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Modernidad y transición demográfica (página 2)


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Ese "otro" al que Occidente se encontrará en cada aventura colonial, causa fascinación y horror, no se comporta como ellos, no piensa como ellos, no posee la misma lengua, ¿cómo se podría llevar a buen cabo el proyecto modernizador, si existe tanta diferencia en el mundo? El colonizador y el científico occidental, defensores del proyecto modernizador, hacen cada cual su trabajo para poder reducir toda diferencia que obstaculice la realización de dicho proyecto.

A su vez, se requería de unidad para llevar a cabo este proyecto, ¿cómo unir a seres tan disímiles y con intereses diversos? El concepto de población generó esa característica, pero más que generarla, la impuso. Ya que esa unidad no reconocía la diferencia, no es una unidad en un sentido democrático, sino más bien autocrático. Jamás se consenso si las otras partes del mundo deseaban compartir el mismo proyecto de Occidente, y cómo dicho acuerdo sería imposible, sólo sería realizable bajo la lógica de la imposición. La diversidad que constituye la unidad, en el concepto de población, la anula.

Marx, sería el primero en señalar que dicha abstracción, contenía elementos concretos, que se pasaban por alto, y que por ende requerían de ser analizados a la hora de estudiar esa abstracción que se denominaba población, y entonces dejaría de ser una simple abstracción ya que contendría los elementos históricos que la componen. Y que por lo tanto, no existe la población, sino las poblaciones.

Sin embargo, ese proyecto modernizador no se detendría ante las críticas hechas por varios pensadores; por el contrario, en los estudios de población se puede observar como la lógica de la modernidad prevalece. La "Teoría de la transición demográfica", como se le denominó, se enmarca en el proyecto modernizador de Occidente.

La transición demográfica, el anzuelo de Occidente. La demografía desde una perspectiva histórica

La concepción de la transición demográfica tiene sus orígenes en el pensamiento malthusiano. Malthus señalaba que existía un crecimiento geométrico de la población, en tanto que los recursos crecían de manera aritmética, por lo que en determinado momento, si la población no detenía su crecimiento los recursos llegaría a su fin y con ello a la población. La tesis de Malthus le llevo a plantear que había que establecer un control sobre la natalidad, en particular, de las clases más pobres. El control de los nacimientos, sería sólo a través de una mayor racionalización de los individuos y, a su vez, esto permitiría la modernización de la sociedad. Con esto, establece un eje fundamental Población-Recursos que después sería reformulado pero, que guía gran parte de los estudios demográficos.

Las tesis neomalthusianas, centran su preocupación en la reproducción de la población y por un lado, plantean que la reproducción de esta afecta de manera directa en el crecimiento y desarrollo económico por otro lado, plantean que son las condiciones económicas y sociales las que inciden de manera directa en la reproducción de la población. "En este discurso neomalthusiano es clara la reformulación de la relación población-recursos en el marco de la modernización. Por un lado, la modernización es el objetivo y, por otro, la dinámica de la población es el obstáculo." (Canales, p.398)

Se invierte el eje Población-Recursos por Recursos-Población, sin embargo, se sigue concibiendo el mismo proyecto. En el fondo está el objetivo de generar una modernización ya sea vía la población o vía el desarrollo económico, pero que se vería reflejado a final de cuentas en la primera. Occidente, tendría que encargarse de determinar que parámetros determinarían la modernización de una sociedad, y para ello habría que establecer a partir de la población, en que momento se había pasado de una sociedad premoderna a una moderna.

La transición demográfica sirve como anzuelo para el resto del mundo, para compartir ese proyecto modernizador. El concepto de transición demográfica, hace alusión de pasar de un estadio demográfico a otro. Sin embargo, no deja de estar cargado de una visión teleológica de la historia. Porque a pesar de que lo que denomina con ese nombre es "una descripción sintética de aparentes regularidades observadas en el pasado, que sugiere algunas relaciones entre la evolución de la población y el crecimiento económico" (Arango, p.173), lo que concibe es un modelo de sociedad, un modelo de población moderna, una modernización demográfica. Y así, se entendió por mucho tiempo en la demografía y en diversas ciencias sociales, lo que llevó a su vez, que se aplicaran políticas de población tendientes a equiparar esta dinámica de población.

