La medición de la pobreza se ha convertido actualmente en el campo de investigación más prolifero. Se han realizado una gran cantidad de estudios para determinar cuál es el método más adecuado para la cuantificación de este fenómeno. El cual sin embargo, dependerá en gran medida de la definición y el enfoque que se le dé a la pobreza.
Este debate en torno a la cuantificación de la pobreza es importante pues revela la compleja conceptualización que existe sobre este tema, así como las diferentes maneras de abordarlo. Sin embargo, el renovado interés en este fenómeno se debe a que hasta hace poco tiempo en el medio académico se escuchaban voces escépticas sobre la utilidad de este tipo de información sobre la pobreza, ya que pensaban que el fenómeno era tan obvio que resultaba innecesario dedicar esfuerzos para medirla. Dichos estudios se basaban principalmente en hacer diagnósticos de las causas de la pobreza, de sus manifestaciones y repercusiones.
Actualmente, tantos los académicos, los gobiernos y las organizaciones internacionales se ocupan del tema de la pobreza, buscan soluciones para enfrentarla y conocerla con más claridad, para lo cual se hace imperativo recurrir a la medición del problema, para un mejor diagnóstico, ya que resolver el problema de la pobreza deja de ser un imperativo moral, para convertirse en un imperativo económico, en un mundo en que las naciones deben competir[19]
Para el Banco Mundial (1990: 323), librar de la pobreza a las personas dependerá en gran medida de un mejor conocimiento de cuantos pobres existen, donde viven y, sobre todo porque lo son. La respuesta a cada una de estas preguntas no resulta fácil. Así mismo en cada ejercicio de medición no solo se presenta un dato cuantitativo de los pobres, sino que hay un diagnóstico y juicio de lo que es la pobreza, una distinción entre lo importante y trivial en la pobreza, una identificación de un grupo de personas bajo la categoría de pobres y un agrupamiento de los pobres en un contexto social, lo que proporciona una imagen global de la pobreza.
Existen al menos cuatro motivos para medir la pobreza[20]Primero, mantener a los pobres en la agenda, ya que si la pobreza no se midiera sería fácil olvidarse de ellos, debido a que la pobreza se podría ignorar si son estadísticamente invisibles. Por lo tanto la medición de la pobreza es necesaria para que sea incluida en la agenda política y económica de un país. Un segundo motivo es la capacidad de identificar la pobreza si se desea intervenir directamente con el propósito de reducir o aliviar la pobreza. Tercero, para monitorear y evaluar los programas y políticas de intervención elaboradas para la población pobre, y finalmente, para evaluar la efectividad de las instituciones cuyo objetivo principal es combatir la pobreza.
En esta misma dirección, una fuerte justificación para la medición de la pobreza es propuesta por Ravallion [21]quien argumenta que una medida creíble de pobreza puede ser un poderoso instrumento para centrar la atención de los políticos en las condiciones de vida de los pobres.
Detrás de cada medida de pobreza hay un concepto analítico, el cual debe de incluir dos ejercicios bien definidos[22]un método para incluir a un grupo de personas en la categoría de pobres (identificación) y ii) un método para integrar las características del conjunto de pobres en una imagen global de la pobreza (agregación).
El camino más común hacia la identificación de la pobreza consiste en definir un conjunto de necesidades básicas o mínimas y considerar la incapacidad de satisfacer estas necesidades como prueba de pobreza.
Los métodos explicados anteriormente son útiles para la identificación de las personas pobres, sin embargo, es importante contar con una medida que indique la extensión y situación real de la pobreza. Dentro de las ventajas que ofrecen las diferentes medidas de pobreza es la facilidad para comparar entre distintas situaciones y sobre todo para evaluar la efectividad de las políticas sociales.
Una buena medida de pobreza deberá[23]permitir calcular los efectos de los programas, de las crisis o políticas gubernamentales en la pobreza, ii) permite comparar la pobreza en el tiempo, iii) permitir hacer comparaciones con otros países y iv) detectar a los pobres con el propósito de mejorar su condición.
Para obtener una buena medida de pobreza es necesario que esta cumpla con una serie de axiomas. El enfoque axiomático fue incorporado por Sen (1976) y posteriormente extendido o modificado por diversos autores. Este enfoque plantea que las medidas de pobreza deben cumplir con una serie de condiciones.
El axioma focal señala que el índice de pobreza debe ser independiente de los niveles de ingresos de los individuos que están por encima del umbral de la línea de pobreza. Esta propiedad trata de preservar que el valor del índice no dependa del ingreso de los no pobres.
El axioma de monotonicidad establece que la reducción de los ingresos de los pobres debe hacer crecer el valor del índice. Esta condición que es elemental significa que debe de haber una correspondencia entre la medida de pobreza y la distancia de los pobres respecto de la línea de pobreza.
