahora donde

tu hijo Caín está temblando.

Porque yo soy reciente, de ayer mismo,

mientras soñaba, como un sueño

lo miro desangrarse como un sueño

que acaba en humo, en el vacío del alba,

como el recuerdo que tengo de ayer tarde

o la lívida máscara

con que socorro la penuria,

la indecible, la trágica penuria de mis muertos,

puesto que nunca

puedo mirar los surcos de tu boca

y un mismo paño hace

tu traje de costumbre, padre,

y el lienzo que imagino rojo

bajo las manos manchadas de remotos reyes

y me confundo de lugar y año

diciendo: fue por el noventa,

cuándo o viste, tu lo sueñas,

porque yo soy reciente cada día,

digamos que soy,

digamos que soy el que contempla

su horror en dos espejos,

y es a la vez el que contempla

y el infinito pavor de las imágenes,

digamos que me invento, que procuro

restañar este rostro con mis manos,

que dos espejos las esparcen,

estas visiones, que la muerte

ha de ser como un hombre

contemplando su horror en el espejo,

como Caín y Abel ya frente a frente,

como Caín y Abel reunidos en Adán, como la muerte.

Y pregunto qué sea

el lugar donde vivo, este mi sitio

de pensar un momento,

los helados alambres, esta palma,

y el niño de Damasco, el grave niño

que viene con el asno

atravesando por el humo

alucinante siempre del bohío

y esta costumbre,

esta costumbre de soñar lo mismo,

siempre lo mismo, siempre

los espejos dorados como el tiempo,

hasta cumplir la edad de siete años,

y ver la pesadumbre,

la pobreza solemne de este pobre.

Tendrán que oírme decir no me conozco,

aquí en el patio, junto

a las columnas que toco provincianas,

no sé quién ríe por mi la noble broma

pero en torno de aquel hombre veo

que su madre lo ronda,

en las selladas jerarquías del polvo,

velándole la muerte

como el sol en torno de la tierra,

mirándolo tan fijo. Dejadme que restañe

la minuciosa

fuga de mis ojos,

que les devuelva el canto, su pobreza,

la ternura paciente de mi día

a la traición volviendo y a la nada.

Cómo el oscuro tedio nos reunía

en la cerrada estancia de su polvo

alrededor de la pobreza suma.

Y su paciencia nos empobrecía

las ilusiones fastuosas de la cena,

este lujo del sueño por mis ojos.

Pobres, solemnes pobres, ya veían

el alba cenicienta de las cosas,

la estrechez de mi lugar, la noche,

aquella irreparable jerarquía

de la madera, la voz y el arduo fuego

en la redonda isla del velorio.

A la salida, qué distintos,

qué limpios, qué recientes eran

recordando la calle solamente,

su aspereza filial, su extraña lumbre,

su temblorosa realidad naciendo.

Pero si dejo de soñar

quién nos abriga entonces, si la nada

es también el dormir, pesadamente

la caída sin voz entre la sombra.

Oh la noche es distinta, la mirada,

la memoria del Padre, el Paraíso

realizado en la tierra, como un nombre!

Y ahora es el tiempo de levantarme y de trazar

mi amplio gesto diciendo:

luego de la primera muerte, señores, las imágenes,

invéntense los jueves,

los unicornios, los ciervos y los asnos

y los frutos de la demencia,

y las leyes, en fin,

y el paño universal del sueño

espeso de criaturas, de fábulas, de tedio,

hinchado por el soplo de los dispersos días

verán el libro de las generaciones

y cómo el olvido engendró a la muerte

cuyos morados ojos decimos la distancia,

cómo la muerte engendró a mi espejo,

mi espejo engendró

la fiel imagen que inicia su periplo

entre las barbas rielantes que orillan los dormidos ancianos,

porque después de la primera comprobación de la ceniza,

cuando arrugan mi piel los pómulos del viejo

y en la pared opuesta, por el azogue nocturno de la sangre

aquel fervor oscuro, aquella música

de mis huesos se pierde irrestañable,

cuando todo es uno,

el día y e recuerdo

en el oficio de la lluvia que pulsa las persianas,

la mirada segura nos deshace

su deleitoso paño entreverado de sierpes

y en la pobreza intacta del polvo se resume.

Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí)

(La Habana, 1922- 2005)

Según palabras del poeta y crítico Virgilio López Lemus, Jesús Orta Ruiz "es el más importante decimista del siglo XX cubano, por su carácter integrador de lo popular, lo culto e incluso hasta folklorista de la décima campestre".

Autor de diez libros de prosa y once de poesía, el Indio Naborí resalta entre los creadores de su generación, no sólo por su conocimiento y dominio de la versificación sino por lo diáfano y profundo de su discurso, pletórico de siluetas y acontecimientos cotidianos y, en ocasiones, levemente inclinado hacia lo onírico.

Merecedor del Premio nacional de Literatura por el conjunto de su obra, en 1995, Orta Ruiz alcanza los momentos de mayor intensidad lírica en sus Elegías a Noel (1955) y en estos sonetos que presentamos a los lectores.

UNA PARTE CONSCIENTE DEL CREPÚSCULO

¡Y en un olvido largo….me olvidaré de mí!

Rubén Martínez Villena

I

El tiempo cae sobre nosotros, pero

no se siente caer mientras la vida

va ruidosa, embriagada, enloquecida,

como el andante que no ve el sendero.

El tiempo cae sobre nosotros, pero

mientras haya una meta prometida

no se siente el gotear de su caída

ni consulta relojes el viajero.

Arrobados de sueños y paisaje

creemos infinito nuestro viaje,

pero ¡ay! el viaje es demasiado breve.

En vísperas del fin viene la calma

y se siente caer –cernida nieve-

el tiempo gota a gota sobre el alma.

II

Yo no sé qué especial malabarismo

para cambiar el rostro hay en mi espejo:

sólo unos días de mirarme dejo,

vuelvo a mirarme…. y ya no soy el mismo.

¿Dónde está mi otra cara? ¿De qué abismo

me vienen esta mueca, este entrecejo,

estos ojos marchitos…? Soy reflejo

de no sé qué silente cataclismo.

¿Y este algodón añoso, esta blancura

de nube de la tarde en la negrura

de mi antigua cabeza? Es, simplemente,

el final de una ola que tropieza

y se rompe en la laya de la frente,

dejándonos espuma en la cabeza.

III

Estoy con el paisaje cara a cara,

contemplando la tarde que agoniza.

Hay una estrella que espiritualiza

al horizonte, como si pensara.

Reina una sombra todavía clara.

El día es una terquedad rojiza.

¡Qué lenta rapidez en la plomiza

hora que de la noche me separa!

Todo se queda en un recogimiento:

los cálices, los pájaros, el viento,

la luz que sosegada se retira,

la yerba leve y el palmar mayúsculo,

y yo –la tarde que a la tarde mira-

soy la parte consciente del crepúsculo.

IV

– Anda por tu camino, caminante,

– dijo a mi juventud el horizonte-:

atraviesa los llanos, sube el monte,

que tienes larga vida por delante.

Anduve desde entonces anhelante

sin pensar en la barca de Caronte.

A cada rama demandé un sinsonte,

a cada roca reclamé un diamante.

Agoté con mi sed más de una fuente.

Seguí mordido por la sed ardiente.

Ahora tengo la muerte por delante,

se aproxima la barca de Caronte,

y me dice la voz del horizonte:

– Anda por tu camino, caminante.

V

Me queda por decir no sé qué cosa

que me parece inusitada y bella.

He gastado palabras como estrella,

rocío, rosicler, sonrisa, rosa.

Y en lo pobre del verso y de la prosa

no he logrado apresar el alma de ella.

La he visto: fugitiva mariposa

o pájaro con alas de centella.

Cuando callo, la escucho y la medito,

pero se pierde en el poema escrito.

Me queda poco tiempo de palabra.

Me desespera la que nunca encuentro.

¿Y de morir sin que mi mano abra

puertas al ave que me canta dentro?