Tal como señala Canales: "La modernización demográfica se expresaría concretamente en el tránsito desde una sociedad tradicional caracterizada por altos niveles de fecundidad y mortalidad, hacia una sociedad moderna caracterizada, en cambio, por bajos y controlados niveles de tales variables demográficas. La reducción en los niveles de estas variables demográficas se asocian al proceso de modernización de la sociedad en términos de que la secularización de las relaciones sociales implicarían un cambio radical en el comportamiento demográfico, en especial, con relación a las prácticas de reproducción de la población, la formación de hogares, la inserción laboral de las mujeres y el cambio en la estructura de valores, entre otros factores."(Canales, p.394)

En Estados Unidos y Europa, en los siglos XIX y XX, había experimentado cambios notables en las tasas de fecundidad y mortalidad, ambas habían descendido, a su vez, en este tiempo, EU y Europa había intensificado su proceso de industrialización y modernización. Por lo que demógrafos como Thompson, Notestein, Coale, Bacci, entre otros, plantean que para que otras regiones alcancen el mismo desarrollo de estos países, tendrían que seguir el mismo transito demográfico, pasar de altas tasas de natalidad y mortalidad a bajas. Para ello, estos países tendrían que aplicar políticas tendientes al control de la fecundidad, y a su vez, hacer reformas en el sistema de salud para disminuir la mortalidad.

Fue como poner una zanahoria delante de los demás países: el desarrollo económico de estas regiones, a la que aspiraban la mayoría de las sociedades, fue el anzuelo necesario para anclar a estos países en una dinámica demográfica e histórica, que no era ad hoc a la realidad que experimentaban estas regiones. Así mismo, la demografía realizó estudios para revelar los elementos que habría que modificarse y generar las condiciones para que se desarrollará esta transición demográfica.

El estudio de las tasas de fecundidad y mortalidad se hizo en función de esta perspectiva, se señalo que existían tasas pretransicionales, las que significaban elevadas tasas de fecundidad y mortalidad, baja esperanza de vida y crecimiento moderado de la población. Y las tasas postransicionales son bajas e igualadas tasas de fecundidad y mortalidad, con elevada esperanza de vida y crecimiento bajo o nulo de la población.

Esta transición demográfica fue clasificada en cuatro etapas:

  • Transición incipiente. Alta natalidad y mortalidad, con un crecimiento natural moderado.

  • Transición moderada. Alta natalidad, mortalidad moderada. crecimiento natural elevado.

  • Transición plena. Natalidad moderada y mortalidad moderada o baja, crecimiento natural moderado.

  • Transición avanzada. Natalidad y mortalidad moderada o baja, un crecimiento natural bajo.

Los países se ubicaron bajo estas diversas clasificaciones según sus tasas de fecundidad y mortalidad, y cada uno hizo lo posible por ubicarse en la parte más alta de esa clasificación, ya que hacerlo significaría alcanzar el ansiado o anhelado progreso tan anunciado.

