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El autoconcepto en adolescentes de octavo grado de la Secundaria Básica “Eduardo Anoceto”

Enviado por Naida Noriega Fundora


  1. Introducción
  2. El autoconcepto
  3. Desarrollo
  4. Resultados
  5. Conclusiones
  6. Bibliografía

Introducción:

La adolescencia está caracterizada por múltiples cambios a niveles biológico y social, los cuales suponen transformaciones en el orden psicológico. El autoconcepto como formación psicológica compleja encuentra sus premisas para el desarrollo en las estimulaciones provenientes de estos cambios y presenta sus vías de expresión por medio de la conducta social. Para llevar a cabo el estudio de las particularidades del autoconcepto en la adolescencia se segmentó el análisis hacia el octavo grado debido a que este es el año intermedio en el tránsito por la segunda enseñanza y para ello fue imprescindible el estudio de los agentes socializadores principales.

El autoconcepto es una de las variables más relevantes dentro del ámbito de la personalidad, tanto desde una perspectiva afectiva como motivacional. Las múltiples investigaciones que le abordan coinciden en destacar su papel en la regulación de las estrategias cognitivo-motivacionales implicadas en el aprendizaje y rendimiento académico. El autoconcepto tiene especial importancia desde el punto de vista educativo, pues los sujetos con baja autoestima tienden a desmerecer su talento, son influenciables, eluden situaciones que le provocan ansiedad y se frustran con mayor facilidad.

En el contexto escolar esta es un variable de suma importancia en múltiples direcciones, entiéndase por ello que el autoconcepto de un estudiante determina la relación existente entre la enseñanza y el aprendizaje, pero además influye en toda su configuración personológica, pues no se reduce exclusivamente a la realidad académica, sino que trasciende este aspecto hacia otros vitales como las relaciones sociales y familiares, debido a la gran connotación que recibe el estudio como actividad fundamental del adolescente en relación con la importancia otorgada a las valoraciones de los otros en un continuo proceso de construcción de su identidad personal.

Este trabajo adquiere su relevancia por el hecho de que en Cuba se han realizado pocas investigaciones sobre el tema del autoconcepto desde una perspectiva multidimesnional, además de que los resultados obtenidos, pueden contribuir al perfeccionamiento de las prácticas educativas en pos de potencializar la formación de la personalidad desde una perspectiva de desarrollo integral.

En función de lo anterior este trabajo se propone como objetivo caracterizar el autoconcepto en los adolescentes de 8vo grado de la Secundaria Básica "Eduardo Anoceto Rega" del municipio Santa Clara.

El Autoconcepto.

  • Concepciones teóricas sobre el autoconcepto.

Este constructo psicológico ha recibido diferentes denominaciones de acuerdo a los planteamientos de cada autor en particular: self, noción de yo, concepto de sí mismo, autoconcepto, autoimagen, autoevaluación, autoestima, etc.; siendo la investigación sobre tópicos centrales de una teoría del autoconcepto así como de sus conclusiones metodológicas, un tema de continua revisión (Shavelson y Bolus, 1982).

A medida que la persona se desarrolla física y psicológicamente, el concepto de sí misma se transforma en un elaborado sistema, que incluye tanto su imagen corporal (las sensaciones y las percepciones que se tienen del propio cuerpo, su naturaleza y sus límites) como todos los pensamientos, sentimientos, actitudes, valores y aspiraciones que le conciernen. Desde estos momentos ya se ofrece una visión de la importancia que adquieren las influencias externas en la formación del autoconcepto, y el carácter transformador del mismo.

En cuanto a las concepciones acerca del autoconcepto diversos autores consideran el término "yo" como la percepciòn que tiene una persona de su identidad. Ese concepto del "yo", es la imagen que se tiene de sí mismo y al que se le ha considerado como un factor importante del logro escolar, la conducta social y casi todas las facetas de nuestra vida, según se ha mencionado. De acuerdo con Jourard y Landsman (1987) ese concepto con frecuencia incluye una estimación o evaluación del "yo" como algo "bueno" o "malo", producto del juicio que hacemos acerca de nuestra inteligencia, atractivo y capacidades.