VI

Los anónimos huesos que el arado

indiferentemente desentierra

aparecen fundidos con la tierra,

el paso y las excretas del ganado.

El tiempo su amarillo y verde ha dado

a la blancura que el secreto encierra.

¡Qué paz más honda en lo que fuese guerra,

en lo que fuera incendio enamorado!

Digo al despojo: ¿Dónde están los besos

que llegan en la vida hasta los huesos?

¿Cuál era tu figura? ¿Cuál tu arte?

Y él me responde en su silencio duro:

-De mi pasado, nada puedo hablarte;

mírame, y hablaré de tu futuro.

VII

Canta la lluvia una profunda nana,

expresión de un telúrico cariño.

No cabe duda de que el viejo es niño

y el agua es madre de la vida humana.

Siento que toma mi cabeza cana

para dormirla sobre su corpiño.

De todo aquello con que sufro y riño

me aísla, mientras besa mi ventana.

Cuando escucho llover, me quedo inerme,

La lluvia tiene el don de conmoverme

y dedos finos con que me acaricia

como si salpicara en el desierto.

Si es que se prolongara esta delicia

me dormiría y soñaría muerto.

VIII

Animan los colores de mi tarde

los abrazos y besos con que atizas

el último rincón que entre cenizas

para el invierno de nosotros arde.

No es el amor aquel, todo un alarde

de fuerzas, aquel mar de nuestras risas,

sino las filosóficas sonrisas

ante la fuga de una luz cobarde.

La pasión se suaviza y es ternura

cuando como una fruta que madura

el corazón se va poniendo viejo.

Algo queda en el fondo de la copa.

Bebamos lentamente el vino añejo.

No importa el frío si el amor arropa.

IX

No me asusta morir, sólo lamento

no tener ojos para ver las cosas

que se transformarán: zarzas en rosas,

lobos en hombre, polvo en monumento.

No me asusta morir… Sólo lamento

ser sordo como el frío de las losas

cuando vengan las músicas gloriosas,

cuando una larga risa sea el viento.

Sólo lamento no tener mi tacto

cuando sea concreto el mundo abstracto

que en crisoles de sueño se moldea.

No me asusta morir… Sólo lamento

quedarme quieto cuando todo sea

la perfecta expresión del movimiento.

X

Vendrá mi muerte ciega para el llanto,

me llevará, y el mudo en que he vivido

se olvidará d mecí pero no tanto

como yo mismo que seré el olvido.

Olvidaré a mis muertos y mi canto.

Olvidaré tu amor siempre encendido.

Olvidaré a mis hijos, y el encanto

de nuestra casa con calor de nido.

Olvidaré al amigo que más quiero.

Olvidaré a los héroes que venero.

Olvidaré las palmas que despiden

al sol. Olvidaré toda la historia.

No me duele morir y que me olviden

sino morir y no tener memoria.

1979

Raúl Hernández Novás

(La Habana 1948-1993)

Nació en La Habana. Poeta y ensayista, fue autor de uno de los más profundos estudios acerca de la vida y la obra del peruano César Vallejo.

Publicó Da Capo (1982); Enigma de las aguas (1983); Embajador en el horizonte (1984); Al más cercano amigo (1987); Animal civil (1987); Sonetos a Gelsomina (1991) y el extenso poema "Atlas salta" (1994) que apareció en la revista Casa de las Américas (1992).

Recibió el Premio Julián del Casal de la UNEAC y en dos ocasiones el Premio Nacional de la Crítica.

Obsesivo hasta las últimas consecuencias, Raúl creó un cosmos en el que definitivamente parecía encerrarse, sin dejar un solo tragaluz o un respiradero. Conocedor y propietario sumo de la autoparodia, utilizó en su obra algunos principios geométricos y abundantes intertextualidades, sobre todo de la música y el cine. Poeta altamente introspectivo, demostró su dominio de las estrofas clásicas y del verso libre; y le pero-cupó como a Lezama, la unidad total.

Se suicidó en La Habana el 12 de junio de 1993.

