El consumismo y los niños, adolescentes y jóvenes, una mirada desde la Educación
Enviado por Ernesto Chacón Cruz
- Resumen
- Introducción
- Desarrollo
- Acciones educativas que pueden los docentes generar para formar en los niños, adolescentes y jóvenes una cultura de consumo racional
- Conclusión
- Bibliografía
Resumen
El Sistema Educacional Cubano tiene como objetivo primordial, la formación de una cultura general en los niños, adolescentes y jóvenes de manera que puedan desempeñar con éxitos en sus futuras esferas de actuación profesional y social.
Por otro lado el apetito desenfrenado hacia el consumo de vienes materiales o servicios que invade a la sociedad actual con el nombre de "consumismo" no solo afecta el desarrollo de la personalidad de manera particular, ni tampoco solo a personas con elevado poder adquisitivo, sino que arrastra hacia la insostenibilidad a muchas familias los encierra en una especie de ciclo vicioso que no termina nunca, siempre está comenzando otra vez.
El presente trabajo aborda la problemática del consumismo desde la arista pedagógica al corroborar la existencia de un interesante problema:
¿Cómo contribuir a formar en los niños, adolescentes y jóvenes una cultura de consumo racional, de manera que mejoren su calidad de vida?
Con el material se propone preparar a los docentes para formar en los niños, adolescentes y jóvenes una cultura de consumo racional, de manera que mejoren su calidad de vida. Para ello se ofrecen un grupo de acciones que los docentes pueden utilizar para contrarrestar esta problemática del consumismo y formar en los estudiantes una cultura de consumo racional.
Introducción
El apetito desenfrenado hacia el consumo de vienes materiales o servicios que invade a la sociedad actual con el nombre de "consumismo" no solo afecta a personas de manera particular, ni tampoco solo a personas con poder adquisitivo, sino que arrastra hacia la insostenibilidad a muchas familias. La educación formal desempeña un papel importante en este sentido, puesto que a esta se le atribuyen entre otras funciones; la de crear la cualidades positivas para lograr un desarrollo integral, multifacético de la personalidad y su preparación para la vida.
Aunque la escuela es considerada como una institución específicamente preparada para desarrollar una cultura general integral de las nuevas generaciones, no es la única influencia de magnitud a tener en cuenta que interviene en dicho proceso, la familia, los grupos sociales, los medios de comunicación son otras instancias ejercen influencias importantes y decisivas en el desarrollo de este proceso.
Para el logro de tal aspiración, todos los esfuerzos de los maestros y profesores, la familia, las organizaciones políticas y de masas, las instituciones sociales, los medios masivos de difusión deben estar dirigidos al logro de una personalidad adecuada en nuestros adolescentes y jóvenes, cuyas manifestaciones se concreten en su actividad social, en la participación activa creadora en el trabajo, en la preparación activa en la vida del colectivo, en la formación de valores que reflejen madurez y objetividad ante las diferentes situaciones planteadas, en una conducta de consumo racional y en general que desarrollen una cultura general integral que los prepare para la vida.
A pesar de que tal aspiración constituye el fin del conjunto de objetivos priorizados de nuestro sistema educacional, la escuela como institución representativa, ha demostrado no estar suficientemente preparada para ajustarse a esta problemática que invade a una importante cantidad de nuestros jóvenes y adolescentes y los encierra en una especie de ciclo que no termina nunca, siempre esta comenzando otra vez.
Pareciera que para estos jóvenes y adolescentes ya no es prioridad buscar ser sino tener, es decir, de manera que para ellos es más importante tener que ser. Esta problemática que día a día parece ir en crecimiento y está determinada a su vez por varios factores tales como el modelo social y económico, el ambiente familiar, las relaciones interpersonales, tiene una elevada repercusión social, puesto que afecta el desarrollo de valores fundamentales como la solidaridad, la austeridad, la sencillez, el respeto a la diferencia, la tolerancia, el autodominio entre otros.
Por otro lado, es fácil observar como se pone de manifiesto por un numeroso grupo de familias, una mayor precaución por la forma de vestir de sus hijos, por la posibilidad de ofrecer un buen juguete u otros objetos de modas, que ante la educación que se les brinda.
Esta problemática ha sido ampliamente tratada por diferentes investigadores desde diversos campos, estos han abordado el fenómeno del consumismo, especialmente desde la psicología, la economía, la sociología, la pedagogía.