La tesis central para establecer esta relación entre desarrollo y transición demográfica, es que en la medida en que existiera una alta tasa de fecundidad, la tasa de dependencia demográfica, sería mayor con lo cual la población económicamente activa dedicaría gran parte de los ingresos al sostén de esta población, en cuanto a manutención, tiempo y servicios. No sólo eso, sino una población que creciera a tasas elevadas, carecería de los recursos y servicios necesarios para abastecerse. De igual modo, las condiciones en las que se encontraban los países en vías de desarrollo, representarían mayor vulnerabilidad para la población. Ninguno de estos elementos es despreciable a tomar en cuenta en el desarrollo de una población; sin embargo, el envejecimiento de la población que ocasionaría la elevada transición demográfica, generaría una alta tasa de dependencia demográfica y a su vez con una disminuida población económicamente activa, los ingresos tendrían que disputarse entre la manutención de la población envejecida o en el desarrollo de la sociedad en su totalidad. No obstante, el punto central está en: que las condiciones estructurales permanecen intocables. A esto, varios autores señalaron que los cambios en la dinámica de la población, tendrían que venir acompañados de cambios económicos y sociales, generando así la modernización de la sociedad. Un mayor desarrollo económico reduciría las tasas de mortalidad y a la vez la fecundidad disminuiría en la medida en que hubiera una sociedad más secularizada.

Aún así, la díada Población?Modernización sigue presente. "Desde un punto de vista diferente, pero también dentro del marco neomalthusiano de la transición demográfica, se plantea la relación población-modernización en una dirección opuesta. No es la población la base de la modernización, sino a la inversa, la modernización es la base de la transformación del régimen demográfico. En este esquema también se plantea la necesidad de políticas de población, pero en un sentido diferente. No ya como política de promoción del desarrollo necesariamente, sino como política que posibilite en la práctica la 'modernización' de los patrones demográficos." (Canales, p.399)

El proyecto modernizador de Occidente requiere de la homogeneización en todos los patrones, incluyendo los demográficos, sólo así, sería alcanzable dicha modernización. Ese "otro" no enunciado, diluido e incluido en una cifra, cada vez se parecía más a ese Uno al que aspiraba Occidente, tal parecía que la historia de ese otro, con sus discontinuidad y unicidad, fácilmente sería desdibujada y tomaría la forma que el mundo occidental había recorrido. Esa linealidad histórica que se pretendía con la transición demográfica, comenzó a ser criticada desde otra vertiente de la demografía, la histórica.

Los estudios empíricos de la demografía histórica fueron derrumbando los supuestos de la transición demográfica. El conocimiento de ese pasado y futuro que planteó dicha teoría para gran parte del mundo occidental, se demostró que era inconsistente y en algunos casos se refutaba. "Las fuentes más importantes de oscurecimiento de la aparente claridad y unicidad de la experiencia histórica afectan a casi todos los órganos vitales de la teoría de la transición demográfica: entre otros, el nivel de la natalidad en las sociedades preindustriales o pretransicionales; la correspondencia entre grado de desarrollo económico y nivel de evolución de las principales variables demográficas en la escala de la transición o, lo que es lo mismo, la intensidad de la asociación entre desarrollo económico y cronología del descenso de las tasas vitales; el supuesto monopolio causal de los factores económicos en la alteración de los niveles tradicionales de natalidad y mortalidad; la cronología del inicio de la transición y la combinación de factores responsable de los primeros estadios del crecimiento moderno de la población; la duración —e incluso, en algunos casos, la misma existencia— del característico desfase entre descenso de la mortalidad y descenso de la natalidad que predica la teoría". (Arango, p.175)

La demografía histórica, logró una importante herramienta de análisis, que fue la reconstrucción de las familias, y a su vez, la proyección retrospectiva, con lo cual le permitió ir refutando cada uno de los supuestos planteados por la transición demográfica. Este esfuerzo fue inaugurado por académicos franceses, y fue seguido por los ingleses, al crearse el Grupo Cambridge. Ambos generaron nuevas técnicas y métodos que les permitieron incorporar otras variables, entre ellas la principal fue la de nupcialidad, la cual no toma en cuenta la transición demográfica.