SOBRE EL NIDO DEL CUCO[1]

Ellos tienen unas vitrinas y usan unos zapatos.

En esas vitrinas alternan el maniquí con el quebrantahuesos disecado,

y todo lo que ha pasado por la frente del hastío

del búfalo solitario.

Si no miramos la vidriera, charlan

de nuestra insuficiente desnudez que no vale una estatuilla de Nápoles.

Si la atravesamos y rompemos los cristales…

José Lezama Lima: "Pensamientos en La Habana".

I

En estas tardes medrosas

en que no llama nadie a la puerta

y no suenan los timbres y la casa

es un gran frigorífico lleno de silencio

en estas tardes que gravitan sobre los parques

impidiendo la vida y los juegos

-tardes que pesan como un fardo hiriente

sobre los hombros de la estatua inmóvil-

en medio de esta lluvia que no cae y moja

los huesos tan desnudos en la ausencia de voces

sin nadie en mi experiencia I think of you

Billy

yo ta también pienso en ti Bi Billy

reconstruyendo mis memorias de piedra

tan pesadas como fuente de sangre

y no tengo nada que decirte porque no

llama nadie

y no hay nadie en mi experiencia

Quizás juguemos en el mismo parque

un teléfono mudo entre nosotros

un eléctrico hilo que devano temblando

trabajando en la blanca rueca de la

distancia

la senda en cuyo fin cae una nieve triste

un vuelo de pájaro callado

un empeño de ave que emigra

viste con tierra de Wisconsin mis huesos

al garete

un telegrama que las aves llevan y entre

nosotros

no más una vitrina luminosa

que yo atravieso sin romper los vidrios.

II

Qué gaviota de azúcar rozó las olas

de aquellos mares de Virginia

donde viaja la barca de los locos

con todos nosotros Billy con todos nosotros

Dios mío somos nada más unos pendejos

somos unos locos en un barco que gira

y echamos velas y anclas y gobernalle al

mar

y echamos a suerte el viento enemigo y

estamos esperando

esperando a Jaws y Jaws no viene

y no hunde el barco y la ballena blanca

como una tumba de cristal no viene

Mac Mac dónde te has metido

me has dejado al timón y yo no sé

gobernar esta nave y te escondiste te

escondiste with candies

pero en vez de ocultarte riendo estabas

triste

Por qué dime te escondiste con tu dulce

luminoso en los labios y nos dejaste solos

por qué hermano

por qué padre nos has dejado solos en esta

barca de los locos

que no sé gobernar

denme el cuaderno

de bitácora que han repasado las sirenas

con esas manos verdes como nubes

con sus manos de algas y jacintos

Y en el cuaderno de bitácora

tras la noche estéril sin dulces y sin juegos

tras el juego soñado without candies

sin la estrella de azúcar en la boca

vacía la piñata de los cielos

y el garrote tierno en nuestras manos el

garrote

con que hemos de golpearnos a ciegas sin

dar con la piñata

poniéndonos el rabo vergonzoso y las

orejas del indecible burro

sin dar con la pelota redonda como el

mundo en el vacío estadio

después del halloween lluvioso y de puertas

cerradas

(han envenenado los dulces han enterrado

agujas en las manzanas

y mudas calabazas sin luz las calabazas

de ella

junto a un cuerpo d estrellas parpadeante

en el cuaderno en blanco de bitácora

Billy yo escribo rien como el monarca

en la noche vacía de sus bodas

III

Yo know

If you break my heart I´ll go

But I´ll be back again

"Y llevé las flores y así le dije Would

you

marry me anyway? World you have my

baby?