Otras definiciones se limitan a los simples conocimientos y representaciones propias del sujeto y lo definen como el conjunto de percepciones o referencias que el sujeto tiene de si mismo, el conjunto de características, atributos, cualidades y deficiencias, capacidades y limitaciones, valores y relaciones que el sujeto conoce como descriptivos de sí y que percibe como datos de su intimidad. (Hamachek, 1981 citado en Peralta, 2007).

Por otra parte, también Papalia y Wendkos (1995) manifiestan que el autoconcepto es el sentido de sí mismo. La base del autoconcepto es nuestro conocimiento de lo que hemos sido y hecho; su función es guiarnos a decidir lo que seremos y haremos en el futuro. El autoconcepto, entonces, nos ayuda a entendernos a nosotros mismos y, también, a controlar o regular nuestra conducta. A nuestro juicio este constituye un aspecto de interés en el análisis del autoconcepto, pues no lo limitan como los autores analizados anteriormente al conocimiento de nosotros mismos.

Estas autoras incluyen dentro del autoconcepto, otros componentes que permiten una mayor comprensión de este fenómeno.

Autoconciencia: se refiere a la comprensión que se inicia en la infancia acerca de nuestra independencia de otras personas, lo que nos permite reflexionar sobre nuestras propias actitudes, en relación con los estándares sociales.

Autorreconocimiento: es la habilidad para reconocer nuestra propia imagen.

Autodefinición: son las características físicas y psicológicas que la persona considera importantes para definirse a sí misma.

Yo Real: es el concepto de la persona sobre cómo es.

Yo Ideal: es el concepto de la persona sobre lo que desea ser.

Rogers, citado por González (1989), considera que la mayor motivación del comportamiento es el concepto propio, pues lo que la persona piensa de sí misma influye en todo lo que hace. Actúa como se cree ser y, por lo tanto, el tener una concepción defectuosa del yo conlleva a anormalidades. La persona con una concepción falsa del yo, tiende a limitar las experiencias vitales, tanto internas como externas. Para la persona que se desarrolla, lo esencial es descubrir y expresar su yo real dentro de los papeles que le corresponde desempeñar.

De manera general las diferentes posturas teóricas poseen un valor común en tanto al conocimiento propio del sujeto se refiere, pudiéndose interpretar como una auto percepción en torno a los principales conceptos del sujeto, la cual posee un referente externo y su expresión se da en la conducta. De forma más compleja e integradora, González (1989) propone el estudio del autoconcepto bajo la denominación de autovaloración, la cual es definida como la dimensión valorativa de la autoconciencia, donde los móviles del comportamiento poseen un nivel superior de complejidad al estar mediatizados por la actividad cognitiva de manera determinante en su conformación, a través de procesos complejos como el pensamiento.

Por su parte Gallardo y Trianes (2004) plantean que existen tres definiciones diferentes de autoconcepto en las que se encuentran la concepción psicosocial, la cognitiva del procesamiento de la información y la multidimensional jerárquica. La primera de las tres estuvo construida por los sociólogos del interaccionismo simbólico, representados por De Cooley y Mead desde la perspectiva del fenómeno social, resaltando la importancia de las relaciones del sujeto en el medio ambiente, las cuales determinan el desarrollo personológico por lo que no es difícil comprender el por qué plantean el autoconcepto como la representación que el sujeto posee de sí mismo a modo de reflejo de la percepción que las personas esencialmente significativas presentan sobre sí, estrechando cada vez más el vínculo entre lo que es realmente el sujeto y la imagen percibida por parte de los otros de forma arbitraria, pues la persona no se proyectaría cómo es si no cómo es vista desde su propia perspectiva por los demás.

El punto débil de esta concepción, radica en que existe un margen considerable de diferencia entre lo que cada quien piensa sobre la representación que los demás poseen sobre sí mismo y la que realmente estos presentan esto supone la mediatización de determinados mecanismos de defensas que no permitan un daño en el ego personal.