Con el análisis de la variable nupcialidad planteaban que la fecundidad más bien dependía de la edad a la que se contrajera matrimonio. En el caso de Inglaterra se observó que existía una edad más tardía para contraer matrimonio lo que a su vez también reducía la edad fértil de las mujeres y con ello la tasa de fecundidad: "la nupcialidad continuaba ejerciendo la mayor influencia sobre la disponibilidad de niños; por lo que la diferencia en el nivel observado de la fecundidad total en poblaciones de 'fecundidad natural' se explica, en buena medida, por los modelos de edad al primer matrimonio y el celibato definitivo." (Saito, p.181) Así mismo, el espaciamiento entre hijos fue otro factor que podía explicar una reducción en el número de hijos. De igual modo, los métodos de anticoncepción no sólo eran privativos de las clases más altas, también se utilizaban por parte de los sectores más pobres en situaciones de crisis agrícolas, y que estos eran utilizados antes de que se iniciara la transición, con lo cual se pone en duda que la modernización de la población modifica el comportamiento en cuanto a un control voluntario de la fecundidad. Aunado a lo anterior, "el descubrimiento de fuertes diferencias en los niveles preindustriales de natalidad otorga acrecentada credibilidad a la posibilidad de que el crecimiento de la población durante la fase de transición no se debiera sólo al descenso de la tasa de mortalidad, como la teoría supone, sino también —o, incluso, únicamente— a la elevación de la tasa de natalidad."(Arango, p.180) Por lo que la supuesta relación intrínseca entre fecundidad y mortalidad, queda en entredicho y con ello, la linealidad que supone la transición demográfica.

En lo que corresponde a la relación entre industrialización y modernización con el avance de la transición demográfica, no se sostiene, debido a los estudios que aportó gran parte de la medicina, lo que se pudo observar es que en la medida en que se generaba una mayor industrialización, la salud de los personas disminuía en el momento que ingresaban al mercado laboral, las condiciones de trabajo, así como el trabajo femenino, mermó la salud y nutrición de la población, y con ello, la esperanza de vida. Así mismo se observó que en ciertas fases de recesión económica, la salud de la población trabajadora mejoraba, dado que no se encontraba expuesta a ciertas condiciones que ponían en riesgo su salud y a la vez las mujeres podían dedicar más tiempo al cuidado de los hijos. (Tapia, 2005)

Ante esto Arango señala: "Si la teoría de la transición demográfica hubiese precisado mejor qué entiende por «desarrollo socioeconómico», o «modernización», o los términos de este tenor que utiliza; y, por supuesto, si una vez hecho esto, dispusiésemos de datos fiables para dar vida a los indicadores que operacionalizasen tal concepto para un largo período de tiempo, nos ahorraríamos muchas palabras, expresando cuantitativamente la intensidad de la asociación. Por el contrario, al carecer de coeficientes de correlación, nos encontramos en un terreno incómodamente valorativo e impresionista. Aun así, no resulta difícil sustentar las afirmaciones que anteceden respecto a la existencia de una relación indudable, pero plagada de irregularidades —que ponen en cuestión muchas imputaciones de causalidad unilateral y simplista— entre desarrollo económico y nivel de la fecundidad." (Arango, p.187)

Sin duda, existe una asociación entre crecimiento económico y descenso de la natalidad, pero a la vez, al analizar la particularidad de cada una de las regiones y países se observó en algunos casos que el descenso de la fecundidad se había dado en otras poblaciones que no habían presentado un importante desarrollo económico. Tal es el caso que muestran Rodríguez Wong y otros autores (2000), para la región de América Latina, en donde señalan que esperarían que el cambio de la fecundidad estuviera asociado directamente con su estatus socioeconómico, sin embargo observan que para el caso de Perú que muestra un menor Índice de Desarrollo Humano, a su inicio de la transición, es a quien menor tiempo le toma recorrer este proceso.