Los autores más significativos de esta temática son J. L. Castillejo, A. J. Colom, P. Mª Alonso Pérez-Geta, T. Rodríguez Neira, J. Sarramona, J. M. Touriñán y G. Vázquez, Querol Palau. M, Bonil Gargallo, Pujol vilallonga.R, María José Díaz. Aguado.
En Cuba no ha sido muy investigada esta problemática.
Esta situación pasa desapercibida por la familia sin preparación para educar a sus hijos y se asocia a la idea de la obtención de la satisfacción personal e incluso de la felicidad personal, esta realidad se ha convirtiendo en una obsesión de muchas personas en nuestro entorno y está impactando de manera nociva en la educación de los niños y en el ambiente familiar.
La familia constituye la célula fundamental para el funcionamiento exitoso de la sociedad, no es posible que una sociedad funcione con coherencia y tenga éxitos, si la familia como institución no cumple sus funciones.
La sociedad aspira a que las personas consuman los productos y los servicios de una manera racional, en dependencia de sus necesidades reales, sin embargo en la actualidad esta aspiración es una utopía, la realidad en este sentido es el incremento del consumismo traducido en caprichos desproporcionados por la adquisición de productos, artículos, prendas de vestir, equipos electrodomésticos y otros, que a la larga lo que provocan es aumentar la baja autoestima, el sentimiento de dependencia material y provocan que la sociedad adopte un ritmo insostenible, afectando de manera considerable el medio ambiente y por ende la calidad de vida de los ciudadanos.
De la contradicción anteriormente planteada, se desprende un interesante problema a tratar en este estudio. ¿Cómo contribuir a formar en los niños, adolescentes y jóvenes una cultura de consumo racional, de manera que mejoren su calidad de vida?
Para resolver el problema, nos trazamos como objetivo general. Preparar a los docentes para formar en los niños, adolescentes y jóvenes una cultura de consumo racional, de manera que mejoren su calidad de vida.
Nos proponemos como objetivos específicos:
Ofrecer algunas consideraciones necesarias a los docentes relacionadas con el impacto nocivo del consumismo en los niños adolescentes y jóvenes.
Proponerle algunas sugerencias educativas a los docentes para formar una cultura de consumo racional en los niños, adolescentes y jóvenes.
Desarrollo
Según refiere la Enciclopedia Libre Wikipedia. "El consumismo puede referirse tanto a la acumulación, compra o consumo de bienes y servicios considerados no esenciales, como al sistema político y económico que promueve la adquisición competitiva de riqueza como signo de status y prestigio dentro de un grupo social."
El consumismo inicia su desarrollo y crecimiento a lo largo del Siglo XX como consecuencia directa de la lógica interna del capitalismo y la aparición de la mercadotecnia o publicidad –herramientas que fomentan el consumo generando nuevas necesidades en el consumidor.
La causa fundamental al surgimiento y desarrollo del consumismo no está asociada a mayor poder adquisitivo, sino a la falta de identidad de cada una de las personas, al no conocer sus necesidades esenciales y por no estar claro en relación a las necesidades de los más cercanos a cada uno; factores influyentes como la imitación de personajes de televisión u otros estereotipos, que generan un ídolo que se sigue.
Una las consecuencias más significativas que trae consigo este fenómeno en las personas es la generación de necesidades infinitas que no pueden suplirse, la no felicidad.
El ejemplo clásico de país consumista es Estados Unidos, donde hay más automóviles que personas autorizadas para conducirlos. Pero esto no significa que los estadounidenses sean más dichosos, ya que sólo un tercio de ellos dijo, en la encuesta efectuada para el estudio, que vive "muy feliz". Esa cifra es casi igual a la de 1957, cuando sólo disfrutaban de la mitad de su riqueza actual. El creciente consumo en el mundo industrializado y en los países en desarrollo es más de lo que nuestro planeta puede soportar, señala el Worldwatch Institute. Los bosques, las tierras agrícolas, las selvas y los territorios vírgenes disminuyen para dar espacio a la gente, las casas, los centros comerciales y las fábricas.
En los países del tercer mundo, se han generado, desafortunadamente, reglas de consumo asociados al mundo desarrollado, que cambian en los adolecentes, y los niños la necesidad del ser, por la del tener. Para adolecentes y jóvenes se define la aceptación grupal por la capacidad de poseer objetos de moda que los identifiquen con su grupo.