La segunda de las concepciones plantea el autoconcepto como autoconocimiento, debido a que representa una compleja teoría sobre lo que el sujeto cree de si mismo y que representa el núcleo central de la personalidad, expresándose a través del bienestar personal y en la regulación del comportamiento, además reconoce su génesis en la relaciones sociales así como en la interacciones entre el yo real y el ideal. La vinculación del autoconcepto con la conducta se da a través de procesos cognitivos como los de percepción y memoria, así como en el procesamiento de esas informaciones personales con la finalidad de estructurarlas y organizarlas, además reconoce la mediatización de los procesos afectivos y motivacionales durante todo el desarrollo del autoconcepto y su relación con este.

Por último aparece la concepción multidimencional jerárquica que plantea el estudio del autoconcepto por medio del análisis de las dimensiones que lo integran concibiéndolo como una estructura psicológica organizada jerárquicamente que goza de una estabilidad aunque es dinámico, el cual presenta tanto elementos descriptivos como valorativos.

Según algunos autores, el autoconcepto está compuesto por tres categorías, las cuales se encuentran organizadas bajo la forma de actitudes que el sujeto posee sobre sí mismo. (Burns, 1990, citado en Gallardo y Trianes, M. 2004). Estas categorías son el cognitivo el cual hace alusión a la autoimagen, o sea: la percepción que el sujeto tiene de si mismo, por lo tanto tiene un valor descriptivo, el afectivo se refiere a la autoestima, la cual presenta una función valorativa de ese conocimiento que el sujeto posee sobre su persona evidenciándose en los niveles de rechazo o aceptación que una persona presenta sobre si mismo, así como en los sentimientos de eficacia y adecuación ante los diferentes contextos de relación, el componente conductual se vincula a la regulación comportamental del sujeto mediatizado por el conocimiento y las valoraciones que realiza de su persona en pos de plantearse metas, tomar decisiones y por tanto la motivación adquiere una gran connotación debido a su influencia.

El autoconcepto es asumido en la presente investigación como la imagen que uno tiene de sí mismo y se encuentra determinada por la acumulación integradora de la información tanto interna como externa, juzgada y valorada mediante la interacción de los sistemas de estilos (o forma específica que tiene el individuo de razonar sobre la información) y valores (o la selección de los aspectos significativos de dicha información con grandes dosis de afectividad).

Borden y Stone (1982) señalan que éste concepto tiene dos aspectos que requieren consideración especial; en primer lugar, la concepción de que el autoconcepto es un proceso social y, en segundo, que este proceso se prolonga a lo largo de toda la vida.

En efecto, el desarrollo del concepto de sí mismo resulta, en gran medida, de las interacciones sociales entre las personas y la mayor influencia deriva de las relaciones con las otras personas significativas; es decir, con aquellas personas por quienes sentimos una gran estima.

Este aprendizaje del autoconcepto no es intencional puesto que generalmente es moldeado desde contextos informales educativos, aunque aveces es el fruto de una acción intencionalmente proyectada a su consecución.

De esta manera es entendido el papel de las relaciones interpersonales, fundamentalmente con aquellas personas significativas del entorno para el sujeto en el proceso de conformación del autoconcepto, planteándolo como la percepción que cada uno tiene de sí mismo, que se forma a partir de las experiencias y las relaciones con el entorno, en las que las personas significativas desempeñan un papel importante, concordando con lo plantado por Shavelson, Hubner y Stanton en 1976 (citado en Peralta, 2007).

Diversas investigaciones y proyectos (Alcántara, 1993 y Contreras, 2000) dan cuenta que, por el hecho de que el autoconcepto resulta de la interacción con el medio natural y social, es susceptible de ser desarrollada, es decir, se puede intervenir para hacer variar desde un menos a un más, siendo la adolescencia una etapa importante en la estructuración y consolidación del mismo teniendo en cuenta los cambios y transformaciones que se producen en la personalidad.

  • El autoconcepto y la adolescencia.

Respecto a los hallazgos empíricos sobre el desarrollo del autoconcepto en la adolescencia, se encuentra el modelo desarrollado por Damon y Hart (1982) en base a las teorías de William James, sobre el self. Según éste, la forma en que se produce el desarrollo y la interacción de los distintos aspectos del self varía en cada individuo según su historia particular, sexo, contextos sociales, etc., pero básicamente, es similar.