El eje Modernización-Población, no se cumple para todos los casos. Y pone en duda el principio que haría posible alcanzar el desarrollado anunciado por parte del proyecto modernizador a partir de la transición demográfica. Por lo que, "siguen sin aparecer regularidades persistentes, y por el contrario se entrevén variables no económicas que singularizan cada experiencia particular. (…), quien espere encontrar una clara correspondencia entre el timing de la industrialización-urbanización y el del descenso de la fecundidad, se sentirá probablemente perplejo y desorientado al enfrentarse a la complejidad de la experiencia histórica." (Arango, p.188)

La generalización de la historia, así como los supuestos que plantea la transición demográfica son puestos en duda, desde Occidente; sin lugar a dudas, que uno de los iniciadores es Marx, al incorporar la visión histórica de la sociedad y dejar de lado el naturalismo que había privado en algunas teorías. No obstante, lo relevante de la demografía histórica es que dota de la unicidad que corresponde a cada una de las regiones y devuelve el sentido de otredad. Pone en duda, al mismo tiempo, el modelo del proyecto modernizador sustentado en el eje Modernización-Población. Y esto a la vez lo hace desde los estudios empíricos y cuantitativos. Logra introducir otro tipo de variables y se deja un poco de lado el carácter economicista que había privado en gran parte de los estudios sobre la población.

Esto permitió a la demografía histórica plantear otras teorías que explicaran el descenso continuado de la fecundidad. La principal fue la propuesta por el Grupo de Cambridge, que es la Teoría de la difusión en donde se planteo vecindad geográfica y la historia compartida de ciertas regiones modificó los códigos de comportamiento en cuanto a la fecundidad. Por lo que, "a medida que progresa nuestro conocimiento de la transición demográfica tal como realmente ocurrió se afirma más la noción de la regionalidad de las pautas de fecundidad y su modificación, lo que subraya la importancia de algunas variables culturales —incluyendo destacadamente en ellas a las lingüísticas— junto a, e incluso a veces por encima de, las de índole económica. Esto parece ser particularmente cierto de los procesos de difusión de los nuevos comportamientos reproductivos, más que de su iniciación o adopción. De hecho, es éste el descubrimiento más importante —junto con el crucial rol desempeñado por la nupcialidad en el control del tamaño de la familia— de los varios producidos por la investigación reciente en demografía histórica." (Arango, pp.191,192)

Los factores culturales que originalmente habían sido desdibujados desde la construcción del concepto de población, salen a relucir en los estudios empíricos de la demografía histórica. Se demostró que cada una de las regiones tendría patrones de conducta en cuanto a la fecundidad que dependieran en mayor o en menor medida, según los casos, de su cultura.

Esto nos permitiría explicar el cambio demográfico para otras regiones y cerrar con ello una etapa de cierto fundamentalismo demográfico basado en la transición demográfica y generar las diferenciaciones históricas de acuerdo a las regiones y a las pautas culturales. Por ejemplo, los estudios de Cambridge permitieron llegar a las siguientes conclusiones: "el ritmo de crecimiento de la población en la fase transicional fue, en los países de industrialización temprana, dos y hasta tres veces más lento del que conocen hoy en día los países del Tercer Mundo. En primer lugar, las tasas de natalidad europeas eran inferiores —a veces en medida considerable— a las vigentes hoy en los países en vías de desarrollo. En segundo lugar, la caída de la mortalidad fue mucho más gradual en la experiencia occidental que en la del resto del mundo; y aún no se había consumado cuando ya la natalidad había entrado en declive. La explicación de esta diferencia estriba en el hecho de que el descenso de la mortalidad en el mundo hoy desarrollado resultó del, y fue simultáneo al, progreso económico, mientras que en el Tercer Mundo se ha producido de forma súbita, sin apenas distinción de fases, por derivar de la aplicación del potencial trasnacional de los avances médicos y sanitarios generados en el mundo desarrollado. Como dijo Arthur Lewis hace ya tiempo, en nuestros días «la tasa de mortalidad está en función del conocimiento y de la voluntad más que de la renta per cápita». En tercer lugar, los países avanzados tuvieron la fortuna de contar, en el período de mayor presión demográfica, con una excepcional válvula de escape por la que dar salida a los excedentes humanos que a pesar de todo se iban acumulando. En referencia, por supuesto, a los extensos territorios excoloniales o semicoloniales, especialmente el «lejano imán» norteamericano." (Arango, p.195)

