REVOLUCIÓN: A diferencia de Marx, la teoría crítica expone con muchas reservas el uso de la revolución como forma de cambio social y político. La razón básica es que los procesos revolucionarios, especialmente los propiamente marxistas, han traído como resultado la aparición de regímenes autoritarios. En nombre de la revolución, se han puesto en entredicho o abolido los derechos básicos heredados de la ilustración y el liberalismo político, como la dignidad de la persona, la libertad de expresión o los mecanismos de representación política. Además, según la Escuela de Frankfurt, el neocapitalismo posterior a la crisis del 29 ha sabido reinventarse y solucionar por sí mismo una crisis terminal, conduciendo a una sociedad de clases medias, con un amplio consumo de masas y derechos generalizados (estado del bienestar), que de alguna manera ha cuestionado la propia lucha de clases (y los consiguientes procesos revolucionarios) que había previsto Marx para el siglo XIX.
SOCIEDAD JUSTA/CORRECTA: En relación con el sentido del texto, Horkheimer se separa por completo del ideal utópico de la sociedad sin clases marxista, a la que considera un totalitarismo encubierto. La sociedad justa o correcta de la escuela de Frankfurt ha ido transformándose a lo largo de las décadas, pero siempre ha pasado por un reforzamiento de la democracia, la denuncia de las ideologías dominantes y sus formas de opresión, y la creación de una sociedad civil desarrollada, con capacidad de crítica e ilustrada, y muy implicada en la vida política y social. Esta ha sido la teoría de la ética comunicativa de Jurgen Habermas, en las últimas décadas.
LIBERTAD: Es un valor fundamental para la Escuela de Frankfurt de cara a una sociedad justa. Con la defensa de la libertad (política), la escuela abandona las posiciones más autoritarias del marxismo y del totalitarismo, convierte en blanco de sus críticas las actuaciones impersonales del estado, y esgrime la libertad y los derechos políticos de los individuos como un valor necesario para cualquier sociedad bien ordenada. Sin embargo, una máxima libertad política no es compatible con el otro de los principios básicos de cualquier estado occidental, el de la justicia (entendido como igualdad económica y derechos sociales y económicos). De ahí que una sociedad puramente regida por el mercado, sea una sociedad completamente libre, pero sumamente injusta en cuanto que sería muy desigual.
JUSTICIA: Por justicia entendemos en el texto todo el ideal de igualdad social, esgrimidos por socialistas, socialdemócratas y utilitaristas del estado del bienestar. Esa igualdad social se traduce fundamentalmente en una serie de derechos sociales y económicos básicos (configurantes de ese estado del bienestar). Sin embargo, un exceso de justicia social nos induciría a crear un estado demasiado poderoso que podría poner en peligro las libertades de los individuos. Es por ello que Horkheimer busca una solución intermedia, al igual que hará una década después (años setenta) John Rawls con su contrato social, en el que pone la libertad y la igualdad como los dos valores fundamentales de cualquier democracia occidental.
HOMBRE: La idea del hombre (o la humanidad) es muy cercana a la propia de la Ilustración. El hombre es un ser dotado de libertad, dignidad y conciencia moral, con una especificidad que hace a cada individuo único e irrepetible, y por lo tanto, completamente digno del respeto (es un fin en sí mismo). Ese hombre, sin embargo, sufre con frecuencia la dominación y la alienación de otros individuos o de mecanismos impersonales, como puede ser un mercado, una sociedad de consumo o la burocracia de un estado, y se convierte en un mero número en manos de burocracias
NATURALEZA: La naturaleza en términos de la Escuela de Frankfurt se convierte en todo el ámbito de la realidad que rodea al hombre y que puede utilizar para su propio beneficio. Esta era la idea de Bacon (poner la naturaleza al servicio del hombre gracias a la técnica). Sin embargo, los mismos seres humanos pueden ser entendidos como mera naturaleza, y entonces pierden su propia natural y se convierten en meras mercancias, se cosifican. Este ha sido el riesgo de las sociedades más avanzadas (bomba atómica, clonación, etc ). A pesar de estos riesgos, la tendencia de la modernidad es el dominio absoluto de esa naturaleza, introduciéndose en los campos más controvertidos de la biotecnología o el desarrollo ecológico sostenible.
ESENCIA: La esencia es el ser en sí mismo, la realidad que nos rodea entendida como algo cerrado, compacto. Es decir, objetos que tienen una definición por ellos mismos, que están predeterminados para un plan o proyecto particular: todos los objetos naturales y artificiales que nos rodean parten de esta característica. Es por ello que Sartre lo llama ser en-sí, hablando de esa realidad plena. El hombre es la antítesis de la esencia, en cuanto que no está prederminado para ser ninguna esencia concreta particular, sino todo lo contrario.
EXISTENCIA: es la condición básica y previa de todo acto humano (y de la propia conciencia de sí mismo). Si la realidad que rodea al hombre está caracterizada por tener una esencia determinada, en el hombre, la existencia es previa a la esencia. La condición existencial se convierte en el vínculo que unen a un gran conjunto de pensadores, que van desde Pascal o Kierkegaard hasta Sartre o Heidegger (existencialismo ateo) o a los autores más cercanos a la religión. En conjunto, y a pesar de todas sus diferencias, concuerdan en otorgar a la existencia como elemento previo a cualquier esencia o definición humana, recalcando la singularidad, la indeterminación y la libertad inherente al mismo hombre. Frente a la interpretación de Descartes (llegamos a la existencia a través del pensamiento: "pienso luego existo"), la conciencia o el sujeto descubre en primer lugar su condición existencial (su finitud, el estar arrojado en el mundo, el estar con los demás) antes de cualquier contenido del pensamiento.
VISIÓN TÉCNICA DEL MUNDO: En el texto, esta expresión se emplea para aquel conjunto de cosas que tiene una función determinada en el mundo: todas las cosas que crea el hombre se han construido con una finalidad particular (como el abrecartas que menciona el texto). De la misma manera, podríamos pensar que la idea de un Dios creador del hombre podría robar el carácter existencial del mismo, al otorgarle una esencia predeterminada. Esta es la razón por la que el existencialismo de Sartre necesariamente es ateo. Para que el hombre sea nada y tenga una existencia completamente libre, es necesario que no exista ningún creador previo a él. Esta posición distancia a Sartre del existencialismo "cristiano" (Marcel, Jaspers), que ve a Dios no como negador de la condición humana, sino todo lo contrario.
HOMBRE: La visión del hombre en Sartre es la evidencia de la nada, el vacío (aunque este término no tiene nada que ver con el nihilismo). Esto significa que para explicar al ser humano pone en primer lugar la existencia frente a la esencia, lo que quiere decir que el hombre no está condicionado ni determinado por ninguna esencia ni ningún proyecto previo, sino que se configura así mismo en el hecho propio de existir. Es por ello que el hombre se entiende, desde esta perspectiva más puramente metafísica, como la ausencia de definición. El hombre es a lo sumo, proyecto por cumplirse en el propio desarrollo de la existencia y bajo la más absoluta libertad. Entendido de forma más metafísica, el hombre fue denominado por Sartre como el para-sí, conciencia de la existencia que debe definirse frente a la realidad (en-sí) que le rodea.
PROYECTO: Al igual que la nada, es un sinónimo para hablar del ser humano. Es el único elemento definidor del hombre. Los individuos eligen su propio camino en la existencia, configura su propia esencia. Este proyecto tiene tres características básicas:
a) Se construye de forma particular, singular, única, es decir, que cada individuo crea o fabrica su propio proyecto de vida: sus valores, sus metas, sus inquietudes, etc
b) Se hace con total y absoluta libertad, independientemente de las condiciones que nos toquen vivir. Para Sartre, la libertad es compañera inseparable del hombre.
c) El sujeto se convierte el único responsable de su propia vida. En cuanto ser libre, no puede depositar la responsabilidad de sus acciones en un ser que sea distinto a él mismo (Dios, un partido político, un dirigente ).
ANGUSTIA: El hombre o para-sí al ser último creador de su propio destino, se encuentra con la inevitable responsabilidad de asumir las consecuencias de sus actos. Esta responsabilidad le provoca una angustia, el miedo a la equivocación o al error en nuestras propias decisiones. Es por ello que todos los juicios relacionados con las opciones personales, la política, la ética o con la religión, no tienen a ningún Dios ni a ninguna regla moral infalible al final del camino: tan solo quedan en manos del propio sujeto que le confiere su propio sentido. Frente a la alegría y la falta de culpa del superhombre de Nietzsche, el nihilismo (la ausencia de ese Dios) en Sartre sume al sujeto en la zozobra y en la inquietud permanente. No hay ninguna decisión superior a otra: todas nadan en esa angustia.
RESPONSABILIDAD: La libertad nos lleva necesariamente a asumir que el sujeto (que es entendido como puramente autónomo) se convierte en el último responsable de sus actos. El sujeto se convierte en creador particular de sus propios valores. Como hemos dicho antes, la responsabilidad recae sobre él mismo y no sobre nadie más, en cuanto que nadie le puede impedir a actuar de una forma distinta a cómo él lo desee. La ausencia o el desvío de la responsabilidad se convierte en una conducta inauténtica, en la que sujeto reniega de su propia libertad.
La responsabilidad también convierte al sujeto en portador de una ética, que oscila entre una visión solipsista y egoísta (no salimos de nuestro mundo particular) considerar al resto de los hombres como proyectos que pueden convertirse en competidores de nuestro propio proyecto de vida ("el infierno son los otros"). Sartre sin embargo aboga por una ética del deber al modo kantiano, en el que cada individuo/proyecto se convierte en un fin en sí mismo, y por lo tanto se hace digno del respeto, al igual que sucede con la formulación del imperativo categórico (a diferencia de Kant no existe ninguna fundamentación racional ni universal para esta ética: Sartre la asume de forma individual, aunque él la desee para sus semejantes).
ELECCIÓN: Es el otro gran rasgo definitorio del hombre. Los hombres somos libres, en sentido metafísico (no necesariamente político). Es decir, independientemente del estado político en el que vivamos, de las condiciones biológicas que disfrutemos o suframos, el hombre es por definición libertad. Está condenado a ser libre, como menciona el propio Sartre. Es decir, puede optar por un proyecto o por otro, pero está obligado ineludiblemente a elegir. La misma no elección, el dejarse llevar (la vida inauténtica o la mala fe) es en sí misma una elección sobre nuestra propia existencia. Por otro lado, ninguna elección que hagamos es superior a las demás, ni moralmente mejor ni más verdadera. Se asume desde la ausencia total de un responsable superior al propio sujeto.
Enviado por: Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®
Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2016.
"DIOS, JUAN PABLO DUARTE, JUAN BOSCH Y ANDRÉS CASTILLO DE LEÓN – POR SIEMPRE"®
Autor:
Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
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