Hill 1981 (citado en Dusek y Flaherty, 1981), afirma que los estudios y evidencias empíricas en apoyo de concebir la adolescencia como un período de cambios menos dramáticos, es decir un período de cambios, pero continuos y más estables, no desmienten el hecho de que el período es cualitativametne diferente del anterior. En este punto, coincide con Damon y Hart (1982) quienes también apuntan con sus investigaciones y modelo de desarrollo del autoconcepto, al señalar una ruptura entre la niñez y la adolescencia.

Como se evidencia existe un acuerdo en que la adolescencia conlleva una reestructuración del autoconcepto y una nueva teoría sobre el propio self. Hay cambios adaptativos en el autoconcepto, y simultáneamente en el concepto del self de los otros en relación a él, sin que ello origine necesariamente un cataclismo.

Ciertamente hay coincidencia en la literatura (Bozhovich, L. Coll, C. Contreras G) en que el niño comienza a considerarse como un adulto en talla y otras características físicas, comienza su interés sexual solo o con otros, debe integrarse a estructuras sociales más complejas y burocráticas representadas por el cambio de ciclo en la escuela, comienza a manejar nuevas y más ricas y sofisticadas maneras de procesar cognitivamente la información, hay cambios de rol, nuevas exigencias sociales, y expectativas de los adultos y pares, etc.

Todo lo anterior trae aparejado un cambio cualitativo del autoconcepto respecto a la imagen que el niño mantenía durante la infancia.

En esta misma línea de estudios, Lerner (1980) afirma que la adolescencia es un período que involucra cambios importantes y significativos en la autoevaluación en relación a los períodos anteriores del desarrollo.

Finalmente, y como una última instancia de diferenciación de la niñez y de la adolescencia en cuanto a autoconcepto, se puede inferir un autoconcepto inicialmente muy segregado y no integrado en todos sus aspectos. En el paso a la adolescencia, las declaraciones sobre sí mismos, comienzan a mostrar una integración superficial al principio, para finalmente mostrar una organización dentro de un todo que integra todos los aspectos del sí mismo (Damon y Hart, 1982) como culminación del período, y como principal tarea del desarrollo en esa etapa.

Justamente en este orden de ideas surge el tema de la autovaloración, que por las razones antes mencionadas adquiere mayor complejidad en la etapa de la adolescencia. Durante esta edad influyen diferentes condiciones como son las transformaciones puberales y su repercusión psicológica, especialmente la imagen de sí (autoconcepto), y en particular, la imagen corporal; las nuevas exigencias propias de los sistemas de actividad y comunicación, típicos de estos períodos y el desarrollo intelectual, asociado a las necesidades de independencia, autoafirmación y comunicación, aún cuando a veces el adolescente tiende a la soledad y al aislamiento para reflexionar sobre sí mismo.

En la adolescencia la imagen corporal y las cualidades vinculadas a las relaciones interpersonales tienen un marcado peso en la autovaloración y en el sentido de autoestima. En este período se integran las funciones subjetivo-valorativa y reguladora de la autovaloración.

Entre los psicólogos de orientación marxista, existe consenso en considerar que en la adolescencia se alcanza un nivel cualitativamente superior de desarrollo de la autoconciencia, la cual adquiere un carácter generalizado y sirve de sostén al desarrollo de la autovaloración, término este último empleado por la mayoría estos autores para designar el concepto de sí valorado. La autovaloración en esta etapa, a pesar del avance antes descrito, es aún inestable e inexacta, pues depende en determinada medida de las valoraciones externas (Domínguez, 2003)

En sus relaciones interpersonales el adolescente tiende a veces a sobrevalorarse o a considerar que los demás no tienen una valoración adecuada de su persona, ya sea por desconocimiento o porque subvaloran sus cualidades, cuestión que a veces es cierta en el caso de los maestros.

Los adolescentes tienden a una valoración estereotipada, tanto de los otros como de su propia persona. Un éxito o fracaso en determinado contexto lo lleva de forma bastante inmediata a elevar su autoestima exageradamente o a la inseguridad, la timidez, etc. También, y en consonancia con esta característica de la edad, acostumbran a clasificar o etiquetar a una persona a partir de un acto o cualidad aislada, lo que explica en ocasiones la crueldad que manifiestan, sobre todo, en las relaciones con sus iguales.

