OSPINA William
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Veinte siglos de historia humana
Nos alejan de Dios y nos aproximan al polvo
T.S. Eliot.
A partir de la tesis que plantea Federico Engels de que el hombre evolucionó a través del trabajo, surge el planteamiento de Humberto Maturana de que éste no lo hizo por medio del trabajo sino de una herramienta mucho más poderosa: La comunicación. Debido a que el trabajo no le permitía interrelacionarse con los demás como sí lo permitía la comunicación, es decir, esta herramienta permitía al hombre prehistórico repartir y poner en circulación sus conocimientos sobre algo, como por ejemplo el uso de determinado objeto y por medio de diversas formas de lenguaje se llegaba a comprender el uso y la utilidad de cualquier tipo de herramienta que les permitiera mejorar las condiciones de vida y así alcanzar nuevos niveles de progreso, por lo tanto es el lenguaje en sus diversas formas el que logró poner al hombre primitivo en contacto con sus demás congéneres y de esta manera establecer relaciones y alcanzar condiciones que lo llevaran a un mayor desarrollo.
En este punto podría surgir una pregunta y es si en estos tiempos la comunicación sigue cumpliendo el mismo papel y hasta qué punto contribuye con el progreso de la humanidad.
Si bien podemos observar a lo largo de la historia del hombre, la comunicación ha jugado un papel fundamental en la vida de las sociedades, puesto que por medio de dicha herramienta se han puesto a circular infinidades de sentidos colectivos que permiten al hombre construir una identidad y mirar hacia el futuro desde diferentes perspectivas que determinan el curso de su existencia.
Desde sus primeras manifestaciones, la comunicación cumplía con unos fines que eran determinados por la misma comunidad o grupo de hombres que la utilizaban. El hombre de la caverna utilizó pinturas que le servían para exorcizar o bien invocar toda clase de fuerzas y fenómenos naturales. De esta manera plasmaba todos aquellos sentimientos primitivos de los cuales no era conciente pero que determinaban su forma de ver el mundo, debido a que comenzaban a mostrarle y enseñarle cuál era su naturaleza.
Asimismo, el hombre estableció una comunicación con su entorno para poder coexistir con los demás seres de la tierra y tratar de explicar sus orígenes para poder construir un futuro más seguro. Así fue como le fue otorgando significados a lo que veía y de esta manera poder entender los distintos mensajes que pudieran enviarle y que serían útiles para sus supervivencia.
Un ejemplo puede ser el árbol, quien además de brindarle frutos le servía de sombra o refugio. Otro ejemplo es la luna, la cual jugaba un papel determinante puesto que se convirtió en una gran mensajera, debido a que ésta por medio de sus movimientos le decía al hombre cuando debía sembrar o cuando no era conveniente realizar ceremonias y ritos y de esta forma se estableció una comunicación entre los diferentes seres del universo, lo que le permitió al hombre cambiar su visión de ser aislado para convertirse en parte dinámica de un todo y así poder entender mejor el por qué de su paso por el mundo.
Asimismo la comunicación que establecían, además de tener una connotación metafísica, tenía otra importantísima función y era la de hacer historia, es decir crear una memoria colectiva mediante la cual las sociedades construyeran toda una tradición y una cultura que perduraría a través de los tiempos.
Más tarde surgen otras formas de comunicación que le permiten al hombre crear códigos y difundir pensamientos e ideas que deben ser de conocimiento general para lograr la convivencia y la vida civilizada de la sociedad, como lo son la danza o el teatro, por ejemplo. De esta forma la comunicación logra ser la base para que las personas puedan llegar al conocimiento y se pongan en juego diferentes aspectos de la vida del hombre, así como se logra imponer como un mecanismo de defensa y de expresión para los diferentes miembros de las sociedades.