La prevalencia de un estilo de vida consumista en las personas, se manifiesta diversas formas, generalmente relacionadas con las conductas y comportamientos. Ejemplos de tales manifestaciones lo son, la persecución irracional de las modas de última generación, algunos estudiosos lo han definido como patología de la moda o simplemente Síndrome de la moda.El llamado "Síndrome de la moda" es el fenómeno más reciente y sobre él se están estudiando gran número de casos en todo el mundo. Los expertos han definido el "Síndrome de la moda" como un comportamiento patológico que se caracteriza por la dependencia creciente del deseo de adquirir ropa y complementos del vestir que no son necesarios.
Se han realizado muchas investigaciones de corte social, para estudiar el comportamiento de las personas que padecen dicho síndrome, la mayor parte de los casos estudiados demuestran que la persona adquiere ropa o complementos no solo innecesarios, sino inapropiados para el estilo o la personalidad del comprador, incluso tallas mayores o menores de las que se necesitan.
Es por ello que muchas veces vemos con asombro las inapropiadas maneras de vestir de nuestros jóvenes y adolescentes cubanos, incluso transformando los uniformes escolares, que en muchos casos se escapa de una moda juvenil que caracterice su edad, sino que tales modas contrastan con la aspiración de lograr una cultura social en la población y hasta empañan los proyectos y objetivos diseñados por los Ministerios de Educación y Cultura fundamentalmente.
En este sentido, esas adquisiciones desproporcionadas, ajenas a las reales necesidades se su edad, acarrean sentimientos de culpa, descenso de la autoestima y numerosos problemas con la familia, a tal punto que algunos adolescentes llegan a intentar quitarse la vida ante la imposibilidad de la familia de comprarles un teléfono celular, un pantalón de moda, un videojuego o una computadora para jugar.
La problemática tratada toma otro matiz cuando se trata de niños. Estos no han sido educados ante el consumo y son las principales víctimas y las más indefensas criaturas ante el consumismo.
Los niños no poseen la capacidad de decidir lo que es beneficioso o perjudicial para la formación de su personalidad, no son capaces de discernir desde su arista infantil la manera en que puede impactar en la vida familiar una decisión errada.
Para los niños el dinero no está ligado a esfuerzo personal alguno. Es como el Gran Maná que baja del cielo, se pone en sus manos y les sirve para adquirir algún que otro capricho. María José Díaz-Aguado (1997. Pág. 34).afirmó que los más pequeños "observan el consumo como una manera fácil de conseguir la felicidad. Muchas veces asocian las compras con una muestra de afecto. Más me compran, más me quieren"
Un fenómeno muy relacionado con esta problemática y que se manifiesta fundamentalmente en los adolescentes, está ocurriendo en la actualidad y ocupa a muchos investigadores internacionales. El culto a la belleza física, al margen de las posibilidades económicas de la familia y de las condiciones reales de la salud de la persona, es una actitud vana de apreciación de la belleza, la cual motiva todo tipo de gastos de tiempo, dinero, energía y no en pocos casos de la propia salud.
Se han reportado por medios de difusión internacionales, muchos casos de adolescentes que persiguiendo un estereotipo de belleza física, se han sometido a implantes artificiales de mamas, glúteos u otras partes del cuerpo, sin tener en cuenta sus posibilidades físicas y biológicas y han limitado su salud al punto de la muerte.
Es muy común que nuestros jóvenes intenten seguir los mismos patrones de bellezas que infunde la TV, La Internet, El Cine, como si fueran metas a alcanzar a cualquier precio, incluso hasta el riesgo de perder sus propias vidas.
El Cine que generalmente consumen nuestros adolecentes en sus casas en los propios DVD rinde culto a la agresividad, el militarismo, la fuerza física, el liderazgo sin trabajo de equipo, sin solidaridad ni respeto.
José Martí, citado en los Cuadernos Martianos (1998. Pág. 56) refirió "Yo quiero que la primera ley de la republica sea el culto a la dignidad plena del hombre"
Es importante que la familia comprenda entonces que lo imprescindible es la dignidad plena de sus hijos y no los estilos de vida y comportamientos que en muchas ocasiones se difunden por algunos medios de difusión, con los que generalmente se pretenden ganar a toda costa mas popularidad y ganancias.
Martí, en una de las cartas que hizo a Maria Mantilla, le decía" la elegancia, mi María, que está en el buen gusto, y no en el costo. La elegancia del vestido, la grande y verdadera, está en la altivez y la fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera la belleza prestada: se sabe hermosa y la belleza echa luz »
En esa carta Martí le enseñaba a la niña Maria Mantilla, que lo primordial está en los sentimientos de las personas y no en lo que llevaban puesto por encima de sus cuerpos.