y ella sonrió con labios de caramelo con

sus colmillos de azúcar el ángel vigilaba

el telón de las hojas del jardín soñoliento

y yo le dije quieres compartir esta suerte

la barca sin estrella mar hiel enamorada"

no es usted a quien aman

compréndalo

renuncie gentilmente

"Le llevaba unas flores al retablo vacío

descorrían las hojas su telón soñoliento

una escena una escena el carnaval del

mundo

en medio de la turba de feos monigotes

una estrella riendo como un ángel de

azúcar

tan sólo un torbellino que la dejara a ella

ángel y marioneta en el jardín del sueño"

no es usted a quien aman

"El tablado vacío seguiría aplaudiendo

las luces se apagaron me quedo sin

embargo

siempre hay algo que ver se hizo lo

oscuro ahora

vendrán caras extrañas sobre el tablado

a ciegas

compréndalo las hojas del telón se

cerraron

y cerraron las puertas de la ciudad

hiriente"

renuncie gentilmente

"Que la siga leal en extramuros

el perro de la casa es un consuelo

ser gozque de su falda el halloween

lluvioso

por los lejanos pueblos que la siga

llevando

la cántara de flores junto al jardín

dormido

velado por el ángel con su espada de

fuego

ante el telón cerrado junto al jardín me

dijo

no es usted a quien aman

compréndalo

renuncie gentilmente

"Lleva el cántaro al río trae el cántaro a

casa

llénalo de tu leche la leche de tu piel

las olas de tu pecho hondos cielos de

leche

los hilos de tu entraña filamentos de nube

escucha esta vasija sus latidos de barro

trae el cántaro a casa lleva el cátaro al

río"

"La lecherita ciega

quebró mi corazón"

…but I´ll be back again

IV

I never lost as much but twice

and that was in the sod.

Emily Dickinson

Cerré la puerta y dejé el mundo afuera

me recluí intramuros de mí misma

y no había nadie en mi experiencia

y no se lo dije a mi madre

y no se lo dije a mi padre

cuando cerré la puerta a la tarde vacía

de Amherst

y me quedé a intramuros los ángeles llegaban

recibía

la visita de Walt con sus barbas de nieve

su pecho tormentoso sus regalos

de blanca navidad yo estaba sola

y había perdido y ganado dos veces

todo ocurrió en la tierra y en el césped

sólo llevaba pequeños presentes

a los graves vecinos a mi dueño

dulces pequeñas estrellas de azúcar

y fui dos veces dueña del tesoro

y no se lo dije a mi madre

y no se lo dije a mi padre

y me encerré a morir entre los muros

para guardar avara mi tesoro

sedoso intramuros de mí misma

Padre

estoy llamando tirándote la puerta

mira mis ojos aún vacíos

de los anillos de la felicidad

y yo gritaba ¡despierta!

burglar banker father

I´m poor once more!

V

Someone is knocking at the door

Somebody is ringing the bell

Someone is knocking at the door

Somebody is ringing the bell

Open the door

Let them in

Billy I have long dreamed without candies

la estrella de azúcar et rien

et rien nada ha pasado

que no lo sepa el padre que no lo sepa

madre

ni el maestro y su mujer la señorita

las personas mayores

estoy en la habitación vacía

en el viaje vacío de los locos

en el hueco oscuro del árbol que cruje

como un frigorífico de silencio

Billy crece la sombra

como una marea sin estrellas

y ya está muy oscuro

hello darkness my old friend

Billy yo estoy contigo

¿Vendrá el doctor Noel con sus barbas de

nieve

a dejar caramelos en las habitaciones

a abrir los corazones y restañar los

cántaros deshechos?

¿Vendrá a despertar al niño muerto

al que durmió a tu lado without candies?

No hallo las indicaciones señorita

enfermera

miss Ratched la enfermera está hablando

con su lengua de fuego

y de su boca salía una espada aguda de

dos filos

una espada de fuego para guardar el camino

del árbol

Billy yo estoy contigo

Déjenlo que entre let him in

a la terraza donde están dormidos

a los dormidos los cuidará quejoso

se agrupará la mañana helada en terrones

de azúcar

Let the sunshine

Let the sunshine in

the sunshine in

Alguien está tocando a la puerta

a la puerta cubierto de rocío

pasas las noches del invierno

Open the door

Let him in

Billy un teléfono mudo entre nosotros

estás sangrando en el manicomio helado

Let it be Let it bleed

déjenlo déjenlo que sangre

con que ha de convencer al mundo

y ha de vencer al mundo

y melar la espada del ángel

la espada de la boca de miss Ratched

Let it be let him bleed

Billy yo estoy contigo

tú estás bajo la nieve yo en mi cuarto

yo estoy con los dormidos without candies

ruedan mis ojos por la nieve

es una blanca estepa ¿se da cuenta?