Con la aparición de los mensajeros de las cortes, los grandes imperios logran enterarse de la vida del resto de las regiones y prepararse para las diferentes situaciones así como también la toma de decisiones que son vitales para el desarrollo de estas civilizaciones. Luego aparecen otros personajes que contribuyen con los fines de la comunicación, como los trovadores, los juglares, los bufones, entre otros, quienes por medio de lo que expresaban lograban hacer que la gente se cuestionara, se inquietara más sobre lo que ocurría y las causas de aquellos acontecimientos, así como también motivaba otros procesos mentales que contribuían a descubrir nuevas formas de pensar, de ver la vida, y de esta forma la sociedad entera se movía hacia su propio desarrollo, hacia un progreso y un futuro más fiable.
Durante la edad media, el hombre cae en un letargo en todos los aspectos, puesto que el cristianismo comienza una de sus más negras etapas, impidiendo la circulación de mensajes, de textos, de formas comunicativas como el arte o la poesía, los cuales son necesarios para que el hombre siga planteándose dudas y trate de conocer más sobre su historia y su pasado. En este punto surgen formas de comunicación alternativas que igualmente dejan muchos vacíos pues todos aquellos conocimientos escondidos son de vital importancia para el desarrollo de la humanidad. El cristianismo impone todos sus dogmas y las sociedades caen en la sumisión absoluta por medio de la fuerza, se prohíben toda clase de cosas, se destierran algunos animales como el gato, lo que genera pestes horribles que acaban con un número exorbitante de personas.
Durante el renacimiento se pone al hombre como centro del universo, ya no es Dios, sino todo lo que encierra al hombre lo que tiene relevancia. En este punto se recuperan formas de comunicación que son importantes como los libros, las artes y las ciencias y se plantea un pensamiento racional ante todo que lleva al hombre más tarde a una revolución industrial en la que plantea que la ciencia y la tecnología llevarán al hombre al progreso.
De esta manera se fue planteando el positivismo lógico, en el que el mundo es sólo un constructo de materia, lleno de hombres con necesidades físicas y materiales que tiene que suplir y así se impone la sociedad de consumo como ese gran salvador, que tiene siempre todo lo que el hombre necesita, todo está allí en el mercado para que las personas se vuelvan cada vez más autómatas, más esclavos de sí mismos y de una época industrializada que no quiere que el hombre piense sino que compre.
En este panorama la comunicación ya no aparece como una herramienta para permitir la emergencia de nuevas alternativas, pues en sus formas actuales coarta la libertad y las diversas formas de pensar y de concebir la realidad. En estas sociedades racionalistas cada vez más, se impone un solo modo de pensar, un pensamiento único como lo plantea Ignacio Ramonet, quien atribuye en gran medida esta responsabilidad a los actuales medios de comunicación, los cuales en su afán de comercializar la información, ponen en circulación toda clase de datos irrelevantes pero que vendan y éstos principalmente saturados de imágenes, las cuales muchas veces no corresponden a la realidad o simplemente no contribuyen a esclarecer y a permitir procesos de aprendizaje y reflexión, por el contrario hacen que el hombre se vaya esclavizando a esa necesidad de ver por ver sin hacer ningún tipo de esfuerzo intelectual.
De igual forma, los procesos comunicativos son vistos en la actualidad como estructuras rígidas, las cuales no tienen ninguna posibilidad de flexibilidad o retroalimentación. Se cree que todo problema comunicacional tiene sólo una forma de ser solucionado y se han dejado de lado las múltiples formas de expresión del ser humano y se le ha dejado de ver como un todo que está integralmente formado tanto por emociones como por materia y esta separación es la que ha ido haciendo el horizonte más estrecho para las sociedades de hoy.
El hombre ha perdido su capacidad para reflexionar, para pensar si desea o no aceptar las decisiones que se toman en el mundo y en las que estamos todos envueltos, simplemente hace parte de una masa amorfa que se deja arrastrar por ese sistema ciego de ancias de poder y de dinero, y actúa como un ente sin pensamiento, a la merced de lo que unos quieran hacer con él.
Es evidente que en este mundo globalizado de hoy, al contrario de sentirnos más libres, nos sentimos coartados, ensimismados. Siervos totales de una sociedad de consumo absurda que no quiere que el hombre se detenga, que no pierda el tiempo que puede gastar más productivamente en consumir. Prisioneros de ciudades aisladas de la naturaleza, saturadas de contaminación y publicidad, de ruido y de gente sin alma que ya no se asombra por nada.
Es allí donde las comunicaciones tienen una gran responsabilidad, puesto que en vez de propiciar el diálogo, la conversación, que son los puntos en los que el hombre construye conocimientos y encuentra formas de desarrollo como lo plantea Humberto Maturana, se han encargado de propiciar hombres solos, esclavos y abandonados, que no se detienen a hacer reflexiones, que al final del día no hacen introspección para ver que falló y que puede ir mejor. Y es en ese punto donde el hombre se encuentra más vulnerable, más fácil de dominar y así va cayendo cada vez más en ese abismo de soledad infinita que no le traerá más que la muerte.
En el mundo postmoderno se tiene a la comunicación como un punto vital para el progreso del hombre, pero más que todo una comunicación desde el punto de vista del mundo globalizado. Hoy existe la televisión a escala planetaria, entre las que se encuentran la TV por cable, TV satelital, paper view, entre otras. El internet, con sus chats, teleconferencias, bases de datos globales, publicaciones de toda clase de trabajos en la red, así como el cine en sus múltiples facetas que ha ido evolucionando al ritmo vertiginoso de la era virtual, y la aparición del hipertexto, el cual ha revolucionado la comunicación moderna, en forma de lectura no lineal, es decir subjetiva, que rompe con todos los paradigmas de la comunicación tradicional. Todo esto trae consigo múltiples cambios en la sociedad contemporánea y rompe para siempre con la percepción del tiempo y del espacio como limitantes del hombre debido a que de cierto modo éste trata de manipular estos conceptos mediante dichos avances tecnológicos, haciendo que el mundo se mueva vertiginosamente y los inconvenientes por las distancias y el tiempo se minimicen al mayor grado.
"De esa aceleración somos todos agentes como sin advertirlo. Alguna vez fue importante aprender: hoy sólo importa graduarse. Alguna vez fue importante viajar: hoy sólo se trata de llegar". William Ospina.
Es así como nos vamos sumergiendo cada vez más en un mundo que nos impide pensar o sentir, la ciencia va tan de prisa que el hombre se ha quedado atrás en sus reflexiones, en sus interpretaciones sobre la realidad. Ya no nos preguntamos más si todos los adelantos que nos van llegando van a hacernos en realidad mejores personas, por el contrario asumimos una posición pasiva, sin cuestionamientos, es así como este pensamiento único que se nos impone nos lleva otra vez a una especie de nuevo oscurantismo, ya no por la falta de información como dice Ignacio Ramonet sino por el exceso de la misma. El hecho de que no hayan límites sobre lo que es pertinente para la sociedad, en el momento de sacarlo en circulación, es un abuso que no tiene justificación alguna. Ni siquiera es válida la excusa de que todo cuanto se nos viene encima será un avance sin precedentes o mejor aún, que servirá para que el hombre se posicione como un ser superior y logre hacer el capital que jamás imaginó en toda la historia de su existencia, pues esto como se ha podido ver ya con suficiente claridad, no es cierto, puesto que no necesariamente todo invento trae consigo la solución a los problemas más profundos de la humanidad, por el contrario ayudan muchas veces a aumentarlos, creando sociedades que se quedan por fuera y no pueden beneficiarse de todo aquello, mientras al mismo tiempo unos pocos crecen desmesuradamente a costa, inevitablemente, de la gran mayoría alienada del sistema dominante.
En este punto Humberto Maturana plantea: "…el camino de la ciencia moderna no es el camino de la sabiduría". Y con respecto a esto podemos decir que el hombre en vez de acercarse más a los ideales que se ha planteado desde siempre (el vivir bien, el ser libres, poder gozar de una espiritualidad realmente experimentada) inexorablemente se ha ido alejando más y más de ellos, lo que quiere decir que todo aquello que soñó alguna vez sobre el verdadero progreso y la verdadera evolución, hoy no es más que una utopía todavía más lejana y confusa, y luego de tantos años perdidos en la conquista de su propias limitaciones no son más que la muestra de lo incapaz que el hombre es para vivir en un mundo que le es desconocido y que de diferentes formas le sigue demostrando que aún no se puede controlar.