El axioma de simetría considera que el valor del índice no se altera cuando dos personas de la población intercambian posiciones.
El axioma de independencia a la replicación dice que si varias poblaciones se agrupan el índice de pobreza será el mismo.
Según el axioma de transferencia una transferencia de ingresos de una persona pobre a uno menos pobre debe traducirse en un aumento del índice de pobreza. Por lo tanto, el axioma exige que la medida de pobreza sea sensible a la distribución de ingresos bajo la línea de pobreza y sobre todo que asigne una ponderación mayor a los más pobres.
Una extensión de este axioma es el de la sensibilidad a las transferencias incorporada originalmente por Kakwani (1980), que señala que la transferencia a un pobre que proviene de una persona con renta superior a él tendrá tanto mayor impacto en el índice en la medida que sea más pobre el que la transfiera. El grado de pobreza del donante se puede calcular a partir de su posición en la escala de ingresos o de su nivel de ingresos.
Foster, Greer y Thorbecke (1984) incorporaron el axioma de monotonicidad en subgrupos, el cual significa que el índice de pobreza debe crecer cuando aumente en un subgrupo y permanezca igual en los demás. Así se garantiza que un cambio en el ingreso de algunos individuos afecte, en función directa a la pobreza de cualquier subgrupo en el que estos individuos se encuentren
Por último el axioma de descomposición subgrupal dice que el índice de pobreza global puede calcularse como la suma ponderada de los índices de los subgrupos.
Estudio mundial sobre la pobreza y las disparidades en la infancia
UNICEF[24]puso en marcha el Estudio Mundial sobre la pobreza y las disparidades en la infancia en septiembre de 2007 con la intención de reforzar la presencia de la infancia en los debates nacionales sobre políticas. El cometido de este estudio es influir en las políticas económicas y sociales que afectan a la dotación de recursos, con la esperanza de que se prime a la infancia en los programas nacionales dirigidos a las familias que crían niños y niñas. En el blog del Estudio Mundial sobre la pobreza y las disparidades en la infancia, se examina la situación en materia de salud, educación y necesidades de protección de los menores de edad que viven en hogares pobres y vulnerables, en circunstancias de inseguridad y en comunidades desfavorecidas.
Pese a un cierto progreso en relación a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, aún hay millones de niños, niñas y mujeres rezagados, incluso en los países en que se registra una mejoría general. UNICEF ha asumido como organización el compromiso más amplio de aprovechar las pruebas, análisis, políticas y alianzas para promover la igualdad entre los géneros y para lograr resultados que favorezcan a toda la infancia. El Estudio Mundial sobre la pobreza y las disparidades en la infancia, practicado en 50 países y siete regiones con ayuda de UNICEF, forma parte de este esfuerzo.
Este estudio permite generar, a través de la colaboración de aliados de la escena nacional e internacional, análisis comparables de la pobreza y las disparidades que afectan a la niñez en lo tocante a nutrición, salud, educación y protección social y de la infancia. El propio proceso del estudio y los resultados del mismo han dado origen a datos, conocimientos y redes que han permitido influir en los planes nacionales de desarrollo y que han inspirado e informado estrategias o enfoques sectoriales para la lucha contra la pobreza, evaluaciones comunes para los países y otros instrumentos para el desarrollo. Con el apoyo de una serie de expertos y centros de investigación internacionales, la dependencia de política social y análisis económico de la División de políticas y planificación de UNICEF ha creado una Guía para el Estudio Mundial, cuya finalidad es facilitar la aplicación del estudio en cada uno de los países participantes.
El estudio se basa en datos específicos de cada contexto para ponderar la respuesta política a los resultados en materia de pobreza y disparidades en la infancia. Siguiendo un enfoque amplio, este análisis se basa en el criterio material y de las privaciones para medir la pobreza en la infancia y para valorar cómo interactúan estos aspectos. Los análisis correspondientes a cada país los llevan a cabo equipos de expertos nacionales en colaboración con los coordinadores de UNICEF en el país, aplicándose asimismo mecanismos participativos por los que se implica a diversas partes interesadas de la esfera nacional. Esta red mundial básica integrada por expertos en pobreza en la infancia de 50 países debería estimular el intercambio de conocimiento y la colaboración en todas las regiones. Los informes individuales de los países son el fundamento del estudio mundial, y prevemos que serán los elementos constitutivos de informes regionales y mundiales.
Según las estadísticas del Banco Mundial publicadas en abril de 2011 acerca del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)[25]
De 1981 a 2005 el porcentaje de personas viviendo en la pobreza extrema (menos de $1,25 al día) bajó del 52 al 26% de la población mundial. La proyección para 2015 es del 14,4% de la población mundial.