allí vi a un conocido y lo detuve

gritándole ¡Hernández!

rueda la nieve en pelotas que no hemos

de golpear

muñeca de la nieve como blanca mujer

en pelotas que no hemos de acertar

que no hemos de acertar con nuestros

leños

en este juego en el vacío estadio

las pelotas fantásticas de nieve

blancas esferas de algodón dulce

y no podremos romper la piñata del cielo

para que caigan las estrellas de azúcar

Billy yo estoy contigo

en la tarde medrosa y vacía donde no

suenan timbres

en el juego vacío donde no acude nadie

en el cuarto vacío donde todos dormimos

sin dulces con pastillas

en la barca vacía de los locos que gira

como el mundo

en la noche vacía de las bodas del rey

en la casa callada como un gran frigorífico

vacío

en el parque vacío donde la tarde abruma

los hombros de la estatua

Billy yo estoy contigo yo estoy contigo

madre

padre yo estoy contigo

río manzanares

yo estoy contigo

señorita Ratched

déjame pasar

entremos todos juntos

let us in

Alguien está tocando a la puerta

Alguien está sonando el timbre

Alguien está tocando a la puerta

Alguien está sonando el timbre

Abran la puerta

Déjenlos entrar

VI

Como sueñan humillarnos

repitiendo día y noche con el ritmo

de la tortuga

que oculta el tiempo en su espaldar:

ustedes no decidieron que el ser habitase

en el hombre…

Como quieren humillarnos les decimos

the chief of the tribe descended the staircase.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Ellos que cargan con sus maniquíes

a todos los puertos

y que hunden en sus baúles un chirriar

de vultúridos disecados

Ellos no quieren saber que trepamos

por las raíces

húmedas del helecho…

y que aunque mastiquemos su estilo

we don´t chose our shoes in a show

window.

José Lezama Lima: "Pensamientos en la Habana".

Let us enter the tree

Let us enter the room

Let us enter the garden

Romped la sórdida vitrina

Quitad al ángel de la puerta

con su espada flamígera

la tierra será el paraíso

el guardián a la puerta de la ley

poned en su lugar al cherokee de roble

con la frente de hastío del búfalo diezmado

y vio en sueños una escala

el jefe de la tribu descenderá la escala

porque no entre el ángel de exterminio

con su lengua neutrónica de fuego

que crezca el Gran Teatro de Oklahoma

para cubrir para abrigar al mundo

como la sangre cálida del tonto en la colina

y en la muralla china otra torre de Babel

para escalar el árbol de la vida

para tocar las barbas de nieve del cielo

como el pecho finísimo de Walt

la hierba perfumada de los muertos

Venga Noel a repartir regalos

dulces de miel a las habitaciones

a reparar los viejos corazones

de hiriente maquinaria enmohecida

y a restañar los cántaros deshechos

Somos los humillados los pendejos

Los abalorios que nos han regalado

han fortalecido nuestra propia miseria

Somos los parias íngrimos del mundo

ah look at all the lonely people

los descosidos los amarrados los ateridos

trepamos por las raíces del helecho

no escogemos nuestros zapatos en una

vitrina

nuestra alma no está en un cenicero

aquí estamos los negros y los indios

a la puerta cubiertos de rocío

allí vi a un conocido y lo detuve

gritándole ¡Billy!

somos un tal chatterjee un tal Hernández

somos un tal zuzuki un tal kuusinen

un tal jones un tal muller un tal nguyen

Aquí estamos todos los negros

que no venimos a rogar

Estamos

llamando tirándote la puerta

y yo gritaba ¡despierta!

Let us in

Let us in

Donn´t worry

Billy

Te enviaré un telegrama con las

aves

viajeras:

Romperemos la piñata

del cielo

Y habrá estrellas para todos.