Esto delimita las condiciones históricas que cada una de las poblaciones ha experimentado a lo largo de su historia. Al establecer que una modernización demográfica lograría un supuesto progreso y desarrollo, borra toda singularidad histórica y cultural. No obstante, gran parte de las políticas de población para el caso de América Latina -en donde se puede observar un alta pluralidad demográfica, por su población indígena-, se centraron en alcanzar ciertos parámetros de la transición demográfica, incluso ciertos instituciones de crédito internacionales, ponían como condición para el otorgamiento de prestamos, que los países en desarrollo contarán con políticas de población tendientes a la reducción de la natalidad. Por lo que, el proyecto modernizador se había institucionalizado y se dirigía; el afán colonizador de dicho proyecto se tomó muy en serio, y esto a su vez, tuvo fuertes repercusiones para varias regiones, ya que al no contar con el tiempo del que tuvo Europa y EU para asimilar estos cambios, incrementó la vulnerabilidad de la población y su propia viabilidad como región.

Por lo tanto, la transición demográfica no alcanza el estatus de teoría ya que varios de sus supuestos quedaron refutados. Sin embargo, "las anomalías empíricas reveladas por la investigación histórica no niegan la noción de una gran transición demográfica. En su forma más elemental —en la que, por supuesto, no alcanza la categoría de teoría—, la teoría de la transición demográfica se limita a describir la conocida secuencia de los cursos de mortalidad y natalidad de la que ha tomado el ser, y a postular una imprecisa relación de causalidad con el desarrollo socioeconómico. No cabe duda de que tal transición se haya producido en un número considerable de países, y que lleva trazas de acontecer en muchos de los restantes. (…) Lo que ocurre es que tal secuencia es más compleja y variada, menos uniforme, de lo que los proponentes de la teoría suponían; y, más aún, que la teoría o no especifica mucho acerca de timing, lags, umbrales, etc., o incurre de nuevo en generalizaciones abusivas con las que la experiencia histórica no siempre se compadece." (Arango, p.196)

La demografía histórica, significa un gran aporte para el estudio de la población, ya que estableció las dimensiones reales a las que la transición demográfica les había otorgado una importancia crucial y que a la vez fundamentaba gran parte del proyecto modernizador. Con esto la transición demográfico quedó reducida a un modelo descriptivo; no obstante, cabe tomar en cuenta la prevención que hace Canales, al señalar que es una salida fácil "porque aun cuando se asuma la transición demográfica como modelo estrictamente descriptivo y empírico, en el fondo este modelo se sustenta en el marco teórico de la modernización, aunque pocas veces ello se haga en forma explícita. No es posible usar el modelo de la transición demográfica desde un enfoque que no sea el de la modernidad. La teoría de la modernización es el marco desde el cual el modelo de la transición demográfica ha sido construido y llenado de sentido y significación. Plantear el posible uso de la transición demográfica como modelo descriptivo pura y simplemente es un llamado engañoso, pues obliga a pensar el problema demográfico en el ámbito de la teoría de la modernización, pero sin hacerlo explícito e impidiendo, por tanto, la reconstrucción del problema demográfico a partir de la revisión crítica del paradigma de la modernidad." (Canales, p.396)

Estudios en México de la transición demográfica y la demografía histórica

Propuesta de un acercamiento a la teoría de la difusión para el caso de México.

Gran parte de los estudios en México se centraron en estudiar la dinámica demográfica en función de la transición demográfica, el eje Modernización-Población estuvo presente en varios estudios demográficos hasta gran parte de los años 70, donde la demografía histórica, comenzó a tener relevancia.