Una muestra de esto pueden ser los desastres naturales que no paran de azotar a la humanidad, en sus múltiples manifestaciones como terremotos, huracanes, entre otros. También aquellos que provocan los errores tecnológicos y que causan tragedias de mayúsculas proporciones como las fallas de inmensas máquinas, entre ellos los yumbos interoceánicos, submarinos de guerra, barcos transatlánticos, trasbordadores interespaciales, lo que ha demostrado al hombre de sobra que no se puede tener un absoluto control, que los cálculos pueden fallar y que no debe subestimar nunca su entorno y las fuerzas naturales que lo gobiernan.
Asimismo el mundo se debate hoy por hoy en guerras, las cuales han cambiado radicalmente en sus estructuras. Ya no se conoce al enemigo, sólo se le condena y se le trata de exterminar por medio de la fuerza y no del discurso o la demostración de la razón. Esto se fortalece mediante medios de comunicación que se encargan de mostrar imágenes sobre la crudeza del terrorismo y de que las represalias están justificadas luego de presenciar en vivo y en directo por primera vez a escala planetaria, el ataque más grande a la mayor ciudad del mundo, el pasado 11 de septiembre en Nueva York. De esta manera se logra vincular a todo el planeta en la cruzada por el terrorismo más grande de la historia y se manipula la información para que las personas en vez de exorcizar, cada vez incuben más odio por el resto de la humanidad.
Es de esta forma que la comunicación se ha alejado de sus fines, o más bien cómo el hombre se ha alejado de todas las infinitas posibilidades que esta valiosa herramienta puede brindarle. Según Humberto Maturana los sentimientos y las emociones son vitales a la hora de que haya una real comunicación, es decir, la comunicación es ante todo interrelación y a partir de ahí surgen múltiples estrategias y soluciones a los diversos conflictos humanos. El hombre es un ser en conversación y todo esto se ha ido perdiendo inevitablemente por medio de todos estos avances en la tecnología de las comunicaciones. El ser humano se ha ido aislando de un mundo que está vivo, que aún está por explorar y se ha ido encerrando en la maraña de sus telerredes, impidiendo el intercambio dialógico, la verdadera comunicación que es la que surge a través de la empatía, del real acercamiento entre los individuos participantes de una sociedad.
Asimismo en su ensimismamiento, el hombre se ha alejado nefastamente de la naturaleza, aquella de la que es parte y que necesita para vivir y para generar nuevos conocimientos que traducirá en mejores soluciones para su vida en sociedad. A partir de ese intercambio con la naturaleza de manera directa, es cuando el hombre se acerca más a su principio biológico, a esa estructura que le permite establecer una verdadera comunicación y esto se logra mediante el acercamiento por medio de las emociones que son las que contienen lo verdaderamente constitutivo del hombre.
Es por esto que hoy puede surgir ese interrogante sobre si la comunicación cumple en nuestros días con ese papel dignificador de la vida del ser humano, del progreso en un sentido integral de la existencia del hombre, puesto que la realidad nos muestra que esa respuesta no es una afirmación segura, por el contrario la historia nos ha mostrado que la comunicación ha avanzado en su forma mas no en su fondo, se ha innovado en la ciencia y tecnología de esta gran herramienta, pero se ha dejado de lado esa esencia de lo comunicacional, esa verdadera motivación hacia la búsqueda de fines más dignificantes de la condición humana, como bien dice Maturana: "Lo que importa no es lo que se entregue sino como lo reciba el otro" y en esa medida no cuenta tanto lo estilizado de la formas sino los efectos y las consecuencias que aquella comunicación producirá en los demás sujetos y para que los resultados sean satisfactorios es vital el reconocimiento del otro, esa validez que se le da a las otras personas y a sus formas de pensar, para poder construir procesos efectivos de desarrollo y evolución de las sociedades contemporáneas.
Manuela Lopera