La familia actual debía retomar esta enseñanza para conducir el desarrollo de la personalidad de sus hijos, de manera que estos puedan sentirse orgullosos de sus vidas y de lo que verdaderamente son y significan para los demás, que no se sientan marginados por aquellos que sustentan su felicidad en la adquisición de lo material por encima de la espiritualidad y la afectividad.
El resultado más rápido de un estilo de vida consumista, se siente directamente en la economía doméstica, pero no es el único perjuicio por el que atraviesa la sociedad, esta con seguridad irá siendo conducida a un abismo con resultados insospechados.
Por ello desde la escuela, el docente debe generar una educación ante el consumo, con acciones de tipo preventivo en la familia, la institución educativa y comunidad.
Acciones educativas que pueden los docentes generar para formar en los niños, adolescentes y jóvenes una cultura de consumo racional
Las acciones que preponemos se basan en las relaciones que se establecen entre los niños, adolescentes y jóvenes con los docentes, con la familia y de éstos entre sí.
En la escuela están establecidos los ejes transversales los que deben ser tenidos en cuenta en las diferentes materias y momentos del Proceso Docente Educativo
La escuela para evitar el consumismo puede trazarse acciones como las siguientes:
Abordar en clases u otros espacios la importancia de la dignidad de la persona, por encima de la apariencia física.
Visualizar documentales en los que se explican los riesgos para la salud de los tatuajes, la colocación de piercings u otros artefactos en el cuerpo. Permitir el debate abierto y sincero.
Crear espacios de análisis y debate con los niños, adolescentes y jóvenes en los que se aborden la realidad social y se enseñe a identificar el comportamiento consumidor en las personas.
Proponer actividades docentes que permitan fomentar la capacidad de tomar decisiones de manera responsable en la protección del medio ambiente.
Crear ejemplo de situaciones en el aula en las que los estudiantes asuman actitudes críticas que generen autonomía ante la sociedad u otros coetáneos que constantemente presionan con comportamientos consumistas. Hacer énfasis en los elementos necesarios en nuestra vida para ser feliz y los motivos; las cosas de las que podemos prescindir y las que no.
Vincular los contenidos de las clases con la vida económica nacional, territorial y familiar con el objetivo de valorar la necesidad del trabajo como fuente de riquezas.
Crear un movimiento cultural en el aula y desde el aula para enseñar a los estudiantes a apreciar la literatura, la música, el cine. Proponer un cronograma de actividades a desarrollar.
En la familia se pueden realizar acciones como las siguientes:
Involucrar a los niños, adolescentes y jóvenes en los análisis que hacen en casa por los padres de las necesidades reales y las prioridades para el mes, teniendo en cuenta cuanto se gasta para cubrir esas necesidades, compararlos con los ingresos obtenidos, con el objetivo de que ellos sean participantes en las decisiones en la familia.
Explicar a los niños, adolescentes y jóvenes la verdadera situación económica familiar, con el objetivo de que estos propongan posibles acciones que contribuyen a la solución de dicha situación..
Realizar actividades en la familia en las que se fomente el amor por el trabajo, el ahorro de electricidad, el cuidado del medio ambiente. Tales como:
La siembra de un huerto familiar o de un jardín.
La recogida y venta de materias primas.
Distribuir responsabilidades a los niños, jóvenes y adolescentes en dependencia de sus posibilidades, pero teniendo en cuanta también sus potencialidades.(El que limpia el patio y saca la basura, el que lee el contador eléctrico y analiza la factura mensual, el que limpia y riega el huerto o el jardín, el que busca los víveres a la bodega, ect.)
Valorar la importancia que tienen las cosas que se tienen en el hogar.
Analizar la utilidad que se le puede dar a los objetos.
Ayudar a niños, adolescentes y jóvenes en las decisiones, aportando criterios que los ayuden a superar la presión constante de otros coetáneos y de la sociedad.
Conclusión
1. Teniendo en cuenta estas acciones que ponemos a consideración de los docentes, llegamos a la conclusión de que es necesario que todos comencemos a actuar en función de formar en nuestros niños, adolescentes, jóvenes y población en general una adecuada cultura de consumo, que revierta la peligrosa situación que pone a la familia y la sociedad en las puertas del abismo.
Bibliografía
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Autor:
MSc. Ernesto Chacón Cruz