De 1981 a 2005 el número de personas viviendo en la pobreza extrema (menos de $1,25 al día) bajó del 1.900 a 1.400 millones. La proyección para 2015 es de 883 millones.
De 1981 a 2005 el porcentaje de personas viviendo en la pobreza (menos de $2 al día) bajó del 70 al 48% de la población mundial. La proyección para 2015 es del 33% de la población mundial.
De 1981 a 2005 el número de personas en la pobreza (menos de $2 al día) aumentó de 2.500 a 2.600 millones. La proyección para 2015 es de 2.036 millones.
Según el Banco Mundial esto implica que: "Dos tercios de los países en desarrollo están bien encaminados o próximos a lograr metas importantes para erradicar la extrema pobreza y aliviar el hambre."30 La razón fundamental de este pronóstico tan optimista es la alta tasa de crecimiento económico registrada en los países menos desarrollados entre 2007 y 2010 (6,6% anual comparada con 3,2% para toda la economía mundial) y proyectada para 2011-2014 (6,3% anual comparada con 4,6% para la economía mundial).
En febrero de 2012 el Banco mundial hizo una nueva evaluación de la situación de pobreza a nivel mundial.31 En ella se pudo constatar que el número de pobres en los países en desarrollo (menos de US$1,25 de igual poder adquisitivo al día) se había reducido de 1.937.830 personas en 1981 a 1.288.720 en 2008. En términos porcentuales esto implica una reducción del 52,16% de la población de esos países en 1981 al 22,43% en 2008.
En términos regionales, el Banco Mundial destaca los siguientes hechos:
Asia oriental y el Pacífico: En 2008, alrededor del 14% de la población de esta región vivía con menos de US$1,25 al día, valor inferior al 77% registrado en 1981, cuando la tasa de pobreza de la región era la más elevada del mundo. En China, el 13% de la población, o sea 173 millones de personas, vivían con menos de US$1,25 al día en 2008. Asia oriental alcanzó el primer Objetivo del milenio (ODM) hace unos 10 años.
En el mundo en desarrollo excluida China, la tasa de pobreza extrema, en 2008, fue del 25%, en comparación con 41% en 1981. El número de personas que vivían en la pobreza extrema en 2008, en cambio, era aproximadamente igual al de 1981 (alrededor de 1100 millones), tras haber aumentado en los años ochenta y noventa y comenzar a reducirse a partir de 1999.
Asia meridional: La tasa de pobreza de US$1,25 al día bajó de 61% a 39% entre 1981 y 2005 y entre 2005 y 2008 se redujo en 3 puntos porcentuales adicionales. La proporción de la población que vive en la pobreza extrema es la más baja registrada desde 1981.
América Latina y el Caribe: A partir de un máximo de 14% de personas que vivían con menos de US$1,25 al día en 1984, la tasa de pobreza alcanzó su nivel más bajo hasta entonces (6,5%) en 2008. El número de pobres aumentó hasta 2002 y ha venido disminuyendo en forma pronunciada desde entonces.
Oriente Medio y Norte de África: En la región, 8,6 millones de personas —el 2,7% de la población— vivían con menos de US$1,25 al día en 2008, lo que representa una disminución respecto de los 10,5 millones en 2005 y los 16,5 millones en 1981.
Europa oriental y Asia central: Tras haber alcanzado un máximo del 3,8% en 1999, la proporción de las personas que viven con menos de US$1,25 al día es ahora inferior al 0,5%. El 2,2% de la población vivía con menos de US$2 al día en 2008, lo que supone una reducción respecto del valor máximo de 12% registrado en 1999.
África al sur del Sahara: Por primera vez desde 1981, menos de la mitad de la población (el 47% del total) vivía con menos de US$1,25 al día. En 1981 la proporción era del 51%. Dicho coeficiente, en la región, se ha reducido en 10 puntos porcentuales desde 1999. Entre 2005 y 2008 se redujo en 9 millones el número de personas que vivían con menos de US$1,25 al día.
Otras fuentes indican las siguientes cifras registradas con anterioridad al desarrollo recién indicado: [26]
100.000 personas mueren de hambre al día.
Cada 5 segundos un niño menor de 10 años muere por falta de alimento.
Más de 1.000 millones de personas viven actualmente en la pobreza extrema (menos de un dólar al día); el 70% son mujeres.
Más de 1.800 millones de seres humanos no tienen acceso a agua potable.
1.000 millones carecen de vivienda estimable.
840 millones de personas malnutridas.
200 millones son niños menores de cinco años.
2.000 millones de personas padecen anemia por falta de hierro
880 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de salud.
2.000 millones de personas carecen de acceso a medicamentos esenciales.
El fenómeno de la pobreza en el ámbito mundial y particularmente en América Latina, se refleja de manera contundente en las condiciones de vida de la población. Durante las últimas décadas este fenómeno se ha visto agudizado particularmente en los estratos de clase media y en aquella población que se encuentra en pobreza y pobreza extrema. El costo social que ha implicado la integración de las economías Latinoamericanas al mercado mundial y sobre todo al modelo neoliberal, ha significado serios desajustes en las economías de los países de la región, en las familias y problemas de integración e inclusión social. El destino económico, político y social de los países de América Latina depende de las necesidades y exigencias de las economías desarrolladas que abanderan el proyecto de globalización, como una condición para la integración de las economías pobres al mercado mundial.
En este sentido, los programas de gasto social deben estar orientados hacia un proceso de redistribución del ingreso, en beneficio de las mayorías para mitigar los efectos de la pobreza. Pero esto no quiere decir que los programas de gasto social constituyan una solución definitiva al fenómeno de la pobreza, toda vez que la pobreza, como lo hemos mencionado, ya es una característica estructural del capitalismo en sus diferentes modalidades. La evolución económica de América Latina durante la posguerra ratificó el hecho de que el crecimiento económico no se ha reflejado en un desarrollo económico con justicia y bienestar social,
Podemos concluir, por lo tanto, que la pobreza latinoamericana es producto de dos elementos sustanciales:
1.- Una mayor apertura del mercado capitalista tanto de productos, (bienes y servicios) como de fuerza de trabajo.
2.- Los avances e intentos del neoliberalismo por imponer la globalización y la modernización en las economías de América Latina para su inserción exitosa en el mercado capitalista mundial.
Recomendación 1
Los gobiernos de países en desarrollo deben adoptar estrategias de desarrollo suficientemente ambiciosas para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para el año 2015. Las denominamos "estrategias para la reducción de la pobreza basadas en los ODM". Para satisfacer el plazo de 2015, recomendamos que todos los países elaboren sus estrategias antes del 2006. Donde ya existen documentos de estrategia para la reducción de la pobreza (DERP), esos documentos deben estar alineados con los ODM.
Recomendación 2
Las estrategias para la reducción de la pobreza basadas en los ODM deben ofrecer una base para el incremento de escala de las inversiones públicas, la creación de capacidades, la movilización de recursos nacionales y la asistencia oficial para el desarrollo. También deben ofrecer un marco para reforzar la gobernanza, promover derechos humanos, hacer participar a la sociedad civil y promover el sector privado. Las estrategias de reducción de la pobreza basadas en ODM
Deben:
Basarse en una evaluación de las inversiones y políticas necesarias para alcanzar los ODM para el año 2015.
Precisar detalladamente las inversiones, políticas y presupuestos a nivel nacional para los tres a cinco años siguientes.
Centrarse en la productividad rural, la productividad urbana, la salud, la educación, la igualdad de los géneros, el agua y el saneamiento, la sostenibilidad ambiental, y la ciencia, la tecnología y la innovación.
Centrarse en los resultados para mujeres y niñas en materia de salud (incluida la salud sexual y reproductiva) y educación, su acceso a oportunidades económicas y políticas, su derecho a controlar bienes y a vivir libres de violencia.
Promover mecanismos de gobernanza transparente y descentralizada.
Incluir estrategias operativas de incremento de escala, como capacitar y conservar trabajadores cualificados.
Involucrar a las organizaciones de la sociedad civil en la adopción de decisiones y la prestación de servicios, y dotarlas de medios para poder supervisar y evaluar.
Preparar las bases de una estrategia de promoción del sector privado y una estrategia de generación de ingresos para la población pobre.
Adaptarse, según proceda, a las necesidades especiales de los países sin litoral, los pequeños Estados insulares en desarrollo, los países menos adelantados y los países vulnerables.
Movilizar mayores recursos nacionales, del orden de cuatro puntos porcentuales del PNB, para el año 2015.
Calcular la necesidad de asistencia oficial para el desarrollo.
Describir una "estrategia de salida", adecuada a la situación del país, para poner término a la dependencia respecto de la asistencia.
Recomendación 3
Los gobiernos de países en desarrollo deben preparar y ejecutar las estrategias de reducción de la pobreza basadas en los ODM mediante procesos transparentes y amplios, en estrecha colaboración con organizaciones de la sociedad civil, el sector privado nacional y los asociados internacionales.
Las organizaciones y empresas del sector privado deben contribuir activamente a la elaboración de políticas y de iniciativas que promuevan la transparencia y, cuando corresponda, a la creación de asociaciones público-privadas.
Recomendación 4
Los donantes internacionales deben identificar por lo menos una docena de países que están en la "vía rápida" respecto de los ODM para un incremento rápido de escala de la AOD en 2005, reconociendo que muchos países están ya en condiciones de incremento de escala considerable sobre la base de su buena gobernanza y capacidad de absorción.
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Autor:
Milagros Rodríguez Salas
Anita Ari Quispe
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