El autoconcepto en esta etapa está sujeto a cambios considerables, pues la percepción propia del adolescente adquiere un carácter lábil, pero aun así este proceso transcurre de forma relativamente estable. El desarrollo cognitivo alcanzado en esta etapa por el sujeto le permite elaborar una mayor estructuración del conocimiento de su persona realizando valoraciones de forma más coherente y ordenadas, además de esto su desarrollo afectivo propicia una nivel de empatía que lo capacita para verse a si mismo desde la perspectiva de los demás, por lo tanto existe una mayor congruencia entre lo que piensa de si y lo que los demás pueden opinar al respecto.

Desarrollo:

La presente investigación se basó en el paradigma de investigación cuantitativo debido a la extensión de la población y los intereses de lograr generalizar los resultados dentro del propio contexto de análisis. Para ello se aplicaron técnicas con métodos estadísticos de calificación que posibilitaron el análisis positivista de las informaciones buscando objetividad y valides en los resultados, con la finalidad de servir de referente a futuras investigaciones con intenciones similares pero con mayores niveles de análisis que trasciendan lo descriptivo, a lo cual en estos momentos nos limitamos.

La población de la investigación está compuesta por los 221 estudiantes del 8vo grado de la Escuela Secundaria Básica "Eduardo Anoceto Rega" del municipio Santa Clara. La selección de la muestra se realizó de forma probabilística estratificada ofreciendo la posibilidad a cada uno de los sujetos que forman la población de integrar la muestra, buscando representatividad a partir del registro del profesor, pero estratificando la misma atendiendo a la categoría de género, siendo esto determinante para el estudio.

Se trabajó además con los padres y profesores de los sujetos seleccionados, quedando finalmente conformada la muestra por un total de 108 estudiantes, lo que representa un 48.86% de la población, 108 padres y los 6 profesores de los grupos a los cuales pertenecen los sujetos.

Los instrumentos utilizados fueron los siguientes: Revisión de documentos, Test de Autoconcepto (CAG Manual Versión 1.0), Sociograma, Cuestionario a padres y profesores sobre el autoconcepto de los adolescentes elaborado para esta investigación, modificación de la escala Dembo – Rubinstein.

El autoconcepto tal y como se asume en esta investigación se presenta estructurado por tres componentes fundamentales los cuales son el afectivo, el cognitivo y el conativo, entendiéndose además como una formación psicológica compleja que extiende su periodo sensitivo hacia la adolescencia debido a los múltiples cambios producidos tanto a nivel biológico como social, siendo consistente además con la neoformacion central de la etapa que está marcada por la búsqueda y construcción de la identidad personal.

El autoconcepto es una formación psicológica mulfactorial, multideterminada y multidimencional y es por ello que los análisis realizados en esta investigación están orientados hacia estas características, con el ánimo de obtener los resultados más fidedignos en cuanto a la formación y desarrollo del autoconcepto desde nuestro modelo educativo.

Las dimensiones del autoconcepto estudiadas fueron: la aparaiencia física, la social, la familiar, la intelectual, la personal y la sensación de control, partiendo de una perspectiva de género.

Resultados:

Para el análisis integrador de los resultados de la investigación se han considerado los resultados del procesamiento estadístico que comparó por cada dimensión la autoevaluación que los adolescentes hacen sobre su autoconcepto (Test de Autoconcepto y Dembo-Rubinstein), con la percepción que tienen los padres y profesores del mismo (Cuestionarios a padres y a profesores), con el fin de contrastar las tres visiones sobre la variable estudiada, es decir, la de los adolescentes, los padres y los profesores.

De manera general se obtuvo en todas las dimensiones que no existen diferencias significativas entre cómo los adolescentes se ven a sí mismos, cómo los ven sus padres y cómo los ven los profesores, ello significa que coincide la valoración de sí mismo con la valoración social, y posibilita afirmar que existe una tendencia al nivel medio en la mayoría de las dimensiones evaluadas.

En el caso de las dimensiones Relaciones Familiares y Relaciones con los Iguales se evidencian niveles altos. Esto se puede asociar con la alta significación de ambos contextos (familiar y grupo de iguales) para el adolescente los cuales actúan como agentes de socialización primordiales en la formación de la identidad personal.

Se constató que en relación con la Inteligencia y el Autocontrol no existe diferencia alguna entre la opinión de los padres, profesores y adolescentes. Respecto a la Inteligencia, se compara estadísticamente este resultado con los de esta dimensión en el Test de Autoconcepto, el Dembo-Rubinstein y también se contrasta con lo obtenido de la revisión del expediente acumulativo, con lo que se constata que la misma se encuentra en un nivel medio.

En la dimensión del Cumplimiento de Metas existen diferencias no significativas estadísticamente entre lo que piensan los profesores y los adolescentes.

Con respecto a las dimensiones Apariencia Física, Relaciones con Iguales y Felicidad existen diferencias no significativas estadísticamente entre lo que piensan los padres con lo que piensan los profesores y adolescentes, es decir que hay consenso entre adolescentes y profesores (quienes comparten mayor cantidad de tiempo con los estudiantes que sus padres) que difiere de manera no significativa de la percepción de los padres.

Con respecto a la dimensión Relaciones Familiares existen diferencias entre lo que piensan de sí mismos los adolescentes y lo que piensan sus padres y profesores (la percepción de padres y maestros ubica a los adolescentes en nivel inferior al que ellos se perciben). Al contrastar este dato con el Test de Autoconcepto, donde se obtuvo que existen dificultades en esta dimensión (evaluada entre medio y bajo) y la valoración cualitativa del Dembo-Rubinstein se obtiene que es muy importante para ellos la comunicación con sus familiares, y como ya se explicó anteriormente, se da una contradicción entre la calificación cuantitativa y la explicación de la misma en esta dimensión, por lo que concluimos que la real tendencia es entre medio y bajo, lo que confirma lo obtenido en el Test de Autoconcepto. Se puede afirmar que la dimensión de Relaciones Familiares afecta el autoconcepto de los adolescentes.

Al comparar el autoconcepto en función del género se aprecia que en general la tendencia en el comportamiento de las dimensiones del autoconcepto es ligeramente más favorable en los varones, aunque las diferencias no se consideran significativas, solo se encuentran alrededor del 10% en Inteligencia, Relaciones Familiares, Apariencia Física y Relaciones con Iguales. Además de esto, en términos generales, es notable la congruencia entres las representaciones de los profesores, los padres y el propio adolescente en la gran mayoría de las dimensiones estudiadas por lo que se puede afirmar claramente que existe una adecuación en la estructuración del autoconcepto de los adolescentes.

Con respecto a la dimensión familiar, la cual evidencia diferencias entre lo que piensan de sí mismos los adolescentes y lo que piensan sus padres y profesores, se justifica desde la teoría como el clásico conflicto con los adultos, ubicando una vez más al contexto familiar como principal agente de socialización debido a su gran significación, el cual no está exento de conflictos en esta etapa, sino que más bien presenta múltiples oportunidades de surgimiento. El adolescente en esta dimensión suele proyectar más sus necesidades en este contexto que su verdadera imagen mientras que para los adultos representa un notable cambio evidenciado muchas veces como crisis familiares por los múltiples síntomas de la adolescencia y el inadecuado manejo pedagógico de los adultos.

Conclusiones:

  • Las dimensiones del autoconcepto de los adolescentes estudiados: Apariencia Física, Inteligencia, Relaciones con los Iguales, Cumplimiento de las metas, Autocontrol y Felicidad, se manifiestan en un nivel medio.

  • Se reafirma el contexto familiar como un importantísimo agente de socialización para el adolescente que determina sobre el desarrollo y formación de su autoconcepto.

  • No existen diferencias significativas en las dimensiones estudiadas entre la percepción que tienen padres, profesores e iguales sobre el autoconcepto de los adolescentes estudiados, coincidiendo la valoración de sí mismo con la valoración social.

  • No existen diferencias significativas entre ambos géneros de los adolescentes estudiados con respecto a las dimensiones del autoconcepto.

Bibliografía

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Autor:

MsC. Naida Leonor Noriega Fundora

Lic. Dailyn Armas Fuego