En lo que corresponde al primer caso, Benítez hace estudios en donde integra diversas variables que apuntalan el avance de la transición demográfica (Benítez, 1982). En donde una de las preocupaciones centrales es alcanzar el estatus previsto en función de generar ciertos cambios sociales y un determinado régimen demográfico. Aunque hace apuntes importantes sobre los factores que inciden de manera directa en la fecundidad, bajo un análisis de causa y efecto, no logra trascender el eje Población-Desarrollo. Aunque, en los análisis de matrices que el hace se puede apuntar ciertos factores culturales, tales como la rama de actividad y la escolaridad, no se ahonda en estas variables, y además son variables que siguen ancladas en una perspectiva de modernización.

Asimismo el estudio de Tuirán (2002), pone énfasis en la modernización de la sociedad, en particular de la mujer. Tuirán señala como la transición demográfica modifica el tiempo de vida dedicado a la escolaridad, así como la edad en la que se contrae matrimonio y el aumento en los niveles de escolaridad. A pesar de que el autor sigue el mismo eje modernizador, lo importante es que señala un factor importante que es la desigualdad social, con esto modifica en cierto grado el planteamiento que sólo del crecimiento económico sin importar la desigualdad, sino más bien introduce una variable que permite medir lo que a nivel macro no es observable. Así mismo, detecta varios factores que pueden poner en riesgo a la población de las mujeres frente al avance de la transición demográfica.

Sin embargo, las aportaciones de la demografía histórica para estudio de la población en México, los podríamos encontrar en Robert McCaa (2001). Lo que hace el autor es señalar diversas variables que explican las tasas de fecundidad y mortalidad, de las poblaciones indígenas. La nupcialidad, los aspectos militares, así como el régimen alimenticio serán elementos que permiten explicar los niveles estas tasas. A la vez, nos permite refutar el planteamiento hecho por la teoría modernizadora de la población, al señalar que una sociedad moderna racionaliza el desarrollo de su población, a diferencia de las sociedades premodernas. Señalar que una sociedad es premoderna por el hecho de que mantiene altas tasas de natalidad y fecundidad, omite los criterios de racionalidad que se asumen al mantener una tasa alta de fecundidad frente a los riesgos que se pueden presentar para esa población, tales como epidemias, guerras o el régimen productivo, que podían poner en riesgo la continuidad de una familia o de una población. Así mismo, se observa un uso de la racionalidad al calcular los beneficios que se poseía, al tener más hijos, los cuales a su vez podrían ayudar en las actividades laborales. Estos patrones se mantuvieron de una u otra manera para hacer frente a determinados riesgos que se presentaban a la población, y que decayeron en la medida en que estos factores de riesgo fueron mayormente controlables.

De igual modo, el estudio de Esteinou (2008), nos arroja información sobre los patrones culturales que prevalecían sobre la época prehispánica en el mantenimiento de familias extensas, las cuales permitían dar cohesión a la familia y a la comunidad. En la época colonial, el papel cultural que jugó la iglesia en la dinámica y composición de las familias.

La investigación de Quilodrán (2001), estudia la evolución de la nupcialidad y la importancia del matrimonio como institución reguladora de la fecundidad, así como las cambios subsecuentes que tuvo esta, en función de la edad a la que se contraía la nupcias, así como las nuevas uniones conyugales que se vinieron gestando a lo largo de los años.

El estudio de Gómez de León (2001), estudia como los cambios en la nupcialidad modifica las tasas de fecundidad, en función del aumento de la esperanza de vida y, otros factores como, la escolaridad y los divorcios, de igual modo, como las diversas uniones conyugales van alternado los patrones de fecundidad.

La demografía histórica para el estudio de la población en México, ha permitido ahondar en los factores culturales y sociales que han ido modificando la tasa de fecundidad y que han venido generando los cambios demográficos. Con ello se ha podido sortear de mejor manera el eje que mucho tiempo privó los estudios de población en México, y que a su vez mantenían y mantienen, políticas de población que contravienen a la propia realidad histórica de la sociedad.

De igual modo, por un intento de acercarnos a estudiar la fecundidad en México, desde la teoría de la difusión, surgida de la demografía histórica, quisiera hacer el planteamiento de un estudio sobre la tasa de fecundidad y la población indígena. Si lo que plantea la teoría de la difusión es que en función de las pautas culturales tales como la lengua y en función de la vecindad e historia compartida, se puede difundir pautas de comportamiento que modifiquen la tasa de fecundidad, entonces la pregunta eje que guiaría este estudio es: ¿La presencia de población indígena y su tasa de fecundidad son determinantes para que ciertos estados mantengan altas tasas de fecundidad?

De acuerdo con datos de CONAPO, los estados que presenta una mayor tasa de fecundidad son Oaxaca, Chiapas, San Luis Potosí, Guerrero y Puebla, los dos primeros de 2.9 por cada mujer y los tres últimos de 3. Los cuales tres de estos Oaxaca, Guerrero y Chiapas, integran la región suroeste, la que posee la mayor tasa de fecundidad de 2.96. A excepción de San Luis Potosí, los otros cuatro estados concentran la mayor población indígena, de acuerdo con datos de los Indicadores Sociodemográficos la Población Indígena, con estimaciones de CONAPO. Sin embargo, a diferencia de Chiapas y Guerrero que experimentaron un aumento de la población indígena, los otros estados experimentaron un crecimiento negativo de su población indígena. Si lo que nos interesa explorar, a partir de la teoría de la difusión, es como las pautas culturales pueden modificar de manera directa las tasas de fecundidad de la población tomaríamos dos variables la de la lengua y la migración. Sin embargo, nos haría falta otro dato fundamental que es la tasa de fecundidad de la población indígena, que no se incluye en los Indicadores de la población indígena, sólo se incluye la tasa de crecimiento de esta. Así mismo, sólo se incluye los estados con mayor y menor inmigración, pero no con mayor migración.

Realizar los cruces con las respectivas variables, analizar las tasas de nupcialidad y las edades en las que se contraen, nos permitirá conocer que factores culturales imperan en estas poblaciones. Así mismo, nos podría arrojar información de hasta donde la lengua pueden ser factor determinante para que la modificación de la fecundidad sea más lenta comparada con otras poblaciones indígenas bilingües o hispanoparlantes. Dejo en el tintero este estudio que nos permitiría arrojar explicaciones sobre los patrones de conducta de la fecundidad de estas poblaciones y analizar más allá de los datos presentados como que las tasas elevadas de fecundidad responde a una reacción de las altas tasas de mortalidad, así como la necesidad de mano de obra.

Conclusiones

Este ensayo más que plantear una visión antioccidental o antimodernizadora, de lo que se pretende dar cuenta, de los pasos ciegos que tiene el proyecto modernizador, la cual tiende a borrar las diferencias históricas y culturales de una población. Es hacer del concepto de población, un concepto incluyente al hacerlo desde una perspectiva histórica. Es apelar a al incorporación de otras disciplinas, como se ha venido haciendo, a la demografía, y situar el discurso sociológico, en el análisis demográfico. Es plantearse el análisis del discurso demográfico desde una teoría crítica, la cual permita trascender la racionalidad instrumental que ha operado en gran parte de las ciencias sociales, y de la cual la demografía no se ha visto ajena. Es a la vez, la continuación de abrirse brecha frente a un camino diferente del desarrollo y del progreso planteado por Occidente. Es mirarse en el espejo de la historia, y lograr aunar tradición y modernidad. Las pautas culturales de una población más que significar una sociedad premoderna, en ocasiones pueden significar respuestas a desafíos que se hacen presentes, y que a la vez estas han aprendido a afrontar. Aplicar ciertos modelos que no concuerden con la realidad histórica de esta pueden en poner en riesgo a una población. El intento es repensar los caminos por los cuales se transita hacia la modernización y qué tipo de modernización.

Bibliografía

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CONAPO, 2005.

 

 

 

Autor:

Asael Santos Santiago

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM

Sociólogo

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