7 de noviembre de 1982

Palabras de contracubierta

Los pies del tiempo recoge diez textos para los que aseguramos su pertenencia a los misteriosos caminos de la eternidad (tan parecidos a los camino de la mítica Eleusis) y es resultado de numerosas confrontaciones acerca del acto siempre nuevo de percibir el poema, lo cual no niega la visión parcial de tres valientes mosqueteros que apoyan aquella definición de Gastón Bachelard de que "el poeta es el que conoce, el que trasciende y nombra lo que conoce".

 

 

 

 

 

 

 

Autor:

Categoría: Lengua y Literatura

Es muy difícil reunir los textos poéticos más significativos escritos en Cuba desde 1800 hasta 1998, por la razón de que es interminable la lista de excelentes creadores y de que las antologías siempre responden a los gustos e intereses de sus autores. Sin embargo, desde la osadía que les otorga a sus autores su juventud, se arriesgan a presentar este libro a consideración de los lectores, acuñando el término de antología (sustantivo resbaladizo que rehúyen los críticos o editores actuales) conscientes de las implicaciones.

Los pies del tiempo recoge diez textos para los que sus autores aseguran su pertenencia a los misteriosos caminos de la eternidad (tan parecidos a los camino de la mítica Eleusis) y es resultado de numerosas confrontaciones acerca del acto siempre nuevo de percibir el poema, lo cual no niega la visión parcial de tres valientes mosqueteros que apoyan aquella definición de Gastón Bachelard de que "el poeta es el que conoce, el que trasciende y nombra lo que conoce". Se advierte que los criterios de selección tenidos en cuenta, están relacionados con la búsqueda, a toda costa, de la coherencia y de la imagen múltiple; por lo que debe entenderse que cualquier omisión responde a un acto completamente voluntario. Por lo demás, sus autores aclaran que, deudores de un libro fundacional publicado en La Habana del 1948 bajo el título certero: Diez poetas cubanos, dedican su antología al Maestro Cintio Vitier.

edu.red

Edición: Asela Suárez

Diseño: Martha Mosquera

Composición: Virginia Pacheco L.

ISBN 959-11-0228-3

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO

EDITORIAL ORIENTE

J. Castillo Duany, NO. 356, Santiago de Cuba

Prefacio

Cuando sólo restan (metafóricamente hablando) unas horas para que finalice el siglo XX y los jóvenes poetas de hoy contemplamos la historia literaria de la Isla como un fenómeno integrador y diverso, resulta verdaderamente difícil y comprometedor, reunir los textos poéticos más significativos escritos e Cuba desde 1800 hasta la fecha, por la razón de que es interminable la lista de excelentes creadores y de que las antologías siempre responden a los gustos e intereses de sus autores. Sin embargo, desde la osadía que nos otorga nuestra juventud, nos arriesgamos a presentar este libro a consideración de los lectores, acuñando el término de antología (sustantivo resbaladizo que rehúyen los críticos o editores actuales) conscientes de las implicaciones.

Los pies del tiempo recoge diez textos para los que aseguramos su pertenencia a los misteriosos caminos de la eternidad (tan parecidos a los camino de la mítica Eleusis) y es resultado de numerosas confrontaciones acerca del acto siempre nuevo de percibir el poema, lo cual no niega la visión parcial de tres valientes mosqueteros que apoyan aquella definición de Gastón Bachelard de que "el poeta es el que conoce, el que trasciende y nombra lo que conoce".

Advertimos que los criterios de selección tenidos en cuenta, están relacionados con la búsqueda, a toda costa, de la coherencia y de la imagen múltiple; por lo que debe entenderse que cualquier omisión responde a un acto completamente voluntario.

Por lo demás, aclaramos que, deudores de un libro fundacional publicado en La Habana del 1948 bajo el título certero: Diez poetas cubanos, dedicamos nuestra antología al Maestro Cintio Vitier.

l

José María Heredia y Heredia

Partes: 1, , 3

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente